Aquel lunes, Narel se encontraba sentada en el sillón junto a Thomas, era temprano y, a pesar de ser lunes, Thomas trabajaría desde casa a causa del nevazón de la noche anterior, aunque ya se podía ver el sol asomándose. Frente a ellos estaban Nicholas con Elijah, ambos con pijama mientras veían televisión. Mientras que en la cocina estaban Helen con Garreth, ya que él le estaba enseñando sobre un desayuno típico de Francia. Narel y Thomas leían el periódico, ambos en la sección de economía. Él la miraba de reojo, ya que de vez en cuando marcaba algunas cosas.
—La
economía del país va bien… —Thomas solo la miró, era raro en ella que hablara
de eso, ya sabía que algo andaba rondando por esa cabeza.
—Sí, va
bien desde hace un par de meses, es buen tiempo de hacer negocios.
—¿Tienes
visto alguna cosa?
—Sí,
estamos mirando algunas… espero poder ganarme una a la que estamos postulando,
tan buena como la que perdimos…
—¿Solo una,
Thomas? —El mencionado la miró, ella no quitaba el ojo al periódico, estaba
concentrada leyendo.
—No, pero
es una la que saldrá más próximo.
—Mira,
estaba leyendo esto y dice que es buen tiempo para hacer negocios con
viviendas, ¿qué opinas de eso?
—Siempre es
buen negocio eso, algunas propiedades las compras, las arreglas y vendes y
puedes ganar hasta el doble…
—Eso es
interesante… ¿Crees que pueda hacer algún tipo de inversión con el dinero que
tengo? —Thomas la miró, por allí iba el tema principal.
—Tu dinero
está invertido, lo que tiene de ganancia es lo que te paso mensual y se pagan
tus cosas mensuales.
—¿Cuándo
hiciste eso? —Narel lo miró un poco sorprendida—. Pensé que ya no quedaba nada,
porque estoy de vaga y sin trabajo.
—Lo hice
desde que me dejaste como tu tutor, dije que te cuidaría, esto es lo principal.
Compramos el departamento con cierta cantidad y el resto se pidió un crédito,
eso se ha estado pagando con las ganancias que tienes de la inversión, así todo
lo que te guardé está intacto.
—Por eso te
adoro, Thomas. Piensas en todo.
—Ahora dime
qué es lo que estás pensando con todo esto.
—Quiero
buscar trabajo, estuve marcando algunas posibilidades… —Narel le enseñó el
periódico con las marcas a Thomas, él dejó el suyo en la mesa de centro. Miró
lo que le mostraba.
—Esos no
tienen nada que ver con lo que estás estudiando.
—Pero con
algo tengo que empezar…
—Sí, pero
la idea es que hagas algo con lo que estudias…
—¿Y si no
hay nada de eso? —Narel infló las mejillas con frustración, Thomas rodó lo
ojos—. Estuve mirando y solo necesitan egresados o con experiencia y yo apenas
llevo unos meses.
—Te voy a
proponer un trato después de desayunar, hablaremos tranquilamente luego de eso,
lo piensas y me dices…
—Bien…
—¿Qué es lo
otro que tienes en mente? —Thomas la miró fijamente, sabía que había algo más
allí dentro.
—Quiero
comprar la casa que está al lado. —Él se quedó un poco sorprendido por eso, Alexander
estuvo a punto de comprarla, pero a Marianne no le gustó, Narel no sabía de
eso.
—¿Por qué
esa casa? ¿Estuviste hablando con Alexander sobre eso?
—No, no… yo
no he hablado con él de nada de esto, ni de trabajos, ni de casas, ni de nada.
Luego de Navidad solo nos hemos juntado a hacer los trabajos pendientes para la
universidad. —Thomas sonrió, ellos sabían que así había sido ya que estaban
reuniéndose en casa—. Me gusta esa casa, Thomas. Tiene ese árbol genial en el
patio, me imaginé un columpio allí… Y los colibrís… Además, está al lado de la
tuya… Han pasado varias cosas, desde que Glasgow se arruinó, han pasado varias
cosas… y me di cuenta de lo importantes que son ustedes para mí y no quiero
estar lejos… Quiero seguir fastidiando a Helen por el resto de mi vida. —Thomas
echó a reír por eso—. Sé que le hacen falta muchos arreglos, pero no tengo
pensado irme a vivir allí apenas la compre, quiero arreglarla y hacerla
habitable y si pasa que ya empiece a formar mi familia. —Thomas frunció el ceño
frente a eso—. No ahora, Thomas. No ahora, sino que más adelante, necesito
terminar de estudiar primero y conseguir trabajo… Pero quiero empezar a tener
mis cosas para cuando pase…
—¿Has
pensado en estas cosas junto con Alexander?
—Sí y no…
Es decir… —Narel miró a Thomas pensando bien las palabras—. Me gustaría hacer
muchas cosas con él, que todo funcione bien para los dos a pesar de todo lo
difícil de nuestra situación, pero tampoco me quiero amarrar a una ilusión… —Thomas
la miró y suspiró, sabía que ella sería la más perjudicada en caso de que todo
se arruinara—. Tengo las cosas claras, Thomas. Con Alexander podemos hablar de
muchas cosas, pero él sigue estando en esa situación, y yo… yo no puedo
detenerme a esperar que ocurra un milagro, el milagro lo tengo que crear yo…
—Tus padres
te mandaron un regalo de cumpleaños.
—¿Depositaron
a la cuenta? —Narel volvió a mirar el periódico, Thomas notó que eso no le
agradaba para nada.
—Sí, y no
fue poco…
—No me
interesa, ni siquiera me han mandado un mensaje de felicitación…
—No seas
boba. —Thomas la abrazó y la besó en la cabeza—. Tienes un poco más de capital
para que compremos esa casa. —Narel lo abrazó, dejando el periódico tirado en
el piso—. Empezaré a ver ese tema luego de las fiestas.
—Gracias, Thomas.
Por eso siempre serás mi amor platónico.
—¿Qué haces
aún en pijama? —Thomas y Narel se separaron y miraron a Alexander, que había
entrado—. ¿No te dije que lo empezaras a usar con pantalones?
—Lo olvidé…
—Alexander se sentó entre los dos, separándolos—. ¿En qué momento llegaste?
—Recién… Ve
a ponerte ropa, si vamos a salir…
—Pero si te
dije que no tengo ganas de hacer nada, solo quiero estar en casa…
—Entonces
nos iremos los dos solos a tu casa.
—Esta es su
casa, Alexander. —El menor miró a Thomas—. Ella está en su casa, así que aquí
se quedan.
—¿No tienes
que ir a ver a Helen? —Thomas sonrió—. Ya no importa… —Se giró y le tomó la
cara a Narel, luego la besó—. Feliz cumpleaños, preciosa mía y solo mía…
—Volvió a besarla. Thomas le jaló la oreja—. ¡Auch! ¡Ya deja de hacer eso!
—Iré a
ponerme ropa antes que Helen llame. —Se levantó, ignorando a Alexander que le
reclamaba a Thomas.
—Yo te
acompaño. —Alexander se puso de pie para seguirla, ella ya iba por la escalera.
—Claro que
no. —Thomas lo jaló del brazo y volvió a sentarlo a su lado—. Aquí te quedas.
—Qué
antipático eres, Thomas. —Alexander tomó el periódico que Narel miraba—. ¿Estás
buscando trabajo?
—No, yo no.
Narel está buscando algo que le genere dinero.
—¿Por qué?
—Porque se
quiere comprar sus cosas, salir adelante, progresar…
—Hablando
de eso… Quiero comprar la casa de al lado… —Thomas lo miró—. ¿Se puede?
—¿Por qué
esa casa? Ya la fuiste a ver y al final dijiste que no…
—Porque era
para la persona equivocada… —Thomas puso atención a su hermano, que estaba
pasando las páginas en el periódico—. A Nar le gusta y yo quiero hacerla feliz
en lo que pueda…
—Alexander…
—Ya lo sé, Thomas.
Ya lo sé… Yo estoy amarrado a otra persona y blah, blah y todo lo que digas. —Alexander
miró a su hermano fijamente—. Pero no tengo pensado estarlo para toda la vida,
quiero estar con Nar para toda la vida, y a ella le gusta esa casa porque tiene
un árbol en donde puede poner un columpio y por los colibrís y porque está al
lado de la tuya… Thomas, yo sé que tú piensas que todo esto está mal…
—No es eso,
Alexander. —Thomas lo interrumpió—. No quiero que los dos terminen mal.
—Ya no veo
mi vida si no es con ella, Thomas. Yo sé que está mal, yo sé y entiendo todo
eso. Pero dime ¿cómo lo hago para no sentirme así? —Thomas lo dejó hablar,
mientras intentaba ponerse en los zapatos de su hermano—. Tú tenías razón, me
enamoré de ella y no lo quería aceptar, pero ahora que ya lo acepté y lo sé, no
quiero perderla, no la quiero lejos de mí, quiero que sea feliz. —Se escucharon
pasos en el segundo piso, Narel estaba por bajar.
—Habla con
ella sobre la casa y de por qué anda buscando trabajo. —Thomas sonrió, a pesar
de todo, ellos seguían pensando de manera similar—. Después tomas una decisión.
—¿Helen aún
no termina el desayuno? —Narel pasó por frente a ellos, Alexander notó que se
había puesto ropa que le tapaba por completo, hasta el cuello, y sonrió—. Iré a
apurarla, con el hambre que hace y ella trabajando como una tortuga.
—Helen va a
matarla. —Alexander y Thomas la miraron pasar a la cocina.
—Claro que
sí. —Thomas sonrió y volvió a tomar el periódico—. Claro que sí.
—Buenos
días, Alex. —Garreth salió de la cocina a los pocos minutos, Alexander y Thomas
estaban sentados en el sillón viendo el periódico. El mencionado le hizo un
gesto con la cara en señal de saludo—. El desayuno está listo. —Garreth se
acercó a su sobrino y lo tomó en los brazos—. Vamos a comer.
—¿Qué te
sucede, Nar? —Nicholas preguntó al entrar y acercarse, Alexander que iba tras
él, se fijó que ella estaba tirada en la mesa con los brazos extendidos.
—Helen me
obligará a la lavar la loza… y mira todo lo que ensuciaron por hacer ese
desayuno… —Se sentó de manera correcta y se dio cuenta que Alexander había
entrado seguido de Thomas, el mayor sonreía.
—Te he
dicho que no me estés molestando ni apurando cuando cocino. —Helen se giró con
leche caliente que empezó a servir en tazas—. Buenos días, Alexander.
—Hola…
—Pero sabes
que no me gusta lavar la loza, por eso yo cocino y tú lavas… —Alexander se
sentó a su lado y al otro se acomodó Nicholas—. Helen… como regalo de
cumpleaños…
—Dijiste
que no querías nada. —La mayor continuó sirviendo—. Sí, ya todos sabemos que la
vida es injusta, ahora come. —Elijah se acercó a Narel para que lo cargara,
ella movió un poco la taza hacia adentro para no quemarlo y lo sentó en sus
piernas.
—Tienes una
madre muy huraña…
—Lavarás lo
del almuerzo también… y si sigues, lo de la cena.
—Me
extrañarás cuando me vaya… —Helen se sentó, junto a Thomas, que las miraba
divertido. Nicholas ya estaba comiendo y Alexander le ayudaba a prepararse la
leche con chocolate. El único que reía al mirarlas era Garreth, para el resto
ya era normal.
—Haré una
fiesta cuando te vayas.
—¿Cómo vas
a querer tu leche? —Alexander le preguntó, interrumpiéndolas, con Elijah en los
brazos a ella se le dificultaba un poco hacer las cosas.
—Con
chocolate, por favor. —Narel abrazó a Elijah y lo besó en la cabeza, el niño
comía galletas—. Y quiero de esas cosas que hicieron Helen y Garreth. —Alexander
la miró, ella miraba la mesa—. Quiero un pain au chocolat, una tostada a
la francesa pero solo con fresas, un beignets y un pain aux raisins.
—Alexander le preparó una tostada—. ¿Después me vas a pasar de lo otro?
—No,
preciosa. Porque si quieres seguir siendo preciosa, vas a dejar de comer tanto.
—Pero no
quiero ser eso, quiero comer.
—Ya te dije
que no. —Narel infló las mejillas.
—¿Tú que
vas a comer?
—Lo mismo
que tú. —Alexander comenzó a prepararse lo mismo—. ¿Ya ves? Ahora deja de
reclamar y desayuna tranquila.
—Helen, ya
no lo invites más a desayunar. —Empezó a comer la tostada con cuidado para no
molestar a Elijah.
—Yo no lo
invito, llega solo.
—Mi
familia, mi casa, no necesito invitación.
—Nick,
vamos a poner un cartel en la entrada que diga que se prohíbe la entrada a los Alextianes…
—Alexander rodó los ojos.
—Helen, que
lave la loza durante una semana, mínimo. —Garreth echó a reír, los demás lo
miraron.
—Lo siento,
es que no estoy acostumbrado a esto en casa… allá todo está triste y ustedes me
hacen reír con sus peleas infantiles.
—Quédate a
vivir con nosotros, Garreth, y cuando vuelva Leah también. —Nicholas habló
mientras se sentaba de una y otra manera, no podía estar quieto—. Para que no
seas un estirado como Thomas.
—Yo no soy
un estirado, Nicholas. —Los demás continuaron comiendo sin decir nada, Thomas
miró a Helen—. ¿Verdad que no lo soy?
—Claro que
no, solo tienes mucha responsabilidad en tus hombros.
—Y le
preguntas a la huraña…
—Una semana
lavando la loza, desayuno, almuerzo y cena.
—Pero ¿por
qué? —Narel reclamó, Alexander a su lado sonrió—. Si solo fue una broma, Helen.
—Una
semana.
—¿Me estás
preparando otra tostada?
—No. —Alexander
contestó sin darle importancia y siguiendo con lo que hacía.
—¿Por qué
tú si puedes comer más?
—Porque yo
hago ejercicio, tú solo te sientas a ver tele con Nicholas y comes.
—Pero… —Alexander
partió la tostada por la mitad y se la pasó—. Gracias. —Narel le sonrió cuando
la miró.
—Solo
porque es tu cumpleaños.
—Mañana
también estoy de cumpleaños. —Alexander le besó la frente y continuó comiendo.
**********
Se quedaron
en la sala viendo televisión y jugando, como Narel le había dicho a Alexander,
no tenía ganas de salir a ningún lado por su cumpleaños, quizás después podrían
ir al acuario como le dijo o a otro lado. Pero en ese momento solo quería estar
rodeada de ellos. No tenía ganas de separarlos, estaban en plenas fiestas de
fin de año y ellos seguían con su hermana perdida y con noticias a medias.
Mejor que estuvieran juntos en esas fechas tan familiares. Ashley llegó antes
del mediodía y se sentó en el suelo, junto a Narel, separándola de Alexander, a
jugar Monopolio. Pasarían un día en familia hasta la tarde, cuando Helen
repartiría el pastel. A los pocos minutos de la llegada de Ashley, Alexander
fue a buscar a sus hijos, quería que estuvieran allí por un rato, compartiendo
con la familia. Ashley fue la primera en notar que solo llegó con los niños,
llamando su atención, pero nadie comentó nada.
—¿Qué vas a
querer de almuerzo? —Alexander se sentó tras Narel, que jugaba a las cartas
sentada en el suelo alrededor de la mesa de centro con los demás, Elijah estaba
con Joshua, sentados cerca viendo televisión, Garreth tenía en sus brazos a Stephanie
mientras jugaba a las cartas, Helen y Thomas en el sillón, Nicholas y Ashley
también estaban en el juego. Alexander se apoyó en el costado de Narel y la
rodeó con un brazo, le besó el cuello.
—Cualquier
cosa que se coma —respondió y alzó los brazos, había ganado—. Volví a ganar,
perdedores. —Alexander rodó los ojos.
—¡Queremos
pizza! —Nicholas se puso de pie y gritó.
—Ya comiste
pizza esta semana. —Alexander lo miró frunciendo el ceño—. Y no te pregunté a
ti.
—¡Queremos
pizza! —Volvió a gritar—. ¡Pizza! ¡Pizza! ¡Pizza! —Continuó gritando y se le
lanzó encima a Alexander, tratando de hacerle una llave, pero el mayor lo tomó
de un brazo y lo inmovilizó por la espalda.
—Eres un
debilucho, Nicholas. —Alexander sonrió, Stephanie gritó por la risa que tenía
al ver la pelea de su padre, este sonrió más. Garreth también rio.
—Nar,
necesito ayuda… —Nicholas susurró, la mencionada estaba repartiendo las cartas
para una nueva partida, los miró de reojo, dejó la baraja sobre la mesa y
volteó, dejando una pierna entre las de Alexander y enterrándole los dedos en
las axilas, él soltó a Nicholas al instante.
—Deja de
defenderlo siempre —reclamó, aunque Narel usó la técnica que ellos le habían
enseñado y lo tomó de un brazo para inmovilizarlo desde atrás, pero Alexander
la intentó tomar de la espalda y arruinó su idea, comenzaron a forcejear y Narel
terminó sentada encima del estómago de él, le dejó los brazos sobre el cuello,
afirmándolos con fuerza y sonrió.
—Gané. —Vio
a Alexander sonreír.
—Se nota
que al bobo le encanta jugar contigo a las peleas. —Ashley habló al mirarlos, Narel
se relajó al no entender y aflojó el agarre al mirarla. Alexander aprovechó el
momento, se soltó y la giró, quedando él encima y tomándole las manos por sobre
la cabeza. Narel frunció el ceño al verse atrapada y por estar perdiendo.
—Podemos
jugar a esto todo el día si quieres… —Alexander le susurró, acercándose para
besarla, Narel se sonrojó al entender lo que decía Ashley—. ¡Auch! ¡Auch! —Thomas
le jaló la oreja a Alexander y la soltó. Ella se sentó, Garreth se carcajeó.
—Al final
ganó el estirado —dijo Nicholas y se sentó junto a Narel, Thomas lo miró
frunciendo el ceño, Helen, que veía todo, sonrió. Alexander se pasó la mano por
la oreja, la sentía arder—. Queremos pizza, Alex…
—Bien,
bien, pediré pizza…
—¡Una
gigante solo para mí! —Nicholas alzó los brazos con claros signos de felicidad.
—Yo también
quiero una gigante solo para mí.
—Pediremos
para todos. —Pero, para sorpresa de todos, fue Thomas quien puso los límites—.
A Alexander pueden usarlo como ustedes dos quieran, pero ahora estoy yo y, como
dicen, soy un estirado que aquí manda.
—Hazle una
llave a Thomas, Nick. —Alexander sonrió de medio lado al mirarlos, tanto Nicholas
como Narel lo miraron con el ceño fruncido.
—Vamos a
seguir jugando, Nick. Mañana pondremos el cartel de que se prohíbe la entrada a
los Alextianes. —Volvieron a sentarse alrededor de la mesa, Narel tomó la
baraja y comenzó a repartir. Alexander sonrió, se le acercó por la espalda y se
acomodó tras ella abrazándola, con las piernas y los brazos. Thomas llamó a la
pizza.
—No pondrás
ese cartel, no puedes vivir sin mí. —Alexander le besó el cuello.
—Déjame
tranquila, necesito concentración para seguir ganándole a los perdedores. —Alexander
sonrió por ese espíritu competitivo, dejó su mentón en el hombro de Narel y se
quedó mirándolos jugar.
Al final había
sido buena idea quedarse en casa con la familia, todos estaban disfrutando de
algo que de hace rato no hacían, a pesar de que no estaban completos, al menos pudieron
pensar en otras cosas que no fueran la muerte de su madre y el secuestro de Leah.
A Thomas le agradó la situación, por eso los miraba y sonreía de vez en cuando,
no los había visto tranquilos y contentos de hace mucho rato, además Garreth
estaba sonriendo bastante y eso era lo que más le gustaba, su hermano era el
más triste de todos con lo que sucedía. Cuando la pizza llegó, la más feliz de
todos fue Narel, ya que no habría loza que lavar.
La tarde
continuó parecido a lo que llevaban de día, hasta que llegó el momento del
pastel, en donde Ashley pidió hacer un brindis con algún tipo de alcohol. Helen
le dijo que no, pero su hermana insistió en que fuera la cumpleañera la que
decidiera, pensando que al ser ya mayor de edad haría ese tipo de cosas. Narel
pidió pastel con chocolate caliente, algo nada raro para los demás. Ashley
suspiró, aquello era peor que un cumpleaños infantil, de todas maneras, se
quedó celebrando porque todos la estaban pasando bien.
Garreth se
sentó junto a Thomas, en el sillón, que estaba mirando y anotando algunas cosas
que sacaba del periódico. Helen estaba con Ashley en el otro sillón hablando
mientras observaban a Elijah jugar con Nicholas. Narel y Alexander estaban
sentados en el suelo, junto a la mesa de centro, ella tenía en sus brazos a Stephanie
y le daba biberón, mientras que Alexander tenía a Joshua, dándole de comer
pastel.
—Ellos
parecen una familia. —Garreth le comentó a Thomas, interrumpiendo al mayor que
miró en dirección a donde su hermano miraba—. Se ven bien…
—Lo sé,
igual que Helen también lo sabe, por eso no les ha dicho nada aún. —Thomas se
fijó que los dos sonreían mientras hablaban, realmente brillaban.
—Alex se ve
demasiado feliz… —Lo miraron darle un poco de pastel a Joshua, después a Narel
y luego para él—. Me tocó un hermano muy estúpido. —Thomas sonrió por aquello—.
Siempre la tuvo allí, frente a sus ojos… Es muy estúpido. ¿Crees que les
funcione todo bien?
—No lo sé,
pero espero que sí… —Thomas notó que Garreth sonreía al verlos—. Sino todo esto
que vez, se va a derrumbar…
—No se han
dado cuenta de que lo que está a su alrededor también se perderá si ellos pierden…
—Claro que
no, en estos momentos solo están pensando el uno en el otro, para ellos no
existe nada más que lo que están viviendo, aún no han tenido mayores
complicaciones, apenas están empezando, viviendo por todo el tiempo que estuvieron,
pero al mismo tiempo no estuvieron…
—Alex está
acostumbrando a sus hijos con Nar.
—Sí, pero
eso no es problema, ella se lleva bien con los niños, tiene ese toque. —Garreth
sonrió más al verlos, Alexander le había dejado la punta de la nariz con crema
del pastel, ella lo miró frunciendo el ceño. Joshua imitó a su padre y le dejó
crema en la mejilla, pero a diferencia del mayor, al niño le sonrió. Alexander
le limpió la cara y le besó la punta de la nariz, Joshua la abrazó—. El
problema será la abuela de los niños… Ese será el único y gran problema.
—¿Tú crees
que hará algo? —Garreth miró a Thomas—. Es una señora rara, pero ¿por qué
podría meterse?
—Helen
tiene una teoría, sabes que cuando supieron que Alex había embarazado a Marianne
hicieron todo lo posible porque se mantuvieran juntos sin importar nada. —Garreth
asintió, él estaba pequeño, pero lo recordaba porque vio a su hermano mal por
todo eso, Alexander había perdido una parte de su vida cuando todo eso pasó y
no lo volvieron a ver sonreír como antes—. Helen piensa que está interesada en
el dinero de Alexander, por eso cuando hicieron la ceremonia de unión, pedí que
todo fuera por separado, si se llegan a separar o algo, a Marianne no le tocará
nada de la parte de Alexander. Solo a los niños, que obviamente no dejaría
afuera porque son mis sobrinos.
—¿De verdad
crees que pueda ser algo como eso?
—No lo sé,
pero si Helen tiene ese presentimiento, prefiero escucharla. Las mujeres tienen
ese sexto sentido que casi nunca se equivocan. Prefiero prevenir y Alexander
estuvo de acuerdo. Yo no tengo nada en contra de Marianne, es una muy buena
persona, pero es su madre la que no tiene escrúpulos. Y estoy más que seguro
que el teléfono de Alexander no ha dejado de vibrar, por eso lo tiene en el
bolsillo en silencio y ni siquiera lo ha tomado para ver la hora. La madre de Marianne
ejerce demasiada influencia en ella, si no fuera de esa manera, estoy seguro de
que ahora no estaríamos viendo a esos dos bobos brillar así. —Garreth volvió a
mirarlos, habían cambiado y Alexander cargaba a Stephanie dándole crema del
pastel y un poco de bizcocho ya que apenas estaba comiendo molidos y picados, y
Narel tenía a Joshua, jugando con las manos y cantando canciones infantiles.
—La noche
de Navidad, cuando Alex se quedó a dormir y nos quedamos los tres en la
habitación de Nick, me dijo que quiere empezar a hacer los trámites de
separación. Está decidido y piensa que Marianne lo entenderá. ¿Tú crees que sea
así? ¿Qué ella lo entienda?
—No lo sé,
como te dije, ella es muy manipulable por su madre. Al principio lo entendía,
era solo una niña cuando tuvo a Josh, pero ya han pasado los años y sigue igual.
Ya debería tener más que claras las cosas y no lo parece.
—¿Piensas
que ella puede querer, pero su madre no?
—Eso mismo
creo. Helen me dijo que no me preocupara por Marianne, por sus sentimientos,
porque dice que ella no ama a Alex, solo le tiene cariño por lo que han pasado.
Y no lo sé, en parte creo que tiene razón, cuando nos enteramos de lo que
sucedió con Leah, ella vino porque su madre le dijo que su deber como esposa
era estar al lado de Alex, no porque realmente le naciera. Cuando falleció
nuestra madre fue algo similar, ella no quería estar aquí, se sentía incómoda…
—¿Crees que
sea porque Nar tiene más llegada con nosotros?
—Narel la
evita, ella trata de no estar cuando llega Marianne, cuando vivía con sus
padres simplemente no se aparecía, ahora que vive aquí, se va a otro lado, pero
le da su espacio. Narel sabe cual es su lugar en nuestras vidas y cuando Marianne
llegó, se dio cuenta con esa loca manera de pensar, que debía darle el espacio,
no el que ocupa ella, pero sí uno similar junto a Alex. También hubo un momento
en que pensé eso, cuando Alex nos contó que la había embarazado, sabes que eso
fue casi instantáneo, la conoció y la embarazó, fue el mayor estúpido de todos
los tiempos… Pero Narel comenzó a alejarse de a poco, primero de Alexander y
luego de nosotros, los demás… Y así entendí que el problema no era Narel, sino
que Marianne, es a ella a la que no le gusta… No lo sé, todos somos diferentes,
a Marianne nunca le faltó cariño de su familia, siendo hija única. En cambio Narel creció con nosotros, nosotros
fuimos su familia, se la pasaba sola en casa…
—Sí
recuerdo eso, siempre estaba con nosotros, no recuerdo cosas que no hiciéramos
con ella, pero dejó de venir a casa a jugar y siempre inventaba excusas para
estar lejos. Viajó más seguido a Canadá también.
—Fue porque
se dio cuenta de que estaba enamorada del estúpido y el estúpido había elegido
a otra, y ella comenzó con su plan de irse de Londres. Tenía Escocia y tenía
Canadá…
—Y ninguna
le dio resultado.
—Cuando se
enteró que había sido aceptada en Glasgow, fue cuando me dijo que solo quería
irse de Londres para no saber de Alexander, que estaría para él como siempre,
pero mejor de lejos. Alex se comportó como todo un patán muchas veces con ella,
cada vez que la invitaban a salir…
—Sí
recuerdo a los golpeados. —Garreth sonrió por el hermano que tenía, había dado
buenos golpes y muy, pero muy pocos recibidos.
—Y él ya
tenía a Marianne, pero no dejaba que Narel siguiera con su vida, por eso yo le
dije que se fuera a Glasgow y que no mirara a atrás, que buscara su futuro
lejos de Londres. Alex tiene eso de que la hace brillar, pero al mismo tiempo
es quien la apaga. Él no se medía, a veces salía con Marianne y se topaba con Narel
y con alguno de los chicos que no se enteraba que la invitaban a tomar helado, y
no le importaba estar con Marianne a su lado para ir a separar a Narel, no la
dejaba tranquila hasta que ella se despedía y luego la iba a dejar a la casa. —Thomas
sonrió, de verdad que su hermano era un estúpido, amándola siempre y eligiendo
a otra—. Narel volvió mucho antes de lo previsto de Canadá, por lo que pasó,
pero no le dijo nada a Alex porque quería descansar de él. Y también está el
accidente de la moto… Alex hubiera hecho desaparecer todas las motos de la
Tierra si hubiera podido. Creo que los dos han tenido mucha suerte al tenerse,
ambos se hacen bien, pero no tomaron buenas decisiones. Siempre pensé que Alex
sería un caso perdido ¿recuerdas cuando incendió las cortinas de la casa?
—Ambos sonrieron por eso—. Siempre estaba haciendo estupideces…
—Pero con
ella hacía más.
—Fuera de
la casa, todo lo que hacían era fuera de la casa, y no eran cosas tan graves.
Ella tiene maldad, pero es de otro tipo. Alex comenzó a cambiar cuando la
conoció, puede decirse que maduró un poco, le dio sentido a su vida el querer
cuidarla y yo lo dejé, solo que no supe en qué momento terminaron así. Siempre
pensé que terminarían juntos, pero no de esta manera.
—Fue por
eso por lo que cuando lo obligaron a sentar cabeza con Marianne, una parte de
él se murió.
—Murió la
parte que le daba sentido a su vida, porque para poder cumplir con sus
obligaciones, debía perder lo que amaba. Y de a poco eso se fue agrandando y
agrandando, hasta llegar al punto que no podía ver a Narel con ningún chico,
que ni siquiera la saludaran. No quería perderla y no sabía cómo retenerla,
ella se le iba por el error que cometió. Y se sintió perdido.
—Alex me
mostró el colgante que le dio para Navidad…
—Llevaba
semanas peleando para que lo hicieran así. —Thomas sonrió, esa era la
diferencia entre Narel y Marianne con respecto a Alexander.
—Eso es
¿verdad? —Thomas lo miró sin entender—. Lo que hace diferente a una de la otra,
Nar lo conoce, Marianne no se ha dado el tiempo de entenderlo, simplemente
asumió que debía ser buena madre y esposa.
—La
diferencia está en que Narel lo ama, Marianne solo le tiene cariño. Mira esto. Helen,
amor… —Thomas la miró, Helen dejó de conversar con su hermana para prestarle
atención, al igual que Ashley—. Si hubiera un accidente y solo tú estás bien, a
quién salvarías ¿Elijah o a mí?
—A Elijah,
obviamente. —Thomas sonrió y miró a Garreth.
—Eso es
amor maternal —le dijo, su hermano sonrió más—. Y nada de amor por mí, a mi
esposa no le importa si yo vivo o muero…
—Yo los
salvo a los dos Thomas, no te preocupes, dejamos a la huraña en el accidente y
nos vamos los tres. —Narel se metió en la conversación, Helen le lanzó un
cojín, Ashley se echó a reír, Alexander la golpeó con el mismo cojín que le
había lanzado Helen.
—Y eso sí
es amor de verdad. —Thomas continuó hablando con Garreth mientras los dos
reían.
—Y si yo estuviera
en un accidente ¿qué harías? —Alexander le preguntó, los demás los miraron.
—Te dejo
morir, acabas de golpearme con un cojín, y me aseguro de que estés bien muerto
antes de irme. —Garreth se echó a reír por eso.
—Me
cambiaste por Thomas…
—Yo no te
cambié por nadie, solo lo salvé porque la malvada de Helen lo dejó morir.
—Entonces…
Si Josh y yo estuviéramos en un accidente… ¿a quién salvas?
—Al que
tenga mayores posibilidades de vida. —Garreth soltó otra carcajada, Ashley lo
acompañó.
—Eres
imposible…
—Obviamente
a los dos, torpe. ¿Cómo podría elegir a uno por encima del otro si los dos son
igual de importantes para mí? —Narel abrazó a Joshua que lo tenía en sus
piernas—. Si sabes que amo a tus bebés con todo mi corazón.
—Esa es la
diferencia. —Thomas miró a Garreth y ambos sonrieron. El menor comprendió lo
que pasaba y entendió que su hermano los apoyara. Aun así, Alexander siguió
siendo un estúpido frente a sus ojos.
—¿Y al bobo
lo amas con todo tu corazón? —Ashley preguntó, Alexander la miró fijamente, era
su oportunidad para que ella se lo dijera.
—Claro que
no, si me golpeó con un cojín, ya ni siquiera lo quiero medio centímetro. —Alexander
frunció el ceño.
—Creo que
le haré caso a Nick y me vendré a vivir a Londres. —Thomas sonrió por eso, a él
le encantaba la idea de tener a todos sus hermanos cerca.
—Esta es tu
casa, Garreth. Puedes quedarte para toda la vida. —Alexander se levantó, con Stephanie
en los brazos.
—Iré a
dejar a los niños al departamento, se está haciendo tarde —dijo y Narel se
levantó con Joshua en los brazos.
—Bobo, ¿me
dejas en mi casa? —Ashley le preguntó sentada junto a Helen.
—Claro que
no, tienes piernas y puedes caminar. —Narel buscó la ropa abrigadora de los
niños y comenzó a ponérsela a Joshua.
—Entonces
me quedaré y dormiré con mi muñequita mientras vemos fotos de los chicos guapos
de la universidad. —Alexander frunció el ceño al mirarla, Narel le quitó a Stephanie
de los brazos para abrigarla.
—Te doy dos
segundos para que estés en el auto. —Ashley se levantó rápido y fue al armario
por sus cosas, Alexander se dio cuenta que Narel tenía a Stephanie en sus
brazos mientras la abrazaba, los dos niños estaban listos—. Voy por mi abrigo y
me ayudas a llevarlos al auto.
—Bueno…
—Nos vemos
después, muñequita mía. —Ashley la abrazó y le besó la mejilla.
—Deja de
decirle así. —Alexander reclamó al verla pasar, tomó a Joshua y salió, Narel lo
siguió con Stephanie. Ashley se subió al copiloto mientras ellos acomodaron a
los niños atrás—. Voy a volver en un rato.
—Bueno… —Alexander
la besó.
—Entra,
está casi nevando y no te pusiste nada encima, ya se te puso la nariz roja.
—Ya vete.
—No hasta
que entres. —Narel entró y Alexander se subió al auto, soportando las miradas
que le daba Ashley.
—Eres el
rey de los bobos, bobo. —Ashley sonrió, Alexander suspiró. Le hubiera
reclamado, pero ella tenía razón en cada palabra dicha, él era el rey de los
bobos.
**********
Cuando Alexander
volvió, no había nadie en la sala. Escuchó algo de ruido en la cocina y se fue
para allá, encontró a Narel, con pijama completo y que la tapaba entera,
frunció el ceño, todos los días andaba solo con la camiseta del Manchester y
ese día, que él se quedaba, se cubría entera. Garreth, que estaba con Narel
sentado a la mesa, lo miró y sonrió, había leído los pensamientos de su
hermano.
—¿Y ese
pijama?
—Me lo
regaló Thomas, está bonito. —Se puso de pie para mostrárselo—. Mira, tiene
autitos. Lo tengo que usar cuando vengas.
—¿Por qué
cuando venga?
—No lo sé,
fue lo que dijo Thomas. —Alexander la tomó por la cintura y la besó, después
hablaría con su hermano—. Estás helado, ¿te viniste caminando? Tienes la cara
roja… —Le tomó el rostro con las manos—. Torpe, vas a enfermarte… Ven, toma mi
chocolate caliente para que entres en calor. —Narel le agarró la mano y lo
sentó donde ella estaba.
—¿Qué vas a
hacer?
—Servirme
un chocolate y pastel…
—Si sigues
comiendo así, no vas a entrar en ese pijama. —Garreth se rio, otra vez estaban
discutiendo por estupideces.
—No
importa, Thomas me regalará otro de mi talla extragrande para cuando eso pase.
—Le dejó un trozo de pastel a Garreth y otro a Alexander—. Si querías ¿verdad?
—Él asintió y comenzó a comer, Narel se giró por su taza y la dejó en la mesa. Alexander
le tomó la mano y la sentó junto a él. Ella lo miró frunciendo el ceño, faltaba
su trozo de pastel.
—Es tarde
para que estés comiendo tanta azúcar, después no vas a poder dormir. Mejor
compartamos este que me serviste.
—Bien… pero
sin trampas, será mitad y mitad.
—Deja de
reclamar, si siempre terminas comiendo más tú.
—¿También
le estás haciendo caso a Alex ahora? —Garreth la miró al preguntarle.
—Claro que
no, yo no le hago caso a nadie…
—¿Y por qué
estabas lavando la loza? —Narel frunció el ceño, por eso prefería a Nicholas y
no a esos dos.
—Porque
vivo aquí gratis… —Los dos comenzaron a reír—. Había olvidado lo antipáticos
que son ustedes cuando están juntos…
—¿Quiénes
son antipáticos? —Thomas entró a la cocina y los vio a los tres sentados a la
mesa, Garreth y Narel con el pijama que les regaló con autitos, sonrió al
verlos.
—¿Por qué
le dijiste que tenía que vestirse así cuando yo venga?
—Para que
no te estreses discutiendo con ella por la camiseta del Manchester. —Thomas
sonrió más al mirarlo.
—Eres un
pesado, Thomas.
—¿Quieres
pastel con chocolate, Thomas? —Narel le preguntó al mirarlo.
—No, ya fue
suficiente por hoy. —Se sentó junto a ellos a la mesa—. No comas tanta azúcar
tan tarde que después no vas a dormir.
—Es de Alexander.
—Dejó el plato con el pastel más cerca del mencionado, él y Garreth la miraron
y sonrieron.
—Ya te
comiste más de la mitad.
—Por eso,
ahora es tuyo, queda tu parte. —Thomas sonrió—. ¿Vas a dormir con Garreth?
—Voy a
dormir contigo, como estás de cumpleaños, tengo permiso.
—¿Es eso
verdad, Thomas? —Miró al mayor, este asintió—. ¿Por qué no me preguntaron a mí
si quería dormir con él? —Garreth volvió a soltar una carcajada.
—Vendré a
vivir a Londres.
—Eso es
genial, Garreth, así aprenderé francés contigo. —Alexander notó que la sonrisa
de Narel era casi de oreja a oreja, frunció el ceño.
—Yo puedo
enseñarte francés, no molestes a Garreth.
—Tú no
sabes ni español.
—¿Para qué
quieres aprender francés si no te gusta?
—Para
agregar otra cosa a mi aprendizaje profesional. —Alexander rodó los ojos.
—Hablando
de eso. —Thomas tomó la palabra, captando la atención de todos—. Hay una cosa
de la que quiero hablarte, aprovechando que estamos los cuatro…
—¿Vas a
echarme de la casa ahora que Garreth se venga a vivir a Londres?
—No es
necesario, duermes conmigo. —Alexander lo fulminó con la mirada.
—Eres un
amor, por eso aprenderé italiano para hablarte en italiano.
—Ya basta…
Puedes hablar conmigo en todos los idiomas que quieres…
—No sabes
español, mi idioma natal…
—Ni recuerdas
como hablarlo.
—¿No la has
escuchado hablar con las mellizas en español? —Thomas le preguntó a Alexander,
este lo miró sorprendido y negó con la cabeza—. Deberías ponerle un poco de
atención, lo sigue hablando perfecto. Y deja de ser tan bobo o dormirás con Garreth…
—Thomas,
¿también le compraste un pijama de autitos a Alex? —Narel consultó, ya que a
todos le había comprado el mismo.
—Sí, se lo
pasaré ahora para que duerma con ese. —Narel le sonrió al mayor y miró a Alexander.
—Te vas a
ver muy lindo. —Garreth volvió a reír a carcajadas, Alexander frunció el ceño.
—Entonces…
—Narel volvió a mirar a Thomas—. ¿Vas a echarme de la casa?
—No, claro
que no, pero vamos a hablar de eso después. —Alexander lo miró extrañado, Garreth
también, no podía ser posible que Thomas quisiera echarla—. Es sobre los
trabajos que andas buscando…
—Ah, eso…
No importa, Thomas. Si puedo trabajar hasta de mesera para ir juntando algo de
dinero, mientras no me hagan lavar la loza, no me importa.
—Silencio.
—Thomas le puso un dedo en los labios—. ¿Por qué la dejaste comer azúcar tan
tarde si sabes cómo se pone?
—Le quité
el plato de las manos, ¿qué más podía hacer? —Thomas rodó los ojos.
—Déjame
hablar y después reclamas todo lo que quieras, ¿bueno? —Narel asintió moviendo
la cabeza—. Quiero que trabajes con nosotros, en la empresa. Silencio. —Narel
frunció el ceño porque no la dejó decir lo que pensaba—. Esto yo ya lo hablé
con Alexander y está de acuerdo, lo hablaría con Garreth, pero ya que estamos
aquí todos, quiero saber qué opinan. ¿Quieres trabajar con nosotros?
—Yo quiero
una secretaria de rizos. —Garreth asintió al hablar, mostrándose de acuerdo.
—No será tu
secretaria, Garreth. —Alexander lo miró con el ceño fruncido—. Será la mía.
—No será la
secretaria de ninguno de los dos, zánganos. —Thomas los miró con enojo y los
silenció—. Vas a trabajar de lo que estás estudiando. ¿Te gusta la idea? —Narel
asintió, no sabía si podía hablar ya que Thomas los miraba con dureza—. Ya
puedes hablar. —El mayor sonrió.
—Si quiero,
Thomas. Sabes que sí. Pero tengo una pregunta, dos preguntas. —Thomas rodó los
ojos—. Pregunta para Garreth…
—No vas a
ser su secretaria. —Alexander interrumpió al mirarla.
—No es eso,
guarda silencio. —Narel miró a Garreth—. ¿Estás de acuerdo con eso, con que yo
trabaje con ustedes?
—Claro que
sí, ¿por qué no lo estaría?
—Porque es
lo mismo que hace tu padre… y lo que harás tú luego que estudies.
—No te
preocupes por eso. —Garreth sonrió—. He estado pensando que mejor estudio otra
cosa, relacionado con lo mismo, pero en otro campo. Es decir, Thomas casi tiene
sus maestrías en economía, Alex tendrá su ingeniería civil, tú vas a estar
viendo la parte de informática, software y computación, y últimamente me ha
estado gustando bastante el mundo de las empresas, como llevarlas y como
hacerlas funcionar, ya no quiero estudiar lo mismo que mi padre. —Thomas sonrió
por eso, porque su hermano estaba buscando su futuro.
—¿Cuál es
la otra pregunta? —Alexander la miró, ella sonreía al ver a Garreth. Sabía que
era porque estaba eligiendo un futuro no dictado por su padre, aun así prefería
que no lo mirara tanto.
—Esa es
para Thomas. Solo acepto el contrato si va con una máquina de chocolate
caliente.
—Sigue
buscando trabajo de mesera. —Thomas sonrió al mirarla, la abrazó y la besó en
la cabeza, frente al enojo de Alexander—. Cuando la empresa crezca un poco más
y podamos arrendar también la oficina de al lado para que todos estos zánganos
tengan su lugar, tendrás todas las máquinas que quieras.
—¿Una de
pasteles también? —Thomas sonrió al abrazarla más.
—Todas las
que quieras.
—Ya, fue
mucho abrazo. —Thomas lo ignoró y le volvió a besar la cabeza—. Ya, Thomas, fue
mucho.
—¿De verdad
quieres a ese odioso como novio? —Narel miró a Alexander desde los brazos de Thomas
y le sonrió.
—Sabes que
sí. —Alexander sonrió de oreja a oreja—. Pero no se puede porque es mi
imposible. —Garreth echó a reír al ver el ceño fruncido de Alexander.
—Vamos a
dormir, que es tarde. —Thomas volvió a besarle la cabeza y se levantó—. Mañana
hablamos por el asunto de que te vayas de casa.
—¿Vas a
echarla de verdad? —Garreth preguntó sorprendido, Alexander también lo miró.
—Eso no es
problemas de ustedes. —Les sonrió a ambos y salió de la cocina.
—Bien, voy
a lavar lo sucio para que Helen no se enoje conmigo. —Comenzó a recoger las
cosas y se puso a trabajar.
—Vete a
dormir. —Alexander miró a Garreth y le habló en susurro, este sonrió.
—Quieres
quedarte solo con ella.
—Sí, vete a
dormir. —Garreth sonrió más y se levantó.
—Buenas
noches, Nar. —Le besó la cabeza, ya era más alto que ella, pero no más que Alexander
ni Thomas—. Mañana te sigo enseñando francés, cuando estemos solos… —Salió de
la cocina frente a la mirada de enojo de su hermano.
—¿Vas a ir
por tu pijama de autitos? —Alexander rodó los ojos y se acercó a ella, la
abrazó por la espalda.
—Después…
—contestó y le besó el cuello.
—Mejor
ayúdame, así termino más rápido. —Alexander continuaba besándole el cuello y
subiendo por la oreja.
—Es tu
castigo, no el mío.
—Tienes la
nariz helada aún. —Alexander le rozó con la nariz el cuello y le metió las
manos por el pijama.
—¿Por qué
quieres buscar trabajo? —Él se quedó pasándole los dedos por el vientre.
—Porque no
me gusta estar de vaga, estoy acostumbrada a tener mis cosas y compramos ese
departamento con Thomas y quiero recuperar ese dinero.
—¿Y qué
pasó con la feria de los tejidos? —Alexander notó que ella terminó de lavar, la
giró y la abrazó para seguir besándole el cuello, le metió las manos por el
pijama para acariciarle la espalda.
—Voy a
dejarlo para este otro año, ahora me dedicaré a tejer cosas para tener muchas
para la venta…
—¿Por qué…?
—Le besó la oreja, Narel lo abrazó por la cintura, él la presionó contra el
mueble.
—No alcance
a inscribirme… veré… veré si puedo para las de enero… Alex…
—No voy a
parar…
—Aquí no,
me da vergüenza. —Él la miró, estaba roja como un tomate, sonrió por eso.
—Por eso te
dije que nos fuéramos a un lugar solos los dos. —Le tomó la mano y se separó de
ella—. Vamos a dormir.
—Hay una
cosa que quiero conversar contigo. —Alexander entrecruzó los dedos mientras
subían, siempre le daba miedo cuando ella decía eso porque la imaginación que
tenía era demasiado grande.
—Ahora que
nos acostemos. Voy a ver por qué Nick tiene la luz encendida aún.
—Bueno,
bueno —dijo y se metió a la habitación.
Cuando Alexander
volvió, ella iba saliendo del baño lista para acostarse. Él cerró la puerta con
llave, no quería interrupciones, también quería conversar con ella por el
asunto de la casa, Thomas le dijo que primero le preguntara, tal vez él sabía
algo y mejor hablarlo. Narel se metió a la cama y se tapó hasta la cabeza, Alexander,
fue al baño, luego apagó la luz y se quitó la ropa, después se acostó junto a
ella, abrazándola por la cintura. Le besó la frente.
—¿De qué
querías hablarme? —Alexander preguntó, mejor salir lo más pronto posible de
cualquier ocurrencia de ella.
—De eso que
voy a trabajar, Thomas me dijo que lo hablara contigo… —Él la miró con
curiosidad, se supone que esas cosas debería hablarlas primero con él y luego
con quien quisiera—. Me gusta la casa de al lado de esta… —Alexander sonrió,
ahora entendía por qué su hermano le había dicho que lo conversara primero con
ella—. Quisiera comprarla… —Él comenzó a dejarle los rizos tras la oreja
mientras la miraba—. No ahora ya, pero sí más adelante… Pensando en los siete…
—Alexander sonrió más.
—Yo también
quiero comprarla… —Se acomodó en la cama para quedar a la misma altura, notó
que Narel lo miraba diferente, algo había cambiado.
—Ah… bueno…
entonces cómprala tú… La necesitas más… —Ella lo abrazó por la cintura, le besó
la mejilla y se acurrucó escondiendo la cara entre el cuello y el hombro de Alexander—.
Buenas noches.
—¿Qué te
pasó?
—Nada… me
dio sueño, hay que dormir. —Alexander la abrazó fuerte.
—¿Qué fue
lo que pensaste? —La conocía desde los casi doce años, sabía que la respiración
que tenía en ese momento no era para dormir, estaba agitada—. ¿Por qué te estás
escondiendo?
—Déjame
dormir… —Y allí estaba, la voz quebradiza que salía cada vez que aguantaba las
ganas de llorar.
—¿Qué
pensaste? ¿Qué la casa era para Marianne y yo? —Alexander sintió que ella lo
abrazó fuerte—. No te voy a negar que esa fue la idea al principio. —Alexander
estaba sin camisa, sintió en su piel las lágrimas de Narel, solo la abrazó
más—. Antes de besarte en el departamento… mucho antes de todo… cuando Thomas
comenzó a ver las casas y vimos esta, yo quise la de al lado para comenzar a
establecerme. Bien sabes que no me gustan los departamentos, igual que tú
pienso que son peligrosos para los niños. Pero a Marianne no le gustó la casa,
ella prefiere el departamento… No quiere estar cerca de mis hermanos… —Le besó
la cabeza, sintió los dedos de Narel recorrerle la espalda—. Así que desistí de
la compra por ella.
—¿Por qué
no me habías dicho eso? —preguntó, pero no salió de donde estaba escondida.
—Porque no
era necesario y dejó de ser importante… —Alexander la separó un poco de él,
aunque le costó, pero lo hizo. Le limpió las lágrimas—. Quiero comprar esa casa
para ti… para mí… para nosotros… nosotros y los siete…
—¿De
verdad? —Alexander notó que sus ojos volvían a la normalidad.
—Cuando me
dijiste el otro día que te gusta esa casa, simplemente lo decidí, hay que
comprarla. A mí también me gusta esa casa, así puedo tener a mis hermanos cerca
todo el tiempo. Tú sabes que no me quiero separar de ellos, que siempre han
sido todo para mí… Y los extraño… Tú me recordaste lo que es tenerlos siempre y
a todo momento… Había perdido eso y lo trajiste de vuelta y no quiero volver a
perderlo… Quiero enseñarle eso mismo a Josh y Steph, que sean así de unidos,
que siempre se apoyen el uno al otro… Ellos porque son los que tengo ahora, y
después para los nuestros…
—Yo… —Narel
lo miró, no sabía cómo hablarle—. Yo… siempre he querido que mis siete crezcan
rodeados de ustedes… Son lo más parecido a una familia que tengo, no quiero que
no los conozcan, quiero que estén presentes… Siempre y cuando ustedes quieran…
—Alexander sonrió y le besó la frente.
—¿Cómo no
vamos a querer? —Sonrió al preguntarle, esa boba siempre con sus tonteras—. Si
tú eres una Russ más de hace rato, parte de nuestra familia y nuestra casa… Thomas
y Helen te adoran, lo que no sé es si cuando tengamos a nuestros siete van a
ser sus nietos o sobrinos… —Él la vio sonreír, así le gustaba más—. Ya no
llores, estoy loco por ti, todo lo que me queda de vida solo la imagino
contigo… —Y mejor la besó, antes que le diera sueño de verdad y siguiera
imaginando cosas.
—Alexander…
—Dime…
—dijo mientras la besaba, no iba a soltarla.
—¿Por qué
estás sin ropa? —Alexander se encogió de hombros, ni besándola dejaba de ser
boba—. ¿Por qué no fuiste por el pijama con autitos?
—Eso no
importa… —contestó y se le acomodó encima—. La pregunta es ¿por qué tú sigues
con ropa?
—No vamos a
hacer esas cosas aquí… es la casa de Thomas… —Alexander le besaba el cuello y
le metía las manos por el pijama, ignorándola—. Alex…
—Eso no
importa… —Le subió las manos para quitarle la parte de arriba—. ¿Ya ves que tú
también quieres? Sino no te hubieras quitado eso… —Narel lo miró, Alexander
sonreía—. Ahora lo de abajo…
Y fue ella
quien lo besó, para terminar quitándose lo que les estorbaba. Alexander volvió
a acomodársele encima, ella lo abrazó y se le escondió entre en cuello y el
hombro. Él le dijo que no hicieran ruido para que los demás no escucharan, a
pesar de que solo se lo dijo para molestarla, fue él quien tuvo que aguantar el
grito cuando ella lo mordió en el hombro para no hacer ruido. Se dejó caer
encima, abrazándola fuerte, cuando terminó. Le dolía el hombro, menos mal que
era invierno y no se vería la marca. Buscaría la manera de estar solos o sino
terminaría morado por completo, y al parecer ella ni cuenta se había dado, ya
que le pasaba los dedos con suavidad por la espalda mientras la respiración le
iba volviendo a la normalidad. «Esa boba», pensó Alexander al acurrucarse
contra ella. «Si solo se diera cuenta de todo lo que provoca en mí».
—Mejor te
pones el pijama… —Alexander se había acostado junto a ella y le pasaba los
dedos por la cara, ella tenía los ojos cerrados—. No quieres que te vean sin
ropa si pasa algo ¿verdad?
—Ya están
acostumbrados… —Narel sintió que Alexander le apretaba la piel a la altura de
la cintura—. Es broma, torpe.
—Solo ponte
pijama y ya. —Ella abrió los ojos y se sentó, Alexander se quedó mirándola
mientras se vestía—. De verdad está lindo el pijama…
—Sí, es de
autitos, es lindo y hermoso. —Volvió a acomodarse como antes, él le besó la
frente—. Deberías ponerte el tuyo…
—Después… —Continuó
pasándole los dedos por la cara y la oreja, así se dormiría.
—¿Qué te
pasó en el hombro? —Alexander suspiró.
—Nada
importante, duerme que ya es tarde. —La sintió acomodarse entre sus brazos, su
respiración de a poco se fue volviendo pausada, él lograba sentir los latidos
de su corazón contra su pecho.
—No quiero
que te vayas mientras duermo…
—No lo
haré.
—¿Me lo
prometes?
—No me iré,
duerme tranquila. —Le besó la mejilla, no se lo prometería porque debía estar
temprano en el departamento, quizás sí tendría que irse mientras dormía.
**********
Aquella
mañana, Narel despertó y Alexander no estaba allí. Pensó que podría estar en el
baño o abajo desayunando, tomó el celular para ver la hora y se dio cuenta que
tenía dos mensajes de él. Lo siento, preciosa. Tuve que irme y no quise
despertarte. El segundo mensaje solo decía te amo. Narel suspiró,
fue cuando empezó a entender lo que le decía Thomas. Se levantó y bajó, de
seguro Helen ya tenía listo el desayuno. Aunque quedaba pastel y varias de las
cosas que hicieron con Garreth, sonrió, al menos no tendría que preocuparse por
comer.
—Buenos
días —dijo Thomas sentado a la mesa, Helen estaba junto a él.
—Buenos
días, Thomas, Helen. —Miró que en la mesa tenía de todo para comer, se fue a
preparar una leche.
—Buenos
días —respondió Helen—. ¿Vas a sacar de chocolate? Ayer traje de fresa.
—Solo
chocolate y vainilla, la de fresa es para el verano. —Helen suspiró. Narel se
sentó junto a ellos.
—Con Helen
tenemos que decirte algo. —Thomas la miró mientras se servía pastel.
—¿Es por
eso de que van a echarme de la casa? —preguntó al empezar a comer.
—Algo así…
—respondió Helen, también desayunando—. Queremos que te quedes a vivir aquí,
que ya no vuelvas al departamento. —Narel los miró.
—¿De
verdad?
—Ya llevas
dos meses viviendo aquí. —Thomas tomó la palabra, Narel notó que seguía con
ropa de casa. Tampoco iría a la oficina ese día—. ¿No crees que es más cómodo
que te quedes?
—A mí me
gusta estar aquí. —Ambos vieron que sonreía y brillaba—. Pero pondremos el
cartel de que se prohíben los Alextianes, por lo menos en las horas de las comidas.
—Helen y Thomas sonrieron por eso.
—¿Quieres
sí o no? —Helen le quitó el cuchillo de las manos, ya que iba a servirse más
pastel. Narel frunció el ceño—. No comas tanta azúcar, ya de manera normal no
te quedas quieta, con tanta azúcar no paras.
—Bien,
bien… Y sí quiero… Obvio que quiero quedarme aquí con ustedes a estar sola en
el departamento. ¿Qué haremos con eso, Thomas?
—Lo podemos
vender o arrendar, está equipado así que podremos cobrar más. La opción de
arriendo es buena, así se paga con eso el crédito que pedimos y tu ganancia
sigue siendo tuya.
—Hagamos
eso entonces, después que se pague lo podemos vender o seguir arrendando,
¿verdad?
—Sí, eso ya
será decisión tuya.
—¿Qué harás
con Alexander? —Helen le preguntó, ya que ella había decidido no vivir con
ellos por Alexander y por eso se decidió por el departamento.
—¿Qué con
él? ¿A qué hora se fue?
—Temprano
—contestó Helen—. Estaban anunciando un nevazón y prefirió irse antes, ya
estaba comenzando a nevar… Ahora ya está un poco más fuerte.
—Helen se
refiere a que ya no tienes problemas con ver seguido a Alexander…
—Ah, eso… —Narel
tomó un sorbo de leche, Thomas notó que estaba pensando, algo había sucedido
entre ellos la noche anterior—. Si llega a pasar algo en que no lo quiera ver,
siempre tendré el departamento… O mi casa… Puedo vivir con ustedes, pero los
dos saben que quiero comprarme una casa…
—Quiere
comprar la casa de al lado. —Thomas le dijo a Helen—. Para ser tu vecina toda
la vida.
—Claro, si
no puede vivir sin mí. —Narel le sonrió a Helen, esta suspiró frustrada—. Y
quiero hacer una puerta para comunicar los patios. Será lo más genial de la
vida, Helen.
—Bien, me
parece bien, así tendré niñera toda la vida.
—Qué
antipática eres, Helen. Solo por eso me quieres viviendo aquí.
—¿Y por qué
más sería? —Narel sonrió, ambas sabían que eso no era verdad, pero que la
invitaran a vivir allí simplemente la hacía feliz.
—Iremos por
el resto de las cosas que te queda en el departamento cuando deje de nevar. —Thomas
le besó la cabeza al levantarse—. Así te acomodas antes que acaben tus
vacaciones y después de Año Nuevo vemos lo del arriendo.
—Thomas.
—El mayor se detuvo antes de salir de la cocina—. Cuando tenga mis siete, ¿van
a ser tus sobrinos o tus nietos?
—Cuando
cumplas cien años, recién puedes empezar a preguntarme si te doy permiso de
tener hijos. —Narel sonrió por eso, no se lo esperaba, pero sonrió. Thomas
igual y luego salió de la cocina.
—Yo seré
tía.
—Les
enseñaré que te digan abuela. —Helen le apretó la mejilla, pero ambas sonrieron—.
Llamaré a Ashley para decirle, creo que tiene cosas en el departamento igual.
—Yo ya le
había comentado, pero es mejor que le digas para que vayan a buscar las cosas,
así hace algo productivo y ayuda.
—Bien, iré
a llamarla. —Narel se levantó, Helen la miró fijamente caminar a la puerta.
—¿No se te
olvida algo?
—No, nada.
—Dejó la mano en la puerta—. Helen, no seas mala…
—Mientras
más te demores, más cosas se juntarán. —Narel suspiró, se giró y fue a cumplir
su castigo de lavar la loza, mejor se comportaba o serían cada vez más días.
Tal y como
le dijo Thomas, fueron por el resto de las cosas luego que la nieve dejara de
caer tan seguido. Ashley también la acompañó, porque no tenía nada más que
hacer, porque tenía cosas aún y porque quería tratar de convencerla para salir
con Brandon y Ryan. A pesar de que siempre obtenía respuesta negativa, era
insistente. Y lo único que conseguía de Thomas, era que, si Narel aceptaba,
debía ir con Garreth. Ashley no tenía problema con eso, pero la idea era ir en
parejas y con Garreth, Ryan sobraría y si él sobraba, Brandon no iría. Una vez
que ya se rindió, se quedó en casa de Thomas viendo películas con Narel, Garreth
y Nicholas. De todas maneras, debía empezar a acostumbrarse, ahora se la
pasarían allí, aunque le pareció raro que Alexander no estuviera y que Narel
evitara hablar de él.
Al día
siguiente, Alexander llegó antes del mediodía y los encontró a los cuatro,
junto con Elijah, sentados en el suelo jugando cartas. Aunque su sobrino estaba
en las piernas de Narel, ya que era muy pequeño para entender el juego. Solo
había ido a dejar las cosas para la cena de la noche, para celebrar la Noche
Vieja y Año Nuevo, pero en ese paso se enteró de la mudanza. Antes de irse, fue
con Narel a su habitación para preguntarle por eso.
—¿Por qué
no me dijiste que te vendrías a vivir aquí?
—Fue algo
que me dijo Thomas ayer, pensé que ya lo había conversado contigo.
—No lo hizo.
—La miró con el ceño fruncido—. Debiste decirme, en el departamento podíamos
estar solos.
—Pero aquí
también te quedas a dormir y estás mucho, mucho rato.
—Solo
debiste decirme, si estamos juntos, debiste decirme. —Alexander notó, en la
cara de ella, que se estaba preguntando por qué—. Son decisiones que tenemos
que tomar entre los dos, para ver qué nos conviene más…
—¿Vamos a
comprar la casa de al lado entre los dos? —Alexander la miró sorprendido, eso
no se lo esperaba. Asintió—. Entonces nos conviene que esté aquí porque así
juntaré dinero más rápido para que la compremos.
—Pero por
eso no hay problema… Yo tengo mi herencia, con eso la compraría…
—Pero
dijimos entre los dos… mi herencia se fue en el departamento, tengo que hacer
algo para pagar mi parte…
—No es
necesario que hagas ninguna cosa…
—Entonces
solo será tuya…
—¿Y qué hay
de malo en eso? —Narel lo miró fijamente, no entendía por qué Alexander no
comprendía lo que trataba de decirle.
—Así no es
justo, si será de los dos, entre los dos la pagamos. —Alexander apretó los
puños, estaba comenzando a impacientarse.
—Mejor
hablamos después, se me hace tarde para ir a buscar a los niños y a Marianne.
—Como
quieras.
Narel giró
sobre los talones, abrió la puerta y salió, tan rápido que Alexander no tuvo
tiempo de hacer nada. Bajó corriendo, él caminó con cuidado. Narel se fue a la
sala, Alexander salió de la casa. No se hablaron hasta que se dieron el abrazo
de Año Nuevo, en donde solo se desearon lo mejor para el siguiente, luego de
eso cada uno por su lado.
No
volvieron a verse hasta que se le acabaron las vacaciones. Alexander los
esperaba en la entrada del colegio al que iba Nicholas, abrazó a su hermano y
luego se quedó mirándola. Él la extrañaba, pero ella nunca le demostraba
sentimientos similares. La abrazó, Narel le tomó la cara y lo besó. Ambos
llevaban gorros, Narel tenía guantes, había muy poca gente, Alexander se sintió
aliviado y sonrió al separarse. Caminaron tomados del brazo, él se fijó que a
ella se le había puesto la nariz colorada, últimamente estaba aguantando menos
el frío. Se quedó mirándola por un rato, esperaba que nada le estuviera
pasando.
—Voy a
volver a los entrenamientos ahora que ya se retome eso —dijo Alexander haciendo
sus cálculos, estaban en clases, los tres sentados al final de la línea, como
siempre.
—¿De
verdad? —Narel lo miró, ella ya había terminado los ejercicios y estaba
ayudándole a Ashley.
—Sí, ya es
tiempo de volver. —Alexander dejó de sacar sus cálculos para mirarla, ella le
sonrió—. Quiero que vengas a acompañarme, aunque sea los sábados.
—Si viene,
yo también vendré. —Ashley, al otro lado, interrumpió sin dejar de hacer sus
ejercicios, había entendido con la explicación de Narel y le estaba saliendo
fácil—. Así aprovecho de pasar tiempo con Brandon.
—Quiero que
estés conmigo, porque son cosas importantes para mí. —Alexander ignoró a Ashley
y continuó hablando mientras la miraba.
—¿Serán
bajo techo? —Alexander asintió, eso era raro que preguntara—. Entonces sí, iré
a acompañarte y como no habrá nieve, ni lluvia, podré seguir avanzando con las
cosas de la universidad. —Él sonrió por eso, porque lo acompañaría y porque no
dejaba de estudiar—. Para mí esto es importante porque le podré ayudar a Thomas
a que su empresa crezca más que el Universo completo.
—Yo solo
vendré los sábados, me aburre… Brandon aún no es tan importante como para darle
tanto tiempo… —Alexander y Narel la miraron—. ¿Pasas por mí los sábados,
muñequita mía, para que vengamos juntas? —Ashley miró a Narel y le sonrió, esta
asintió, luego la cuñada de Thomas la abrazó fuerte—. Gracias a ti ya hice todo
y miré los tuyos y están iguales, eres la mejor. —Alexander tomó la silla en
donde estaba Narel, y la arrastró a su lado.
—No es tu
muñequita.
—Ni tampoco
es tu novia. —Ashley arrastró su silla y se quedó junto a Narel, ella solo
suspiró.
—Voy a
buscarme otros compañeros de clases…
—Solo
dejemos que se vaya la horrorosa, nosotros dos estamos bien solos.
—Mejor deja
que se vaya el bobo, si solo nos hace perder el tiempo.
—¿De verdad
ustedes no están enamorados? —Los dos se sentaron firmes y la miraron, ella
comenzaba a guardar sus cosas porque la clase había terminado.
—Otra vez
con la misma tontera… —Ashley dejó que su frente golpeara con suavidad la mesa.
Alexander solo la miró, incrédulo—. ¿Cómo es posible que sigas pensando eso con
todo lo que ha pasado?
—Ustedes se
la pasan peleando, como todos los enamorados que no se dicen lo que sienten…
—Vas a
dejar de hablar con Nick de esas cosas. —Ashley se levantó y guardó sus cosas.
—¿Nicholas?
—preguntó Alexander al ponerse de pie para guardar lo suyo.
—Nick le
dijo a Nar que los que pelean se aman, y ahora ella piensa que eso es verdad.
—Vas a
dejar de hablar con Nicholas de esas cosas. —Alexander tomó su mochila y la de Narel
y se las echó al hombro—. Vamos a almorzar.
—Oye, bobo,
ya que estamos enamorados, lleva mi mochila también. —Alexander la miró
frunciendo el ceño, le agarró la mano a Narel, que le sonreía a Ashley por lo
que había dicho, y comenzó a salir de la sala con las dos chicas.
—¿Vamos a
comer pizza?
—No, vamos
a comer comida sana, llevas muchos días comiendo chatarra.
—¿Comida
china? —Alexander frunció el ceño—. ¿Lasaña? —Él negó con la cabeza—.
¿Fetuccini? —Alexander continuó con la misma postura—. ¿Calzone? —Narel notó
que no hubo cambios—. ¿Ensalada César?
—Eso vamos
a comer. —Narel se encogió de hombros, moriría de hambre.
—Todo lo
que te dije es saludable…
—Ajá.
—¿Por qué
no la dejas comer lo que quiera? —Ashley, que había estado escuchando mientras
enviaba mensajes por el celular, caminó junto a ellos.
—Porque la
quiero conmigo hasta el día en que yo muera, si sigue comiendo tonteras, se
enfermará de cualquier cosa y la perderé para no recuperarla nunca más. —Narel
lo miró, no se esperaba eso, había pensado que solo diría que era por pesado y
antipático.
—Vaya…
—Ashley también lo miraba sorprendida—. Eso sí que fue emocionante para venir
de un estúpido bobo como tú. —Alexander rodó los ojos y abrió la puerta del
comedor para que pasara Narel, luego cerró para que no entrara Ashley—. Qué
antipático eres, Russ.
—Bien, pero
iré a pedir una especial sin esas cosas que no me gustan —dijo y medio avanzó a
la caja—. ¿Tú vas a querer una normal o especial?
—¿Hay
comida que no te gusta, Nar? —Alexander sonrió por la pregunta de Ashley.
—Sí, unas
cosas no me gustan… Tanto así que se me olvida el nombre… —Miró a Alexander,
este suspiró por la boba esa, era porque no estaba acostumbrada a comer ese
tipo de cosas.
—Yo iré a
pedir, dos especiales sin anchoas y sin vinagre. —Narel le sonrió, él sí lo
recordaba—. ¿Qué vas a querer tú, Ashley?
—Lo mismo
que ustedes. Te esperamos en una mesa. —Ashley tomó a Narel de un brazo y se la
llevó, pero antes dejó que su amiga le pidiera las mochilas a Alexander—.
¿Sigue enojado porque te fuiste a vivir a casa de Thomas sin decirle?
—No lo sé.
—Narel se acomodó en la mesa, dejando las mochilas en las sillas, Ashley se
sentó al frente suponiendo que Alexander se sentaría al lado de su amiga—. No
habíamos hablado hasta hoy.
—¿De verdad
el bobo aguantó tanto tiempo?
—Mi
teléfono estaba apagado y lo olvidé… —Ashley quiso golpearla—. Me acordé anoche
y lo dejé cargando.
—Eres una
boba, por eso Alexander se cansa. —Narel la miró, Ashley deseó saber qué
pensaba.
—No fue
tanto, solo cuatro días. En donde pudo estar tranquilo con su familia, como le
corresponde. —Ashley la miró fijamente, con esa respuesta supo que el teléfono
no se había olvidado por sí solo, sino que fue intencional.
—¿Lo amas, Nar?
—No lo sé…
—La repuesta fue rápida, según Ashley. Ella sabía que, si le preguntaba a Alexander
lo mismo, él le diría de inmediato que sí.
—¿Cómo no
lo sabes? —A pesar de que siempre estuvieran discutiendo, ella no quería que Alexander
sufriera, aunque se lo mereciera, no quería que se sintiera mal. Y estaba
segura de que Narel pensaba lo mismo.
—Es decir… ¿cómo
puedo saber eso? Es la primera vez que me siento así, no sé si es amor o qué
cosa. —Ashley entendió, Narel siempre pensaba las cosas de manera diferente, y
allí estaba el más claro ejemplo—. Cuando fui a Canadá, me dijeron que estaba
enamorada de Alexander, Helen y Thomas también lo dicen… Pero ¿cómo saberlo si
es algo que nunca viví? Solo sé que quiero verlo feliz siempre, que no esté
triste ni que llore… no quiero volver a verlo llorar nunca más en la vida… Y
voy a hacer siempre hasta lo imposible para verlo bien y feliz…
—Últimamente
ha estado muy feliz.
—Nick me
dijo eso, Garreth igual, me dijeron que se ve cambiado… que vuelve a ser el de
antes, el que conocí. Y yo también lo he notado, se ve feliz, y así quiero que
esté siempre y para siempre. No sé si lo amo, Ash… Pero mientras sea feliz,
estando conmigo o con quien sea, yo seré feliz… Thomas me dijo la otra vez que
eso es amor… En Canadá también me explicaron algo así… Y si es así, si eso es
amor, si se puede decir que realmente lo amo, nunca nadie en la vida lo amará
como yo.
—Entonces
¿por qué te alejas de él? —Ashley la miraba un poco sorprendida, esas cosas no
se las esperaba, ella estaba acostumbrada a otro tipo de situaciones, de las normales.
—Por Marianne.
—La repuesta fue rápida, Ashley entendió bastante con eso—. Alexander está
ligado a ella de por vida, tienen dos hijos. Yo soy una intrusa que los está
separando… Para mí no es normal eso, yo quería que él fuera feliz para toda la
vida con ella, con lo que escogió, con lo que creó… Yo pensaba que ellos se
amaban, así como Thomas y Helen… Y no lo sé… Ya no sé qué está bien o mal… Solo
quiero que sea feliz, su felicidad es la mía…
—Si te
ofrecieran ir a Glasgow ahora, ¿te irías?
—No lo
haría, Ash… —Narel la miró fijamente, Ashley notó que se le aguaban los ojos—.
No lo haría y eso es lo que me asusta, porque antes me hubiera ido sin
pensarlo, pero ahora sé que no y es porque no me quiero separar de Alexander… Y
eso… El sentir eso y saber que le estoy haciendo daño a alguien más, es lo que me
aleja…
—Pero Marianne
no lo ama…
—Eso solo
lo sabe ella, Ash. Y si Alex está con ella, si la eligió y siguió todo este
tiempo, es por algo… —Ashley se quedó mirándola un momento, si le preguntaran a
ella, Alexander estaba con Marianne solo por los niños y por cumplir con las
obligaciones que eso conlleva, pero la boba no entendería eso nunca.
—Aquí están
las ensaladas. —Alexander dejó los platos encima de la mesa, ambas chicas lo
miraron, él notó que estaban llevando una conversación no muy agradable porque
no tenían buena cara—. Les traje jugo. —Se sentó junto a Narel.
—¿Trajiste
los jugos iguales, bobo, o nos harás pelear por los sabores? —Alexander se
percató que de inmediato ellas habían cambiado la postura por una neutral, las
dos estaban tomando los platos.
—De fresa
para Nar, tú puedes elegir entre uno de esos dos —dijo mostrándole los vasos y
dejando el de Narel junto a ella, que le sonrió, luego se encogió de hombros.
—¿Y si
juntamos tu plato con el mío y comemos del mismo? —Alexander se encogió de hombros,
debió imaginar que el problema iría por ese lado.
—No, porque
te vas a comer más de la mitad.
—Pero… mira…
—reclamó enseñándole el plato. Alexander sacó del bolsillo un dulce envasado
que era un bizcocho de chocolate bañado en chocolate y relleno en crema y se lo
pasó, notó que a Narel se le iluminó la cara al recibirlo—. Gracias. —Le besó
la mejilla y luego comenzó a comer tranquilamente. Ashley, frente a ellos,
sonrió al verlos. Eran un par de bobos.
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