—¿Llevas tu teléfono? —Narel comenzó a buscarlo en sus cosas—. No sales sin el teléfono. —Thomas la miraba fijamente, cerca de la puerta de la entrada.
—Aquí
está. —Narel le sonrió al mostrárselo.
—En
el bolsillo o no sales. —Ella le sonrió más al dejarlo donde le dijo—. Llegas
al bus y me mandas un mensaje, cuando salga rumbo a Brighton, vuelves a
avisarme. Cuando llegues…
—Sí,
sí, si ya Helen me dijo que cada cinco minutos te mande mensajes a ti o a ella.
—La puerta se abrió de pronto, un desordenado Alexander entró algo agitado.
Narel se fijó que llevaba el cabello ya casi por debajo de las orejas y la ropa
destartalada.
—¿Ya
te vas? —preguntó al llegar cerca de ellos.
—Sí,
el bus sale a las 1300. —Thomas no quiso sonreír por eso, llevaban un par de
días, Narel y los esclavos, hablando al estilo militar—, así que ya estoy
saliendo. Dejé comida lista en la cocina para que almuerces. —Thomas los miró,
a pesar de todo, seguían preocupándose el uno por el otro.
—¿Tú
la vas a llevar? —Miró a su hermano, él negó con la cabeza—. ¿Quién entonces?
—Los
esclavos…
—¿Dónde
están? —Alexander medio frunció el ceño, esos inútiles, según él, no le habían
ayudado en nada.
—Peleando
en la sala.
—¿Cómo
que peleando en la sala? —Caminó hacia el lugar apretando los puños.
—No
son hermanos si no pelean. —Tanto Thomas como Alexander rodaron los ojos por
eso—. Me voy, Thomas. No quiero llegar tarde. —El mayor la abrazó con fuerza—.
Sí, ya lo sé, te aviso cualquier cosa y cualquier movimiento raro del bus.
—Thomas sonrió, se había encariñado demasiado con esa boba y no la quería dejar
ir tan fácil, era la primera vez que se iba sola lejos desde que estaba a su
cuidado.
—Mañana
estaremos allá a primera hora, por lo menos Helen, tus hermanitos y yo. —Thomas
le besó la frente—. Te iremos a ver cuando ganes. Llamaré a esos bobos para que
te acompañen. —La soltó y la miró.
—Voy
sola, no los molestes, además Ash dijo que vendría por mí. Pensé que era ella
la que había llegado en lugar de Alexander. Deja a esos tres jugando, se llevan
bien. —Thomas sonrió, si ella supiera que en realidad Alexander los tenía para
que la vigilaran—. Me voy Thomas, Helen se va a aburrir arriba con Elijah y
Emma.
—Voy
a verlos para que no llore porque te fuiste sin él. —Le volvió a besar la
frente—. Ya lo sabes.
—Sí,
sí, apenas llegue al bus. —Narel le besó la mejilla y se fue a la puerta, al
abrir vio a Ashley a punto de entrar—. Vamos, los esclavos están en la sala,
aprovechemos de salir, además Helen tiene a Elijah arriba.
—Vamos
a ganar entonces. —Comenzaron a caminar.
—Tú
solo vas a animar, si no compites.
—Yo
voy de reemplazo, las que vamos de reemplazo somos más importantes que las que
compiten. —Narel la miró cuando Ashley la abrazó—. Tenemos pensado, con las
otras chicas, que a la noche vayamos a dar una vuelta por Brighton a conocer
chicos.
—La
entrenadora no quiere que salgamos en la noche, tenemos que estar bien para
mañana.
—No
seas tan correcta…
—Y
tú tienes novio, no seas así.
—No
es por mí, es por ellas, yo respeto a Brandon y lo amo y más ahora que nos
iremos a vivir juntos luego de volver de Italia.
—Tengo
cosas que hacer cuando lleguemos a Brighton, me estarán esperando.
—¿Quién?
—Estará
toda la tropa, según me dijeron. —Narel le sonrió a Ashley, ya veían el bus—.
Quiero verlos.
—¿Me
vas a presentar a Ralph?
—Ash…
—Solo
es para conocerlo, si yo respeto a Brandon, ya te lo dije. —Su amiga la abrazó
más fuerte—. Siempre has hablado bien de él y tengo curiosidad.
—Solo
si me prometes una cosa. —Ashley sonrió al asentir—. Pobre de ti que le digas
que te conté de los besos que da.
—Si
no estuviera con Brandon, le diría que me enseñe como te enseñó a ti.
—Ash…
—Aún
no estamos con él, podemos hablar de estas cosas. —Llegaron donde la
entrenadora, se anotaron como presentes y se subieron al bus.
—No
es solo por eso.
—¿Entonces?
—Narel se sentó al lado de la ventana, después de guardar el bolso. Ashley la
miró fijamente—. ¿Aún sientes algo por él?
—Claro
que no, eso fue hace mucho tiempo. Además, yo dejé de besarme con él cuando
cumplí quince.
—Cuando
te diste cuenta de que estabas enamorada de Alexander. —Narel fijó su vista en
los ojos de su amiga, ella tenía razón.
—Ya
no era lo mismo, antes era simple juego, de niños podría decirse…
—Dudo
mucho que él jugara, tiene la edad de Thomas, casi seis años mayor que tú.
Créeme, él no jugaba. —Ashley la vio sonrojarse—. Todavía te gusta…
—Que
no. Voy a mandarle el mensaje a Thomas de que estamos en el bus. —Sacó el
celular del bolsillo y comenzó a escribir.
—No
me cambies el tema.
—No
me gusta, Ash. Lo quiero muchísimo, como a todos en la tropa, pero desde el
último beso a los quince nada fue igual. Así que nunca más lo hicimos.
—Así
que no hay problema en que me lo presentes.
—Le
diré a Brandon… —Ashley se quedó mirándola porque se silenció de pronto. Movió
su cabeza hacia adelante para ver lo que miraba. Alexander estaba en la
esquina, enseñándole el celular. Narel tomó el de ella del bolsillo—. ¿Pasó
algo?
—Saliste
de casa sin despedirte… yo solo… solo quería despedirme y desearte que te vaya
bien en la competencia. —Ashley se sentó de manera correcta, no quería
interrumpir, ellos se miraban por la ventana mientras hablaban.
—Gracias,
Alexander.
—Cuídate,
no te sobre esfuerces, si te duele la pierna, no sigas.
—No
te preocupes, estaré bien.
—¿Me
lo prometes?
—Sí…
Ralph me dijo que no me dejará seguir si ve que piso mal, no tengo como engañar
a nadie.
—¿Ralph
irá?
—Me
está esperando. Gracias por tu preocupación, Alexander. Pero el bus ya se mueve
y tengo que avisarle a Thomas. Adiós. —Narel colgó y comenzó a escribirle a
Thomas, Ashley miró por la ventana, Alexander se había quedado con el teléfono
pegado en el oído. Ese «adiós» había sonado demasiado frío. Si tan solo esa
estúpida demanda no existiera, ninguno de los dos estaría sufriendo.
—Así
que Ralph te está esperando…
—No
sigas, Ash. De verdad que no pasa nada entre él y yo. —Narel la miró, Ashley
notó que tenía los ojos cristalizados, quería llorar—. Steven dijo que a lo
mejor iría a verme, si lograba el permiso.
—¿Vas
a presentarle a Ralph?
—Otra
vez con él…
—Es
importante, el primer amor siempre es importante. —Narel fijó su vista en el
asiento de adelante, con el ceño fruncido.
—Mi
primer amor está casado con otra y ama a otra. Ya no sigas hablando de eso.
—Ashley notó que comenzaba a buscar algo en su mochila de mano.
—¿Vamos
a escuchar música?
—Sí,
esto. —Narel le enseñó lo que le había enviado Kevin, Ashley sonrió—. Es
español y sé que no entiendes mucho, pero me puedes preguntar porque están
buenos.
—Pensé
que no lo escucharías, luego de la confusión.
—Fue
mi culpa al confundir a los Kevin de mi vida, tenía… más bien tengo muchas
ganas de saber de la gente de Canadá, por eso cuando llegó un paquete de parte
de Kevin, pensé que era de Canadá, sin mirar de dónde venía ni el nombre
completo. —Ashley la abrazó y se puso un auricular—. Son cosas que pasan, ahora
a seguir adelante y a ganar una competencia.
—Me
alegra que a Kevin le vaya bien en España, a lo mejor tendrá que jugar contra
Beckham. —Narel sonrió por eso—. Aunque no podrá ganarle nunca en la vida.
—¿Te
irías con Brandon si lo llaman de algún equipo extranjero?
—Estaría
en el avión antes que él. —Ambas sonrieron por eso—. Pero Brandon no quiere
jugar de esa manera profesional, dice que está bien así como está, por
diversión. Como Alexander. Aunque cuando lo conocí tenía muchas ganas de ser
profesional, ahora en cambio no quiere… al final le gustó más lo que está
estudiando.
—Alexander
quería ser profesional y jugar en el Arsenal, ese era su sueño. —Narel volvió a
mirar por la ventana y después fijó su vista en su amiga—. Pero pasó lo que
pasó con Marianne y no pudo… el entrenador le dijo que estaban por ficharlo
para las ligas juveniles, pero se tuvo que salir y dejar todo eso de lado… Fue
cuando se le empezaron a apagar los ojos y a fruncir el ceño. Josh le dio su
mayor felicidad, pero al mismo tiempo le quitó lo que amaba, el fútbol.
Ashley
se le apoyó en el hombro, se quedaron en silencio escuchando la música española
que le había enviado Kevin. Narel se equivocaba, Ashley lo sabía, no era el
fútbol lo único que perdió, sino que también a ella, por eso se le apagaron los
ojos, cuando se dio cuenta de que por ser responsable debía elegir. Siempre
eran demasiado pocas las opciones que tenía para elegir y, para su infortunio,
Narel siempre era lo que dejaba atrás. Ashley comprendió que la tendría un poco
más pesada en esa ocasión, ella se veía algo entusiasmada con Steven, le
agradaba, pero al mismo tiempo se sentía mal por Alexander, sabía que era culpa
de él lo que sucedía, pero también tenía claro que él intentó hacer todo bien
para que ninguno saliera lastimado. Ashley se durmió apoyada en el hombro de
Narel, ella se fue mirando por la ventana todo el viaje, dejando a su amiga
descansar tranquila.
Cuando
llegaron a Brighton, el bus las dejó fuera del hotel en donde se quedarían. La
entrenadora fue a recepción por las habitaciones mientras Narel le avisaba a
Thomas que ya habían llegado y todo bien. Ashley recibió la llave de ellas, ya
que compartirían habitación, como siempre. Luego que se acomodaron, Narel le
mostró a Ashley un mensaje, ambas bajaron.
—¡Enana!
—Ashley vio como aquel chico la abrazaba con fuerza, frunció su ceño, su amiga
había olvidado decirle que era guapo. Si no estuviera con Brandon se hubiera
quedado con aquel trigueño—. Has crecido mucho desde la última vez que te vi.
—No
ha pasado tanto tiempo…
—Casi
dos años, es mucho tiempo. —El chico volvió a abrazarla.
—¿Y
los demás?
—Están
afuera, les dije que no entraran porque son unos maleducados. —Ashley carraspeó
a su lado. Ambos la miraron.
—Ralphie,
ella es mi mejor amiga de Londres, se llama Ashley. —La mencionada se acercó y
le dio la mano, el chico le sonrió—. Ash, él es…
—Un
primo lejano sobreprotector.
—¿Primo?
—Ambas lo miraron sorprendidas.
—Me
abandonaste, enana. Dejé de ser tu hermano para ser tu primo.
—¿Hermano?
—Ashley se quedó mirándolos, Narel enrojeció, Ralph sonrió al darse cuenta de
que esa chica sabía de lo que habían hecho.
—Somos
hermanos desde que ella lo decidió a los quince, antes… creo que de antes de
eso te lo imaginas, ¿verdad? —Ashley sonrió pícaramente, Narel enrojeció más.
—Te
lo dije, Ash.
—Muñequita
mía, solo tú eres la boba que no se da cuenta de las cosas. —Ashley la abrazó y
le besó la mejilla.
—¡Enana!
—Narel se salió del abrazo de Ashley y miró hacia la puerta, corrió donde
ellos—. Ese estúpido no quería que entráramos, pero aquí estamos para ti.
—Ashley vio a esos dos chicos abrazarla fuerte, también notó que ella lloraba.
—Esos
son sus primos originales. Esos estúpidos, la última vez que ella estuvo aquí
se portaron horrible, así que ahora tienen que suplicar por perdón. —Ashley
miró a Ralph que hablaba, ella sabía lo que había pasado esa vez, sus primos
tenían novias y la ignoraron por completo. Narel decidió acortar la estadía y
volver a Londres. Ella los adoraba, era a los únicos que consideraba su familia
y la habían tratado como una desconocida—. Lo sabes ¿verdad?
—Soy
su mejor amiga, sé casi todo lo que le pasa.
—Bien,
entonces me vas a decir porque tiene los ojos apagados. —Ashley suspiró, otro
más que lo notaba con tanta facilidad.
—¿Supiste
lo de Canadá?
—No.
—No
puede volver, no ha sido la misma desde que eso pasó. —Ashley sabía que no
podía tocar el tema de Alexander, no tan a la ligera—. Tuvo un accidente la
última vez que fue y allá tomaron la decisión de que ella no volviera para
protegerla. Ha estado triste desde entonces.
—¿Y
Alex?
—Él…
Él ha intentado mantenerla feliz, hacer que vuelva a brillar… pero ha tenido
sus problemas, y ahora están peleados.
—Por
eso también está triste.
—¿Cómo
te diste cuenta de todo eso con solo mirarla?
—Porque
la conozco desde que tiene dos meses de vida, yo le enseñé muchas cosas de las
que sabe, yo la cuidaba de todo y de todos. Esos podrán ser sus primos y ella
podrá adorarlos con todo su corazón, pero era yo quien estaba allí a cada
momento.
—Por
eso Alex te tiene miedo. —Ashley lo vio sonreír de medio lado.
—No
me tiene miedo. —Ralph dejó de mirar a los tres y bajó la vista a Ashley—. ¿Por
qué dices eso? ¿Acaso Alex se le declaró?
—Creo
que tú y él tendrán mucho que conversar. —Ashley suspiró, Ralph frunció el
ceño—. Viene mañana, pero Nar no sabe y es mejor que no sepa.
—Ven,
vamos a dar una vuelta para que conozcas Brighton, le dije a mi enana que la
llevaría por un helado cuando viniera. —Ralph comenzó a caminar donde los
demás.
—¡Ashley!
—Esas eran las chicas del equipo, se acercaron a la mencionada cuando volteó a
verla—. Quedamos de ir a dar una vuelta.
—¿Esas
son tus amigas, enana? —Uno de los primos de Narel le preguntó.
—Son
mis compañeras de equipo. —Los dos la soltaron y se acercaron a saludar—. Menos
de cinco minutos y ya me cambian por otras. —Ralph, a su lado, sonrió.
—Tú
me tienes a mí, yo no te cambiaré por ninguna mientras estés aquí. —Le besó la
frente, Ashley, que caminaba donde ellos, vio a Ralph afirmarla con fuerza por
la cintura mientras empezaban a caminar.
—Nar.
—Ashley se paró junto a ella—. Tus primos les dijeron a las chicas que tienen
amigos para presentar…
—Sí,
los otros estúpidos están afuera. —Ralph respondió, Narel le sonrió a Ashley.
—Esto
no es ni la mitad de la tropa, Ash. Y todos se creen galanes. —Las puertas
automáticas del hotel se abrieron para dejarlos pasar—. ¡Teby! —Ashley notó que
Ralph la soltaba de mala gana y fruncía el ceño al verla colgarse del cuello de
aquel chico, la miró ya que le señalaba con la mano lo alto que estaba.
—Él
es Esteban. El mayor miedo de Alex.
—¿Él
es su primer novio?
—El
mismo, y como puedes ver, los dos siguen siendo unidos. —Ashley lo miró, no era
un partidazo como los que le gustaban a ella, era bastante común, ojos negros
igual que su cabello y un tanto rechonchito, pero Narel lo abrazaba como si no
hubiera un mañana—. Ya fue suficiente. —Ashley se fijó que Ralph tenía mucha
similitud en algunos gestos con Alexander, como en ese momento, que los había
separado.
—No
seas así, Ralphie. Ya pasaron muchos años.
—Y
si no recuerdas bien, fue ella la que me engañó contigo.
—Porque
no soportaba verla a tu lado, Esteban. —Ralph la volvió a tomar de la cintura
con fuerza, para mantenerla separada del otro chico—. Y ya vamos a tomar
helado. Ve a llamar a los demás.
—¿Dónde
están?
—Con
las chicas que van a competir, quieren conocer al resto. Vamos a la heladería,
allá nos esperan.
Ashley
fue presentada al chico, que luego se unió con los primos de Narel y las
chicas. Ella tenía razón, todos se creían unos galanes. Ashley caminó junto a
Ralph y Narel que le iban contando un poco de todo el grupo, le dijeron que en
la heladería los esperaban los demás, que eran trece en total, sin contarla a
ella. Con esa cantidad quedaban justos, uno para cada chica, sin tomar en
cuenta a Ralph, Ashley sabía que él se quedaría con Narel a todo momento. En la
heladería se terminaron de presentar, así entendió por qué le gustaba tanto
Brighton, si era más consentida que en Londres. Ashley sonrió al verla, quizás
pudo crecer sin padres, pero tenía muy buenos amigos.
Cuando
Ashley fue al baño, Narel con Ralph desaparecieron del local. Suspiró, quizás
el chico había notado que ella, prácticamente, iba de espía de Alexander.
Aprovechó de llamar a Brandon para contarle como iba todo y porque lo
extrañaba. Lo amaba y era normal que lo extrañara, además le había dicho que se
quedaría con Alexander porque sabía que lo estaba pasando mal y no quería que
estuviera tomando, no si al otro día irían a verlas. Así Ashley aprovechó la
llamada y les contó a los dos lo que pasaba, Alexander no se tomó para nada de
bien que Narel desapareciera con Ralph, pero le molestó más que estuviera
Esteban. Ashley notó, con eso, que Ralph tenía razón, el mayor miedo de
Alexander era Esteban, no él. A los pocos minutos que dejó de hablar con ellos,
se fueron de vuelta al hotel, la entrenadora solo les había dado unas cuantas
horas para ir a recorrer, las necesitaba bien para la competencia. Cuando
llegaron al lugar, Ashley notó que Narel las esperaba en la entrada, junto con
Ralph, que no la soltaba. Se acercó a ellos y la abrazó. Ella se despidió de
todos los chicos y luego entró, Ashley la esperaba en la recepción, subieron
juntas a la habitación, aunque no le preguntó dónde andaba ni nada parecido,
Narel tenía los ojos hinchados y eso era suficiente prueba para saber que
estuvo llorando. La dejaría descansar, le esperaba un duro y gran día.
**********
Como
cada vez que se topaban, las miradas de odio flotaban en el aire. Helen solo
suspiró, esos dos nunca cambiarían. Se saludaron de la mano, ese apretón se
mantuvo durante unos minutos, en los cuales ninguno dejó de mirar al otro con
el ceño fruncido. Ambos eran de la misma altura y de la misma edad. Helen
prefirió sentarse, estaban en primera fila, acomodó a Leah y a Elijah junto a
ella.
—¿Por
qué dejaste que Alexander le hiciera daño?
—Sigue
siendo mi hermano, quería matarlo, pero sigue siendo sangre de mi sangre. —Thomas
notó que lo llamaba por el nombre completo, ya debía estar enterado de toda la
versión de Narel.
—¡Ralphie!
—Nicholas llegó, interrumpiendo las miradas de odio entre Ralph y Thomas—. Es
bueno volver a verte. ¿Dónde están los demás?
—Hola,
Nick. —Ralph le sonrió—. Estás muy alto… ¿y este quién es?
—Es
Georgie.
—¿El
otro bebito de mi enana? —Thomas frunció el ceño al escucharlo—. Están arriba,
algo andaban haciendo.
—Iré
a mirar… Vamos, Georgie, tengo que presentarte a los primos de Nar, están más
locos que ella. —Nicholas tomó del brazo a su amigo y subieron corriendo.
—Hola,
Ralphie. —Garreth lo saludó de un abrazo—. Es un gusto verte.
—Hola,
Garreth. Ve a ver a Nick, esos locos no sé qué andan haciendo y mejor que no lo
dejes solo, no con ellos.
—Si
vas a buscar a Alexander, trata de escuchar su versión primero. —Thomas volvió
a atraer la atención de Ralph una vez que Garreth se fue corriendo tras
Nicholas.
—Lo
tendré en consideración. —Helen volvió a notar que ambos se miraban con odio—.
Helen, un gusto verte, como siempre. —Le sonrió y se fue, tenía cosas por
hacer.
—Mi
enana, dice. —Helen solo rio al escucharlo y verlo sentarse a su lado—. Es mi
enana, yo soy quien la cuida.
—Toma,
tu otra enana necesita atención también. —Thomas recibió a Emma para tomarla en
sus brazos.
—No
dejaremos que ese estúpido nos robe a tu hermana ¿verdad? —Helen rodó los ojos,
siempre era lo mismo entre ellos, desde que se conocieron, quizás era porque
tenían la misma edad, pero siempre se llevaron mal, desde que sus miradas se
cruzaron por primera vez—. Su enana, sí, como no.
—Deja
de pelear solo, si sabes cómo es la situación, además la loca esa te quiere
más. Ahora solo tenemos que enfocarnos en verla competir.
Nicholas
con George, seguidos de Garreth, llegaron junto a los primos de Narel, solo
habían asistido ellos y Esteban, entre los tres intentaban colgar un lienzo
para darle apoyo. Nicholas encontró que esa era una idea genial, así que los
ayudó, George se les unió, pero Garreth solo se quedó mirándolos, algo le decía
que no le gustaría a Narel. Cuando estuvo listo comenzaron a gritarle para que
los viera, ella estaba al frente, al otro lado de la piscina. Frunció el ceño
al ver el cartel con su nombre y esos corazones. Ashley, a su lado, empezó a
reír fuerte. Narel les mostró los puños a los chicos, pero estos le hicieron
aún más barra para darle apoyo.
—Esto
debió ser como el tenis, que no pueden hacer tanto ruido.
Ashley
sonrió más al verla reclamar, estaban casi listas para comenzar. La entrenadora
llegó junto a al equipo y les dio las últimas indicaciones, la competencia
comenzaría en pocos minutos. Les pasó el número de competencia a cada una y
caminaron a la piscina. Al sonido de la partida se lanzaron al agua. Elijah
aplaudió en los brazos de su madre por la emoción de ver a Narel competir, los
chicos, en las gradas, gritaron vitoreándola.
—¡¿Qué
haces?! —Brandon intentó separar al recién llegado de Alexander, ellos estaban
un poco alejados del resto de la gente, más arriba de las gradas. El chico
llegó de pronto y golpeó, con el puño, en la cara a su amigo. Logrando que
perdiera un poco el equilibrio y trastabillara.
—Está
bien, Brandon. Me lo merezco. —Alexander se tomó el mentón, ese le había
dolido, de seguro le quedaría la mejilla morada—. Él es Ralph, uno de los
mejores amigos de Nar.
—Bien,
ahora escucharé tu versión.
—¿Primero
lo golpeas y luego lo escuchas?
—Él
sabe que lo mataría si solo la hacía derramar una lágrima. Se lo dije cuando me
di cuenta de sus sentimientos, siendo que había elegido a otra.
—¿Hablaste
con ella?
—Ayer…
lloró bastante. Así que ahora quiero escucharte. Y más te vale que sea una
buena historia.
—Ella
no sabe que vine…
—Lo
sé. Por eso estamos aquí, aquí nadie nos nota… Así que puedes imaginarte cómo
te dejaré si tu historia no me gusta.
—Bien…
—Alexander volvió a apoyar los codos en la baranda para tener la vista fija en
la piscina, la competencia había empezado cuando recibió el golpe. Ralph se
acomodó a su lado, movió la mandíbula de un lado a otro, ese golpe le había
dolido—. Está nadando mal.
—Sí,
lo noté…
—Algo
la distrae… algo le molesta.
—¿Y
si gritamos para darle apoyo? —Alexander y Ralph miraron a Brandon—. Así como
ella lo hace contigo.
—Eso
no funcionará. —Ralph le respondió al volver a mirar al frente.
—No
es lo mismo, Brandon. A ella no le gusta llamar la atención, mientras menos se note,
mejor para ella. Ahora está distraída. —Alexander miró un poco hacia abajo y a
la izquierda, George y Nicholas, junto a los primos de Narel, gritaban como
locos—. Son esos estúpidos.
—Les
dije que no hicieran eso.
—Brandon,
¿puedes ir a decirles a esos idiotas que dejen de gritar, por favor? —Alexander
lo miró, Brandon asintió—. Diles que, si no lo hacen, Ralph los golpeará. A él
le tienen miedo.
—¿Puedo
dejarte solo? —Ralph sonrió al escucharlo.
—Sí,
no te preocupes por mí. —Brandon bajó y caminó donde los chicos, habló con
ellos para que guardaran silencio—. Ahora déjame mandar un mensaje y luego seré
todo tuyo para que me mates.
Alexander
tomó su celular y le escribió un mensaje a Ashley, la primera competencia de
Narel había terminado y se sentaría un momento junto a su amiga, así que le
mostraría lo que le mandaba a decir, o eso esperaba. Se quedó mirándola, vio
que lo recibió y esperó que Narel lo viera. Ella frunció el ceño, ahora solo
faltaba volver a verla nadar. Después de eso, comenzó a relatarle toda la
historia a Ralph, sabía que se lo debía, él le dijo, la última vez que se
vieron en Londres cuando realizaba sus prácticas en el hospital en donde Narel
estuvo recuperándose del accidente en moto, que si la lastimaba por esos
sentimientos que no le quería confesar, lo mataría. Ninguno imaginó que, a los
pocos meses después, ella viajaría a Canadá, volvería y empezaría una relación
con él. Eso era completamente improbable. Alexander le relató la historia
completa, omitiendo los detalles, hasta llegar al momento de la demanda y de
por qué tuvo que terminar con ella.
—Debiste
explicarle.
—¿De
verdad? ¿Tú me vas a decir eso? —Ralph bufó, Alexander tenía razón.
—No
te equivocaste esta vez, Alex. —Alexander notó que no lo llamaba por su nombre
completo, eso era bueno—. Estuvo bien. Es solo que…
—Yo
ya sé que está sufriendo, si sale a correr todas las mañanas, sabes que eso no
es por el entrenamiento.
—Es
porque necesita dejar salir todo lo que siente.
—No
me gusta verla mal, odio todo esto. Pero ¿qué más puedo hacer? —Ralph lo miró,
Alexander apretaba los fierros de la baranda con fuerza—. Daría todo por estar
allá abajo apoyándola, porque ella sepa que estoy aquí, con ella, que no la he
dejado sola. Pero no puedo, no puedo hacer nada.
—¿Cuánto
tiempo falta para que la demanda acabe?
—No
lo sé, los abogados ya mandaron todo, pero no hay respuesta de Marianne aún.
Creo que se está vengando de mí.
—¿Tienes
alguna idea?
—No…
llegué a un momento en que no sé qué hacer… solo siento…
—Que
la estás perdiendo.
—Sí…
no sé qué hacer, hice todo mal… todo mal… —Alexander fijó su vista en la
piscina, ella volvía a nadar, pero esta vez de manera normal, sonrió, a pesar
de que sus ojos lloraban—. Ya está nadando como siempre. —El celular de
Alexander sonó, lo tomó y miró el mensaje, era Ashley—. Nar va a competir en
los clavados. —Ralph lo miró, eso era raro—. Una de las chicas tiene un
problema y no podrá participar, ella entrará en reemplazo.
—Pero
ella no sabe.
—Espero
que no sea el de los más altos.
—Los
chicos prometieron no volver a gritarle. —Brandon llegó corriendo donde ellos—.
Ashley dice que el mensaje que le mandaste a Nar funcionó, pero que dijo que no
le importa y que dejara de mandarte videos de la competencia, que si no
viniste, no tienes derecho a mirar. —Los dos sonrieron por eso.
—Sigue
siendo la misma despistada, por lo que veo.
—Eso
no cambia y yo creo que con los años es peor. —Alexander miró a Brandon—. ¿Por
qué Ashley no entrará como reemplazo?
—Porque
quieren ganar algo, Ashley solo vino de compañía, relleno. Sabes que no es
buena con esto.
—Si
la de Manchester se retrasa unos segundos, Nar puede quedar en primer lugar.
—Alexander volvió a mirar al frente, los otros dos lo imitaron.
—Está
difícil, esa chica nada bien.
—No
pude ver muy bien mientras peleaba con los chicos. —Brandon se fijó en los
paneles con los tiempos—. Es casi nada la diferencia con la de Manchester.
—Tiene
el segundo lugar seguro, eso es algo. —Alexander sonrió, sabía que el espíritu
competitivo de Narel no la dejaría irse sin llevarse, aunque sea algún premio—.
Thomas tendrá otro adorno para su colección.
—¿Thomas?
—Alexander miró a Ralph y sonrió más, sabía que él y su hermano se llevaban
mal. Después volvió a mirar al frente, era la última vuelta y no quería
perderse ni un segundo.
—Thomas
tiene una vidriera con todo lo que ha ganado Nar desde que se mudó a Londres,
la luce con orgullo en su oficina. —Alexander sonrió aún más—. Esa boba le dará
otra medalla, aunque de segundo lugar, pero Thomas la tendrá allí como si fuera
el mejor de los premios.
—Para
la próxima competencia, le ganará. —Ralph se quedó mirando a Narel, sus
compañeras de equipo la felicitaban por el segundo lugar.
—¿Por
qué no juega fútbol si es lo que le gusta? —Brandon frunció el ceño al ver a
los dos reír, casi, a carcajadas.
—No
le gusta el fútbol, Brandon.
—A
ella le gusta el tenis y el basquetball. Si sabe de fútbol es porque vivimos en
el país que inventó el juego. —Ralph lo miró con gesto chistoso—. Y por
nosotros, creció con nosotros, solo hombres, si no aprendía a patear una
pelota, no jugaba. También le enseñamos del mejor equipo de todos. —Brandon
sonrió por eso, Alexander resopló—. Pero si ella está metida en todo eso es
solo por este estúpido amigo que tienes. Ella va a los juegos y las prácticas
por él, solo por él, no porque le guste. Alexander es el ejemplo vivo de eso
que llaman: lo tienes enfrente y no lo notas.
—O
el no sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes. —Tanto Ralph como Brandon
comenzaron a burlarse, pero Alexander solo miraba al frente, a la piscina—.
Siempre ha sido tu fan número uno ¿eh? —Brandon se silenció, Alexander estaba
con la cabeza hacia abajo.
—¿Quién
es ese? —Brandon miró donde apuntaba Ralph con la nariz, entendió por qué
Alexander se veía tan acabado.
—Se
llama Steven, es un jugador del equipo de fútbol de la universidad de Glasgow.
Jugamos contra ellos la semana pasada y ellos se quedaron algunos días en
Londres. Se hizo amigo de Nar, le dedicó los goles.
—Lo
que tú nunca hiciste. —Alexander se sentó en el suelo, apoyado en la baranda y
dándole la espalda a la piscina—. Iré a saludarlo, o espantarlo, como quieran
decirle. —Ralph giró y caminó a donde estaban los demás felicitando, Brandon se
sentó junto a Alexander.
—Van
a entregar las medallas por la competencia de nado ahora. ¿Quieres ir a mirar?
¿Bajar a felicitarla? —Alexander meneó la cabeza y escondió la cara entre las
piernas.
—¿Qué
sigue ahora?
—Después
de la entrega de medallas, viene un receso en donde unas chicas de esta
universidad harán un baile acuático y luego la competencia de clavados. Luego
de eso la premiación por los clavados y ya por la tarde las otras competencias.
—Solo
iban a participar por nado y por clavados ¿verdad?
—Sí,
según lo que me dijo Ash, luego de la competencia de nado Nar estaba libre,
pero como ahora también participará en los clavados, se tiene que quedar.
Después de eso ya vuelven a Londres, no se inscribieron en las que son por la
tarde ni las de mañana.
—Bien,
me iré después de verla saltar. —Brandon se quedó mirándolo un momento,
realmente se veía mal.
—¿Quieres
que llame a Thomas?
—No,
Ralph volverá luego de conocer a ese… No quiero que se vean.
—¿Por
qué no?
—Se
odian desde que se conocen. Es mejor no estar en el mismo lugar que ellos. Para
Thomas Nar siempre ha sido su hermanita pequeña, a quien debe cuidar y
proteger, pero desde que vive con ellos es casi su hija. La adora, igual que
ella a él, a pesar de que siempre moleste a Helen diciéndole que le quitara al
esposo. Thomas es su figura paterna, como lo es para todos nosotros. —Alexander
se silenció un momento, seguía medio escondido. Brandon imaginó que era porque
lloraba—. En cambio, Ralph… Ralph es otra historia, él era quien la cuidaba
desde que llegó a Brighton, yo siempre he pensado que pudieron terminar juntos,
de alguna manera, pero Nar terminó todo con él cuando vino a los quince años.
—¿Es
su primer amor?
—No,
su primer amor ese ese idiota, ese gordito al que fuiste a decirle que deje de
gritar que la ama.
—¿De
verdad?
—Sí,
es una historia chistosa, él le escribía poemas y se los dejaba en la casa
vecina para que se los dieran, apenas tenían cuatro años, así que le pedía a la
vecina de los muchachos que le escribiera los poemas que él recitaba. Se
hicieron «novios» a esa edad. —Brandon notó que, dentro de todo, sonreía por
eso—. Él fue su primer amor, su primer beso, su primer novio… Estuvieron con
ese juego hasta los siete años, cuando Ralph decidió que había sido suficiente
y la besó frente a Esteban. No se hablaron por años, casi hasta que ella se
mudó a Londres. Ella me dijo que le había dolido bastante el pelearse con él,
que quizás fue uno de los momentos más tristes que había vivido porque lo
quería mucho, pero Ralph le saca como seis años, fue un abusivo, pero le enseñó
a besar… Cuando Nar me contó todo esto, aún no sentía algo tan fuerte por ella,
así como tampoco ella por mí, pero sí quise matarlo. Ya después me sentí
agradecido por haberle enseñado a besar de esa manera.
—¿Thomas
también conoce la historia?
—Sí,
Thomas, Helen y Ashley. Es la razón por la que se llevan mal.
—Nar
es una caja de sorpresas. —Brandon se sentó de manera de poder ver la piscina—.
Nunca me lo hubiera imaginado con tantos novios.
—No
han sido tantos, solo Esteban y yo, con Ralph solo fueron besos. Él hacía eso
cada vez que alguien se le acercaba, para mostrar que no tenía permiso.
—Ustedes
se parecen…
—¿En
qué sentido?
—Tú
golpeas a quien se le acerque.
—Porque
no podía simplemente besarla, yo ya tenía a Marianne cuando empezaron a
invitarla más seguido. Fue más complicado, sino hubiera usado ese método.
—Alexander se sintió más calmado y se sentó de la misma manera que Brandon—.
Ojalá no tuviera esta demanda encima.
Ambos
se quedaron mirando, Narel estaba rodeada de la gente que la quería, los chicos
habían bajado para abrazarla y felicitarla, pero Alexander no perdía detalle de
Steven, aunque tanto Thomas como Ralph impedían que se le acercara mucho, a
pesar de que ella estaba demasiado emocionada por la medalla. En la piscina,
las chicas de Brighton estaban haciendo su baile acuático. Alexander notó que
Ashley la tomaba de la mano y se la llevaba, al parecer debían prepararse para
los clavados. El baile terminó en el mismo momento en que Ralph volvía con
ellos, se pusieron de pie y se acomodaron como antes, los clavados eran,
prácticamente, lo mejor de las competencias y lo más arriesgado también.
Alexander apretó el fierro de la baranda, no quería que Narel participara en
eso, demasiado peligroso para ella. Ralph lo miró de reojo, a Alexander se le
estaban poniendo los nudillos blancos de tanto apretar la baranda. Narel había
saltado del primer nivel, pero aún no se sentaba junto a Ashley, eso
significaba que volvería a saltar en el segundo nivel.
—Parece
que se te olvidó como es esta competencia. —Alexander lo miró, Ralph tenía la
vista fija al frente—. Tiene que juntar los cinco puntos, va a saltar los cinco
niveles. —Alexander volvió a mirar la piscina, con todo lo que pasaba, había
olvidado hasta el dolor de la mejilla por el golpe—. Thomas le dijo que no
saltara.
—Pero
ella se quedó igual.
—Ashley
también le dijo que no saltara.
Y
allí iba otra vez, a pesar de todo, no podían negar que lo estaba haciendo bien.
Eran solo cinco puntos, cinco saltos, saldría todo bien. Pero, aunque se daba
ánimos, no soltaba la baranda y los nudillos se le volvían cada vez más
blancos, mientras ella ya iba por el tercero. No tenía idea de las
puntuaciones, no miraba eso, solo la veía subir y saltar. Y llegó el cuarto,
Alexander sentía que le faltaba la respiración. Estaba exagerando y lo sabía,
pero también la conocía, si era él quien la aguantaba cada vez que le sangraba
la nariz por lanzarse mal o la ayudaba a saltar porque le daba miedo al mirar
hacia abajo. ¿Cuántas veces fueron por allí con Jesse para lanzarse desde
alguna parte alta y ella terminaba retrocediendo? Pero sí se lanzaba con él,
agarrada de su cuello.
—Esa
boba… —Ralph, a su lado, lo miró. Estaba más nervioso que Narel, de pie lista
para lanzarse del último peldaño, eran los diez metros—. No lo hagas… —Y ella
saltó, como si fuera lo más normal y lo hubiera hecho toda la vida sin
problemas. Alexander bajó la cabeza una vez que la vio salir, con las manos en
la nariz—. Brandon, le dices a Thomas que volví a casa, por favor. —Su amigo lo
miró, Alexander le daba la espalda.
—Pero…
¿no vas a quedarte? Según las puntuaciones debería tener el tercer lugar.
—Espero
volver a verte en Londres, Ralph. Cuando empieces con tus prácticas allá.
—No
serán prácticas, me voy de interno como médico en pediatría. Ya aprobé todo.
—Alexander sonrió, de todos los conocidos de Narel en Brighton, Ralph era el único
que terminó con una profesión de renombre y con recomendaciones.
—Iré
a verte cuando esa boba termine de matarme. —Y, sin que ninguno de los dos
pudiera hacer algo, Alexander caminó rápidamente a la salida.
Brandon
bajó junto con Ralph, se fue a buscar a Garreth, cuando lo encontró le pasó las
llaves de su auto y le pidió que se llevara a Ashley y a los que más pudiera,
ya que él se quedaría con Alexander. Le explicó rápidamente de que no se sentía
bien y le dijo que le avisara a Thomas, no quería perder tanto tiempo porque no
lo encontraría. Después salió corriendo en busca de su amigo, luego le
explicaría a Ashley, ella entendería. Alexander estaba junto a su auto, apoyado
en el capot, Brandon suspiró al verlo, por un momento pensó que lo perdería.
—¿Habías
venido antes a Brighton, Brandon? —El chico negó al llegar junto a él—. Vamos,
te voy a presentar a las Siete Hermanas. —Alexander le lanzó las llaves de su
auto, Brandon las recibió—. No me siento bien como para manejar. Vamos, yo te
digo por dónde. —Ambos subieron y salieron, siguiendo las instrucciones de
Alexander.
—¿Es
el acantilado?
—Nar
me trajo una vez, hace años, la primera vez que vinimos, cuando teníamos doce…
—Alexander iba medio acostado en el asiento mientras miraba el paisaje—. Fue
una apuesta, ella me dijo que ya sabía manejar, yo no le creí. ¿Cómo iba a
saber? Pero sacó la camioneta de su tío, apenas alcanzaba los pedales, se tuvo
que poner un cojín tras la espalda. —Alexander sonrió al recordarlo—. Pero
sabía manejar, le habían enseñado antes de irse a Londres y allá manejaba el
auto del papá siempre que podía, solo que yo no la había visto. Ese día me dijo
que me llevaría a su lugar favorito de Sussex, que me presentaría a sus
hermanas. No le entendí, a veces es muy difícil entenderla. —Alexander miró a
su amigo—. Tienes que estacionarte allí. —Brandon obedeció y ambos bajaron,
comenzaron a caminar, Alexander iba demasiado feliz, según su amigo—. Y me
trajo aquí… —Alexander extendió sus brazos para mostrarle la hermosa visual que
tenían al frente—. Me dijo que eran sus hermanas y que cuando se aburriera de
vivir, vendría aquí para juntarse con ellas… Siempre con sus estupideces… Lo
bueno fue que dijo que tenía mucho que hacer antes, que sus hermanas no la
extrañaban tanto como para apurarse. —Brandon lo miraba, estaba al pendiente
porque Alexander se acercaba demasiado a la orilla—. Esa boba, siempre se sale
con la de ella… como esa vez, que me dijo que este era su lugar favorito porque
se juntaban el cielo con el mar y la tierra… Lo imposible se volvía posible.
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