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21 de febrero de 2025

[¿Y si no te hubieras ido...?] Capítulo X: «Los Fletcher».

Nicholas siempre le estaba diciendo a Narel que quienes peleaban, se amaban. Ella no le decía nada, pero recordaba que, en Brighton, donde vivía luego de nacer, sus primos y amigos también decían lo mismo. No le daba importancia, no eran temas que le llamaran la atención. Pero se le quedó grabado y pensó que Ashley con Alexander tenían ese problema. Era algo que le molestaba, por lo que sentía por su amigo, pero tenía claro que respetaría y apoyaría la decisión de él. Después de que Alexander se enterara que su hermano pequeño le decía esas cosas, habló con él para que ya dejara de decírselas, solo la confundían más. Con el pasar de los días, aquello fue olvidado tanto por Nicholas como por Narel, había mejores cosas en las que perder el tiempo, como el PlayStation que Thomas había autorizado para que instalaran en la televisión de la sala, siempre y cuando las calificaciones de ambos no bajaran y cumplieran con sus deberes, tanto en casa como en los estudios.

Los días y noches se habían vuelto más fríos, razón por la que Thomas también les permitió dejar el videojuego en la sala, así no se la pasaban jugando en la nieve. Estaban pasando por un momento de temperaturas bajas en años y mejor se quedaban en casa encerrados. Era tanto el nivel, que en varios lugares optaron por mantener los colegios y todo tipo de establecimiento educacionales cerrados hasta nuevo aviso. En Londres eso estaba en estudio, Nicholas esperaba que ya dijeran que sí, al igual que Alexander, porque eso significaba que podría ir a quedarse más seguido a casa de Thomas.

Aquel día de febrero, a pesar de que ya estaban cercanos a terminar el invierno, fue uno de los más fríos que recordaban. Garreth había vuelto a Francia, Nicholas estaba jugando con Elijah en la sala, Helen los miraba, Thomas en su despacho en casa y Narel en la habitación, Ashley la había llamado porque tuvo una pelea con Brandon y mejor se fue a escucharla llorar arriba. Estaba por anochecer, pero con el frío y las nubes, parecía que todo el día fue noche.

—¡Narel! —El gritó de Thomas la sobresaltó, casi estaba dormida escuchando a Ashley reclamar—. ¡Narel!

—Después te llamo, Ash.

—¿Qué pasó?

—No lo sé. —Ambas volvieron a escuchar a Thomas gritar—. Te hablo después. —Narel cortó y salió de la habitación, Thomas seguía llamándola desde el primer piso. Bajó un poco asustada, no recordaba haber hecho algo que molestara a Thomas o Helen.

—¿Has hablado con Alexander ahora? —Thomas le preguntó apenas la vio, sin dejar que llegara abajo, Narel notó que se veía un poco desesperado. Negó con la cabeza—. No he podido contactarme con él… es urgente… Leah apareció. —Narel terminó de bajar corriendo la escalera luego de escucharlo y lo abrazó, Thomas hizo lo mismo.

—¿Dónde está? ¿Cómo está? ¿Qué pasó?

—La encontraron cerca de Portsmouth…

—¿Portsmouth? Iban a cruzar el canal…

—Eso piensa la policía, volver a Francia por mar, ya que con el frío y la nieve los vuelos se están retrasando.

—¿Por agua? En esta época… Es peligroso, por eso los encontraron…

—No lo sé, pero ya apareció y la están trayendo a Londres junto con los otros niños, debo ir a buscarla…

—¿Garreth y su padre ya saben?

—Sí, fueron ellos quienes me avisaron, vienen en camino… —Thomas la miró, sabía que le preguntaría cómo, así que se adelantó—. Vienen por aire, en el avión privado de Luis… Sí, ya sé que es peligroso, pero espero que nada malo pase y Garreth llegue bien aquí. —Narel notó que ella también solo se preocupaba por Garreth, no les dio importancia a los sentimientos en ese momento—. Necesito encontrar a Alexander…

—Lo llamaré. —Extrañamente Narel bajó con el teléfono en las manos y comenzó a llamar a Alexander, pero el teléfono sonaba que estaba apagado. Le mandó mensajes, pero le llegaban de vuelta—. No sé qué pasa, Thomas. Es raro que él lo tenga apagado, si siempre está…

—Siempre está hablándote… —Narel levantó la vista del aparato y miró a Thomas.

—Sí… iré por él. —Se acercó a la puerta, tenía que buscarlo, su hermana había aparecido, necesitaba enterarse.

—Está helando afuera, hace un frío horrible…

—Pero Leah apareció, Thomas. Tiene que saber. Tú tienes que estar al pendiente de todo aquí. —Narel tomó su abrigo del armario y se lo puso—. Volveré con él en unos minutos, si el departamento está cerca, solo que no se puede ir en auto porque hay mucha nieve y hielo. No te preocupes, lo traeré. —Y salió, sin poder dejar que Thomas hiciera algo más.

—¿De verdad Leah volverá a casa? —Thomas no se había percatado que Nicholas, Helen y Elijah estaban allí, salió corriendo de su despacho llamando a Narel que ignoró el resto. Le sonrió a su hermano menor al asentir, Nicholas lo abrazó.

—Todo va a esta bien ahora, Thomas. Todo mejorará. —Helen lo abrazó, dándole espacio a Nicholas, y le besó la frente. Thomas dejó salir un par de lágrimas de felicidad mientras era consolado por Helen, luego debía ser fuerte por todos.

Narel sintió que el viento frío se le metió por la piel de la cara, salió tan rápido que no se puso ni gorro, ni bufanda, ni guantes, y como estaba en casa, no andaba abrigada y se arrepentía en ese momento, metió las manos en los bolsillos y apuró el paso, esperando que, al llegar, Alexander bajara rápido y volvieran a casa. En su bolsillo encontró el teléfono, marcó de nuevo, si contestaba volvería a casa sin llegar al departamento. Pero no tuvo suerte y, a pesar de que no dejó de llamar, el mismo sonido continuó recibiendo hasta que llegó a su destino. Tocó el timbre, esperó un momento y sintió que descolgaron.

—¿Alexander? —dijo, sin siquiera darle tiempo al interlocutor de decir algo.

—¿Quién lo busca? —Pero para su mala suerte, fue la suegra de Alexander quien respondió.

—Soy Narel, necesito hablar con Alexander, es urgente.

—Claro, le digo que baje. —Y colgó, Narel suspiró y se quedó esperando al lado de los timbres, ya le había pasado que Alexander tomaba el teléfono y hablaba por allí para asegurarse de que estuviera abajo. Pero los minutos pasaron y no había señales de vida de su parte. Narel miró hacía el acceso, pero todo se veía oscuro, quizás había algún problema. Volvió a tocar—. Diga.

—¿Está Alexander? Es urgen…

—Ya le digo que baje —respondió, al interrumpirla y volver a colgar. Narel apretó los puños, le empezó a doler la nariz por el frío. Tocó el timbre de recepción.

—Diga.

—Buenas tardes, estoy buscando a Alexander Russ.

—¿Sabe el número de departamento? Puede llamarlo directo.

—Sí, pero no contesta, necesito ubicarlo urgente. Parece que hay problemas con los telefonillos.

—¿Quién lo busca?

—Narel Webb.

—Señorita Narel, tanto tiempo que no sabía de usted ni que venía por aquí, hemos extrañado sus locuras al llamar al ascensor. —Narel sonrió, pero esperaba que se apurara, estaba sintiendo cada vez más frío—. Lo llamo enseguida, de seguro bajará rápido.

—Gracias. —Narel sacó el teléfono y volvió a marcarle, pero no hubo respuesta.

—Señorita Narel, me dicen que baja enseguida. —Ella chasqueó la lengua, otra vez había vuelto a contestar la suegra de Alexander—. ¿Por qué no pasa a recepción?

—Gracias, pero esperaré aquí. —Volvió a tocar el timbre del departamento de Alexander—. Necesito hablar con Alexander, es urgente, de parte de Thomas. —Pero esta vez solo la escuchó respirar antes de cortar—. ¡Maldita vieja! —dijo con frustración, sintió que sus dedos, sosteniendo el teléfono, se congelaban. Llamó de nuevo a Alexander, pero no hubo respuesta—. No es lo que quiero, pero es urgente… —Buscó en sus contactos el número de Marianne y llamó, comenzó a marcar.

—Diga.

—Marianne… Soy Narel… Marianne necesito hablar con Alexander urgente, Thomas lo necesita en casa urgente y el teléfono está apagado… Por favor, dile que vaya a casa de Thomas, es urgente de verdad…

—Bien, le diré ahora, está al lado mío. —Narel puso atención, al parecer no le mentía—. Alex, es Narel, algo pasó.

—¿Nar? —Alexander tomó el teléfono, Narel suspiró, al fin.

—Thomas te necesita, es urgente…

Y la llamada se cortó, el teléfono de ella se había quedado sin batería. Lo metió al bolsillo y le dolieron los dedos, comenzó a caminar en dirección a la casa de Thomas, sintió que hasta los pies estaban congelados. Se apuró en llegar o sería un cubito de hielo y así no podría jugar con Nicholas videojuegos. Quiso correr, pero las piernas no le dieron para eso, solo para caminar rápido. Cuando llegó, abrió la puerta y entró sin quitarse nada de encima, el frío ya le pasaba por la ropa, así que para ella fue normal andar con abrigo. Thomas la miró al entrar.

—¡Helen! —Narel no entendió por qué la llamaba, solo se acercó a él—. ¡Helen!

—Alexander estaba en su casa, Thomas. Ya le avisé…

—¿Qué pasa? —preguntó Helen al llegar de la cocina a la sala, la miró—. ¡Oh, por…!

—Dale un té caliente, algo, métela a la bañera con el agua hirviendo, no lo sé, pero no la dejes así.

—¿Por qué? ¿Qué pasa? —Helen llegó junto a ella y la tomó del brazo para llevarla a la cocina.

—Estás morada de frío… —Thomas se quedó mirándola, no se había dado cuenta porque estuvo afuera lo suficiente como para sentirlo normal—. ¿Por qué no te pusiste algo más encima?

—Es que…

—Helen, solo llévala, que entre en calor… —Thomas suspiró, de a un problema a la vez.

—Thomas, ¿qué pasó? —Alexander entró y los miró, Narel volteó a verlo, al fin llegaba y respondía. Se relajó al mirarlo—. ¿Qué tienes? ¿Por qué estás así? —Se acercó a Narel para mirarla, le tomó la cara entre sus manos—. Estás helada, más que un cubo de hielo. —Ella le sonrió, luego de eso perdió el conocimiento. Alexander alcanzó a tomarla antes que se golpeara contra el suelo.

—Helen, la bañera, llénala con agua caliente y la metes allí, que entre en calor. —Thomas tomó a su esposa de los hombros para que reaccionara, ya que se había quedado perdida mirando a Narel. Asintió y fue al baño—. Hay que darle calor, Alexander.

—¿Qué fue lo que pasó? —Alexander comenzó a quitarle el abrigo y frunció el ceño al ver que prácticamente solo andaba en pijama. Luego la tomó en los brazos y la llevó al baño, Helen estaba llenando la bañera, él metió a Narel con ropa y todo. Comenzó a quitársela mientras el agua la iba cubriendo—. Pobre de ti que entres al baño, Thomas. —El mayor abrió los ojos por la sorpresa, con la preocupación no se dio cuenta de lo que pasaba, salió y se fue a la cocina, prepararía un té caliente o algo para darle. Agradeció que Nicholas estuviera arriba con Elijah—. ¿Qué fue lo que pasó, Helen?

—No lo sé… Llegó así…

—¿Llegó de dónde? ¿Cómo sale en pijama con ese frío? ¿En qué estaba pensando al hacerlo? —Helen lo miró, no sabía qué había pasado entre ellos, pero Narel lo andaba buscando. Se fijó que él continuaba quitándole la ropa lo más rápido posible.

—De tu departamento… —Alexander la miró extrañado, si Narel hubiera ido a buscarlo, no estaría así porque… entonces fue que recordó que el timbre había sonado un par de veces, pero su suegra dijo que era equivocado—. ¿Qué pasó?

—No sé, Helen. No lo sé. —Alexander fijó su vista en Narel, aún no despertaba, continuó quitándole lo que llevaba encima, la dejaría solo en ropa interior—. ¿Puedes traerle un pijama o algo abrigador para que se ponga ahora que despierte, por favor? —Helen notó que quería estar solo con ella, por la voz se dio cuenta que estaba a punto de llorar, asintió y salió, cerrando la puerta—. Anda, preciosa. Despierta, por favor… —Y dejó caer lágrimas a la bañera, que ya estaba lo suficientemente llena, cerró la llave. Narel abrió los ojos y medio se sentó, asustada—. Tranquila, tranquila. —La abrazó, ya se sentía el cuerpo más caliente, él sintió que el agua estaba hirviendo, prácticamente, pero ella estaba como si fuera de temperatura normal—. Te voy a soltar un momento para sacarte ¿bueno? —Narel asintió, Alexander se puso de pie y tomó una toalla, la ayudó a levantarse y la cubrió por completo, luego volvió a tomarla en los brazos, Helen entró—. Ya despertó, Helen. Hay que abrigarla y la llevamos a un hospital o algo… Por favor, cuídala por mí… voy a ver a Thomas.

—Está en la cocina… —Pero Helen dudó que lo escuchara, Alexander estaba llorando y salió rápidamente. Miró a Narel—. ¿Qué fue lo que pasó? —Aunque dudaba que le contestara, no tenía buena cara, parecía que estaba a punto de desvanecerse de nuevo, comenzó a secarla y a ponerle ropa para que mantuviera el cuerpo caliente, la abrigó con un cobertor y la sentó para secarle los rizos con un secador de cabello. Thomas interrumpió para decirle que le tenía un té listo, Helen mejor la llevó a la sala para terminar de secarle toda la melena que le llegaba más abajo de la cintura. Todos notaron que parecía no estaba allí, no hablaba, no hacía nada, solo sostenía con fuerza el cobertor. Alexander se sentó junto a ella, mientras Helen continuaba secándole los rizos, y comenzó a darle el té. Su cuñada notó que estaba más tranquilo, Thomas ya le había dicho lo de Leah también.

—No sé lo que pasó, Helen. Te juro que no lo sé… Yo no hubiera dejado que esto pasara…

—Lo sé, quédate tranquilo, cuando ya despierte bien nos dirá lo que pasó.

—Mi teléfono estaba apagado, no sé por qué…

—Voy a ver a Nick con Elijah. —Thomas, al ver que la situación abajo estaba más tranquila, pasó junto a Alexander y le apretó el hombro para que se relajara, todo estaría bien. Pero no había llegado ni a la escalera cuando le sonó el teléfono, contestó, habló casi en susurro y volvió con Alexander y Helen—. Tengo que ir a la estación de policías, Luis y Garreth ya llegaron, Leah ya está por llegar.

—Thomas… —Alexander lo miró, el mayor entendió.

—Quédate aquí, cualquier cosa me llamas. Iré en taxi, si tienes que llevarla a un hospital o algo, ve en mi auto. Con cuidado, hay nieve y hielo. —Alexander asintió y continuó dándole té, Thomas salió luego de llamar a un taxi.

—Tengo frío… —Narel se acurrucó en el cobertor, Alexander la miró sin saber qué hacer, Helen apagó el secador al sentir que se movía—. Helen… ¿me prestas otro de estos? —preguntó mostrando el cobertor.

—Yo buscaré uno. —Alexander dejó el té en la mesa de centro y se levantó al armario a buscar algo.

—Helen, ya no sigas con eso, no vas a terminar nunca… —La mayor sonrió, estaba volviendo en sí.

—Sí, eso ya lo noté, estoy pensando seriamente en cortarte el cabello hasta más arriba del cuello…

—Sobre mi cadáver le cortas los rizos. —Alexander la miró, Helen sonrió, Narel notó que llevaba dos cobertores, le puso uno primero y ella lo afirmó junto con el otro y después le puso el segundo—. ¿Te sientes mejor así? —Ella asintió—. Sécale los rizos, Helen, tiene que entrar en calor. —Tomó la taza de té y continuó dándole para que tomara.

—Te secaré la cabeza, lo otro se secará solo, pero quiero que la cabeza te quede seca. —Helen encendió el secador, nuevamente.

—Casi haces que muera… —Narel miró a Alexander fijamente al hablar, este se separó un poco de ella, sorprendido, no se esperaba para nada eso.

—No sé qué pasó… No sé por qué mi teléfono… —Alexander comenzó a balbucear, pensando que ella se refería que no salió del departamento cuando lo llamó.

—No es eso, Alex… —Él la miró, seguía más blanca que el papel, pero al menos no estaba casi morada. Aún no recuperaba el calor por completo, los labios estaban rojos, igual la nariz—. Es porque me metiste en la bañera con agua caliente, eso pudo matarme de un infarto…

—¿De verdad? —Helen detuvo el secador y la miró, Narel levantó la vista y asintió.

—Claro que sí, Helen. El cambio de temperatura muy brusco, la sangre se empieza congelar y la piel se pone morada, como está en proceso de congelamiento, si la descongelas de golpe, el movimiento repentino y rápido puede provocar un ataque al corazón.

—Fue Thomas, no Alexander, él simplemente te cargó. —Continuó secándole los rizos, Narel miró a Alexander.

—Gracias —dijo y le sonrió, él solo le dio más té, no se sentía bien por lo que había pasado—. Gracias por obligarme a comer sano y cuidarme siempre, si no fuera por esas cosas que haces por mí, no sería así de fuerte que no me pasa nada. —Alexander miró a Helen, que apagó el aparato.

—Ya está listo, con eso es suficiente. Iré a guardar esto, te haré otro té y subiré la temperatura de la calefacción para que te acostumbres más rápido. —Helen tomó la taza de las manos de Alexander y desapareció de la sala, su cuñado agradeció que le entendiera con solo mirarla.

—No tienes nada que agradecer, preciosa. Yo voy a cuidarte por toda la vida… —Le tomó la cara entre las manos, Narel lo miró.

—Siempre estás haciendo cosas por mí y nunca te digo gracias… —Alexander la silenció al besarla, aún estaba helada, pero al menos ya no parecía un cubito de hielo.

—Eres mi preciosa y te amo. —Narel lo miró y le sonrió, él volvió a besarla.

—Alex, en el abrigo está el teléfono sin carga… ¿Lo puedes poner a cargar, por favor? —Alexander la miró divertido, a ella poco y nada le importaba eso—. Con lo que pasó hoy entendí por qué es necesario tenerlo en funcionamiento, no quiero que vuelva a pasar algo así.

—Lo pondré a cargar ahora que suba ¿bueno? —Se levantó y lo sacó del bolsillo del abrigo, lo dejó en la mesa de centro—. Ahora solo me importa que vuelvas a entrar en calor. —Se sentó nuevamente junto a ella—. Si no te recuperas bien en unos minutos más, te llevaré al hospital.

—Ya estoy bien, ya no tengo frío ni nada.

—Te pondré el termómetro e iremos midiendo eso.

—Pero…

—Así pareces un oso. —Alexander la miró divertido, solo se le veía la cabeza, estaba por completo dentro de los cobertores.

—Tengo hasta los deditos congelados…

—Para que aprendas a no andar como loca en la calle. —Alexander se pasó la mano por el cabello, Helen había subido la temperatura y ya se notaba, se quitó el suéter que llevaba—. Helen dejará esto como un sauna…

—Yo tengo frío para darte. —Alexander no pudo hacer nada para detenerla, Narel se sentó a horcajadas encima de él y los tapó a ambos con los tres cobertores—. Así es como si estuviéramos en una carpa, escondidos…

—No debiste hacer eso… —Él la abrazó por la cintura, no desaprovecharía la oportunidad.

—¿Por qué no? Es termodinámica básica, transferencia de calor, tu calor se absorbe por mi frío y ambos quedamos temperados.

—No, preciosa. No funciona así en mí. —Alexander sonrió y la besó, le metió las manos por el pijama y notó que la espalda seguía fría—. No debiste sentarte así, ahora solo quiero quitarte la ropa…

—Pero… —Alexander la abrazó fuerte y la sentó a su lado, siguió metido en los cobertores, pero se quedó abrazándola bajo estos, así la ayudaría a entrar en calor—. No quiero ir al hospital…

—Si sigues así, no creo que te lleve. —Narel se acurrucó junto a él casi en posición fetal, Alexander se encargó de que los cobertores la cubrieran por completo—. ¿Qué pasó?

—Me congelé un poco, parece… —Narel sintió que Alexander la apretó, sabía que esa respuesta no le había gustado.

—Voy a volver a preguntarte y quiero que me respondas bien, no hagas que me enoje contigo por esto… —Narel suspiró, no le gustaba cuando se ponía tan serio por cosas sin importancia—. ¿Qué fue lo que pasó?

—No bajaste… y tu teléfono estaba apagado… Estuve esperando que bajaras, pero no llegaste y hacía frío… Es verdad eso que dicen en la tele, está más frío que otros años… ¿Crees que pueda ser por el calentamiento global?

—No me estés cambiando el tema…

—Pero ya pasó y ya estoy bien, ¿no puedes simplemente ya olvidarlo? Leah viene en camino… —Alexander la apretó un poco más.

—¿Por qué te quedaste si yo no contesté? ¿O por qué no entraste a la recepción? Las personas que están allí todas te conocen.

—Pensé que bajarías…

—¿Por qué?

—Me dijeron que bajarías. —Narel se levantó y lo miró, él tenía el ceño fruncido—. Ya olvídalo, Alex. Si ya estoy bien. —Alexander le tomó la cara y juntó sus frentes, aún estaba un poco helada y él ya estaba sudando porque Helen había dejado la temperatura muy alta—. No quiero que estés peleando, solo sé feliz porque ya apareció Leah… Ahora eso es lo único importante…

—No seas boba… Si te pasa algo…

—Pero no me pasó. —Narel lo interrumpió, Alexander suspiró—. Ahora esperaremos que llegue Thomas con Leah para que la abraces y la beses y todo eso que siempre haces cuando la ves luego de mucho tiempo… —Alexander sonrió, luego la besó—. Y avísale a Marianne, debe estar preocupada por ti porque saliste rápido y yo le dije que Thomas te necesitaba urgente… Además de seguro tiene ganas de saber de Leah. —Alexander la separó un poco de él y la miró, ella le sonreía.

—Ponte mi suéter…

—Pero… —Alexander la miró frunciendo el ceño—. Bien, bien… —Se lo pasó y se lo puso—. Menos mal que tienes ropa aquí, sino tendrías que andar mojado…

—Iré a prepararte un té, aún estás helada. —Se levantó, pero antes se aseguró de que estaba bien arropada, ignorando el último comentario. Estaba preocupado, aun así lo desesperaba con las tonteras que le decía—. Llamaré a Marianne mientras hago eso.

—¿Dónde se fue Helen?

—Debe estar con Nick y Elijah, no la estés llamando.

—¿Puedo sacarme un cobertor?

—No hasta que vuelva. —Le besó la frente y se fue a la cocina, Narel se acostó en el sillón a esperar.

Alexander fue notando que de a poco iba tomando el color normal, un poco menos pálido de lo que estaba, y la dejó que se quitara los cobertores, pero con la condición de que no se sacara el suéter. Helen ya estaba con ellos en la sala, junto con Nicholas y Elijah y habían dejado la temperatura a nivel casi normal, esperarían un poco antes de decir que todo estaba bien, Narel aún estaba asustada con el tema de ir a un hospital, así que obedeció a Helen y Alexander sin reclamar. Se quedaron los cinco conversando para pasar el tiempo, la ansiedad por la llegada de Thomas no los dejaba hacer mucho más, hasta que la puerta se abrió. Alexander, sentado junto a Narel, se levantó de un salto y se fue a la puerta. Nicholas lo siguió, Helen se puso de pie con Elijah y se quedaron esperando.

Garreth fue el primero en entrar y, luego de saludar a sus hermanos, sobrino y cuñada, fue a abrazar a Narel, Thomas le había comentado un poco de lo sucedido y quería ver cómo estaba antes de que Alexander los separara. Además, se sentía feliz porque su hermana apareció… Después de casi cuatro meses perdida, al fin había vuelto…

—¿Cómo está Leah? —Narel le preguntó mientras lo abrazaba, sabía que los demás estaban cerca de la entrada, pero a ella le dijeron que no se moviera de la sala.

—Se ve bien… dentro de todo… bien…

—¿Ya le dijeron lo de su madre? —Sintió que Garreth la apretó fuerte y asintió moviendo la cabeza—. ¿Cómo se lo tomó?

—No muy bien, pero había que decírselo. Es una niña fuerte, ahora ya está tranquila, demostrando que puede con todo. En ese sentido…

—En ese sentido parece Russ… —Terminó de decir Narel—. Carácter frío como los Russ. —Garreth asintió, era algo así—. Tu padre no es muy amoroso que digamos tampoco…

—Con ustedes… —Garreth sonrió y la soltó un poco para mirarla—. Con los que están fuera de casa, porque con nosotros y con mamá es el hombre más tierno y amoroso que conozco.

—Eso espero, Garreth. Porque si no es así, te obligaré a venir a vivir aquí. —Garreth le besó la frente.

—¿Qué fue lo que te pasó a ti?

—Me congelé…

—Nar. —Ambos miraron a la entrada, Alexander traía en sus brazos a Leah, se veía bastante bien para haber estado perdida durante tanto tiempo, solo tenía los rastros de lágrimas y un deje de mirada triste—. Ya volvió, ya está en casa de nuevo… con nosotros. —Narel se fijó que la sonrisa de Alexander era casi de oreja a oreja, se acercó a ellos y Leah le extendió los brazos para abrazarla, sin que Alexander la bajara.

—Qué bueno que ya volviste, tenemos muchas cosas que hacer con Nick, Elijah, Josh y Steph. —Alexander la miró, le gustó que incluyera a sus hijos, después pensó que mejor no, ella le enseñaría demasiadas travesuras.

—Solo te estoy diciendo que es peligroso para mis hermanos. —Los tres miraron en dirección a la entrada, el que había hablado era Thomas. Alexander dejó que Garreth cargara a Leah y se paró frente a Narel, dejándola a su espalda.

—Thomas y tu papá están discutiendo. —Nicholas llegó junto a ellos y se paró a un lado de Narel, abrazándola y mirando a Garreth—. No me gusta cuando pelean. —Ella lo abrazó de vuelta.

—Garreth, ¿por qué no le das un vaso de leche a Leah o algo? —Helen se acercó con Elijah en los brazos—. Hay galletas de chocolate con chispas de vainilla y fresa.

—Pero…

—Y aprovechas y llevas a Elijah con Nick, leche tibia para que duerman tranquilos. —Garreth entendió, bajó a Leah y le tomó la mano a ella y a su sobrino, Nicholas soltó a Narel y la miró, pidiéndole que fuera con él, pero Helen con Alexander le dijeron que no fuera a la cocina porque aún no recuperaba del todo el calor y allí no habían regulado la temperatura—. Anda con tu hermano, Nick. Ve a tomar una leche.

—¿Qué pasa, Helen? —Alexander preguntó luego que sus hermanos se fueran a la cocina.

—Luis se quiere ir a Francia de inmediato.

—Pero es peligroso. —Narel se metió en la conversación—. Estaban suspendiendo los vuelos y todo, no puede andar así como así con Garreth y Leah.

—Por eso está discutiendo con Thomas, pero sigue siendo su padre.

—Iré a ver a Thomas. —Helen detuvo a Alexander de un brazo—. No me hagas esto, Helen.

—Thomas me pidió que no te dejara ir.

—Pero… me necesita…

—Luis apenas lo toma en cuenta, no vayas a arruinar más las cosas…

—Alex… —Alexander la miró, ella le tomó la mano, él sintió que ya casi estaba a temperatura normal—. Deja que Thomas hable… Tú también eres papá… ¿Qué harías en su lugar?

—Probablemente lo mismo… querría llevarlos lejos de un lugar en donde la han pasado mal lo más pronto posible. —Narel le sonrió y él entrecruzó los dedos—. ¿Ya te tomaste tu té? —Ella asintió—. ¿Quieres otro?

—No, ya fue suficiente. Ya me siento bien… Anda a la cocina a ver a Leah si es lo que quieres…

—Si no fueras tan boba, estarías tomando leche ahora con ellos, pero no… la boba se fue a jugar a la nieve. —Alexander le besó la frente.

—No quiero leche, después me traes galletas de chocolate y de las normales con chispas de chocolate. —Él la miró y sonrió de medio lado.

—No hay galletas para ti hasta en mucho, mucho tiempo más. —Le tomó la cara y sonrió más—. Estás castigada, ¿verdad, Helen? —La mayor asintió al mirarlos—. Solo comida sana y saludable para ti.

—Eres un antipático y estirado.

—Sí, pero eso no dejó que te pasara algo hoy. —Volvió a besarle la frente—. Voy a la cocina, después nos iremos a dormir.

—¿Vas a dormir aquí?

—Sí, tengo permiso. —Le besó las mejillas—. No hagas tonteras mientras no te vigilo. Helen, aún está un poco helada.

—Yo la veo ahora, anda a ver a Leah. —Alexander se fue a la cocina, Narel se dejó caer en el sillón y se sentó en posición de flor de loto, Helen le dejó un cobertor encima y después se acomodó a su lado—. ¿Sabes si habló con Marianne?

—Dijo que sí… —Narel se acurrucó en el cobertor, seguía con frío—. Pensé que vendría, que dejaría a los niños con su madre y vendría…

—A lo mejor Alexander le dijo que no viniera…

—No lo sé… Su suegra es tan antipática…

—Es una vieja insoportable.

—Helen, ¿qué pasa con Thomas y el padre de Garreth y Leah?

—Nunca se han llevado muy bien, aunque Thomas lo prefiere ante su propio padre.

—Porque es un ogro, cualquiera mejor que él, hasta el señor del bigote era un santo a su lado… —Helen rodó los ojos, a veces se sorprendía por tanta tontera.

—Thomas lo aguanta y lo respeta por su madre, pero ahora que ya no está… la situación cambió un poco. Además, quiere pasar tiempo con Leah, estuvo perdida por todo este tiempo y Luis solo quiere llevarla a Francia lo más pronto posible…

—Entiendo los dos puntos, entiendo que se la quiera llevar lejos de aquí, pero los muchachos tienen derecho a compartir con su hermana, y más ahora que apareció y que acaban de perder a su madre.

—Linda familia a la que llegamos a caer, ¿verdad? —Helen abrazó a Narel por encima del cobertor.

—Si lo miras de ese punto… —Helen notó que estaba haciendo unos cálculos—. La madre de los muchachos engañó al ogro con el padre de Garreth y Leah. —Helen la miró, esa boba, después de más de seis años con ellos, recién se venía a dar cuenta—. Después de Alex, nació Garreth que es hijo de Luis, y luego Nick que es hijo del ogro, y después Leah que es hija de Luis… Tienes razón, Helen. Donde llegamos a caer… —La mayor comenzó a reír—. ¿Qué te causa tanta gracia?

—Te das cuenta de que tú te besas con Alexander, que está casado y tiene dos hijos, ¿verdad? —Narel se acurrucó en el sillón.

—Eres malvada, Helen. Ya toda una Russ, la maldad te sale por los poros. —Helen volvió a reír, esa boba, no cambiaría nunca—. Alex heredó los malos pasos de su madre… —Narel susurró escondida en el cobertor, Helen comenzó a reír más fuerte—. Le diré a Alex que ya nada más…

—¿Nada más de qué? —Alexander llegó a la sala con una taza de chocolate caliente—. ¿Qué le pasa ahora? ¿Por qué está así?

—Porque heredaste los pasos de tu madre. —Alexander la miró, parecía una pelota en el sillón, no se le veían ni los ojos.

—¿Qué le dio ahora? —preguntó mirando a Helen.

—Acaba de darse cuenta de que tu mamá tuvo a Garreth con Luis, después a Nicholas con tu padre y luego a Leah con Luis… Y de que tú sigues sus pasos… —Alexander rodó los ojos, con lo que le costaba mantenerla tranquila con eso para que no pensara que era su culpa el distanciamiento con Marianne, y ahora le salían con eso.

—Huelo chocolate caliente… —Alexander suspiró, tenía suerte que le gustara comer.

—Sí, asómate para que te lo tomes, está caliente, así recuperas el calor que te falta. —Narel se sentó y salió del cobertor, Alexander le pasó la taza—. Y deja de pensar tonteras, yo no voy a dejar que me dejes. Voy a cargar tu teléfono. —Tomó el aparato que seguía sobre la mesa y subió.

—¿Sabes por qué la madre de los muchachos se fue con Luis? —Helen le preguntó al mirarla, no le gustaba verla confundida por lo que sentía, ella sabía que no lo hacía por actuar de mala manera, simplemente estaba enamorada de Alexander de hace años y la oportunidad que tuvo para irse y olvidarlo, se le fue por entre los dedos.

—Porque su esposo original era un ogro —contestó al beber de su chocolate, no le había quedado tan mal.

—No seas boba, no fue solo por eso… —Narel la miró y le sonrió.

—Tú también piensas que es un ogro, ¿ya ves?

—Sí, pero no es el caso… La madre de los muchachos se fue con Luis porque él la amaba y ella lo amaba, mientras que por el ogro no sentía nada, ya que la obligaron a casarse con él por asuntos familiares… por dinero…

—Así como me obligaron a casarme a mí… —Narel miró a Alexander que iba en dirección a la cocina.

—No, tú no eres una santa y blanca paloma, Alexander Russ. —Narel cambió su vista a Helen, ella había hablado con fuerza, Alexander sintió una gota de sudor por su cuello—. Tú ya tenías dos hijos cuando te casaste, pudiste decir que no.

—Sabes que no, Helen. Sabes que no podía. —Helen lo miró, Narel notó que era una mirada triste, compasiva—. Y yo quise hacer las cosas bien, tratar de ser como tú y Thomas, pero no funciona solo de una parte, tiene que ser de los dos… Yo estaba remando solo… Y ya no le metas más ideas a esta boba, que de seguro está pensando todo mal y creándose una historia completamente irreal. —Narel lo miró con el ceño fruncido, sin dejar de tomar chocolate—. No me mires así, todos sabemos que es verdad.

—Me haces ver como si nunca entendiera nada… —Alexander y Helen se encogieron de hombros—. Y tu chocolate estaba malo, ya no quiero más. —Le extendió la taza, Alexander la recibió y miró que ya no le quedaba ni una gota, suspiró.

—Voy a ver a mis hermanos… —dijo y se fue a la cocina, Helen se quedó mirándola.

—Eres una niña boba e inmadura, Alexander tiene mucha paciencia contigo…

—Y yo con él, estamos iguales. Siempre me están tratando de boba.

—Porque lo eres, no en el mal sentido. —Helen la miró meterse por completo dentro del cobertor, la abrazó—. Te dije la otra vez, eres inocente y eso te hace boba, pero solo para algunas cosas, porque para el resto eres la persona más inteligente que conoces y tú conoces a muchas personas.

—¿Te estás burlando de mí?

—No, claro que no. —Helen sonrió, había que aprovechar cuando se presentaba algún momento de venganza.

—Ojalá que el invierno dure para siempre para que no crezcan tus rosas. —A Helen se le borró la sonrisa.

—Para no ser Russ, eres bastante malvada.

—Porque tengo sangre latina, sangre ardiente, sangre de venganza. —Y otra vez con las tonteras, Helen simplemente la abrazó más fuerte.

—¡Garreth! —Ambas dieron un respingo por el grito, había sido Luis desde la entrada, ya habían terminado de hablar con Thomas. Narel se asomó, vio que estaba de pie cerca del recibidor, entre el pasillo y la escalera listo para salir. Thomas, junto a él, tenía el ceño fruncido y los puños apretados. El mencionado salió de la cocina con Leah de la mano, Nicholas tras él y finalizando Alexander con Elijah en los brazos—. Nos vamos, ahora.

—Pero… —Garreth tomó a Leah en los brazos al reclamar, pero su padre lo silenció con la mirada.

—Ahora —dijo y caminó a la salida, Thomas tenía los abrigos de Garreth y Leah.

Los Fletcher se despidieron de sus hermanos los Russ y de todos los presentes, Thomas le puso el abrigo a su hermana pequeña y los dejó partir. Narel notó que si fuera alguno de los anime que veía con Nicholas, estaría a punto de explotar y destruir todo. Pero se contuvo, volteó y los miró, se fijó que Alexander tenía el ceño fruncido, seguramente pensando que no hizo nada por dejar a sus hermanos allí, Nicholas lo miraba todo como confuso, Narel estaba por completo arropada y Helen se había levantado para acercarse. Lo abrazó y él hizo lo mismo, luego le besó la mejilla.

—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —preguntó mirando a Narel, se notaba más calmado.

—Ya estoy bien, muy bien…

—¿Por qué no la llevaste al hospital? —Esa pregunta fue para Alexander.

—Volvió a ser la misma odiosa de siempre a los minutos que te fuiste. —Narel estuvo a punto de lanzarle un cojín, pero todavía tenía a Elijah en los brazos y se contuvo.

—Si mañana estás rara o te sientes rara, vas al hospital sí o sí…

—No es nece…

—Sí o sí —dijo interrumpiéndola, ella solo asintió con la cabeza—. ¿Vas a quedarte? —Miró a Alexander, este asintió—. Bien… mañana hablaremos más tranquilos, por todo lo que pasó hoy… Vamos a dormir. —Thomas soltó a Helen y caminó donde Narel, se agachó y le tomó la cara—. Disculpa por decir que te metieran a la bañera, Garreth me explicó que eso pudo provocarte un infarto. Lo siento, enana. —Le besó la frente—. Por eso prefiero que vayas a que te vean, que todo esté funcionando bien…

—No quiero ir sola…

—Puedes ir con Helen, sabes que irá contigo… —Helen asintió al mirarla, Narel le sonrió.

—Yo te llevaré, no hagas escándalos. —Alexander le pasó a Elijah a su madre y se acercó a Thomas, tratando de separarlo de Narel—. Estás muy cerca…

—Deja de ser tan bobo. —Thomas se puso de pie y lo miró—. Mañana la llevas a que la revisen.

—A primera hora…

—Bien, a dormir… Todos. —Thomas miró a Nicholas que se estaba acomodando en el sillón para ver televisión—. Nicholas, a dormir.

—Eres un estirado, Thomas. —El menor se levantó rezongando, fue y abrazó a Narel para luego besarle la mejilla, después subió, ya andaba con pijama y bostezaba. Ni él ni Elijah sabían del accidente.

—Lo que me gano por mantenerlos a todos juntos…

—Eres el mejor, Thomas. —Narel lo abrazó al dejar caer el cobertor, sorprendiéndolo—. Nosotros no seríamos nada sin ti.

—Ve a dormir, no te sigas pasando de frío. —Le besó la frente, Alexander volvió a ponerle el cobertor y Narel subió junto con Helen y Elijah.

—Ella tiene razón. —Alexander miró a su hermano, se notaba triste por todo lo que había pasado—. Eres el mejor, siempre vas a ser el mejor para nosotros… —Thomas le sonrió, Alexander lo abrazó.

—Anda, sube, sé que te mueres de ganas por ir a meterte a la cama con esa boba. —Alexander sonrió y subió, Thomas se quedó cerrando todo y apagando las luces, había sido un día demasiado largo y solo quería dormir y no saber nada de nada. Subió.

Al llegar arriba, notó que la puerta de la habitación de Narel estaba abierta, entró y se encontró con Helen que dejaba cobertores en la cama. Su cuñada le dijo que la boba estaba en el baño, y ambos se quedaron acomodando la cama para que no pasara frío, Helen sabía que dormiría con Alexander, pero mejor asegurarse. Narel salió a los pocos minutos, le deseó buenas noches a Helen y se metió a la cama, Alexander esperó que su cuñada saliera para cerrar con llave y luego al baño, después se acostaría, estaba cansado, había sido un día muy largo. Se acomodó junto a Narel y la abrazó por la cintura, él sentía calor, pero no podía dejar que ella se enfriara. Narel lo abrazó por el cuello.

—Así no… deja tus manos como siempre… acomódate como siempre… yo te cuidaré durante toda la noche. —Narel sintió que Alexander la abrazó más fuerte, tenía los ojos cerrados y la frente apoyada en la de ella.

—Yo te cuidaré esta noche…

—Estoy cansado…

—Por eso yo te cuidaré esta noche, tú solo duerme…

—Quiero abrazarte y no soltarte nunca más en la vida… —Alexander le pasó una pierna por encima y medio acomodó su cabeza en el hombro de ella—. Saber que cuando despierte vas a seguir en mis brazos…

—¿Qué estuviste haciendo que estás tan cansado? —Alexander se apoyó por completo entre el cuello y el hombro de ella, Narel le acarició el cabello.

—Tuve que cargar a una ballena al baño… —Alexander la sintió sonreír.

—Mucho trabajo, si esa ballena pesa como dos ballenas o más. —Alexander fue el que sonrió por eso.

—Estuve trabajando en el departamento… —susurró escondido, Narel le seguía acariciando el cabello—. La madre de Marianne se fue a vivir allá en la mañana… estuve ayudando con todo eso… —Narel sintió que la apretaba fuerte—. No quiero volver a ese departamento… Ya no quiero volver más…

—No pienses en eso ahora, mañana buscaremos una solución. —Ella le besó la mejilla—. Ahora solo piensa en que apareció Leah y está bien… dentro de todo bien…

—Y después casi te pierdo a ti… no sé qué haría sin ti…

—Ser feliz, torpe. Es lo único que puedes hacer. —Alexander se levantó un momento y la besó, si por él fuera no la soltaría ni para respirar.

—Estoy cansado como para quitarte la ropa ahora… Solo quiero abrazarte mucho y no soltarte jamás… —susurró al volver a dejar sus frentes juntas—. Pero mañana por la mañana, no te salvas.

Volvió a besarla, le tomó las manos y se las dejó para que lo abrazara por la cintura, igual que él la tenía a ella. Continuó rodeándola con una de sus piernas, esperando que se durmiera, no podía dormirse sin que ella lo hiciera antes. Por eso cuando la sintió respirar pausadamente, se relajó y se durmió.

 

**********

 

Para el descontento de Nicholas y Alexander, las clases no fueron suspendidas en Londres y tuvieron que continuar con su vida como normalmente lo hacían. Las temperaturas comenzaron a regularse de a poco, dando paso al inicio de la primavera. Para suerte de Helen, la nieve dejó de caer y pudo volver a dedicarse a sus rosas y a su jardín en general. Thomas autorizó que Nicholas y Narel se quedaran con el patio, por decirlo de alguna manera, ya que su esposa se encargaba de mantener limpio y arreglado el jardín, y ellos la piscina y el resto del terreno que usaban para dedicarse a sus juegos. En ese sentido Thomas vio un desahogo, ya que, con el entusiasmo de esos dos por la piscina para el verano, no tuvo que contratar un servicio para la mantención de esta, sino que ellos investigaron y se dedicaron en sus ratos libres a dejarla como nueva. Helen y Thomas se sorprendieron cuando una tarde vieron que el patio estaba, prácticamente, reluciente. Narel compró unas mesas, sillas y reposeras para el patio y todo se veía agradable como para quedarse disfrutando por completo con la familia. Thomas aprovechó la instancia y mandó a construir un lugar donde poder hacer carne asada en el patio, ya que cuando Narel le empezó a mostrar imágenes de cómo ordenar la piscina, también le enseñó de algunas tradiciones de su tierra natal latina, en donde la familia se reunía alrededor de una parrillada solo para compartir, así que lo hizo.

Nicholas y Narel habían estado buscando imágenes de piscinas desde que Thomas los llevó a conocer la casa, a pesar de que ella no se imaginaba terminaría viviendo allí, sí sabía que iría un par de días en la semana a disfrutar de aquello. Fue por eso por lo que ambos se empezaron a preparar con antelación. Thomas los autorizó a hacer lo que había dibujado, sería para lo único que contrarían a alguien, ya que la piscina era de una profundidad casi única, empezaba con 1,5 metros y terminaba en los 2,1 metros, y solo tenía una escalera de metal. Así que le presentaron a Thomas un dibujo con escalera tipo romana y con balneoterapia, de esa manera, cuando se sintiera estresado, podría meterse y relajarse. Helen estuvo de acuerdo, así que se aprobó la construcción. Con la escalera tipo romana, Narel les había dicho que podrían meterse los niños sin problemas, siempre y cuando estuvieran vigilados y no bajaran todos los peldaños.

Alexander, por otro lado, comenzó a pasar más tiempo en casa de Thomas, en las semanas con la excusa que debían hacer trabajos y estudiar, y los fines de semana porque quería ayudar a ordenar y debía ver asuntos con Thomas, también era cuando se llevaba a los niños para que compartieran con su familia. A veces Marianne lo acompañaba, pero al parecer ambos preferían que se quedara en el departamento, ya que, si ella iba a casa de Thomas, era con su madre, y Narel se iba a casa de Ashley hasta que ambas retornaban a su hogar. Y lo que Alexander quería era pasar tiempo con Narel, no con la que tenía como suegra que ya era una plaga para él. También retomó por completo los entrenamientos de fútbol, que eran los miércoles y jueves por las tardes, luego de clases, y los sábados por las mañanas. Le hubiera encantado poder ir todos los días, pero debía darles prioridad a los estudios, y el resto de los días de entrenamiento coincidían con clases. Como no tenía pensado jugar de titular ni nada parecido, solo quería patear el balón y divertirse, estuvo bien para él con ese horario. Además, eran los días en que Narel podía acompañarlo sin problemas, ya que tampoco le coincidían horarios con clases. Los sábados, aquellos pocos en que no se quedaba a dormir los viernes en casa de Thomas, se iba a buscarla, luego por Ashley —que aprovechaba de ver a Brandon— y después al entrenamiento, en donde estaban hasta medio día, aproximadamente. A veces se iban a comer algo al finalizar, Ashley generalmente se iba con Brandon luego de eso, pero cuando no, se quedaba con ellos para comer o ir a casa de Thomas.

Todo iba tomando de a poco su normalidad, Garreth y Leah viajaban seguido a verlos, a veces Alexander iba a buscarlos y llevaba a Narel, en ocasiones tenía que llevar a Nicholas, para su molestia. Narel siempre le había dicho que no le gustaba Francia y que no le llamaba la atención ir de paseo, pero cuando Garreth y Leah comenzaron a viajar en tren, porque era más cómodo y fácil, ella se entusiasmó. Amaba los trenes. Fue por eso por lo que Alexander decidió que lo acompañara a buscar a sus hermanos, la escuchó hablando con Garreth, la primera vez que llegó desde París en tren, sobre lo emocionante que sería viajar en tren y cruzar el Canal de La Mancha. Por eso, cuando Garreth los llamó para decirle que quería viajar, pero que necesitaba que fueran a buscarlo porque no tenía quien los acompañara —luego del secuestro de Leah, prefirieron que no anduvieran solos, porque al secuestrador no lo habían capturado todavía—, Alexander habló con Thomas para decirle que él iría y llevaría a Narel para que viajara en el tren, y que sería él el encargado de ir a buscar a sus hermanos cada vez que una situación así ocurriera. Si Alexander hubiera podido tomar una fotografía del momento en que le enseñó los primeros boletos y le dijo que viajarían en el tren, sería otros de sus tesoros. Pero no olvidaría jamás la cara de felicidad cuando los tomó en sus manos y esos ojos brillosos e ilusionados por el viaje. Si hubiera podido tomar una fotografía, también la tendría en aquel lugar en su oficina con el resto que tenía de los dos y de ella. Él tampoco olvidaría nunca el primer viaje en tren que tuvieron juntos, no solo por la felicidad que irradiaba Narel al respecto, sino que pudo pasear con ella como si fuera su novia legal, con las manos tomadas y los dedos entrecruzados, besándola si quería. Paseando por las calles de París como una pareja de enamorados, y regresando a Londres por la tarde con Garreth y Leah. Alexander pensó que la emoción solo sería la primera vez, pero cada una de las veces que llegó con los boletos en las manos, veía la misma cara de felicidad y eso lo dejaba contento, más que contento, sentía que era tan fácil hacerla feliz, que olvidaba todo alrededor. Y ella ya no había vuelto a hablar de Canadá ni Glasgow…

Habían sido meses tranquilos y felices para todos. Incluso pasaron el cumpleaños de Nicholas todos juntos en el patio de Thomas, divirtiéndose desde que amaneció hasta que anocheció. Aquel día, quizás, lo único que lamentó Narel fue que se aparecieron las mellizas, reclamando porque no les había avisado que no iría a Glasgow, porque no les dijo nada del departamento y porque no les avisó que vivía con Thomas. Narel suspiró cuando las vio entrar, vestían adorables según Helen, verdaderas princesitas de once años, lástima que supieran como eran realmente, sino con esos vestidos y esos peinados de coletas, hubieran engañado a todos. Se tranquilizaron después que Narel les prometiera que podían ir a verla cuando quisieran a la casa de Thomas, a pesar de que debían pedirles permiso a los dueños de casa, ellas ignoraron eso y solo se concentraron en la promesa de Narel. Ellas eran un fastidio, sobre todo Sophia; las adoraba, como sus pequeñas primas y familiares más cercanos que tenía, pero eran un fastidio. Las mellizas se llevaban bien con todos allí, de la misma manera en que encajó Narel, ellas también. Solo que habían llegado gracias a que su prima era amiga de Alexander. Cuando estaban en Londres, iban al mismo colegio y se juntaban todos en los recesos. Sophia se llevaba bien con Leah, siempre andaba diciendo que era su mejor amiga, en cambio Daphne prefería pasar tiempo con Nicholas y a él no le molestaba, en verano siempre la lanzaba a la piscina, pero se divertían todos. Quizás, lo mejor de su llegada, fue que de un momento a otro y, sin que nadie supiera cómo ocurrió, las llaves de riego automático del patio se abrieron, dejando empapada a la suegra de Alexander que se tuvo que ir antes de lo previsto. Para alivio de Alexander, se fue con Marianne, así se pudo quedar con los niños y Narel disfrutando del cumpleaños de Nicholas. Eso sí, Narel le pidió que no se comportara como si fueran novios frente a las mellizas, porque cuando ellas se enojaban no se medían, si se les llegara a salir algo frente a sus tíos, les dirían a sus padres y ellos volverían a fastidiarle la vida. Alexander estuvo de acuerdo con eso, solo quería una suegra que le amargara la vida, además los padres de Narel no lo querían para nada, así que mejor que estuvieran lejos. Y, la mayor razón para que no volvieran, era que simplemente ella no tenía ganas de que eso pasara, al fin se sentía en familia y él no tenía derecho a quitarle aquello.

Definitivamente habían sido meses demasiado tranquilos…

Hasta que Thomas recibió aquella llamada de Garreth, eran los últimos días de abril y la llamada fue casi en la noche. Garreth solo dijo tres palabras «falleció mi padre» y luego lloró, sin poder parar. Thomas dejó todo tirado, salió de su despacho y vio a Alexander, Narel y Nicholas viendo televisión en la sala, no le reclamó por estar aún allí y no irse a su departamento, solo lo miró y los chicos supieron que algo pasaba. Narel apagó la televisión, Alexander se puso de pie, Thomas estaba blanco como el papel.

—Necesitamos viajar a París, ahora. —Fue lo que dijo, Nicholas se quedó mirándolo, sus hermanos habían vuelto a Paris hacía poco ya que estaban celebrando que él cumplía años, era raro que Thomas dijera que tenía que ir tan pronto.

—¿Qué sucedió? —preguntó Alexander al acercarse al mayor.

—Luis falleció… —contestó, Narel sintió que le cayeron unas lágrimas, si bien no sentía mayor afecto por el señor, seguía siendo el padre de Garreth y Leah—. Me acaba de llamar Garreth, no tengo más detalles, solo me dijo que falleció y lloró, no paró de llorar hasta que le corté. Debemos viajar ahora ya.

—Iré a decirle a Helen para que prepare a Elijah. —Narel pasó por entre los hermanos y caminó a la escalera.

—Nar… —Thomas la tomó de un brazo, ella se sorprendía cada vez que la llamaba así, era cuando realmente estaba triste o le pasaba algo—. Tú vas con nosotros… —Narel se quedó mirándolo.

—¿Por qué no lo haría? —consultó Alexander al interponerse entre su hermano y ella.

—Porque tú tienes que avisarle a Marianne y ella tendrá que ir. —Alexander dio un respingo, había olvidado ese detalle—. Nar…

—Voy contigo y con Helen, Thomas… Garreth y Leah son importantes para mí…

—Y tú lo eres para ellos, Garreth ha de querer abrazarte, como siempre…

—Te doy permiso solo por ser una ocasión especial… —A Alexander no le gustaba para nada tanto abrazo entre su hermano y ella.

—Voy por Helen. —Thomas la soltó, Narel subió las escaleras corriendo—. ¡Nick! Ven conmigo para que arreglemos tu maleta.  —Nicholas, que aún estaba un poco sorprendido, corrió a su habitación.

—Avísale a Marianne, Alexander. Iré a comprar los pasajes.

—¿Y si no quiere ir? —Thomas lo miró, ella pocas veces participaba en los asuntos de la familia Russ, pero ahora era una urgencia de carácter mayor, lo más probable es que quisiera cumplir su papel de esposa, aconsejada por su madre. Ella seguía obedeciéndole en todo, razón por la que Alexander había dado un paso al costado en la relación.

—Llámala y me avisas, para saber si tengo que guardar un cupo a tu suegra.

—No le estés comprando un pasaje, Thomas.

—Dije guardar un cupo, si ella quiere ir, tendrá que pagar lo que le corresponde. —Dentro de todo lo que pasaba, Alexander sonrió por eso. Thomas fue a su despacho y él llamó a Marianne.

Viajaron a Francia en el primer vuelo disponible, llegaron a casa de Garreth y Leah antes del amanecer. Tal y como había dicho Thomas, Marianne fue con su madre, pero se tuvo que costear todo, pasajes, estadía, todo. Ellos no iban a correr con ningún gasto extra por ello, no era parte de la familia. Además, Thomas y Helen no la querían ni ver en su casa, no después que Narel les contara lo que había sucedido y por qué se había pasado de frío. Aun así, debían soportarla porque seguía siendo la suegra de su hermano. A Alexander no le dijeron con gran detalle, solo le confirmaron lo que le había dicho Narel, pero le bajaron el perfil, ya suficiente tenía con aguantarla viviendo en la casa como para seguir echando más leña al fuego. Narel le pidió a Thomas y Helen que no le dijeran nada, que sería otro secreto entre ellos, como Canadá.

Thomas, Helen y Elijah se quedaron poco más de una semana en Francia, habían decidido que Garreth y Leah se fueran a Londres y estaban dejando todo listo. Narel con Nicholas viajaron de vuelta tres días después de que se llevara a cabo el funeral, Thomas les dijo que tenían que seguir con las clases, que eso era importante para su futuro y que era mejor terminar bien el año, ya les quedaba poco. No se opusieron, pero pidieron viajar de vuelta en tren, Thomas los dejó. Mientras que Alexander y su familia volvieron luego del funeral, solo estuvieron casi dos días, a pesar de que él se quería quedar, no pudo. Pero se fue tranquilo porque ya habían decidido que sus hermanos viajarían a Londres de manera indefinida. La casa de Thomas se llenaría… Solo esperaba seguir teniendo espacio con Narel, quizás debía volver a conversar el tema de la compra de la casa vecina con su hermano, desde aquella última y única conversación, no supo más del tema.

Alexander encontró a Narel con Nicholas en el patio, había llegado temprano ese día porque volvería Thomas con sus hermanos. Esperaba que tuvieran permiso de hacer lo que hacían o todo ese trabajo sería en vano. De todas maneras, sonrió al mirarlos, estaban cantando y riendo mientras colgaban los bebederos para los colibrís que había comprado Narel, el día anterior cuando la llamó, le dijo que andaba en eso y ahora los instalaban cerca de los árboles y arbustos en el patio, lejos de la piscina. Habían pasado poco tiempo juntos desde que volvieron de Francia, más que nada en clases y durante los entrenamientos, a los que Narel iba con Nicholas porque estaban solos. Alexander sabía que le sería un tanto pesado hacerse cargo de la casa de Thomas con Nicholas y las clases, por eso, y aunque no quería, prefirió darle un poco de espacio y no más problemas. Pero eso acabaría ese día.

—¿No crees que pusieron muchos? —preguntó, ambos chicos voltearon a mirarlo, ya que no lo escucharon entrar.

—Claro que no. —Nicholas respondió y abrazó a su hermano para saludarlo—. Son pocos, tenemos que llenarnos de colibrís. Voy a buscar algo para comer, tanto trabajo ya me dio hambre.

—Tomaremos desayuno ahora, Nick. Anda a lavarte las manos mejor. —Narel lo detuvo antes que se fuera corriendo, el menor asintió y entró. Alexander aprovechó y la tomó de la cintura para besarla.

—Hola, preciosa mía. —Volvió a besarla—. ¿Aún no desayunan?

—Te estábamos esperando… pensé que llegarías temprano a esperar a Thomas. ¿Desayunaste? —Alexander la abrazó más fuerte y sonrió.

—No, pensé que llegaría justo a tiempo para desayunar con ustedes… —La besó otra vez—. Te extrañé…

—¿Conoces la leyenda de los colibrís? —Alexander suspiró, por una vez en la vida le gustaría que ella le dijera cosas como le decía él. Juntó sus frentes y negó—. Decían los mayas que ellos son mensajeros de los dioses, portadores de buenos y malos deseos, de los dioses a las personas, pero que también llevan los buenos y malos deseos de las personas hacia otras personas… Y son los únicos capaces de cruzar del inframundo a la tierra humana, así que también llevan mensajes del más allá a las personas que aquí esperan… —Narel le tomó la cara a Alexander y lo besó—. Cuando veas un colibrí, es porque te extraño y estoy deseando que todo te salga bien. —Él sonrió, quizás no se lo decía de la manera normal, pero siempre encontraba una forma anormal de expresarle lo que sentía.

—¿Cómo sabes esto?

—Me lo enseñó Albert… —Alexander la miró, llevaba varias semanas sin hablar de Canadá, Narel se separó un poco de él—. Por eso todo esto —dijo y le enseñó los bebederos—. Para que me traigan sus mensajes del más allá y le lleven los míos…

—Nar… —Alexander la abrazó por la espalda, sabía que estaba triste, desde que se enteró de la muerte de los padres de sus amigos en Canadá. Siempre se culpó por no estar y por no alcanzar a llegar a despedirse—. Él lo sabe, sabe que hubieras hecho cualquier cosa por llegar… Él, el abuelo y la madre de los muchachos… No te pongas triste por eso…

—No estoy triste, Alex. —Se giró y Alexander la miró, había derramado un par de lágrimas, pero no se veía triste—. Ahora voy a tener a los colibrís y a ellos… Quizás tu mamá también te mande uno… —Alexander sonrió por eso.

—Cuando muera, seré un colibrí y viviré contigo… —Él la besó, Narel le sonrió.

—Cuando mueras, yo moriré contigo… No voy a vivir sin ti…

—¡Nar!

—Voy. —Narel se soltó de los brazos de Alexander y se fue a la cocina, donde Nicholas la esperaba para desayunar. Si no fuera por esa interrupción, Narel hubiera notado el sonrojo de Alexander por lo que dijo, en parte agradeció que su hermano la llamara. Caminó donde ellos, también quería desayunar—. ¿Con qué vas a querer leche? —Narel le preguntó cuando lo vio entrar, Alexander miró que tenían todo organizado en la cocina, la mesa servida con tostadas, las tazas, leche y Nicholas andaba con una jarra de jugo.

—Con chocolate —respondió al mirarla, ella le sirvió y luego a Nicholas, que se sentó tranquilo para que no ocurriera un accidente. Alexander se dio cuenta que él quería eso para toda la vida, aunque agregaría a sus hijos. Narel le besó la frente a Nicholas luego de servirle.

—Alex, hicimos jugo de fresa natural. —Nicholas le habló, trayéndolo a la realidad, Narel se servía leche para ella—. ¿Quieres?

—Sí… Espera, yo sirvo. —Tomó el jarro de las manos de Nicholas y sirvió tres vasos. Luego se sentó dejando un espacio en el centro para Narel, que se unió a ellos casi enseguida—. ¿Con qué vas a querer tus tostadas, Nick?

—Con todo. —Alexander rodó los ojos, eso ni se preguntaba, Nicholas y Narel comían por todos en esa casa.

—No, tú no. —Alexander la detuvo antes que hablara—. Te haré una igual que la mía, sabes que te cuido con todo eso.

—¿Por qué a Nick sí lo dejas?

—Él hace más ejercicio que tú.

—Empezaré a jugar fútbol contigo, para que me dejes comer lo que yo quiera…

—Eso me gustaría verlo. —Alexander le pasó dos tostadas a Nicholas.

—A mí también me gustaría verlo… —Nicholas opinó al comenzar a comer, ambos hermanos rieron, Narel infló las mejillas.

—Una pelota rodando tras otra pelota. —Alexander y Nicholas echaron a reír por el comentario del mayor, Narel solo los miró.

—No me importa lo que digan, la venganza siempre se disfruta más, mucho más. —Ambos la miraron mientras comía la tostada, habían olvidado ese pequeño detalle, ella siempre era la de las ideas malvadas.

—Nar, sabes que te amo con todo mi corazón, ¿verdad? —Nicholas la abrazó—. Este desayuno te quedó riquísimo.

—Yo también te amo con todo mi corazón. —Alexander le besó la mejilla.

—Qué bueno que yo no tengo corazón y no tengo sentimientos y solo sé de venganzas. —Continuó comiendo mientras ignoraba a los otros dos, los hermanos se miraron—. Voy a intentar volver a jugar basket… sin esforzarme…

—Digámosle a Thomas que instalé un aro aquí en el patio, así practicas aquí y ves cómo estás. —Alexander y Narel miraron a Nicholas, a veces tenía buenas ideas.

—Eres un genio, Nick. Estás perdonado.

—¿Y yo? —Alexander se quedó mirándola.

—Tú puedes seguir juntando miedo. —Se escuchó la puerta principal abrirse. Los tres pusieron atención.

—¡Thomas llegó! —Pero fue Nicholas quien saltó de la silla y corrió a la puerta.

—¡Nick, espera! —Habían quedado en que no hiciera eso, no hasta que el secuestrador de Leah apareciera, pero al parecer Nicholas lo olvidó. Alexander fue tras él y Narel lo siguió.

Ella notó que Nicholas abrazaba a Thomas y este le besaba la cabeza, tras él Helen dejaba a Elijah en el suelo, que corrió a los brazos de Narel y Alexander abrazaba Leah. Garreth, más atrás, dejaba unas maletas en el suelo. Se acercó a Narel para saludarla y la abrazó con Elijah incluido, ya que ella lo cargaba.

—Ahora vamos a dormir juntos, Nar. —En dos pasos Alexander llegó a separarlo de Narel, Garreth echó a reír—. Sabes que no, si lo hablamos en Francia, yo compartiré habitación con Nicholas y Leah se quedará en la que está libre, hasta que se termine la remodelación.

—Más te vale que te mantengas alejado.

—No exageres, Alexander. Puedo dormir con Garreth sin problemas, como cuando nos quedamos en la casa de campo hasta tarde jugando.

—Es diferente. —Alexander la miró, amaba esa anormalidad, pero también lo desesperaba—. Ya no puedes dormir con ninguno de ellos…

—Tú duermes con Marianne y yo no te digo nada. —Alexander abrió la boca, eso no se lo esperaba y no tenía como debatirlo. Garreth lo miró, sintió como se derrumbaba su hermano por aquellas palabras.

—¿Estaban desayunando? —preguntó, tratando de calmar la situación.

—Thomas. —Alexander giró, Garreth miró a Narel, que se le notaba en la cara no entendía—. Necesito conversar contigo, pero ya vengo. —Alexander salió rápidamente de la casa, todos se quedaron mirándolo desaparecer.

—Eres una boba. —Narel miró a Garreth, generalmente todos le decían así, pero Garreth pocas veces lo hacía en ese tono serio—. No debiste decirle eso, él te ama y quiere estar contigo para toda la vida y tú no lo entiendes…

—¿Qué sucedió? —Thomas llegó junto a ellos y abrazó a Narel como saludo, la miró que estaba punto de llorar.

—Esta boba… Ten cuidado con lo que le dices, porque él está haciendo todo lo que está en sus manos para poder estar contigo, como siempre quiso… Si quieres estar con él, también piensa un poco en cómo se siente con todo…

—¿Qué le dijiste? —Helen llegó junto a ella, Narel le pasó a Elijah.

—Hola, Helen. Yo también te extrañé… —Pasó por entremedio de Garreth y Helen y le besó la cabeza a Leah, que estaba con Nicholas, para saludar. Luego subió corriendo la escalera, los demás solo escucharon que la puerta de la habitación se cerró.

—¿Qué pasó? —Thomas le preguntó a Garreth al mirarlo, el menor suspiró.

—Nar le dijo a Alex que ella no le decía nada porque dormía con Marianne, Alex se puso pálido y se fue… —Garreth miró a Thomas, él notó que estaba confundido—. No sé si estuvo bien regañarla…

—Esa boba, nunca entiende las cosas. —Helen dejó a Elijah en el suelo, que fue con Nicholas y Leah que empezaban a jugar.

—No te adelantes, Helen. Nosotros estamos afuera de esa relación, solo ellos saben lo que hablan y lo que se dicen. Y no estuvo bien, Garreth, no debiste decirle eso, ella sí piensa en Alexander y en cómo se siente, que no lo diga o no lo demuestre es otra cosa…

—Tú también eres un bobo, Garreth. —Nicholas interrumpió, sorprendiendo a todos—. No te das cuenta de las cosas…. ¿Sabes por qué Nar se va cuando viene Marianne?

—Por la suegra de Alex… —Garreth sintió a Thomas reír, Nicholas fue a seguir jugando con sus hermanos menores meneando la cabeza.

—Es porque sabe que Alexander se siente mal teniéndolas a las dos juntas, porque él quiere estar con Narel de esa manera y no puede, y porque sabe que la suegra la odia y no quiere darle problemas a Alexander. —Garreth miró a Thomas, él sabía de eso, pero pensaba que era su imaginación—. Ella piensa demasiado en Alexander, solo quiere que sea feliz… y sí, tienes razón en que se pasó en lo que le dijo, pero también debes tomar en cuenta que para ella dormir con ustedes es normal, dormir con cualquiera de nosotros es normal, y desde que Alexander está saliendo con ella, no la ha dejado dormir ni con Elijah… Piensa en las tostadas, ¿por qué Alexander puede comer dos y ella solo una? ¿Por qué él puede hacer algunas cosas y ella no? —Garreth miró a su hermano sorprendido y entendió cómo veía las cosas Narel—. Ella aplica la misma solución a otras cosas, porque es una de las pocas personas que no distingue maldad en la gente.

—Creo que me pasé… Es solo que no me gusta verlos tristes, a ninguno de los dos… —Garreth fue interrumpido por el teléfono de Helen que comenzó a sonar.

—Hola, Ashley… sí, ya llegamos… ¿Qué te dijo qué cosa? Bien, gracias…

—¿Qué pasó? —Thomas le preguntó al mirarla, tenía cara preocupada.

—Narel la llamó para que fueran a dar una vuelta, pero Ashley había quedado de salir hoy con Brandon, así que le dirá que lleve un amigo para salir los cuatro… Iré a hablar con ella…

—No lo hagas, Helen… dale su espacio…

—Pero…

—Tenemos cosas que hacer, instalar a Garreth y Leah y ver el tema de la remodelación. Deja que ella te busque para hablar. Además, no hemos tomado ni desayuno…

—Nar dejó todo listo, en la cocina hay de todo para todos. —Nicholas interrumpió, estaban en la mesa de centro armando un juego de mesa con Leah y Elijah, los otros lo miraron—. El tonto de Garreth regañándola y ella les tenía todo listo porque dijo que llegarían con hambre…

—Sí, Nick, si ya entendí que no debí meterme que eso solo es problema de los dos…

—Lo bueno es que ahora olvidará que la hicimos enojar en el desayuno y solo pensará en vengarse de ti…

—¿Qué le hicieron? —preguntó Thomas mirando a su hermano pequeño, lo vio sonreír.

—Dijo que iría a jugar fútbol con Alex para que la dejara comer de todo… —Los demás lo miraron porque se estaba riendo—. Y los dos nos imaginamos a una pelota rodando tras otra… y se lo dijimos… —Thomas rodó los ojos, siempre la estaban molestando con lo mismo, Garreth echó a reír junto con Nicholas.

—Un día van a traumarla con eso… —Helen, que seguía con remordimiento por hacerla sentir culpable sin antes preguntarle, les detuvo la risa—. Iré a servir el desayuno…

—No va a traumarse, si ella está bien de peso, de altura, de todo… Para todo lo que come, ni siquiera se le nota… Y está acostumbrada a estos antipáticos… Garreth está más gordo que ella, mucho más gordo. —Nicholas se fue de espalda por la risa al escuchar a Thomas decir eso, el mencionado lo miró frunciendo el ceño.

—No es cierto, estoy bien así.

—Es verdad, Garreth. Estás más gordito. —Leah, que miraba a Nicholas reír en el suelo, se unió a su hermano mayor—. Vas a tener que ir a jugar fútbol con Alex, pero con cuidado para que no te confundan con el balón. —Nicholas comenzó a llorar de la risa, Helen sonrió y Thomas también rio. El único que seguía serio era Garreth.

—Bien, supongo que me lo merezco por hacer sentir mal a la loca.

—Y aún falta su venganza. —Thomas le dejó un mano en el hombro—. Vamos a desayunar. —Thomas se acercó a Elijah y lo tomó en sus brazos, Leah se levantó y caminó con Helen a la cocina, Garreth las siguió—. ¿Vas a comer algo más, Nick?

—No, iré a ver a Nar. —Nicholas dejó de reír y se puso de pie, Thomas solo lo miró—. Le prometí a Alex que la cuidaría cuando él no estuviera y ella me cuida a mí, no quiero que se sienta mal por los estúpidos hermanos que tengo.

El mayor no lo detuvo, a veces el más pequeño demostraba mayor madurez que los otros. Se quedó mirándolo subir, Narel no le abriría la puerta a ninguno de ellos, pero a Nicholas y a Elijah jamás los dejaría afuera, ellos tenían pase libre. Se fue a la cocina, esperando que su hermano lograra hacerla sentir mejor.

 

**********

 

Nicholas bajó y pasó por delante de Thomas y Garreth que estaban sentados en el sillón, conversando por la remodelación de la casa y viendo unos planos en el computador. Ambos lo miraron pasar a la cocina, llevaba casi una hora con Narel arriba y no se sabía nada de los dos, hasta que lo vieron pasar. Iba al patio, eso era seguro. Helen estaba allá. Leah y Elijah miraban televisión. A los pocos minutos que Nicholas bajara, se escuchó movimiento arriba, después la puerta y pasos, Narel bajaba la escalera corriendo, Thomas se levantó y se fue a la entrada.

—¿Vas a salir? —le preguntó, ya que ella estaba abriendo la puerta.

—Sí —dijo, pero no lo miró y abrió.

—¿Vas a salir? —Alexander estaba al otro lado, a punto de abrir cuando ella se le adelantó. Se miraron un momento.

—Sí —contestó y pasó por su lado, extrañamente él no hizo el intento de detenerla. Un auto se detuvo frente a la casa, la ventanilla de atrás se bajó y Ashley se asomó agitando la mano.

—¡Hola, muñequita mía! —Narel frunció el ceño, no le gustaba cuando gritaba frente a todos de esa manera, se bajó del auto—. ¡Ya vine por ti!

—¡Hola, princesa! —Ashley se paró en la puerta de la verja y miró a Ryan que bajaba del copiloto—. Vinimos en carruaje a buscarte y a pedir permiso para que te dejen salir con nosotros. —Narel sintió la mano de Alexander en su cintura, apretándola.

—¿A dónde irán? —Alexander los miraba con el ceño fruncido.

—¡Por allí, Alexander! ¡No es tu problema! —Ashley entró y le tomó la mano a Narel—. ¡Vamos, muñequita mía! —Narel sintió la mano de Thomas en su hombro, estaba siendo abrazada por los dos hermanos de manera protectora, no la dejarían ir con ellos.

—No la dejaré ir contigo, no en ese estado. —Ashley miró a Thomas y comenzó a reír.

—No exageres, Thomas… Vamos, muñequita mía, vamos a divertirnos. —Ashley le jaló la mano, pero Narel no se movió, además los hermanos la tenían firme a su lado. Alexander notó que Ryan también reía como desquiciado parado en la puerta del copiloto.

—Así no, Ash… Este no era el trato. —Narel se soltó de la mano de su amiga y la miró—. Sabes que así no, y no quiero que te vayas con ellos tampoco.

—Eso no es tu problema, si tú no quieres ir, nosotros nos vamos. —Ashley salió y abrazó a Ryan. Ambos se subieron en la parte de atrás del auto y se fueron.

—Es una tonta, si le pasa algo por andar así… ¿Cómo no se da cuenta que Helen se preocupará por ella? Es una tonta… —Thomas se quedó mirándola, en ese momento sintió que Garreth era un bobo, más que Alexander.

—¿Por qué se te ocurrió salir con ella? —Narel miró a Alexander, él notó que tenía los ojos llorosos, pero al mismo tiempo enojados.

—Ese no es tu problema, y ya suéltenme, los dos… —Se liberó del abrazo de ambos y pasó por entremedio de ellos, directo a la escalera y a volver a encerrarse en la habitación.

—¿Pasó algo cuando me fui? Ella no es así contigo…

—Creo que en estos momentos al único Russ que aguanta es a Nicholas, al resto no nos quiere ni ver. —Ambos miraban la puerta de entrada.

—¿Qué pasó, Thomas? Estaba bien en la mañana, con los colibrís… —Thomas miró a su hermano y suspiró.

—Ven, entremos, dijiste que había algo de lo que querías hablarme. Vamos al despacho y me dices y te cuento lo que pasó aquí después que saliste. —Ambos entraron, Thomas notó que Nicholas estaba en la sala viendo televisión con Leah y Elijah y Helen andaba de un lado a otro ordenando unas cosas. Garreth se quedó mirando a sus dos hermanos entrar, había visto pasar corriendo a Narel a su habitación, pero no sabía que Alexander estaba con ellos. Garreth se levantó—. Ya vengo, Garreth. Sigue mirando eso y me dices si te gusta la idea o qué te gustaría cambiarle. Voy a hablar con Alexander un momento y vengo.

—Antes de cualquier cosa, quiero saber qué pasó cuando salí… —Alexander se sentó frente a Thomas en el escritorio, el mayor estaba buscando unos papeles en el cajón.

—Garreth le dijo que se pusiera en tu lugar, que tuviera cuidado con lo que dice para no hacerte sentir mal. —Alexander frunció, levemente, el ceño. En parte le agradaba que su hermano lo defendiera, pero había temas que él no entendía. Se dio cuenta que Thomas dejó dos sobres azules grandes encima.

—¿Por qué hizo eso?

—Porque te fuiste de pronto luego que te dijera de que duermes con Marianne. —Thomas lo miró, Alexander tenía el ceño fruncido.

—Garreth es un bobo, no tenía por qué meterse en eso… —Thomas sonrió, es lo que pensaba él—. ¿Por eso está encerrada en su habitación?

—Sí, luego de eso subió y llamó a Ashley, pero no funcionó como quería… Trata de que no se relacione con esos amigos de Ashley, yo sé que a ella no le gusta eso que estaban haciendo ellos, pero ya viste que hoy la llamó para salir de la casa…

—No dejo que ese se le acerque. —Thomas notó que Alexander frunció más el ceño—. Es uno de los titulares del equipo de fútbol, siempre que Nar va a verme, él trata de acercarse. Ya le ha tocado recibir algunos pelotazos en los juegos amistosos que tenemos y estamos en equipos contrarios. —Alexander sonrió de medio lado—. Sin querer, siempre sin querer.

—Tienes suerte de que la boba solo tenga ojos para ti. —Thomas se fijó que su hermano se sonrojaba.

—Tengo suerte de que no se dé cuenta de nada, ni siquiera de lo que yo le digo o hago… —Thomas comenzó a reír, eso era verdad—. Como sea, ¿le dijiste algo a Garreth?

—Solo que no debió meterse…

—Claro que no, él ha pasado mucho tiempo lejos de nosotros y no la entiende, no del todo. No como la entiendes tú o Nick o yo… Hasta a Helen a veces le cuesta entenderla…

—Eso fue lo que le dije, Garreth entendió. Está preocupado porque ella no habla con nadie, solo con Nicholas y Elijah, pero le dije que ya se le pasará, que la deje pensar un rato tranquila.

—Bajará a almorzar, eso es seguro… —Tocaron a la puerta, ambos se giraron a mirar a Helen que abría y entraba.

—¿Les parece si pedimos comida china para almorzar? —preguntó al mirarlos.

—Por mí está bien —contestó Thomas, habían decidido en el avión que pedirían comida, el viaje a pesar de no ser largo, era cansador por tener que estar muy temprano en el aeropuerto.

—También para mí.

—¿Qué le pido a la escandalosa? —consultó mirando a Alexander—. Tú sabes mejor lo que le gusta y lo que no.

—¿Vas a llamar a donde siempre? —Helen asintió—. Entonces pide dos porciones de Jasmine rice, un wok and fire de vegetales y esa cosa de pollo que le gusta, salsa de soya para mí y nada de salsas para ella. —Thomas sonrió, a Garreth le faltaba ver un poco más de eso.

—¿Eso es para los dos?

—Sí, por si se pone más escandalosa y no quiere bajar a almorzar, eso se lo subo y va a comer sin problemas.

—Bien… —Helen giró para salir.

—¿A mí no me vas a preguntar qué quiero? —Helen se detuvo y volteó a mirar a Thomas.

—En nuestro caso, amor, soy yo quien decide lo que comes o lo que no. —Luego salió cerrando tras de sí, Alexander sonrió.

—Mira el lado positivo. —Alexander lo miró, Thomas estaba un poco serio luego de eso—. Helen no deja que te vuelvas una esferita como Garreth. —Ambos sonrieron, de verdad que su hermano había aumentado unos cuantos kilos desde que Leah apareció.

—¿Dónde andabas? —Thomas retomó el tema por el que estaban allí. Alexander comenzó a sacar un sobre de su chaqueta, lo abrió y se lo enseñó al mayor, que lo tomó enseguida—. ¿Lo encontraste?

—Salí a caminar, lo que me dijo Nar me dejó pensativo… Desde que empecé a tener algo con ella, desde que la besé por primera vez, más bien dicho, que ya ni duermo con Marianne ni nada con ella… —Thomas sonreía al mirar lo que trajo Alexander—. No es algo que hablo con Nar porque no quiero preocuparla, porque no quiero que se esté imaginando cosas y porque sé que todo lo piensa de otra manera… Así que solo salí a caminar, había visto la librería de segunda y tercera mano el otro día, cuando iba camino a la universidad desde el departamento, y pasé a preguntar cuando iba de vuelta… Allí estaba… Tenía pensado llevarla mañana después de clases, pero mejor se lo fui a comprar ahora…

—¿Es el mismo?

—El mismo, mismo, tiene el nombre en la primera hoja.

—Pensé que no lo encontrarías.

—Ya llevaba casi un año buscándolo y sabes que no me rindo…

—Igual que Narel…

—Por eso estamos destinados a estar juntos. —Thomas lo miró y le pasó lo que tenía en las manos, Alexander volvió a guardarlo donde mismo.

—No le digas nada a Garreth, ya tuvo suficiente con Nick que lo regañó por estúpido y porque está subido de peso. —Alexander sonrió.

—No le diré nada, ahora quiero que la boba baje a comer y se tranquilice… Entiendo a Garreth, pero me preocupa más la boba con esa imaginación que tiene…

—Siempre se le pasa.

—Pero no olvida… —Thomas se dio cuenta que su hermano se quedaba mirando un punto fijo, perdido en los pensamientos—. Thomas, lo que quería hablarte es por la casa de al lado… Te dije que quiero comprarla.

—Acerca de eso… —Su hermano le pasó uno de los sobres, el que estaba encima. Alexander comenzó a sacar los papeles que estaban dentro.

—Es… ¿La compraste? —Alexander miró a su hermano, los dos sonreían.

—Narel dijo que la quería comprar, pensando en su futuro, con los siete… —Alexander continuó leyendo los papeles—. Si te das cuenta está a nombre de ella, pero solo se pagó la mitad. —Alexander volvió a clavar su mirada en él—. Supongo que cuando conversaron, llegaron al acuerdo que la comprarían entre los dos…

—Sí… —Alexander dejó los papeles encima y con su dedo señaló una palabra para mostrarle a Thomas—. Es más de la mitad lo que pagaste.

—Hay que hacerle arreglos, lo que queda por pagar es un crédito que está a mi nombre…

—Yo termino de pagar eso, así quedamos mitad y mitad para que la escandalosa no me reclame después que por qué no fue mitad y mitad… —Alexander tomó los papeles y siguió leyendo—. ¿Cómo pagaste la mitad?

—Los padres de Narel le dieron un buen regalo de cumpleaños y Navidad, invertí eso y le generé un poco menos del doble, alcanzaba para la mitad. Con el arriendo del departamento, se está pagando esa deuda y lo que le queda de ahorros, sigue estando intacto. Además, tiene lo que le pagamos trabajando con nosotros, con eso anda comprando todo lo que se le ocurre para el patio. —Alexander lo miró, sorprendido.

—De verdad que la has estado cuidando bien… —Thomas simplemente le sonrió—. Yo terminaré de pagar lo que falta y me haré cargo de los arreglos que necesita… Hay vidrios rotos… Sí, ya sé quiénes fueron los culpables de eso… —Thomas comenzó a reír—. Veré lo de las paredes, la pintaré y el columpio, lo primero será el columpio… y sus colibrís… —Alexander dejó los papeles en el sobre nuevamente—. ¿Le dijiste?

—No, imaginé que querías decirle tú.

—Sí, cuando esté lista le daré la sorpresa. Mientras haremos el papeleo para que quede a nombre de los dos y para terminar de pagar el crédito.

—Déjala a nombre de ella. —Alexander lo miró, extrañado, Thomas le extendió el otro sobre, Alexander comenzó a leer, su hermano notó que fruncía el ceño—. Si vas a separarte de Marianne, es mejor que dejes la casa a nombre de Narel hasta que todo eso esté solucionado… Es lo que mandaron los abogados, tu separación debe ir con esos términos.

—Thomas… sabes que esto es lo que más quiero… —Alexander volvió a dejar los papeles en el sobre y se los pasó a su hermano—. Pero en menos de tres semanas es el cumpleaños de Steph y luego el de Marianne… y su padre no ha estado bien de salud… Voy a esperar un poco para decirle… Aunque creo que se lo imagina, o su madre le ha dado ideas, si como te dije ya ni dormimos juntos…

—La decisión es tuya, Alexander. Los papeles van a estar aquí para cuando quieras leerlos. Pero si es lo que quieres de verdad, no estés buscando excusa tras excusa, porque no lo harás nunca… Y esta casa. —Thomas le enseñó el sobre con los papeles de la casa de al lado—, seguirá teniendo un solo nombre.

—Mira esto. —Thomas vio a su hermano sacar su billetera y un papel dentro, que tenía doblado. Lo estiró y se lo pasó.

—Es un anillo con un colibrí…

—Ya lo mandé a hacer para Nar.

—Pero ella no usa anillos… —Thomas lo miró extrañado y le devolvió la foto.

—Ese lo usará porque tendrá mi nombre. —Thomas rodó los ojos, no sabía cuál de los dos estaba más loco, si la que hacía escandalo arriba encerrada o ese que tenía al frente—. Si no quisiera separarme, si estuviera buscando excusas… ¿crees que andaría metido en esas tonteras de joyas? Yo creo que no… Me separaré de Marianne, Thomas. Y esa casa tendrá dos nombres.

—Ya llegó la comida y Nar no quiere bajar. —Nicholas abrió la puerta sin siquiera golpear, los dos lo miraron.

—Yo iré a verla, Nick. Quédate tranquilo.

Alexander y Thomas salieron siguiendo a Nicholas, el mayor se fue al comedor junto con el más pequeño y el otro a la cocina, en donde estaba Helen, que apenas lo vio le dijo que Narel hacía escándalo con que no quería bajar. Alexander no le dijo nada, solo tomó lo que pidió y lo sirvió en unos platos, sacó la mesa que Helen tenía para llevar desayuno a la cama y subió, esperando que lo dejara entrar. Dejó la bandeja en el suelo y golpeó. No hubo respuesta. Volvió a tocar, pero nada.

—Sabes que tengo una copia de la llave ¿verdad? Y que, además, si quisiera, puedo echarla abajo. —Sintió pasos adentro y luego que quitaron el seguro, la puerta se abrió. Alexander tomó la bandeja y entró, se dio cuenta que tenía hasta las cortinas cerradas y se metía a la cama, tapándose por completo. Alcanzó a ver que andaba con la camisa del Manchester. Dejó la bandeja en el escritorio y cerró la puerta, le puso seguro. Luego fue y abrió las cortinas—. Te traje almuerzo.

—No tengo hambre.

—Eso no es verdad, tú siempre tienes hambre. —Volvió a tomar la bandeja y se sentó en la cama.

—Ahora no.

—Es comida china.

—¿De cuál? —Alexander sonrió.

—Sal de allí y mira. —Narel se destapó un poco, dejando solo los ojos a la vista.

—¿Es del arroz que me gusta a mí?

—Sí.

—¿De ese que tiene cebolla?

—Sí.

—¿Y con el pollo como me gusta?

—Sí, de ese con forma de pelota como tú.

—Bien, ya me dio hambre. —Alexander sonrió más y ella se sentó en la cama.

—Así no vamos a comer, sal de allí. —Él dejó la bandeja en el suelo y la destapó, la sacó de la cama y ordenó como si no hubiera estado acostada—. Ya deja de hacer escándalo, pareces una niña boba y mimada.

—No quiero bajar…

—Yo no dije que vamos a bajar, dije que vamos a comer comida china. —Alexander le tomó la cara, había estado llorando.

—¿No estás enojado conmigo? —Él suspiró, si tan solo le dijera lo que le preocupa en lugar de andar haciendo tonteras.

—No, preciosa. ¿Por qué lo estaría? —Alexander le besó la frente—. Si no hubieras almorzado, sí estaría enojado.

—Lo siento. —Narel lo abrazó por la cintura, Alexander la apretó contra su cuerpo.

—Vamos a olvidarnos de todos hoy y solo seremos tú y yo aquí. —Alexander le volvió a tomar la cara y la besó—. ¿Te parece? —Ella asintió al sonreír—. No vamos a comer en la cama. —Tomó la bandeja y caminó a los pies de la cama, se sentó en el suelo, apoyado en el respaldo y dejó la comida junto a él, Narel se sentó a su lado—. Allí no, siéntate aquí. —Él abrió las piernas—. Aquí entremedio para abrazarte. —Ella le obedeció y se instaló como le dijo, Alexander acomodó la bandeja con la comida más cerca y la abrazó—. Vamos a juntar las comidas como te gusta y comemos del mismo plato.

—El pollo aparte. —Él asintió y la miró mezclar lo que comerían, mientras le besaba el cuello, aprovecharía lo más que pudiera ese día—. Abre —le dijo mientras le acercaba comida a la boca, él obedeció y comió.

—Dame uno de esos, no son solo para ti. —Alexander la vio comer pollo en bolitas, Narel lo miró frunciendo el ceño—. ¿No quieres compartir?

—A ti te gustan con esa cosa de salsa y a mí no me gusta, no voy a ponerle.

—Sin salsa… no quiero salsa hoy… —Abrió la boca y Narel le dejó una de las pelotitas de pollo—. Una y una…

Si Nicholas los hubiera visto, se reiría hasta el fin de sus días al burlase por lo bobos que se veían. Pero en ese momento a ninguno le importaba lo que los demás pensaran, ambos sabían que la situación era difícil y complicada y si querían que funcionara, debían poner los dos de su parte. Y estar así, sin que nadie los interrumpiera o molestara, era lo mejor. Más en una casa llena de gente. Cuando terminaron de comer, Alexander se levantó, tomó la bandeja y la dejó en el escritorio, le extendió la mano para que se pusiera de pie.

—Te tengo una sorpresa. —Narel lo miró quitarse la chaqueta y sacar un sobre del bolsillo, se lo pasó mientras él dejaba la chaqueta colgando de una silla.

—Es… —dijo al tomarlo y abrirlo para mirar la primera página, Alexander notó que comenzó a llorar—. ¿Dónde…?

—Es una librería de segunda y tercera mano. —Él la abrazó fuerte, Narel le pasaba los dedos por la primera página, en donde estaba el nombre.

—Cuando mis padres comenzaron a vender mis cosas… y esto desapareció… pensé que no lo volvería a ver nunca más… Es el único recuerdo que tengo de Albert y del abuelo…

—Encontré al que le vendieron las cosas tus padres. —Alexander seguía abrazándola y le besaba la frente, la dejó llorar todo lo que quiso—. Él me dio algunos datos, pero perdí el rastro hasta el otro día que lo vi y hoy lo fui a buscar… No fue tan difícil al principio, es una edición del Popol Vuh que no se ve en muchos lugares…

—Gracias. —Alexander la acomodó para que su cabeza quedara en su pecho al abrazarla, ella continuaba con el libro en las manos mientras lloraba—. Gracias… —repitió y lo besó—. Voy a guardarlo. —Alexander la soltó y ella caminó a la repisa, junto a la ventana, que ya tenía casi llena de libros, a pesar de que sus padres le vendieron la mayoría—. Alexander, mira. —Él se acercó a la ventana, donde le mostraba—. Anda un colibrí. —La abrazó por la espalda y la apretó contra su cuerpo—. ¿Has estado haciendo pesas?

—Algo —contestó un poco sorprendido por esa pregunta—. Tengo que ejercitarme por el fútbol.

—Tienes los brazos duros. —Narel movió la cabeza de adelante hacia atrás, golpeando suavemente contra Alexander—. Esta parte también está más dura. —Alexander sonrió y la soltó un momento, se quitó la camisa y la volteó, le tomó las dos manos y las dejó en sus pectorales, luego sonrió al mirarla sonrojarse.

—Como cuando tenías catorce. —Narel levantó la vista de esos músculos y lo miró—. ¿Te acuerdas?

—En la casa de campo… Antes que pasara todo… Estabas empezando a formarlos. —Alexander la abrazó con fuerza de la cintura, aquella vez había estado a punto de besarla, había cumplido quince hacía un par de días y se fueron a la casa de campo por vacaciones, ella entró cuando él hacia su rutina de abdominales y se quedó mirándolo, no lo había visto sin camisa del verano pasado, prácticamente, y él la hizo sonrojar cuando le tomó la mano para que se los tocara, como estaba distraída, la besaría, aunque con cuidado porque solo unos días antes le había dado un golpe en la nariz por intentar lo mismo. Pero Nicholas lo interrumpió y no pudo, así se le fue el verano intentándolo… Luego conoció a Marianne y todo cambió—. Después todo fue diferente… —Alexander la besó, no dejaría que se pusiera triste.

—Me toca ver los tuyos. —Narel lo miró frunciendo el ceño, no se quitaría la camisa.

—Yo no tengo, no seas bobo. —Alexander comenzó a reír—. Te dejo ver los de mis piernas, que son tan grandes como los tuyos. —Se paró junto a él dejando su pierna al lado, que andaba con pantalones cortos.

—Tú estás llena de grasa…

—Grasa muscular.

 —Ven, vamos a ver tele un rato, están dando los animes que te gustan. —Alexander caminó y tomó el control, encendió la televisión y se sentó apoyado en la cama, en el respaldo. Se acomodó como cuando almorzaron, para que Narel se sentará entre sus piernas. Ella se acercó y se quitó la camisa, él no se dio cuenta porque estaba pendiente de la televisión, pero Narel se sentó a horcajadas encima. Alexander la miró sorprendido cuando ella lo besó, él no perdió el tiempo y la abrazó con fuerza, presionándola contra él—. Mi preciosa… —susurró mientras la acariciaba por todos lados, ella continuaba besándolo, dejándose llevar. Alexander la acomodó, Narel volvió a morderle el hombro.

—Lo siento. —Alexander la abrazó fuerte, ella respiraba agitado, sentada en la misma posición mientras se relajaba acurrucada contra él—. Lo siento por no ser lo que esperabas…

—Eres todo lo que siempre quise…

—Lo siento porque me da miedo amarte y me da miedo que me ames. —Alexander la abrazó más fuerte, no tenía ganas de soltarla nunca—. Lo siento por tener miedo de lo que siento por ti y de lo que sientes por mí… —Narel se levantó y lo miró, pero no se alejó mucho porque Alexander la abrazaba fuerte, no quería estar ni un milímetro separado de ella—. Alexander… —Él también la miraba—-. Te amo, Alexander. —Narel sintió el corazón de él golpear contra su pecho, Alexander comenzó a sonreír como loco. La besó, por todos lados en donde alcanzó sin soltarla. Ahora sí que no la dejaría ir nunca, nunca en la vida.

—Yo también tengo miedo, preciosa. Pero me da mucho más miedo pensar que un día puedo despertar sin tenerme a mi lado… Me da mucho más miedo perderte… Te amo como no tienes idea… —Y la besó, nuevamente, por todos lados donde alcanzó. Ella sonrió.

—¿Qué haremos? —Alexander sonrió de medio lado, Narel sabía que eso era cuando se le ocurría alguna maldad. La abrazó más fuerte y la acostó en la cama, con él encima. La besó.

—Otra ronda de ejercicios… —Volvió a besarla—. Pero esta vez así, quiero besarte completa, me dejaste aún más loco por ti… Te amo…

Ninguno de los dos volvió a bajar ese día, se quedaron abrazados y tratando de no hacer ruido cuando escuchaban pasos afuera, no se les había olvidado que debían acomodar a Leah y Garreth. Cuando cayó la noche, Alexander la abrazó por la espalda, Narel estaba dormida, le tomó la mano y entrecruzó sus dedos. Se durmió a los pocos minutos con una sonrisa casi de oreja a oreja.

 

*********

 

A la mañana siguiente, Alexander la despertó temprano porque debían ir a clases. Aprovechó el tiempo para meterse a la ducha juntos, Narel le dijo que le prepararía el desayuno, que haría panqueques para todos, pero no la misma cantidad. Sabía que, a Thomas, Helen no lo dejaría comer más de tres, así que, para Thomas, Nicholas y Alexander, serían tres. Helen se comería dos al igual que Leah y Elijah ya era un caso especial y podría comer los que quisiera. A Garreth solo le darían uno, porque todos notaron que estaba pasado de peso y había que cuidarlo. Alexander sonrió al escucharla en la cocina hacer la repartición. Él la ayudaba mientras picaba algunas fresas y arándanos. Solo le llamó la atención que no dijera cuántos se comería ella.

—No dijiste los tuyos.

—Una torre de seis. —Alexander rodó los ojos.

—Vas a terminar como Garreth.

—¿Qué cosa conmigo? —El mencionado entró a la cocina, en pijama y bostezando.

—Que estás gordo, obeso, más que yo. —Narel se giró para mirarlo, Garreth notó que tenía dos platos con panqueques, sonrió, le gustaba cuando ella cocinaba.

—¿Estás enojada conmigo aún? —Se acercó y le besó la mejilla.

—No estaba enojada contigo, Garreth. Ni con ninguno de ustedes, solo estaba enojada conmigo por no darme cuenta de las cosas.

—No la molestes, quiero desayunar aquí y no encerrado allá arriba. —Alexander seguía picando fruta en la mesa, de espalda a los otros dos. Garreth sonrió al ver a Narel mirarlo con el ceño fruncido.

—¿Ya terminaste de picar la fruta, esclavo? Porque aún hay cosas por hacer. —Alexander levantó la cabeza de lo que hacía y la miró.

—Yo no soy ningún esclavo.

—Voy a ir a medir que esa fruta esté cortada en las medidas que te dije. —Garreth comenzó a reír.

—Buenos días. —Nicholas entró, perfectamente uniformado y peinado, como lunes. Todo lo diferente a como salía de clases—. Buenos días, Nar. —La abrazó, Narel le besó la cabeza—. El esclavo está lento hoy, mira, aún no termina de picar las fresas.

—Lo mandaremos a que le den latigazos como castigo. —Narel tomó los platos con panqueques y los dejó en la mesa, donde Alexander picaba la fruta. Le besó la mejilla y él sonrió—. Ven a sentarte Nick, tú igual Garreth.

—Buenos días. —Thomas entró y los miró a todos reunidos en la mesa, sonrió por eso—. Buenos días, enana loca, ¿ya dejaste de hacer escándalos? —Le besó la cabeza.

—Depende de cuánto vas a comer, porque mientras menos comas, más como yo. —Thomas sonrió y se sentó.

—La cantidad que dice Helen. —Narel le dejó tres en un plato—. Gracias. —Thomas continuó preparándoselo con lo que más le gustara.

—Dos para ti, Garreth. No más que eso. —Le pasó un plato con la cantidad que dijo y él continuó con el proceso. Después le sirvió a Nicholas y a Alexander, luego ella, bajo la atenta mirada del que se hacía llamar su novio.

—Nada más. —Dejó el cuchillo encima de la torre de panqueques cuando vio que iba a servirse el tercero. Narel lo miró inflando las mejillas.

—Bien, si tengo que dejar para los demás…

—¿Qué cocinas, escandalosa? —Helen entró con Elijah en los brazos, al que bajó y corrió a saludar a Narel—. Leah aún duerme.

—Panqueques, te dejé dos y le di tres a Thomas porque sé que no lo dejas comer más. —Helen le besó la cabeza—. Tú después le das a Leah. ¿Me ayudas con la leche, Helen?

Como era normal en los desayunos, Narel se sentaba entre Nicholas y Alexander y con Elijah en los brazos. Alexander le terminaba de preparar las cosas a Nicholas y a Narel, él sabía que a Narel no le gustaban los arándanos y prefería con salsa de chocolate en lugar de miel, por otro lado, Nicholas, mientras más fruta mejor y con mucha mantequilla, luego comían entre risas y comentarios sin sentido. Thomas notó que Alexander se quedaba mirando a Narel más de lo normal, ella no se daba cuenta porque estaba comiendo y al mismo tiempo le daba de su plato a Elijah. También se fijó que su hermano, cada ciertos minutos, le besaba la mejilla o la cabeza. Pero lo que más le llamó la atención, fue que en un momento dejó la mitad de fresa en su boca para que Narel mordiera y compartieran. Thomas se percató que Helen los miraba. Cuando terminaron, Alexander, Nicholas y Narel se fueron a estudiar.

—Lo notaste ¿verdad? —Thomas tenía a su hijo en los brazos y estaban parados junto a Helen que lavaba lo sucio.

—Claro que sí, si brillaba más que la boba. Creo que estábamos equivocados, Thomas. —Su esposo la miró—. Nos preocupamos demasiado porque Narel pudiera sufrir con todo esto, pero si no funciona, el que saldrá más lastimado es Alexander. Ella se repondrá o por lo menos nos mostrará a todos lo bien que está… Pero Alex… a él se le va a ir abajo el mundo.

—La primera vez que me llamaron de la dirección del colegio porque Alexander y Narel le habían explotado las ruedas al auto de un profesor, supe que solo me traerían problemas siempre que estuvieran juntos. —Helen lo miró sonriente, ella recordaba aquel día porque Thomas los regañó hasta la puerta de la casa, pero al otro día los dos volvieron a hacer de las suyas al meterse en propiedad privada para pintar la ventana de otro profesor. Helen rio, Thomas la miró—. ¿Qué te causa tanta gracia?

—La pasabas bien con ellos, te divertían todas las estupideces que andaban haciendo juntos… Doce años tenían cuando empezaron, ya van en los dieciocho y siguen igual… ¿Qué esperabas? —Thomas se quedó viéndola, ella sonreía al recordar—. ¿Recuerdas cuando le cortaron el cabello a Ashley y se lo pintaron de otro color mientras dormía? ¿O cuándo le rompieron las motos a los chicos que se burlaron de Jesse en la casa de campo? —Thomas sonrió por eso, lo recordaba bien porque a pesar de que habían vuelto a meterse en propiedad privada y habían roto las motos, fue por una buena causa, ya que no dejaron que unos niños adinerados molestaran a Jesse por ser solo el hijo del capataz. Thomas sabía que Alexander lo consideraba un amigo, y si era amigo de él, también lo era de Narel—. Y esa vez cuando fueron a Brighton a ver a los familiares de Narel, la única vez que recuerdo que ella saliera de vacaciones con sus padres que no fuera a Canadá. ¿Recuerdas las fotos de las cosas que hicieron? ¿Cómo dejaron esas casas porque fueron justo en época de Halloween? —Helen sonrió más, Thomas no pudo evitarlo y también comenzó a reír, era verdad, a pesar de todo, las cosas que hicieron eran chistosas—. Estaré para ellos si todo sale bien y también estaré si todo sale mal, pero prefiero verlos así, brillando, a que estén tristes.

—En eso tienes razón, vamos a dejarlos vivir y que pase lo que tenga que pasar… —Thomas miró a su hijo, que le sonreía al comer zanahoria—. Espero que tú no seas como tus tíos… —Helen sabía que con eso se refería a Alexander y Narel. Elijah sonrió más.



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