La nieve
caía mientras caminaban a casa de Thomas. Estaba oscuro a pesar de que no era
tan tarde, pero las nubes de nieve dejaban el paisaje de esa manera, a Narel le
gustaba, quizás lo que más le gustaba de Londres era precisamente eso: el
invierno. Nicholas la llevaba de la mano mientras jugueteaba con la nieve, Alexander
al otro lado iba con las manos dentro de los bolsillos del abrigo, reclamando
para que su hermano dejara el fastidio y avanzara con más rapidez, antes que la
nieve se pusiera más pesada. Narel lo tomó del brazo y metió su mano dentro del
bolsillo, para así entrecruzar sus dedos. Alexander sonrió y dejó de reclamar, pero
sí apuró el paso porque estaba nevando cada vez más fuerte.
—¿Vas a
venir mañana? —Narel le preguntó, estaban frente a frente, fuera de la casa de Thomas.
Nicholas había entrado recién—. Vas a pasar Navidad con nosotros ¿verdad? ¿Cómo
todos los años?
—Sí, y este
año con mayor razón. —Alexander la abrazó y le besó la mejilla—. Entra, está
nevando más fuerte.
—Me avisas
cuando llegues a tu casa. —Narel lo abrazó fuerte, él asintió sin soltarla. Se
separó un momento y le besó la punta de la nariz.
—Te había
caído un copito…
—¿Por qué
no te quedas? Está nevando fuerte, no me gusta cuando andas en la calle tarde y
así…
—Alexander.
—Thomas los interrumpió—. ¿No viste mi mensaje? —El mayor miró a Narel—. Entra,
se está poniendo frío y no te hace bien estar afuera.
—Pero…
—Entra. —Narel
obedeció, algo pasaba, por eso Thomas salió a ver a su hermano—. Hay noticias
de Leah. Quédate aquí está noche, no es bueno que andes con este nevazón en la
calle, así te explico. —El mayor comenzó a entrar a la casa.
—Thomas… —Alexander
lo detuvo de un brazo—. Lo siento por no responder.
—No es de
vida o muerte, sino te hubiera llamado. Vamos, entremos, está frío afuera.
—¡Helen! ¡Helen!
¡Helen! —Cuando los hermanos entraron, Narel corría escaleras arriba gritando. Alexander
notó que se había quitado el abrigo y los zapatos.
—Está en el
patio —dijo Thomas. Narel detuvo la subida y bajó corriendo.
—¡Helen! ¡Helen!
¡Helen!
—¿Qué pasa,
escandalosa? —La mayor venía de la cocina, Narel la abrazó.
—Te
extrañé, tanto, tanto, Helen.
—¿Helen ya
se acostumbró a eso? —Alexander se estaba quitando el abrigo y los zapatos.
—No, pero
ya no puede hacer mucho más. —Thomas se fijó que Nicholas simplemente tiró todo
dentro del armario, eso eran las malas costumbres de Narel por consentirlo
tanto, comenzó a ordenar, la idea de ese armario era que secaba la ropa húmeda,
pero había que dejarla bien ordenada.
—Ya sabes a
quién regañar.
—Está
castigada, de por vida.
—Nick me
dijo algo…
—No, Nick
no sabe nada. Es un tema que trataremos tú y yo. —Thomas lo miró con el ceño
fruncido, a Alexander le dio miedo, su hermano casi no se enojaba y cuando lo
hacía, prefería no estar cerca.
—Pero, Helen…
Si es una buena idea. —Ambos miraron a donde estaban las dos, Narel tenía
abrazada a Helen por el cuello desde atrás, la mayor caminaba y Narel parecía
que iba colgando a su espalda—. Te prometo que no haré tonteras esta vez… y
compramos todo mañana cuando vamos a la cosa esa.
—La cosa
esa se llama ginecólogo. —Alexander puso atención a aquello, Narel no le había
dicho nada, además le causaba risa verla de esa manera, como ya pasaba a Helen
en altura, se veía aún más chistosa—. Ya te dije que lo pensaré, no seas
fastidiosa.
—Pero yo necesito
saber ahora para ver qué compro…
—Mira, Helen.
—Ambas se quedaron tranquilas y miraron a Nicholas, que venía de la cocina con Elijah
de la mano—. Elijah encontró las galletas de chocolate.
—Hola, bebé
precioso. —Narel lo tomó en los brazos, el niño tenía la cara con chocolate,
igual que Nicholas—. Ahora que ya estás llenito de galletas, yo te comeré a ti.
—Comenzó a darle besos en el cuello, Elijah gritaba de la risa.
—Todo esto
es tu culpa. —Helen miró a Nicholas con las galletas en la mano y se las pidió,
él se las entregó—. Ni Elijah ni Nicholas obedecen por tu culpa. —Continuó
regañando a Narel—. En dos segundos y todo se vuelve un caos.
—No es
cierto. —Elijah le trataba de morder el cuello a Narel para imitar lo que ella
le hacía—. Si hasta te ayudo a cuidar a Elijah, ni tu hermana hace eso por ti.
—Ni me
menciones a esa loca…
—¿Qué hizo
ahora? —Narel siguió haciéndole mimos a Elijah mientras Helen terminaba de
inspeccionar que Nicholas no tuviera galletas en la ropa, escondidas. El menor
de los Russ solo la miraba sonriente.
—Despierta.
—Thomas le hizo sonar los dedos a Alexander frente a su cara.
—¿Qué cosa?
—preguntó al mirarlo, al parecer no había escuchado algo que le dijo.
—Llevo un
rato hablándote y no me estás escuchando. Estás más bobo que de costumbre.
—Yo no soy
bobo…
—Estás bobo
por Narel, si no dejabas de mirarla y no tomaste en cuenta nada de lo que te
dije. —Alexander lo miró sorprendido, no se había dado cuenta de eso.
—No es eso,
es que… —Volvió a mirarla con Elijah en los brazos y jugando con él—. Me
hubiera gustado nada más… verla de mamá… se ve bien con Elijah…
—La vas a
ver. —Alexander miró a su hermano, Thomas le sonreía—. Pero no serás el padre.
—Alexander frunció el ceño.
—Si no soy
yo, no será nadie.
—Helen. —Thomas
interrumpió los regaños de su esposa hacia Narel. Las dos lo miraron—. Alexander
se quedará a dormir, está nevando mucho y tenemos que ver unos asuntos.
—Le
prepararé la habitación de invitados y pondré otro plato a la mesa.
—No te
preocupes, Helen. —Alexander habló mirando a Narel—. Yo duermo con Nar.
—Claro que
no, Alexander Russ. —Helen lo miró con el ceño fruncido, por un momento Alexander
tuvo miedo—. En mi casa no vas a andar haciendo de las tuyas. —Thomas sonrió a
su lado, por eso amaba a su esposa. Alexander se sonrojó, al parecer ya no
había secreto, no entre su familia—. Tú te vas conmigo a la cocina, ahora. —Helen
dejó las manos en la espalda de Narel y la empujó hacia el lugar mencionado.
—Pero si yo
no he hecho nada… —Fue lo último que alcanzó a escuchar Alexander, después miró
a su hermano reír.
—Puedes
usar mi cama si quieres. —Nicholas lo miró desde el sillón en donde se había
acomodado a ver televisión—. Yo dormiré con Nar aquí en el sillón, el maratón
sigue.
—Vamos,
bobo. Tenemos unas cosas que ver. —Thomas le dio unas palmaditas en la espalda,
Alexander lo siguió, pero no dejaría que Nicholas hiciese lo que decía, claro
que no.
—Helen… —Narel
tenía a Elijah sentado sobre el mueble de la cocina para limpiarle la cara, la
mayor terminaba de preparar la cena—. ¿Crees que las cosas que hace Ashley con
los chicos que conoce están bien?
—No lo
están, espero que a ti no se te peguen esas malas costumbres —contestó sin
mirarla, seguía atenta a lo que preparaba—. Ashley siempre tuvo mucha libertad,
tú también, la diferencia es que ella tiene una manera de pensar más adulta, tú
eres más infantil. Además, creciste con los Russ y ellos no te dejaron caer en
ese tema. Tú eres inocente, Ashley no tiene nada de inocencia.
—Ayer se
fue a beber con los dos chicos futbolistas… —Narel tomó a Elijah en sus brazos,
el niño se le acurrucó, al parecer estaba cansado—. No supe más porque Alexander
me dijo que fuéramos por Nick.
—Porque Alexander
nunca te va a dejar sola con otro chico. —Helen la miró—. No dejes que Elijah
se duerma, tiene que comer.
—Ashley es
una mensa, tiene a sus padres que se preocupan por ella, a ti, y todo y hace
esas cosas. No debió preocuparlos desapareciendo por tanto rato y después
llegar borracha. —Helen la miró, estaba tan acostumbrada a tenerla siempre por
los alrededores, que olvidó que ella prácticamente creció sin sus padres, ni
hermanos, ni nada. Solo con las mellizas que veía de vez en cuando, cada vez
que volvían a Londres.
—No te
preocupes, ella siempre estará bien, y algún día se le devolverá la mano. —Helen
sirvió un plato pequeño, lo dejó en la mesa—. Ayúdame con la comida de Elijah
antes que se duerma. —Narel se sentó con el niño y comenzó a darle la cena, Helen
agradecía eso, además el niño le hacía caso a Narel al comer.
—Alexander
me dijo que me ama. —A Helen se le soltó el plato de las manos, por suerte
estaba vacío y solo fue un golpe suave al fregadero—. Yo ya sé que tú sabes,
porque si Thomas sabe, tú también. Lo siento por no decírtelo ayer…
—No era
necesario que lo dijeras, yo ya lo sabía, pero esperaba que no fuera así. —Helen
terminó de dejar las cosas en la mesa, estaba casi listo para llamar a los
demás—. ¿Qué le respondiste?
—Estábamos
peleando, yo le dije que me iría de su vida para que no pasara nada grave… —Helen
la miró de reojo, ella le daba comida a Elijah, pero no tenía un semblante
triste.
—Dudo mucho
que deje que te vayas…
—No lo
hizo, se quedó con Nick y conmigo… Estoy confundida, Helen. No sé si está mal o
está bien lo que estoy haciendo…
—Está mal
porque está Marianne de por medio. —Helen se sentó al frente de ella para
responderle, Narel la miró—. Pero está bien porque es a quien amas y estás
experimentando todas estas cosas con alguien que también te ama. —Helen le
acarició la mejilla—. Si él te dice que te ama es porque es así, se le nota por
todos lados.
—Yo no le
dije nada…
—¿Quieres
decirle? —Narel la miró, Helen se dio cuenta que estaba batallando entre lo que
estaba bien o mal—. Si no quieres decirle, nadie te obliga, quizás algún día
estés preparada para eso y será lo mejor de la vida para Alexander, como puede
que nunca lo estés porque sus caminos no estaban destinados a estar juntos. Deja
que las cosas pasen, no pienses solo en lo que está bien o mal, yo sé que tus
intenciones no son hacerle mal a nadie…
—Pero…
pero… —Helen notó que Narel estaba a punto de llorar—. Lo hice llorar… nunca lo
había visto llorar de esa manera, sin contar cuando falleció su madre porque
eso no fue por mi culpa, y se sintió horrible… No quiero volver a hacerle algo
así…
—¿Por qué
lo hiciste llorar?
—Porque le
dije que lo hicimos está mal y es mejor olvidar y seguir, y él me dijo que no
me doy cuenta de las cosas…
—Me quedo
del lado de Alexander en este caso, nunca te das cuenta de las cosas. Él te ama
de verdad, solo se equivocó cuando pasó lo del embarazo de Marianne. Pero si
hay algo seguro, es que te ama. Siempre lo ha hecho, pero también es cierto que
siempre te vieron como la hermana inocente que había que proteger y cuidar
porque es una boba… —Helen se levantó y la abrazó, después le besó la cabeza—.
No llores porque ellos notan si has derramado media lágrima.
—Eso es tan
molesto…
—Dímelo a
mí.
Helen salió
de la cocina y llamó a los demás. Después volvió y empezó a servir, Narel
estaba más tranquila vigilando que Elijah comiera. El primero en llegar fue Nicholas,
que entró diciendo en qué capítulo iban y la serie del maratón de turno. Narel
le dijo que luego seguían viéndolo entre los dos. A los pocos minutos llegaron Thomas
y Alexander, quien se quedó mirando a Narel darle comida a Elijah, a pesar de
que ya estaba crecido, se dejaba consentir igual como Nicholas, él realmente
sería feliz si ella tuviera un niño con él. Se sentó a su lado, ni Thomas ni Helen
se lo impidieron.
La cena se
llevó a cabo sin mayores discusiones que la cena de Navidad, habían quedado de
acuerdo en que, como la casa estaba prácticamente nueva, la harían allí. Y,
como todos los años, tendrían una reunión para ver qué traía cada familia. Ese
año sería al otro día, por eso Narel le había preguntado si iría al día
siguiente. Y, como todos los años, la reunión sería de familia completa, es
decir, Thomas con su familia, Alexander con su familia, Nicholas, su madre y
los Fletcher. Aunque ese año no estarían ni su madre ni Leah, pero sí Garreth,
que ya les había confirmado y llegaría el jueves, o quizás el mismo miércoles
si la nieve paraba. Además, para ese año, estaban invitados los padres de Helen
junto a su hermana. No tenían ganas de muchas celebraciones como familia, pero
esa sería la primera Navidad en la casa nueva y, a pesar de todo lo que
sucedía, decidieron reunirse en familia y cenar.
Cuando
terminaron de comer, Narel llevó a Elijah a acostarlo, ya que se había quedado
dormido en sus brazos. Alexander quiso acompañarla, pero Thomas lo detuvo,
tenían cosas que hablar. Nicholas se fue a la sala a seguir viendo el maratón y
Helen siguió a Narel unos minutos después, luego que recogiera todo.
—Thomas
¿puedo sacar frituras? —Nicholas entró a la cocina, sus dos hermanos seguían
hablando allí, Alexander estaba apoyado en el mueble de cocina con un vaso con
leche en la mano y Thomas sentado a la mesa, comiendo manzana. El mayor asintió
mirando a Nicholas—. Alex, están tras de ti ¿me las pasas?
—¿Qué cosa
quieres, enano? ¿Esto? —Alexander tomó la bolsa y la levantó, Nicholas saltó,
pero no llegó. Thomas, por otro lado, antes de detener lo que sucedía, se quedó
mirando a sus hermanos. Alexander estaba raro, molestar a Nicholas de esa
manera no lo hacía desde hace años, Thomas notó que su hermano seguía radiante.
—No seas
pesado, cuando crezca y sea más alto que tú, me vas a tener miedo. —Nicholas
seguía saltando.
—Eso no
pasará nunca, siempre serás un enano consentido.
Narel abrió
la puerta de la cocina y vio a Alexander molestando a Nicholas, pero lo que le
llamó la atención fue que Thomas sonreía al mirarlos. Se fijó en ellos y
entendió por qué el mayor los miraba feliz, si esos daban risa al ser tan
infantiles. Se quedó pensativa un rato, Nicholas tenía razón, Alexander se
parecía a Inuyasha, sobre todo en ese
momento, peleando con Shippou.
—Alexander.
—El mencionado la miró y bajó la mano, Nicholas agarró la bolsa—. Nada, me
equivoqué.
—Vamos, Nar,
que ahora empieza la mejor parte. —La tomó de la mano y la llevó fuera de la
cocina, Alexander frunció el ceño.
—Te ganaron
las hormonas. —Thomas sonrió más al mirarlo, Alexander chasqueó la lengua y
terminó su leche, mejor que Thomas terminara lo que tenía que decirle luego,
debía ir a ver un maratón en la sala.
Cuando Thomas
salió de la cocina, encontró a Nicholas y Narel sentados en el sillón, frente a
la televisión, arropados con un cobertor que solo les dejaba, prácticamente,
los ojos a la vista, mientras comían frituras. Les besó a ambos la cabeza y les
deseó las buenas noches, Alexander iba tras él.
—Tú no
tienes permiso de estar hasta tarde —le dijo Thomas a Narel luego de besarle la
cabeza—. Estás castigada.
—Pero ¿por
qué? Si ya habíamos hablado…
—¿Vas a ir
mañana con Helen o no? —Narel se acurrucó en el sillón.
—Me
acostaré temprano, te lo prometo, me portaré bien.
—¿Qué vas a
hacer tú? —Thomas miró a Alexander, que los miraba a ambos.
—Ver el
maratón… —El mayor rodó los ojos y se fue a su habitación—. Hazte a un lado, Nick.
—No
fastidies, Alex. Está en la mejor parte.
—Entonces
muévete rápido o perderás más tiempo. —Nicholas se hizo a un lado y Alexander
levantó el cobertor para meterse entre los dos, le pasó un brazo a Narel por
atrás para abrazarla—. ¿A dónde irás con Helen mañana? —preguntó luego de
besarle la cabeza.
—Por
pastillas, para no tener que estar comprando lo del otro día siempre —contestó
como si fuera de lo más Normal, porque estaba metida en la televisión—. Mira
eso, Nick. Mira eso que hará Luffy.
—¿Qué tipo
de pastillas? —Narel levantó la cabeza del hombro de Alexander al darse cuenta
de lo que había dicho, él la miraba fijamente, demasiado cerca.
—¿Pastillas
para qué cosa?
—No
empieces, fuiste tú quien lo dijo. —Alexander notó que a Narel se le estaba
poniendo la cara roja, aunque no supo si era porque estaban muy cerca o por el
asunto de las pastillas.
—De las que
fui a comprar el otro día a la farmacia… ¿Las vamos a necesitar o no? —Alexander
sonrió de medio lado—. ¿No vamos a hacer esas cosas nunca más? —Él la abrazó
más y con la otra mano le dejó los rizos tras la oreja, aprovechó el momento y
la besó, sin importarle nada.
—Nicholas,
ve a dormir. —Alexander empujó a su hermano sin dejar de besarla.
—¡Thomas!
—¡Narel, a
dormir! —Alexander la soltó y los dos miraron a Nicholas.
—Tú
empezaste —contestó con simpleza sin perder detalle de la pantalla.
—Solo
estamos viendo tele, Thomas. Ya subirá. —Alexander la abrazó fuerte y le besó
la mejilla—. Si las vamos a ocupar —susurró y luego le mordió la oreja. Sintió
el cuerpo de Narel relajarse, después los pasos de Thomas en el segundo piso.
—Estoy
subiendo, Thomas. Estoy subiendo. —Narel salió del cobertor y se puso de pie
rápidamente, Alexander le tomó la mano.
—¿Por qué
le haces caso a Thomas si nunca obedeces a nadie? —Ella lo miró, luego se
acercó y lo besó, dejando a un sorprendido Alexander.
—Para poder
hacer eso cuando quiera. Y porque él cruzaría el Atlántico por mí… —Alexander y
Nicholas la miraron por eso—. Buenas noches. —Le soltó la mano a Alexander y
subió de a dos en dos la escalera, Thomas la esperaba en el segundo piso.
—Él también
cruzaría el Atlántico por ti, y yo creo que mucho más que eso. —Thomas la
abrazó—. Pero entiendes por qué hago esto ¿verdad?
—Sí lo
entiendo, Thomas y está bien… Si está bien… prefiero que sea así.
—Ve a
dormir, Helen mañana irá contigo para que compres esas cosas que quieres hacer
para la cena de Navidad.
—¿De
verdad? —Thomas notó que le brillaron los ojos—. Van a ver que esta vez no hago
explotar la cocina.
—Te
escuché. —Helen dijo desde la habitación, los dos sonrieron, luego Narel se fue
a donde le correspondía.
—¿Ya ves,
bocón? ¿Lo que consigues por bocón? —Alexander, que siguió sentado junto a Nicholas,
le reclamó—. Dame frituras. —Pero se quedaron mirando el maratón, al fin y al
cabo, no todos los días podían ver a Luffy hacer de las suyas.
—Alex… —Alexander
lo miró, estaban los dos tapados con el cobertor viendo el maratón, se dio
cuenta que el perfil de su hermano comenzaba a cambiar, ya se le notaban más
los rasgos parecidos a él y Thomas y no tanto a su madre. Notó que hace mucho
tiempo que no compartía tanto con él y en parte lo extrañó, pasar tiempo de
calidad con su familia—. La otra vez me hiciste prometerte que siempre cuidaría
de Nar, que no dejaría que ningún chico se le acerque…
—Sí, claro,
nadie puede acercársele a esa boba que es capaz de irse con alguien que le
ofrezca un dulce, hay que cuidarla. —Alexander trató de que Nicholas no se
diera cuenta de los reales motivos por los que le pidió eso hace varios años
ya, desde que él había embarazado a Marianne.
—Estaba
pensando, yo cumplí con mi promesa y la voy a seguir cumpliendo, ya ves que Nar
me trata como su consentido. —Alexander frunció el ceño, esa era la verdadera
razón de todo—. Y bueno, eso también cuenta para ti, no la dejaré sola contigo.
—Estás
despedido, ya no necesito de tus servicios. —Esta vez Nicholas lo miró y
sonrió, Alexander se quedó viendo esos ojos celestes como los de ellos que
mostraban maldad, ese no era su pequeño e inocente hermano, ese era todo un Russ.
—Te dejo
solo si me prometes una cosa. —Y allí estaba, el lado más puro de los Russ, el
conseguir algo a cambio de otra cosa—. Prométeme que vas a seguir siendo tú y
no vas a irte… Este es el hermano que yo quiero, no el estirado. —Alexander lo
miró sorprendido, no se esperaba eso, él sabía que se había alejado porque sus
hijos tenían prioridad, pero hasta ese momento fue que notó lo que dejó por
eso—. ¿Me lo prometes, Alexander?
—No volveré
a irme, Nicholas. No si Nar está conmigo.
—Entonces cuídala,
porque eres un tonto. —La televisión perdió la señal de pronto—. Creo que está
nevando mucho y hubo algún corte.
—Vamos a
dormir, ya es tarde. —Alexander tomó el cobertor, lo sacudió y dobló, después
la bolsa de frituras la llevó a la cocina—. Vamos, Nick, a la cama.
—¿Vas a
dormir con Nar? De seguro Thomas no nota que te metes en su habitación.
—Tengo que
ver si tiene la puerta cerrada, si la tiene abierta es porque aún está
vigilando.
—Tienes
suerte, está cerrada. Buenas noches, Alex. —Nicholas lo abrazó y se fue a su
habitación.
Alexander
aprovecharía aquello y se metería donde Narel, le taparía la boca para que no
gritara, con lo escandalosa, lo más probable es que despertara a todos. Abrió
la puerta con suavidad y entró, parecía dormir. Se acercó y una linterna le
apuntó la cara, Alexander frunció el ceño.
—Está
durmiendo con Helen —dijo Thomas que estaba acostado en la cama de Narel, Alexander
se dejó caer con frustración al suelo—. ¿Creíste que te dejaríamos todo a tu
disposición?
—Eres un
pesado, Thomas.
—Soy un Russ.
—Eso es
verdad. —Alexander se levantó—. Bien, bien, iré a dormir a la habitación de
invitados.
—Duerme
aquí, para que te quedes con el premio de consuelo. Elijah está esperándome.
Thomas le
dio unas palmaditas en la espalda a su hermano y salió, cerrando tras de sí, Alexander
se lanzó de espalda a la cama, eso había sido cruel. Sintió el olor a colonia
de bebé en la cama y sonrió, ese sería su premio de consuelo. Se quitó la ropa
y se metió a dormir, también estaba cansado.
**********
¡Chaz! ¡Chaz! ¡Chaz!
Narel se
sentó en la cama como si un resorte la hubiera empujado, después escuchó la
risotada de Alexander, que le mostraba unas tapas de ollas que al parecer había
chocado para meter bulla y despertarla. Narel se dejó caer de espaldas y se
tapó hasta la cabeza.
—Déjame en
paz.
—Helen está
reclamando abajo porque aún no te levantas y se hace tarde para tu cita en el
ginecólogo, que no te acompañará si no te mueves. —Narel volvió a sentarse de
un salto y salió de la cama, Alexander volvió a sonreír, tenía los rizos
desparramados—. Estoy hace rato tratando de despertarte.
—No
molestes, voy por Helen para que me espere. —Alexander se fijó que apenas
llevaba una camisa de fútbol como pijama, frunció el ceño.
—¿Siempre
usas eso para dormir? —La abrazó por la espalda y la levantó, metiéndola de
nuevo a la habitación ya que estaba saliendo.
—Sabes que
sí, es la camisa que me diste tú del Manchester, sabes que siempre la uso.
Ahora bájame que tengo que hablar con Helen o me dejará sola…
—Pero te la
regalé con los pantalones también… —Alexander la bajó y la giró para mirarla,
toda despeinada.
—Esos los
uso en la piscina, no molestes con… —Le tomó la cara y la besó, de esa manera
la silenció. Narel lo abrazó por la cintura—. No quiero ir sola, sabes que no
me gustan los médicos, ni los hospitales ni nada parecido… —Alexander volvió a
besarla.
—Es
temprano aún, Helen está abajo preparando unas cosas… Te acompañará porque sabe
que te da miedo. —Le besó la frente y la abrazó—. Ya me voy, te desperté para
despedirme… Te cuidas. —Narel asintió, acurrucada en sus brazos—. Me avisas
como te va. —Alexander volvió a tomarle el rostro, y se quedó mirándola a los
ojos un momento y luego la besó—. Te amo, mi preciosa. Nos vemos a la tarde,
cuando venga por lo de la cena.
—Me avisas
cuando llegues a tu casa. —Alexander le sonrió y le acarició el cuello. Volvió
a besarla.
—Se me
acaba el tiempo, Helen va a venir a regañarme. No hagas tonteras —le dijo,
luego cerró la puerta tras de sí.
—No hagas
tonteras —dijo imitándolo al arrugar la nariz—. Si el único que hace tonteras
es él.
—¡No le des
tanta comida a la ballena! —Narel escuchó, desde el segundo piso cuando abrió
la puerta, a Alexander gritar antes de irse.
Frunció el
ceño, ella comía lo que quería y cuando quería y nadie tenía derecho de meterse
en eso. Se fue a su habitación para prepararse e ir con Helen, lo que más le
importaba era comprar las cosas que haría para la cena de Navidad, lo habían
visto con Nicholas y ya tenían todo pensado. Se apuró.
Una vez que
estuvo lista, y al salir de la habitación, se encontró con Nicholas que iba en
pijamas hacia la escalera, el menor la abrazó y bajaron de esa manera con
cuidado, Narel le decía que Helen y Thomas los habían autorizado a preparar lo
que quería para Navidad, y a Nicholas se le ocurrió la idea de que primero
probaran hacerlo ese día y vieran cómo quedaban, para ver si debían mejorar
alguna cosa. Narel estuvo de acuerdo y quedaron que comprarían más materiales
que los necesarios.
Helen, Thomas
y Elijah estaban en la cocina cuando ellos llegaron, Narel preparó cereal de
chocolate tanto para Nicholas como para ella y se sentaron a la mesa junto con
los demás. Notó que Thomas no vestía ropa de oficina, así que ese día
trabajaría desde casa, por un lado eso era mejor, porque ir a donde tenía que
ir con Helen, Nicholas y Elijah sería un poco incómodo, aunque fuera de la
manera que fuese eso era incómodo. Así que si Thomas se quedaba en casa, él
sería el niñero oficial ese día.
Salieron
apenas estuvieron listas, Thomas les prestó el auto porque las calles ya les
habían quitado un poco la nieve, aunque con la promesa que no andarían como si
fueran pistas de Fórmula 1. Hicieron lo que debían y se fueron por lo necesario
para la cena.
—Así que…
haremos una prueba hoy de cómo quedan. —Helen rodó los ojos—. No te molesta
¿verdad?
—Solo no
dejen todo sucio como la última vez que se pusieron a hacer galletas de avena y
chocolate…
—Esa vez
solo fue porque nos pusimos a jugar a otra cosa.
—Tuve que
bañar a Elijah dos veces y aun así no le salía toda la harina. ¡Se bañaron en
harina!
—Es porque
son solo niños, Helen, tienes que dejarlos jugar. —Helen la miró mientras
metían el auto a la casa.
—Cuando
tengas hijos, veremos si estás de acuerdo con eso que son solo niños. —Narel
sonrió, apagó el motor y bajó.
—Voy a
tener siete hijos, yo sé que serán unos malvados, ya lo tengo asumido, pero por
eso haré la técnica de la cansación.
—Comenzaron a sacar las cosas de la maleta, Helen la miró extrañada por esa
palabra.
—¿La
técnica de qué?
—De la cansación, Helen. —Narel le dijo como si
eso fuera de lo más normal—. Es la técnica de meter al niño o niña en tantos
talleres y cosas, que después cuando lleguen a la casa solo duerman y no
molesten a nadie. —Helen se echó a reír, Narel la miró con el ceño fruncido—.
¿Te estás burlando de mí?
—Cuando
seas mamá, cuando tengas a tu primer hijo en brazos, veremos si de verdad
quieres usar esa técnica de la que hablas.
—¿Por qué
lo dices, Helen?
—Porque una
vez que tengas al bebé en tus brazos, luego de pasar por todo eso de la
gestación y parto, no vas a querer soltarlo en la vida.
—¿Es eso
verdad, Helen? —Dejaron las bolsas sobre la mesa de la cocina y comenzaron a
ordenar, Helen asintió—. ¿Y pasa con todas las madres? —Helen la miró, algo
pasaba.
—Sí, con
todas las que conozco sí, me han dicho lo mismo. —Narel la miró un momento y
luego continuó ordenando.
—No creo
que conozcas a muchas entonces… —Helen notó que la voz de Narel cambiaba, más
baja y triste—. Yo conozco una que no le importó dejarme al cuidado de
cualquier persona, y cuando nos mudamos a Londres, no le importó si yo estaba
sola o no. No recuerdo una bonita Navidad, no hasta que conocí a Alexander y Thomas…
Todavía no cumplía doce cuando llegamos aquí… Y mi primera buena Navidad fue
esa… La primera promesa de medianoche…
Helen la
miró, si bien la conoció en el colegio porque era compañera de su hermana y
vecina de Thomas, no le prestó mucha importancia cuando su novio se la
presentó. Pero poco a poco la niña esa pasaba más y más tiempo con ellos, que
llegaba a ser imposible que los separaran. Al principio no entendía por qué Thomas
salía con Alexander y con ella a todos lados, pero fue entendiendo que la niña
se la pasaba sola en esa casa y ellos preferían llevarla. Thomas le comentó que
se habían hecho muy buenos amigos con Alexander y que no era mala persona, le
gustaba que compartiera con su hermano y que con eso lo mantuviera un poco
tranquilo, Alexander siempre había sido descuidado y con ella había adquirido
un poco de responsabilidad al querer cuidarla. Con el paso del tiempo, Helen
comprendió que la niña casi no tenía padres, ella ya estaba embarazada cuando
comenzó a notar todo eso y la adoptó, así como la había adoptado Thomas, las
hormonas del embarazo le hicieron ver las cosas de diferente manera y entendió
todo. Muchas veces se arrepentía, eso era muy cierto, pero la mayoría del
tiempo solo quería cuidarla y que no se pareciera a Ashley.
—No
recuerdo una Navidad en Londres que no fuera con los Russ… Mis padres me daban
regalos, siempre, muchos… porque tenían dinero para eso… Pero ¿qué sentido
tiene todo lo material si no hay lo que de verdad importa? —Helen la seguía
mirando sin interrumpir—. Por eso me gusta jugar con Nick y con Elijah, un día
terminarán de crecer y ya no se podrá hacer nada de eso… hay que aprovechar que
aún son niños… y no esperar a que los años pasen y darse cuenta de que no
disfrutaste ni estuviste cuando más te necesitaban… —Narel se giró a mirarla,
tenía los ojos llorosos—. Igual no te preocupes, porque con eso que me pusieron
no voy a tener hijos en mucho, mucho tiempo. Fábrica cerrada. —Helen sonrió,
solo ella podía salir con esas tonteras a pesar de querer llorar—. Gracias por
todo, Helen, por siempre estar para mí y por dejarme compartir con ustedes…
—No seas
boba, tú eres una Russ más, lo eres de hace años… —Helen la abrazó—. No estés
llorando o Thomas empezará a preguntar qué te pasó y vas a tener que dar
explicaciones…
—Odio ese
sexto sentido de los Russ.
—Yo igual.
—Helen. —Narel
la soltó y se metió al refrigerador, para comer algo, había leche así que se
sirvió un vaso—. Gracias por decirme eso de las pastillas, tenías razón con que
lo olvidaría, este método es mucho mejor. No sé qué haría sin ti.
—Yo sí sé
perfectamente bien lo que haría sin ti…
—No
tendrías chofer. —Helen sonrió, eso era verdad.
—¿Cuál será
tu promesa de medianoche de este año? —Narel dejó el vaso sobre el mueble y
sacó una cajita del bolsillo—. ¿Fue lo que pasaste a buscar? —La menor asintió
y abrió la cajita, enseñándosela a Helen—. Le va a encantar.
—Eso
espero, me costó que lo hicieran así, la gente es tan odiosa, le decía como lo
quería y lo bosquejaban de otra forma. Me desesperaban.
—No te
preocupes, le va a encantar. —Helen sonrió, si ella supiera lo desesperante que
era, quizás no sería tan molestosa con los vendedores—. ¿Y ya tienes pensada tu
promesa de este año?
—La de todos
los años, no tienen por qué cambiar.
—¿De
verdad? Después de todo lo que pasó entre ustedes, ¿le harás la misma promesa?
—Qué cruel
eres, Helen… —La mayor rodó los ojos, quizás qué cosa había entendido esa
boba—. También le prometeré que no lo haré llorar nunca más… no me gustó verlo
así.
—¿No le
dirás algo de lo que sientes por él?
—No… no
todavía… Es que… Esta hubiera sido la primera Navidad sin promesa de
medianoche… Tenía pensado viajar de Glasgow solo para estar aquí y poder seguir
con la tradición… pero las cosas cambiaron… prefiero que las cosas pasen cuando
tengan que pasar… A él le sale tan fácil decirme que me ama, que me asusta. —Narel
se empinó el vaso y se terminó la leche—. Me asusta mucho…
—Deja que
las cosas pasen, ahora están simplemente experimentando todo, pero las
situaciones en las que viven se podrán pesadas para los dos, y allí se verá
realmente si serán capaces a pesar de amarse como se aman…Vamos a ver qué pasa,
todo está muy silencioso en esta casa y me parece raro, muy raro…
Encontraron
a Thomas sentado en el sillón de la sala con unos papeles encima, al parecer
estaba leyendo algunas propuestas y resolviendo algunos problemas. Nicholas con
Elijah estaban sentados en el suelo viendo el maratón de anime, que al parecer
se había extendido. Helen avisó que habían llegado, Thomas las miró, su esposa
se acercó, mientras que Nicholas y Elijah se fueron con Narel, la estaban
esperando para ir a hacer su experimento navideño. Pero, antes de irse a
cocinar, Thomas le dijo que después vieran un asunto con el programa que le
estaba armando para que su trabajo se facilitara, ella asintió y luego se fue
con los menores.
**********
Elijah se
sentó junto a Nicholas en la mesa de la cocina, ellos tenían la misión de
preparar los vasos, mientras que Narel se dedicaría a derretir el chocolate.
Tenían pensando hacer vasos de chocolate, rellenos con chocolate en polvo y
malvaviscos y con un bastón de caramelo de adorno. La idea era tomar ese vaso y
meterlo en leche caliente para que se derritiera y con eso tener chocolate
caliente. Algo así le había preparado Narel a Nicholas y Alexander en el
departamento y decidieron hacerlo para todos en la cena navideña, pero ese día harían
la prueba con seis, uno para cada uno de los que vivían en la casa y el sexto
para Garreth que, si no se suspendía el vuelo por mal tiempo, tendría que
llegar ese día casi por la noche. Sino al siguiente y se lo dejarían listo.
—¿Qué
hacen? —Alexander entró, con Stephanie en los brazos y Joshua de la mano,
interrumpiéndolos. Miró a Narel que sonreía con su hermano y sobrino y se
olvidó que le reclamaría porque no le respondió ni los mensajes ni las
llamadas.
—Un
experimento —contestó Nicholas—. Van a quedar geniales.
—Hola,
pequeñín. —Narel tomó en sus brazos a Joshua, que le jalaba el pantalón, lo
besó y el niño la abrazó—. Te tengo un regalo. —Le pasó un trozo de chocolate,
sin derretir, y Joshua se lo comenzó a comer de inmediato.
—Tú sí que
sabes cómo ganártelos. —Alexander le besó la frente, Stephanie le estiró los
brazos a Narel para que la cargara.
—Hola,
princesita. Para ti también te tengo algo. —Le pasó un malvavisco grande, la
niña no comía muchas cosas por la edad, pero con cuidado podía comer de eso sin
problema.
—Hola, Narel.
—Marianne entró a la cocina, se fijó que sus hijos estaban comiendo dulces.
—Hola, Marianne.
¿Cómo estás? —Narel le sonrió al mirarla.
—¿Qué hace
ella con mi nieto en los brazos? —Pero no venían solos, Alexander llevó a su
suegra—. Y dándole dulces, con esas manos sucias… —Alexander notó que Narel
bajaba a Joshua de los brazos, a pesar de que el niño le pedía que lo cargara.
Ella solo le sonrió y continuaron armando los vasitos con Elijah y Nicholas—.
Ellos no deberían relacionarse con alguien como tú. —La madre de Marianne llegó
junto a Narel y cargó a Joshua, pero ella no le respondió nada, solo la miró.
—Usted…
—Alexander.
—Narel se fijó que su amigo se silenciaba, Marianne no lo había dejado hablar, Alexander
frunció el ceño al mirar a Marianne—. ¿Se tardarán mucho?
—No.
—Aquello había sido cortante y seco, Narel sabía que Alexander estaba enojado.
—Nick,
cuidado con eso, no le pongas mucho porque si no quedará malo. —Narel continuó
con los niños, ignorando lo que pasaba alrededor y demostrándole a Alexander
que no tenía por qué perder el control.
—¿Ahora qué
tenemos que hacer?
—Ahora hay
que meter los vasitos al refrigerador y dejarlos allí hasta que los usemos.
—Entre los tres los dejaron en una bandeja y Narel los metió para que se
mantuvieran refrigerados.
—No
entiendo cómo ustedes pueden tener a alguien que no es de la familia en la casa
haciendo lo que quiera. —Narel miró a Alexander, notó que volvía a perder la
paciencia.
—Nick… —le
dijo al oído—. Anda y abraza a Alex, él entenderá. —El menor lo hizo, Alexander
lo miró sorprendido y luego entendió lo que pasaba.
—¿Quién no
es de la familia? —Pero, a pesar de todo, Thomas entró en la cocina al momento
en que la suegra de Alexander hablaba—. Señora, no es necesario que le diga que
aquí, en este momento, la única que no es de la familia es usted. —Narel notó
que Alexander sonreía de medio lado, su hermano había dicho lo que él quería—.
Si hay alguien que no debe estar aquí, es usted.
—Yo vengo
por mi hija.
—Su hija ya
es adulta, madre de dos niños, puede valerse sola y tener su propia opinión. No
la necesita a usted.
—Marianne,
¿vas a dejar que me trate de esa manera? —La señora se fue con su hija a quejarse.
—Thomas… —Narel
se acercó al mencionado, no quería peleas, al otro día sería la cena navideña y
ellos no estaban invitados, así que no había por qué preocuparse. Alexander la
miró cuando pasó por su lado—. ¿Vamos por Garreth?
—Sí, a eso
venía, iremos por él… —Thomas la observó confuso, habían quedado que solo iría
él y los demás esperarían en la casa para tener todo listo—. Alexander, voy al
aeropuerto. Helen está arriba terminando unas cosas, ya baja. Yo voy y vuelto.
—Narel tomó del brazo a Thomas y ambos salieron por la puerta de atrás de la
cocina para ir al auto y luego al aeropuerto.
—Bien…
—dijo, después bajó su mirada a Nicholas que lo seguía abrazando, rodó los ojos—.
Ya estoy bien, Nick…
—Iré por Helen
entonces, para decirle que ya terminamos y no rompimos nada esta vez. —Nicholas
lo soltó y se giró—. Vamos, Elijah. —Ambos salieron de la cocina.
—Alexander.
—Marianne se acercó y lo miró—. No me gusta que Thomas le hable así a mi madre.
—No
empieces, Marianne. La señora se sobrepasó y esta no es su casa, Thomas decide
aquí. Ella no estaba invitada.
—Mañana
vendré a la cena navideña, es normal que hoy estuviera aquí. Y tú deberías
darle el apoyo a tu esposa, por algo es tu esposa. —Alexander suspiró,
realmente estaba cansado de esa mujer.
—No te
metas en peleas que no son tuyas, Marianne. —Alexander ignoró a su suegra y
miró a su esposa—. Thomas tiene razón en lo que te dijo, ya eres adulta, madre
de dos hijos, puedes decidir por ti misma. —Luego miró a la señora—. Y le
recuerdo a usted, que yo sí sé bien el lugar en el que estoy, fue lo que
ustedes pidieron y yo asumí mis responsabilidades. —La señora abrió los ojos
como escandalizada—. Y, para que sepa, puede que Narel no tenga el apellido de
nosotros, pero es parte de nuestra familia y siempre lo será, más que
cualquiera otro que ingrese de afuera. Cualquier otro. —Puntualizó mirando a su
esposa, dejándole claro su lugar.
—Debimos
quedarnos en el departamento, Marianne. No sé para qué vinimos.
—La puerta
es ancha, se puede ir. —Alexander le estiró los brazos a Joshua, que saltó de
su abuela a donde su padre, quien se quedó cargando a sus dos bebés. Luego se
fue a la sala, donde Elijah jugaba con Nicholas, dejó a sus dos hijos allí y
esperó que Helen bajara.
**********
Garreth
estaba en el aeropuerto cuando Thomas y Narel llegaron por él, el vuelo se
había adelantado y no pudo avisarles, pero no esperó mucho. Se saludaron de
abrazo y se fueron a casa. Al llegar, Thomas notó que las cosas no estaban muy
diferentes a cuando se fue, los niños seguían jugando en la sala mientras que
los demás se encontraban en el comedor, tratando de ponerse de acuerdo. Thomas
suspiró, el ir a buscar a su hermano era para librarse de ese calvario de tener
que soportar a la suegra de Alexander, pero allí seguía. Narel también notó
aquello, por eso prefirió quedarse en la sala con Nicholas y los niños, además Garreth
se uniría a ellos luego de saludar al resto. Narel tenía ganas de conversar un
rato con él, ya que desde la muerte de su madre no habían hablado tanto, solo
llamadas y mensajes, pero nada muy de cerca.
Alexander
fue el primero en levantarse de la mesa, luego de acabada la reunión, se le
notaba la frustración por sobre la ropa. Se fue a la sala por sus hijos y los
encontró jugando en el suelo con Narel, Joshua estaba encima de ella haciéndole
cosquillas, por otro lado, estaba Elijah tratando de hacer lo mismo, Nicholas y
Garreth, que tenía en sus brazos a Stephanie, animaban a sus sobrinos a seguir,
sentados en el suelo igual. Alexander entendió que estaban jugando a las peleas
de cosquillas y Narel se hacía la perdedora. Sonrió, todos se divertían allí y
a él le gustaba verla así, con los niños.
—¿Qué
hacen? —preguntó al acercarse, Narel se reía a carcajadas.
—Miramos
como le ganan a Nar —contestó Nicholas—. Elijah y Josh están por vencerla.
—¿Qué hacen
mis nietos en el suelo? —Alexander rodó los ojos. Narel dejó de reír y se
sentó, abrazando a Elijah que lo tenía encima en ese momento. Joshua los abrazó
a los dos.
—Están
jugando, señora… —Alexander refunfuñó y se acercó a Joshua, estirándole los
brazos, el niño se le lanzó enseguida. Después hizo lo mismo con Stephanie—.
Nosotros ya nos vamos —dijo mirando a Narel, ella asintió, abrazando aún más a Elijah—.
Mañana llegaremos con las cosas para la cena… —Se acercó y le besó la mejilla—.
Te hablo en un rato —susurró y se levantó.
—Buenas
noches, que descansen —le sonrió y Alexander dejó que los niños se despidieran
de ella.
—Vamos.
Narel notó
que Alexander fruncía el ceño al caminar hacia su suegra y Marianne, se
despidió de sus hermanos menores y salió, sin esperar a nadie. Las otras dos
salieron tras él. Narel suspiró, abrazó a Elijah y se dejó caer al suelo,
dejándolo un poco bajo su cuerpo, el niño gritó como forma de juego.
—Gané. —Narel
lo llenó de besos en la cara. Nicholas y Garreth se rieron por lo sucedido—.
Ahora que se fue la insoportable, vamos a tomar chocolate caliente. —Se levantó
y tomó a Elijah en sus brazos.
—¿Por qué
gritó Elijah? —Thomas llegó a la sala seguido por Helen.
—Porque Nar
le ganó en las peleas de cosquillas —respondió Garreth al mirarlos—. ¿Ya se fue
al fin?
—Sí, al fin
—dijo Helen y se acercó a Narel con Elijah—. Qué vieja más insoportable.
—¿Ves, Thomas?
No fui yo quien le puso así. —Thomas rodó los ojos, en el auto, camino al
aeropuerto, Narel se había referido de esa manera a la suegra de Alexander. A
nadie le agradaba, pero él la regañó por hablar de esa manera de las demás
personas, porque eso no es correcto—. ¿Por qué a Helen no la regañas como a mí?
—Porque tú
eres una niña boba e inmadura que necesita ser regañada por todo. —Pero fue Helen
quien respondió—. Porque solo haces tonteras.
—Helen, tú…
—Cuidado
con lo que vas a decir. —Helen la miró con el ceño fruncido, Narel se silenció
al instante. Garreth soltó una carcajada, los demás lo miraron.
—Creo que
me perdí muchas cosas en este poco tiempo. Al fin alguien le pone barreras a la
loca.
—¿Te das
cuenta, Nick? ¿El hermano que tienes? —Narel miró a Garreth al hablar—. Y uno
haciéndole un chocolate caliente especial para él, para que nos trate de esa
manera.
—¿Van a
servir el chocolate caliente que hicieron? —preguntó Thomas, deteniendo el
escándalo de Narel. Ella asintió con una enorme sonrisa—. Vamos a probarlo
entonces y después a dormir.
—Pero, Thomas…
—Nicholas fue quien reclamó—. Queremos quedarnos a jugar con Garreth…
—Estoy
cansado, Nick. Mañana jugaremos.
—Vamos por
el chocolate caliente, Nick. —Narel le sonrió y comenzó a caminar a la cocina
con Elijah en los brazos—. Mañana será otro día y hay que planear la venganza
contra Garreth por molestarme.
—Deja que Elijah
camine, no lo puedes estar llevando en los brazos a todos lados. —Helen siguió
a Narel a la cocina, mientras le reclamaba.
—Sí puedo, Helen.
Tengo fuerza.
—¿Es así
ahora? —Garreth se quedó mirando lo que sucedía, mientras Nicholas, Helen, Narel
y Elijah entraban en la cocina.
—Ahora está
calmado… —contestó Thomas mirando al mismo lugar—. Ayer se quedó a dormir Alexander,
esto fue un caos.
—Nicholas
se ve feliz…
—Es porque Narel
se encarga de que no esté triste, ella ayuda con eso. —Thomas suspiró, no se
había dado cuenta de cuán importante se había vuelto ella—. Lo cuida demasiado,
es verdad, pero no dejó que Nick se pusiera triste ni que anduviera preocupado.
Cuando nuestra madre falleció, Nicholas entró en pánico, y ella lo sacó de allí
y ahora ya está mejor… Asustado por lo de Leah, pero con la esperanza viva… La
encontraremos, lo sabes ¿verdad?
—Claro que
lo sé, lo tengo más que claro… Es solo que… —Garreth miró a su hermano, ya casi
eran de la misma altura—. En casa todo es diferente a aquí, allá solo se
respira preocupación y tristeza, aquí todo es felicidad.
—No es que
todo sea felicidad, pero hay que seguir viviendo y en parte es por la loca…
Ella está al tanto de lo que sucede, también ha tenido problemas, sabes lo que
pasó en Canadá y Glasgow, dos sueños frustrados. Pero aquí anda, sonriendo de
esa manera y subiendo el ánimo…
—Está
radiante, Thomas… ¿le pasó algo?
—Eso lo
tienes que conversar con ella… —Thomas le dejó la mano en el hombro—. Vamos por
ese chocolate caliente, han estado todo el día preparándolo y mejor que nos
guste o nos matarán.
Ambos
sonrieron y se fueron a la cocina, en donde los demás tenían las tazas servidas
con leche caliente. Elijah y Nicholas estaban sentados a la mesa, mientras que Helen
servía la leche caliente y Narel dejaba los vasitos de chocolate en la mesa
para que se sirvieran. Garreth miró un tanto extrañado, no sabía lo que harían.
Pero Narel lo invitó a sentarse, le pasó una taza y tomó un vasito desde el
bastón de dulce, y le mostró lo que ocurría al juntarlo con la leche caliente. Garreth
sonrió por esas ocurrencias, al igual que Thomas, pero todos llegaron a la
conclusión de que les habían quedado realmente exquisitos y que estaban
aprobados para que los hicieran al siguiente día, en la cena de Navidad.
*********
Al día
siguiente, comenzaron a preparar todo temprano. Los padres de Helen avisaron
que llegarían por la tarde y Alexander también les dijo lo mismo. Narel con Nicholas
y Elijah se dedicaron a armar los chocolates calientes, a veces se les unía Garreth,
pero él andaba con Thomas viendo unos asuntos de importancia y no lo molestaron
tanto, además les había dicho que se quedaría un mes con ellos y que,
dependiendo de la situación de Leah, quizás se iría a estudiar a Londres
definitivamente. Ya verían como serían las cosas, no quería hacer planes, pero
eso no le impedía tener ideas.
Ashley
llegó antes que sus padres, Narel estaba viendo anime con los niños, pero se la
llevó a la habitación y no la dejó salir en un buen rato. Nicholas y Elijah la
fueron a buscar, pero era Ashley quien siempre les respondía que estaban
ocupadas y que se fueran a jugar a otro lado y no molestaran. Helen les dijo
que mejor se prepararan para la cena, que Ashley no dejaría salir a Narel hasta
que todo comenzara, porque de seguro ella se estaba preparando para la fiesta
con sus amigos y quería que Narel la ayudara con eso.
Cuando Alexander
llegó, fue Garreth quien le abrió la puerta, el mayor notó que su hermano
llevaba un gorro de Santa que de seguro había sido idea de la loca, a quien
esperaba ver para saludar, aunque lo que realmente quería era que llegara
medianoche para seguir con su tradición. Entró con Stephanie en los brazos y Joshua
de la mano, como siempre, y los llevó a la sala donde supuso estaban los demás.
Allí encontró a Nicholas con Elijah viendo televisión, ambos tenían gorros de
duendes navideños, dejó a los niños allí y de inmediato Nicholas les puso de
los mismos gorros, él solo sonrió, vio a Helen salir de la cocina. La saludó y
le preguntó dónde dejaba lo que trajo, su cuñada le dio las indicaciones y se
fue al auto, mientras Marianne con sus padres entraban. Ya todos estaban al
tanto de eso y esperaban que no sucediera nada que les arruinara la cena. Alexander
terminó de llevar las cosas a la cocina cuando se encontró con Ashley.
—Hola, bobo
—le dijo al entrar a la cocina, Alexander se fijó que iba vestida de fiesta y
aún no estaba ebria.
—Hola…
—contestó sin darle mucha importancia, aún no saludaba a quien quería ver y se
estaba apurando para ir a buscarla.
—Te dejé un
regalo en la habitación de Nar… —Alexander la miró abrir el refrigerador y
servirse leche, eso sí era raro en ella—. Me avisas si te gusta.
—¿Sabes
dónde está?
—Con tu
regalo… Aprovecha de ir ahora… yo hablaré con Marianne para que no pregunte por
ti.
—No creo
que me busque, pero gracias. —Alexander salió de la cocina y fue a la
habitación de Narel, quería verla un rato a solas. Abrió sin siquiera golpear.
—Ash, esta
cosa me incomoda, ¿por qué me lo tengo que poner? —Narel no se dio cuenta que
fue Alexander quien entró ya que estaba de espalda a la puerta. Él la miró,
llevaba puesto un vestido color azul marino, demasiado de verano, pero con la
calefacción de la casa daba lo mismo. La falda era plisada y le llegaba arriba
de la rodilla, de la cintura hacia arriba era un poco ajustado y se amarraba al
cuello, dejándole la espalda al descubierto. Pero con esos rizos que le
llegaban poco más debajo de la cintura, no se le veía casi nada. Alexander se
fijó que lo que le molestaba era algo al frente—. Ashley… —Cuando se giró para
seguir reclamando, se dio cuenta que no era su amiga, sino que Alexander, él la
miró de arriba abajo, Narel nunca se maquillaba, solo usaba ese labial brilloso
en tono rosado, pero Ashley le había arreglado las pestañas y delineado los
ojos de forma muy suave, resaltándole los rasgos latinos. Eso junto con los
rizos sueltos y la ropa, ella solía vestir únicamente camisas y pantalones
anchos, eran contadas con los dedos de una mano las veces que la vio con
vestido.
—Estás
hermosa… —Alexander susurró, Narel no pudo hacer o decir nada, ya que en dos
pasos él la tomó de la cintura y la besó—. ¿Cuándo creciste tanto…? —Narel lo
miró sin entender, Alexander la tomó del cuello y volvió a besarla—. Te amo…
—Él continuó besándola, ella tampoco quiso soltarlo. El sonido de la puerta los
interrumpió.
—Soy yo.
—Ashley entró y los miró—. Te gustó mi regalo parece… —Le pasó una servilleta a
Alexander—. Quedaste con labial, y ya vete, te buscan abajo. —Alexander se
limpió los labios y salió de la habitación—. Y tú, boba, ven para que te
arregle ese labial.
—Ash…
—No tienes
nada que decir, yo hace mucho rato que sé lo que Alexander siente por ti, por
eso es un bobo para mí y siempre lo será, pero sí me sorprendió que tú también
sintieras lo mismo. Me gusta verlos juntos, ustedes están unidos por el hilo
rojo…
—Ash… —Su
amiga la miró mientras le arregla el labial—. ¿De verdad no te gusta Alex?
—Claro que
no, boba, deja de preguntar eso —respondió al mirarla con una sonrisa, Narel
era su mejor obra de arte—. ¿Por qué sigues pensando en eso?
—Pensé… por
un momento pensé que ustedes sentían algo por el otro, porque son muchos años
los que se conocen…
—Y esa es,
precisamente, la razón por la que no nos gustamos.
—Al
principio me molestó creer que eso podría ser verdad. —Ashley la miró un poco
sorprendida, era raro que Narel se sincerara de esa manera—. No quería… es
decir… cuando Alex empezó a salir con Marianne y luego se casaron, sentí que no
podía respirar… al verlos…
—Hey, no
llores, me costó maquillarte y eres mi obra de arte. —Ashley le tomó la cara y
Narel sonrió—. Ahora que sé lo que sientes, sé que fue difícil para ti verlo
ser feliz con otra, pero ese bobo nunca ha sido completamente feliz con
Marianne, nunca lo vi brillar tanto como ahora.
—Pero…
—Solo
disfruta el momento, Nar. El hilo rojo los terminará uniendo siempre.
—¿Qué es
eso?
—Después te
explicaré, ahora deja que termine de arreglar lo que arruinó el bobo para que
bajemos y dejes a todos con la boca abierta.
—No
exageres.
—Eres mi
obra de arte.
—No soy un
juguete, Ash…
—En estos
momentos eres mi muñequita. —Ashley le guiñó un ojo cuando terminó de arreglarle
el labial—. Y ya no te estés besando con el bobo, no quiero estar de
maquilladora toda la noche, me iré antes de medianoche para la fiesta. Podrías
ir conmigo…
—Sabes que
a medianoche no puedo salir.
—Pobre,
pobre Cenicienta… Te espero a después que hagas esa promesa.
—No lo sé…
—Hablaré
con Thomas para que te autorice…
—Sabes que
no es eso. —Ashley se levantó y caminó a la salida, Narel la siguió, ya era
hora de bajar—. Sabes que no me gustan esas fiestas ni tanta gente… Ash. —Narel
la detuvo de un brazo antes de salir—. Quédate junto a mí ahora, por favor. La
suegra de Alexander me odia y siempre está diciendo cosas raras en mi contra…
—Eso ya
todos lo sabemos, si la vieja esa se enoja porque de seguro se quiere quedar
con todo por medio de su hija, si con Helen ya lo sabemos, y no te preocupes,
que Thomas ya tiene todo solucionado. Vamos, mi muñequita, que es hora de lucir
mi obra de arte.
—Que no me
digas así… —Pero Ashley la ignoró, la tomó de un brazo y comenzó a bajar con
ella—. ¿Qué es eso del hilo rojo?
—Después te
explico, ahora solo sonríe.
Narel la
miró frunciendo el ceño, Ashley la soltó y bajó primero casi corriendo. Garreth,
que estaba a los pies de la escalera, se quedó mirando a Narel, era raro verla
así, al igual que Alexander pensó, era muy raro verla mostrando algo de piel, a
no ser que fuera verano y se pusiera traje de baño, pero Alexander siempre se
encargaba de andar cubriéndola.
—No la
mires tanto o van a golpearte. —Thomas, a su lado, le dio suaves golpes en el
hombro.
—Sí… —Garreth
susurró sin dejar de mirarla—. No me había dado cuenta de que creció tanto… —Thomas
lo miró, algo así había dicho Alexander y no quería problemas entre sus
hermanos—. Es decir, la conozco desde siempre y siempre fue una niña y ahora…
ahora se ve toda una mujer… Siento que he perdido mucho tiempo de pasar con
ustedes, mis hermanos, y luego nos toca ver el mismo proceso con Leah…
—¿Solo la
ves como una hermana?
—Claro… No
soy tan tonto como para ponerme a disposición de los puños de Alex. —Thomas
sonrió, se podía quedar tranquilo—. Si fuera diferente… Si Alex… —Garreth miró
a Thomas, ese tema casi nunca lo tocaban y no sabía si sus sospechas de que Thomas
conocía de los sentimientos de Alexander eran ciertas—. Lo sabes ¿verdad? De
los sentimientos de Alex… —Thomas asintió—. Si él no sintiera lo que siente,
quizás y solo quizás podría verla con otros ojos, pero no así… no con mi
hermano de por medio, no le haría daño jamás.
—Ya tendrás
tiempo de hablar con los dos y verás que las cosas han cambiado y mucho… —Thomas
le dejó la mano en el hombro, Narel ya casi estaba abajo.
—Wow, Nar…
¿qué es esa ropa que te pusiste? —Pero fue Nicholas quien no se pudo quedar
callado.
—¿Verdad
que hice una obra de arte? —Ashley le sonrió a Nicholas, el menor solo la miró extrañado—.
Es porque iremos a la fiesta en mi casa…
—A Nar no
le dan permiso —dijo Nicholas, él seguía manteniendo una promesa con su
hermano.
—Thomas ¿le
das permiso a Nar de ir a la fiesta? —Garreth le ofreció el brazo a Narel
cuando llegó abajo, ella le sonrió y se lo tomó, prestando atención a Thomas.
—Claro que
no, contigo no la dejo salir ni a la esquina. —Narel sonrió, Ashley frunció el
ceño.
—Eres un
estirado, Thomas.
—Esa
decisión es de ella, Ashley. Si ella quiere ir, Garreth la acompañará.
—¿De
verdad? —Garreth miró a Thomas un tanto sorprendido.
—Solo si
ella quiere ir. Vamos, Ashley, Helen necesita un poco de ayuda. —La tomó de un
brazo y la dirigió a la cocina.
—¿Qué es lo
que pretendes dejando a Nar con Garreth? ¿Quieres ver el mundo arder por tu
otro hermano?
—¿Y qué es
lo que pretendes tú invitándola a esa fiesta? Yo no soy tonto, Ashley, así que
no andes haciendo tonteras.
—Sabes que
al final van a terminar juntos de una u otra manera.
—Pero no
hoy y no ahora con toda la gente aquí.
—¿Qué
sucede? —Helen les preguntó cuando llegaron a la cocina, estaba terminando de
preparar la decoración de los vasos.
—La loca de
tu hermana que le anda enseñando cosas a Narel…
—Te lo
advertí, Ash.
—Yo no hice
nada —suspiró y mejor se puso a ordenar las cosas—. Si me iré temprano, apenas
termine la comida, una fiesta me espera.
A los pocos
minutos, Helen llamó a todos para que fueran a la mesa. Narel continuaba cerca
de la escalera con Garreth y Nicholas, estaban riendo y conversando los tres
tranquilamente, ya que allí no había nadie más. Cuando Helen los llamó, Garreth
volvió a ofrecerle el brazo para caminar, fue así como entraron al comedor, en
donde ya casi estaban todos. Thomas acomodaba a Elijah en una silla entre él y Helen,
como la mesa era un poco ovalada, no había problema. Alexander hacía lo mismo
con sus hijos, pero al ver entrar a Narel tomada del brazo de su hermano,
frunció el ceño. Tampoco fue de su agrado ver que Garreth le acomodaba la silla
para que se sentara, que se comportara como un caballero… ya tendría su
oportunidad para recordarle cuál era su lugar… Se sentó con Joshua a su
derecha, Stephanie en sus brazos y Marianne a su izquierda, y junto a ella sus
padres. Frente a él estaba Garreth con Narel, desde allí no perdía detalle de
lo que sucedía entre esos dos. Ashley, sentada al lado de Narel, sonreía
divertida al ver a Alexander enojado. Thomas, por otro lado, solo quería matar
a su cuñada, y de paso también a Garreth, que no dejaba de hablarle en francés
a Narel. Y él que quería una cena tranquila entre tanta cosa que habían pasado.
—Nar,
¿quieres que te explique lo del hilo rojo? —Ashley le preguntó al mirarla, la
mencionada asintió, Alexander prestó atención—. Garreth, ayúdame.
—Claro,
¿qué necesitas? —Alexander miraba a los tres fijamente, Joshua comía de lo
mejor a su lado y Stephanie tenía su biberón, podía prestar atención a aquello
sin problema.
—Dame tu
mano derecha. —Garreth extendió su mano frente a la cara de Narel—. Y ahora la
tuya, Nar, ponla junto a la de Garreth dedo con dedo. —Ella hizo lo indicado,
ambos se quedaron mirando sus manos juntas, Alexander frunció su ceño tanto que
parecía solo tenía una ceja—. Estos son sus dedos meñiques —dijo tocando el
lugar mencionado—. La leyenda del hilo rojo dice que hay personas que están
unidas por un hilo rojo que nace desde el dedo meñique de cada uno, y que están
destinados a encontrarse y estar juntos pase lo que pase y en todas sus
reencarnaciones.
—¿Y cómo
saber quién es nuestro hilo rojo? —Garreth preguntó, al parecer Ashley había
causado más curiosidad en él. Alexander la miró, seguía con el ceño fruncido,
ya quería que su hermano soltara la mano, pero la leyenda igual lo había
intrigado.
—Solo lo
sabes, lo sientes en el pecho, en todo tu cuerpo… Brillas… —Alexander recordó
que Thomas le había dicho que brillaba después de aquella noche con Narel, la
miró, ella lo estaba viendo fijamente y se sonrojó cuando se toparon sus
miradas. Él sonrió, ella lo sabía y tenía claro que a ellos los unía el hilo
rojo. A Alexander le latió el corazón con fuerza, Narel lo amaba—. Garreth,
hagamos una prueba, entrecruza tus dedos con los de Nar a ver si brillan o si
están unidos por el hilo rojo. —Narel lo miró, perdiendo el contacto con Alexander,
ambos entrecruzaron sus dedos y sonrieron, ella se dio cuenta de que no era la
misma sensación que tenía cada vez que hacía eso con Alexander.
—Eso no va
a funcionar contigo, Garreth. —Nicholas se interpuso sentándose en las piernas
de su hermano—. Nar se casará conmigo, así que solo conmigo le funciona.
¿Verdad, Nar?
—Claro que
sí. —Narel le tomó la mano a Nicholas y entrecruzó sus dedos—. Nosotros estamos
unidos por el hilo rojo y nadie nunca nos va a separar.
—Nar… —Elijah
llegó junto a ella y la abrazó, Narel lo cargó dejándolo a horcajadas frente a
ella—. Ya tengo sueño.
—Mi sobrino
te quiere más a ti que a mí, que soy su tía.
—Es porque
me ve todos los días y jugamos a cada rato. —Narel dejó que Elijah se
acurrucara en su cuerpo y le besó la cabeza—. Y él sabe que lo amo con todo mi
corazón.
—Cuando tenga
hijos, te contrataré como niñera. —Garreth, a su lado y con Nicholas en las
piernas, le acarició la cabeza a Elijah.
—Tú no
tienes permiso de tener hijos, no todavía, no hasta muchos más años adelante. —Garreth
solo sonrió, ella siempre les decía lo mismo porque sus hermanos fueron padres
jóvenes—. Y tú menos, Nicholas Russ, tú mucho menos. —Narel sintió que algo
andaba por sus piernas, levantó un poco el mantel y vio a Joshua, lo ayudó a
salir de debajo de la mesa y el niño le estiró los brazos para que lo cargara—.
Alex, Josh está aquí. —Narel acomodó a Elijah en una pierna y en la otra sentó
a Joshua.
—Alexander,
creo que es mejor que nos vamos a casa. —Marianne lo distrajo de lo que veía,
ya que al tener a Narel enfrente con los dos niños en sus brazos, lo tenía un
poco distraído. Realmente le encantaba verla con los niños—. Josh va a empezar
a dormirse y Steph también.
—Arreglemos
las cosas entonces…
—¿Aún
quieres tener siete hijos, Nar? —Alexander miró a Garreth, que seguía hablando
con Narel.
—Claro que
sí, si son lo más genial de la vida. —Alexander vio como sonreía por eso y
abrazaba más a los dos niños, que estaban acurrucados en su cuerpo.
—¿Y ya
tienes con quien tenerlos? —Alexander frunció el ceño, tendría que hablar
seriamente con su hermano.
—Claro. —Y
eso lo descolocó, la miró fijamente, ella no podía tener hijos con nadie más
que no fuera él—. Se llama fecundación in vitro, tendré niños de
laboratorio. —Ashley se atoró a su lado al mirarle la cara de enojo a Alexander,
este frunció el ceño al notar que ella se reía de él.
—No le
hagas caso, Garreth. Si vieras en la universidad como la miran y la invitan a
salir y la boba esta… diciendo que tendrá hijos de laboratorio… Si simplemente
tiene que elegir y ya… —Alexander se levantó de pronto, sorprendiendo a todos.
—Ella no
tiene permiso de tener hijos en muchos, muchos años más. —Pero fue Thomas quien
habló, Alexander lo miró y sonrió de medio lado, estuvo a punto de decir lo
mismo. Narel también miró a Thomas, tenía el ceño un poco fruncido, se acurrucó
un poco en la silla, algo le molestaba al mayor.
—Nosotros
ya nos vamos —dijo Alexander para no mostrar que le había molestado el asunto
de los hijos de Narel—. No te muevas, Elijah está dormido, iré a dejar a Steph
al auto y vengo por Josh. —Narel asintió.
Alexander
salió, seguido de sus acompañantes, que se despidieron del resto que estaban a
la mesa. Thomas y Helen agradecieron que los suegros de Alexander se
mantuvieran a raya y no dijeran nada fuera de lugar durante toda la cena. Los
padres de Helen también anunciaron que se marcharían. Alexander entró a los
pocos minutos por Joshua que estaba medio dormido en los brazos de Narel. Tomó
a su hijo, que se le acurrucó al instante y le besó la cabeza a Narel.
—Vuelvo por
ti en un rato.
—¿Tú
también vas a dormir, Nick? —Garreth, que aún tenía a su hermano en las piernas,
lo abrazó al preguntarle.
—Claro que
no, Thomas me dijo que puedo abrir un regalo después de medianoche si estoy
despierto y con pijama, así que no me dormiré.
—¿Y qué
harás para mantenerte despierto? —Garreth sonrió por el hermano que tenía.
—Veremos
anime con Nar, ella también tiene permiso para abrir un regalo después de
medianoche.
—¿Tú tienes
las mismas condiciones? —Garreth miró a Narel, esta le sonrió y asintió con la
cabeza.
—Las mismas
condiciones —dijo Thomas que iba pasando por atrás para ver a Elijah, Helen
estaba despidiendo a sus padres en la entrada.
—Pero
tienes la promesa…
—Las mismas
condiciones —repitió Thomas, Narel lo miró y le sonrió, ambos sabían que la
promesa era algo que no se dejaba pasar.
—¿Qué es lo
que no me has contado? —preguntó Garreth al mirarla, Thomas rodó los ojos
porque Elijah no quiso ir con él.
—Pasa que
mi muñequita. —Ashley abrazó a Narel por el cuello, esta
la miró frunciendo el ceño—. Le dio por portarse mal y Thomas la tiene
castigada.
—Eso no es
cierto y ya deja de decirme muñequita. —Narel miró a Thomas—. Yo lo llevo a la
cama, Thomas. —Narel se levantó con Elijah en los brazos y caminó a la
habitación seguida de Thomas.
—No hagas
estupideces con Alexander ahora que venga por ti. —Thomas comenzó a ponerle
pijama a su hijo.
—No lo
haré, Thomas. Te lo prometo, solo será la promesa de todos los años y listo. Sé
que te preocupas por Alexander…
—Más por ti
que por Alexander. —Thomas la interrumpió al mirarla—. Él tiene como seguir si
lo que están haciendo no funciona, pero tú solo eres una niña inmadura como
dice Helen, no quiero que las cosas se te salgan de las manos y termines mal.
—¿Y si
salen bien?
—Eso es lo
que espero que pase. —Thomas terminó de acostar a Elijah, se levantó y la
miró—. De verdad que eso es lo que espero, quiero verlos a los dos bien y
felices. Pero también sé que la situación no será fácil para ninguno, si estás
dispuesta a soportar todo eso, te apoyaré hasta el fin y si no lo estás
también, pero no quiero que estés deteniendo tu vida, tu futuro, por algo que
quizás no funcione.
—Yo sigo
con mis planes, quiero estudiar, quiero tener mis cosas… quiero ir a Glasgow
aún… —Thomas sonrió, sabía que eso le diría—. Quiero comprarme una casa y tener
siete hijos…
—¿Has
pensado en Alexander como el padre de esos hijos? —Thomas no necesitó respuesta
para eso, solo le bastó verle la cara para saber que la respuesta era
afirmativa—. ¿Desde cuándo?
—Desde que Alexander
me dijo que quería tener siete hijos, igual que yo… —Thomas la abrazó.
—Ve a hacer
esa promesa como todos los años, sé que el estúpido de hermano que tengo jamás
te haría daño, como también sé que cruzaría el mundo completo por ti. No le
vayas a romper el corazón. —Le besó la frente y la miró, ella frunció el ceño.
—¿Por qué
lo haría? —Thomas sonrió mucho más.
—Por eso,
porque eres una boba. Ve a prepararte, está frío afuera y no necesitamos que te
enfermes, necesitamos a la niñera bien.
—Qué pesado
eres, Thomas.
Alexander
llegó a los pocos minutos, ya casi sería medianoche. Narel iba bajando con el
abrigo en las manos cuando él abrió la puerta. Solo se miraron por un momento y
ella terminó de bajar la escalera, a él realmente le había gustado el regalo
que le dio Ashley.
—¿Estás
lista? —Narel asintió al ponerse el abrigo y comenzar a abrocharlo—. Está
helado afuera. —Se quitó la bufanda, que se la había tejido ella, y se la puso.
Luego le acomodó el cuello del abrigo—. No quiero que enfermes…
—¿Vas a
traer a mi muñequita pronto? —Ashley abrazó a Narel, Alexander notó que había
estado bebiendo—. Iremos a la fiesta en mi casa, así que tráemela luego.
—No me
digas así, Ash…
—No es tu
muñequita. —Alexander tomó a Narel de la cintura, tratando de separarla de
Ashley—. Y no tiene permiso de ir a ninguna fiesta.
—¿Y por qué
no nos llevas tú? —Ashley soltó a su amiga y miró a Alexander—. ¿Acaso no
tienes ganas de bailar con ella toda la noche…? ¿Luciendo ese vestido? —Alexander
se sonrojó al pensar en lo que Ashley le decía.
—Si no te
apuras, no dejaré que salga. —Thomas venía bajando por la escalera, Alexander
despertó de su ensoñación, Narel lo miró, estaba un poco confundida con lo que
decía Ashley ya que había quedado claro que no iría a esa fiesta—. Soy su
tutor, si te doy una hora para que la traigas de vuelta, lo tienes que cumplir.
Así que mejor te mueves o no sale.
—La traeré
a la hora que me dijiste. —Alexander le tomó la mano a Narel, ella le sonrió a Thomas
antes de salir.
—Y tú… —Thomas
miró a su cuñada—. Ve a tomar un café y deja de darle ideas…
—Pero si
están destinados…
—Si están
destinados a estar juntos, tú no tienes nada que meterte. Si de verdad los
quieres juntos, deja que pase lo que tenga que pasar.
**********
La promesa
de medianoche siempre la hicieron en su árbol de juegos y reuniones, porque la
primera vez que la llevaron a cabo, Alexander la llevaba a su casa luego de la
cena y de jugar. Les salía fácil porque el árbol estaba a menos de una cuadra
de la casa de ambos. En cambio, ahora, estaba mucho más lejos. La casa de Thomas
quedaba al otro lado de su lugar de encuentro, fue por eso por lo que cuando
salieron, Narel solo le sonrió a Alexander y le tomó la mano, jalándolo en
dirección contraria a donde debían ir. Él simplemente la siguió, ella siempre
fue la de las ideas y él quien las llevaba a cabo.
—Estamos
lejos de nuestro árbol, pero el otro día me di cuenta de que el de esta casa es
genial. Está casi nevando, no quiero que andemos en auto. —Narel se detuvo
frente a la casa vacía que estaba junto a la de Thomas—. Entremos, está todo
vacío.
—Sí, lo sé,
si esta casa está en venta. —Narel jaló a Alexander para entrar, ella había
estado inspeccionando con antelación y abrió sin problemas—. ¿No es esto
allanamiento de morada?
—No… está
vacío y solo estaremos un momento. —Alexander continuaba siendo jalado al patio
de la casa—. Mira ese árbol ¿no está genial? —Narel lo soltó y caminó hacia el
árbol, él solo la miró—. Aquí un columpio sería de lo más genial de la vida.
Esta casa es lo más genial de la vida, el otro día me metí porque las puertas
no están del todo cerradas, es como si la hubieran abandonado, y está genial…
Me gustaría comprarme una casa como esta… —Alexander conocía bien esa casa, fue
la que quiso comprar, pero que a Marianne no le gustó—. Y lo mejor es que es la
casa vecina de Thomas, incluso se le puede hacer una puerta que las comunique
entre los patios… Yo sería feliz en una casa como esta… Me imaginé llenando de
vasos con azúcar para que lleguen los colibrís… —Se silenció porque Alexander
la abrazó por la cintura y luego la besó, ella lo rodeó por el cuello, quizás,
en algún momento, se acostumbraría a eso, pero mientras continuaría disfrutando
del cuento de hadas en el que estaba.
—Prometo
que voy a cuidarte por el resto de mi vida y más allá… no dejaré que nunca nada
malo te pase… —Volvió a besarla.
—Prometo
que nunca voy a dejarte, que siempre encontraré la manera de volver a ti. —Alexander
dejó sus frentes juntas, Narel le acarició con suavidad las mejillas—. Sea
donde sea que me lleven, siempre volveré a ti… —Normalmente, Narel solo estaba
unos pocos meses en diferentes lugares por los trabajos de sus padres, por eso Alexander
siempre le pedía que no lo dejara.
—¿Quieres
tu regalo de medianoche? —Narel negó con la cabeza, le tomó la cara y lo besó, Alexander
sonrió porque ella tomaba la iniciativa—. ¿Me dejas verte aquí solos con ese
vestido?
—Pero hace
frío… —Alexander la agarró de la mano y la llevó dentro de la casa, a la que
una vez fue la cocina. Él también sabía de algunos trucos.
—Aquí no
tanto… —Le desabrochó el abrigo y le quitó la bufanda. Se quedó mirándole el
escote, era lo que llamaba la atención de ese vestido—. El otro día no estaban
así… Si meto una moneda no pasa… ¿Cuándo creciste tanto, preciosa, cuando? —Alexander
la besó, quitándole por completo el abrigo, la abrazó con fuerza por la cintura
y la sentó en un mueble. Comenzó a besarle el cuello mientras le acariciaba la
espalda.
—Es la cosa
que me puso Ashley… —susurró, tenía los ojos cerrados al dejarse llevar por Alexander,
sintió que la amarra del vestido caía—. ¿Qué haces…? —Pero no la dejó seguir
hablando al besarla, mientras se acomodaba entre las piernas de Narel y dejaba
caer la parte de arriba del vestido, quedando a su vista y disposición lo que
tanto quería. Ella era de él, completamente de él, y le encantaba sentir como
se entregaba a sus caricias.
—Voy a
agregar una parte más a la promesa de medianoche. —Narel asintió, lo tenía
abrazado con las piernas, respiraba agitado y tenía sus dedos en el cabello de Alexander,
él ya había recobrado la respiración después de lo que hicieron—. Prometo que
voy a amarte toda la vida… —Ella lo miró, Alexander sonrió y le acarició las
mejillas, tenía gotitas de sudor.
—Prometo
que nunca más volveré a hacerte llorar… Nunca más, Alexander. Nunca más… —Él se
sorprendió por aquello, Narel lo abrazó con fuerza por el cuello—. Prometo que
nunca romperé nuestro hilo rojo… —Alexander la besó.
—Thomas va
a matarme si no te llevo a casa en diez minutos más… —Narel le tomó la cara y
lo besó—. No importa… moriré feliz…
—No quiero
que mueras…
—Vamos
entonces… —Alexander acomodó su ropa sin dejar de besarla, luego la bajó del
mueble y le ayudó a arreglar el vestido, la bufanda y el abrigo, volvió a
besarla—. Tu regalo… —Sacó una cajita del bolsillo del abrigo que llevaba y se
la pasó, ella lo abrió y había un par de aretes con forma de colibrí—. Setenta
latidos por minutos… como tu corazón…
—Y el tuyo…
el tuyo también late rápido…
—Por ti… —Narel
lo miró y le sonrió, él notó que brillaba más que una estrella, le acarició las
mejillas y le besó la punta de la nariz—. El arete de la pureza que tienes ya
no te sirve, ya te robé la pureza. —La miró sonreír por eso—. Así que mejor te
compré esos…
—Están
hermosos, me los pondré mañana… Ahora mi regalo. —Sacó la cajita que fue a
buscar con Helen y se la pasó, Alexander la abrió y soltó una carcajada.
—Solo a ti
se te podía ocurrir esto. —Tomó el colgante con cadena y lo miró, estaba
diseñado para él, ya que era el logo del Arsenal, pero con su nombre dentro del
escudo, Alex Russ decía bajo las palabras Victoria Concordia Crescit, ya
que el que le mandó a hacer era el escudo del año 1990—. Ayúdame a ponerlo. —La
volvió a sentar en el mueble y le pasó la cadena, Narel se lo amarró y lo
guardó dentro de la ropa. Se quedaron mirando a los ojos y fue ella quien lo
besó—. Si por mi fuera, no te llevo a casa nunca más en la vida. —Narel sonrió,
Alexander la bajó y le tomó la mano—. Pero quiero que Thomas esté de nuestra
parte y nos ayude con todo, así que vamos.
Cuando
llegaron a la casa, lo hicieron tomados de la mano con los dedos entrecruzados,
Alexander abrió y no la soltó, la afirmó más fuerte aún. Se quitaron los
abrigos en el armario de la entrada, que Thomas tenía especialmente para eso, y
volvió a tomarle la mano de la misma manera y con fuerza, la llevó a la sala,
de donde había voces, de seguro Nicholas estaba impaciente por los regalos.
—Nar, ven a
abrir el tuyo. —Nicholas fue el primero en verlos, Thomas los miró, nuevamente
brillaban, luego se fijó en las manos, Alexander la tenía firmemente agarrada.
Suspiró, no podía hacer nada, solo esperaba que todo saliera bien para ellos.
—¡Oh, por…!
—Thomas le tapó la boca a Garreth, que también los había visto—. ¿Lo sabías?
—No estoy
de acuerdo, pero ya nada puedo hacer. Solo esperar que todo salga bien.
—Pero…
—Alexander
está brillando y está diferente… Volvió a ser él… Si tengo que elegir, lo
prefiero así a que sea infeliz… —Thomas miró a Garreth, esperaba que entendiera—.
Solo nosotros sabemos. ¿Estás de su lado?
—Yo apoyo a
mi hermano en sus decisiones, apoyo a Nar también porque la considero una
hermana, pero no quiero que ninguno de los dos salga dañado por esto.
—Es lo que
esperamos todos…
—Nar, tu
regalo… —Ambos miraron a Nicholas que fue con Narel, que no podía hacer mucho
porque Alexander no la soltaba. Garreth se fijó que su hermano molestaba al
menor.
—Vaya…
—¿Lo
notaste? —Thomas le preguntó sin quitar la vista de los dos que habían llegado.
—Es el
mismo de antes… El Alexander feliz…
—Thomas, el
regalo de Nar…
—¿Cuáles
eran las condiciones? —Narel miró a Thomas, Helen venía llegando con Elijah en
los brazos, al parecer Nicholas lo había despertado.
—Voy a
ponerme pijama… —Intentó soltarse de Alexander, pero no pudo, lo miró.
—Con
pantalones.
—Bien,
bien… ¿Ahora ya me sueltas?
—Aún no… —Y
la besó, frente a todos en la casa, dejando a un boquiabierto Garreth—. Ahora
sí, y si llegas sin pantalones, te llevaré arriba y te los pondré yo.
—Bien,
bien. —Alexander la soltó y subió las escaleras, Nicholas quiso ir tras ella,
pero Alexander lo tomó en los brazos y lo llevó a la sala, con los demás.
—Ni se te
ocurra, ya no hay permiso para eso. Y tú… —dijo mirando a Garreth—. Pobre de ti
que le vuelvas a hablar en francés o todas esas tonteras de caballeros, porque
si sigues olvidaré que eres mi hermano. —Alexander bajó a Nicholas—. Thomas
¿puedo quedarme a dormir?
—Claro que
puedes. —Pero fue Ashley, que estaba acostada en el sillón, quien respondió—.
Pero yo dormiré con mi muñequita.
—¿Qué haces
aún aquí? —Se escuchó que Narel bajaba las escaleras corriendo, Alexander miró
a ver si se puso pantalones, se quedó tranquilo al ver que sí.
—¿Cuál es
mi regalo? —preguntó al llegar—. Ash, ¿por qué no fuiste a la fiesta? —Se quedó
mirándola, acostada en el sillón, la mencionada se sentó y le jaló la mano para
que se sentara junto a ella y la abrazó.
—Brandon me
dijo que no podría ir… ¿qué sentido tiene la vida si él no está? —Narel notó
que había bebido de más.
—¿Por eso
estuviste bebiendo de más?
—Ahogando
las penas se llama…
—Y bien… —Narel
habló mirando a todos, se fijó que Alexander tenía el ceño fruncido al ver a
Ashley abrazarla, Garreth la miraba con una sonrisa, Helen dejaba a Elijah
junto a los regalos y Nicholas se acercaba a ellos, mientras que Thomas tenía esos
ojos de querer matarla y abrazarla al mismo tiempo—. ¿Vamos a celebrar una
navidad latina que estamos todos despiertos después de medianoche?
—Tú y yo
conversaremos mañana seriamente.
—Pero, Thomas…
—No solo tú
y ella, los tres, si solo mírala, brilla como si tuviera luz propia. —Helen se
acercó a Thomas y ambos la miraron con el ceño fruncido.
—Pero
llegué a la hora que me dijeron… —Narel notó que Thomas sonreía y supo que era
una broma—. Te vas a quedar sin chofer, Helen.
—No seas
boba. —La mayor se acercó y le besó la cabeza. Luego se fue con Elijah.
—Tu as
de très beaux yeux! —Garreth volvió a hacer que se sonrojara, Alexander, a
su lado, se le paró enfrente—. Ya, ya, si fue la última vez. No puedes negar
que es verdad lo que le dije…
—Voy a
matarte si sigues coqueteándole a mi novia.
—¿Novia?
—Ashley interrumpió y todos la miraron—. Muñequita mía, ¿ya eres su novia?
—No. —Pero
fue Nicholas, quien se lanzó a los brazos de Narel besándole la mejilla, quien
respondió—. Ella es mi novia y nos casaremos.
Narel lo
abrazó con fuerza y lo sentó en sus piernas. Helen se acercó con Elijah, que
llevaba una caja con autos de juguete y con dos regalos en las manos, uno se lo
pasó a Ashley y el otro a Narel. Thomas, por otro lado, se llevó a sus dos
hermanos a la cocina, debía conversar con ellos sobre la situación de Leah, ya
que había llegado nueva información.
—Están
lindos tus aretes, Nar, los de colibrí. —Alexander escuchó que Ashley le decía
a Narel y sonrió porque ella ya se los había puesto.
—¿Verdad
que sí? Están hermosos, fue el regalo de mi hilo rojo. —Alexander sonrió más,
luego la puerta se cerró tras de sí y se sentó junto a sus hermanos, Thomas sirvió
chocolate caliente para los tres.
—Thomas…
—Pero antes que dijeran cualquier cosa, Alexander habló—. ¿Me das permiso para
llevar a Nar el lunes a algún lado? Para celebrar su cumpleaños…
—Si la
traes temprano y ella quiere ir, no hay problema.
—¿Qué tan
temprano?
—Helen le
hará un pastel, ya tiene todo listo, así que antes de eso.
—¿Y puedo
salir con ella después de eso?
—¿A dónde
quieres ir?
—A la casa
de campo…
—Estás
jugando con fuego, Alexander.
—Es porque
se quiere quemar. —Garreth, que había estado observando y escuchando todo con
atención, interrumpió, los otros dos lo miraron.
—Thomas,
por favor…
—Bien,
bien, pero solo si ella quiere.
—El lunes
cumple dieciocho, será genial no tener que pedirte permiso cada vez…
—Soy su
tutor hasta que termine de estudiar, así que, hermanito, anda preparando tus
discursos para que te demos permiso. Porque no solo es a mí a quien tienes que
preguntarle, sino que también a Helen. —Alexander dio un sorbo a su chocolate
caliente con frustración, aunque estaba bueno lo que bebía.
—Yo también
quiero una novia que cocine así de rico… —Garreth volvió a interrumpir dando un
sorbo al chocolate—. Tienes mucha suerte, Alex…
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