Aquel primer
día de noviembre, Narel lo recordaba bien. Estaba más frío de lo habitual y eso
le gustaba, significaba que la época que ella adoraba comenzaría. Había
decidido que ese año se tejería unos gorros, estuvo viendo unos modelos que le
llamaron la atención y fue con Helen a comprar cosas, tanto para el
departamento de ella como para la casa de Helen, y aprovechó de comprar las
lanas. La mayor solo la miraba al verla feliz, de a poco iba recuperando su
alegría habitual y si tejer la hacía feliz, con Thomas le darían todo el apoyo.
—Si tejo
mucho, podría ir a una de esas ferias que venden de estas cosas. ¿Recuerdas, Helen?
Como la que fuimos el año pasado, tenían cosas preciosas. ¿Crees que pueda
hacer gorros tan lindos como esos? —Helen rodó los ojos frente a la bomba de
preguntas, estaban cargando el auto. Ella no manejaba, pero Narel sí y Thomas
les prestaba el carro.
—A mí me
gustan más los que tú tejes. ¿Le vas a hacer a Elijah?
—Claro que
sí. —Narel miró al pequeño dormir en la silla del auto—. Le compré como tres
diferentes, le haré muchos, y guantes también para que juguemos en la nieve.
Vamos, vamos, Helen, que hay mucho por hacer. —Narel cerró la maleta mientras Helen
se instalaba en el copiloto, luego se subió ella—. Deberías aprender, nos iría
bien, seríamos millonarias en poco tiempo. —Helen sonrió mientras guardaba
cosas en su bolso y buscaba el celular para avisarle a Thomas que ya habían
comprado.
—Qué raro…
—¿Qué cosa?
—Narel preguntó sin mirarla, ya que iba manejado.
—Tengo diez
llamadas perdidas de Thomas, todas seguidas. Lo llamaré… —Helen comenzó a
marcar—. Espero que no pasara nada grave.
—Todo
estará bien, Helen, de seguro solo está preocupado por el auto.
Ambas
sonrieron, Helen esperaba que Thomas le respondiera, pero se iba directo al
buzón. Continuó intentando hasta que llegaron a la casa. Guardaron el auto, Helen
tomó al dormido Elijah y entraron por la cocina. Si bien no querían
preocuparse, era raro que Thomas no contestara luego de haber estado llamando. Narel
le dijo que ella bajaría las cosas, que fuera a acostar a Elijah y luego a
seguir tratando de contactarse con Thomas. Pero mientras bajaba las bolsas, Alexander
llegó junto a ella.
—¿Qué haces
aquí? —preguntó al mirarlo, Alexander notó que ella estaba preocupada, así como
Narel se fijó que su amigo tenía los ojos rojos y no era por la marihuana como
ella solía decir—. ¿Qué pasó? ¿Dónde está Thomas? ¿Qué le pasó a Thomas? —Alexander
la abrazó, Narel había comenzado a llorar pensando en Thomas, dejó caer las
bolsas que llevaría adentro.
—Thomas
está bien, quédate tranquila. —Narel asintió al abrazarlo y tratando de
tranquilizarse—. Es Leah… no aparece por ningún lado… —Ella sintió a Alexander
apretarla con fuerza.
—¿Cómo no
aparece? ¿Qué es lo que sucede?
—No lo
sabemos, solo no aparece… la buscaron en el colegio y nada… no llegó a clases…
y mi madre la fue a dejar como todos los días y no llegó, nunca entró… —Narel
se dio cuenta que Alexander lloraba.
—¿Cuánto
tiempo…?
—Ya lleva
más de veinticuatro horas…
—¿Por qué
no les avisaron antes?
—Pensaron
que aparecería, que estaba donde alguna amiga o algo… No lo sé… esto es
desesperante… Garreth ya se fue…
—¿Qué?
—Tomó el
primer vuelo… yo quería ir con él, pero Thomas tiene razón, no seré de ayuda…
—Aquí le
sirves más a Thomas… Alexander… —Narel lo abrazó fuerte—. Quédate tranquilo, ya
verás que la encontraremos… —Y esta vez fue Narel quien lo consoló tomándole la
cara para limpiarle las lágrimas, Alexander la seguía teniendo firmemente
agarrada de la cintura mientras la miraba a los ojos. Dio un paso al frente,
obligándola a retroceder, y la dejó apoyada en el auto. Narel miró los labios
de su amigo, estaban a solo unos centímetros… apenas unos centímetros…
—No me
dejes…
—No lo
haré… —Y Narel sintió la respiración de su amigo sobre la de ella y su cuerpo presionándola
contra el auto.
—¡Nar! —El
grito de Nicholas logró que la cabeza de Alexander se apoyara en el hombro de Narel,
maldiciendo por esa interrupción, había estado a punto de besarla—. ¡Nar! —Nicholas
la abrazó junto con su hermano, el niño también lloraba. Narel le dejó la mano
en la cabeza para acariciarle el cabello mientras la otra afirmaba con fuerza
la camisa de Alexander a la altura del cinturón del pantalón. Notó que Alexander
también abrazaba a su hermano mientras seguía escondido en su cuello.
—Ayúdenme a
llevar las cosas a la casa —les dijo luego de unos minutos—. Helen compró unas
cosas que se derriten. —Miró a Nicholas que había levantado la vista y asentía,
Narel le limpió un poco el rostro. Alexander no se movió—. Alex…
—Prométeme
que no te irás…
—Te lo
prometo… Ayúdame con las cosas y luego buscamos una solución a todo esto. —Alexander
asintió aún escondido en el cuello de ella, pero se separó y tomó algunas
bolsas. No solo debía buscar una solución a lo de su hermana, sino que también
por el hecho de que estuvo a punto de besarla, si no fuera por el grito de Nicholas,
él lo hubiera hecho sin medir las consecuencias.
Entre los
tres llevaron todo adentro y luego se fueron a la sala, allí estaba Helen
conversando con Thomas. También había un policía del tipo detective. Thomas, al
verla, la abrazó. Narel se puso a llorar en sus brazos, el mayor era el único
que no tenía los ojos rojos o hinchados o con síntomas de haber estado
llorando. Thomas tomó el rostro de Narel con las manos.
—Necesito
de tu ayuda, necesito que me ayudes con una cosa de vida o muerte.
—¿Ya
tuviste noticias? —Alexander llegó, prácticamente, de un salto al lado de
ellos.
—Más o
menos, déjame verificar algo. —Tomó a Narel de la mano y se la llevó a su
despacho, allí había una pantalla más o menos grande conectada un computador,
ella notó que se estaba llevando a cabo una video llamada—. Luis… ¿estás allí?
—Thomas se sentó frente a la pantalla y le dijo a Narel que se acercara.
—Sí, aquí
estoy… —Narel pudo ver al padre de Leah y Garreth al otro lado—. ¿Es ella?
—Sí… quizás
no la recuerdas…
—No, la
verdad… pero Alexia dice que es de confianza… —Alexia era la madre de los
muchachos, que se encontraba en Francia, precisamente con quien estaba al otro
lado de la pantalla—. Garreth acaba de aterrizar, ella fue por él.
—Nar… —Thomas
se giró a su amiga—. Necesitamos que nos ayudes con algo… No es complicado,
pero es de vital importancia para saber de Leah.
—Bien… —Fue
lo que contestó, no sabía qué decir ni qué pasaba.
—Thomas me
dijo que la última vez que viste a Leah allá en Londres, ella estaba jugando
con una computadora… —Narel notó que el padre de Garreth era bastante serio,
ella lo conocía más que todo por fotografías—. Necesito que me digas a qué
jugaba.
—No, ella…
—Narel se mordió el labio, Leah no estaba precisamente jugando con la
computadora—. Ella no estaba jugando…
—Ese día
dijiste que no hiciera trampa. —Thomas la miró, recordando que Narel había
pasado por atrás de donde estaba Leah con la computadora y le comentó eso al
paso—. Le dijiste que no cambiara los códigos para hacer trampa.
—Sí… eso le
dije… Pero ella no estaba jugando a nada, ella estaba armando un código informático
—dijo mirando a Thomas—. Pensé que estaba haciendo trampa, metiéndose vidas
infinitas como me dijo, pero después, al rato después, me recordé el código y
ese no era de juegos, era mucho más complejo… No le di importancia porque Leah
es pequeña para meterse en esas cosas…
—No es tan
pequeña parece… —Narel miró la pantalla al escuchar a Luis susurrar—.
¿Recuerdas algo del código?
—No, lo
siento… —contestó bajando la mirada, Thomas le tomó la mano.
—Entonces
no me sirves de nada. —Narel apretó los ojos cuando la pantalla, al otro lado,
se fue a negro. La llamada había finalizado. Thomas se levantó y la abrazó, ya
que ella había empezado a llorar.
—Si sirvió
lo que dijiste, no le hagas caso, está tan desesperado como nosotros… No
llores…
—Lo siento,
Thomas… —susurró al abrazarlo con fuerza—. Lo siento por no poder ayudarte…
—Tranquila,
no es tu culpa ni es tu deber… Leah ya aparecerá…
—Thomas… —Alexander
estaba de pie apoyado en la puerta, Thomas lo miró, tenía el ceño fruncido. No
sabía de cuándo estaba allí, pero si escuchó que Luis decía eso de Narel, de
seguro se había enojado—. Ya fue suficiente, déjala salir.
—Thomas…
era un código para una página web, quizás un banco o algo así… —Thomas la soltó
un poco para mirarla.
—Eso es lo
que sospechamos, creemos que la secuestró un tipo que se dedica a hackear
bancos y cosas por el estilo, se aprovecha de los niños que saben de eso y los
utiliza…
—Pero…
¿cómo Leah sabía de eso? —Alexander había llegado junto al escritorio y tomó la
mano de Narel para jalarla junto a él. Thomas se lo permitió.
—El padre
de Leah sabe de eso, ¿verdad, Thomas? —Narel lo miró esperando una respuesta, Thomas
asintió al sentarse en la silla—. Ella tiene que haber visto algo, si se la
pasa con él como dijo Garreth, tiene que haber aprendido algo. No es tonta y es
bastante inquieta con las computadoras. Ella tiene que haber aprendido mirando
a su padre, quizás se metió en alguna cosa sin querer y… y… y se la llevaron…
—Está
confirmado. Ya sabemos quién fue. —El policía detective entró al despacho sin
siquiera tocar, Thomas volvió a levantarse y pasó por entre Alexander y Narel—.
Las fuerzas ya fueron desplegadas para encontrarlo, no sabemos si está en
Francia o en Inglaterra, pero lo encontraremos, hay unidades moviéndose en los
dos países, no solo fue a la hermana de ustedes a la que secuestró, hay varios
niños más implicados. —Narel no se había dado cuenta que Alexander la tenía
tomada de la mano, pero sí notó cuando entrecruzó sus dedos y apretó la mano.
Ella le respondió de igual manera para tranquilizarlo—. Ahora solo queda
esperar.
—¿Esperar?
—Narel notó que su amigo se tensaba, ella sabía que no le gustaba esa palabra y
más cuando se trataba de su familia.
—Sí, Alexander,
esperar. —Thomas lo miró con el ceño fruncido, Alexander apretó con fuerza la
mano de Narel—. Gracias, detective. Supongo que se irá ahora y nos mantendrá
informados.
—Sí, tengo
que estar al pendiente de las otras familias también. Por favor, si ustedes
saben algo, no duden en avisar.
—Gracias. Lo
acompaño a la puerta. —Thomas miró a su hermano, luego a Narel, ella lo
mantendría calmado un rato. Después se fijó en la mano de Alexander y cómo
tenía agarrada a su amiga, tendría que conversar con él al respecto. Salió con
el detective.
—¿Cómo
puede dejar todo así como así? —reclamó Alexander cuando Thomas salió, Narel lo
miró.
—Vamos, Alexander,
salgamos de aquí. —Su amigo la miró, por lo general a ella le gustaba estar
allí—. Vamos. —Ella continuó insistiendo y jalándolo, hasta que logró sacarlo y
cerrar la puerta—. Thomas no le entregará toda la información a la policía y es
normal. —Alexander la miró, seguía tomado de la mano con ella—. No lo
entiendes, no puede darle toda la información porque es un secuestro, si el
secuestrador se comunica con alguien, por cualquier cosa, y descubre algo que
no le gusta, no dudará en hacerle daño a Leah… —Alexander quiso hablar, pero su
amiga no lo dejó—. Está bien lo que hizo Thomas, como también estuvo bien no
conversar frente a la computadora por la que Luis tenía la videollamada… No me
trató mal… Si es un hacker, si sabe de Leah y su familia, es mejor que los vean
peleados…
—Así es. —Thomas
los distrajo, ambos lo miraron—. Me alegra que entendieras eso… Y gracias por
esas lágrimas falsas.
—Debí ser
actriz. —Narel se soltó de Alexander, Thomas le revolvió el cabello, aunque se
sorprendió cuando ella lo abrazó fuerte—. Pensé que te había pasado algo… —Y
lloró, esa vez de verdad.
—¿Por qué?
—preguntó abrazándola, de reojo miró a su hermano fruncir el ceño, tenía que
hablar con él.
—Llamaste a
Helen y después no respondías, cuando llegamos Alexander fue al auto y tenía
los ojos rojos, estuvo llorando y nosotras no sabíamos nada de ti… No vuelvas a
hacer eso nunca más, Thomas… —El mayor le besó la cabeza, Narel escondió el
rostro en el pecho de Thomas, mientras lo aferraba con fuerza.
—Estoy
bien, estoy bien… Ya no llores, hay cosas por hacer. Quédate tranquila que
estoy bien… No preocupes de más a Nick…
—Está bien…
Voy a lavarme la cara… —Narel lo soltó y caminó al baño, no se había dado
cuenta que Nicholas estaba cerca, que corrió a abrazarla. Alexander se fijó que
ambos se perdieron por el pasillo.
—Ahora tú.
—Thomas se interpuso en la visual de Alexander—. ¿Me quieres explicar qué te
pasa con Narel?
—¿Me pasa
de qué? —Alexander lo miró arqueando una ceja—. ¿De qué hablas?
—¿Cómo que
de qué hablo? —Thomas lo llevó un poco más lejos de la sala, donde llegaría Narel
con Nicholas en cualquier momento—. Siempre he sabido lo que sientes por ella,
que no te diga nada es otro asunto. Pero te estás pasando.
—Creo que
estás alucinando cosas, Thomas. —Alexander, quien era un poco más alto que Thomas,
lo miró frunciendo el ceño—. Yo la trato de la misma manera que tú.
—No, claro
que no, Alexander. Claro que no la tratas de la misma manera que yo porque no
la ves de la misma manera que yo.
—Esta
conversación no tiene ningún sentido. —Su hermano hizo el intento de dejarlo,
pero Thomas no se lo permitió tomándole del brazo—. Thomas…
—Estás
casado, Alexander. —Thomas dejó a su hermano de tal manera que pudiera
susurrarle al oído—. No puedes estar tomándole la mano de esa manera ni estar
sobre protegiéndola como antes… Ya tienes que dejar de hacer esas cosas…
Entiéndelo de una buena vez.
—Siempre
hemos sido así, yo le prometí que la cuidaría por el resto de su vida. Se lo
prometí cuando la conocí.
—Te
enamoraste de ella, Alexander. Estás enamorado de ella y no lo quieres aceptar.
—El menor intentó soltarse, pero Thomas no lo dejó, no quería seguir
escuchándolo—. No te arrancarás esta vez… Vas a escucharme, aunque no te guste…
—Yo no
estoy enamorado de ella, Thomas… —Tiró de su brazo, pero su hermano no lo
soltó—. ¿Cómo podría estarlo? Si solo es… —Alexander, que su vista por la
posición en la que estaban daba al pasillo, se quedó mirando a Narel caminar de
la mano con Nicholas mientras cargaba a Elijah—. Solo es… —A él le gustaba
verla con su sobrino o con sus hijos, cuando estaba con ellos brillaba
diferente—. No podría… —Y fue cuando se dio cuenta que ella ya no era la niña
con la que jugaba, la de las travesuras, sino que había cambiado físicamente,
que a sus diecisiete años, ya casi terminaba de desarrollarse por completo—. ¿Cuándo
pasó? ¿Cuándo creció?
—Maldición,
Alexander. Dijiste que nunca te enamorarías de ella, por eso te dejé seguir con
tus tonteras. —Thomas le apretó más el brazo, de esa manera su hermano dejó de
mirar a su amiga—. No puedes verla de esa manera. No puedes…
—¿Por qué
no? —Aquella pregunta sonó más a súplica que a petición de explicaciones.
—Porque
estás casado y tienes dos hijos…
—Hay
maneras…
—Y ninguna
funciona. —Thomas suspiró y soltó un poco el agarre—. Alexander, todo lo que se
te ocurra, todo lo que quieras con ella, todo puede ser lo mejor que se te pase
por la cabeza. Todo. Pero será una ilusión y solo Narel saldrá lastimada, le
romperás el corazón y de eso no se recuperará. Y ni hablar de lo que pase con Marianne…
—No puedo
dejarla ir, cuando me dijo que se iría a Glasgow, fue como si se acabara el
mundo…
—Es solo
costumbre, Alexander… Solo es costumbre. —Thomas lo soltó, Alexander lo miró sorprendido.
—¿Me estás
pidiendo…?
—Miéntete a
ti mismo, pero no dejaré que le hagas daño a Narel.
—Papi… —Esa
era la voz de Joshua, Alexander miró hacia la puerta, Marianne llegaba con los
niños.
—Fue tu
error no cuidarte para que no quedara embarazada. Solo tenías quince años,
ahora con dieciocho es normal que quieras conocer y comerte al mundo. Pero
cuando lo hagas, fíjate que no salga nadie herido.
—Ella nunca
me verá de la misma manera y no tienes idea de cuánto duele. —Thomas lo miró,
así como sabía de los sentimientos de su hermano, también conocía los de Narel.
La diferencia estaba en que ella tenía más que clara su posición, Alexander
siempre sería su imposible.
—Entonces
no te hagas daño y preocúpate de tu familia. —Thomas se giró y tomó al pequeño Joshua
en los brazos—. Hola, pequeñín. ¿Viniste a buscar al odioso de tu papá? —Le
besó la cabeza y se lo pasó a Alexander, quien lo llenó de besos—. Estás
advertido.
Abrazó a su
hijo y le hizo un poco de cosquillas, el niño rio fuerte. Alexander se fijó que
su hermano saludaba a Marianne y Stephanie, habló con ellas un momento y se fue
donde Helen, que se encontraba en la sala con Narel, Elijah y Nicholas. Alexander
notó que solo los niños sonreían… Luego frunció su ceño, Nicholas no soltaba a
su amiga, no le gustaba que quedara a la altura de su pecho cuando la abrazaba
de esa manera.
—Hola, Alex.
—Marianne llegó junto a él, la miró, cargaba a Stephanie y la niña le sonreía a
su padre—. ¿Cómo estás?
—No lo sé…
No sé cómo me siento y casi no hay información… —La niña le estiraba los brazos
a su padre, pero este solo la besó en la frente, ya que cargaba a Joshua.
—Quédate
tranquilo. —Marianne le acarició el cabello y la mejilla a Alexander—. Todo se
arreglará y todo saldrá bien. —Alexander la miró y le sonrió, ella era tan
tierna y dulce, que no le había costado nada sentirse enamorado, todo lo
diferente a Narel. Además, Marianne no le dijo que no, lo dejó seguir y seguir.
Mientras que Narel le rompió la nariz cuando intentó besarla. Quizás si le
hubiera dicho que no, no estaría cargando a Joshua ni a Stephanie, y no estaría
complicándose la vida.
—Pensé que
te quedarías con tus padres.
—Sí —dijo mientras
lo miraba a los ojos—. Pero mi madre me recordó que mi lugar es junto a ti.
—Si las
cosas se ponen raras, si llegan los detectives y esto se empieza a llenar de
policías o algo, quiero que te vayas a casa de tus padres con los niños. No es
bueno que estén aquí. Si llega a pasar algo, no quiero que estén aquí en
peligro.
—Sí, como
tú digas. —Alexander se inclinó y la besó, ella le correspondió a pesar de las
quejas de los niños.
—Te amo. —Marianne
le sonrió en respuesta, ella nunca le respondía de la misma manera. Él se
separó y caminó a la sala, donde estaban los demás, seguido de su esposa.
Se dio
cuenta que Thomas abrazaba a Narel y le besaba la cabeza, luego ella salió en
dirección a la cocina. Nicholas corrió escaleras arriba. Helen se acercó a su
esposo, con Elijah en los brazos, y le besó la mejilla. Alexander notó que Thomas
se encogía de hombros al abrazar a Helen, no había pensado en cómo se sentía su
hermano mayor con todo, al fin y al cabo, se estaba echando sobre los hombros
el peso de lo que pasaba.
—¡Estoy
listo! —Nicholas bajaba corriendo y se iba a la puerta de entrada. Thomas se
giró rápidamente y lo detuvo—. ¡Pero, Thomas! ¡Dijiste que sí!
—¡No quiero
que salgas solo!
Nicholas lo
miró sorprendido, Thomas lo había tomado con fuerza del brazo, además él nunca
le levantaba la voz. Y Alexander lo entendió, Thomas estaba asustado, y su
cuerpo se tensó y tembló, miró a Helen acercarse a Thomas y dejarle la mano en
el hombro, calmándolo. Pero el cuerpo de Alexander seguía tembloroso, si Thomas
se derrumbaba, no les quedaba mucha esperanza a ellos. Thomas era su pilar.
—¿Qué
sucede? —La voz de Narel los interrumpió, Alexander la miró frunciendo el ceño,
venía entrando por la puerta principal y se supone estaba en la cocina.
—Nada
—contestó Thomas y soltó a Nicholas—. Ya está todo bien…
—Voy a
estar bien, Thomas. —Nicholas lo abrazó, Thomas le respondió de la misma
manera—. Voy con Nar, nada me pasará, ella me cuidará toda la vida.
—Thomas. —Narel
se acercó al mayor y le dejó la mano en la cara, con la otra medio abrazó a Nicholas—.
Si quieres nos quedamos.
—No, vayan
y has lo que dijiste. Solo… Solo… —Alexander se dio cuenta que a su hermano le
temblaba la voz.
—Lo voy a
cuidar toda la vida, Thomas.
—No es solo
por él, no te puede pasar nada a ti tampoco.
—Vamos a
estar bien, Thomas. Me apuraré y regresaremos a casa lo más pronto posible.
—Pero… —Nicholas
soltó a su hermano y miró a su amiga—. ¿Iremos por el helado?
—Claro que
sí, pero no nos quedaremos a jugar como siempre.
—¿A dónde
van? —Alexander dio un paso acercándose a ellos, Narel lo miró con Joshua en
los brazos.
—Iremos a
dejar las cosas que compré para mí al departamento, con todo lo sucedido, no me
dio tiempo de pasar allí a guardarlas. Después llevaré a Nick a que se
distraiga un poco.
—Tú no
estás invitado, Alexander. —Nicholas le tomó la mano a Narel, quien lo miró con
gesto de regaño.
—Nick… No
pelees, Alexander tiene cosas que hacer aquí con Thomas. Vamos para que no se
nos haga tarde. —Comenzaron a caminar a la salida, pero Thomas detuvo a Narel
al tomarla de un brazo.
—Cualquier
cosa rara que veas, te vienes directo para acá.
—Estaremos
bien, quédate tranquilo.
—Nar… —Thomas
susurró, la mencionada lo miró algo sorprendida, él casi nunca la llamaba así—.
Busca tu teléfono, por favor.
—Lo haré, Thomas.
Iré a dejar las cosas y sacaré el teléfono. No desapareceré. Te mandaré un
mensaje apenas lo tenga en las manos.
Thomas la
soltó, Narel con Nicholas salieron de la casa. Ella había sacado el auto de Thomas
cuando salió por la cocina, tenía sus cosas allí. Subió a Nicholas al copiloto
y lo amarró con el cinturón de seguridad, luego se montó ella y se fueron rumbo
al departamento. Había conversado con Thomas y Helen y se quedaría en casa con
ellos, así que debía dejar lo que compró, más que todo lo comestible, y llevar
lo necesario en ropa por los días que allí estaría. Thomas le dijo que pasara
lo que pasase, tenía que seguir en clases, así que también tenía que buscar
esas cosas.
**********
Los días
comenzaron a pasar, se sentía en momentos rápido y a veces lento, pero seguía
sin haber noticias en concreto de Leah, la niña continuaba perdida. Ya habían
pasado once días desde aquello, la esperanza estaba allí, decidieron que, hasta
no tener noticias, de cualquier tipo, se seguiría con la búsqueda. Ya era
seguro lo que pasaba, fue secuestrada por un hacker, ella junto a varios niños
más, pero cada vez que daban con un supuesto paradero, llegaban y todo estaba
vacío o desmantelado. La frustración se apoderada de a ratos de los Russ, pero
debían seguir con la frente en alto hasta dar con su pequeña hermana.
Narel,
prácticamente, estaba viviendo en casa de Thomas, en parte porque quería estar
pendiente y ser de ayuda por Leah y porque Thomas la quería allí. Narel notó,
con el pasar de los días, que el mayor estaba asustado con todo lo que pasaba,
pero no lo demostraba o trataba de hacerse el fuerte, como el mayor de los
muchachos en Canadá. La diferencia fue que Thomas dejó que se quedara, en
Canadá la mandaron de vuelta a Inglaterra.
Aquel día
estaba en el departamento viendo que todo estuviera bien, iba de vez en cuando
a verificar que las cosas siguieran donde las había dejado, a buscar ropa y ver
temas de la universidad. El golpe en la puerta fue fuerte e insistente, ella
estaba metiendo las cosas en la mochila. Se asustó, por todo lo que pasaba a su
alrededor, cualquiera lo haría, y se imaginó lo peor, quizás Leah… Corrió a
abrir. Alexander estaba al otro lado… con el cabello desordenado, los ojos
hinchados y llorosos… Narel se asustó más.
—¿Dónde
está tu teléfono? No te dijo Thomas acaso… —Pero se quedó en silencio y solo la
abrazó, Narel cerró la puerta y le respondió. Alexander la apretaba fuerte, se
escondió en el cuello de ella y se largó a llorar.
—Se me
quedó en la casa de Thomas… —dijo, pero su amigo no la tomaba en cuenta, solo
la abrazaba fuerte, le temblaron las piernas y se fue de rodillas al suelo, arrastrando
a Narel con él. En esa posición, ella lo abrazó por el cuello, dejando a Alexander,
prácticamente, acurrucado entre su pecho y su cuello. No le preguntó nada,
simplemente lo dejó llorar, ya le diría todo una vez que se tranquilizara.
Aunque por su cabeza ya se imaginaba que a Leah le había sucedido lo peor. Se
mantuvo fuerte para no llorar y asustar más a Alexander.
—Mi madre…
—Después de varios minutos, su amigo comenzó a hablar, Narel notó que ya no
lloraba tanto, pero seguía acurrucado en ella y ambos en el suelo—. Mi mamá…
—Ella lo abrazó más fuerte, a él le costaba hablar—. Tuvo un infarto, por la
preocupación de todo lo que pasa… Fulminante… —Narel no pudo aguantar las
lágrimas, que comenzaron a salir, aunque sin llanto. Le besó la cabeza a Alexander,
este la apretó más fuerte—. Falleció al instante… —Y otra vez los sollozos, Narel
sintió los dedos de su amigo enterrarse en su espalda, pero no le dijo nada,
solo lo mantuvo en sus brazos mientras lloraba en silencio para que él se
desahogara. Lentamente Alexander se fue tranquilizando, se separó de ella y la
miró—. No llores… tú no llores… tus ojos no son para lágrimas… —Le tomó el
rostro con las manos y le limpió las gotas que iban cayendo—. No importa lo que
diga Thomas… No importa lo que diga… —Y sin dudarlo, la besó. Tomándola del
rostro y acercándola a él. Narel abrió los ojos por el asombro y dejó de
llorar, luego le respondió—. No me dejes, por favor… —Alexander susurró al
separarse, aunque dejó su frente apoyada en la de Narel y sus manos sin
soltarle la cara. Volvió a llorar.
Ella puso
sus manos en el cuello de él mientras negaba con la cabeza, sin separar sus
frentes, en señal que no lo dejaría. Alexander volvió a besarla, varias veces,
solo besos cortos y suaves, Narel no le dijo nada, simplemente lo dejó porque
él estaba mal. Tampoco pensó mucho en lo que sucedía, es decir, los
acontecimientos no eran para estar pensando que se había besado con Alexander,
simplemente se concentró en tratar que él se calmara y ver qué hacer, sabía que
la madre de los muchachos se encontraba en Francia, y eso significaba que ellos
tendrían que viajar allá o traer el cuerpo a Inglaterra. Todo se complicaría
aún más, y Leah seguía perdida. Narel pensó en la niña, en lo que tendría que
soportar cuando volviera, después de pasar por el secuestro, llegar y que no
estuvieran los brazos de su madre para refugiarse. No se dio cuenta que,
pensando en todo eso, le enterraba los dedos en el cuello a Alexander. Abrió
los ojos, ya que su amigo había dejado de tener la frente contra la suya y bajó
las manos desde su rostro al cuello.
Alexander
la miró, primero a los ojos y luego a los labios. La había besado y se sintió
bien… Y no fue solo uno, sino que varios… y ella no le dijo que no… ni le
rompió la nariz… sintió a su corazón latir un poco rápido, quería volver a hacerlo
y la tenía allí, solo a unos centímetros, nada más tenía que acercarse… Narel
lo miró cuando se separó, pensando que él debió darse cuenta de que no era Marianne
a quien tenía al frente, que se había equivocado de labios… No se dio cuenta
que había vuelto a llorar, y no por la muerte de la madre de sus amigos, sino
que porque ella amaba a Alexander y él solo se confundió de persona al sentirse
devastado y perdido por lo que sucedía.
—No llores…
—Alexander la acurrucó contra su cuerpo, rodeándola con un brazo por la cintura
y la otra se la enterró en los rizos—. No llores… —Le besó la cabeza, Narel lo
abrazó por la cintura—. Tenemos que seguir buscando a Leah, por mi madre… —Ella
asintió escondida en el cuerpo de su amigo, esperando que no se diera cuenta
que el verdadero motivo de su llanto era su amor no correspondido.
—Alexander…
—Él la separó de su cuerpo y la miró, le limpió un poco la cara—. Vamos con Thomas,
para saber qué hacer. —Alexander asintió, Narel le limpió las mejillas para
borrarle las lágrimas.
—No voy a
dejar que nunca nada malo te pase…
—Ya lo sé,
así como yo tampoco dejaré que nada malo, nunca en la vida, te pase…
Ambos
sonrieron, entre las lágrimas, para luego levantarse. Narel terminó de arreglar
la mochila mientras Alexander estaba en el baño, y salieron rumbo a la casa de Thomas.
Él le había prometido a su hermano no tratar a su amiga como si fuera su novia,
pero ya no le importaban las palabras de Thomas. Le tomó la mano a Narel y
entrecruzó los dedos, afirmándola fuerte mientras caminaban. Ella no se lo
impidió, Alexander notó que caminaba mirando al suelo mientras lloraba. Él
también lo hacía, la diferencia estaba en que miraba al frente, el sol
comenzaba a ocultarse y las luces de la ciudad aparecían lentamente. Todo se veía
diferente en ese momento. Todo.
Narel ni
cuenta se dio cuando estuvieron fuera de la casa de Thomas, iba sumida en sus
pensamientos, habían pasado tantas cosas en tan pocos días, que por un momento
creyó que era un sueño… El secuestro de Leah, la muerte de Alexia… El que se
besara con Alexander… Aquel día en que desapareció la pequeña, no se dio cuenta
de que estuvo a punto de besarse con su amigo apoyada en el auto de Thomas,
cuando lo vio y pensó que algo grave le había pasado al mayor, no le pasó por
la mente otra cosa y luego saber lo de Leah y que Thomas necesitara ayuda… No,
ella no se dio cuenta de lo cerca que estuvo de besarse con él, y al pasar de
los días y recordar lo sucedido, simplemente siguió como que no había pasado
nada. Tampoco le iría a pedir explicaciones, siendo que lo importante en ese
momento era Leah. No, claro que no. Pero sí notó que Alexander andaba un poco
distante y lo atribuyó al secuestro de su hermana, era algo difícil. Al final
se terminó convenciendo que solo habían sido ideas suyas, que su amigo
simplemente quería abrazarla y apoyarse en su hombro. Además, la relación de él
y Marianne era perfecta, ellos se amaban.
Cuando
entraron a la casa de Thomas, Alexander le soltó la mano al instante, ella se
quedó mirándolo al caminar a la sala, allí lo esperaba Marianne, quien lo
abrazó apenas lo vio. Su corazón se entristeció más al verlo besar a su esposa.
Solo se había confundido con ella… Aguantó un sollozo, pero no pudo evitar que
se le aguaran los ojos. El abrazo de Nicholas la trajo a la realidad, el niño
la rodeó por la cintura y escondió su cara en el pecho, lloraba sin parar. Narel
lo abrazó y le besó la cabeza, dejó caer las lágrimas —aunque no fueran por el
motivo que los demás pensaron— y le susurró palabras tiernas a Nicholas para
que se tranquilizara.
—Lo siento,
Nick. Lo siento mucho —dijo al tomarle la cara y limpiarla un poco. Nicholas la
seguía teniendo fuertemente abrazada por la cintura—. Pero debemos seguir
buscando a Leah, por tu mamá…
—Quédate
conmigo… No quiero estar solo… —Y otra vez rompió en llanto, escondiéndose en
su pecho y abrazándola más fuerte. Narel le besó la cabeza mientras le enterraba
los dedos en el cabello. Ella también lloraba.
—Nicholas,
ya, suéltala. —Alexander dejó la mano en el hombro de Nicholas, jalándolo un
poco hacia atrás, no le gustaba que su hermano estuviera a esa altura de Narel.
Ella lo miró, notando que su amigo ya no tenía rastro de lágrimas.
—¡Déjame, Alexander!
¡Déjame! —El mencionado abrió los ojos, su hermano estaba mal—. ¡No quiero
estar solo! ¡Déjame!
—Acaba de
perder a su madre, Alexander… Solo es un niño… un niño… —Narel atrajo la
atención de Alexander al hablar, su amigo la miró cuando comenzaba a llorar—.
Yo lo voy a cuidar toda la vida…
—No quiero
que tú estés llorando… —susurró y le acarició la mejilla.
—Déjame
cuidar a Nick…
—Toda la
vida… —Nicholas habló más calmado—. Toda la vida…
—¿Qué está
pasando aquí? —Thomas venía caminando desde su despacho por el pasillo. Narel
notó que tenía los ojos rojos mientras los miraba.
—Alexander
me está molestando… —contestó Nicholas, sin soltar a Narel y aún escondido.
—No es
cierto. —Alexander se giró para mirar al mayor, fue cuando Narel notó que Marianne
se había acercado y tomado la mano de su esposo—. Solo lo estaba viendo…
—No pasa
nada, Thomas. —Narel se limpió la cara, después volvió a abrazar a Nicholas—.
¿Dónde está Helen?
—En la
habitación con Elijah…
—Nick… —Narel
se acercó al oído del pequeño para susurrarle—. Ve con Helen, tengo que hablar
con Thomas un momento y luego voy por ti. ¿Bueno? —Nicholas asintió, aún
escondido, pero la soltó y obedeció, subiendo la escalera lentamente mientras
sollozaba—. Thomas… —Alexander sintió a su amiga pasar por su lado para ir
donde su hermano y abrazarlo—. Lo siento… Lo siento, Thomas. —El mayor la
abrazó fuerte, pero mantuvo la calma y no lloró, tenía que ser fuerte—. ¿En qué
te ayudo?
—Quédate
con Nick, mantenlo calmado. Ayúdame con él… —Narel asintió mientras lo abrazaba.
Thomas la soltó y le besó la frente, ella se fue a la habitación donde estaba Helen.
**********
El entierro
se llevó a cabo en Londres. Garreth, junto con su padre, viajaron por un par de
semanas por todos los preparativos, además aprovecharon la instancia para
hablar sobre Leah. Luis no quiso quedarse en casa de Thomas, tampoco dejó que Garreth
lo hiciera, y se quedaron en un hotel. A pesar de eso, estaban casi todo el día
en la casa del mayor de los Russ, ya que allí también se juntaban con los
policías. Garreth dejó de estudiar por el tiempo que estuvieron en Londres, en
cambio Nicholas continuó igual, ya quedaba poco para las vacaciones de Navidad
y Thomas no quería que se perdiera las clases. Narel se encargaba de llevarlo y
traerlo y de estar al pendiente de él, ella también seguía con sus horarios,
junto con Ashley que la ayudaba cuando Nicholas la llamaba por estar con ataque
de llanto. Alexander, en cambio, iba poco a clases, pero se aparecía para los
exámenes y presentaba todos los trabajos, se apoyaba en ambas chicas, ellas
entendían lo que pasaba. Aunque esta vez fue Narel quien puso distancia entre
los dos, Alexander sabía que era por haberla besado, pero respetaría la
decisión de su amiga, no porque estuviera de acuerdo o porque le gustara
aquello, sino que cuando intentó hablar del tema con ella, Narel fue bien clara
al decirle que no era momento para eso, que la situación que estaban pasando
ellos como familia, necesitaba de toda su atención. Alexander había entendido
muy bien eso, después tendrían tiempo para conversar de lo sucedido.
Thomas, por
otro lado, había perdido lo que tanto se esforzó por ganar con la empresa. Se
culpó a sí mismo por no darle el tiempo y atención necesarios, pero pasaron
tantas cosas, que no supo de donde sacar más horas al día para seguir adelante.
Helen se encargó de ayudarlo en todo, siendo su apoyo incondicional. También
fue Helen quien le contó a Narel lo que sucedía con Thomas, ya que este no
quería decirle a nadie, pero viviendo todos en la misma casa, era un poco
difícil que no notaran el comportamiento del mayor, que estaba distraído, en
las comidas apenas hablaba y se encerraba gran parte del día y noche en el
despacho. Narel sintió que la familia se estaba desmoronando porque su pilar, Thomas,
se estaba trizando.
Aquella
sería una triste Navidad… y también un triste cumpleaños para ella.
El teléfono
comenzó a vibrar en la mesa de noche, lo tomó con cuidado, Nicholas dormía abrazándola.
Desde el día en que se enteraron de la muerte de su madre, que el niño se iba
por las noches y se metía en su cama, no podía decirle que no, solo lo abrazaba
y lo dejaba dormir. Miró el aparato y contestó.
—Estoy
afuera. Ven un momento.
Y cortó.
Era raro que Alexander estuviera a esa hora fuera y buscándola. Ya pasaba de
medianoche. Se levantó con cuidado de no despertar a Nicholas, se puso un
abrigo y bajó. Al llegar al pasillo notó que la luz del despacho de Thomas
seguía encendida. Suspiró al abrir la puerta, el frío invierno le golpeó la
cara, se abrigó con el abrigo aún más, ya había unos pocos centímetros de nieve
acumulada. Su amigo la esperaba en la puerta de la verja.
—¿Cuándo
vuelves a tu departamento? —preguntó cuando salió, no le dio tiempo de nada
más. Se dio cuenta que Narel tenía frío, ya que la nariz se le había puesto
roja.
—¿Me
llamaste para echarme de la casa de tu hermano? —Ella frunció el ceño, Alexander
la miró sorprendido, él preocupándose de esa nariz y ella peleando.
—No… no
seas boba… Tengo problemas con una de las clases, tengo que estudiar o no lo
pasaré… Necesito estudiar contigo…
—¿Quieres
estudiar en el departamento?
—Sí, aquí
no podremos, no con Nick pegado a ti… —Alexander sintió el olor del perfume que
usaba su hermano pequeño—. ¿Por qué hueles como él?
—Nick
duerme conmigo desde que tu mamá se fue…
—¡¿Qué?! —Alexander
la miró con enojo—. ¿Me estás diciendo que Nicholas está en tu cama ahora? —Narel
notó que, por el vaho, su amigo parecía que echaba humito.
—Sí… es
solo un niño, está asustado…
—Ya no es
solo un niño, está bien crecido… ya tiene doce años. ¡Doce! Y tú diecisiete.
¡No es un niño!
—Pero está
asustado… Aún no aparece Leah… Es difícil para él…
—No lo
quiero durmiendo contigo.
—No tienes
por qué meterte en eso, no es problema tuyo.
—Claro que
sí es problema mío, yo soy quien te cuida y quien… —Se detuvo para pensar en
sus palabras, Narel se fijó que a Alexander le brillaban los ojos celestes por
las luces de la calle. Él notó que los labios de ella estaban rojos, al igual
que la nariz—. A mí no me dejas dormir contigo…
—Tú te
ibas… Tú te ibas cuando me dormía… Eso ya no es mi problema. —Narel se acurrucó
en el abrigo que llevaba, estaba bajando la temperatura, se fijó que a Alexander
se le estaban poniendo los labios y la nariz colorada—. Y te casaste… ¿qué
esperabas? ¿Qué durmiera contigo siendo que tienes con quién? No seas estúpido,
Alexander.
—Hemos
dormido juntos desde siempre… —susurró, no tenía cómo debatir aquello.
—¡Pero tú
te fuiste, Alexander! ¡Tú te fuiste! —Y esta vez fue ella quien elevó la voz y
el vaho le hizo parecer que echaba humito—. ¡Tú me dejaste sola! ¡Tú me
cambiaste! Y yo me acostumbré a eso… Me acostumbré a que mi mejor amigo ahora
era compartido, y no solo con una persona, sino que con tres… Me acostumbré y
lo acepté… —Alexander la miró, él no había visto las cosas de esa manera, a
ella se le aguaron los ojos—. Nos juntamos mañana después de clases a estudiar,
si estás de acuerdo bien y sino también, es tu decisión.
Y sin
esperar respuesta, entró, cerrando tras de sí. Alexander esperó a que las
puertas se cerraran por completo y se fue a su departamento. No era esa la
conversación que esperaba tener, en realidad solo quería verla un momento
porque ya no daba más con que ella lo evitara y necesitaba mirarla, abrazarla y
tenerla para él, solo para él… Se acomodó el abrigo, la temperatura bajaba cada
vez más. Y claro que iría al otro día a estudiar, esa boba… nunca entendía las
cosas.
Narel cerró
la puerta y apoyó la frente en ella. Dio un salto cuando Thomas le dejó la mano
en el hombro.
—Tranquila,
solo soy yo —dijo para calmarla, Narel volteó a verlo, él notó que tenía las
mejillas con lágrimas—. No creo que eso fuera por el susto… ¿Era Alexander? —Narel
asintió—. ¿Qué está pasando entre ustedes?
—Tiene
problemas con una clase, la puede reprobar. —Narel no sabía si Thomas estaba
enterado de aquello, y no quería molestarlo de más, pero era mejor decir la
verdad—. Quiere que estudiemos, no quiere reprobar nada…
—¿Y por qué
no te lo dijo mañana, cuando te viera en clases? —Narel se encogió de hombros,
no había pensado en ese detalle. Thomas suspiró, por eso Alexander se terminó
quedando con Marianne, Narel nunca se daba cuenta de las cosas—. ¿Por qué
gritaban?
—Se enojó
porque Nick duerme conmigo… —Thomas la miró, ella no mostraba signos de estar
mintiéndole. Pero le asustaba que Alexander no cumpliera su palabra de
olvidarla—. No entiendo a tu hermano…
—Ve a
dormir, nadie entiende a Alexander. —El mayor le besó la frente—. Ve a dormir
ahora.
—Tú también
deberías hacerlo, estás trabajando mucho.
El mayor
sonrió, apagó las luces y subió la escalera tras ella. Iba a acostarse cuando
los escuchó pelear en la calle, no podía simplemente hacer como que no pasaba
nada y dormir. Sabía que siempre uno de los dos terminaba mal, aunque ahora no
sabía si fue Alexander o Narel, porque ella parecía haberlo soportado bien y Alexander
se había ido. Suspiró, tenía cosas más importantes de las que hacerse cargo, Alexander
podría incumplir su palabra de olvidarla, pero podía confiar en Narel, ella
mantendría a raya a su hermano.
Thomas se
metió a la cama, donde Helen dormía tranquilamente. Trató de hacer el menor
ruido posible para no despertarla. Dejó el teléfono en la mesa de noche y se
dio cuenta que tenía un mensaje de Alexander. Decidió ignorarlo, pero a los
pocos minutos se arrepintió y lo miró. No
quiero que Nar duerma con Nick. Era lo único que salía en la pantalla.
Debió ignorarlo, Alexander era imposible con sus estúpidos celos por todo. Además,
no era problema de él con quien Narel hiciera su vida, él ya había hecho la
suya, no tenía por qué meterse en la de los demás. Se acomodó en la cama y
cerró los ojos, el teléfono volvió a vibrar, si era ese estúpido hermano que
tenía, lo mataría. Tomó el aparato y vio que era otro mensaje del que pronto
estaría enterrado. No tengo que
recordarte lo que nos sucede a nosotros, a los hombres, a esa edad al despertar
¿verdad? Thomas suspiró, ese punto había sido para Alexander. En la mañana
hablaría con Nicholas, ya no lo dejaría dormir con Narel, y después conversaría
con ella, o mejor, le diría a Helen que tratara el tema con ella, así se
ahorraba el problema de tener que dar esas explicaciones. Como si no tuviera
los suficientes problemas como para tener que hacerse cargo de eso. Cerró los
ojos, ahora sí se dormiría y no pensaría en nadie más. En nadie más.
A la mañana
siguiente, después de haber conversado con su hermano menor, Thomas y Nicholas
llegaron al acuerdo que empezaría a dormir solo porque no podía dejar que lo
que pasaba lo estancara, debía ser fuerte para salir adelante, pero no dejar
que lo sucedido le endureciera el corazón. Debía continuar con su vida normal y
dormir con Narel no era normal, además en cualquier momento ella volvería al
departamento y él tendría que adaptarse de una manera más difícil. Thomas le
dijo que el que no durmiera con ella, no significaba que no podrían salir como
siempre lo hacían. Nicholas entendió, su hermano mayor sabía que era inocente,
que se parecía mucho a Narel en ese sentido, pero no podía dejarlo en la
burbuja eternamente porque nadie estaría por siempre para cuidarlo.
Helen, en cambio,
le restó importancia al tema atribuyendo a que Alexander era un exagerado, y
simplemente le dijo a Narel que ya era hora de dejar de consentir tanto a Nicholas
porque cuando saliera al mundo exterior, se lo comerían vivo. Narel recordó las
veces que vio en problemas a Nicholas en el colegio porque lo molestaban y ella
lo defendía, y encontró que Helen tenía razón, si Nicholas no aprendía a
defenderse, siempre habría alguien que lo trataría mal. Estuvo de acuerdo en
que tenía que empezar a dormir solo, pero seguiría cuidándolo para toda la
vida. Narel aprovechó el momento para decirle a Helen que ese día no llegaría
temprano, ya que se juntaría con Ashley y Alexander en el departamento a
estudiar, que en realidad lo más probable es que se quedara a dormir allá con
Ashley, que no se preocupara.
Después de
las conversaciones y de desayunar, se fueron a sus clases. Narel llevaría a Nicholas
y lo dejaría en la puerta, ese era el trato, a pesar de que lo soltarían un
poco, mientras no apareciera Leah, Thomas prefería tenerlos a todos en su
radar. Alexander se encontró con ellos en la entrada, se dio cuenta que su
amiga le estaba ajustando un gorro tejido en lana a su hermano, ambos sonreían.
También se fijó en que ella llevaba uno, bastante lindo, a decir verdad. Se lo
quitó y se lo puso él.
—Qué odioso
eres, Alexander. —Narel lo miró con el ceño fruncido, él le sonrió.
—A mí me
queda mejor —dijo y le besó la mejilla, Narel lo ignoró.
—Vendré por
ti a la salida, si sales antes, aquí me esperas. —Narel continuó hablando con Nicholas
mientras le acomodaba la bufanda, también tejida por ella, que le combinaba con
el gorro—. Te adoro, ve a clases. —Nicholas la abrazó y luego se fue a donde le
correspondía—. Ahora tú. —Narel se giró y se topó con los ojos celestes de Alexander
que la miraban fijamente, y no muy lejos, demasiado cerca. Sintió sus mejillas
arder. Con el gorro, las facciones de la cara de Alexander, que comenzaban a
pasar de redondo a puntiagudo, perdiendo la cara de niño, resaltaban. Igual que
los ojos.
—Qué
conmigo. —Alexander la miró con una media sonrisa, él había notado el sonrojo
de su amiga y le gustó. Acercó su rostro al de ella, la pondría nerviosa.
—Ese es mi
gorro… —Narel le miró los labios, ¿por qué las cosas eran tan difíciles? Alexander
notó aquello y sonrió más, le fue a tomar de la cintura.
—¡Nar!
—Ashley la abrazó, interponiéndose entre los dos chicos—. Mira, me puse el
gorro que me hiciste, se me ve espectacular. —Narel la miró y le sonrió, se le
veía bien, era verdad—. ¿Qué haces, Russ? ¿No tienes clases que ir a reprobar?
—Ashley le pasó el brazo por el cuello a Narel y la obligó a girarse,
alejándola de Alexander y comenzando a caminar.
—Creo que
el gorro te combina bien, Ash. —Su amiga la miró sorprendida, a veces no
entendía como Narel podía ser tan boba para no darse cuenta de lo que sucedía
con Alexander. También por eso comprendía que Helen la cuidara.
—Pero el
mío es más bonito. —Alexander las alcanzó y caminó al otro lado de Narel. Ella
lo miró con el ceño fruncido.
—Ese no es
tuyo, ese es mío. —Alexander se fijó que inflaba las mejillas y comenzaba a
buscar algo en la mochila, hasta que sacó un gorro en tonos celestes, él que le
había quitado era en tonos rojos—. Este es tuyo, combina con tus ojos… —Alexander
se detuvo al mirarla y recibir lo que le pasaba, sorprendido porque Narel se
fijara en sus ojos.
—Gracias
—dijo al quitarse el que llevaba puesto y dejárselo en la cabeza a Narel, se
puso el otro—. ¿Cómo se me ve?
—Te queda…
—Horrible.
—Terminó de decir Ashley—. Todo le queda horrible a esa horrible cara que
tienes. —Alexander frunció el ceño, pero aflojó sus músculos cuando sintió las
manos de Narel acomodarle el cabello dentro del gorro.
—Así
resaltan tus ojos…
Pero Ashley
no la dejó seguir hablando y la jaló a clases, esa vez fue Alexander quien
sintió las mejillas arder. Se quedó estático por unos segundos y luego se fue
al encuentro de las chicas, ese día tendrían todo el día clases juntos y no
dejaría que Ashley lo estuviera separando de Narel.
—¿Qué es lo
que pretendes, Russ? —Alexander frunció el ceño al tener a Ashley
interponiéndose entre la entrada a la sala y él, después que Narel ingresara.
—Ir a
clases, muévete. —Hizo el intento de pasar, pero no lo dejó.
—No dejaré
que juegues con Nar. —Ashley lo miró frunciendo el ceño—. No dejaré que la
ilusiones y le rompas el corazón solo porque eres un estúpido.
—Nunca le
haría daño, Ashley. —La chica se quedó observándolo un momento, no parecía
mentir, pero seguía siendo un estúpido. Alexander frunció más su ceño al ver
que no se movía. La tomó de un brazo y la alejó de la puerta—. Necesito hablar
con ella, es importante que lo haga y que lo haga solo. No te quiero cerca.
—No te
dejaré solo con ella, ya te lo dije, no dejaré…
—La besé,
Ashley. —Alexander susurró, aunque si hubieran estado en otro lugar, lo más
probable es que le gritase. Ashley lo miró sorprendida, Narel no le había dicho
nada de eso, pero sí andaba más distraída de lo normal—. Maldita sea, Ashley.
Solo hazte a un lado para poder arreglarlo todo o la perderé para siempre.
—Eres un
estúpido, Alexander Russ… —Ashley, quien le había tomado del brazo cuando Alexander
la arrastró a un lado, lo soltó.
—Ya lo sé…
Ahora solo deja que arregle la situación… De alguna manera lo haré. —Alexander
la soltó y caminó a la entrada.
—Espera.
—Él se giró a verla, generalmente no le prestaría atención, pero quizás ella
podría ayudarlo a solucionar todo—. ¿Cómo se sintió? —Ashley notó que Alexander
sonreía de medio lado.
—¿Cómo
crees tú que se sintió? —La chica sonrió de oreja a oreja, era lo que siempre
esperó, que ellos terminaran juntos, pero no se podía, aun así se alegró por
él.
—Siempre
supe que estabas enamorado de ella. —Alexander rodó los ojos y dio un paso al
frente para ingresar—. Pero eres un bobo y no la podrás tener. —Alexander
volvió a salir y la jaló hacia un lado.
—Solo
quiero arreglar las cosas, que todo esté bien entre los dos. Yo podré estar
enamorado o todo lo que digas, pero ella no lo está y sabes tan bien como yo
que ella piensa las cosas de manera diferente. Y no la quiero perder, haré lo
que sea para no perderla, ya volvió a brillar, no será por mí que se apague
otra vez. Así que ¿me vas a ayudar?
—Bien,
bien, pero solo por Nar porque tú te mereces todo lo que te pasa. —Alexander
volvió a rodar los ojos—. Te ayudaré esta vez.
—Necesito
que me dejes solo con ella hoy a la salida. —Ashley lo miró frunciendo el ceño,
si bien sabía que Alexander no le haría daño, seguía siendo un hombre frente a
sus ojos, un hombre como todos los que ella había conocido—. Irá a dejar a Nicholas
y después la llevaré a estudiar, mientras estemos haciendo eso hablaré con
ella…
—¿Y dónde
quieres ir a estudiar, Russ? —Esta vez fue el turno de Alexander de fruncir el
ceño, aquella chica era imposible—. ¿Quieres estar solo con ella para estudiar
y hablar? Sí, claro, como no…
—¡Maldita
sea, Ashley! ¿Me vas a ayudar sí o no?
—Prométeme
que no le harás daño, Alexander. Ella no es como yo, ni como Marianne, ni como
ninguna de las demás. —Alexander la miró un poco sorprendido, no pensó que
Ashley se preocuparía de esa manera por Narel, siempre pensó que era más por
juego—. Si le llegas a hacer algo, no volverá a brillar nunca en la vida.
—Eso ya lo
sé… —Alexander suspiró, eso lo sabía más que bien, razón por la que nunca le
confesó sus sentimientos y por la que le ocultaba cosas—. Solo quiero estar
bien con ella, tú te das cuenta de las cosas, sabes que ella está evitándome y
es por lo que pasó, necesito que aclaremos todo para que estemos bien. No la
quiero perder, Ashley. Por nada del mundo haría algo que la haga sufrir o mal.
—Bien,
bien, bien, le diré que hoy no podré ir a estudiar con ustedes. —Ashley pasó
junto a Alexander para entrar a la sala.
—¿Cómo que
con nosotros? ¿Acaso…?
—Sí, Alex.
Hoy en la mañana me mandó un mensaje para que los acompañe a estudiar al
departamento, no tenía pensado dejarte solo con ella, pero si lo que quieres es
arreglar las cosas, bien, te dejaré. Pero pobre de ti que le hagas daño, porque
te juro que te mataré y ni tu esposa te reconocerá. —Ashley se detuvo a su lado
y lo miró, le dio unos golpecitos en el pecho con la palma de la mano—. Si te
acuerdas de que tienes esposa ¿verdad?
Alexander
apretó los puños, claro que se acordaba de eso, no era necesario que se lo
recordara de esa manera. Giró sobre sus talones y caminó tras Ashley, que ya
entraba al salón saludando a uno que otro compañero con el que se topaba. Alexander
se fijó que Narel estaba sentada de las últimas en el centro, dejando dos
lugares libres, uno a cada lado, ella sabía que así se sentaban. A un lado
Ashley y al otro Alexander. También se dio cuenta que tenía un cuaderno y sus
lápices encima, de seguro estaba dibujando o escribiendo, sonrió al mirarla,
siempre tan despistada, de seguro ni notó que los chicos no habían entrado tras
ella. Alexander, al igual que Ashley, saludó a uno que otro de sus compañeros y
se fue a sentar junto a su amiga, que levantó la vista cuando él llegó
sonriéndole. Pero ella solo volvió la vista a lo que hacía, Alexander se fijó
que estaba dibujando. Ashley se dejó caer al otro lado.
—El
profesor está atrasado —dijo, ambos chicos la miraron—. Pero avisó que viene en
camino… Aprovechemos el tiempo, Nar ¿qué haremos para tu cumpleaños?
—Iremos al
acuario, a tomar helado, a las ferias de tejidos que le gustan… No lo sé, solo
cosas que le gusten a ella… Como ya tengo mi auto, podremos hacer muchas más
cosas que los otros años. —Ambas miraron a Alexander, que era quien respondió.
—Yo no
quiero hacer nada, Alexander.
—Pero
cumples dieciocho… —dijo Ashley, atrayendo la atención de los otros dos—.
Tenemos que hacer una gran fiesta en tu departamento, echar la casa por la
ventana, invitar a todo el mundo…
—No creo
que la situación esté para celebraciones, Ash… Mejor lo dejamos para el otro
año, este otro año también estaré de cumpleaños. —Narel volvió a mirar el
cuaderno para seguir dibujando, Ashley y Alexander se miraron.
—¿Ni
siquiera quieres un pastel? —preguntó Ashley, acomodándose en la mesa de tal
manera que quedaba acostada, así miraba a Narel concentrada en lo que hacía.
—Helen dijo
que me hará un pastel, te dirá que vayas. —Narel sintió la mano de Alexander
dejarle los rizos tras la oreja, su cuerpo se estremeció, esa era la razón por
la que lo evitaba desde el beso.
—No
deberías dejar que lo que nos pase a nosotros te afecte. —Ella lo miró, Alexander
notó que tenía los ojos llorosos.
—Tu hermana
está perdida, no hay noticias de nada aún… Viene Navidad, época en que se debe
celebrar en familia, todos juntos… Y ustedes no lo estarán porque Leah está
perdida… No me salgas con esas estupideces. —Narel volvió a bajar la vista para
seguir dibujando. Alexander dejó su bolso sobre la mesa y apoyó su cabeza en
él, mirando hacia el lado contrario de donde estaban las chicas.
—Nar…
—No quiero
celebrar mi cumpleaños, Ash. Por favor. —Narel la miró seriamente, su amiga
solo asintió—. Lo siento, Ashley… pero primero viene Navidad, después mi
cumpleaños y luego Año Nuevo, veamos como suceden las cosas, aún falta un par
de días para todas esas fechas.
—Está bien…
pero si todo cambia, haremos lo que dijo el bobo. —Narel le sonrió y siguió
dibujando—. Oye, bobo.
—¿Qué? —Alexander
respondió con voz de ultratumba, sin levantar la cabeza.
—¿Escuchaste?
Iremos al acuario como dijiste, si todo sale bien hoy… —Ashley esperaba que con
eso Alexander se diera cuenta que lo apoyaba con lo que le había pedido.
—Bien,
pueden buscar quien las lleve…
Ashley rodó
los ojos, realmente Alexander era un estúpido. Miró a su amiga, pero a esta
parecía no afectarle en absoluto lo que sucedía, por un momento Ashley deseó
poder estar dentro de esa cabeza y saber en qué pensaba. Alexander la había
besado y al parecer a ella ni le importó, siempre pensó que los dos estaban
enamorados, pero como Narel era una boba que no se daba cuenta de nada,
terminaron por caminos separados. Aunque en ese momento Ashley realmente pensó
que Alexander tenía razón cuando le dijo que Narel no sentía lo mismo por él. Resopló
al mirarlos, Alexander acostado y Narel dibujando, esperaba que todo saliera
bien ese día, por el bien de los dos.
El profesor
entró a la sala, pidiendo la atención de todos, y la clase comenzó.
**********
Como era
habitual, a la hora de almuerzo, se iban a la cafetería y comían los tres
juntos. Sin importar si habían compartido clases o no, aquella hora era su
lugar de encuentro. Ese día se sentía algo diferente, había dejado de nevar por
la noche y decidieron sentarse afuera, a pesar de estar un poco frío,
prefirieron eso a estar dentro en un lugar lleno de gente. A Narel no le
gustaban las multitudes. Alexander fue el encargado de hacer el pedido ese día,
las chicas lo esperaron en la mesa.
—Ash… —Narel
miró a su amiga que estaba concentrada en el celular, solo le hizo un gesto con
la cabeza en señal que la escuchaba—. ¿Te gusta Alex? —A Ashley se le cayó el
aparato de las manos, por suerte solo a la mesa y el golpe no fue tan duro.
¿Cómo a esa boba se le ocurría aquello? La miró fijamente.
—¡Claro que
no! ¡Cómo se te ocurre que me puede gustar ese estúpido! ¡Si aparte de bobo es
horrible! —Narel la miró sin hacer gesto alguno, Ashley volvió a desear estar
en esa cabeza—. ¿Por qué me preguntas eso?
—Porque se
tardaron en entrar hoy a la clase, se quedaron afuera mucho rato…
—¡Eso no
quiere decir que me guste! Quizás solo estábamos hablando de la vida…
—Tú no
hablas de la vida con Alex, ustedes solo pelean, y ya sabes lo que dicen:
quienes pelean se aman. —Ashley la miró con la boca abierta, ¿cómo podía creer
aún en esas cosas?
—¿De dónde
sacaste eso?
—Nick me lo
dijo. —Ashley dejó caer su cabeza a la mesa, golpeándose en la frente. Narel
era muy inteligente, para muchas, muchas cosas, pero no entendía como podía ser
tan boba para eso—. ¿Entonces no te gusta?
—¡Claro que
no! —contestó al levantarse—. Ni un poquito, nada de nada…
—¿De qué
hablan? —Alexander las interrumpió al sentarse, Ashley volvió a dejar la cabeza
como antes, chocando su frente con la mesa—. ¿Qué le pasa a la horrorosa?
—preguntó al mirar a Narel.
—No lo sé…
quizás tiene muchas neuronas y necesita matar algunas…
—¡Ay! ¡Por
todos los dioses! ¿Cómo es que no te das cuenta de nada? —Alexander la miró
entre sorprendido y asustado, pensando en que Ashley le había dicho algo de lo
conversado en la mañana. La chica se levantó y lo miró, el tragó grueso—. La
boba esta quiere saber por qué no entramos junto con ella. —Alexander sintió
que una gota de sudor le corrió por el cuello—. Explícale de la encuesta que
nos hicieron cuando ella entró. —Alexander respiró aliviado, después miró a Narel.
—Querían
saber sobre el medio de transporte, si usábamos el de la universidad o qué
usamos al venir a clases.
—Nosotros
solo caminamos —dijo Narel mirando a su amigo—. No es la gran cosa.
—Eso fue lo
que dijimos, pero igual nos hicieron unas preguntas más sobre la caminata.
¿Verdad, Ashley?
—Claro, eso
fue lo que pasó, una encuesta… —Ashley y Narel se miraron un rato, Alexander
sabía que la hermana de Helen se desesperaba con su amiga porque esta nunca
entendía nada. Pero en realidad entendía muchas cosas, solo que no las que
Ashley estaba acostumbrada—. No pienses en tonteras, Nar. Por favor.
—Bueno, si
igual no es problema mío, solo quería saber porque me preocupas, Ash. —La
mencionada volvió a dejar caer la frente a la mesa, si la que se había besado
con Alexander era ella, definitivamente nunca la entendería—. Deja de hacer
eso, te va a quedar un chichón y has estado hablando todos estos días sobre la
fiesta de Navidad que harán tus amigos de donde vives, no quieres aparecerte
por allí con un chichón ¿verdad?
—Eres una
boba, pero no sé qué haría sin ti. —Ashley la abrazó y le besó la mejilla. Alexander
se fijó que Narel sonreía, así notó que realmente se preocupaban una por la
otra, no era una amistad de juego como siempre pensó. Ese tiempo en que él
comenzó a conocer a Marianne y sucedió todo, fue Ashley la que se quedó con Narel,
entendía que su amistad se fortaleciera. Aunque Ashley fuera una tonta, nunca
se intentó aprovechar de la inocencia de Narel para sacar mejores notas o algo
parecido, y eso Alexander lo agradecía. Pero no olvidaba las tonteras que le
había enseñado sobre citas y chicos.
—Deja de
decirme boba, soy la persona más inteligente que conozco, y conozco muchas
personas. —Ashley sonrió y la abrazó aún más, Alexander también sonrió por eso.
Eso que decía era verdad, pero también era una boba, y nadie podía decir lo
contrario.
Lo pedido
para almorzar llegó mientras Ashley la tenía aún abrazada. Lo dividieron en
partes iguales y comieron, luego de eso les quedaba solo una clase, en la cual
el profesor les había dicho anteriormente que solo les entregaría los
parámetros de un trabajo que debían realizar y luego se irían. Por un lado,
estaba mejor, así tendrían más tiempo para estudiar con Alexander y pudiera
subir las calificaciones. Comieron sin mayores problemas, hasta que el teléfono
de Narel sonó, ella lo sacó, miró quien era y se levantó para responder un poco
más lejos de donde estaban los demás. Alexander se quedó mirándola con el ceño
fruncido, quizás quién la llamaba para que se fuera a responder donde ellos no
escucharan.
—Creo que
tienes razón, Russ. —Alexander miró a Ashley, no sabía de qué hablaba y no
quería prestarle atención—. No le gustas a Nar. —Alexander rodó los ojos y
continuó comiendo.
—Eso ya lo
sé, por eso quiero arreglar lo que pasó para que estemos bien y ella deje de
evitarme. Creo que piensa que mejor se aleja para no hacerme daño.
—Eso puede
ser. —Ashley se echó en la silla y se cruzó de brazos, ya había terminado de
comer—. Es tan complicado saber en qué piensa, si solo fuera un poco más normal…
—Es su anormalidad
lo que la hace especial —dijo Alexander, tomando de su bebida y ordenando los
restos de basura para después ir a botarlos.
—La amas
porque es anormal, eso es bueno saberlo. —Alexander se atoró, Ashley sonrió.
—Tengo que
ir a dejar a Nick a la oficina hoy. —Narel se sentó y miró a Alexander mientras
hablaba—. Después nos vamos a estudiar.
—¿Pasó
algo? —preguntó Alexander.
—Elijah
está un poco enfermo, resfriado. Helen lo llevará al médico ahora en un rato y
no habrá nadie en casa para que se quede con Nick, por eso lo iré a dejar con Thomas.
—¿Por qué
no lo llevas al departamento? —Ashley se acercó a la mesa para ir recogiendo lo
utilizado.
—Porque Nick
no deja que estudiemos, pide atención y Alex necesita concentrarse. —Narel
comenzó a tomar lo de todos y lo metió en una bolsa para tirarlo.
—¿Eso fue
idea tuya, Russ? —Ashley lo miró arqueando una ceja.
—Has estudiado
con nosotros, sabes que Nick se la pasa pegado a Nar… Así no se puede estudiar.
—¿Seguro
que solo es eso? —Ashley lo seguía mirando divertida—. Nicholas solo es tu
hermano…
—Voy al
baño. —Narel se levantó y tomó sus cosas, la mochila al hombro y la basura para
tirarla—. Nos vemos después, ustedes pueden seguir con lo suyo.
—No,
espera. —Ashley se apuró en alcanzarla—. Yo voy contigo, estás pensando cosas
que no son otra vez.
Alexander
no entendió de lo que hablaban, pero esperaba que Ashley le dijera pronto a Narel
que no iría a estudiar con ellos, que no se le ocurriera a último minuto
cambiar los planes. Debía arreglar el asunto con su amiga de una vez por todas
o se terminarían alejando para siempre y eso no estaba ni siquiera para
pensarlo. Al igual que las chicas, fue al baño, se encontrarían de camino al
salón una vez que todos estuvieran listos.
—Nar…
—Ashley le habló cuando estuvieron en el salón, aprovechando que estaban solas
y sentadas en la última fila—. No podré ir a estudiar hoy con ustedes.
—¿Por qué
no? —Narel la miró, aquello no se lo esperaba, no quería estar sola con Alexander—.
Tienes que ir Ashley…
—¿Por qué
es tan importante que vaya? Esa clase yo no la tengo, solo la comparten Alexander
y tú.
—Porque sí.
—Ashley notó que su amiga se ponía nerviosa y miraba al frente—. Tienes que ir.
—¿Qué es lo
que pasa? —Narel se encogió de hombros y suspiró—. Puedes decirme, no le diré a
nadie.
—Alexander
me besó… —dijo al fin, Ashley no hizo nada, solo la miró, ella ya sabía la
versión de Alexander, pero ahora quería escuchar la de Narel—. No quiero estar
sola con él… Me besó por error…
—¿Cómo?
—preguntó algo confundida, cuando Alexander le había dicho eso, no parecía un
error, él estaba feliz por haberla besado.
—Me
confundió con Marianne… Él pensó que yo era Marianne y me besó… Y se siente tan
raro que no quiero estar sola con él…
—Por eso lo
has estado evitando desde… desde… ¿Cuándo te besó? —Ashley la había notado rara
desde que se encontraron en el entierro de la madre de los muchachos, y de eso
ya iban un mes y un par de días.
—Cuando me
fue a buscar al departamento, cuando se enteró de la muerte de su madre. —Narel
miró a Ashley, habían empezado a llegar el resto de los estudiantes y ellas
bajaron la voz para conversar—. Ese día llegó al departamento y me abrazó,
estaba mal, muy mal. Yo estaba tratando que se calmara, de pronto se levantó y
me besó, yo lo dejé porque no sabía qué más hacer… Pensé… Pensé… No lo sé, fue
raro, pero pensé que necesitaba cariño… No sé por qué no fue con Marianne, no
sé dónde estaba ella en ese momento, pero cuando llegamos a la casa de Thomas,
ella estaba allí y Alex corrió a abrazarla y besarla, fue cuando supe que solo
se había confundido conmigo, que a la que quería besar era a ella… Por eso no
quiero estar sola con él, no sé qué decirle ni qué hacer si me habla de eso…
—¿No
quieres hacerlo sentir mal?
—No… no
quiero que se sienta mal… Por eso te pedí que me acompañaras hoy, sé que esa
clase no la tienes, pero era para no estar sola con él… —Ashley notó, que a
pesar de que no se diera cuenta de las cosas, en ese momento se veía más madura
que todo el tiempo en que la conocía.
—¿Quieres
alejarte de él para siempre? —Narel la miró fijo por un rato, Ashley se dio
cuenta que estaba meditando para dar una respuesta afirmativa, al parecer no
era tan boba y sí sabía de los sentimientos de Alexander, pero como no eran
correspondidos, no le quería hacer daño. Ashley sintió pena por Alexander.
—No. —Fue
la respuesta—. Solo no sé qué decirle y no lo he pensado tampoco, me da miedo
que pase algo o le diga algo que lo dañe más… Están tristes, todos ellos, por
su madre, por su hermana… No quiero que siga sintiéndose mal…
—Si no
quieres alejarte, entonces habla con él. Yo creo que es buena idea que estén
solos. ¿Recuerdas cuando volviste de Canadá y estabas mal? —Narel asintió, no
podría olvidar nunca Canadá—. Volviste a ser tú cuando te quedaste sola con Alexander.
Quizás él también se siente raro y necesita hablar contigo por eso, explicarte
las cosas, y no podrá si te alejas y vivirán siempre con el enojo de no saber
qué pasó, y se alejarán y nunca más en la vida volverán a verse.
—Creo que
exageraste con lo último. —Narel sonrió, Ashley también—. Pero entiendo. Y está
bien, iré sola con él al departamento, pero si te llamo, tienes que ir.
—Te lo
prometo.
Alexander
llegó cuando Ashley le mostraba el dedo meñique a Narel y esta se lo tomaba,
para sellar la promesa. Se fijó que ambas sonreían y que seguían pareciendo
esas niñas de doce años que se juntaban en clases desde que Narel llegó a vivir
a Londres. Él también sonrió porque las cosas siguieran como siempre, sin que
se separaran, sin que hubiera un tal Glasgow de por medio. Se sentó en su lugar
y las chicas lo miraron, al igual que en el colegio, se acercaron unas
muchachas compañeras de la clase a saludarlo, Narel y Ashley sonrieron, cuando
estaban ellas solas no llegaron, pero una vez que aquel chico de cabellos
cobrizos y ojos celestes se sentó, aparecieron como abejas atraídas por miel.
Lo que no sabían era que perdían el tiempo tratando de llamar su atención.
Las chicas
continuaron con lo suyo mientras Alexander hablaba con las recién llegadas, se
estaban poniendo de acuerdo con el trabajo que harían y esperaban que fuera un
trabajo de no más de tres personas, así tenían el grupo formado. Se percataron
que las muchachas que charlaban con Alexander, que eran dos, le preguntaban con
quién haría el trabajo. Él, al notar que sus amigas estaban de lo mejor
conversando, solo les dijo que ya tenía grupo, pero aun así lo invitaron a
formar parte del de ellas. Alexander sonrió al agradecer, justo en el momento
en que entró el profesor y mandó a todos a sus lugares, diciendo que mientras
más rápido se movieran, más rápido los dejaría ir. Todos obedecieron al
instante.
**********
Narel fue
por Nicholas apenas el profesor los dejó salir, ya le había avisado que también
estaba listo. Así que tomaron sus cosas y se fueron. Alexander miró con el ceño
fruncido a Ashley, no sabía de qué estuvieron hablando cuando él no estuvo,
pero esperaba que no fuera con ellos al departamento, como le había dicho que
lo ayudaría. Quería un momento solo con Narel para poder aclarar todo y seguir
como siempre, sin que ninguno se estuviera alejando del otro, si ya las cosas
estaban claras y haría lo que dijo Thomas, dejaría de verla de otra manera que
no fuera como amigos, si ya estaba claro que ella no sentía lo mismo por él, no
era necesario seguir con lo mismo.
Nicholas
corrió donde Narel cuando la vio, la abrazó y ella lo besó en la cabeza.
Después saludó a Ashley de un beso en la mejilla y abrazó también a Alexander,
quien lo besó en la cabeza y lo abrazó igual. Y, para tranquilidad de Alexander,
Ashley se despidió de ellos acusando que debía hacer unas cosas de último
momento.
—Te preparé
el camino, espero hagas las cosas bien y ya dejen la tontera de estar
alejándose por estupideces. —Alexander la miró, Narel no los escuchó porque
estaba hablando con Nicholas—. Me dijo lo del beso, arregla todo, Russ, o ella
se irá de tu vida.
Y,
dejándolo con la palabra en la boca y preocupado, dio la media vuelta y se fue,
caminando en dirección contraria a donde irían los demás. Nicholas llamó a su
hermano para que se fueran, se dio cuenta que tanto Narel como Nicholas lo
miraban. Ella tenía tomada la mano del pequeño, así que Alexander le dejó la
mano en la cintura, obligándola a no caminar a la orilla de la calle y junto a
él, y al otro lado su hermano. Nicholas habló todo el camino contando de las
cosas sucedidas en clases, en parte fue bueno que lo hiciera, porque el
ambiente entre Alexander y Narel se sentía tenso. Cuando llegaron al edificio,
el ascensor estaba allí, subieron. Nicholas se fue directo a la oficina de Thomas,
saludando a Norma en el paso, Alexander fue a su despacho porque debía buscar
unos papeles. Narel se acercó a la secretaria.
—Hola, Norma.
¿Cómo estás?
—¿Hoy sí me
vas a avisar antes de entrar? —La señora la miró sonriente, si bien la hacía
enfadar, no podía negar que la niña loca la hacía reír.
—No vengo a
ver a nadie hoy, solo a ti… Nicholas es quien debió avisarte…
—¿A mí?
¿Por qué?
—Norma, ¿ha
llegado algo para mí? —Norma se dio cuenta que Narel ponía sus ojos tristes y
esperanzados a la vez—. ¿Algo de Canadá? —Thomas abrió la puerta de su oficina.
—No, niña.
No ha llegado nada… ¿Tiene que llegar algo?
—Ya casi es
mi cumpleaños…
—¿Les
dijiste que te empezaran a mandar las cosas aquí? —Narel notó que Thomas se
paraba a su lado.
—Sí… como
cuando fui no sabía bien la dirección del departamento y no sabía cuánto tiempo
estaría allí…
—No, niña.
No ha llegado nada. Pero si llega algo, lo guardaré y te lo pasaré apenas te
vea.
—Bueno, Norma.
Gracias. —Narel le sonrió y se giró para mirar a Thomas—. Hola, Thomas.
—Olvida
Canadá. —Narel se encogió de hombros.
—¿Qué pasa?
—Alexander llegó junto a ellos, notó que su hermano miraba a Narel fijamente
mientras la sostenía de la cintura. No le gustó aquello.
—Nada —dijo
Thomas, pero sin dejar de mirar a Narel—. Vamos a mi oficina un momento. —Sin
soltarla, comenzaron a caminar donde le indicó el mayor, Alexander los siguió
sin que Thomas lo notara—. Tú y yo teníamos un trato.
—¿Qué
trato? —Alexander se interpuso, no le gustaba quedar fuera de las
conversaciones que tenían Thomas y Narel.
—Lo sé,
pero solo han pasado unos meses… ¿Por qué no puedo esperar…?
—Porque no
va a suceder, ya nunca más va a suceder. —Alexander notó que a Narel se le
aguaban los ojos, quiso golpear a su hermano—. Deja de pensar en eso.
—Pero, Thomas…
—Pero nada,
tienes que seguir, no puedes quedarte pensando en lo mismo si sabes que no
pasará… —Unas lágrimas rodaron por las mejillas de Narel.
—Ya basta.
—Alexander se interpuso entre su amiga y su hermano—. Ya basta, Thomas.
—Está bien,
Alex, si Thomas tiene razón… —El mayor suspiró, hizo a un lado a su hermano y
la abrazó.
—Sabes que
es por tu bien.
—Lo sé, lo
sé…
—¿Irán a
estudiar ahora? —Se separó un poco y le limpió la cara. Ella asintió—. La vas a
dejar temprano a la casa. —Miró a su hermano, este frunció más su ceño.
—Ella
estará en su casa…
—No te
preocupes, Thomas. Yo ya hablé con Helen.
—Bien… Gracias
por traer a Nicholas.
Le besó la
frente y la dejó salir, pero antes que su hermano la siguiera, lo detuvo dejándole
la mano en el pecho, Alexander lo miró con enojo, ya la había hecho llorar y
esperaba que lo tratara bien. Pero Thomas solo le susurró: «estás advertido».
Recordándole de esa manera que no podía sobrepasarse con Narel, que ellos solo
serían amigos. Alexander entendió y asintió una vez, de mala gana. Se apuró en
llegar donde su amiga, que estaba llamando al ascensor para bajar, al parecer
quería irse rápido de allí.
Narel
caminaba mirando al suelo, Alexander, a su lado, no hizo el intento de tomarle
la mano ni abrazarla ni nada. En parte estaba molesto porque Thomas y ella
tenían un secreto del cual no era parte, y también le molestaba que su hermano
la hiciera llorar. Nadie en el mundo tenía derecho a hacerla llorar. Aun así, a
pesar de ir caminando con una pequeña separación y sin hablar, él no la dejó
avanzar por la orilla de la calle y siempre bajo su atenta mirada, hasta que
llegaron al edificio donde estaba el departamento de Narel. Alexander notó que
ella se apuró a ir donde el conserje, para hacerle la misma pregunta que a Norma,
si había llegado algo para ella, pero la respuesta también fue negativa. Narel
miró a su amigo y le sonrió para que subieran, pero él se dio cuenta que ella
estaba evitando llorar. Y entendió que el otro motivo por el que no quería
celebrar su cumpleaños era por la pelea que tuvo en Canadá… Ella los extrañaba
y lo que esperaba era algo que llegara de allá… Alexander suspiró al entrar en
el ascensor, después que solucionara lo del beso, vería qué hacer para que ella
olvidara Canadá.
El
departamento estaba frío, era normal porque no lo estaba usando y la
calefacción la dejó desprogramada. Se puso a ajustar eso mientras Alexander
dejaba su bolso en la sala y se quitaba el abrigo y el gorro. Una vez que Narel
acomodara la calefacción, le estorbaría. Después de eso se fue a la cocina a
ver si su amiga tenía algo para beber o comer, si iban a estar estudiando, no
tenía sentido hacerlo con el estómago vacío. Narel fue a la habitación a dejar
sus cosas y luego a la cocina a ver a su amigo.
—Alex, no
vas a encontrar muchas cosas. —El mencionado la miró mientras escudriñaba entre
los muebles—. Estoy viviendo con Thomas, todo se va para allá.
—¿Pedimos
algo entonces?
—Bueno,
pero veamos en lo que estás mal para que no se nos haga tan tarde primero. No
me gusta cuando andas tan tarde en la calle, como anoche, no lo vuelvas a
hacer. —Alexander se levantó y dio un paso hacia ella—. Me pudiste mandar un
mensaje o decir hoy en la mañana, pero no lo vuelvas a hacer, no vuelvas a
andar tan tarde en la calle… —Alexander le besó la frente y se quedó pegado
allí un rato. En esa posición podía ver el lugar en donde la había besado.
—Vamos a
estudiar —dijo al soltarla y caminar a la sala, Narel lo siguió y se sentaron
en el sillón, uno al lado del otro.
La
temperatura comenzó a subir lentamente, hasta estar en la necesaria para sentir
el ambiente agradable. Narel le explicaba la materia a Alexander, se reían de a
ratos por trivialidades que salían mientras estudiaban, pero aun así se notaba
la tensión entre los dos. Ninguno tocaba el tema principal por el que estaban
allí y Alexander sentía que había una barrera impenetrable entre él y su amiga,
a pesar de estar solo a unos centímetros de distancia. De a ratos se quedaba
mirándola mientras le explicaba la materia, él no la escuchaba, solo la miraba.
Y por un momento se sintió triste al recordar que Ashley le dijo que no era
correspondido, ¿y cómo podía serlo? Si él ya tenía su pareja, tenía a Marianne,
tenía a su esposa. Y lo único que quería era volver a besar a su amiga. Intentó
poner atención a lo que le explicaban.
—Alex. —Él
levantó la vista para mirarla, ella se había sentado en el sillón en posición
de flor de loto, Alexander notó que lo miraba fijamente y tenía los ojos un
poco tristes, aunque se le habían quedado así desde que lloró en la oficina de Thomas.
Él supo que le quería preguntar algo y no sabía cómo—. ¿Te gusta Ashley? —Y no
supo si reír, o llorar, o qué cosa hacer por esa pregunta.
—No, claro
que no. ¿Cómo va a gustarme ella? Si no tiene nada que me guste, nada como… —Y
se silenció, porque había estado a punto decirle que no tenía nada como ella.
La miró, Narel tenía esos ojos que esperaban con ansía una respuesta, pero no
supo identificar qué tipo de respuesta quería—. No me gusta. ¿De dónde sacas
estas tonteras?
—Ustedes
pasan mucho tiempo juntos últimamente… y pelean muchísimo…
—Peleamos
porque no nos llevamos… No como tú con ella, somos amigos, podría decirse, pero
es la hermana de Helen, siempre para mí ha sido la horrorosa… —Narel lo seguía
mirando de manera expectante, atenta a cada palabra que él decía—. La conozco
desde siempre, de mucho antes que a ti, y nunca he sentido nada por ella, nada
como lo que siento por…
—¿Por Marianne?
—Alexander volvió a mirarla con sorpresa, en realidad él estaba pensando en
ella, en lo que sentía por ella, nada como lo que sentía hacia ella.
—¿Te
acuerdas cuando nos conocimos? No el pelotazo, sino que después, cuando me
acompañabas por las tardes a esperar a Thomas.
—Sí, claro
que sí, nos quedábamos jugando hasta tarde en la cancha hasta que Thomas se
acordaba que existías. —Alexander sonrió por eso y se sentó en el sillón de
manera parecida a Narel, pero tratando de acercarse lo más que pudiera, ella
solo lo miró—. ¿Qué tiene que ver eso con que te guste Ashley?
—No me
gusta Ashley, ya deja de decir eso. —Alexander le acarició la mejilla con la
punta de los dedos, luego avanzó hasta comenzar a dejarle los rizos tras la
oreja, una y otra vez—. No sé de dónde sacas tanta tontera…
—¿Entonces?
—Cuando jugábamos
por las tardes, te dije que te cuidaría toda la vida y que nunca dejaría que
nada te pasara ¿verdad? —Narel asintió y recordó que esas palabras también se
las había dicho allí, en el departamento, aquel día en que se besaron—. Esa es
mi promesa contigo, solo contigo. No se lo he vuelto a decir a nadie, nunca… —Alexander
notó que las luces de afuera comenzaban a entrar por las ventanas, ellos tenían
la luz apagada, ya que recién comenzaba a oscurecer. Se fijó que, por el matiz
de los reflejos, los ojos de Narel brillaban más que de costumbre, al igual que
sus labios, que aún tenían un pequeño rastro de labial brilloso y rosado, lo único
rosado que ella usaba.
—¿Por qué
me dices eso? —Narel susurró, Alexander la estaba mirando de manera extraña y
comenzaba a sentir sus mejillas arder, además no sabía en qué momento se había
acercado tanto.
—Porque
desde que te conocí, has sido lo mejor que me pasó en la vida… —Y él lo notó, Narel
estaba sonrojada, le gustaba verla así por él, quizás Ashley se había
equivocado y en ese loco corazón sí había espacio para él.
—Pero…
—Siempre
vas a ser lo mejor de mi vida… —Alexander dejó su otra mano en el cuello de Narel,
afirmándola con fuerza.
—Alexander…
—Y él lo notó, Narel le miraba los labios, y sonrió de medio lado al acercarse
más a ella, la tenía solo a unos centímetros, la volvería a besar, ella
prácticamente se lo estaba pidiendo—. No soy Marianne… —Alexander la soltó y se
alejó, Narel se levantó del sillón e intentó caminar a la habitación, él la
tomó de un brazo y la volteó para mirarla.
—¿Por qué
me dices eso? —Ella lo miró, Alexander notó que tenía los ojos llorosos.
—Porque
estabas cerca… como el otro día… cuando me besaste… cuando nos besamos… —Alexander
le tomó la cara entre las manos, para limpiarle el rastro de lágrimas, ella
dejó sus manos en la cintura de él—. Ese día me besaste porque pensaste que yo
era Marianne… —Alexander abrió los ojos por el asombro, no sabía de donde ella
sacaba tanta tontera—. No te dije nada porque estabas mal, y es normal, la
querías besar a ella, pero era yo lo que tenías al frente y en tu dolor, en tu
desesperación, tomaste lo que tenías a mano que era yo…
—No… no…
estás equivocada. —Alexander comenzaba a entender por qué ella se alejaba y por
qué se imaginaba tanta cosa. Dio un paso al frente, obligándola a retroceder—. Yo
no pensaba en Marianne en ese momento… —Continuó avanzando sin soltarle el
rostro—. Tampoco estoy pensando en ella en estos momentos… —Aquello no se había
escuchado nada bien, pero eran los sentimientos los que se estaban apoderando
de él—. Nos avisaron de lo que pasó y solo corrí a verte… solo quería verte a
ti… estar contigo… abrazarte… solo a ti… —Dejó de avanzar al dejarla apoyada
contra la puerta de la habitación—. Solo a ti… —Alexander bajó sus manos al
cuello de Narel y juntó sus frentes, se quedaron mirando, y ambos notaron la
respiración agitada del otro—. Siempre has sido tú y solo tú… ¿por qué nunca lo
notas? —Narel sintió que Alexander la acercaba más desde el cuello—. Déjame
besarte… —suplicó en un susurro—. Déjame volver a besarte… Al diablo con Thomas…
Narel cerró
los ojos, Alexander supo que eso era un sí y la besó, lento y suave al
principio y profundizando de a poco. Él bajó las manos por el cuerpo de ella y
la tomó de la cintura, apoyándose por completo para hacer presión contra la
puerta, Narel subió sus manos y lo abrazó por el cuello. Alexander no tenía
pensado detenerse. La rodeó con fuerza por la cintura y la levantó en sus
brazos, como acto reflejo Narel le cruzó sus piernas alrededor de él. Alexander
presionó más con su cuerpo y la miró, al tomarla en sus brazos ella había
quedado más alta, lo continuaba abrazando por el cuello.
—No voy a
detenerme…
Pero como
respuesta solo obtuvo que Narel lo besara, esa era la luz verde para Alexander,
la señal que estaba esperando. Tanteó la manilla de la puerta y abrió, caminó
con ella en los brazos hasta llegar a la cama, se sentó dejando a Narel encima,
afirmándola con fuerza de la cintura y continuó besándola. Bajó a besarle el
cuello mientras con sus manos marcaba el movimiento de cintura que ella debía
llevar. Comenzaron a quitarse la ropa. Alexander la tomó y la acostó en la
cama, con él encima, allí terminaron de deshacerse de todo lo que les estorbaba
para ser uno con el otro, olvidando las promesas hechas a los demás, olvidando
la vida que llevaban, olvidando las situaciones por las que estaban pasando y
solo se concentraron el uno en el otro.
—No tienes
idea cuántas veces soñé con robarte la inocencia. —Alexander le había dejado
las manos por encima de la cabeza y allí había entrecruzado los dedos de ambos,
aferrándola con fuerza mientras le besaba el cuello—. Siempre quise ser tu
primero.
—¿Acaso
podía ser otro? —Narel susurró, Alexander seguía sobre ella y la tenía
firmemente agarrada de las manos, además ella aún lo rodeaba con las piernas, a
pesar de que ya habían terminado—. Solo tengo diecisiete años, yo no había
pensado en nada de esto… Puedo demandarte, soy menor de edad…
—No. No
podía ser ninguno más que yo. —Ella sintió el estómago de él rugir. Ambos
sonrieron. Alexander le soltó las manos y la abrazó por la cintura, dejando
caer todo su cuerpo sobre el de ella y acomodando su cabeza entre el hombro y
el cuello de Narel, ella lo abrazó y le besó la cabeza.
—¿Pidamos
comida china? —Alexander asintió, aunque no quería moverse de donde estaba, se
sentía bien ser abrazado por Narel tanto con las piernas como con los brazos.
Pero tenía hambre—. Tú pide y yo voy al baño. —Alexander volvió a asentir, pero
siguió sin moverse—. Alex…
—Voy, voy —dijo,
pero mejor la besó, ella sonrió—. Voy… —susurró para continuar besándola, pero
se detuvo o volvería a besarla por completo. Se miraron y sonrieron, luego se
le quitó de encima.
Alexander
buscó el teléfono mientras Narel se ponía la camisa de él y se metía al baño.
Él vio que tenía como veinte llamadas perdidas de Thomas, llamó primero a la
comida y luego a su hermano, quizás tenían noticias de Leah. Fue a la sala a
llamar, pero no era eso, Thomas quería saber si aún estaba con Narel y
asegurarse que Alexander no estuviera haciendo estupideces. Él miró a Narel
salir de la habitación solo con su camisa puesta y sonreírle, claro que esas no
eran estupideces. Ella notó que él estaba al teléfono y lo abrazó por la
cintura, dejándole pequeños besos por donde sus labios llegaran. Alexander
sonrió como un bobo. Le dijo a Thomas que solo estaban estudiando y le cortó,
abrazó a Narel y la besó. Luego de eso, se fue a poner algo de ropa para
recibir la comida, Narel buscó el cobertor de la cama y se arropó con él en el
sillón, la noche estaba helada y después de lo que habían hecho, se sintió el
cambio de temperatura. La comida llegó, Alexander pagó y se fue a sentar junto
a ella. Hicieron a un lado los cuadernos y todo lo que estaban usando para
estudiar, y dejaron el pedido. Comenzaron a comer sentados en el suelo
alrededor de la mesa de centro, riendo por tonteras que ambos decían. Alexander
notó que Narel no solo brillaba, sino que estaba radiante, y se dio cuenta de
que realmente la amaba, porque no quería que eso se apagara, quería que ella
siempre estuviera radiante. Aquella comida se sintió diferente a todas las
otras que tuvieron, ya que mientras lo hacían se abrazaban o besaban, alargando
aún más el momento.
Cuando
terminaron de comer, Narel tomó las cosas para lavar lo sucio y botar la
basura. Alexander se quitó la ropa que se había puesto y medio se acostó en el
sillón, arropándose con el cobertor que Narel había sacado. Encendió la
televisión solo para meter algo de ruido, porque por lo general solo veía
deportes y, una que otra vez, alguna película. Cuando Narel llegó, Alexander
abrió sus brazos para que ella se acomodara allí, así ambos se acurrucarían en
el cobertor. Ella se acomodó y Alexander la abrazó, tanto con sus brazos como
con una pierna, le besó el cuello.
—Mi camisa
no te queda bien… —Narel tenía los ojos cerrados, Alexander le besaba el cuello
mientras con sus manos la recorría entera—. Mejor te la quitas…
Ambos
sonrieron, olvidando que debían estudiar. Se quedaron recorriendo y conociendo
el cuerpo del otro, hasta que el cansancio les ganó y terminaron abrazados en
la cama, recuperando el aliento.
—No te
vayas… —Alexander se sorprendió al escucharla, pensaba que estaba dormida,
después de haber ido al baño, se acurrucó contra él y no hubo señales de vida,
hasta ese momento—. No te vayas, Alexander. Quédate conmigo esta noche…
—No me iré, duerme tranquila, me quedaré aquí, contigo, toda la noche. —Le besó la frente y la abrazó más fuerte, hacia mucho, mucho tiempo que no dormían juntos, y no se iría, no esa noche que al fin la tenía en sus brazos de la manera en que tanto tiempo quiso. Le pasó una pierna por encima, no la dejaría ir nunca. Nunca en la vida. Se durmió, con sus labios pegados en la cabeza de Narel después de haberle dado un beso en aquel lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Me vas a dejar tu opinión?
Los comentarios no son moderados, aparecerán apenas lo envíes, pero si faltan el respeto o son dañinos hacia alguien en especial o la que escribe, será borrado o contestado, todo depende de los ánimos de quien responde.
Intentaré responder los comentarios apenas pueda.
¡Muchas gracias por opinar!