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3 de enero de 2025

[¿Y si no te hubieras ido?] Capítulo VI: «Los sentimientos de Alexander»

Aquel primer día de noviembre, Narel lo recordaba bien. Estaba más frío de lo habitual y eso le gustaba, significaba que la época que ella adoraba comenzaría. Había decidido que ese año se tejería unos gorros, estuvo viendo unos modelos que le llamaron la atención y fue con Helen a comprar cosas, tanto para el departamento de ella como para la casa de Helen, y aprovechó de comprar las lanas. La mayor solo la miraba al verla feliz, de a poco iba recuperando su alegría habitual y si tejer la hacía feliz, con Thomas le darían todo el apoyo.

—Si tejo mucho, podría ir a una de esas ferias que venden de estas cosas. ¿Recuerdas, Helen? Como la que fuimos el año pasado, tenían cosas preciosas. ¿Crees que pueda hacer gorros tan lindos como esos? —Helen rodó los ojos frente a la bomba de preguntas, estaban cargando el auto. Ella no manejaba, pero Narel sí y Thomas les prestaba el carro.

—A mí me gustan más los que tú tejes. ¿Le vas a hacer a Elijah?

—Claro que sí. —Narel miró al pequeño dormir en la silla del auto—. Le compré como tres diferentes, le haré muchos, y guantes también para que juguemos en la nieve. Vamos, vamos, Helen, que hay mucho por hacer. —Narel cerró la maleta mientras Helen se instalaba en el copiloto, luego se subió ella—. Deberías aprender, nos iría bien, seríamos millonarias en poco tiempo. —Helen sonrió mientras guardaba cosas en su bolso y buscaba el celular para avisarle a Thomas que ya habían comprado.

—Qué raro…

—¿Qué cosa? —Narel preguntó sin mirarla, ya que iba manejado.

—Tengo diez llamadas perdidas de Thomas, todas seguidas. Lo llamaré… —Helen comenzó a marcar—. Espero que no pasara nada grave.

—Todo estará bien, Helen, de seguro solo está preocupado por el auto.

Ambas sonrieron, Helen esperaba que Thomas le respondiera, pero se iba directo al buzón. Continuó intentando hasta que llegaron a la casa. Guardaron el auto, Helen tomó al dormido Elijah y entraron por la cocina. Si bien no querían preocuparse, era raro que Thomas no contestara luego de haber estado llamando. Narel le dijo que ella bajaría las cosas, que fuera a acostar a Elijah y luego a seguir tratando de contactarse con Thomas. Pero mientras bajaba las bolsas, Alexander llegó junto a ella.

—¿Qué haces aquí? —preguntó al mirarlo, Alexander notó que ella estaba preocupada, así como Narel se fijó que su amigo tenía los ojos rojos y no era por la marihuana como ella solía decir—. ¿Qué pasó? ¿Dónde está Thomas? ¿Qué le pasó a Thomas? —Alexander la abrazó, Narel había comenzado a llorar pensando en Thomas, dejó caer las bolsas que llevaría adentro.

—Thomas está bien, quédate tranquila. —Narel asintió al abrazarlo y tratando de tranquilizarse—. Es Leah… no aparece por ningún lado… —Ella sintió a Alexander apretarla con fuerza.

—¿Cómo no aparece? ¿Qué es lo que sucede?

—No lo sabemos, solo no aparece… la buscaron en el colegio y nada… no llegó a clases… y mi madre la fue a dejar como todos los días y no llegó, nunca entró… —Narel se dio cuenta que Alexander lloraba.

—¿Cuánto tiempo…?

—Ya lleva más de veinticuatro horas…

—¿Por qué no les avisaron antes?

—Pensaron que aparecería, que estaba donde alguna amiga o algo… No lo sé… esto es desesperante… Garreth ya se fue…

—¿Qué?

—Tomó el primer vuelo… yo quería ir con él, pero Thomas tiene razón, no seré de ayuda…

—Aquí le sirves más a Thomas… Alexander… —Narel lo abrazó fuerte—. Quédate tranquilo, ya verás que la encontraremos… —Y esta vez fue Narel quien lo consoló tomándole la cara para limpiarle las lágrimas, Alexander la seguía teniendo firmemente agarrada de la cintura mientras la miraba a los ojos. Dio un paso al frente, obligándola a retroceder, y la dejó apoyada en el auto. Narel miró los labios de su amigo, estaban a solo unos centímetros… apenas unos centímetros…

—No me dejes…

—No lo haré… —Y Narel sintió la respiración de su amigo sobre la de ella y su cuerpo presionándola contra el auto.

—¡Nar! —El grito de Nicholas logró que la cabeza de Alexander se apoyara en el hombro de Narel, maldiciendo por esa interrupción, había estado a punto de besarla—. ¡Nar! —Nicholas la abrazó junto con su hermano, el niño también lloraba. Narel le dejó la mano en la cabeza para acariciarle el cabello mientras la otra afirmaba con fuerza la camisa de Alexander a la altura del cinturón del pantalón. Notó que Alexander también abrazaba a su hermano mientras seguía escondido en su cuello.

—Ayúdenme a llevar las cosas a la casa —les dijo luego de unos minutos—. Helen compró unas cosas que se derriten. —Miró a Nicholas que había levantado la vista y asentía, Narel le limpió un poco el rostro. Alexander no se movió—. Alex…

—Prométeme que no te irás…

—Te lo prometo… Ayúdame con las cosas y luego buscamos una solución a todo esto. —Alexander asintió aún escondido en el cuello de ella, pero se separó y tomó algunas bolsas. No solo debía buscar una solución a lo de su hermana, sino que también por el hecho de que estuvo a punto de besarla, si no fuera por el grito de Nicholas, él lo hubiera hecho sin medir las consecuencias.

Entre los tres llevaron todo adentro y luego se fueron a la sala, allí estaba Helen conversando con Thomas. También había un policía del tipo detective. Thomas, al verla, la abrazó. Narel se puso a llorar en sus brazos, el mayor era el único que no tenía los ojos rojos o hinchados o con síntomas de haber estado llorando. Thomas tomó el rostro de Narel con las manos.

—Necesito de tu ayuda, necesito que me ayudes con una cosa de vida o muerte.

—¿Ya tuviste noticias? —Alexander llegó, prácticamente, de un salto al lado de ellos.

—Más o menos, déjame verificar algo. —Tomó a Narel de la mano y se la llevó a su despacho, allí había una pantalla más o menos grande conectada un computador, ella notó que se estaba llevando a cabo una video llamada—. Luis… ¿estás allí? —Thomas se sentó frente a la pantalla y le dijo a Narel que se acercara.

—Sí, aquí estoy… —Narel pudo ver al padre de Leah y Garreth al otro lado—. ¿Es ella?

—Sí… quizás no la recuerdas…

—No, la verdad… pero Alexia dice que es de confianza… —Alexia era la madre de los muchachos, que se encontraba en Francia, precisamente con quien estaba al otro lado de la pantalla—. Garreth acaba de aterrizar, ella fue por él.

—Nar… —Thomas se giró a su amiga—. Necesitamos que nos ayudes con algo… No es complicado, pero es de vital importancia para saber de Leah.

—Bien… —Fue lo que contestó, no sabía qué decir ni qué pasaba.

—Thomas me dijo que la última vez que viste a Leah allá en Londres, ella estaba jugando con una computadora… —Narel notó que el padre de Garreth era bastante serio, ella lo conocía más que todo por fotografías—. Necesito que me digas a qué jugaba.

—No, ella… —Narel se mordió el labio, Leah no estaba precisamente jugando con la computadora—. Ella no estaba jugando…

—Ese día dijiste que no hiciera trampa. —Thomas la miró, recordando que Narel había pasado por atrás de donde estaba Leah con la computadora y le comentó eso al paso—. Le dijiste que no cambiara los códigos para hacer trampa.

—Sí… eso le dije… Pero ella no estaba jugando a nada, ella estaba armando un código informático —dijo mirando a Thomas—. Pensé que estaba haciendo trampa, metiéndose vidas infinitas como me dijo, pero después, al rato después, me recordé el código y ese no era de juegos, era mucho más complejo… No le di importancia porque Leah es pequeña para meterse en esas cosas…

—No es tan pequeña parece… —Narel miró la pantalla al escuchar a Luis susurrar—. ¿Recuerdas algo del código?

—No, lo siento… —contestó bajando la mirada, Thomas le tomó la mano.

—Entonces no me sirves de nada. —Narel apretó los ojos cuando la pantalla, al otro lado, se fue a negro. La llamada había finalizado. Thomas se levantó y la abrazó, ya que ella había empezado a llorar.

—Si sirvió lo que dijiste, no le hagas caso, está tan desesperado como nosotros… No llores…

—Lo siento, Thomas… —susurró al abrazarlo con fuerza—. Lo siento por no poder ayudarte…

—Tranquila, no es tu culpa ni es tu deber… Leah ya aparecerá…

—Thomas… —Alexander estaba de pie apoyado en la puerta, Thomas lo miró, tenía el ceño fruncido. No sabía de cuándo estaba allí, pero si escuchó que Luis decía eso de Narel, de seguro se había enojado—. Ya fue suficiente, déjala salir.

—Thomas… era un código para una página web, quizás un banco o algo así… —Thomas la soltó un poco para mirarla.

—Eso es lo que sospechamos, creemos que la secuestró un tipo que se dedica a hackear bancos y cosas por el estilo, se aprovecha de los niños que saben de eso y los utiliza…

—Pero… ¿cómo Leah sabía de eso? —Alexander había llegado junto al escritorio y tomó la mano de Narel para jalarla junto a él. Thomas se lo permitió.

—El padre de Leah sabe de eso, ¿verdad, Thomas? —Narel lo miró esperando una respuesta, Thomas asintió al sentarse en la silla—. Ella tiene que haber visto algo, si se la pasa con él como dijo Garreth, tiene que haber aprendido algo. No es tonta y es bastante inquieta con las computadoras. Ella tiene que haber aprendido mirando a su padre, quizás se metió en alguna cosa sin querer y… y… y se la llevaron…

—Está confirmado. Ya sabemos quién fue. —El policía detective entró al despacho sin siquiera tocar, Thomas volvió a levantarse y pasó por entre Alexander y Narel—. Las fuerzas ya fueron desplegadas para encontrarlo, no sabemos si está en Francia o en Inglaterra, pero lo encontraremos, hay unidades moviéndose en los dos países, no solo fue a la hermana de ustedes a la que secuestró, hay varios niños más implicados. —Narel no se había dado cuenta que Alexander la tenía tomada de la mano, pero sí notó cuando entrecruzó sus dedos y apretó la mano. Ella le respondió de igual manera para tranquilizarlo—. Ahora solo queda esperar.

—¿Esperar? —Narel notó que su amigo se tensaba, ella sabía que no le gustaba esa palabra y más cuando se trataba de su familia.

—Sí, Alexander, esperar. —Thomas lo miró con el ceño fruncido, Alexander apretó con fuerza la mano de Narel—. Gracias, detective. Supongo que se irá ahora y nos mantendrá informados.

—Sí, tengo que estar al pendiente de las otras familias también. Por favor, si ustedes saben algo, no duden en avisar.

—Gracias. Lo acompaño a la puerta. —Thomas miró a su hermano, luego a Narel, ella lo mantendría calmado un rato. Después se fijó en la mano de Alexander y cómo tenía agarrada a su amiga, tendría que conversar con él al respecto. Salió con el detective.

—¿Cómo puede dejar todo así como así? —reclamó Alexander cuando Thomas salió, Narel lo miró.

—Vamos, Alexander, salgamos de aquí. —Su amigo la miró, por lo general a ella le gustaba estar allí—. Vamos. —Ella continuó insistiendo y jalándolo, hasta que logró sacarlo y cerrar la puerta—. Thomas no le entregará toda la información a la policía y es normal. —Alexander la miró, seguía tomado de la mano con ella—. No lo entiendes, no puede darle toda la información porque es un secuestro, si el secuestrador se comunica con alguien, por cualquier cosa, y descubre algo que no le gusta, no dudará en hacerle daño a Leah… —Alexander quiso hablar, pero su amiga no lo dejó—. Está bien lo que hizo Thomas, como también estuvo bien no conversar frente a la computadora por la que Luis tenía la videollamada… No me trató mal… Si es un hacker, si sabe de Leah y su familia, es mejor que los vean peleados…

—Así es. —Thomas los distrajo, ambos lo miraron—. Me alegra que entendieras eso… Y gracias por esas lágrimas falsas.

—Debí ser actriz. —Narel se soltó de Alexander, Thomas le revolvió el cabello, aunque se sorprendió cuando ella lo abrazó fuerte—. Pensé que te había pasado algo… —Y lloró, esa vez de verdad.

—¿Por qué? —preguntó abrazándola, de reojo miró a su hermano fruncir el ceño, tenía que hablar con él.

—Llamaste a Helen y después no respondías, cuando llegamos Alexander fue al auto y tenía los ojos rojos, estuvo llorando y nosotras no sabíamos nada de ti… No vuelvas a hacer eso nunca más, Thomas… —El mayor le besó la cabeza, Narel escondió el rostro en el pecho de Thomas, mientras lo aferraba con fuerza.

—Estoy bien, estoy bien… Ya no llores, hay cosas por hacer. Quédate tranquila que estoy bien… No preocupes de más a Nick…

—Está bien… Voy a lavarme la cara… —Narel lo soltó y caminó al baño, no se había dado cuenta que Nicholas estaba cerca, que corrió a abrazarla. Alexander se fijó que ambos se perdieron por el pasillo.

—Ahora tú. —Thomas se interpuso en la visual de Alexander—. ¿Me quieres explicar qué te pasa con Narel?

—¿Me pasa de qué? —Alexander lo miró arqueando una ceja—. ¿De qué hablas?

—¿Cómo que de qué hablo? —Thomas lo llevó un poco más lejos de la sala, donde llegaría Narel con Nicholas en cualquier momento—. Siempre he sabido lo que sientes por ella, que no te diga nada es otro asunto. Pero te estás pasando.

—Creo que estás alucinando cosas, Thomas. —Alexander, quien era un poco más alto que Thomas, lo miró frunciendo el ceño—. Yo la trato de la misma manera que tú.

—No, claro que no, Alexander. Claro que no la tratas de la misma manera que yo porque no la ves de la misma manera que yo.

—Esta conversación no tiene ningún sentido. —Su hermano hizo el intento de dejarlo, pero Thomas no se lo permitió tomándole del brazo—. Thomas…

—Estás casado, Alexander. —Thomas dejó a su hermano de tal manera que pudiera susurrarle al oído—. No puedes estar tomándole la mano de esa manera ni estar sobre protegiéndola como antes… Ya tienes que dejar de hacer esas cosas… Entiéndelo de una buena vez.

—Siempre hemos sido así, yo le prometí que la cuidaría por el resto de su vida. Se lo prometí cuando la conocí.

—Te enamoraste de ella, Alexander. Estás enamorado de ella y no lo quieres aceptar. —El menor intentó soltarse, pero Thomas no lo dejó, no quería seguir escuchándolo—. No te arrancarás esta vez… Vas a escucharme, aunque no te guste…

—Yo no estoy enamorado de ella, Thomas… —Tiró de su brazo, pero su hermano no lo soltó—. ¿Cómo podría estarlo? Si solo es… —Alexander, que su vista por la posición en la que estaban daba al pasillo, se quedó mirando a Narel caminar de la mano con Nicholas mientras cargaba a Elijah—. Solo es… —A él le gustaba verla con su sobrino o con sus hijos, cuando estaba con ellos brillaba diferente—. No podría… —Y fue cuando se dio cuenta que ella ya no era la niña con la que jugaba, la de las travesuras, sino que había cambiado físicamente, que a sus diecisiete años, ya casi terminaba de desarrollarse por completo—. ¿Cuándo pasó? ¿Cuándo creció?

—Maldición, Alexander. Dijiste que nunca te enamorarías de ella, por eso te dejé seguir con tus tonteras. —Thomas le apretó más el brazo, de esa manera su hermano dejó de mirar a su amiga—. No puedes verla de esa manera. No puedes…

—¿Por qué no? —Aquella pregunta sonó más a súplica que a petición de explicaciones.

—Porque estás casado y tienes dos hijos…

—Hay maneras…

—Y ninguna funciona. —Thomas suspiró y soltó un poco el agarre—. Alexander, todo lo que se te ocurra, todo lo que quieras con ella, todo puede ser lo mejor que se te pase por la cabeza. Todo. Pero será una ilusión y solo Narel saldrá lastimada, le romperás el corazón y de eso no se recuperará. Y ni hablar de lo que pase con Marianne…

—No puedo dejarla ir, cuando me dijo que se iría a Glasgow, fue como si se acabara el mundo…

—Es solo costumbre, Alexander… Solo es costumbre. —Thomas lo soltó, Alexander lo miró sorprendido.

—¿Me estás pidiendo…?

—Miéntete a ti mismo, pero no dejaré que le hagas daño a Narel.

—Papi… —Esa era la voz de Joshua, Alexander miró hacia la puerta, Marianne llegaba con los niños.

—Fue tu error no cuidarte para que no quedara embarazada. Solo tenías quince años, ahora con dieciocho es normal que quieras conocer y comerte al mundo. Pero cuando lo hagas, fíjate que no salga nadie herido.

—Ella nunca me verá de la misma manera y no tienes idea de cuánto duele. —Thomas lo miró, así como sabía de los sentimientos de su hermano, también conocía los de Narel. La diferencia estaba en que ella tenía más que clara su posición, Alexander siempre sería su imposible.

—Entonces no te hagas daño y preocúpate de tu familia. —Thomas se giró y tomó al pequeño Joshua en los brazos—. Hola, pequeñín. ¿Viniste a buscar al odioso de tu papá? —Le besó la cabeza y se lo pasó a Alexander, quien lo llenó de besos—. Estás advertido.

Abrazó a su hijo y le hizo un poco de cosquillas, el niño rio fuerte. Alexander se fijó que su hermano saludaba a Marianne y Stephanie, habló con ellas un momento y se fue donde Helen, que se encontraba en la sala con Narel, Elijah y Nicholas. Alexander notó que solo los niños sonreían… Luego frunció su ceño, Nicholas no soltaba a su amiga, no le gustaba que quedara a la altura de su pecho cuando la abrazaba de esa manera.

—Hola, Alex. —Marianne llegó junto a él, la miró, cargaba a Stephanie y la niña le sonreía a su padre—. ¿Cómo estás?

—No lo sé… No sé cómo me siento y casi no hay información… —La niña le estiraba los brazos a su padre, pero este solo la besó en la frente, ya que cargaba a Joshua.

—Quédate tranquilo. —Marianne le acarició el cabello y la mejilla a Alexander—. Todo se arreglará y todo saldrá bien. —Alexander la miró y le sonrió, ella era tan tierna y dulce, que no le había costado nada sentirse enamorado, todo lo diferente a Narel. Además, Marianne no le dijo que no, lo dejó seguir y seguir. Mientras que Narel le rompió la nariz cuando intentó besarla. Quizás si le hubiera dicho que no, no estaría cargando a Joshua ni a Stephanie, y no estaría complicándose la vida.

—Pensé que te quedarías con tus padres.

—Sí —dijo mientras lo miraba a los ojos—. Pero mi madre me recordó que mi lugar es junto a ti.

—Si las cosas se ponen raras, si llegan los detectives y esto se empieza a llenar de policías o algo, quiero que te vayas a casa de tus padres con los niños. No es bueno que estén aquí. Si llega a pasar algo, no quiero que estén aquí en peligro.

—Sí, como tú digas. —Alexander se inclinó y la besó, ella le correspondió a pesar de las quejas de los niños.

—Te amo. —Marianne le sonrió en respuesta, ella nunca le respondía de la misma manera. Él se separó y caminó a la sala, donde estaban los demás, seguido de su esposa.

Se dio cuenta que Thomas abrazaba a Narel y le besaba la cabeza, luego ella salió en dirección a la cocina. Nicholas corrió escaleras arriba. Helen se acercó a su esposo, con Elijah en los brazos, y le besó la mejilla. Alexander notó que Thomas se encogía de hombros al abrazar a Helen, no había pensado en cómo se sentía su hermano mayor con todo, al fin y al cabo, se estaba echando sobre los hombros el peso de lo que pasaba.

—¡Estoy listo! —Nicholas bajaba corriendo y se iba a la puerta de entrada. Thomas se giró rápidamente y lo detuvo—. ¡Pero, Thomas! ¡Dijiste que sí!

—¡No quiero que salgas solo!

Nicholas lo miró sorprendido, Thomas lo había tomado con fuerza del brazo, además él nunca le levantaba la voz. Y Alexander lo entendió, Thomas estaba asustado, y su cuerpo se tensó y tembló, miró a Helen acercarse a Thomas y dejarle la mano en el hombro, calmándolo. Pero el cuerpo de Alexander seguía tembloroso, si Thomas se derrumbaba, no les quedaba mucha esperanza a ellos. Thomas era su pilar.

—¿Qué sucede? —La voz de Narel los interrumpió, Alexander la miró frunciendo el ceño, venía entrando por la puerta principal y se supone estaba en la cocina.

—Nada —contestó Thomas y soltó a Nicholas—. Ya está todo bien…

—Voy a estar bien, Thomas. —Nicholas lo abrazó, Thomas le respondió de la misma manera—. Voy con Nar, nada me pasará, ella me cuidará toda la vida.

—Thomas. —Narel se acercó al mayor y le dejó la mano en la cara, con la otra medio abrazó a Nicholas—. Si quieres nos quedamos.

—No, vayan y has lo que dijiste. Solo… Solo… —Alexander se dio cuenta que a su hermano le temblaba la voz.

—Lo voy a cuidar toda la vida, Thomas.

—No es solo por él, no te puede pasar nada a ti tampoco.

—Vamos a estar bien, Thomas. Me apuraré y regresaremos a casa lo más pronto posible.

—Pero… —Nicholas soltó a su hermano y miró a su amiga—. ¿Iremos por el helado?

—Claro que sí, pero no nos quedaremos a jugar como siempre.

—¿A dónde van? —Alexander dio un paso acercándose a ellos, Narel lo miró con Joshua en los brazos.

—Iremos a dejar las cosas que compré para mí al departamento, con todo lo sucedido, no me dio tiempo de pasar allí a guardarlas. Después llevaré a Nick a que se distraiga un poco.

—Tú no estás invitado, Alexander. —Nicholas le tomó la mano a Narel, quien lo miró con gesto de regaño.

—Nick… No pelees, Alexander tiene cosas que hacer aquí con Thomas. Vamos para que no se nos haga tarde. —Comenzaron a caminar a la salida, pero Thomas detuvo a Narel al tomarla de un brazo.

—Cualquier cosa rara que veas, te vienes directo para acá.

—Estaremos bien, quédate tranquilo.

—Nar… —Thomas susurró, la mencionada lo miró algo sorprendida, él casi nunca la llamaba así—. Busca tu teléfono, por favor.

—Lo haré, Thomas. Iré a dejar las cosas y sacaré el teléfono. No desapareceré. Te mandaré un mensaje apenas lo tenga en las manos.

Thomas la soltó, Narel con Nicholas salieron de la casa. Ella había sacado el auto de Thomas cuando salió por la cocina, tenía sus cosas allí. Subió a Nicholas al copiloto y lo amarró con el cinturón de seguridad, luego se montó ella y se fueron rumbo al departamento. Había conversado con Thomas y Helen y se quedaría en casa con ellos, así que debía dejar lo que compró, más que todo lo comestible, y llevar lo necesario en ropa por los días que allí estaría. Thomas le dijo que pasara lo que pasase, tenía que seguir en clases, así que también tenía que buscar esas cosas.

 

**********

 

Los días comenzaron a pasar, se sentía en momentos rápido y a veces lento, pero seguía sin haber noticias en concreto de Leah, la niña continuaba perdida. Ya habían pasado once días desde aquello, la esperanza estaba allí, decidieron que, hasta no tener noticias, de cualquier tipo, se seguiría con la búsqueda. Ya era seguro lo que pasaba, fue secuestrada por un hacker, ella junto a varios niños más, pero cada vez que daban con un supuesto paradero, llegaban y todo estaba vacío o desmantelado. La frustración se apoderada de a ratos de los Russ, pero debían seguir con la frente en alto hasta dar con su pequeña hermana.

Narel, prácticamente, estaba viviendo en casa de Thomas, en parte porque quería estar pendiente y ser de ayuda por Leah y porque Thomas la quería allí. Narel notó, con el pasar de los días, que el mayor estaba asustado con todo lo que pasaba, pero no lo demostraba o trataba de hacerse el fuerte, como el mayor de los muchachos en Canadá. La diferencia fue que Thomas dejó que se quedara, en Canadá la mandaron de vuelta a Inglaterra.

Aquel día estaba en el departamento viendo que todo estuviera bien, iba de vez en cuando a verificar que las cosas siguieran donde las había dejado, a buscar ropa y ver temas de la universidad. El golpe en la puerta fue fuerte e insistente, ella estaba metiendo las cosas en la mochila. Se asustó, por todo lo que pasaba a su alrededor, cualquiera lo haría, y se imaginó lo peor, quizás Leah… Corrió a abrir. Alexander estaba al otro lado… con el cabello desordenado, los ojos hinchados y llorosos… Narel se asustó más.

—¿Dónde está tu teléfono? No te dijo Thomas acaso… —Pero se quedó en silencio y solo la abrazó, Narel cerró la puerta y le respondió. Alexander la apretaba fuerte, se escondió en el cuello de ella y se largó a llorar.

—Se me quedó en la casa de Thomas… —dijo, pero su amigo no la tomaba en cuenta, solo la abrazaba fuerte, le temblaron las piernas y se fue de rodillas al suelo, arrastrando a Narel con él. En esa posición, ella lo abrazó por el cuello, dejando a Alexander, prácticamente, acurrucado entre su pecho y su cuello. No le preguntó nada, simplemente lo dejó llorar, ya le diría todo una vez que se tranquilizara. Aunque por su cabeza ya se imaginaba que a Leah le había sucedido lo peor. Se mantuvo fuerte para no llorar y asustar más a Alexander.

—Mi madre… —Después de varios minutos, su amigo comenzó a hablar, Narel notó que ya no lloraba tanto, pero seguía acurrucado en ella y ambos en el suelo—. Mi mamá… —Ella lo abrazó más fuerte, a él le costaba hablar—. Tuvo un infarto, por la preocupación de todo lo que pasa… Fulminante… —Narel no pudo aguantar las lágrimas, que comenzaron a salir, aunque sin llanto. Le besó la cabeza a Alexander, este la apretó más fuerte—. Falleció al instante… —Y otra vez los sollozos, Narel sintió los dedos de su amigo enterrarse en su espalda, pero no le dijo nada, solo lo mantuvo en sus brazos mientras lloraba en silencio para que él se desahogara. Lentamente Alexander se fue tranquilizando, se separó de ella y la miró—. No llores… tú no llores… tus ojos no son para lágrimas… —Le tomó el rostro con las manos y le limpió las gotas que iban cayendo—. No importa lo que diga Thomas… No importa lo que diga… —Y sin dudarlo, la besó. Tomándola del rostro y acercándola a él. Narel abrió los ojos por el asombro y dejó de llorar, luego le respondió—. No me dejes, por favor… —Alexander susurró al separarse, aunque dejó su frente apoyada en la de Narel y sus manos sin soltarle la cara. Volvió a llorar.

Ella puso sus manos en el cuello de él mientras negaba con la cabeza, sin separar sus frentes, en señal que no lo dejaría. Alexander volvió a besarla, varias veces, solo besos cortos y suaves, Narel no le dijo nada, simplemente lo dejó porque él estaba mal. Tampoco pensó mucho en lo que sucedía, es decir, los acontecimientos no eran para estar pensando que se había besado con Alexander, simplemente se concentró en tratar que él se calmara y ver qué hacer, sabía que la madre de los muchachos se encontraba en Francia, y eso significaba que ellos tendrían que viajar allá o traer el cuerpo a Inglaterra. Todo se complicaría aún más, y Leah seguía perdida. Narel pensó en la niña, en lo que tendría que soportar cuando volviera, después de pasar por el secuestro, llegar y que no estuvieran los brazos de su madre para refugiarse. No se dio cuenta que, pensando en todo eso, le enterraba los dedos en el cuello a Alexander. Abrió los ojos, ya que su amigo había dejado de tener la frente contra la suya y bajó las manos desde su rostro al cuello.

Alexander la miró, primero a los ojos y luego a los labios. La había besado y se sintió bien… Y no fue solo uno, sino que varios… y ella no le dijo que no… ni le rompió la nariz… sintió a su corazón latir un poco rápido, quería volver a hacerlo y la tenía allí, solo a unos centímetros, nada más tenía que acercarse… Narel lo miró cuando se separó, pensando que él debió darse cuenta de que no era Marianne a quien tenía al frente, que se había equivocado de labios… No se dio cuenta que había vuelto a llorar, y no por la muerte de la madre de sus amigos, sino que porque ella amaba a Alexander y él solo se confundió de persona al sentirse devastado y perdido por lo que sucedía.

—No llores… —Alexander la acurrucó contra su cuerpo, rodeándola con un brazo por la cintura y la otra se la enterró en los rizos—. No llores… —Le besó la cabeza, Narel lo abrazó por la cintura—. Tenemos que seguir buscando a Leah, por mi madre… —Ella asintió escondida en el cuerpo de su amigo, esperando que no se diera cuenta que el verdadero motivo de su llanto era su amor no correspondido.

—Alexander… —Él la separó de su cuerpo y la miró, le limpió un poco la cara—. Vamos con Thomas, para saber qué hacer. —Alexander asintió, Narel le limpió las mejillas para borrarle las lágrimas.

—No voy a dejar que nunca nada malo te pase…

—Ya lo sé, así como yo tampoco dejaré que nada malo, nunca en la vida, te pase…

Ambos sonrieron, entre las lágrimas, para luego levantarse. Narel terminó de arreglar la mochila mientras Alexander estaba en el baño, y salieron rumbo a la casa de Thomas. Él le había prometido a su hermano no tratar a su amiga como si fuera su novia, pero ya no le importaban las palabras de Thomas. Le tomó la mano a Narel y entrecruzó los dedos, afirmándola fuerte mientras caminaban. Ella no se lo impidió, Alexander notó que caminaba mirando al suelo mientras lloraba. Él también lo hacía, la diferencia estaba en que miraba al frente, el sol comenzaba a ocultarse y las luces de la ciudad aparecían lentamente. Todo se veía diferente en ese momento. Todo.

Narel ni cuenta se dio cuando estuvieron fuera de la casa de Thomas, iba sumida en sus pensamientos, habían pasado tantas cosas en tan pocos días, que por un momento creyó que era un sueño… El secuestro de Leah, la muerte de Alexia… El que se besara con Alexander… Aquel día en que desapareció la pequeña, no se dio cuenta de que estuvo a punto de besarse con su amigo apoyada en el auto de Thomas, cuando lo vio y pensó que algo grave le había pasado al mayor, no le pasó por la mente otra cosa y luego saber lo de Leah y que Thomas necesitara ayuda… No, ella no se dio cuenta de lo cerca que estuvo de besarse con él, y al pasar de los días y recordar lo sucedido, simplemente siguió como que no había pasado nada. Tampoco le iría a pedir explicaciones, siendo que lo importante en ese momento era Leah. No, claro que no. Pero sí notó que Alexander andaba un poco distante y lo atribuyó al secuestro de su hermana, era algo difícil. Al final se terminó convenciendo que solo habían sido ideas suyas, que su amigo simplemente quería abrazarla y apoyarse en su hombro. Además, la relación de él y Marianne era perfecta, ellos se amaban.

Cuando entraron a la casa de Thomas, Alexander le soltó la mano al instante, ella se quedó mirándolo al caminar a la sala, allí lo esperaba Marianne, quien lo abrazó apenas lo vio. Su corazón se entristeció más al verlo besar a su esposa. Solo se había confundido con ella… Aguantó un sollozo, pero no pudo evitar que se le aguaran los ojos. El abrazo de Nicholas la trajo a la realidad, el niño la rodeó por la cintura y escondió su cara en el pecho, lloraba sin parar. Narel lo abrazó y le besó la cabeza, dejó caer las lágrimas —aunque no fueran por el motivo que los demás pensaron— y le susurró palabras tiernas a Nicholas para que se tranquilizara.

—Lo siento, Nick. Lo siento mucho —dijo al tomarle la cara y limpiarla un poco. Nicholas la seguía teniendo fuertemente abrazada por la cintura—. Pero debemos seguir buscando a Leah, por tu mamá…

—Quédate conmigo… No quiero estar solo… —Y otra vez rompió en llanto, escondiéndose en su pecho y abrazándola más fuerte. Narel le besó la cabeza mientras le enterraba los dedos en el cabello. Ella también lloraba.

—Nicholas, ya, suéltala. —Alexander dejó la mano en el hombro de Nicholas, jalándolo un poco hacia atrás, no le gustaba que su hermano estuviera a esa altura de Narel. Ella lo miró, notando que su amigo ya no tenía rastro de lágrimas.

—¡Déjame, Alexander! ¡Déjame! —El mencionado abrió los ojos, su hermano estaba mal—. ¡No quiero estar solo! ¡Déjame!

—Acaba de perder a su madre, Alexander… Solo es un niño… un niño… —Narel atrajo la atención de Alexander al hablar, su amigo la miró cuando comenzaba a llorar—. Yo lo voy a cuidar toda la vida…

—No quiero que tú estés llorando… —susurró y le acarició la mejilla.

—Déjame cuidar a Nick…

—Toda la vida… —Nicholas habló más calmado—. Toda la vida…

—¿Qué está pasando aquí? —Thomas venía caminando desde su despacho por el pasillo. Narel notó que tenía los ojos rojos mientras los miraba.

—Alexander me está molestando… —contestó Nicholas, sin soltar a Narel y aún escondido.

—No es cierto. —Alexander se giró para mirar al mayor, fue cuando Narel notó que Marianne se había acercado y tomado la mano de su esposo—. Solo lo estaba viendo…

—No pasa nada, Thomas. —Narel se limpió la cara, después volvió a abrazar a Nicholas—. ¿Dónde está Helen?

—En la habitación con Elijah…

—Nick… —Narel se acercó al oído del pequeño para susurrarle—. Ve con Helen, tengo que hablar con Thomas un momento y luego voy por ti. ¿Bueno? —Nicholas asintió, aún escondido, pero la soltó y obedeció, subiendo la escalera lentamente mientras sollozaba—. Thomas… —Alexander sintió a su amiga pasar por su lado para ir donde su hermano y abrazarlo—. Lo siento… Lo siento, Thomas. —El mayor la abrazó fuerte, pero mantuvo la calma y no lloró, tenía que ser fuerte—. ¿En qué te ayudo?

—Quédate con Nick, mantenlo calmado. Ayúdame con él… —Narel asintió mientras lo abrazaba. Thomas la soltó y le besó la frente, ella se fue a la habitación donde estaba Helen.

 

**********

 

El entierro se llevó a cabo en Londres. Garreth, junto con su padre, viajaron por un par de semanas por todos los preparativos, además aprovecharon la instancia para hablar sobre Leah. Luis no quiso quedarse en casa de Thomas, tampoco dejó que Garreth lo hiciera, y se quedaron en un hotel. A pesar de eso, estaban casi todo el día en la casa del mayor de los Russ, ya que allí también se juntaban con los policías. Garreth dejó de estudiar por el tiempo que estuvieron en Londres, en cambio Nicholas continuó igual, ya quedaba poco para las vacaciones de Navidad y Thomas no quería que se perdiera las clases. Narel se encargaba de llevarlo y traerlo y de estar al pendiente de él, ella también seguía con sus horarios, junto con Ashley que la ayudaba cuando Nicholas la llamaba por estar con ataque de llanto. Alexander, en cambio, iba poco a clases, pero se aparecía para los exámenes y presentaba todos los trabajos, se apoyaba en ambas chicas, ellas entendían lo que pasaba. Aunque esta vez fue Narel quien puso distancia entre los dos, Alexander sabía que era por haberla besado, pero respetaría la decisión de su amiga, no porque estuviera de acuerdo o porque le gustara aquello, sino que cuando intentó hablar del tema con ella, Narel fue bien clara al decirle que no era momento para eso, que la situación que estaban pasando ellos como familia, necesitaba de toda su atención. Alexander había entendido muy bien eso, después tendrían tiempo para conversar de lo sucedido.

Thomas, por otro lado, había perdido lo que tanto se esforzó por ganar con la empresa. Se culpó a sí mismo por no darle el tiempo y atención necesarios, pero pasaron tantas cosas, que no supo de donde sacar más horas al día para seguir adelante. Helen se encargó de ayudarlo en todo, siendo su apoyo incondicional. También fue Helen quien le contó a Narel lo que sucedía con Thomas, ya que este no quería decirle a nadie, pero viviendo todos en la misma casa, era un poco difícil que no notaran el comportamiento del mayor, que estaba distraído, en las comidas apenas hablaba y se encerraba gran parte del día y noche en el despacho. Narel sintió que la familia se estaba desmoronando porque su pilar, Thomas, se estaba trizando.

Aquella sería una triste Navidad… y también un triste cumpleaños para ella.

El teléfono comenzó a vibrar en la mesa de noche, lo tomó con cuidado, Nicholas dormía abrazándola. Desde el día en que se enteraron de la muerte de su madre, que el niño se iba por las noches y se metía en su cama, no podía decirle que no, solo lo abrazaba y lo dejaba dormir. Miró el aparato y contestó.

—Estoy afuera. Ven un momento.

Y cortó. Era raro que Alexander estuviera a esa hora fuera y buscándola. Ya pasaba de medianoche. Se levantó con cuidado de no despertar a Nicholas, se puso un abrigo y bajó. Al llegar al pasillo notó que la luz del despacho de Thomas seguía encendida. Suspiró al abrir la puerta, el frío invierno le golpeó la cara, se abrigó con el abrigo aún más, ya había unos pocos centímetros de nieve acumulada. Su amigo la esperaba en la puerta de la verja.

—¿Cuándo vuelves a tu departamento? —preguntó cuando salió, no le dio tiempo de nada más. Se dio cuenta que Narel tenía frío, ya que la nariz se le había puesto roja.

—¿Me llamaste para echarme de la casa de tu hermano? —Ella frunció el ceño, Alexander la miró sorprendido, él preocupándose de esa nariz y ella peleando.

—No… no seas boba… Tengo problemas con una de las clases, tengo que estudiar o no lo pasaré… Necesito estudiar contigo…

—¿Quieres estudiar en el departamento?

—Sí, aquí no podremos, no con Nick pegado a ti… —Alexander sintió el olor del perfume que usaba su hermano pequeño—. ¿Por qué hueles como él?

—Nick duerme conmigo desde que tu mamá se fue…

—¡¿Qué?! —Alexander la miró con enojo—. ¿Me estás diciendo que Nicholas está en tu cama ahora? —Narel notó que, por el vaho, su amigo parecía que echaba humito.

—Sí… es solo un niño, está asustado…

—Ya no es solo un niño, está bien crecido… ya tiene doce años. ¡Doce! Y tú diecisiete. ¡No es un niño!

—Pero está asustado… Aún no aparece Leah… Es difícil para él…

—No lo quiero durmiendo contigo.

—No tienes por qué meterte en eso, no es problema tuyo.

—Claro que sí es problema mío, yo soy quien te cuida y quien… —Se detuvo para pensar en sus palabras, Narel se fijó que a Alexander le brillaban los ojos celestes por las luces de la calle. Él notó que los labios de ella estaban rojos, al igual que la nariz—. A mí no me dejas dormir contigo…

—Tú te ibas… Tú te ibas cuando me dormía… Eso ya no es mi problema. —Narel se acurrucó en el abrigo que llevaba, estaba bajando la temperatura, se fijó que a Alexander se le estaban poniendo los labios y la nariz colorada—. Y te casaste… ¿qué esperabas? ¿Qué durmiera contigo siendo que tienes con quién? No seas estúpido, Alexander.

—Hemos dormido juntos desde siempre… —susurró, no tenía cómo debatir aquello.

—¡Pero tú te fuiste, Alexander! ¡Tú te fuiste! —Y esta vez fue ella quien elevó la voz y el vaho le hizo parecer que echaba humito—. ¡Tú me dejaste sola! ¡Tú me cambiaste! Y yo me acostumbré a eso… Me acostumbré a que mi mejor amigo ahora era compartido, y no solo con una persona, sino que con tres… Me acostumbré y lo acepté… —Alexander la miró, él no había visto las cosas de esa manera, a ella se le aguaron los ojos—. Nos juntamos mañana después de clases a estudiar, si estás de acuerdo bien y sino también, es tu decisión.

Y sin esperar respuesta, entró, cerrando tras de sí. Alexander esperó a que las puertas se cerraran por completo y se fue a su departamento. No era esa la conversación que esperaba tener, en realidad solo quería verla un momento porque ya no daba más con que ella lo evitara y necesitaba mirarla, abrazarla y tenerla para él, solo para él… Se acomodó el abrigo, la temperatura bajaba cada vez más. Y claro que iría al otro día a estudiar, esa boba… nunca entendía las cosas.

Narel cerró la puerta y apoyó la frente en ella. Dio un salto cuando Thomas le dejó la mano en el hombro.

—Tranquila, solo soy yo —dijo para calmarla, Narel volteó a verlo, él notó que tenía las mejillas con lágrimas—. No creo que eso fuera por el susto… ¿Era Alexander? —Narel asintió—. ¿Qué está pasando entre ustedes?

—Tiene problemas con una clase, la puede reprobar. —Narel no sabía si Thomas estaba enterado de aquello, y no quería molestarlo de más, pero era mejor decir la verdad—. Quiere que estudiemos, no quiere reprobar nada…

—¿Y por qué no te lo dijo mañana, cuando te viera en clases? —Narel se encogió de hombros, no había pensado en ese detalle. Thomas suspiró, por eso Alexander se terminó quedando con Marianne, Narel nunca se daba cuenta de las cosas—. ¿Por qué gritaban?

—Se enojó porque Nick duerme conmigo… —Thomas la miró, ella no mostraba signos de estar mintiéndole. Pero le asustaba que Alexander no cumpliera su palabra de olvidarla—. No entiendo a tu hermano…

—Ve a dormir, nadie entiende a Alexander. —El mayor le besó la frente—. Ve a dormir ahora.

—Tú también deberías hacerlo, estás trabajando mucho.

El mayor sonrió, apagó las luces y subió la escalera tras ella. Iba a acostarse cuando los escuchó pelear en la calle, no podía simplemente hacer como que no pasaba nada y dormir. Sabía que siempre uno de los dos terminaba mal, aunque ahora no sabía si fue Alexander o Narel, porque ella parecía haberlo soportado bien y Alexander se había ido. Suspiró, tenía cosas más importantes de las que hacerse cargo, Alexander podría incumplir su palabra de olvidarla, pero podía confiar en Narel, ella mantendría a raya a su hermano.

Thomas se metió a la cama, donde Helen dormía tranquilamente. Trató de hacer el menor ruido posible para no despertarla. Dejó el teléfono en la mesa de noche y se dio cuenta que tenía un mensaje de Alexander. Decidió ignorarlo, pero a los pocos minutos se arrepintió y lo miró. No quiero que Nar duerma con Nick. Era lo único que salía en la pantalla. Debió ignorarlo, Alexander era imposible con sus estúpidos celos por todo. Además, no era problema de él con quien Narel hiciera su vida, él ya había hecho la suya, no tenía por qué meterse en la de los demás. Se acomodó en la cama y cerró los ojos, el teléfono volvió a vibrar, si era ese estúpido hermano que tenía, lo mataría. Tomó el aparato y vio que era otro mensaje del que pronto estaría enterrado. No tengo que recordarte lo que nos sucede a nosotros, a los hombres, a esa edad al despertar ¿verdad? Thomas suspiró, ese punto había sido para Alexander. En la mañana hablaría con Nicholas, ya no lo dejaría dormir con Narel, y después conversaría con ella, o mejor, le diría a Helen que tratara el tema con ella, así se ahorraba el problema de tener que dar esas explicaciones. Como si no tuviera los suficientes problemas como para tener que hacerse cargo de eso. Cerró los ojos, ahora sí se dormiría y no pensaría en nadie más. En nadie más.

A la mañana siguiente, después de haber conversado con su hermano menor, Thomas y Nicholas llegaron al acuerdo que empezaría a dormir solo porque no podía dejar que lo que pasaba lo estancara, debía ser fuerte para salir adelante, pero no dejar que lo sucedido le endureciera el corazón. Debía continuar con su vida normal y dormir con Narel no era normal, además en cualquier momento ella volvería al departamento y él tendría que adaptarse de una manera más difícil. Thomas le dijo que el que no durmiera con ella, no significaba que no podrían salir como siempre lo hacían. Nicholas entendió, su hermano mayor sabía que era inocente, que se parecía mucho a Narel en ese sentido, pero no podía dejarlo en la burbuja eternamente porque nadie estaría por siempre para cuidarlo.

Helen, en cambio, le restó importancia al tema atribuyendo a que Alexander era un exagerado, y simplemente le dijo a Narel que ya era hora de dejar de consentir tanto a Nicholas porque cuando saliera al mundo exterior, se lo comerían vivo. Narel recordó las veces que vio en problemas a Nicholas en el colegio porque lo molestaban y ella lo defendía, y encontró que Helen tenía razón, si Nicholas no aprendía a defenderse, siempre habría alguien que lo trataría mal. Estuvo de acuerdo en que tenía que empezar a dormir solo, pero seguiría cuidándolo para toda la vida. Narel aprovechó el momento para decirle a Helen que ese día no llegaría temprano, ya que se juntaría con Ashley y Alexander en el departamento a estudiar, que en realidad lo más probable es que se quedara a dormir allá con Ashley, que no se preocupara.

Después de las conversaciones y de desayunar, se fueron a sus clases. Narel llevaría a Nicholas y lo dejaría en la puerta, ese era el trato, a pesar de que lo soltarían un poco, mientras no apareciera Leah, Thomas prefería tenerlos a todos en su radar. Alexander se encontró con ellos en la entrada, se dio cuenta que su amiga le estaba ajustando un gorro tejido en lana a su hermano, ambos sonreían. También se fijó en que ella llevaba uno, bastante lindo, a decir verdad. Se lo quitó y se lo puso él.

—Qué odioso eres, Alexander. —Narel lo miró con el ceño fruncido, él le sonrió.

—A mí me queda mejor —dijo y le besó la mejilla, Narel lo ignoró.

—Vendré por ti a la salida, si sales antes, aquí me esperas. —Narel continuó hablando con Nicholas mientras le acomodaba la bufanda, también tejida por ella, que le combinaba con el gorro—. Te adoro, ve a clases. —Nicholas la abrazó y luego se fue a donde le correspondía—. Ahora tú. —Narel se giró y se topó con los ojos celestes de Alexander que la miraban fijamente, y no muy lejos, demasiado cerca. Sintió sus mejillas arder. Con el gorro, las facciones de la cara de Alexander, que comenzaban a pasar de redondo a puntiagudo, perdiendo la cara de niño, resaltaban. Igual que los ojos.

—Qué conmigo. —Alexander la miró con una media sonrisa, él había notado el sonrojo de su amiga y le gustó. Acercó su rostro al de ella, la pondría nerviosa.

—Ese es mi gorro… —Narel le miró los labios, ¿por qué las cosas eran tan difíciles? Alexander notó aquello y sonrió más, le fue a tomar de la cintura.

—¡Nar! —Ashley la abrazó, interponiéndose entre los dos chicos—. Mira, me puse el gorro que me hiciste, se me ve espectacular. —Narel la miró y le sonrió, se le veía bien, era verdad—. ¿Qué haces, Russ? ¿No tienes clases que ir a reprobar? —Ashley le pasó el brazo por el cuello a Narel y la obligó a girarse, alejándola de Alexander y comenzando a caminar.

—Creo que el gorro te combina bien, Ash. —Su amiga la miró sorprendida, a veces no entendía como Narel podía ser tan boba para no darse cuenta de lo que sucedía con Alexander. También por eso comprendía que Helen la cuidara.

—Pero el mío es más bonito. —Alexander las alcanzó y caminó al otro lado de Narel. Ella lo miró con el ceño fruncido.

—Ese no es tuyo, ese es mío. —Alexander se fijó que inflaba las mejillas y comenzaba a buscar algo en la mochila, hasta que sacó un gorro en tonos celestes, él que le había quitado era en tonos rojos—. Este es tuyo, combina con tus ojos… —Alexander se detuvo al mirarla y recibir lo que le pasaba, sorprendido porque Narel se fijara en sus ojos.

—Gracias —dijo al quitarse el que llevaba puesto y dejárselo en la cabeza a Narel, se puso el otro—. ¿Cómo se me ve?

—Te queda…

—Horrible. —Terminó de decir Ashley—. Todo le queda horrible a esa horrible cara que tienes. —Alexander frunció el ceño, pero aflojó sus músculos cuando sintió las manos de Narel acomodarle el cabello dentro del gorro.

—Así resaltan tus ojos…

Pero Ashley no la dejó seguir hablando y la jaló a clases, esa vez fue Alexander quien sintió las mejillas arder. Se quedó estático por unos segundos y luego se fue al encuentro de las chicas, ese día tendrían todo el día clases juntos y no dejaría que Ashley lo estuviera separando de Narel.

—¿Qué es lo que pretendes, Russ? —Alexander frunció el ceño al tener a Ashley interponiéndose entre la entrada a la sala y él, después que Narel ingresara.

—Ir a clases, muévete. —Hizo el intento de pasar, pero no lo dejó.

—No dejaré que juegues con Nar. —Ashley lo miró frunciendo el ceño—. No dejaré que la ilusiones y le rompas el corazón solo porque eres un estúpido.

—Nunca le haría daño, Ashley. —La chica se quedó observándolo un momento, no parecía mentir, pero seguía siendo un estúpido. Alexander frunció más su ceño al ver que no se movía. La tomó de un brazo y la alejó de la puerta—. Necesito hablar con ella, es importante que lo haga y que lo haga solo. No te quiero cerca.

—No te dejaré solo con ella, ya te lo dije, no dejaré…

—La besé, Ashley. —Alexander susurró, aunque si hubieran estado en otro lugar, lo más probable es que le gritase. Ashley lo miró sorprendida, Narel no le había dicho nada de eso, pero sí andaba más distraída de lo normal—. Maldita sea, Ashley. Solo hazte a un lado para poder arreglarlo todo o la perderé para siempre.

—Eres un estúpido, Alexander Russ… —Ashley, quien le había tomado del brazo cuando Alexander la arrastró a un lado, lo soltó.

—Ya lo sé… Ahora solo deja que arregle la situación… De alguna manera lo haré. —Alexander la soltó y caminó a la entrada.

—Espera. —Él se giró a verla, generalmente no le prestaría atención, pero quizás ella podría ayudarlo a solucionar todo—. ¿Cómo se sintió? —Ashley notó que Alexander sonreía de medio lado.

—¿Cómo crees tú que se sintió? —La chica sonrió de oreja a oreja, era lo que siempre esperó, que ellos terminaran juntos, pero no se podía, aun así se alegró por él.

—Siempre supe que estabas enamorado de ella. —Alexander rodó los ojos y dio un paso al frente para ingresar—. Pero eres un bobo y no la podrás tener. —Alexander volvió a salir y la jaló hacia un lado.

—Solo quiero arreglar las cosas, que todo esté bien entre los dos. Yo podré estar enamorado o todo lo que digas, pero ella no lo está y sabes tan bien como yo que ella piensa las cosas de manera diferente. Y no la quiero perder, haré lo que sea para no perderla, ya volvió a brillar, no será por mí que se apague otra vez. Así que ¿me vas a ayudar?

—Bien, bien, pero solo por Nar porque tú te mereces todo lo que te pasa. —Alexander volvió a rodar los ojos—. Te ayudaré esta vez.

—Necesito que me dejes solo con ella hoy a la salida. —Ashley lo miró frunciendo el ceño, si bien sabía que Alexander no le haría daño, seguía siendo un hombre frente a sus ojos, un hombre como todos los que ella había conocido—. Irá a dejar a Nicholas y después la llevaré a estudiar, mientras estemos haciendo eso hablaré con ella…

—¿Y dónde quieres ir a estudiar, Russ? —Esta vez fue el turno de Alexander de fruncir el ceño, aquella chica era imposible—. ¿Quieres estar solo con ella para estudiar y hablar? Sí, claro, como no…

—¡Maldita sea, Ashley! ¿Me vas a ayudar sí o no?

—Prométeme que no le harás daño, Alexander. Ella no es como yo, ni como Marianne, ni como ninguna de las demás. —Alexander la miró un poco sorprendido, no pensó que Ashley se preocuparía de esa manera por Narel, siempre pensó que era más por juego—. Si le llegas a hacer algo, no volverá a brillar nunca en la vida.

—Eso ya lo sé… —Alexander suspiró, eso lo sabía más que bien, razón por la que nunca le confesó sus sentimientos y por la que le ocultaba cosas—. Solo quiero estar bien con ella, tú te das cuenta de las cosas, sabes que ella está evitándome y es por lo que pasó, necesito que aclaremos todo para que estemos bien. No la quiero perder, Ashley. Por nada del mundo haría algo que la haga sufrir o mal.

—Bien, bien, bien, le diré que hoy no podré ir a estudiar con ustedes. —Ashley pasó junto a Alexander para entrar a la sala.

—¿Cómo que con nosotros? ¿Acaso…?

—Sí, Alex. Hoy en la mañana me mandó un mensaje para que los acompañe a estudiar al departamento, no tenía pensado dejarte solo con ella, pero si lo que quieres es arreglar las cosas, bien, te dejaré. Pero pobre de ti que le hagas daño, porque te juro que te mataré y ni tu esposa te reconocerá. —Ashley se detuvo a su lado y lo miró, le dio unos golpecitos en el pecho con la palma de la mano—. Si te acuerdas de que tienes esposa ¿verdad?

Alexander apretó los puños, claro que se acordaba de eso, no era necesario que se lo recordara de esa manera. Giró sobre sus talones y caminó tras Ashley, que ya entraba al salón saludando a uno que otro compañero con el que se topaba. Alexander se fijó que Narel estaba sentada de las últimas en el centro, dejando dos lugares libres, uno a cada lado, ella sabía que así se sentaban. A un lado Ashley y al otro Alexander. También se dio cuenta que tenía un cuaderno y sus lápices encima, de seguro estaba dibujando o escribiendo, sonrió al mirarla, siempre tan despistada, de seguro ni notó que los chicos no habían entrado tras ella. Alexander, al igual que Ashley, saludó a uno que otro de sus compañeros y se fue a sentar junto a su amiga, que levantó la vista cuando él llegó sonriéndole. Pero ella solo volvió la vista a lo que hacía, Alexander se fijó que estaba dibujando. Ashley se dejó caer al otro lado.

—El profesor está atrasado —dijo, ambos chicos la miraron—. Pero avisó que viene en camino… Aprovechemos el tiempo, Nar ¿qué haremos para tu cumpleaños?

—Iremos al acuario, a tomar helado, a las ferias de tejidos que le gustan… No lo sé, solo cosas que le gusten a ella… Como ya tengo mi auto, podremos hacer muchas más cosas que los otros años. —Ambas miraron a Alexander, que era quien respondió.

—Yo no quiero hacer nada, Alexander.

—Pero cumples dieciocho… —dijo Ashley, atrayendo la atención de los otros dos—. Tenemos que hacer una gran fiesta en tu departamento, echar la casa por la ventana, invitar a todo el mundo…

—No creo que la situación esté para celebraciones, Ash… Mejor lo dejamos para el otro año, este otro año también estaré de cumpleaños. —Narel volvió a mirar el cuaderno para seguir dibujando, Ashley y Alexander se miraron.

—¿Ni siquiera quieres un pastel? —preguntó Ashley, acomodándose en la mesa de tal manera que quedaba acostada, así miraba a Narel concentrada en lo que hacía.

—Helen dijo que me hará un pastel, te dirá que vayas. —Narel sintió la mano de Alexander dejarle los rizos tras la oreja, su cuerpo se estremeció, esa era la razón por la que lo evitaba desde el beso.

—No deberías dejar que lo que nos pase a nosotros te afecte. —Ella lo miró, Alexander notó que tenía los ojos llorosos.

—Tu hermana está perdida, no hay noticias de nada aún… Viene Navidad, época en que se debe celebrar en familia, todos juntos… Y ustedes no lo estarán porque Leah está perdida… No me salgas con esas estupideces. —Narel volvió a bajar la vista para seguir dibujando. Alexander dejó su bolso sobre la mesa y apoyó su cabeza en él, mirando hacia el lado contrario de donde estaban las chicas.

—Nar…

—No quiero celebrar mi cumpleaños, Ash. Por favor. —Narel la miró seriamente, su amiga solo asintió—. Lo siento, Ashley… pero primero viene Navidad, después mi cumpleaños y luego Año Nuevo, veamos como suceden las cosas, aún falta un par de días para todas esas fechas.

—Está bien… pero si todo cambia, haremos lo que dijo el bobo. —Narel le sonrió y siguió dibujando—. Oye, bobo.

—¿Qué? —Alexander respondió con voz de ultratumba, sin levantar la cabeza.

—¿Escuchaste? Iremos al acuario como dijiste, si todo sale bien hoy… —Ashley esperaba que con eso Alexander se diera cuenta que lo apoyaba con lo que le había pedido.

—Bien, pueden buscar quien las lleve…

Ashley rodó los ojos, realmente Alexander era un estúpido. Miró a su amiga, pero a esta parecía no afectarle en absoluto lo que sucedía, por un momento Ashley deseó poder estar dentro de esa cabeza y saber en qué pensaba. Alexander la había besado y al parecer a ella ni le importó, siempre pensó que los dos estaban enamorados, pero como Narel era una boba que no se daba cuenta de nada, terminaron por caminos separados. Aunque en ese momento Ashley realmente pensó que Alexander tenía razón cuando le dijo que Narel no sentía lo mismo por él. Resopló al mirarlos, Alexander acostado y Narel dibujando, esperaba que todo saliera bien ese día, por el bien de los dos.

El profesor entró a la sala, pidiendo la atención de todos, y la clase comenzó.

 

**********

 

Como era habitual, a la hora de almuerzo, se iban a la cafetería y comían los tres juntos. Sin importar si habían compartido clases o no, aquella hora era su lugar de encuentro. Ese día se sentía algo diferente, había dejado de nevar por la noche y decidieron sentarse afuera, a pesar de estar un poco frío, prefirieron eso a estar dentro en un lugar lleno de gente. A Narel no le gustaban las multitudes. Alexander fue el encargado de hacer el pedido ese día, las chicas lo esperaron en la mesa.

—Ash… —Narel miró a su amiga que estaba concentrada en el celular, solo le hizo un gesto con la cabeza en señal que la escuchaba—. ¿Te gusta Alex? —A Ashley se le cayó el aparato de las manos, por suerte solo a la mesa y el golpe no fue tan duro. ¿Cómo a esa boba se le ocurría aquello? La miró fijamente.

—¡Claro que no! ¡Cómo se te ocurre que me puede gustar ese estúpido! ¡Si aparte de bobo es horrible! —Narel la miró sin hacer gesto alguno, Ashley volvió a desear estar en esa cabeza—. ¿Por qué me preguntas eso?

—Porque se tardaron en entrar hoy a la clase, se quedaron afuera mucho rato…

—¡Eso no quiere decir que me guste! Quizás solo estábamos hablando de la vida…

—Tú no hablas de la vida con Alex, ustedes solo pelean, y ya sabes lo que dicen: quienes pelean se aman. —Ashley la miró con la boca abierta, ¿cómo podía creer aún en esas cosas?

—¿De dónde sacaste eso?

—Nick me lo dijo. —Ashley dejó caer su cabeza a la mesa, golpeándose en la frente. Narel era muy inteligente, para muchas, muchas cosas, pero no entendía como podía ser tan boba para eso—. ¿Entonces no te gusta?

—¡Claro que no! —contestó al levantarse—. Ni un poquito, nada de nada…

—¿De qué hablan? —Alexander las interrumpió al sentarse, Ashley volvió a dejar la cabeza como antes, chocando su frente con la mesa—. ¿Qué le pasa a la horrorosa? —preguntó al mirar a Narel.

—No lo sé… quizás tiene muchas neuronas y necesita matar algunas…

—¡Ay! ¡Por todos los dioses! ¿Cómo es que no te das cuenta de nada? —Alexander la miró entre sorprendido y asustado, pensando en que Ashley le había dicho algo de lo conversado en la mañana. La chica se levantó y lo miró, el tragó grueso—. La boba esta quiere saber por qué no entramos junto con ella. —Alexander sintió que una gota de sudor le corrió por el cuello—. Explícale de la encuesta que nos hicieron cuando ella entró. —Alexander respiró aliviado, después miró a Narel.

—Querían saber sobre el medio de transporte, si usábamos el de la universidad o qué usamos al venir a clases.

—Nosotros solo caminamos —dijo Narel mirando a su amigo—. No es la gran cosa.

—Eso fue lo que dijimos, pero igual nos hicieron unas preguntas más sobre la caminata. ¿Verdad, Ashley?

—Claro, eso fue lo que pasó, una encuesta… —Ashley y Narel se miraron un rato, Alexander sabía que la hermana de Helen se desesperaba con su amiga porque esta nunca entendía nada. Pero en realidad entendía muchas cosas, solo que no las que Ashley estaba acostumbrada—. No pienses en tonteras, Nar. Por favor.

—Bueno, si igual no es problema mío, solo quería saber porque me preocupas, Ash. —La mencionada volvió a dejar caer la frente a la mesa, si la que se había besado con Alexander era ella, definitivamente nunca la entendería—. Deja de hacer eso, te va a quedar un chichón y has estado hablando todos estos días sobre la fiesta de Navidad que harán tus amigos de donde vives, no quieres aparecerte por allí con un chichón ¿verdad?

—Eres una boba, pero no sé qué haría sin ti. —Ashley la abrazó y le besó la mejilla. Alexander se fijó que Narel sonreía, así notó que realmente se preocupaban una por la otra, no era una amistad de juego como siempre pensó. Ese tiempo en que él comenzó a conocer a Marianne y sucedió todo, fue Ashley la que se quedó con Narel, entendía que su amistad se fortaleciera. Aunque Ashley fuera una tonta, nunca se intentó aprovechar de la inocencia de Narel para sacar mejores notas o algo parecido, y eso Alexander lo agradecía. Pero no olvidaba las tonteras que le había enseñado sobre citas y chicos.

—Deja de decirme boba, soy la persona más inteligente que conozco, y conozco muchas personas. —Ashley sonrió y la abrazó aún más, Alexander también sonrió por eso. Eso que decía era verdad, pero también era una boba, y nadie podía decir lo contrario.

Lo pedido para almorzar llegó mientras Ashley la tenía aún abrazada. Lo dividieron en partes iguales y comieron, luego de eso les quedaba solo una clase, en la cual el profesor les había dicho anteriormente que solo les entregaría los parámetros de un trabajo que debían realizar y luego se irían. Por un lado, estaba mejor, así tendrían más tiempo para estudiar con Alexander y pudiera subir las calificaciones. Comieron sin mayores problemas, hasta que el teléfono de Narel sonó, ella lo sacó, miró quien era y se levantó para responder un poco más lejos de donde estaban los demás. Alexander se quedó mirándola con el ceño fruncido, quizás quién la llamaba para que se fuera a responder donde ellos no escucharan.

—Creo que tienes razón, Russ. —Alexander miró a Ashley, no sabía de qué hablaba y no quería prestarle atención—. No le gustas a Nar. —Alexander rodó los ojos y continuó comiendo.

—Eso ya lo sé, por eso quiero arreglar lo que pasó para que estemos bien y ella deje de evitarme. Creo que piensa que mejor se aleja para no hacerme daño.

—Eso puede ser. —Ashley se echó en la silla y se cruzó de brazos, ya había terminado de comer—. Es tan complicado saber en qué piensa, si solo fuera un poco más normal…

—Es su anormalidad lo que la hace especial —dijo Alexander, tomando de su bebida y ordenando los restos de basura para después ir a botarlos.

—La amas porque es anormal, eso es bueno saberlo. —Alexander se atoró, Ashley sonrió.

—Tengo que ir a dejar a Nick a la oficina hoy. —Narel se sentó y miró a Alexander mientras hablaba—. Después nos vamos a estudiar.

—¿Pasó algo? —preguntó Alexander.

—Elijah está un poco enfermo, resfriado. Helen lo llevará al médico ahora en un rato y no habrá nadie en casa para que se quede con Nick, por eso lo iré a dejar con Thomas.

—¿Por qué no lo llevas al departamento? —Ashley se acercó a la mesa para ir recogiendo lo utilizado.

—Porque Nick no deja que estudiemos, pide atención y Alex necesita concentrarse. —Narel comenzó a tomar lo de todos y lo metió en una bolsa para tirarlo.

—¿Eso fue idea tuya, Russ? —Ashley lo miró arqueando una ceja.

—Has estudiado con nosotros, sabes que Nick se la pasa pegado a Nar… Así no se puede estudiar.

—¿Seguro que solo es eso? —Ashley lo seguía mirando divertida—. Nicholas solo es tu hermano…

—Voy al baño. —Narel se levantó y tomó sus cosas, la mochila al hombro y la basura para tirarla—. Nos vemos después, ustedes pueden seguir con lo suyo.

—No, espera. —Ashley se apuró en alcanzarla—. Yo voy contigo, estás pensando cosas que no son otra vez.

Alexander no entendió de lo que hablaban, pero esperaba que Ashley le dijera pronto a Narel que no iría a estudiar con ellos, que no se le ocurriera a último minuto cambiar los planes. Debía arreglar el asunto con su amiga de una vez por todas o se terminarían alejando para siempre y eso no estaba ni siquiera para pensarlo. Al igual que las chicas, fue al baño, se encontrarían de camino al salón una vez que todos estuvieran listos.

—Nar… —Ashley le habló cuando estuvieron en el salón, aprovechando que estaban solas y sentadas en la última fila—. No podré ir a estudiar hoy con ustedes.

—¿Por qué no? —Narel la miró, aquello no se lo esperaba, no quería estar sola con Alexander—. Tienes que ir Ashley…

—¿Por qué es tan importante que vaya? Esa clase yo no la tengo, solo la comparten Alexander y tú.

—Porque sí. —Ashley notó que su amiga se ponía nerviosa y miraba al frente—. Tienes que ir.

—¿Qué es lo que pasa? —Narel se encogió de hombros y suspiró—. Puedes decirme, no le diré a nadie.

—Alexander me besó… —dijo al fin, Ashley no hizo nada, solo la miró, ella ya sabía la versión de Alexander, pero ahora quería escuchar la de Narel—. No quiero estar sola con él… Me besó por error…

—¿Cómo? —preguntó algo confundida, cuando Alexander le había dicho eso, no parecía un error, él estaba feliz por haberla besado.

—Me confundió con Marianne… Él pensó que yo era Marianne y me besó… Y se siente tan raro que no quiero estar sola con él…

—Por eso lo has estado evitando desde… desde… ¿Cuándo te besó? —Ashley la había notado rara desde que se encontraron en el entierro de la madre de los muchachos, y de eso ya iban un mes y un par de días.

—Cuando me fue a buscar al departamento, cuando se enteró de la muerte de su madre. —Narel miró a Ashley, habían empezado a llegar el resto de los estudiantes y ellas bajaron la voz para conversar—. Ese día llegó al departamento y me abrazó, estaba mal, muy mal. Yo estaba tratando que se calmara, de pronto se levantó y me besó, yo lo dejé porque no sabía qué más hacer… Pensé… Pensé… No lo sé, fue raro, pero pensé que necesitaba cariño… No sé por qué no fue con Marianne, no sé dónde estaba ella en ese momento, pero cuando llegamos a la casa de Thomas, ella estaba allí y Alex corrió a abrazarla y besarla, fue cuando supe que solo se había confundido conmigo, que a la que quería besar era a ella… Por eso no quiero estar sola con él, no sé qué decirle ni qué hacer si me habla de eso…

—¿No quieres hacerlo sentir mal?

—No… no quiero que se sienta mal… Por eso te pedí que me acompañaras hoy, sé que esa clase no la tienes, pero era para no estar sola con él… —Ashley notó, que a pesar de que no se diera cuenta de las cosas, en ese momento se veía más madura que todo el tiempo en que la conocía.

—¿Quieres alejarte de él para siempre? —Narel la miró fijo por un rato, Ashley se dio cuenta que estaba meditando para dar una respuesta afirmativa, al parecer no era tan boba y sí sabía de los sentimientos de Alexander, pero como no eran correspondidos, no le quería hacer daño. Ashley sintió pena por Alexander.

—No. —Fue la respuesta—. Solo no sé qué decirle y no lo he pensado tampoco, me da miedo que pase algo o le diga algo que lo dañe más… Están tristes, todos ellos, por su madre, por su hermana… No quiero que siga sintiéndose mal…

—Si no quieres alejarte, entonces habla con él. Yo creo que es buena idea que estén solos. ¿Recuerdas cuando volviste de Canadá y estabas mal? —Narel asintió, no podría olvidar nunca Canadá—. Volviste a ser tú cuando te quedaste sola con Alexander. Quizás él también se siente raro y necesita hablar contigo por eso, explicarte las cosas, y no podrá si te alejas y vivirán siempre con el enojo de no saber qué pasó, y se alejarán y nunca más en la vida volverán a verse.

—Creo que exageraste con lo último. —Narel sonrió, Ashley también—. Pero entiendo. Y está bien, iré sola con él al departamento, pero si te llamo, tienes que ir.

—Te lo prometo.

Alexander llegó cuando Ashley le mostraba el dedo meñique a Narel y esta se lo tomaba, para sellar la promesa. Se fijó que ambas sonreían y que seguían pareciendo esas niñas de doce años que se juntaban en clases desde que Narel llegó a vivir a Londres. Él también sonrió porque las cosas siguieran como siempre, sin que se separaran, sin que hubiera un tal Glasgow de por medio. Se sentó en su lugar y las chicas lo miraron, al igual que en el colegio, se acercaron unas muchachas compañeras de la clase a saludarlo, Narel y Ashley sonrieron, cuando estaban ellas solas no llegaron, pero una vez que aquel chico de cabellos cobrizos y ojos celestes se sentó, aparecieron como abejas atraídas por miel. Lo que no sabían era que perdían el tiempo tratando de llamar su atención.

Las chicas continuaron con lo suyo mientras Alexander hablaba con las recién llegadas, se estaban poniendo de acuerdo con el trabajo que harían y esperaban que fuera un trabajo de no más de tres personas, así tenían el grupo formado. Se percataron que las muchachas que charlaban con Alexander, que eran dos, le preguntaban con quién haría el trabajo. Él, al notar que sus amigas estaban de lo mejor conversando, solo les dijo que ya tenía grupo, pero aun así lo invitaron a formar parte del de ellas. Alexander sonrió al agradecer, justo en el momento en que entró el profesor y mandó a todos a sus lugares, diciendo que mientras más rápido se movieran, más rápido los dejaría ir. Todos obedecieron al instante.

 

**********

 

Narel fue por Nicholas apenas el profesor los dejó salir, ya le había avisado que también estaba listo. Así que tomaron sus cosas y se fueron. Alexander miró con el ceño fruncido a Ashley, no sabía de qué estuvieron hablando cuando él no estuvo, pero esperaba que no fuera con ellos al departamento, como le había dicho que lo ayudaría. Quería un momento solo con Narel para poder aclarar todo y seguir como siempre, sin que ninguno se estuviera alejando del otro, si ya las cosas estaban claras y haría lo que dijo Thomas, dejaría de verla de otra manera que no fuera como amigos, si ya estaba claro que ella no sentía lo mismo por él, no era necesario seguir con lo mismo.

Nicholas corrió donde Narel cuando la vio, la abrazó y ella lo besó en la cabeza. Después saludó a Ashley de un beso en la mejilla y abrazó también a Alexander, quien lo besó en la cabeza y lo abrazó igual. Y, para tranquilidad de Alexander, Ashley se despidió de ellos acusando que debía hacer unas cosas de último momento.

—Te preparé el camino, espero hagas las cosas bien y ya dejen la tontera de estar alejándose por estupideces. —Alexander la miró, Narel no los escuchó porque estaba hablando con Nicholas—. Me dijo lo del beso, arregla todo, Russ, o ella se irá de tu vida.

Y, dejándolo con la palabra en la boca y preocupado, dio la media vuelta y se fue, caminando en dirección contraria a donde irían los demás. Nicholas llamó a su hermano para que se fueran, se dio cuenta que tanto Narel como Nicholas lo miraban. Ella tenía tomada la mano del pequeño, así que Alexander le dejó la mano en la cintura, obligándola a no caminar a la orilla de la calle y junto a él, y al otro lado su hermano. Nicholas habló todo el camino contando de las cosas sucedidas en clases, en parte fue bueno que lo hiciera, porque el ambiente entre Alexander y Narel se sentía tenso. Cuando llegaron al edificio, el ascensor estaba allí, subieron. Nicholas se fue directo a la oficina de Thomas, saludando a Norma en el paso, Alexander fue a su despacho porque debía buscar unos papeles. Narel se acercó a la secretaria.

—Hola, Norma. ¿Cómo estás?

—¿Hoy sí me vas a avisar antes de entrar? —La señora la miró sonriente, si bien la hacía enfadar, no podía negar que la niña loca la hacía reír.

—No vengo a ver a nadie hoy, solo a ti… Nicholas es quien debió avisarte…

—¿A mí? ¿Por qué?

—Norma, ¿ha llegado algo para mí? —Norma se dio cuenta que Narel ponía sus ojos tristes y esperanzados a la vez—. ¿Algo de Canadá? —Thomas abrió la puerta de su oficina.

—No, niña. No ha llegado nada… ¿Tiene que llegar algo?

—Ya casi es mi cumpleaños…

—¿Les dijiste que te empezaran a mandar las cosas aquí? —Narel notó que Thomas se paraba a su lado.

—Sí… como cuando fui no sabía bien la dirección del departamento y no sabía cuánto tiempo estaría allí…

—No, niña. No ha llegado nada. Pero si llega algo, lo guardaré y te lo pasaré apenas te vea.

—Bueno, Norma. Gracias. —Narel le sonrió y se giró para mirar a Thomas—. Hola, Thomas.

—Olvida Canadá. —Narel se encogió de hombros.

—¿Qué pasa? —Alexander llegó junto a ellos, notó que su hermano miraba a Narel fijamente mientras la sostenía de la cintura. No le gustó aquello.

—Nada —dijo Thomas, pero sin dejar de mirar a Narel—. Vamos a mi oficina un momento. —Sin soltarla, comenzaron a caminar donde le indicó el mayor, Alexander los siguió sin que Thomas lo notara—. Tú y yo teníamos un trato.

—¿Qué trato? —Alexander se interpuso, no le gustaba quedar fuera de las conversaciones que tenían Thomas y Narel.

—Lo sé, pero solo han pasado unos meses… ¿Por qué no puedo esperar…?

—Porque no va a suceder, ya nunca más va a suceder. —Alexander notó que a Narel se le aguaban los ojos, quiso golpear a su hermano—. Deja de pensar en eso.

—Pero, Thomas…

—Pero nada, tienes que seguir, no puedes quedarte pensando en lo mismo si sabes que no pasará… —Unas lágrimas rodaron por las mejillas de Narel.

—Ya basta. —Alexander se interpuso entre su amiga y su hermano—. Ya basta, Thomas.

—Está bien, Alex, si Thomas tiene razón… —El mayor suspiró, hizo a un lado a su hermano y la abrazó.

—Sabes que es por tu bien.

—Lo sé, lo sé…

—¿Irán a estudiar ahora? —Se separó un poco y le limpió la cara. Ella asintió—. La vas a dejar temprano a la casa. —Miró a su hermano, este frunció más su ceño.

—Ella estará en su casa…

—No te preocupes, Thomas. Yo ya hablé con Helen.

—Bien… Gracias por traer a Nicholas.

Le besó la frente y la dejó salir, pero antes que su hermano la siguiera, lo detuvo dejándole la mano en el pecho, Alexander lo miró con enojo, ya la había hecho llorar y esperaba que lo tratara bien. Pero Thomas solo le susurró: «estás advertido». Recordándole de esa manera que no podía sobrepasarse con Narel, que ellos solo serían amigos. Alexander entendió y asintió una vez, de mala gana. Se apuró en llegar donde su amiga, que estaba llamando al ascensor para bajar, al parecer quería irse rápido de allí.

Narel caminaba mirando al suelo, Alexander, a su lado, no hizo el intento de tomarle la mano ni abrazarla ni nada. En parte estaba molesto porque Thomas y ella tenían un secreto del cual no era parte, y también le molestaba que su hermano la hiciera llorar. Nadie en el mundo tenía derecho a hacerla llorar. Aun así, a pesar de ir caminando con una pequeña separación y sin hablar, él no la dejó avanzar por la orilla de la calle y siempre bajo su atenta mirada, hasta que llegaron al edificio donde estaba el departamento de Narel. Alexander notó que ella se apuró a ir donde el conserje, para hacerle la misma pregunta que a Norma, si había llegado algo para ella, pero la respuesta también fue negativa. Narel miró a su amigo y le sonrió para que subieran, pero él se dio cuenta que ella estaba evitando llorar. Y entendió que el otro motivo por el que no quería celebrar su cumpleaños era por la pelea que tuvo en Canadá… Ella los extrañaba y lo que esperaba era algo que llegara de allá… Alexander suspiró al entrar en el ascensor, después que solucionara lo del beso, vería qué hacer para que ella olvidara Canadá.

El departamento estaba frío, era normal porque no lo estaba usando y la calefacción la dejó desprogramada. Se puso a ajustar eso mientras Alexander dejaba su bolso en la sala y se quitaba el abrigo y el gorro. Una vez que Narel acomodara la calefacción, le estorbaría. Después de eso se fue a la cocina a ver si su amiga tenía algo para beber o comer, si iban a estar estudiando, no tenía sentido hacerlo con el estómago vacío. Narel fue a la habitación a dejar sus cosas y luego a la cocina a ver a su amigo.

—Alex, no vas a encontrar muchas cosas. —El mencionado la miró mientras escudriñaba entre los muebles—. Estoy viviendo con Thomas, todo se va para allá.

—¿Pedimos algo entonces?

—Bueno, pero veamos en lo que estás mal para que no se nos haga tan tarde primero. No me gusta cuando andas tan tarde en la calle, como anoche, no lo vuelvas a hacer. —Alexander se levantó y dio un paso hacia ella—. Me pudiste mandar un mensaje o decir hoy en la mañana, pero no lo vuelvas a hacer, no vuelvas a andar tan tarde en la calle… —Alexander le besó la frente y se quedó pegado allí un rato. En esa posición podía ver el lugar en donde la había besado.

—Vamos a estudiar —dijo al soltarla y caminar a la sala, Narel lo siguió y se sentaron en el sillón, uno al lado del otro.

La temperatura comenzó a subir lentamente, hasta estar en la necesaria para sentir el ambiente agradable. Narel le explicaba la materia a Alexander, se reían de a ratos por trivialidades que salían mientras estudiaban, pero aun así se notaba la tensión entre los dos. Ninguno tocaba el tema principal por el que estaban allí y Alexander sentía que había una barrera impenetrable entre él y su amiga, a pesar de estar solo a unos centímetros de distancia. De a ratos se quedaba mirándola mientras le explicaba la materia, él no la escuchaba, solo la miraba. Y por un momento se sintió triste al recordar que Ashley le dijo que no era correspondido, ¿y cómo podía serlo? Si él ya tenía su pareja, tenía a Marianne, tenía a su esposa. Y lo único que quería era volver a besar a su amiga. Intentó poner atención a lo que le explicaban.

—Alex. —Él levantó la vista para mirarla, ella se había sentado en el sillón en posición de flor de loto, Alexander notó que lo miraba fijamente y tenía los ojos un poco tristes, aunque se le habían quedado así desde que lloró en la oficina de Thomas. Él supo que le quería preguntar algo y no sabía cómo—. ¿Te gusta Ashley? —Y no supo si reír, o llorar, o qué cosa hacer por esa pregunta.

—No, claro que no. ¿Cómo va a gustarme ella? Si no tiene nada que me guste, nada como… —Y se silenció, porque había estado a punto decirle que no tenía nada como ella. La miró, Narel tenía esos ojos que esperaban con ansía una respuesta, pero no supo identificar qué tipo de respuesta quería—. No me gusta. ¿De dónde sacas estas tonteras?

—Ustedes pasan mucho tiempo juntos últimamente… y pelean muchísimo…

—Peleamos porque no nos llevamos… No como tú con ella, somos amigos, podría decirse, pero es la hermana de Helen, siempre para mí ha sido la horrorosa… —Narel lo seguía mirando de manera expectante, atenta a cada palabra que él decía—. La conozco desde siempre, de mucho antes que a ti, y nunca he sentido nada por ella, nada como lo que siento por…

—¿Por Marianne? —Alexander volvió a mirarla con sorpresa, en realidad él estaba pensando en ella, en lo que sentía por ella, nada como lo que sentía hacia ella.

—¿Te acuerdas cuando nos conocimos? No el pelotazo, sino que después, cuando me acompañabas por las tardes a esperar a Thomas.

—Sí, claro que sí, nos quedábamos jugando hasta tarde en la cancha hasta que Thomas se acordaba que existías. —Alexander sonrió por eso y se sentó en el sillón de manera parecida a Narel, pero tratando de acercarse lo más que pudiera, ella solo lo miró—. ¿Qué tiene que ver eso con que te guste Ashley?

—No me gusta Ashley, ya deja de decir eso. —Alexander le acarició la mejilla con la punta de los dedos, luego avanzó hasta comenzar a dejarle los rizos tras la oreja, una y otra vez—. No sé de dónde sacas tanta tontera…

—¿Entonces?

—Cuando jugábamos por las tardes, te dije que te cuidaría toda la vida y que nunca dejaría que nada te pasara ¿verdad? —Narel asintió y recordó que esas palabras también se las había dicho allí, en el departamento, aquel día en que se besaron—. Esa es mi promesa contigo, solo contigo. No se lo he vuelto a decir a nadie, nunca… —Alexander notó que las luces de afuera comenzaban a entrar por las ventanas, ellos tenían la luz apagada, ya que recién comenzaba a oscurecer. Se fijó que, por el matiz de los reflejos, los ojos de Narel brillaban más que de costumbre, al igual que sus labios, que aún tenían un pequeño rastro de labial brilloso y rosado, lo único rosado que ella usaba.

—¿Por qué me dices eso? —Narel susurró, Alexander la estaba mirando de manera extraña y comenzaba a sentir sus mejillas arder, además no sabía en qué momento se había acercado tanto.

—Porque desde que te conocí, has sido lo mejor que me pasó en la vida… —Y él lo notó, Narel estaba sonrojada, le gustaba verla así por él, quizás Ashley se había equivocado y en ese loco corazón sí había espacio para él.

—Pero…

—Siempre vas a ser lo mejor de mi vida… —Alexander dejó su otra mano en el cuello de Narel, afirmándola con fuerza.

—Alexander… —Y él lo notó, Narel le miraba los labios, y sonrió de medio lado al acercarse más a ella, la tenía solo a unos centímetros, la volvería a besar, ella prácticamente se lo estaba pidiendo—. No soy Marianne… —Alexander la soltó y se alejó, Narel se levantó del sillón e intentó caminar a la habitación, él la tomó de un brazo y la volteó para mirarla.

—¿Por qué me dices eso? —Ella lo miró, Alexander notó que tenía los ojos llorosos.

—Porque estabas cerca… como el otro día… cuando me besaste… cuando nos besamos… —Alexander le tomó la cara entre las manos, para limpiarle el rastro de lágrimas, ella dejó sus manos en la cintura de él—. Ese día me besaste porque pensaste que yo era Marianne… —Alexander abrió los ojos por el asombro, no sabía de donde ella sacaba tanta tontera—. No te dije nada porque estabas mal, y es normal, la querías besar a ella, pero era yo lo que tenías al frente y en tu dolor, en tu desesperación, tomaste lo que tenías a mano que era yo…

—No… no… estás equivocada. —Alexander comenzaba a entender por qué ella se alejaba y por qué se imaginaba tanta cosa. Dio un paso al frente, obligándola a retroceder—. Yo no pensaba en Marianne en ese momento… —Continuó avanzando sin soltarle el rostro—. Tampoco estoy pensando en ella en estos momentos… —Aquello no se había escuchado nada bien, pero eran los sentimientos los que se estaban apoderando de él—. Nos avisaron de lo que pasó y solo corrí a verte… solo quería verte a ti… estar contigo… abrazarte… solo a ti… —Dejó de avanzar al dejarla apoyada contra la puerta de la habitación—. Solo a ti… —Alexander bajó sus manos al cuello de Narel y juntó sus frentes, se quedaron mirando, y ambos notaron la respiración agitada del otro—. Siempre has sido tú y solo tú… ¿por qué nunca lo notas? —Narel sintió que Alexander la acercaba más desde el cuello—. Déjame besarte… —suplicó en un susurro—. Déjame volver a besarte… Al diablo con Thomas…

Narel cerró los ojos, Alexander supo que eso era un sí y la besó, lento y suave al principio y profundizando de a poco. Él bajó las manos por el cuerpo de ella y la tomó de la cintura, apoyándose por completo para hacer presión contra la puerta, Narel subió sus manos y lo abrazó por el cuello. Alexander no tenía pensado detenerse. La rodeó con fuerza por la cintura y la levantó en sus brazos, como acto reflejo Narel le cruzó sus piernas alrededor de él. Alexander presionó más con su cuerpo y la miró, al tomarla en sus brazos ella había quedado más alta, lo continuaba abrazando por el cuello.

—No voy a detenerme…

Pero como respuesta solo obtuvo que Narel lo besara, esa era la luz verde para Alexander, la señal que estaba esperando. Tanteó la manilla de la puerta y abrió, caminó con ella en los brazos hasta llegar a la cama, se sentó dejando a Narel encima, afirmándola con fuerza de la cintura y continuó besándola. Bajó a besarle el cuello mientras con sus manos marcaba el movimiento de cintura que ella debía llevar. Comenzaron a quitarse la ropa. Alexander la tomó y la acostó en la cama, con él encima, allí terminaron de deshacerse de todo lo que les estorbaba para ser uno con el otro, olvidando las promesas hechas a los demás, olvidando la vida que llevaban, olvidando las situaciones por las que estaban pasando y solo se concentraron el uno en el otro.

—No tienes idea cuántas veces soñé con robarte la inocencia. —Alexander le había dejado las manos por encima de la cabeza y allí había entrecruzado los dedos de ambos, aferrándola con fuerza mientras le besaba el cuello—. Siempre quise ser tu primero.

—¿Acaso podía ser otro? —Narel susurró, Alexander seguía sobre ella y la tenía firmemente agarrada de las manos, además ella aún lo rodeaba con las piernas, a pesar de que ya habían terminado—. Solo tengo diecisiete años, yo no había pensado en nada de esto… Puedo demandarte, soy menor de edad…

—No. No podía ser ninguno más que yo. —Ella sintió el estómago de él rugir. Ambos sonrieron. Alexander le soltó las manos y la abrazó por la cintura, dejando caer todo su cuerpo sobre el de ella y acomodando su cabeza entre el hombro y el cuello de Narel, ella lo abrazó y le besó la cabeza.

—¿Pidamos comida china? —Alexander asintió, aunque no quería moverse de donde estaba, se sentía bien ser abrazado por Narel tanto con las piernas como con los brazos. Pero tenía hambre—. Tú pide y yo voy al baño. —Alexander volvió a asentir, pero siguió sin moverse—. Alex…

—Voy, voy —dijo, pero mejor la besó, ella sonrió—. Voy… —susurró para continuar besándola, pero se detuvo o volvería a besarla por completo. Se miraron y sonrieron, luego se le quitó de encima.

Alexander buscó el teléfono mientras Narel se ponía la camisa de él y se metía al baño. Él vio que tenía como veinte llamadas perdidas de Thomas, llamó primero a la comida y luego a su hermano, quizás tenían noticias de Leah. Fue a la sala a llamar, pero no era eso, Thomas quería saber si aún estaba con Narel y asegurarse que Alexander no estuviera haciendo estupideces. Él miró a Narel salir de la habitación solo con su camisa puesta y sonreírle, claro que esas no eran estupideces. Ella notó que él estaba al teléfono y lo abrazó por la cintura, dejándole pequeños besos por donde sus labios llegaran. Alexander sonrió como un bobo. Le dijo a Thomas que solo estaban estudiando y le cortó, abrazó a Narel y la besó. Luego de eso, se fue a poner algo de ropa para recibir la comida, Narel buscó el cobertor de la cama y se arropó con él en el sillón, la noche estaba helada y después de lo que habían hecho, se sintió el cambio de temperatura. La comida llegó, Alexander pagó y se fue a sentar junto a ella. Hicieron a un lado los cuadernos y todo lo que estaban usando para estudiar, y dejaron el pedido. Comenzaron a comer sentados en el suelo alrededor de la mesa de centro, riendo por tonteras que ambos decían. Alexander notó que Narel no solo brillaba, sino que estaba radiante, y se dio cuenta de que realmente la amaba, porque no quería que eso se apagara, quería que ella siempre estuviera radiante. Aquella comida se sintió diferente a todas las otras que tuvieron, ya que mientras lo hacían se abrazaban o besaban, alargando aún más el momento.

Cuando terminaron de comer, Narel tomó las cosas para lavar lo sucio y botar la basura. Alexander se quitó la ropa que se había puesto y medio se acostó en el sillón, arropándose con el cobertor que Narel había sacado. Encendió la televisión solo para meter algo de ruido, porque por lo general solo veía deportes y, una que otra vez, alguna película. Cuando Narel llegó, Alexander abrió sus brazos para que ella se acomodara allí, así ambos se acurrucarían en el cobertor. Ella se acomodó y Alexander la abrazó, tanto con sus brazos como con una pierna, le besó el cuello.

—Mi camisa no te queda bien… —Narel tenía los ojos cerrados, Alexander le besaba el cuello mientras con sus manos la recorría entera—. Mejor te la quitas…

Ambos sonrieron, olvidando que debían estudiar. Se quedaron recorriendo y conociendo el cuerpo del otro, hasta que el cansancio les ganó y terminaron abrazados en la cama, recuperando el aliento.

—No te vayas… —Alexander se sorprendió al escucharla, pensaba que estaba dormida, después de haber ido al baño, se acurrucó contra él y no hubo señales de vida, hasta ese momento—. No te vayas, Alexander. Quédate conmigo esta noche…

—No me iré, duerme tranquila, me quedaré aquí, contigo, toda la noche. —Le besó la frente y la abrazó más fuerte, hacia mucho, mucho tiempo que no dormían juntos, y no se iría, no esa noche que al fin la tenía en sus brazos de la manera en que tanto tiempo quiso. Le pasó una pierna por encima, no la dejaría ir nunca. Nunca en la vida. Se durmió, con sus labios pegados en la cabeza de Narel después de haberle dado un beso en aquel lugar.


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