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7 de junio de 2025

[¿Y si no te hubieras ido?]Capítulo XXI: «Ralph»

 Alexander estaba sentado en el sillón de la sala de Thomas. Tenía la televisión encendida pero no veía nada, simplemente era para no sentirse tan solo. No era tan tarde, según Nicholas que había subido hace unos minutos, apenas pasaban de las ocho de la noche. Pero él sabía que su hermano solo se lo dijo para tranquilizarlo. Narel aún no llegaba de la competencia de natación. El día anterior, Thomas le comentó que ella había decidido quedarse con sus amigos y primos de Brighton para pasar el resto de la tarde del sábado con ellos. Ralph quedó en que la llevaría de regreso el domingo a Londres, pero ella le dijo a Thomas que no se preocupara, porque Steven quería regalarle un paseo antes de que regresara a casa, como premio por haber obtenido el segundo y tercer lugar en las competencias. Y eso, a Alexander, lo tenía intranquilo. Ella debió llegar temprano a casa ese domingo, antes del desayuno, pero no fue así, ya todos estaban en sus habitaciones preparándose para dormir, menos él que la esperaba. Cuando la puerta se abrió ya casi eran las diez de la noche. Se levantó de un salto para verla. Narel lo miró fijamente, seguía desarreglado, ya le comenzaba a crecer la barba, un poco, pero no estaba acostumbrada a verlo así.

—¿Por qué no estás en tu casa?

—Quería verte… Es decir, quería ver que llegaras bien.

—Pero… ¿por qué hoy? Deberías estar con Marianne… —Se silenció, Alexander la abrazó.

—Me alegra verte bien, me dijeron que ganaste… más o menos…

—Sí… —Alexander sintió que buscaba algo en su bolso, le dio espacio—. Esto es para ti. —Alexander recibió las dos medallas, la de plata y la de bronce—. Esta es porque tuve el segundo lugar en nado y esta es por el tercer lugar en clavados… Competí en clavados, así como ustedes. —Alexander la vio sonreír.

—¿Por qué me las das a mí y no a Thomas, como siempre?

—Porque tú estuviste conmigo ayudándome con la pierna casi todos los días, jugando basket conmigo en el patio, me hiciste perder el miedo. Si tengo esas medallas es por ti. —Narel se quedó mirándolo fijamente, a pesar de todo lo desarreglado que estuviera, no podía evitar perderse en esos ojos celestes—. Iré a avisarle a Thomas que ya llegué y luego comeré algo. —Alexander le tomó el brazo cuando giró.

—No te preocupes por Thomas, te guardé pizza de la que te gusta.

—¿De esa con un poco de picante y salsa barbecue? —Alexander asintió—. Iré a comer entonces.

—Llevaré tu bolso arriba y le diré a Thomas que llegaste. —Narel le sonrió al asentir, Alexander giró, pero antes de eso, ella notó que se colgaba las medallas al cuello. Se fue a la cocina y comenzó a prepararse las cosas para comer—. ¿Por qué tardaste tanto en llegar?

—Steven me llevó a Stonehenge, fue espectacular, estar entre esas ruinas tan antiguas… tan llenas de misterio… lo mejor del último tiempo en mi vida. —Alexander la vio sonreír demasiado, él sabía que ella quería recorrer ruinas y aprender de culturas antiguas, pero él no podía llevarla a ningún lado—. Tomé algunas fotos si quieres ver.

—Después… pensé que no volverías, como tienes la semana libre por la competencia.

—Sabes que no, no hoy… —Alexander la miró mientras comía, pensó que lo olvidaría—. Hubiera estado de vuelta aunque se estuviera acabando el mundo. Pero no esperaba verte aquí…

—¿Estás saliendo con Steven?

—¿Saliendo cómo? Hoy me llevo a Stonehenge, eso es salir ¿o no?

—No, boba… —Alexander, a pesar de sentirse mal por lo que sucedía, sonrió por eso—. Si ya son novios…

—No… ¿por qué lo seríamos? Solo somos amigos, a él le gustan cosas como las que me gustan a mí, como Stonehenge… y los museos… dijo que la próxima vez que venga a Londres me llevará de paseo por los museos de Londres. —Ella le sonrió a Alexander. Él simplemente la miró, a veces no entendía cómo no podía darse cuenta de lo que tenía al frente—. Es genial tener a alguien que tenga gustos parecidos para poder ir a esas cosas, a ninguno de ustedes les gustan, ni a Thomas que es tan estirado.

—Pero cualquiera de nosotros te llevaría solo para verte feliz.

—Y se aburrirían todo el tiempo y terminarían frustrándome. —Alexander se quedó mirándola, eso era verdad, por eso evitó llevarla al Louvre cuando fueron a París—. Pero no importa, ya encontré a alguien que me acompañe, aunque viva en Glasgow, me dijo que eso no era problema para él porque solo son tres horas de diferencia. ¿No es genial? ¿Tener alguien a quien le importas de esa manera? —Alexander apretó los puños sobre sus muslos.

—Bebe algo, no vayas a ahogarte, estás traga que traga. —Narel obedeció, ya casi no le quedaba pizza.

—¿Qué hora es?

—Pasan de las diez de la noche, ya casi las once.

—Vamos a ver tele, no te dejaré dormir aún. —Se levantó y le tomó la mano, jalándolo a la sala—. No voy a desaprovechar esta oportunidad. —Alexander se sentó en el sillón de antes, Narel se acomodó a su lado, le tomó el brazo y lo dejó para que él la abrazara mientras ella se le apoyaba en el hombro—. Podemos estar así ¿verdad? —Alexander asintió, si por él fuera la tendría siempre así—. Están dando los juegos de repetición de Wimbledon. Me gusta él, ese tenista es bueno y es chileno, como yo.

—Solo viviste dos meses allá, eso no te hace de ese país. —Narel sintió a Alexander sonreír al momento en que la abrazaba más.

—Pero es lo mismo, nací allá como él y me gusta. Juega bien, mejor que los otros dos que son conocidos de allá. Pero le tocó contra Federer, nadie puede contra él, el mejor de todos los tiempos.

—¿Y Björn?

—Fue bueno igual, el mejor yo creo que de sus tiempos. Pero Federer es Federer, incomparable.

—Yo creo que el español y el serbio son buenos igual.

—Nadie dice lo contrario, son buenos, aunque me gusta más el serbio, su juego es más tenis, por decirlo de alguna manera. Pero sigo eligiendo al suizo por sobre todo.

—¿Y Murray? Como te gusta tanto Glasgow…

—Federer y Murray, los máximos exponentes para mí. Los amo a los dos. —Alexander sonrió más por eso, si había algo que le gustaba de ella era eso, que se podían sentar a ver deportes o alguna película y, a pesar de tener gustos distintos, podían conversar igual. El teléfono de Narel sonó, ella lo tomó y lo apagó. Luego lo besó en la mejilla—. Feliz cumpleaños, bobo de mi vida. No vuelvas a pensar que no seré la primera en saludarte, menos en un día en que cumples veinte, no cumples veinte todos los años. —Alexander la miró y le acarició la mejilla, dejándole los rizos tras la oreja.

—Quiero pedirte un regalo.

—¿Qué cosa?

—Primero promete que no te enojarás. —Narel frunció el ceño por eso, algo tramaba.

—Lo prometo… —Alexander juntó sus labios, Narel lo abrazó por el cuello para responderle el beso, él la apretó más fuerte por la cintura—. Alexander…

—Prometiste no enojarte…

—No es eso. —Narel lo miró fijo a los ojos—. Siempre voy a amarte, aunque tú no me ames a mí. —Alexander juntó sus frentes, aguantando las ganas de decirle que también la amaba, no quería volver a ilusionarla para luego tener que terminar con todo—. ¿Quieres ver Wimbledon conmigo otro rato? Te extrañaba… —Él asintió y ella volvió a acomodarse entre sus brazos.

—¿Ya no estás enojada conmigo?

—Cuando salté por los clavados… Fue algo raro, sabes que esas cosas me dan como algo en el estómago.

—Vértigo se llama.

—Como sea que se llame, cuando la entrenadora me dijo al principio pensé en decirle que no, pero no lo hice, le dije que sí y ya…

—Es porque cuando estás frustrada piensas algo y haces otra cosa, como cuando rompiste las ventanas del vecino o amarraste a las demonios… Es normal en ti eso… Como la moto…

—Cuando di el primer clavado, me sentí diferente… Y seguí sin importar nada, no tenía miedo en ese momento… pero estaba llorando, cada vez que saltaba lo hacía llorando, y más en el de diez metros. —Alexander la abrazó más al escucharla—. Pero cuando di ese salto, me sentí diferente, rara, como que había dejado muchas cosas arriba y salí de otra manera… Quizás fue porque me sangró la nariz.

—Como siempre.

—Me di cuenta de que te extrañaba… cuando salté el de diez metros, me di cuenta de todo lo que te extrañaba y que no importaba si no sentías lo mismo que yo por ti, que me hubieras mentido, porque es normal en los humanos sentirnos confundidos con los sentimientos de vez en cuando. —Alexander miró hacia otro lado, a un punto con luz porque necesitaba llorar y no quería—. Tú no estabas pasando por buenos momentos, lo de Leah, tu mamá, no estabas bien en tu relación con Marianne… Estabas confundido y pensaste que sentías algo por mí que no era… Y quizás si no hubieras pasado por todo eso conmigo, no te habrías dado cuenta de que en realidad amas a Marianne y es con ella con quien quieres pasar toda la vida. —A Alexander no le sirvió simplemente mirar la luz, que era la de la televisión, y dejó caer las lágrimas que se le acumulaban en los ojos—. Entonces me di cuenta de que yo ya sabía todo eso, que siempre lo supe, desde que conociste a Marianne… Tú solo podrías ser siempre mi mejor amigo, aunque yo te amara, no se podía porque tú no sentías eso por mí y no lo vas a sentir nunca… Pero no quiero perderte como mi mejor amigo porque lo único que quería era que estuvieras allí, conmigo, en cada salto, saber que estabas en algún lugar de la piscina mirándome y apoyándome… Y no estabas porque no te invité… —Narel lo abrazó fuerte y se le escondió en el cuello—. ¿Puedes ser mi amigo de nuevo? Yo soy quien te ama, tú no tienes problemas con eso, pero yo quiero tenerte de vuelta. ¿Se puede?

—Sí se puede, preciosa. Yo tampoco quiero perderte. —Alexander la sintió sonreír en su cuello.

—Estamos bien entonces.

No pasaron muchos minutos antes de sentir que se había dormido en sus brazos, Alexander le besó la cabeza y apoyó su mejilla allí, se limpió el rastro de lágrimas de la cara. Thomas bajó porque las luces estaban encendidas en la sala. Los encontró durmiendo a los dos en el sillón abrazados, suspiró y fue a buscar un cobertor en el armario, los arropó, apagó la televisión y las luces, dejándolos tranquilos. Sabía que no habían sido días tranquilos para ellos, además su hermano tenía rastro de haber estado llorando. Volvió a subir, esperaba que todo se solucionara pronto por el bien de los dos.

—Alex, despierta. —Nicholas bajó a la sala y vio a su hermano acostado en el sillón durmiendo, con Narel encima. Pero no se movió. Lo tomó del cabello y lo jaló—. Despierta, Alex.

—¿Qué crees que haces? —Lo agarró del brazo, Nicholas comenzó a reír—. Voy a matarte, Nick.

—Solo si puedes moverte y con Nar encima, no puedes. —Alexander lo tomó de la corbata del colegio y lo acercó a él, a Nicholas se le cortó la risa.

—¿Decías? Sigo ganándote con un solo brazo.

—Dejen de hacer tanto ruido, quiero dormir. —Alexander la sintió acomodarse, lo estaba usando como cama y al parecer no se quería mover. Nicholas sonrió de medio lado, la usaría a ella.

—Nar, Helen va a matarte porque dejaste todo sucio anoche en la cocina.

—Helen. —Narel medio se levantó y se apoyó con ambas manos en el pecho de Alexander, él se quejó y soltó a Nicholas—. Voy a limpiar antes de que baje. —Se levantó, apoyando la rodilla en la entrepierna de Alexander y se paró en el sillón, Nicholas comenzó a reír a carcajadas al ver a su hermano sufrir.

—Ya es tarde, ya vi todo el desastre que dejaste en la cocina. —Helen la miró de pie en el sillón, frunció el ceño—. Baja de allí y ve a lavarte la cara, tienes rastro de baba.

—Claro que no, yo no babeo. —Dio un salto y siguió a la mayor.

—Ni siquiera notó que te golpeó. —Nicholas se quedó mirándola cuando se fue, Alexander se sentó con cuidado.

—Es una bruta…

—Nick, ¿ya llegó Nar? —George llegó corriendo, Alexander se fijó que aún andaba en pijama.

—Está en la cocina. —Y se fue tan rápido como llegó.

—Tú…

—Yo no hice nada, fue Nar quien te golpeó. —Nicholas dio un paso atrás.

—Tú hiciste que despertara así. —Alexander se puso de pie, aunque con cuidado, y volvió a tomarle la corbata a su hermano, seguía siendo más bajo—. Como sea, te irás a Italia con ella y pobre de ti que no la cuides.

—¿De verdad?

—Sí. —Alexander lo soltó—. Ya está todo conversado con Thomas y está tratando de que Arthur autorice a Georgie para que vayan los dos. —Vio a Nicholas sonreír de oreja a oreja—. No le digas nada hasta que tenga permiso. Ni a Georgie ni a Nar, ella aún no sabe que van ustedes. —Su hermano asintió, en parte también se sentía feliz porque a su amigo lo llamaban de manera cariñosa, ya no era un desconocido simplemente para Alexander—. Voy a darme un baño.

—Camina con cuidado, Alex. —Nicholas le dijo mientras lo miraba caminar por la escalera, sonrió más al verlo fruncir el ceño, después se fue a la cocina.

Cuando Alexander bajó, todos ya estaban en la cocina, incluso habían llegado Ashley con Brandon para felicitarlo. Sobre la mesa, una especie de pastel de hotcakes lo esperaba. Sonrió por eso, de seguro se le había ocurrido a Narel, la miró, tenía a Elijah en los brazos y el niño no dejaba de darle besos en la mejilla y a George abrazándola por la cintura. Quitaría al menos a uno, así que cuando llegó a su lado, tomó a su sobrino en los brazos y la rodeó con fuerza. Todos le cantaron por su cumpleaños, luego desayunaron, así los que tenían que ir a clases se fueron y los que trabajaban, como Thomas, también se retiraron. Narel y Ashley tenían la semana libre por haber participado en las competencias, aunque solo una de ellas tuviera premios. Ashley decidió quedarse allí, pasar tiempo con sus sobrinos y esperar a que los demás llegaran para el verdadero pastel de cumpleaños de Alexander, él les había dicho que lo pasaría con ellos, aunque eso se lo dijeron a Narel y a los más pequeños, porque los otros sabían que estaba viviendo en la casa de al lado.

—¿De qué harás el pastel? —Ashley se sentó junto a George, que estaba al lado de Narel, y lo abrazó.

—No hay mucho tiempo, solo haré eso de tiramisú. Iré a comprar las cosas ahora, me baño y voy. —Miró a Ashley, que seguía molestando a George hasta hacerlo sonrojar—. Georgie va conmigo y ya deja de acosarlo, es solo un bebé.

—A Ashley lo que menos le importa es la edad. —Helen, que tenía a Emma en los brazos, interrumpió sin mirarlas—. Siempre ha sido así.

—¿Por qué nunca me dijiste que Ralph es tan guapo? —Ashley soltó a George y fijó su mirada en Narel.

—Porque tú te fijas en eso, para mí solo es normal.

—Nar. —George la miró y ella a él—. ¿Tú crees que yo soy guapo?

—Tú eres el niño perdido de Nunca Jamás más lindo que he conocido. —Lo tomó de la cara y lo llenó de besos—. Voy a darme un baño.

—¿Por qué andas con la misma ropa de ayer?

—Eso no es tu problema, Ash. —La chica frunció el ceño por esa respuesta y se quedó mirando el vaivén de la puerta.

—Porque durmió en el sillón con Alexander, estaban viendo Wimbledon y al parecer les ganó el cansancio. —Ashley miró a su hermana que había hablado.

—Si la cosa sigue así, vas a tener papá muy pronto, bomboncito. —Ashley volvió a abrazar a George y lo besó en la mejilla.

—Yo no quiero a Alex de papá, prefiero a Thomas. Además, con Nick ya dijimos que nos casaremos con Nar. —Ashley lo miró, esos dos hacían enojar a Alexander con ese tema con demasiada facilidad.

—Pero eso no se puede… solo uno…

—La boba esa les dijo que se casará con los dos porque ella no cree en la monogamia, sino que en la poligamia. —Ashley echó a reír al escuchar a su hermana.

—Esa boba, si ni siquiera es capaz de tomar en cuenta a Steven porque sigue enamorada de Alexander y sale con eso. —Helen rodó los ojos.

—Alexander piensa que son ideas que tú le metes en la cabeza. —Ashley dejó de reírse al instante—. Será mejor que tengas cuidado.

—Sí, Alex anda de un humor horrible. —George terminó de comer y se levantó—. Iré a ponerme ropa y luego esperaré a Nar viendo tele.

—Anda enojado por la abstinencia… —Ashley susurró cuando George salió de la cocina—. Lleva muchos meses sin Nar.

—Es lo que dice Thomas, por eso lo deja quedarse aquí y lo controla, sino se pone a beber. Ya lo has visto cómo anda, todo desarreglado. Parece cualquier cosa.

—Es como si no le importara nada.

—Es porque nada le importa en estos momentos, solo quiere recuperarla y no sabe cómo. Con Thomas ya no sabemos cómo ayudarlo.

—Helen. —Narel entró en la cocina, las dos la miraron. Se acercó a Emma y la cargó—. Me llevo a mi hermanita.

—Claro que no, apenas te sabes cuidar tú y vas a ir con Georgie, demasiado para ti.

—No seas huraña, Helen.

—Dije que no. —Le quitó a la niña de los brazos—. Cuando madures.

—Pero no soy una fruta para madurar.

—Entonces no saldrás con Emma.

—Eres cruel. —Narel se sentó, frustrada, junto a ella—. Ya ni siquiera me das tanta atención. —Ashley sonrió al verla, a veces entendía muy bien por qué Alexander se sentía tan atraído por ella, y también los otros chicos, era su simple inocencia.

—¿No tuviste suficiente atención estos días?

—Pero yo necesito de tu atención.

—Ni te acordaste de nosotros cuando paseabas por Stonehenge. —Ashley comenzó a reír más fuerte.

—Helen, ¿por qué Alexander tiene la cara golpeada? —Las dos la miraron, ella no tenía idea de que él había estado en Brighton para verla y que Ralph lo golpeó.

—Creo que estaba ordenando unas cosas y le cayó algo encima. No lo sé muy bien. Cuando llegamos ya estaba así. —Narel la miró fijamente, eso a Helen la ponía nerviosa porque, a diferencia de Thomas, le costaba más saber lo que pasaba por esa cabeza.

—Es un estúpido. —Tanto Helen con Ashley suspiraron aliviadas.

—Ya estoy listo, Nar.

Narel se levantó, besó a Helen en la mejilla y a Emma, tomó de la mano a George y salieron, comprarían lo necesario para hacer el postre de tiramisú para Alexander por su cumpleaños, aunque sabía que el sábado Thomas le haría algo más, porque eran sus veinte. Lo más probable es que fuera carne asada, lo típico en Thomas, pero ya le había pedido que ella hiciera el pastel con algún dibujo que le gustara a su hermano. Así que estaba pensando qué hacerle. Pero por el momento, lo importante era celebrarle ese día y tendría a George para ayudarla en todo, Nicholas había crecido, pero él llegó en el momento preciso para ocupar su lugar. Aunque Narel tenía más que claro que Nicholas creció de estatura, pero seguía siendo el mismo niño de siempre y por eso ella lo adoraba.

 

**********

 

Aquel sábado, tal y como lo pensaron, Thomas les haría carne asada para celebrar a Alexander, además empezaban los días de más calor y Narel con Nicholas, incluyendo a George, habían limpiado el patio y la piscina para ya disfrutar de todo aquello. No se podían desaprovechar los pocos días de sol que tenían.

—¿De qué harás mi pastel? —Alexander iba tras Narel, habían salido recién de la habitación de ella, ya que la fue a despertar, pero ya estaba lista.

—Te dije que no te haré pastel este año, no hasta que te afeites.

—No me voy a afeitar. —Ambos comenzaron a bajar por la escalera.

—Entonces no hay pastel, y ya deja de fastidiarme o no te daré desayuno.

—¿Qué sucede? —Thomas los miró, desde abajo, discutir mientras descendían.

—Este hermano tonto que tienes que no me deja en paz. —Alexander frunció el ceño—. No se quiere afeitar.

—Dile a esa boba lo que me dijeron esas chicas ayer. —Ambos llegaron junto a Thomas, Narel miró a Alexander.

—A mí no me metan en sus peleas.

—¿Qué chicas? —Alexander sonrió de medio lado al mirarla.

—Unas chicas que fueron a la oficina, dijeron que soy guapo con barba.

—De seguro eran ciegas esas estúpidas. —Thomas sonrió al escucharla, llevaba varios días diciéndole a Alexander que se arreglara un poco, ya que andaba demasiado desordenado para lo que era—. Iré a hacer el desayuno.

—Espera un momento, no me has dicho de mi pastel. —Alexander volvió a seguirla.

—Ya te dije que no hay pastel hasta que te afeites… —Él la miró detenerse y sacar el teléfono del bolsillo, eso era raro, ella nunca le prestaba atención. La vio sonreír y escribir.

—¿Qué tanto haces? Tú nunca prestas atenciones a eso.

—Ahora sí porque Steven me mensajea. —Se lo metió al bolsillo y continuó caminando. Alexander se lo quitó—. No seas pesado, dámelo.

—Intenta quitármelo. —Alexander alzó el aparato, sabía que ella no lo alcanzaría, la vio fruncir el ceño. El teléfono sonó nuevamente, otro mensaje había llegado. Thomas miraba todo un poco más atrás, también quería desayunar y los demás ya comenzarían a bajar.

—Alexander… —Narel lo tomó con ambas manos del cuello de la camisa y lo acercó a ella. Él, instintivamente, la afirmó de la cintura, mirándola fijamente a los ojos, Narel le quitó el teléfono—. Gracias. —Le sonrió y se fue a la cocina rápidamente. Thomas le dejó una mano en el hombro a Alexander.

—Te tiene completamente en sus manos.

—No me molestes. —Thomas sonrió al verlo enojado—. Yo que tú no me reiría tanto, no se está mensajeando solo con Steven, sino que también con Ralph. —Alexander sonrió con triunfo al ver el ceño fruncido de Thomas—. Eso no te gustó nada ¿verdad? Además, él ya se vino a Londres para el internado de medicina y capaz se quede para siempre aquí.

—No voy a dejar que se lleve a mi enana. —Alexander sonrió más al caminar tras su hermano, sabía que a Thomas le molestaba que Ralph dijera que no se preocupaba por Narel, aunque tenía más que claro que, en el fondo, ambos se sentían como amigos—. Enana, ¿qué harás de desayuno?

—Estoy viendo que hay muchas cosas…

—Hoy puedes comer todo lo que quieras. —Narel dio la media vuelta para mirarlo, Alexander también lo veía, pero con el ceño fruncido.

—¿De verdad?

—Claro, puedes comerte la cocina completa si quieres. —Narel lo abrazó por el cuello.

—¿Cómo se te ocurre decirle eso? Sabes que lo hará sin medirse. —Thomas rodó los ojos, luego le mostró el celular de Narel, cuando lo abrazó se lo quitó del bolsillo, lo dejó en silencio, así no se daría cuenta. Alexander sonrió, su hermano era el mejor—. Ya, suéltala.

—No soy yo quien la tiene abrazada.

—Haré un desayuno liviano porque después comeremos carne asada.

Narel lo soltó y volvió a girar para empezar a cocinar, Thomas le pasó el celular a Alexander, que se lo metió al bolsillo. Ella ni cuenta se dio. De a poco fueron bajando los demás, Alexander se levantó, le besó la cabeza a Narel y salió, debía ir por Jesse y Harper a la estación de trenes porque se irían por unos días a Londres, tenían vacaciones en la universidad y Narel les había insistido para que ellos fueran, según les dijo se lo debían por todas las veces que ella fue a Coventry a verlos. Así que no les quedó de otra más que ir y Alexander se ofreció para ir por ellos. Por eso también llegó tan temprano a molestarla para que se levantara, quería desayunar antes de ir. Lo que sí olvidó antes de salir fue entregarle el teléfono, pero al parecer ninguno lo extrañó. Lo más seguro es que Narel lo olvidara una que vez que empezó a cocinar, y si no lo escuchaba sonar, era porque no le habían respondido los mensajes y no lo necesitaba.

—Thomas. —Narel se acercó a donde estaba limpiando las cosas para comenzar a preparar su carne asada. Él la miró—. ¿Podemos hablar un momento?

—¿Qué pasa, enana? Tú siempre llegas y hablas.

—Es que… —Thomas se dio cuenta que se mordía el labio, algo le pasaba, dejó lo que hacía y la miró fijamente—. Es sobre Ralphie…

—¿Qué con ese? —Thomas frunció el ceño al escuchar ese nombre.

—Necesita un lugar donde vivir en Londres… —Thomas comenzó a entender hacía donde iba la conversación—. El departamento está vacío desde hace una semana. Sé que estás buscando arrendatario, pero…

—Dile que está libre, que se quede allí. —Thomas la vio sonreír de oreja a oreja.

—¿De verdad?

—Es tuyo, puedes hacer lo que quieras…

—Sí, pero no quiero que te enojes, tú eres importante para mí. —Narel lo abrazó—. Thomas, tú eres lo más importante para mí, eres mi papá…

—No estoy enojado, no pienses eso. —Thomas le besó la cabeza y la abrazó de vuelta—. Sé que quieres cuidar a Ralph y el departamento está libre, que lo use, no hay problema con eso. Yo sé que, a pesar de que los estúpidos hermanos que tengo dicen que tienes un corazón malvado, yo sé que es lo más grande y bondadoso que existe en este mundo.

—Eres el mejor, Thomas. —El mayor la abrazó más fuerte—. Llamaré a Ralphie para que venga a hablar contigo. —Narel se metió la mano al bolsillo al separarse un poco de él. Thomas frunció el ceño, el estúpido hermano que tenía se lo había llevado—. No sé dónde quedó el teléfono, pero bueno, iré a llamarlo del de la casa.

—Tortuga. —Narel giró a mirar a Jesse, luego se le colgó del cuello para saludarlo—. Pensé que irías a buscarnos.

—No, para eso tengo esclavos. —Alexander frunció el ceño al escucharla, Jesse le besó la mejilla—. Hola, Harper. —Se acercó a la mencionada y la abrazó—. ¿Te ha tratado bien este torpe?

—Después de tantas amenazas de tu parte, es un santo. —Narel sonrió por eso y ambos chicos fueron a saludar al resto.

—¿A mí no me saludas?

—No, aún no te afeitas, así que no hay nada para ti. —Narel ignoró a Alexander e intentó ir hacia adentro, pero él se le interpuso—. ¿Ahora qué?

—Ralph me llamó, me dijo que no le contestas.

—Ahora iba a llamarlo, pero tú no me dejas pasar.

—Viene hacia acá.

—Mejor, así habla con Thomas. —Alexander la tomó de un brazo cuando comenzó a darle la espalda—. ¿Qué?

—¿De qué tiene que hablar con Thomas?

—Cosas de ellos.

—Si ellos hablan, es porque estás metida en el medio, sino no tienen nada que decirse.

—Le voy a pasar el departamento porque no tiene dónde quedarse. —Alexander sonrió al mirarla, luego le besó la frente—. Tu barba pica.

—Eres la mejor, siempre has sido la mejor.

Narel se sonrojó, él sonrió más, pero la soltó. Se quedó mirándola caminar a donde estaba Thomas, de seguro para decirle que Ralph estaba en camino. Él, en cambio, se fue a la casa de al lado, Narel tenía razón, hasta sus hijos le reclamaban porque la barba le había crecido demasiado, era hora de quitársela. Además, quería pastel, y estaba más que seguro que esa loca no le daría si no se afeitaba, cumpliría con su palabra. Luego de eso, iría por Stephanie y Joshua para pasar su cumpleaños en familia.

Ralph llegó a los pocos minutos que Alexander salió y, después de saludar a todos, se fue a conversar con Thomas donde asaba la carne. Narel se paró junto a ellos porque también era parte del trato. Ella quería, prácticamente, regalarle el departamento a Ralph, porque según las cuentas de Thomas no necesitaba de ese dinero. Además, ya no tenía pensado comprar la casa de al lado tan pronto, eso podía esperar y había tiempo para seguir ahorrando. Pero Ralph no quiso, a pesar de que Thomas le dio el apoyo a Narel, Ralph dijo que no, que aceptaba quedarse en el departamento, pero con la condición de que lo arrendaría y, en un futuro, con posibilidades de comprarlo si se acostumbrada al sector. Sabía, sin tener que preguntar, que estaría en un sector en donde absolutamente nada pasara, ni Thomas ni Alexander dejarían a Narel sola en un lugar que pudiera pasarle algo y más conociéndola… si a ella se le ocurría helado a la media noche, simplemente saldría sin pensarlo. Y, después de mucho insistir y sin ganar la batalla, Narel aceptó el trato de Ralph de arrendar el departamento, aunque sí logró que aceptara no pagarle tanto, iba a empezar recién con su internado, no debía gastar tanto y, a pesar de que Ralph le dijo que ella tenía que ahorrar también para sus cosas, ella le dijo que eso no importaba porque seguía siendo parásito de Thomas y él la consentía en todo. El mayor de los Russ suspiró cuando Ralph lo miró por aquello, ambos llegaron al acuerdo de que ese parásito era demasiado molesto. Narel frunció el ceño al verlos, por primera vez estaban de acuerdo con algo y era en contra de ella.

En ese lapso en que hablaban, Alexander había llegado con sus hijos. No los quiso interrumpir, pero se quedó mirando a Narel que dé a ratos fruncía el ceño o golpeaba a Ralph con el puño en el pecho, aunque él solo reía. Thomas, por otro lado, también sonreía, la única que se veía frustrada era ella. Se quedó sentado en el suelo con los demás chicos, también habían llegado Brandon con Ashley y estaban con Jesse, Harper y Garreth conversando. Helen estaba con Emma y Stephanie, que quería jugar con la bebé, mientras que los esclavos cuidaban a Leah, Joshua y Elijah. Alexander volvió a mirarla cuando escuchó a los dos reír fuerte, la vio apretar los puños y dejarlos solos. Sus miradas se toparon y ella cambió el gesto de enojo por una sonrisa, luego se fue con Helen. Alexander sintió sus mejillas arder. Se levantó y se fue a sentar junto a ellas, Narel había tomado en sus brazos a Stephanie, que apenas la vio se le encaramó encima.

—¿Y mi pastel?

—Deja de molestar, Alexander. Aún ni almorzamos.

—Pero ya me afeité.

—Entonces llamaremos a la pastelería para que nos traiga un pastel que tengan disponible. —Alexander frunció el ceño, Helen sonrió—. ¿Verdad, princesa? Le compraremos un pastel común y corriente a tu papá porque es un odioso. —Narel le dio besos de esquimal a la niña, que reía a carcajadas.

—Alex, vamos a comprar. —Ralph se paró tras ellos, los dos lo miraron, el mencionado se puso de pie.

—¿Qué van a comprar? —Pero fue Narel quien preguntó.

—Cosas. —A diferencia de los demás, a Ralph no lo controlaba tanto.

—¿Qué cosas?

—Cosas que necesita Thomas.

—¿Qué cosas necesita? Si yo le compré todo lo que me pidió.

—Faltaron algunas, no seas tan fastidiosa. —Ralph miró a Alexander que guardaba silencio y suspiró—. Te lo dije, todas las veces que te vi, que no dejaras que te controlara y mírate.

—Yo no le hago caso en todo…

—Pero sí a casi todo. —Helen interrumpió y comenzó a reír junto con Ralph.

—Vamos a comprar.

—Ralph.

—¿Ahora qué? —El mencionado se giró a mirarla, hablando en español.

Tráeme algo.

A donde vamos no hay nada que te guste. —Narel los miró escudriñándolos.

—Eso es imposible, sabes que me gusta la comida por sobre todas las cosas.

—A donde vamos no hay comida.

—¿Qué van a comprar?

—Vamos, Alexander, no podemos estar dándole explicaciones todo el día. —Narel frunció el ceño e infló las mejillas al verlos darle la espalda para salir.

—Alexander. —El mencionado se detuvo de golpe y giró para verla—. ¿Me traes algo, por favor? —Narel le sonrió, Alexander se pasó la mano por la cara.

—Te dije que a donde vamos no hay nada que te guste. —Narel volvió a fruncir el ceño al mirar a Ralph tomar del hombro a Alexander y llevárselo, a pesar de que era más bajo.

—Si ese idiota llega con algo de alcohol, le voy a reventar las botellas en la cabeza. —Helen la miró, se veía enojada. Stephanie se bajó de sus brazos y se fue a jugar con su hermano—. Sabe que no me gusta que Alexander esté tomando.

—No es tu problema lo que hagan. —Narel levantó la vista para mirar a Thomas que llegaba junto a ellas—. Sabes que fecha se aproxima, ¿verdad?

—Sí…

—Entonces no te metas, déjalos hacer lo que quieran, si van a tomar prefiero que lo hagan aquí, en casa, en lugar de que se vayan a cualquier lado y les pase algo.

—Pero…

—No vas a meterte. —Narel se cruzó de brazos y se acurrucó en la silla, Helen sonrió, solo le faltó golpear el suelo para hacer un berrinche completo—. Deja que Ralph suelte su pena tranquilo.

—Bien, pero que no meta a Alexander.

—Deja a Alexander tranquilo, de los únicos que tienes que preocuparte es de tus esclavos. —Thomas la miró fijamente y ella a él, pero fue Narel quien terminó bajando la mirada—. Ahora ayúdame con la carne, ya está casi lista para empezar a servir.

Helen solo sonrió al verla seguir al mayor, a pesar de que iba con los brazos cruzados, no reclamó nada más. A ninguno de ellos le gustaba que Alexander estuviera tomando, pero era cierto lo que decía Thomas, preferían tenerlo allí a que se fuera a cualquier parte. Las veces que Narel fue a Coventry, luego de terminar la relación que tenían, e incluso cuando se fue a la casa de campo con Nicholas, Alexander se perdía en algún bar y Thomas iba por él. A veces Brandon lo llevaba de regreso, él nunca terminaba en esas condiciones, tomaba, pero a medida.

—Jesse, hay algo que no entiendo. —Ashley le preguntó al chico, estaban sentados en el suelo jugando cartas—. ¿Cómo conoces a Ralph?

—Jesse fue con nosotros a Brighton una vez que vino a Londres y todos fuimos invitados por la boba para ir. —Pero fue Garreth quien respondió, Jesse asintió.

—A Nar le gusta que todos se conozcan. —Brandon añadió, mirando las cartas en su mano, no tenía buenas en esa ocasión.

—Es porque aún no se sabe dividir, por eso cuando vine y me dijo que la habían invitado a Brighton, decidimos ir todos. —Jesse miró a Ashley—. Tú no quisiste ir esa vez, dijiste que era un pueblito aburrido.

—Así lo contaba Nar…

—Tuviste suerte en ese caso, Brandon. —El mencionado miró a Jesse sin entender—. Si Ashley hubiera conocido a Ralphie en ese tiempo, no lo hubiera soltado. —Garreth y Jesse comenzaron a reír, Ashley le lanzó un cojín a quien había empezado todo.

—En ese tiempo salía contigo ¿recuerdas?

—Bien sabes que nuestra relación solo era algo pasajero, cuando ibas a la casa, el resto del tiempo ninguno se acordaba del otro.

—A Alex le gustaba que salieras con Ash, así dejabas a Nar tranquila. —Garreth miró a su hermano que había llegado, abrazó a Narel y le besó la mejilla, vio que le pasó algo, de seguro una de esas cosas de dulce que le gustaban a ella—. A pesar de que todos teníamos claro que solo lo hacías para molestarlo.

—Porque tu hermano es un estúpido, la tuvo enfrente siempre.

—Eso es lo que decimos todos. —Brandon dejó las cartas sobre la supuesta mesa, que era una toalla encima del pasto—. No voy esta vez. ¿Por qué Ralph usa eso en la muñeca? ¿Eso de color negro? Al principio pensé que era una pulsera, pero no lo es.

—Es por su hermano. —Garreth tomó la palabra a la vez que aumentaba la apuesta, que eran caramelos—. El hermano menor de Ralph falleció de cáncer hace unos años, se acerca la fecha, por eso también anda por aquí.

—Si estuviera con vida. —Jesse se unió a la apuesta de Garreth—. Tendría la edad de Nick.

—¿Por eso cuando fuimos a Brighton lo trataba tan bien?

—Sí, y por eso Nar también va al hospital de niños con cáncer. —Garreth miró a Ashley—. Solo faltas tú, ¿apuestas o te retiras?

—Voy. —Ashley dejó sus caramelos en el botín—. Para que te hagas una idea, el hermano de Ralph falleció cuando Nar tenía como catorce, Nick en esa época tenía como nueve.

—Era solo un bebé… —Harper miró a Ashley algo asombraba, estaba en el juego apostando, pero se había mantenido en silencio escuchando.

—Sí, fue muy duro para Ralphie. —Garreth dejó sus cartas en la mesa, con una sonrisa, se sentía ganador—. Para Nar igual, ella llevaba dos años aquí en Londres y siempre fue muy apegada a Ralphie y su hermano, más que sus primos porque ellos son un poco…

—Torpes. —Jesse terminó la frase al dejar sus cartas, Garreth estaba perdiendo con esa mano, pero faltaban las dos chicas aún para darlo por ganador.

—Sí, eso mismo, los primos de Nar son medio torpes, ella los adora, pero a pesar de que el mayor es de la misma edad de Ralphie y el segundo es dos años menor que Ralphie, no es lo que ella esperaba de sus familiares. Por eso siempre quien la cuidaba era él. —Ashley dejó sus cartas mirando a Garreth, que hablaba, con una enorme sonrisa porque su mano era mejor que la de los dos chicos—. La madre de Ralphie se volvió loca después de eso y la internaron en Manchester y él se fue a estudiar allá. Pero el niño falleció en el hospital de acá, al que le llevamos los peluches cuando competimos.

—Es una historia muy triste. —Harper dejó sus cartas y retiró su ganancia, los otros tres la miraron con el ceño fruncido, sin interrumpir ni opinar, había ganado—. Nar hace una donación a ese hospital ¿verdad?

—¿Cómo sabes? —Garreth la miró un poco asombrado, eso solo lo sabían Helen, Alexander, Thomas y él, ni siquiera estaba seguro de que Ashley supiera.

—Es algo lógico, cuando fue a Coventry le pregunté cómo le fue en las ferias de tejido y me dijo que no tenía idea. A mí me pareció raro porque si está vendiendo debería llevar el conteo de las ganancias o pérdidas y le dije que era una boba por eso, que así no tendría futuro su negocio. —Jesse se quedó mirando a su novia, él no sabía de esa conversación—. Pensé que se enojaría, pero al contrario, me miró con una enorme sonrisa y me dijo que no sabía porque la caja que juntaba el dinero de las ventas se cerraba una vez que dejaban de vender y se abría cuando llegaban al hospital para dejarla, pero que nunca tomaba en cuenta eso porque se iba a jugar con los niños, así que no tenía idea. Al principio creí que estaba loca, más aún de lo que ya había visto, porque estuvo trabajando mucho por la feria como para no ganar nada, pero ahora lo entiendo.

—A ella no le gusta que sepan que hace esas cosas, así que no lo digan a nadie. —Garreth miró a todos los presentes—. Ni Nicholas sabe.

—Vengan a almorzar, dejen la holgazanería y vengan a comer. —Narel los interrumpió, dio el aviso y se fue, Garreth notó que algo le molestaba.

—¿Qué le pasa? —preguntó a Alexander al ponerse de pie, su hermano iba tras ella—. Deja de perseguirla.

—Está enojada porque Thomas le quitó lo que le traje, le dijo que para después de almuerzo. Se ve tan chistosa cuando se enoja.

—¿A ti qué te pasa?

—¿Es bourbon lo que huelo? —Ashley se acercó a Alexander, él asintió—. Dame entonces.

—Es de Ralphie, pero dijo que nada más hasta después de almuerzo. Voy a sentarme con mi boba.

—Ese idiota, solo un trago y ya se le sube. —Garreth miró a Ashley a su lado.

—Es por las hormonas, la extraña y está en época de abstinencia, está sufriendo por todos lados.

—Mira, para tu fortuna, Ralphie trajo vino y del bueno.

—Ojalá se quede para toda la vida, se acabaron los almuerzos con leche achocolatada.

Garreth se sentó junto a Narel, que estaba al lado de Alexander, quien la miraba y sonreía y de a ratos le besaba la mejilla. Ella miraba con enojo a Ralph por eso, sentado frente a ella por haberle dado de beber. El mayor solo reía por todo lo que veía. Comenzó a servir copas con vino, Narel apretó los puños en sus muslos porque Thomas le dijo que se mantuviera tranquila con eso y que no hiciera nada, que no era su problema, si ella no tomaba. Pero no pudo evitar decirle que le reventaría la botella en la cabeza cuando vio que le sirvió a Garreth y le ofreció a Nicholas. Aunque se quedó en silencio al escuchar el carraspeo de Thomas, Ralph rio aún más por eso. Alexander volvió a abrazarla, pero ella le dejó la mano en la cara y, en lugar de enojarse, sonrió más, Narel solo rodó los ojos por lo estúpido que se ponía con solo una copa.

—Te dije que no estuvieras tomando con el estómago vacío.

—Si me hubieras dado pastel, no estaría vacío.

—Voy a reventarte esa botella en la cabeza.

—No lo harás, boba de mi vida. Porque tengo a Steph en mis brazos. —Alexander le sonrió, Narel frunció el ceño.

—Nar. —Elijah la jaló del brazo, Narel lo tomó en sus brazos y comenzaron a comer.

—No tomes más, después tienes que irte con los niños.

Déjalo en paz. —Narel levantó la vista y frunció el ceño al mirar a Ralph opinar en español—. Se le pasará con la comida, déjalo en paz.

Para fortuna de Ashley, lo que Alexander y Ralph habían ido a comprar fue alcohol, tanto vino para el almuerzo como otros más fuertes para después pasar el rato. Pero, por petición de Narel —aunque más que otra cosa fue para que dejara de fastidiar— les dijo que no lo sacarían hasta la tarde/noche, después de que Alexander fuera a dejar a los niños al departamento. Así se quedaron en el día jugando en la piscina y, cuando se aburrían del agua, se quedaban jugando cartas o conversando. La única que no participaba era Narel, ya que Thomas la tenía sentada junto a él, más bien entre él y Helen, para que no los estuviera molestando. Pero, a pesar de eso, ella estaba tranquila jugando con Emma y Stephanie, y solo era en los momentos en que estuvo fuera de la piscina, que fue muy poco tiempo.

Cuando el sol ya comenzó a bajar, Thomas decidió que la piscina se terminaba por el día y era hora del pastel. Alexander estaba ansioso porque no sabía en dónde lo había dejado Narel y quería saber qué le dibujó. Para su sorpresa, esa vez no fue nada del Arsenal, como esperaba él y todos los que no lo habían visto, sino que el tigre dientes de sable de la película Ice Age, porque ellos decían que el mamut era Thomas, el perezoso Narel, el tigre era Alexander, el niño era Nicholas y Garreth los dodos. Nicholas había decidido que él era todos los dodos juntos solo para fastidiarlo porque aún no llevaba a Melissa a casa por miedo a Narel. Aunque la repartición de los personajes la hicieron antes de que George apareciera en sus vidas. A los pocos minutos de compartir el pastel, Alexander se fue a dejar a los niños al departamento, acompañado por Thomas. Narel pensó que iba con su hermano porque no volvería, así que se despidió de los tres y se quedó ayudando a Helen a ordenar todo lo sucio, después de eso subió para hacer dormir a Emma y para contarle un cuento a Elijah, no podía solo darle atención a Emma porque Elijah le pedía aún más tiempo. Los demás, en cambio, prepararon algunas cosas de frituras y quesos afuera y todo el alcohol que compraron. Los únicos que no tenían permiso de participan eran George y Nicholas, quienes se fueron a la habitación de Narel para jugar PlayStation y esperarla mientras ella hacía dormir a sus hermanitos, porque tampoco participaría de eso.

 

**********

 

—No bajará de nuevo. —Garreth habló mientras jugaban cartas, sentados afuera, aunque el juego solo era la tapadera de lo que bebían.

—Llevaba demasiado rato mirando la ventana. —Ashley, a su lado, lo secundó.

—Dijo que bajaría, téngale un poco de fe. —Ashley y Garreth miraron a Brandon.

—Apostemos. —Garreth sonrió de medio lado—. Yo digo que no bajará.

—Me uno a ti, Garreth. No bajará. —Era el turno de Ashley de jugar, iban por la mitad del juego de la canasta.

—Yo apoyo a Brandon. —Harper sacó sus cartas—. Yo creo que sí bajará.

—No lo hará. —Jesse, junto a su novia, dio su opinión.

—Yo espero que no baje. —Ashley y Garreth miraron a Ralph, esa respuesta había sido rara—. Si baja, es porque no la ama como dice y es mejor que la deje en paz.

—¿Por qué lo dices? —Pero fue Brandon quien preguntó—. Yo lo he visto y está sufriendo de verdad.

—Yo sé por qué lo dices. —Ashley se quedó mirando fijamente a Ralph, él le sonrió—. Si baja, es porque prefiere embriagarse y alcoholizarse en lugar de Nar… Estaría eligiendo de nuevo y no sería a ella. ¿Verdad que es eso?

—Exactamente eso. —Ralph se quedó mirándola, Narel siempre le habló de su mejor amiga, y en ese momento entendía todo lo que le decía de ella, se notaba que Ashley tenía todo lo que a Narel le faltaba de saber entender a las personas—. Pero también está el hecho de que ella no lo quiere ni ver… Por eso, si baja sin ella y está mal, podré perdonarlo porque fue ella quien no lo dejó quedarse. Pero si baja sin mostrar rastro de tristeza, únicamente para seguir bebiendo, no tiene derecho a volver a intentarlo una vez que arregle todo.

—No te preocupes por eso, ni Garreth, ni Jesse ni yo estamos dispuestos a dejar que lo vuelva a intentar, no después de todo lo que la ha hecho llorar. —Brandon miró a su novia hablar, se veía demasiado segura, a pesar de que le dijo que no se metiera en esa relación, ella seguía insistiendo. Suspiró, ya no podía hacer nada.

—Ash ¿tú también me elegiste a mí antes del alcohol? —Ashley miró a Brandon cuando le hizo esa pregunta, no sabía cómo responderle.

—Claro que no. —Aunque fue Garreth quien se adelantó—. Ashley eligió entre el alcohol y Nar, y la eligió a ella. ¿Verdad, Ash? —La mencionada asintió—. Después de lo que pasó con el que era amigo tuyo, Ash eligió, y tuviste suerte de que Nar le hablara bien de ti por lo que Alexander le decía, sino serías solo uno más de la lista. —Ashley golpeó a Garreth en el brazo por eso último, él sonrió.

—Eso último no es tan así, yo elegí a Nar primero y después a ti, porque ella me defendió por ti. Fue la primera persona en defenderme de esa manera y se lo debo, por eso no dejaré que el estúpido le haga más daño.

—No entiendo por qué no quiere decirle lo que pasa. —Jesse se unió a la conversación, él ya sabía lo sucedido con Ashley y el golpe dado por Narel.

—Porque la conoce mejor que todos nosotros, según él. —Ralph acomodó algunas de sus cartas sobre la mesa—. Y según él, si le dice, ella no lo entenderá y se va a querer ir. No creo que sea tan así. ¿Tú qué opinas sobre eso, Ashley?

—Yo creo que Nar sí entenderá, quizás lo vea de otra manera, pero sí entenderá. Alex estaba en proceso de divorcio y le salió esto. Entiendo que él no quiera preocuparla, pero el muy bobo está pasando por todo esto solo y Nar… Ustedes ya vieron a Steven.

—Steven quiere ser mi cuñado con todo. —Garreth sonrió al pensarlo, había imaginado a Alexander en ese lugar, pero estaba siendo desplazado por estúpido.

—Nuestro cuñado. —Añadió Jesse al mirarlo—. No es solo tu hermana. Y sí, tienen razón, él está ganando puntos que pierde o perdió Alex por bobo, Steven está haciendo todo lo que ella esperó de Alex.

—La luz de la habitación se apagó. —Todos miraron la ventana después de escuchar a Ashley—. Ahora veremos quién ganó la apuesta.

Pasaron los minutos y Alexander no bajó. Quedaron de acuerdo que los perdedores tendrían que pagar el almuerzo al otro día, así que les tocaba a Harper y Brandon. Aunque este último sonrió al ver que su amigo no bajaba, quizás todavía no estaba todo perdido para él, quería volver a verlo bien, no solo porque su rendimiento en fútbol había disminuido, sino que también porque se veía demasiado triste cuando lo hicieron elegir y no le gustaba verlo de bar en bar. Y, a pesar de los comentarios de la mesa, él entendía por qué Alexander no quería decirle nada a Narel, sabía que era porque temía volver a ilusionarla y que todo se arruinara, prefería mantenerla lejos y que creyera que todo estaba mal, a volver a verla feliz con él y que todo se perdiera para siempre. Alexander le había dicho que tenía una pequeña probabilidad de recuperarla si no le decía nada, pero si le contaba todo y no funcionaba, ya no habría solución para ese corazón roto. Él le había comentado a Brandon que Narel estaba apagada y que, a pesar de todo el esfuerzo, no podía hacerla brillar como antes, y estaba así desde que su suegra le dijo del tercer hijo. Eso había comenzado a romper su corazón y temía romperlo por completo, porque sería su punto de no regreso. Brandon estuvo de acuerdo cuando su amigo le dijo que quizás no era su momento de estar juntos, pero sí más adelante, que él no se rendiría tan fácil porque sabía de los sentimientos de ella y tenía más que claro que no se apagarían tan rápido. Pero que en ese momento prefería estar como estaban y que recuperara su brillo a que se apagara para siempre y lejos, muy lejos, de él. Esperaba que todo se solucionara pronto, sin importar las consecuencias que eso tuviera.

Alexander, por otro lado, subió y entró a la habitación de Narel, estaba iluminada solo por el Universo. Como acto de inercia, cerró tras de sí y le puso seguro, luego encendió la luz. Se acercó a la cama y la vio dormir, cambió de parecer y se metió al baño, fue a buscarla con la idea fija de hacerla bajar, quería que compartiera a pesar de que sabía que no le gustaba estar con ellos mientras bebían y se alcoholizaban, pero él esperaba convencerla con que estaban jugando cartas. Aunque, al verla acostada, prefirió meterse al baño y prepararse para acostarse. La extrañaba y no perdería esa oportunidad de dormir con ella. Salió del baño, se quitó por completo la ropa, apagó la luz para quedar solo iluminados por el Universo y se metió junto a Narel, ella estaba en su lugar de la cama, así que él se acomodó en el que le correspondía.

—¿Qué haces aquí?

—Pensé que estabas dormida.

—Con todo el ruido que haces, es difícil. —Narel volteó para mirarlo—. Hueles horrible, mejor te vas a dormir a otro lado.

—No huelo tan mal, si no bebí tanto y ya me lavé los dientes. Vuelve a dormir.

—Te sale el olor a alcohol por los poros. —Alexander sonrió, Narel lo miró con esa cara llena de maldad—. Puedes quedarte a dormir.

—¿De verdad? ¿Así tan fácil? —Él sabía que algo le estaba pasando por esa cabeza loca.

—Claro, pero en tu mitad de la cama y mañana cuando despierte, y tú sigas durmiendo con un dolor horrible de cabeza, me encargaré de que no puedas volver a dormir.

—¿Sigue siendo mi lado de la cama? —Ambos se miraron fijamente, de todo lo que dijo, solo la había tomado en cuenta con eso—. Bien, no cruzaré la frontera, pero tú sí lo harás. —Alexander la rodeó de la cintura y la acostó encima de él. Narel lo golpeó con los puños en el pecho, pero él solo sonrió.

—Estás sin ropa. ¿Por qué?

—Mejor no te muevas tanto o saldrás perdiendo. —Alexander la tomó de las caderas, subiéndole un poco la camisa—. Es tu decisión.

—Bien… —Se acomodó entre el cuello y el hombro de él.

—¿Te vas a quedar quieta? —Alexander subió sus manos, levantándole aún más la camisa.

—Sí. Como una momia.

—Mejor para mí. —Él bajó sus manos y le acomodó las piernas para que lo rodearan. Narel medio se levantó para mirarlo. Alexander movió sus caderas y sonrió al verla morderse el labio—. Si te mueves, vas a perder.

—Estás haciendo trampa, esto no se vale.

—Tienes tantas ganas como yo de que esto pase, no lo puedes negar. —Narel sintió sus mejillas arder, Alexander le estaba tocando las piernas—. Tu cuerpo reacciona al mío con un simple roce y lo sabes.

Narel juntó sus frentes, lo que le decía era verdad. Llevaba unas cuantas semanas que, con el simple roce de sus manos, su cuerpo tiritaba. Cuando entrenaban jugando basquetball en el aro del patio, Alexander le quitaba el balón o le tapaba los lanzamientos y tenían algún tipo de roce, ella sentía que todo su cuerpo lo extrañaba. Sabía que era por lo que sentía por él, además de la costumbre del tiempo que estuvieron juntos, en donde, prácticamente, vivían en pareja y bastante activa. Pero, por muchas ganas que tuviera, no se lo diría porque él amaba a Marianne. Aunque, en ese momento, con las frentes juntas, mirándose a los ojos, con las manos de Alexander recorriéndola y sintiendo la respiración agitada de cada uno, poco y nada le importaban los sentimientos.

—¿Sin mezclar sentimientos?

—Vamos a mezclar otras cosas…

Él se silenció cuando ella lo besó. Y, tal y como las otras veces en que llevaban unos días sin verse, a Alexander no le importó ni la ropa, simplemente volvió a tenerla para él.

—Siento que me va a explotar la cabeza. —Alexander se pasó la mano por el cabello, Narel le besaba el cuello, habían terminado hace unos minutos y estaban recuperándose.

—Siéntate, es por todo lo que bebiste. —Ella se levantó y se le sentó encima—. No te llega oxígeno al cerebro.

—Termina de quitarte la ropa. —Narel se quitó la camisa mientras Alexander se sentaba y se apoyaba en el respaldo—. Toda la ropa. —Ella obedeció y él volvió a tomarla de la cintura para sentarla encima, a horcajadas. Narel lo abrazó por el cuello y se quedó pasándole los dedos por el cabello.

—Tienes que cortarte todo esto que te sobra.

—¿Está muy largo?

—Hace rato que te estoy diciendo que sí, tienes que cortarlo. —Alexander movió las caderas, Narel le jaló el cabello.

—Pero te sirve para eso. —Sonrió de medio lado. Ella lo besó—. Dame unos minutos, preciosa. Deja que mi cerebro vuelva a respirar. —Narel se quedó besándole el cuello y más abajo, él solo sonreía al sentirla—. Tu cuerpo volvió a cambiar con todo el entrenamiento, tengo que volver a conocerlo… Deja de bajar, preciosa. Dame mis minutos…

—No es mi problema que te pusieras a beber. —Narel volvió a sentarse de frente a él para mirarlo.

—No sé qué haré contigo, preciosa. —Alexander le pasó los dedos por las mejillas, dejándole los rizos tras la oreja, ella solo lo miró. Sintió las manos de Narel bajar por su estómago y más abajo del ombligo—. No sé lo que haré…

—Yo sí sé, nos iremos al infierno.

—No, preciosa. Si sigues bajando, nos iremos al cielo.

—Pero en el infierno se pasa mejor.

Y no le quedó de otra más que entregarse, luego de eso, se entregó por completo a ella y le encontró razón, en el infierno se pasaba mejor. Olvidó la molestia en la cabeza porque, así como Narel lo recorrió por completo, él volvería a conocer ese cuerpo que había cambiado en esos meses que no la tuvo y, si tenía que estar toda la noche descubriendo hasta el más mínimo detalle, lo haría, eso no lo dudaba. Las risas de los chicos afuera llegaban a sus oídos de vez en cuando, pero para ellos no era importante, estaban demasiado ocupados.

Cuando despertó, Alexander la tenía abrazada por la espalda con demasiada fuerza, como si no quisiera que se alejara. Lo último que recordaba de lo que hicieron era el susurro de Alexander en su oído pidiéndole que no se pusiera pijama esa noche, y luego los besos de él en su cuello y parte de su espalda. Como siempre, había terminado durmiéndose antes que él. Se movió un poco y miró la hora, ya era tiempo en que Nicholas con George llegaban a buscarla por el desayuno. Sintió el pomo de la puerta moverse, no sabía si Alexander le puso seguro cuando entró.

—Alexander, sé que estás allí, te he dicho que esta puerta se queda abierta por el día y sin seguro en las noches.

Narel se quitó los brazos de Alexander y se levantó, ese era Thomas y no quería castigos, quedaba poco para el viaje a Italia, que culpara de todo al que dormía. Tomó un poco de ropa que, por flojera, no ordenó el día anterior y se metió al baño, abrió la llave para que sonara la ducha, sabía que Thomas entraría con la copia de la llave, Alexander no tenía permiso de portarse mal con ella. Pero si el mayor entraba y la escuchaba en el baño, no tendría ningún castigo. De todas maneras debía apurarse, quería hacer el desayuno y sentarse entre Thomas y Helen, porque Alexander se enojaría con ella.

—Despierta. —Thomas entró y se paró junto a la cama. No veía a Narel, pero se escuchaba el ruido del agua de la ducha.

—Déjame en paz, es domingo. —Alexander tomó una almohada y se la dejó en la cabeza, acostándose de boca.

—Espero que tengas ropa interior puesta.

—Estoy sin nada, déjame en paz.

—¿Qué te hiciste en el cabello? —Thomas le preguntó al quitarle la almohada. Alexander espabiló.

—Nada. ¿Por qué lo dices? —Se pasó la mano por la cabeza y sintió lo que tenía—. ¿Qué tengo?

—Una cabeza como la de Bob Marley. —Alexander se sentó mientras se pasaba los dedos por el cabello—. ¿Qué estuviste haciendo anoche?

—Cosas —contestó sin darle importancia, sonrió de medio lado al recordar algunas de las cosas que hizo, después frunció el ceño—. Voy a matarla.

—De hace rato que debiste cortarte el cabello. Te lo hemos dicho.

—Iba a ir hoy…

—Sí, claro… Levántate, tienes que quitarte todo eso. Y no vuelvas a ponerle seguro a esa puerta.

—Es mi habitación. —Thomas lo miró fijamente, tratando de no reír al verlo con ese cabello.

—Pero sigue siendo mi casa, y si te digo sin seguro, se queda sin seguro. Además, por lo que sé, tú y ella ya no están juntos y no tienen nada que andar encerrándose.

—Buenos días, Thomas. —Narel salió del baño, los miró y ellos también. Alexander tenía el ceño fruncido, de seguro era por el peinado—. Hola, Alex. ¿Cómo está tu cabeza?

—¿Por qué me hiciste esto?

—Anoche dijiste que podía hacerte lo que yo quisiera. ¿No recuerdas? —Narel abrazó a Thomas y le besó la mejilla. Alexander asintió lentamente, comenzaba a recordar aquello.

—Pero no me refería a eso.

—¿A qué te referías? —Alexander sintió un frío por el cuello al escuchar ese tono de sobreprotección por parte de Thomas.

—A nada, nada…

—Vamos a desayunar, Thomas. —Narel comenzó a salir de la habitación—. Apúrate, Alex. Tú quisiste beber y beber anoche y no te dejaré dormir en el día.

Tanto Thomas como Narel bajaron a la cocina, Alexander se dejó caer con frustración de espalda a la cama. Esa boba, se había metido al baño solo para que no la regañaran a ella y le había arruinado el cabello. La perdonaría solo por todo lo que se quemaron en el infierno la noche anterior. Se puso de pie, se daría un baño o lo seguiría molestando con eso de que le salía alcohol por los poros. Además, debía ir a que le cortaran el desastre que le dejó en el cabello.

Tomó su ropa y vació los bolsillos, fue cuando se dio cuenta de que aún llevaba el teléfono de Narel. Lo dejó bajo de la cama, así ella pensaría que se le cayó en un momento y que por eso había desaparecido. Luego sacó ropa limpia del armario y se metió al baño, primero vería si eso que le dejó en el cabello salía con algo de agua y shampoo. Aunque, cuando se miró el espejo y vio realmente como estaba, lo dudó. Esa boba, le dejó la cabeza llena de pegamento. En aquel momento recordó que le dijo le haría un peinado con el gel que George y Nicholas se compraron, él solo asintió porque la tenía sentada a horcajadas y estaba más entretenido pasándole los dedos por la espalda, recuperando fuerzas para volver a besarla por completo. Nunca se imaginó que ese peinado no era con gel, sino que con pegamento. Estaba a punto de meterse a la ducha cuando las ventanas vibraron y la música sonó demasiado fuerte. Su cabeza volvió a dolerle. Luego se detuvo, se escucharon pasos en la habitación de Garreth y gritos en el balcón, él solo suspiró, esa boba… todo debía ser obra de esa boba. Se duchó.

Cuando entró a la cocina, todos los bebedores estaban sentados a la mesa, con notorias ojeras, al parecer Narel había logrado despertarlos con la música a todo volumen que puso, incluso estaban Jesse y Harper. Alexander se fijó que Nicholas con George se encontraban con Narel, que cocinaba, y la abrazaban y la besaban. Se acercó a ellos para separarlos.

—¿Por qué andas con esa gorra, Alex? —Nicholas le preguntó al mirarlo.

—Porque no quiere mostrar el peinado tan genial que le hice, es un antipático. —Alexander frunció el ceño al mirarla. Narel le pasó la mano por el cabello a Nicholas—. Vas a ir con Alex a que te corten el cabello, ya lo tienes muy largo.

—Pero…

—No estoy preguntando por tu opinión, vas a ir y ya. —Alexander con George comenzaron a reír por esa orden, ella se tomaba muy en serio el cuidar a Nicholas—. Tú también vas con ellos, Georgie.

—¿Por qué? —Esa vez fue el turno de Nicholas de reír—. Si no estoy estudiando aún…

—Eso a mí no me importa, solo quiero que anden ordenados y presentables para lucirlos como mis esclavos, no que me hagan pasar vergüenza. Irán a cortarse el cabello los tres y no hay nada más que hablar al respecto. Y ahora a trabajar, porque hay muchas bocas que alimentar hoy.

—¿Te acuerdas cómo se hace el levantamuertos? —Ralph se acercó a ellos, los esclavos continuaban cortando fruta y Narel seguía cocinando los panqueques.

—No, y no haré, no es mi problema que se pusieran a beber de esa manera.

—No nos vendría mal uno de esos, Nar. —Alexander se paró a su lado para ayudarla—. ¿Por qué no nos haces uno? —Narel giró y vio a los alcohólicos, cuál de todos estaba peor. Suspiró.

—Bien, pero ustedes terminan de ordenar esto porque los demás desayunaremos bien. Y se lo van a tomar afuera. —Alexander sonrió y le besó la mejilla. Después caminó donde los demás y les dijo que irían a desayunar afuera.

—Él también te controla un poco. —Ralph se quedó con ella mientras los demás ordenaban afuera. Thomas con Helen y los niños habían ido a comprar un poco de leche y entraron por atrás, se unieron al resto.

—Sí, yo lo dejo, sobre todo con las comidas porque me cuida. —Ralph la miró, ella había comenzado con lo que le pidió, picando la cebolla.

—Pensé que me dirías que no.

—No voy a negarlo, Alex tiene un poco de control en mis decisiones de hace rato, y más cuando estuvimos juntos. Entendí varias cosas cuando estuvimos juntos, entendí por qué me cuidaba con las comidas y esas cosas.

—¿No te deja ser una bolita?

—No, pero lo soy igual. —Ralph comenzó a reír.

—¿Estás bien aquí? —Narel estaba concentrada preparando la sopa que le llamaban levantamuertos, aunque no era más que un guiso de pescado con algunos mariscos y mucha cebolla, además de otros condimentos, que se debía tomar caliente.

—Sí, me siento en familia… Aunque sea raro por todo lo que pasó con Alex… Me siento bien.

—-Thomas y Helen te adoran, al igual que sus hijos… Es como si fueras de verdad su hija.

—Esa es la manera en que los veo, tú sabes bien la relación que tengo con mis padres biológicos, tener a Thomas y Helen en mi vida hace que me mantenga con un poco de los pies en la tierra.

—Antes yo hacía eso… —Narel lo miró, Ralph estaba a su lado, apoyado en el mueble junto a la cocina. Ella le puso tapa a la olla para dejar que se cocinara—. Le falta el vino blanco a eso, sino no sirve.

—Qué odioso eres. —Ella había omitido esa parte, Ralph comenzó a reír al verla echarle vino.

—¿Te acuerdas cuando nos besábamos?

—Claro que sí, si tú me enseñaste el arte de los besos. —Narel lo miró y él a ella, ambos sonrieron porque así era como Ralph llamaba a eso que hacían—. Ahora que lo pienso, nunca entendí por qué lo hiciste.

—Porque no me gustaba verte con otros. Eras como mi hermanita pequeña, no quería que nadie se te acercara.

—Pero era como si besaras a tu hermana, ¿no es raro eso?

—No eres mi hermana. ¿Nunca sentiste algo por mí? —Ralph la vio sonrojarse.

—Sí… era normal, supongo… Antes de venir a Londres yo soñaba contigo… Después de arreglar todo con Teby, yo soñaba con una vida contigo.

—Nunca me lo dijiste.

—Porque te veía, andabas con una y otra y además me besabas a mí. Sabía que solo era un sueño porque tú nunca me verías con esos ojos, yo siempre sería la pequeña niña que debías cuidar. —Ralph la miró fijamente, eso que decía era verdad.

—¿Y ahora? —Él se acercó y le tomó la cara—. Ya no eres una niña pequeña que debo cuidar, eres toda una mujer. Ya no tienes diez años, sino que vas a cumplir veinte… Ya no es necesario que te enseñe a besar… Y ahora ¿te gustaría que te viera de otra manera?

—Pero… pero… —Ralph juntó su frente con la de Narel—. Yo quiero a Alex… —Ralph comenzó a reír y se separó un poco.

—Me gustaría verte feliz con él, son iguales.

—¿Qué crees que haces? —Alexander entró sin que ninguno lo notara y le tomó el brazo a Ralph, mirándolo con el ceño fruncido al tener a Narel de esa manera.

—La pongo a prueba. —Narel frunció el ceño al escucharlo, Ralph la soltó—. Tú pasaste la prueba anoche, ahora le tocaba a ella. Ustedes son unos estúpidos.

—Voy a reventarte esa botella en la cabeza. —Alexander le quitó la botella de las manos, sabía que no lo haría, pero mejor se aseguraba. Ralph salió de la cocina riendo—. A veces lo odio con todo mi corazón. Esta cosa está lista.

Narel comenzó a servir los platos y Alexander a repartirlos. Luego se sentaron junto al resto, él se aseguró de que no comiera más de dos panqueques, a pesar de que ella quería cuatro, no la dejó. También le dijeron que, por la apuesta perdida, Harper con Brandon se encargarían del almuerzo, aunque no dijeron el por qué habían apostado. De a poco, y gracias a la sopa, los que se quedaron bebiendo fueron tomando mejor cara. Luego del desayuno y de conversar un rato, Alexander salió con los esclavos a cortarse el cabello, pero en ningún momento se quitó la gorra, por mucho que intentaran, nadie pudo. Narel sabía que cuando volviera la mataría, porque él no se había dado cuenta de que la única manera de quitarse eso era cortándose el cabello hasta casi quedar calvo. Aun así, no le importó, moriría feliz luego de verlo con el cabello tan corto.

—Nar, estaba esto afuera para ti. —George entró corriendo, Narel recibió el paquete, estaba cerca de donde guardaban las cosas de la piscina. Le pasó la mano por el cabello y le sonrió.

—Eres el niño perdido de Nunca Jamás más hermoso que he visto en la vida. —Narel le besó la mejilla, George la abrazó.

—¿Y yo? —Nicholas empujó a George y la miró, Narel le sonrió.

—Tú eres el Russ más lindo de todos. Después de Elijah. —Nicholas la abrazó, George se paró junto a ellos, querían ver lo que había en el paquete.

—Tú… —Y ese era Alexander, la mataría—. Mira lo que me hicieron. —Alexander se quitó la gorra, Narel estalló en carcajadas—. Esta vas a pagarla, no te perdonaré ni siquiera por ser tú.

—Te queda bien, pareces militar… Te ves bien… —Alexander frunció el ceño, solo tenía una ceja en ese momento. Se escucharon las risas y burlas de los demás—. Ignóralos, te ves bien, tus ojos se ven bien… —Alexander enrojeció por eso.

—¿De verdad? ¿No lo dices solo porque no quieres mi venganza?

—Te ves bien, Alex. Tus ojos se ven mejor que antes, esos celestes… —Narel se le quedó mirando, era verdad lo que le decía.

—Entonces las chicas me mirarán más ahora. —Narel bajó la mirada y comenzó a abrir el paquete.

—Sí, claro. —Alexander sonrió, le gustaba que se pusiera celosa, pero que no pasara de eso.

—¿Qué es eso?

—También queremos saber, por eso estamos aquí. —Los tres se acercaron a mirar, Narel sacó un libro con una tarjeta.

—Dice: «Sé que el veintitrés de abril ya pasó y que no te gustan las rosas para que sea una rosa y un libro, pero lo vi y me acordé de tu amor por Edgar Allan Poe y lo compré. Espero te guste. Steven». —Narel levantó la cabeza porque Nicholas con George comenzaron a molestarla con Steven, pero no les duró mucho porque Alexander los mandó a callar. Ambos se fueron, él estaba enojado.

—¿Por qué te sonrojas?

—No lo sé… —Narel lo miró, tenía el ceño aún más fruncido—. ¿Estoy así?

—No me gusta él.

—Me tiene que gustar a mí, no a ti.

—¿Entonces te gusta? —Narel sintió sus mejillas arder, los ojos de Alexander brillaron—. Te gusta…

—Tenemos gustos parecidos… la pasamos bien juntos… —Alexander dio un paso atrás, sentía que en cualquier momento le caerían un par de lágrimas, la estaba perdiendo, ella solo se sonrojaba con él, con nadie más. Y a veces con Ralph, pero ese era otro cuento—. Puedo ir a los museos con él y esas cosas que me gustan.

—No te quiero con él…

—No puedes meterte en eso.

—No te hará bien…

—¿Y tú sí me hiciste bien?

Alexander se quedó quieto al mirarla pasar, ella entró a la cocina. No hizo el intento de detenerla, le daría su espacio porque él también necesitaba estar solo. Caminó a la puerta que daba a la calle por el patio, se iría un rato a la casa de al lado, la que era de los dos, debía pensar. Los demás se quedaron mirándolos sin entender, luego Nicholas con George les explicaron lo que pasaba. Ninguno hizo nada por ir a buscarlos, les darían tiempo para pensar, meditar y llorar.



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