Alexander estaba sentado en el sillón de la sala de Thomas. Tenía la televisión encendida pero no veía nada, simplemente era para no sentirse tan solo. No era tan tarde, según Nicholas que había subido hace unos minutos, apenas pasaban de las ocho de la noche. Pero él sabía que su hermano solo se lo dijo para tranquilizarlo. Narel aún no llegaba de la competencia de natación. El día anterior, Thomas le comentó que ella había decidido quedarse con sus amigos y primos de Brighton para pasar el resto de la tarde del sábado con ellos. Ralph quedó en que la llevaría de regreso el domingo a Londres, pero ella le dijo a Thomas que no se preocupara, porque Steven quería regalarle un paseo antes de que regresara a casa, como premio por haber obtenido el segundo y tercer lugar en las competencias. Y eso, a Alexander, lo tenía intranquilo. Ella debió llegar temprano a casa ese domingo, antes del desayuno, pero no fue así, ya todos estaban en sus habitaciones preparándose para dormir, menos él que la esperaba. Cuando la puerta se abrió ya casi eran las diez de la noche. Se levantó de un salto para verla. Narel lo miró fijamente, seguía desarreglado, ya le comenzaba a crecer la barba, un poco, pero no estaba acostumbrada a verlo así.
—¿Por
qué no estás en tu casa?
—Quería
verte… Es decir, quería ver que llegaras bien.
—Pero…
¿por qué hoy? Deberías estar con Marianne… —Se silenció, Alexander la abrazó.
—Me
alegra verte bien, me dijeron que ganaste… más o menos…
—Sí…
—Alexander sintió que buscaba algo en su bolso, le dio espacio—. Esto es para
ti. —Alexander recibió las dos medallas, la de plata y la de bronce—. Esta es
porque tuve el segundo lugar en nado y esta es por el tercer lugar en clavados…
Competí en clavados, así como ustedes. —Alexander la vio sonreír.
—¿Por
qué me las das a mí y no a Thomas, como siempre?
—Porque
tú estuviste conmigo ayudándome con la pierna casi todos los días, jugando
basket conmigo en el patio, me hiciste perder el miedo. Si tengo esas medallas
es por ti. —Narel se quedó mirándolo fijamente, a pesar de todo lo desarreglado
que estuviera, no podía evitar perderse en esos ojos celestes—. Iré a avisarle
a Thomas que ya llegué y luego comeré algo. —Alexander le tomó el brazo cuando
giró.
—No
te preocupes por Thomas, te guardé pizza de la que te gusta.
—¿De
esa con un poco de picante y salsa barbecue? —Alexander asintió—. Iré a comer
entonces.
—Llevaré
tu bolso arriba y le diré a Thomas que llegaste. —Narel le sonrió al asentir,
Alexander giró, pero antes de eso, ella notó que se colgaba las medallas al
cuello. Se fue a la cocina y comenzó a prepararse las cosas para comer—. ¿Por
qué tardaste tanto en llegar?
—Steven
me llevó a Stonehenge, fue espectacular, estar entre esas ruinas tan antiguas…
tan llenas de misterio… lo mejor del último tiempo en mi vida. —Alexander la
vio sonreír demasiado, él sabía que ella quería recorrer ruinas y aprender de
culturas antiguas, pero él no podía llevarla a ningún lado—. Tomé algunas fotos
si quieres ver.
—Después…
pensé que no volverías, como tienes la semana libre por la competencia.
—Sabes
que no, no hoy… —Alexander la miró mientras comía, pensó que lo olvidaría—.
Hubiera estado de vuelta aunque se estuviera acabando el mundo. Pero no
esperaba verte aquí…
—¿Estás
saliendo con Steven?
—¿Saliendo
cómo? Hoy me llevo a Stonehenge, eso es salir ¿o no?
—No,
boba… —Alexander, a pesar de sentirse mal por lo que sucedía, sonrió por eso—.
Si ya son novios…
—No…
¿por qué lo seríamos? Solo somos amigos, a él le gustan cosas como las que me
gustan a mí, como Stonehenge… y los museos… dijo que la próxima vez que venga a
Londres me llevará de paseo por los museos de Londres. —Ella le sonrió a
Alexander. Él simplemente la miró, a veces no entendía cómo no podía darse
cuenta de lo que tenía al frente—. Es genial tener a alguien que tenga gustos
parecidos para poder ir a esas cosas, a ninguno de ustedes les gustan, ni a
Thomas que es tan estirado.
—Pero
cualquiera de nosotros te llevaría solo para verte feliz.
—Y
se aburrirían todo el tiempo y terminarían frustrándome. —Alexander se quedó
mirándola, eso era verdad, por eso evitó llevarla al Louvre cuando fueron a
París—. Pero no importa, ya encontré a alguien que me acompañe, aunque viva en
Glasgow, me dijo que eso no era problema para él porque solo son tres horas de
diferencia. ¿No es genial? ¿Tener alguien a quien le importas de esa manera?
—Alexander apretó los puños sobre sus muslos.
—Bebe
algo, no vayas a ahogarte, estás traga que traga. —Narel obedeció, ya casi no
le quedaba pizza.
—¿Qué
hora es?
—Pasan
de las diez de la noche, ya casi las once.
—Vamos
a ver tele, no te dejaré dormir aún. —Se levantó y le tomó la mano, jalándolo a
la sala—. No voy a desaprovechar esta oportunidad. —Alexander se sentó en el
sillón de antes, Narel se acomodó a su lado, le tomó el brazo y lo dejó para
que él la abrazara mientras ella se le apoyaba en el hombro—. Podemos estar así
¿verdad? —Alexander asintió, si por él fuera la tendría siempre así—. Están
dando los juegos de repetición de Wimbledon. Me gusta él, ese tenista es bueno
y es chileno, como yo.
—Solo
viviste dos meses allá, eso no te hace de ese país. —Narel sintió a Alexander
sonreír al momento en que la abrazaba más.
—Pero
es lo mismo, nací allá como él y me gusta. Juega bien, mejor que los otros dos
que son conocidos de allá. Pero le tocó contra Federer, nadie puede contra él,
el mejor de todos los tiempos.
—¿Y
Björn?
—Fue
bueno igual, el mejor yo creo que de sus tiempos. Pero Federer es Federer,
incomparable.
—Yo
creo que el español y el serbio son buenos igual.
—Nadie
dice lo contrario, son buenos, aunque me gusta más el serbio, su juego es más
tenis, por decirlo de alguna manera. Pero sigo eligiendo al suizo por sobre
todo.
—¿Y
Murray? Como te gusta tanto Glasgow…
—Federer
y Murray, los máximos exponentes para mí. Los amo a los dos. —Alexander sonrió
más por eso, si había algo que le gustaba de ella era eso, que se podían sentar
a ver deportes o alguna película y, a pesar de tener gustos distintos, podían
conversar igual. El teléfono de Narel sonó, ella lo tomó y lo apagó. Luego lo
besó en la mejilla—. Feliz cumpleaños, bobo de mi vida. No vuelvas a pensar que
no seré la primera en saludarte, menos en un día en que cumples veinte, no
cumples veinte todos los años. —Alexander la miró y le acarició la mejilla,
dejándole los rizos tras la oreja.
—Quiero
pedirte un regalo.
—¿Qué
cosa?
—Primero
promete que no te enojarás. —Narel frunció el ceño por eso, algo tramaba.
—Lo
prometo… —Alexander juntó sus labios, Narel lo abrazó por el cuello para
responderle el beso, él la apretó más fuerte por la cintura—. Alexander…
—Prometiste
no enojarte…
—No
es eso. —Narel lo miró fijo a los ojos—. Siempre voy a amarte, aunque tú no me
ames a mí. —Alexander juntó sus frentes, aguantando las ganas de decirle que
también la amaba, no quería volver a ilusionarla para luego tener que terminar
con todo—. ¿Quieres ver Wimbledon conmigo otro rato? Te extrañaba… —Él asintió
y ella volvió a acomodarse entre sus brazos.
—¿Ya
no estás enojada conmigo?
—Cuando
salté por los clavados… Fue algo raro, sabes que esas cosas me dan como algo en
el estómago.
—Vértigo
se llama.
—Como
sea que se llame, cuando la entrenadora me dijo al principio pensé en decirle
que no, pero no lo hice, le dije que sí y ya…
—Es
porque cuando estás frustrada piensas algo y haces otra cosa, como cuando
rompiste las ventanas del vecino o amarraste a las demonios… Es normal en ti
eso… Como la moto…
—Cuando
di el primer clavado, me sentí diferente… Y seguí sin importar nada, no tenía
miedo en ese momento… pero estaba llorando, cada vez que saltaba lo hacía
llorando, y más en el de diez metros. —Alexander la abrazó más al escucharla—.
Pero cuando di ese salto, me sentí diferente, rara, como que había dejado
muchas cosas arriba y salí de otra manera… Quizás fue porque me sangró la
nariz.
—Como
siempre.
—Me
di cuenta de que te extrañaba… cuando salté el de diez metros, me di cuenta de
todo lo que te extrañaba y que no importaba si no sentías lo mismo que yo por
ti, que me hubieras mentido, porque es normal en los humanos sentirnos
confundidos con los sentimientos de vez en cuando. —Alexander miró hacia otro
lado, a un punto con luz porque necesitaba llorar y no quería—. Tú no estabas
pasando por buenos momentos, lo de Leah, tu mamá, no estabas bien en tu
relación con Marianne… Estabas confundido y pensaste que sentías algo por mí
que no era… Y quizás si no hubieras pasado por todo eso conmigo, no te habrías
dado cuenta de que en realidad amas a Marianne y es con ella con quien quieres
pasar toda la vida. —A Alexander no le sirvió simplemente mirar la luz, que era
la de la televisión, y dejó caer las lágrimas que se le acumulaban en los
ojos—. Entonces me di cuenta de que yo ya sabía todo eso, que siempre lo supe,
desde que conociste a Marianne… Tú solo podrías ser siempre mi mejor amigo,
aunque yo te amara, no se podía porque tú no sentías eso por mí y no lo vas a
sentir nunca… Pero no quiero perderte como mi mejor amigo porque lo único que
quería era que estuvieras allí, conmigo, en cada salto, saber que estabas en
algún lugar de la piscina mirándome y apoyándome… Y no estabas porque no te
invité… —Narel lo abrazó fuerte y se le escondió en el cuello—. ¿Puedes ser mi
amigo de nuevo? Yo soy quien te ama, tú no tienes problemas con eso, pero yo
quiero tenerte de vuelta. ¿Se puede?
—Sí
se puede, preciosa. Yo tampoco quiero perderte. —Alexander la sintió sonreír en
su cuello.
—Estamos
bien entonces.
No
pasaron muchos minutos antes de sentir que se había dormido en sus brazos,
Alexander le besó la cabeza y apoyó su mejilla allí, se limpió el rastro de
lágrimas de la cara. Thomas bajó porque las luces estaban encendidas en la
sala. Los encontró durmiendo a los dos en el sillón abrazados, suspiró y fue a
buscar un cobertor en el armario, los arropó, apagó la televisión y las luces,
dejándolos tranquilos. Sabía que no habían sido días tranquilos para ellos,
además su hermano tenía rastro de haber estado llorando. Volvió a subir,
esperaba que todo se solucionara pronto por el bien de los dos.
—Alex,
despierta. —Nicholas bajó a la sala y vio a su hermano acostado en el sillón
durmiendo, con Narel encima. Pero no se movió. Lo tomó del cabello y lo jaló—.
Despierta, Alex.
—¿Qué
crees que haces? —Lo agarró del brazo, Nicholas comenzó a reír—. Voy a matarte,
Nick.
—Solo
si puedes moverte y con Nar encima, no puedes. —Alexander lo tomó de la corbata
del colegio y lo acercó a él, a Nicholas se le cortó la risa.
—¿Decías?
Sigo ganándote con un solo brazo.
—Dejen
de hacer tanto ruido, quiero dormir. —Alexander la sintió acomodarse, lo estaba
usando como cama y al parecer no se quería mover. Nicholas sonrió de medio
lado, la usaría a ella.
—Nar,
Helen va a matarte porque dejaste todo sucio anoche en la cocina.
—Helen.
—Narel medio se levantó y se apoyó con ambas manos en el pecho de Alexander, él
se quejó y soltó a Nicholas—. Voy a limpiar antes de que baje. —Se levantó,
apoyando la rodilla en la entrepierna de Alexander y se paró en el sillón,
Nicholas comenzó a reír a carcajadas al ver a su hermano sufrir.
—Ya
es tarde, ya vi todo el desastre que dejaste en la cocina. —Helen la miró de
pie en el sillón, frunció el ceño—. Baja de allí y ve a lavarte la cara, tienes
rastro de baba.
—Claro
que no, yo no babeo. —Dio un salto y siguió a la mayor.
—Ni
siquiera notó que te golpeó. —Nicholas se quedó mirándola cuando se fue,
Alexander se sentó con cuidado.
—Es
una bruta…
—Nick,
¿ya llegó Nar? —George llegó corriendo, Alexander se fijó que aún andaba en
pijama.
—Está
en la cocina. —Y se fue tan rápido como llegó.
—Tú…
—Yo
no hice nada, fue Nar quien te golpeó. —Nicholas dio un paso atrás.
—Tú
hiciste que despertara así. —Alexander se puso de pie, aunque con cuidado, y
volvió a tomarle la corbata a su hermano, seguía siendo más bajo—. Como sea, te
irás a Italia con ella y pobre de ti que no la cuides.
—¿De
verdad?
—Sí.
—Alexander lo soltó—. Ya está todo conversado con Thomas y está tratando de que
Arthur autorice a Georgie para que vayan los dos. —Vio a Nicholas sonreír de
oreja a oreja—. No le digas nada hasta que tenga permiso. Ni a Georgie ni a
Nar, ella aún no sabe que van ustedes. —Su hermano asintió, en parte también se
sentía feliz porque a su amigo lo llamaban de manera cariñosa, ya no era un
desconocido simplemente para Alexander—. Voy a darme un baño.
—Camina
con cuidado, Alex. —Nicholas le dijo mientras lo miraba caminar por la
escalera, sonrió más al verlo fruncir el ceño, después se fue a la cocina.
Cuando
Alexander bajó, todos ya estaban en la cocina, incluso habían llegado Ashley
con Brandon para felicitarlo. Sobre la mesa, una especie de pastel de hotcakes
lo esperaba. Sonrió por eso, de seguro se le había ocurrido a Narel, la miró,
tenía a Elijah en los brazos y el niño no dejaba de darle besos en la mejilla y
a George abrazándola por la cintura. Quitaría al menos a uno, así que cuando
llegó a su lado, tomó a su sobrino en los brazos y la rodeó con fuerza. Todos
le cantaron por su cumpleaños, luego desayunaron, así los que tenían que ir a
clases se fueron y los que trabajaban, como Thomas, también se retiraron. Narel
y Ashley tenían la semana libre por haber participado en las competencias,
aunque solo una de ellas tuviera premios. Ashley decidió quedarse allí, pasar
tiempo con sus sobrinos y esperar a que los demás llegaran para el verdadero
pastel de cumpleaños de Alexander, él les había dicho que lo pasaría con ellos,
aunque eso se lo dijeron a Narel y a los más pequeños, porque los otros sabían
que estaba viviendo en la casa de al lado.
—¿De
qué harás el pastel? —Ashley se sentó junto a George, que estaba al lado de
Narel, y lo abrazó.
—No
hay mucho tiempo, solo haré eso de tiramisú. Iré a comprar las cosas ahora, me
baño y voy. —Miró a Ashley, que seguía molestando a George hasta hacerlo
sonrojar—. Georgie va conmigo y ya deja de acosarlo, es solo un bebé.
—A
Ashley lo que menos le importa es la edad. —Helen, que tenía a Emma en los
brazos, interrumpió sin mirarlas—. Siempre ha sido así.
—¿Por
qué nunca me dijiste que Ralph es tan guapo? —Ashley soltó a George y fijó su
mirada en Narel.
—Porque
tú te fijas en eso, para mí solo es normal.
—Nar.
—George la miró y ella a él—. ¿Tú crees que yo soy guapo?
—Tú
eres el niño perdido de Nunca Jamás más lindo que he conocido. —Lo tomó
de la cara y lo llenó de besos—. Voy a darme un baño.
—¿Por
qué andas con la misma ropa de ayer?
—Eso
no es tu problema, Ash. —La chica frunció el ceño por esa respuesta y se quedó
mirando el vaivén de la puerta.
—Porque
durmió en el sillón con Alexander, estaban viendo Wimbledon y al parecer les
ganó el cansancio. —Ashley miró a su hermana que había hablado.
—Si
la cosa sigue así, vas a tener papá muy pronto, bomboncito. —Ashley volvió a
abrazar a George y lo besó en la mejilla.
—Yo
no quiero a Alex de papá, prefiero a Thomas. Además, con Nick ya dijimos que
nos casaremos con Nar. —Ashley lo miró, esos dos hacían enojar a Alexander con
ese tema con demasiada facilidad.
—Pero
eso no se puede… solo uno…
—La
boba esa les dijo que se casará con los dos porque ella no cree en la
monogamia, sino que en la poligamia. —Ashley echó a reír al escuchar a su
hermana.
—Esa
boba, si ni siquiera es capaz de tomar en cuenta a Steven porque sigue
enamorada de Alexander y sale con eso. —Helen rodó los ojos.
—Alexander
piensa que son ideas que tú le metes en la cabeza. —Ashley dejó de reírse al
instante—. Será mejor que tengas cuidado.
—Sí,
Alex anda de un humor horrible. —George terminó de comer y se levantó—. Iré a
ponerme ropa y luego esperaré a Nar viendo tele.
—Anda
enojado por la abstinencia… —Ashley susurró cuando George salió de la cocina—.
Lleva muchos meses sin Nar.
—Es
lo que dice Thomas, por eso lo deja quedarse aquí y lo controla, sino se pone a
beber. Ya lo has visto cómo anda, todo desarreglado. Parece cualquier cosa.
—Es
como si no le importara nada.
—Es
porque nada le importa en estos momentos, solo quiere recuperarla y no sabe
cómo. Con Thomas ya no sabemos cómo ayudarlo.
—Helen.
—Narel entró en la cocina, las dos la miraron. Se acercó a Emma y la cargó—. Me
llevo a mi hermanita.
—Claro
que no, apenas te sabes cuidar tú y vas a ir con Georgie, demasiado para ti.
—No
seas huraña, Helen.
—Dije
que no. —Le quitó a la niña de los brazos—. Cuando madures.
—Pero
no soy una fruta para madurar.
—Entonces
no saldrás con Emma.
—Eres
cruel. —Narel se sentó, frustrada, junto a ella—. Ya ni siquiera me das tanta
atención. —Ashley sonrió al verla, a veces entendía muy bien por qué Alexander
se sentía tan atraído por ella, y también los otros chicos, era su simple
inocencia.
—¿No
tuviste suficiente atención estos días?
—Pero
yo necesito de tu atención.
—Ni
te acordaste de nosotros cuando paseabas por Stonehenge. —Ashley comenzó a reír
más fuerte.
—Helen,
¿por qué Alexander tiene la cara golpeada? —Las dos la miraron, ella no tenía
idea de que él había estado en Brighton para verla y que Ralph lo golpeó.
—Creo
que estaba ordenando unas cosas y le cayó algo encima. No lo sé muy bien. Cuando
llegamos ya estaba así. —Narel la miró fijamente, eso a Helen la ponía nerviosa
porque, a diferencia de Thomas, le costaba más saber lo que pasaba por esa
cabeza.
—Es
un estúpido. —Tanto Helen con Ashley suspiraron aliviadas.
—Ya
estoy listo, Nar.
Narel
se levantó, besó a Helen en la mejilla y a Emma, tomó de la mano a George y
salieron, comprarían lo necesario para hacer el postre de tiramisú para
Alexander por su cumpleaños, aunque sabía que el sábado Thomas le haría algo
más, porque eran sus veinte. Lo más probable es que fuera carne asada, lo
típico en Thomas, pero ya le había pedido que ella hiciera el pastel con algún
dibujo que le gustara a su hermano. Así que estaba pensando qué hacerle. Pero
por el momento, lo importante era celebrarle ese día y tendría a George para
ayudarla en todo, Nicholas había crecido, pero él llegó en el momento preciso
para ocupar su lugar. Aunque Narel tenía más que claro que Nicholas creció de
estatura, pero seguía siendo el mismo niño de siempre y por eso ella lo
adoraba.
**********
Aquel
sábado, tal y como lo pensaron, Thomas les haría carne asada para celebrar a
Alexander, además empezaban los días de más calor y Narel con Nicholas,
incluyendo a George, habían limpiado el patio y la piscina para ya disfrutar de
todo aquello. No se podían desaprovechar los pocos días de sol que tenían.
—¿De
qué harás mi pastel? —Alexander iba tras Narel, habían salido recién de la
habitación de ella, ya que la fue a despertar, pero ya estaba lista.
—Te
dije que no te haré pastel este año, no hasta que te afeites.
—No
me voy a afeitar. —Ambos comenzaron a bajar por la escalera.
—Entonces
no hay pastel, y ya deja de fastidiarme o no te daré desayuno.
—¿Qué
sucede? —Thomas los miró, desde abajo, discutir mientras descendían.
—Este
hermano tonto que tienes que no me deja en paz. —Alexander frunció el ceño—. No
se quiere afeitar.
—Dile
a esa boba lo que me dijeron esas chicas ayer. —Ambos llegaron junto a Thomas,
Narel miró a Alexander.
—A
mí no me metan en sus peleas.
—¿Qué
chicas? —Alexander sonrió de medio lado al mirarla.
—Unas
chicas que fueron a la oficina, dijeron que soy guapo con barba.
—De
seguro eran ciegas esas estúpidas. —Thomas sonrió al escucharla, llevaba varios
días diciéndole a Alexander que se arreglara un poco, ya que andaba demasiado
desordenado para lo que era—. Iré a hacer el desayuno.
—Espera
un momento, no me has dicho de mi pastel. —Alexander volvió a seguirla.
—Ya
te dije que no hay pastel hasta que te afeites… —Él la miró detenerse y sacar
el teléfono del bolsillo, eso era raro, ella nunca le prestaba atención. La vio
sonreír y escribir.
—¿Qué
tanto haces? Tú nunca prestas atenciones a eso.
—Ahora
sí porque Steven me mensajea. —Se lo metió al bolsillo y continuó caminando.
Alexander se lo quitó—. No seas pesado, dámelo.
—Intenta
quitármelo. —Alexander alzó el aparato, sabía que ella no lo alcanzaría, la vio
fruncir el ceño. El teléfono sonó nuevamente, otro mensaje había llegado.
Thomas miraba todo un poco más atrás, también quería desayunar y los demás ya
comenzarían a bajar.
—Alexander…
—Narel lo tomó con ambas manos del cuello de la camisa y lo acercó a ella. Él,
instintivamente, la afirmó de la cintura, mirándola fijamente a los ojos, Narel
le quitó el teléfono—. Gracias. —Le sonrió y se fue a la cocina rápidamente.
Thomas le dejó una mano en el hombro a Alexander.
—Te
tiene completamente en sus manos.
—No
me molestes. —Thomas sonrió al verlo enojado—. Yo que tú no me reiría tanto, no
se está mensajeando solo con Steven, sino que también con Ralph. —Alexander
sonrió con triunfo al ver el ceño fruncido de Thomas—. Eso no te gustó nada
¿verdad? Además, él ya se vino a Londres para el internado de medicina y capaz
se quede para siempre aquí.
—No
voy a dejar que se lleve a mi enana. —Alexander sonrió más al caminar tras su
hermano, sabía que a Thomas le molestaba que Ralph dijera que no se preocupaba
por Narel, aunque tenía más que claro que, en el fondo, ambos se sentían como
amigos—. Enana, ¿qué harás de desayuno?
—Estoy
viendo que hay muchas cosas…
—Hoy
puedes comer todo lo que quieras. —Narel dio la media vuelta para mirarlo,
Alexander también lo veía, pero con el ceño fruncido.
—¿De
verdad?
—Claro,
puedes comerte la cocina completa si quieres. —Narel lo abrazó por el cuello.
—¿Cómo
se te ocurre decirle eso? Sabes que lo hará sin medirse. —Thomas rodó los ojos,
luego le mostró el celular de Narel, cuando lo abrazó se lo quitó del bolsillo,
lo dejó en silencio, así no se daría cuenta. Alexander sonrió, su hermano era
el mejor—. Ya, suéltala.
—No
soy yo quien la tiene abrazada.
—Haré
un desayuno liviano porque después comeremos carne asada.
Narel
lo soltó y volvió a girar para empezar a cocinar, Thomas le pasó el celular a
Alexander, que se lo metió al bolsillo. Ella ni cuenta se dio. De a poco fueron
bajando los demás, Alexander se levantó, le besó la cabeza a Narel y salió,
debía ir por Jesse y Harper a la estación de trenes porque se irían por unos
días a Londres, tenían vacaciones en la universidad y Narel les había insistido
para que ellos fueran, según les dijo se lo debían por todas las veces que ella
fue a Coventry a verlos. Así que no les quedó de otra más que ir y Alexander se
ofreció para ir por ellos. Por eso también llegó tan temprano a molestarla para
que se levantara, quería desayunar antes de ir. Lo que sí olvidó antes de salir
fue entregarle el teléfono, pero al parecer ninguno lo extrañó. Lo más seguro
es que Narel lo olvidara una que vez que empezó a cocinar, y si no lo escuchaba
sonar, era porque no le habían respondido los mensajes y no lo necesitaba.
—Thomas.
—Narel se acercó a donde estaba limpiando las cosas para comenzar a preparar su
carne asada. Él la miró—. ¿Podemos hablar un momento?
—¿Qué
pasa, enana? Tú siempre llegas y hablas.
—Es
que… —Thomas se dio cuenta que se mordía el labio, algo le pasaba, dejó lo que
hacía y la miró fijamente—. Es sobre Ralphie…
—¿Qué
con ese? —Thomas frunció el ceño al escuchar ese nombre.
—Necesita
un lugar donde vivir en Londres… —Thomas comenzó a entender hacía donde iba la
conversación—. El departamento está vacío desde hace una semana. Sé que estás
buscando arrendatario, pero…
—Dile
que está libre, que se quede allí. —Thomas la vio sonreír de oreja a oreja.
—¿De
verdad?
—Es
tuyo, puedes hacer lo que quieras…
—Sí,
pero no quiero que te enojes, tú eres importante para mí. —Narel lo abrazó—.
Thomas, tú eres lo más importante para mí, eres mi papá…
—No
estoy enojado, no pienses eso. —Thomas le besó la cabeza y la abrazó de
vuelta—. Sé que quieres cuidar a Ralph y el departamento está libre, que lo
use, no hay problema con eso. Yo sé que, a pesar de que los estúpidos hermanos
que tengo dicen que tienes un corazón malvado, yo sé que es lo más grande y
bondadoso que existe en este mundo.
—Eres
el mejor, Thomas. —El mayor la abrazó más fuerte—. Llamaré a Ralphie para que
venga a hablar contigo. —Narel se metió la mano al bolsillo al separarse un
poco de él. Thomas frunció el ceño, el estúpido hermano que tenía se lo había
llevado—. No sé dónde quedó el teléfono, pero bueno, iré a llamarlo del de la
casa.
—Tortuga.
—Narel giró a mirar a Jesse, luego se le colgó del cuello para saludarlo—.
Pensé que irías a buscarnos.
—No,
para eso tengo esclavos. —Alexander frunció el ceño al escucharla, Jesse le
besó la mejilla—. Hola, Harper. —Se acercó a la mencionada y la abrazó—. ¿Te ha
tratado bien este torpe?
—Después
de tantas amenazas de tu parte, es un santo. —Narel sonrió por eso y ambos
chicos fueron a saludar al resto.
—¿A
mí no me saludas?
—No,
aún no te afeitas, así que no hay nada para ti. —Narel ignoró a Alexander e
intentó ir hacia adentro, pero él se le interpuso—. ¿Ahora qué?
—Ralph
me llamó, me dijo que no le contestas.
—Ahora
iba a llamarlo, pero tú no me dejas pasar.
—Viene
hacia acá.
—Mejor,
así habla con Thomas. —Alexander la tomó de un brazo cuando comenzó a darle la
espalda—. ¿Qué?
—¿De
qué tiene que hablar con Thomas?
—Cosas
de ellos.
—Si
ellos hablan, es porque estás metida en el medio, sino no tienen nada que
decirse.
—Le
voy a pasar el departamento porque no tiene dónde quedarse. —Alexander sonrió
al mirarla, luego le besó la frente—. Tu barba pica.
—Eres
la mejor, siempre has sido la mejor.
Narel
se sonrojó, él sonrió más, pero la soltó. Se quedó mirándola caminar a donde
estaba Thomas, de seguro para decirle que Ralph estaba en camino. Él, en
cambio, se fue a la casa de al lado, Narel tenía razón, hasta sus hijos le
reclamaban porque la barba le había crecido demasiado, era hora de quitársela.
Además, quería pastel, y estaba más que seguro que esa loca no le daría si no
se afeitaba, cumpliría con su palabra. Luego de eso, iría por Stephanie y
Joshua para pasar su cumpleaños en familia.
Ralph
llegó a los pocos minutos que Alexander salió y, después de saludar a todos, se
fue a conversar con Thomas donde asaba la carne. Narel se paró junto a ellos
porque también era parte del trato. Ella quería, prácticamente, regalarle el
departamento a Ralph, porque según las cuentas de Thomas no necesitaba de ese
dinero. Además, ya no tenía pensado comprar la casa de al lado tan pronto, eso
podía esperar y había tiempo para seguir ahorrando. Pero Ralph no quiso, a
pesar de que Thomas le dio el apoyo a Narel, Ralph dijo que no, que aceptaba
quedarse en el departamento, pero con la condición de que lo arrendaría y, en
un futuro, con posibilidades de comprarlo si se acostumbrada al sector. Sabía,
sin tener que preguntar, que estaría en un sector en donde absolutamente nada
pasara, ni Thomas ni Alexander dejarían a Narel sola en un lugar que pudiera
pasarle algo y más conociéndola… si a ella se le ocurría helado a la media
noche, simplemente saldría sin pensarlo. Y, después de mucho insistir y sin
ganar la batalla, Narel aceptó el trato de Ralph de arrendar el departamento,
aunque sí logró que aceptara no pagarle tanto, iba a empezar recién con su
internado, no debía gastar tanto y, a pesar de que Ralph le dijo que ella tenía
que ahorrar también para sus cosas, ella le dijo que eso no importaba porque
seguía siendo parásito de Thomas y él la consentía en todo. El mayor de los
Russ suspiró cuando Ralph lo miró por aquello, ambos llegaron al acuerdo de que
ese parásito era demasiado molesto. Narel frunció el ceño al verlos, por
primera vez estaban de acuerdo con algo y era en contra de ella.
En
ese lapso en que hablaban, Alexander había llegado con sus hijos. No los quiso
interrumpir, pero se quedó mirando a Narel que dé a ratos fruncía el ceño o
golpeaba a Ralph con el puño en el pecho, aunque él solo reía. Thomas, por otro
lado, también sonreía, la única que se veía frustrada era ella. Se quedó
sentado en el suelo con los demás chicos, también habían llegado Brandon con
Ashley y estaban con Jesse, Harper y Garreth conversando. Helen estaba con Emma
y Stephanie, que quería jugar con la bebé, mientras que los esclavos cuidaban a
Leah, Joshua y Elijah. Alexander volvió a mirarla cuando escuchó a los dos reír
fuerte, la vio apretar los puños y dejarlos solos. Sus miradas se toparon y
ella cambió el gesto de enojo por una sonrisa, luego se fue con Helen.
Alexander sintió sus mejillas arder. Se levantó y se fue a sentar junto a
ellas, Narel había tomado en sus brazos a Stephanie, que apenas la vio se le
encaramó encima.
—¿Y
mi pastel?
—Deja
de molestar, Alexander. Aún ni almorzamos.
—Pero
ya me afeité.
—Entonces
llamaremos a la pastelería para que nos traiga un pastel que tengan disponible.
—Alexander frunció el ceño, Helen sonrió—. ¿Verdad, princesa? Le compraremos un
pastel común y corriente a tu papá porque es un odioso. —Narel le dio besos de
esquimal a la niña, que reía a carcajadas.
—Alex,
vamos a comprar. —Ralph se paró tras ellos, los dos lo miraron, el mencionado
se puso de pie.
—¿Qué
van a comprar? —Pero fue Narel quien preguntó.
—Cosas.
—A diferencia de los demás, a Ralph no lo controlaba tanto.
—¿Qué
cosas?
—Cosas
que necesita Thomas.
—¿Qué
cosas necesita? Si yo le compré todo lo que me pidió.
—Faltaron
algunas, no seas tan fastidiosa. —Ralph miró a Alexander que guardaba silencio
y suspiró—. Te lo dije, todas las veces que te vi, que no dejaras que te
controlara y mírate.
—Yo
no le hago caso en todo…
—Pero
sí a casi todo. —Helen interrumpió y comenzó a reír junto con Ralph.
—Vamos
a comprar.
—Ralph.
—¿Ahora
qué? —El mencionado se giró a mirarla,
hablando en español.
—Tráeme
algo.
—A
donde vamos no hay nada que te guste. —Narel los miró escudriñándolos.
—Eso
es imposible, sabes que me gusta la comida por sobre todas las cosas.
—A
donde vamos no hay comida.
—¿Qué
van a comprar?
—Vamos,
Alexander, no podemos estar dándole explicaciones todo el día. —Narel frunció
el ceño e infló las mejillas al verlos darle la espalda para salir.
—Alexander.
—El mencionado se detuvo de golpe y giró para verla—. ¿Me traes algo, por
favor? —Narel le sonrió, Alexander se pasó la mano por la cara.
—Te
dije que a donde vamos no hay nada que te guste. —Narel volvió a fruncir el
ceño al mirar a Ralph tomar del hombro a Alexander y llevárselo, a pesar de que
era más bajo.
—Si
ese idiota llega con algo de alcohol, le voy a reventar las botellas en la
cabeza. —Helen la miró, se veía enojada. Stephanie se bajó de sus brazos y se
fue a jugar con su hermano—. Sabe que no me gusta que Alexander esté tomando.
—No
es tu problema lo que hagan. —Narel levantó la vista para mirar a Thomas que
llegaba junto a ellas—. Sabes que fecha se aproxima, ¿verdad?
—Sí…
—Entonces
no te metas, déjalos hacer lo que quieran, si van a tomar prefiero que lo hagan
aquí, en casa, en lugar de que se vayan a cualquier lado y les pase algo.
—Pero…
—No
vas a meterte. —Narel se cruzó de brazos y se acurrucó en la silla, Helen
sonrió, solo le faltó golpear el suelo para hacer un berrinche completo—. Deja
que Ralph suelte su pena tranquilo.
—Bien,
pero que no meta a Alexander.
—Deja
a Alexander tranquilo, de los únicos que tienes que preocuparte es de tus
esclavos. —Thomas la miró fijamente y ella a él, pero fue Narel quien terminó
bajando la mirada—. Ahora ayúdame con la carne, ya está casi lista para empezar
a servir.
Helen
solo sonrió al verla seguir al mayor, a pesar de que iba con los brazos
cruzados, no reclamó nada más. A ninguno de ellos le gustaba que Alexander
estuviera tomando, pero era cierto lo que decía Thomas, preferían tenerlo allí
a que se fuera a cualquier parte. Las veces que Narel fue a Coventry, luego de
terminar la relación que tenían, e incluso cuando se fue a la casa de campo con
Nicholas, Alexander se perdía en algún bar y Thomas iba por él. A veces Brandon
lo llevaba de regreso, él nunca terminaba en esas condiciones, tomaba, pero a
medida.
—Jesse,
hay algo que no entiendo. —Ashley le preguntó al chico, estaban sentados en el
suelo jugando cartas—. ¿Cómo conoces a Ralph?
—Jesse
fue con nosotros a Brighton una vez que vino a Londres y todos fuimos invitados
por la boba para ir. —Pero fue Garreth quien respondió, Jesse asintió.
—A
Nar le gusta que todos se conozcan. —Brandon añadió, mirando las cartas en su
mano, no tenía buenas en esa ocasión.
—Es
porque aún no se sabe dividir, por eso cuando vine y me dijo que la habían
invitado a Brighton, decidimos ir todos. —Jesse miró a Ashley—. Tú no quisiste
ir esa vez, dijiste que era un pueblito aburrido.
—Así
lo contaba Nar…
—Tuviste
suerte en ese caso, Brandon. —El mencionado miró a Jesse sin entender—. Si
Ashley hubiera conocido a Ralphie en ese tiempo, no lo hubiera soltado.
—Garreth y Jesse comenzaron a reír, Ashley le lanzó un cojín a quien había
empezado todo.
—En
ese tiempo salía contigo ¿recuerdas?
—Bien
sabes que nuestra relación solo era algo pasajero, cuando ibas a la casa, el
resto del tiempo ninguno se acordaba del otro.
—A
Alex le gustaba que salieras con Ash, así dejabas a Nar tranquila. —Garreth
miró a su hermano que había llegado, abrazó a Narel y le besó la mejilla, vio
que le pasó algo, de seguro una de esas cosas de dulce que le gustaban a ella—.
A pesar de que todos teníamos claro que solo lo hacías para molestarlo.
—Porque
tu hermano es un estúpido, la tuvo enfrente siempre.
—Eso
es lo que decimos todos. —Brandon dejó las cartas sobre la supuesta mesa, que
era una toalla encima del pasto—. No voy esta vez. ¿Por qué Ralph usa eso en la
muñeca? ¿Eso de color negro? Al principio pensé que era una pulsera, pero no lo
es.
—Es
por su hermano. —Garreth tomó la palabra a la vez que aumentaba la apuesta, que
eran caramelos—. El hermano menor de Ralph falleció de cáncer hace unos años,
se acerca la fecha, por eso también anda por aquí.
—Si
estuviera con vida. —Jesse se unió a la apuesta de Garreth—. Tendría la edad de
Nick.
—¿Por
eso cuando fuimos a Brighton lo trataba tan bien?
—Sí,
y por eso Nar también va al hospital de niños con cáncer. —Garreth miró a
Ashley—. Solo faltas tú, ¿apuestas o te retiras?
—Voy.
—Ashley dejó sus caramelos en el botín—. Para que te hagas una idea, el hermano
de Ralph falleció cuando Nar tenía como catorce, Nick en esa época tenía como
nueve.
—Era
solo un bebé… —Harper miró a Ashley algo asombraba, estaba en el juego
apostando, pero se había mantenido en silencio escuchando.
—Sí,
fue muy duro para Ralphie. —Garreth dejó sus cartas en la mesa, con una
sonrisa, se sentía ganador—. Para Nar igual, ella llevaba dos años aquí en
Londres y siempre fue muy apegada a Ralphie y su hermano, más que sus primos
porque ellos son un poco…
—Torpes.
—Jesse terminó la frase al dejar sus cartas, Garreth estaba perdiendo con esa
mano, pero faltaban las dos chicas aún para darlo por ganador.
—Sí,
eso mismo, los primos de Nar son medio torpes, ella los adora, pero a pesar de
que el mayor es de la misma edad de Ralphie y el segundo es dos años menor que
Ralphie, no es lo que ella esperaba de sus familiares. Por eso siempre quien la
cuidaba era él. —Ashley dejó sus cartas mirando a Garreth, que hablaba, con una
enorme sonrisa porque su mano era mejor que la de los dos chicos—. La madre de
Ralphie se volvió loca después de eso y la internaron en Manchester y él se fue
a estudiar allá. Pero el niño falleció en el hospital de acá, al que le
llevamos los peluches cuando competimos.
—Es
una historia muy triste. —Harper dejó sus cartas y retiró su ganancia, los
otros tres la miraron con el ceño fruncido, sin interrumpir ni opinar, había
ganado—. Nar hace una donación a ese hospital ¿verdad?
—¿Cómo
sabes? —Garreth la miró un poco asombrado, eso solo lo sabían Helen, Alexander,
Thomas y él, ni siquiera estaba seguro de que Ashley supiera.
—Es
algo lógico, cuando fue a Coventry le pregunté cómo le fue en las ferias de
tejido y me dijo que no tenía idea. A mí me pareció raro porque si está
vendiendo debería llevar el conteo de las ganancias o pérdidas y le dije que
era una boba por eso, que así no tendría futuro su negocio. —Jesse se quedó
mirando a su novia, él no sabía de esa conversación—. Pensé que se enojaría,
pero al contrario, me miró con una enorme sonrisa y me dijo que no sabía porque
la caja que juntaba el dinero de las ventas se cerraba una vez que dejaban de
vender y se abría cuando llegaban al hospital para dejarla, pero que nunca
tomaba en cuenta eso porque se iba a jugar con los niños, así que no tenía
idea. Al principio creí que estaba loca, más aún de lo que ya había visto, porque
estuvo trabajando mucho por la feria como para no ganar nada, pero ahora lo
entiendo.
—A
ella no le gusta que sepan que hace esas cosas, así que no lo digan a nadie.
—Garreth miró a todos los presentes—. Ni Nicholas sabe.
—Vengan
a almorzar, dejen la holgazanería y vengan a comer. —Narel los interrumpió, dio
el aviso y se fue, Garreth notó que algo le molestaba.
—¿Qué
le pasa? —preguntó a Alexander al ponerse de pie, su hermano iba tras ella—.
Deja de perseguirla.
—Está
enojada porque Thomas le quitó lo que le traje, le dijo que para después de
almuerzo. Se ve tan chistosa cuando se enoja.
—¿A
ti qué te pasa?
—¿Es
bourbon lo que huelo? —Ashley se acercó a Alexander, él asintió—. Dame
entonces.
—Es
de Ralphie, pero dijo que nada más hasta después de almuerzo. Voy a sentarme
con mi boba.
—Ese
idiota, solo un trago y ya se le sube. —Garreth miró a Ashley a su lado.
—Es
por las hormonas, la extraña y está en época de abstinencia, está sufriendo por
todos lados.
—Mira,
para tu fortuna, Ralphie trajo vino y del bueno.
—Ojalá
se quede para toda la vida, se acabaron los almuerzos con leche achocolatada.
Garreth
se sentó junto a Narel, que estaba al lado de Alexander, quien la miraba y
sonreía y de a ratos le besaba la mejilla. Ella miraba con enojo a Ralph por
eso, sentado frente a ella por haberle dado de beber. El mayor solo reía por
todo lo que veía. Comenzó a servir copas con vino, Narel apretó los puños en
sus muslos porque Thomas le dijo que se mantuviera tranquila con eso y que no
hiciera nada, que no era su problema, si ella no tomaba. Pero no pudo evitar
decirle que le reventaría la botella en la cabeza cuando vio que le sirvió a
Garreth y le ofreció a Nicholas. Aunque se quedó en silencio al escuchar el
carraspeo de Thomas, Ralph rio aún más por eso. Alexander volvió a abrazarla,
pero ella le dejó la mano en la cara y, en lugar de enojarse, sonrió más, Narel
solo rodó los ojos por lo estúpido que se ponía con solo una copa.
—Te
dije que no estuvieras tomando con el estómago vacío.
—Si
me hubieras dado pastel, no estaría vacío.
—Voy
a reventarte esa botella en la cabeza.
—No
lo harás, boba de mi vida. Porque tengo a Steph en mis brazos. —Alexander le
sonrió, Narel frunció el ceño.
—Nar.
—Elijah la jaló del brazo, Narel lo tomó en sus brazos y comenzaron a comer.
—No
tomes más, después tienes que irte con los niños.
—Déjalo
en paz. —Narel levantó la vista y frunció el ceño al mirar a Ralph opinar
en español—. Se le pasará con la comida, déjalo en paz.
Para
fortuna de Ashley, lo que Alexander y Ralph habían ido a comprar fue alcohol,
tanto vino para el almuerzo como otros más fuertes para después pasar el rato.
Pero, por petición de Narel —aunque más que otra cosa fue para que dejara de
fastidiar— les dijo que no lo sacarían hasta la tarde/noche, después de que
Alexander fuera a dejar a los niños al departamento. Así se quedaron en el día
jugando en la piscina y, cuando se aburrían del agua, se quedaban jugando
cartas o conversando. La única que no participaba era Narel, ya que Thomas la
tenía sentada junto a él, más bien entre él y Helen, para que no los estuviera
molestando. Pero, a pesar de eso, ella estaba tranquila jugando con Emma y
Stephanie, y solo era en los momentos en que estuvo fuera de la piscina, que
fue muy poco tiempo.
Cuando
el sol ya comenzó a bajar, Thomas decidió que la piscina se terminaba por el
día y era hora del pastel. Alexander estaba ansioso porque no sabía en dónde lo
había dejado Narel y quería saber qué le dibujó. Para su sorpresa, esa vez no
fue nada del Arsenal, como esperaba él y todos los que no lo habían visto, sino
que el tigre dientes de sable de la película Ice Age, porque ellos decían que
el mamut era Thomas, el perezoso Narel, el tigre era Alexander, el niño era
Nicholas y Garreth los dodos. Nicholas había decidido que él era todos los
dodos juntos solo para fastidiarlo porque aún no llevaba a Melissa a casa por
miedo a Narel. Aunque la repartición de los personajes la hicieron antes de que
George apareciera en sus vidas. A los pocos minutos de compartir el pastel,
Alexander se fue a dejar a los niños al departamento, acompañado por Thomas.
Narel pensó que iba con su hermano porque no volvería, así que se despidió de
los tres y se quedó ayudando a Helen a ordenar todo lo sucio, después de eso
subió para hacer dormir a Emma y para contarle un cuento a Elijah, no podía
solo darle atención a Emma porque Elijah le pedía aún más tiempo. Los demás, en
cambio, prepararon algunas cosas de frituras y quesos afuera y todo el alcohol
que compraron. Los únicos que no tenían permiso de participan eran George y
Nicholas, quienes se fueron a la habitación de Narel para jugar PlayStation
y esperarla mientras ella hacía dormir a sus hermanitos, porque tampoco
participaría de eso.
**********
—No
bajará de nuevo. —Garreth habló mientras jugaban cartas, sentados afuera,
aunque el juego solo era la tapadera de lo que bebían.
—Llevaba
demasiado rato mirando la ventana. —Ashley, a su lado, lo secundó.
—Dijo
que bajaría, téngale un poco de fe. —Ashley y Garreth miraron a Brandon.
—Apostemos.
—Garreth sonrió de medio lado—. Yo digo que no bajará.
—Me
uno a ti, Garreth. No bajará. —Era el turno de Ashley de jugar, iban por la
mitad del juego de la canasta.
—Yo
apoyo a Brandon. —Harper sacó sus cartas—. Yo creo que sí bajará.
—No
lo hará. —Jesse, junto a su novia, dio su opinión.
—Yo
espero que no baje. —Ashley y Garreth miraron a Ralph, esa respuesta había sido
rara—. Si baja, es porque no la ama como dice y es mejor que la deje en paz.
—¿Por
qué lo dices? —Pero fue Brandon quien preguntó—. Yo lo he visto y está
sufriendo de verdad.
—Yo
sé por qué lo dices. —Ashley se quedó mirando fijamente a Ralph, él le sonrió—.
Si baja, es porque prefiere embriagarse y alcoholizarse en lugar de Nar…
Estaría eligiendo de nuevo y no sería a ella. ¿Verdad que es eso?
—Exactamente
eso. —Ralph se quedó mirándola, Narel siempre le habló de su mejor amiga, y en
ese momento entendía todo lo que le decía de ella, se notaba que Ashley tenía
todo lo que a Narel le faltaba de saber entender a las personas—. Pero también
está el hecho de que ella no lo quiere ni ver… Por eso, si baja sin ella y está
mal, podré perdonarlo porque fue ella quien no lo dejó quedarse. Pero si baja
sin mostrar rastro de tristeza, únicamente para seguir bebiendo, no tiene
derecho a volver a intentarlo una vez que arregle todo.
—No
te preocupes por eso, ni Garreth, ni Jesse ni yo estamos dispuestos a dejar que
lo vuelva a intentar, no después de todo lo que la ha hecho llorar. —Brandon
miró a su novia hablar, se veía demasiado segura, a pesar de que le dijo que no
se metiera en esa relación, ella seguía insistiendo. Suspiró, ya no podía hacer
nada.
—Ash
¿tú también me elegiste a mí antes del alcohol? —Ashley miró a Brandon cuando
le hizo esa pregunta, no sabía cómo responderle.
—Claro
que no. —Aunque fue Garreth quien se adelantó—. Ashley eligió entre el alcohol
y Nar, y la eligió a ella. ¿Verdad, Ash? —La mencionada asintió—. Después de lo
que pasó con el que era amigo tuyo, Ash eligió, y tuviste suerte de que Nar le
hablara bien de ti por lo que Alexander le decía, sino serías solo uno más de
la lista. —Ashley golpeó a Garreth en el brazo por eso último, él sonrió.
—Eso
último no es tan así, yo elegí a Nar primero y después a ti, porque ella me
defendió por ti. Fue la primera persona en defenderme de esa manera y se lo
debo, por eso no dejaré que el estúpido le haga más daño.
—No
entiendo por qué no quiere decirle lo que pasa. —Jesse se unió a la
conversación, él ya sabía lo sucedido con Ashley y el golpe dado por Narel.
—Porque
la conoce mejor que todos nosotros, según él. —Ralph acomodó algunas de sus
cartas sobre la mesa—. Y según él, si le dice, ella no lo entenderá y se va a
querer ir. No creo que sea tan así. ¿Tú qué opinas sobre eso, Ashley?
—Yo
creo que Nar sí entenderá, quizás lo vea de otra manera, pero sí entenderá.
Alex estaba en proceso de divorcio y le salió esto. Entiendo que él no quiera
preocuparla, pero el muy bobo está pasando por todo esto solo y Nar… Ustedes ya
vieron a Steven.
—Steven
quiere ser mi cuñado con todo. —Garreth sonrió al pensarlo, había imaginado a
Alexander en ese lugar, pero estaba siendo desplazado por estúpido.
—Nuestro
cuñado. —Añadió Jesse al mirarlo—. No es solo tu hermana. Y sí, tienen razón,
él está ganando puntos que pierde o perdió Alex por bobo, Steven está haciendo
todo lo que ella esperó de Alex.
—La
luz de la habitación se apagó. —Todos miraron la ventana después de escuchar a
Ashley—. Ahora veremos quién ganó la apuesta.
Pasaron
los minutos y Alexander no bajó. Quedaron de acuerdo que los perdedores
tendrían que pagar el almuerzo al otro día, así que les tocaba a Harper y
Brandon. Aunque este último sonrió al ver que su amigo no bajaba, quizás
todavía no estaba todo perdido para él, quería volver a verlo bien, no solo
porque su rendimiento en fútbol había disminuido, sino que también porque se
veía demasiado triste cuando lo hicieron elegir y no le gustaba verlo de bar en
bar. Y, a pesar de los comentarios de la mesa, él entendía por qué Alexander no
quería decirle nada a Narel, sabía que era porque temía volver a ilusionarla y
que todo se arruinara, prefería mantenerla lejos y que creyera que todo estaba
mal, a volver a verla feliz con él y que todo se perdiera para siempre.
Alexander le había dicho que tenía una pequeña probabilidad de recuperarla si
no le decía nada, pero si le contaba todo y no funcionaba, ya no habría
solución para ese corazón roto. Él le había comentado a Brandon que Narel
estaba apagada y que, a pesar de todo el esfuerzo, no podía hacerla brillar
como antes, y estaba así desde que su suegra le dijo del tercer hijo. Eso había
comenzado a romper su corazón y temía romperlo por completo, porque sería su
punto de no regreso. Brandon estuvo de acuerdo cuando su amigo le dijo que
quizás no era su momento de estar juntos, pero sí más adelante, que él no se
rendiría tan fácil porque sabía de los sentimientos de ella y tenía más que
claro que no se apagarían tan rápido. Pero que en ese momento prefería estar como
estaban y que recuperara su brillo a que se apagara para siempre y lejos, muy
lejos, de él. Esperaba que todo se solucionara pronto, sin importar las
consecuencias que eso tuviera.
Alexander,
por otro lado, subió y entró a la habitación de Narel, estaba iluminada solo
por el Universo. Como acto de inercia, cerró tras de sí y le puso seguro, luego
encendió la luz. Se acercó a la cama y la vio dormir, cambió de parecer y se
metió al baño, fue a buscarla con la idea fija de hacerla bajar, quería que
compartiera a pesar de que sabía que no le gustaba estar con ellos mientras
bebían y se alcoholizaban, pero él esperaba convencerla con que estaban jugando
cartas. Aunque, al verla acostada, prefirió meterse al baño y prepararse para
acostarse. La extrañaba y no perdería esa oportunidad de dormir con ella. Salió
del baño, se quitó por completo la ropa, apagó la luz para quedar solo
iluminados por el Universo y se metió junto a Narel, ella estaba en su lugar de
la cama, así que él se acomodó en el que le correspondía.
—¿Qué
haces aquí?
—Pensé
que estabas dormida.
—Con
todo el ruido que haces, es difícil. —Narel volteó para mirarlo—. Hueles
horrible, mejor te vas a dormir a otro lado.
—No
huelo tan mal, si no bebí tanto y ya me lavé los dientes. Vuelve a dormir.
—Te
sale el olor a alcohol por los poros. —Alexander sonrió, Narel lo miró con esa
cara llena de maldad—. Puedes quedarte a dormir.
—¿De
verdad? ¿Así tan fácil? —Él sabía que algo le estaba pasando por esa cabeza
loca.
—Claro,
pero en tu mitad de la cama y mañana cuando despierte, y tú sigas durmiendo con
un dolor horrible de cabeza, me encargaré de que no puedas volver a dormir.
—¿Sigue
siendo mi lado de la cama? —Ambos se miraron fijamente, de todo lo que dijo,
solo la había tomado en cuenta con eso—. Bien, no cruzaré la frontera, pero tú
sí lo harás. —Alexander la rodeó de la cintura y la acostó encima de él. Narel
lo golpeó con los puños en el pecho, pero él solo sonrió.
—Estás
sin ropa. ¿Por qué?
—Mejor
no te muevas tanto o saldrás perdiendo. —Alexander la tomó de las caderas,
subiéndole un poco la camisa—. Es tu decisión.
—Bien…
—Se acomodó entre el cuello y el hombro de él.
—¿Te
vas a quedar quieta? —Alexander subió sus manos, levantándole aún más la
camisa.
—Sí.
Como una momia.
—Mejor
para mí. —Él bajó sus manos y le acomodó las piernas para que lo rodearan.
Narel medio se levantó para mirarlo. Alexander movió sus caderas y sonrió al
verla morderse el labio—. Si te mueves, vas a perder.
—Estás
haciendo trampa, esto no se vale.
—Tienes
tantas ganas como yo de que esto pase, no lo puedes negar. —Narel sintió sus
mejillas arder, Alexander le estaba tocando las piernas—. Tu cuerpo reacciona
al mío con un simple roce y lo sabes.
Narel
juntó sus frentes, lo que le decía era verdad. Llevaba unas cuantas semanas
que, con el simple roce de sus manos, su cuerpo tiritaba. Cuando entrenaban
jugando basquetball en el aro del patio, Alexander le quitaba el balón o le
tapaba los lanzamientos y tenían algún tipo de roce, ella sentía que todo su
cuerpo lo extrañaba. Sabía que era por lo que sentía por él, además de la
costumbre del tiempo que estuvieron juntos, en donde, prácticamente, vivían en
pareja y bastante activa. Pero, por muchas ganas que tuviera, no se lo diría
porque él amaba a Marianne. Aunque, en ese momento, con las frentes juntas,
mirándose a los ojos, con las manos de Alexander recorriéndola y sintiendo la
respiración agitada de cada uno, poco y nada le importaban los sentimientos.
—¿Sin
mezclar sentimientos?
—Vamos
a mezclar otras cosas…
Él
se silenció cuando ella lo besó. Y, tal y como las otras veces en que llevaban
unos días sin verse, a Alexander no le importó ni la ropa, simplemente volvió a
tenerla para él.
—Siento
que me va a explotar la cabeza. —Alexander se pasó la mano por el cabello,
Narel le besaba el cuello, habían terminado hace unos minutos y estaban
recuperándose.
—Siéntate,
es por todo lo que bebiste. —Ella se levantó y se le sentó encima—. No te llega
oxígeno al cerebro.
—Termina
de quitarte la ropa. —Narel se quitó la camisa mientras Alexander se sentaba y
se apoyaba en el respaldo—. Toda la ropa. —Ella obedeció y él volvió a tomarla
de la cintura para sentarla encima, a horcajadas. Narel lo abrazó por el cuello
y se quedó pasándole los dedos por el cabello.
—Tienes
que cortarte todo esto que te sobra.
—¿Está
muy largo?
—Hace
rato que te estoy diciendo que sí, tienes que cortarlo. —Alexander movió las
caderas, Narel le jaló el cabello.
—Pero
te sirve para eso. —Sonrió de medio lado. Ella lo besó—. Dame unos minutos,
preciosa. Deja que mi cerebro vuelva a respirar. —Narel se quedó besándole el
cuello y más abajo, él solo sonreía al sentirla—. Tu cuerpo volvió a cambiar
con todo el entrenamiento, tengo que volver a conocerlo… Deja de bajar,
preciosa. Dame mis minutos…
—No
es mi problema que te pusieras a beber. —Narel volvió a sentarse de frente a él
para mirarlo.
—No
sé qué haré contigo, preciosa. —Alexander le pasó los dedos por las mejillas,
dejándole los rizos tras la oreja, ella solo lo miró. Sintió las manos de Narel
bajar por su estómago y más abajo del ombligo—. No sé lo que haré…
—Yo
sí sé, nos iremos al infierno.
—No,
preciosa. Si sigues bajando, nos iremos al cielo.
—Pero
en el infierno se pasa mejor.
Y no
le quedó de otra más que entregarse, luego de eso, se entregó por completo a
ella y le encontró razón, en el infierno se pasaba mejor. Olvidó la molestia en
la cabeza porque, así como Narel lo recorrió por completo, él volvería a
conocer ese cuerpo que había cambiado en esos meses que no la tuvo y, si tenía
que estar toda la noche descubriendo hasta el más mínimo detalle, lo haría, eso
no lo dudaba. Las risas de los chicos afuera llegaban a sus oídos de vez en
cuando, pero para ellos no era importante, estaban demasiado ocupados.
Cuando
despertó, Alexander la tenía abrazada por la espalda con demasiada fuerza, como
si no quisiera que se alejara. Lo último que recordaba de lo que hicieron era
el susurro de Alexander en su oído pidiéndole que no se pusiera pijama esa
noche, y luego los besos de él en su cuello y parte de su espalda. Como
siempre, había terminado durmiéndose antes que él. Se movió un poco y miró la
hora, ya era tiempo en que Nicholas con George llegaban a buscarla por el
desayuno. Sintió el pomo de la puerta moverse, no sabía si Alexander le puso
seguro cuando entró.
—Alexander,
sé que estás allí, te he dicho que esta puerta se queda abierta por el día y
sin seguro en las noches.
Narel
se quitó los brazos de Alexander y se levantó, ese era Thomas y no quería
castigos, quedaba poco para el viaje a Italia, que culpara de todo al que
dormía. Tomó un poco de ropa que, por flojera, no ordenó el día anterior y se
metió al baño, abrió la llave para que sonara la ducha, sabía que Thomas
entraría con la copia de la llave, Alexander no tenía permiso de portarse mal
con ella. Pero si el mayor entraba y la escuchaba en el baño, no tendría ningún
castigo. De todas maneras debía apurarse, quería hacer el desayuno y sentarse
entre Thomas y Helen, porque Alexander se enojaría con ella.
—Despierta.
—Thomas entró y se paró junto a la cama. No veía a Narel, pero se escuchaba el
ruido del agua de la ducha.
—Déjame
en paz, es domingo. —Alexander tomó una almohada y se la dejó en la cabeza,
acostándose de boca.
—Espero
que tengas ropa interior puesta.
—Estoy
sin nada, déjame en paz.
—¿Qué
te hiciste en el cabello? —Thomas le preguntó al quitarle la almohada.
Alexander espabiló.
—Nada.
¿Por qué lo dices? —Se pasó la mano por la cabeza y sintió lo que tenía—. ¿Qué
tengo?
—Una
cabeza como la de Bob Marley. —Alexander se sentó mientras se pasaba los dedos
por el cabello—. ¿Qué estuviste haciendo anoche?
—Cosas
—contestó sin darle importancia, sonrió de medio lado al recordar algunas de
las cosas que hizo, después frunció el ceño—. Voy a matarla.
—De
hace rato que debiste cortarte el cabello. Te lo hemos dicho.
—Iba
a ir hoy…
—Sí,
claro… Levántate, tienes que quitarte todo eso. Y no vuelvas a ponerle seguro a
esa puerta.
—Es
mi habitación. —Thomas lo miró fijamente, tratando de no reír al verlo con ese
cabello.
—Pero
sigue siendo mi casa, y si te digo sin seguro, se queda sin seguro. Además, por
lo que sé, tú y ella ya no están juntos y no tienen nada que andar
encerrándose.
—Buenos
días, Thomas. —Narel salió del baño, los miró y ellos también. Alexander tenía
el ceño fruncido, de seguro era por el peinado—. Hola, Alex. ¿Cómo está tu
cabeza?
—¿Por
qué me hiciste esto?
—Anoche
dijiste que podía hacerte lo que yo quisiera. ¿No recuerdas? —Narel abrazó a
Thomas y le besó la mejilla. Alexander asintió lentamente, comenzaba a recordar
aquello.
—Pero
no me refería a eso.
—¿A
qué te referías? —Alexander sintió un frío por el cuello al escuchar ese tono
de sobreprotección por parte de Thomas.
—A
nada, nada…
—Vamos
a desayunar, Thomas. —Narel comenzó a salir de la habitación—. Apúrate, Alex.
Tú quisiste beber y beber anoche y no te dejaré dormir en el día.
Tanto
Thomas como Narel bajaron a la cocina, Alexander se dejó caer con frustración
de espalda a la cama. Esa boba, se había metido al baño solo para que no la
regañaran a ella y le había arruinado el cabello. La perdonaría solo por todo
lo que se quemaron en el infierno la noche anterior. Se puso de pie, se daría
un baño o lo seguiría molestando con eso de que le salía alcohol por los poros.
Además, debía ir a que le cortaran el desastre que le dejó en el cabello.
Tomó
su ropa y vació los bolsillos, fue cuando se dio cuenta de que aún llevaba el
teléfono de Narel. Lo dejó bajo de la cama, así ella pensaría que se le cayó en
un momento y que por eso había desaparecido. Luego sacó ropa limpia del armario
y se metió al baño, primero vería si eso que le dejó en el cabello salía con
algo de agua y shampoo. Aunque, cuando se miró el espejo y vio realmente como
estaba, lo dudó. Esa boba, le dejó la cabeza llena de pegamento. En aquel
momento recordó que le dijo le haría un peinado con el gel que George y
Nicholas se compraron, él solo asintió porque la tenía sentada a horcajadas y
estaba más entretenido pasándole los dedos por la espalda, recuperando fuerzas
para volver a besarla por completo. Nunca se imaginó que ese peinado no era con
gel, sino que con pegamento. Estaba a punto de meterse a la ducha cuando las
ventanas vibraron y la música sonó demasiado fuerte. Su cabeza volvió a
dolerle. Luego se detuvo, se escucharon pasos en la habitación de Garreth y
gritos en el balcón, él solo suspiró, esa boba… todo debía ser obra de esa
boba. Se duchó.
Cuando
entró a la cocina, todos los bebedores estaban sentados a la mesa, con notorias
ojeras, al parecer Narel había logrado despertarlos con la música a todo
volumen que puso, incluso estaban Jesse y Harper. Alexander se fijó que
Nicholas con George se encontraban con Narel, que cocinaba, y la abrazaban y la
besaban. Se acercó a ellos para separarlos.
—¿Por
qué andas con esa gorra, Alex? —Nicholas le preguntó al mirarlo.
—Porque
no quiere mostrar el peinado tan genial que le hice, es un antipático.
—Alexander frunció el ceño al mirarla. Narel le pasó la mano por el cabello a
Nicholas—. Vas a ir con Alex a que te corten el cabello, ya lo tienes muy
largo.
—Pero…
—No
estoy preguntando por tu opinión, vas a ir y ya. —Alexander con George
comenzaron a reír por esa orden, ella se tomaba muy en serio el cuidar a
Nicholas—. Tú también vas con ellos, Georgie.
—¿Por
qué? —Esa vez fue el turno de Nicholas de reír—. Si no estoy estudiando aún…
—Eso
a mí no me importa, solo quiero que anden ordenados y presentables para
lucirlos como mis esclavos, no que me hagan pasar vergüenza. Irán a cortarse el
cabello los tres y no hay nada más que hablar al respecto. Y ahora a trabajar,
porque hay muchas bocas que alimentar hoy.
—¿Te
acuerdas cómo se hace el levantamuertos? —Ralph se acercó a ellos, los esclavos
continuaban cortando fruta y Narel seguía cocinando los panqueques.
—No,
y no haré, no es mi problema que se pusieran a beber de esa manera.
—No
nos vendría mal uno de esos, Nar. —Alexander se paró a su lado para ayudarla—.
¿Por qué no nos haces uno? —Narel giró y vio a los alcohólicos, cuál de todos
estaba peor. Suspiró.
—Bien,
pero ustedes terminan de ordenar esto porque los demás desayunaremos bien. Y se
lo van a tomar afuera. —Alexander sonrió y le besó la mejilla. Después caminó
donde los demás y les dijo que irían a desayunar afuera.
—Él
también te controla un poco. —Ralph se quedó con ella mientras los demás
ordenaban afuera. Thomas con Helen y los niños habían ido a comprar un poco de
leche y entraron por atrás, se unieron al resto.
—Sí,
yo lo dejo, sobre todo con las comidas porque me cuida. —Ralph la miró, ella
había comenzado con lo que le pidió, picando la cebolla.
—Pensé
que me dirías que no.
—No
voy a negarlo, Alex tiene un poco de control en mis decisiones de hace rato, y
más cuando estuvimos juntos. Entendí varias cosas cuando estuvimos juntos,
entendí por qué me cuidaba con las comidas y esas cosas.
—¿No
te deja ser una bolita?
—No,
pero lo soy igual. —Ralph comenzó a reír.
—¿Estás
bien aquí? —Narel estaba concentrada preparando la sopa que le llamaban
levantamuertos, aunque no era más que un guiso de pescado con algunos mariscos
y mucha cebolla, además de otros condimentos, que se debía tomar caliente.
—Sí,
me siento en familia… Aunque sea raro por todo lo que pasó con Alex… Me siento
bien.
—-Thomas
y Helen te adoran, al igual que sus hijos… Es como si fueras de verdad su hija.
—Esa
es la manera en que los veo, tú sabes bien la relación que tengo con mis padres
biológicos, tener a Thomas y Helen en mi vida hace que me mantenga con un poco
de los pies en la tierra.
—Antes
yo hacía eso… —Narel lo miró, Ralph estaba a su lado, apoyado en el mueble
junto a la cocina. Ella le puso tapa a la olla para dejar que se cocinara—. Le
falta el vino blanco a eso, sino no sirve.
—Qué
odioso eres. —Ella había omitido esa parte, Ralph comenzó a reír al verla
echarle vino.
—¿Te
acuerdas cuando nos besábamos?
—Claro
que sí, si tú me enseñaste el arte de los besos. —Narel lo miró y él a ella,
ambos sonrieron porque así era como Ralph llamaba a eso que hacían—. Ahora que
lo pienso, nunca entendí por qué lo hiciste.
—Porque
no me gustaba verte con otros. Eras como mi hermanita pequeña, no quería que
nadie se te acercara.
—Pero
era como si besaras a tu hermana, ¿no es raro eso?
—No
eres mi hermana. ¿Nunca sentiste algo por mí? —Ralph la vio sonrojarse.
—Sí…
era normal, supongo… Antes de venir a Londres yo soñaba contigo… Después de
arreglar todo con Teby, yo soñaba con una vida contigo.
—Nunca
me lo dijiste.
—Porque
te veía, andabas con una y otra y además me besabas a mí. Sabía que solo era un
sueño porque tú nunca me verías con esos ojos, yo siempre sería la pequeña niña
que debías cuidar. —Ralph la miró fijamente, eso que decía era verdad.
—¿Y
ahora? —Él se acercó y le tomó la cara—. Ya no eres una niña pequeña que debo
cuidar, eres toda una mujer. Ya no tienes diez años, sino que vas a cumplir
veinte… Ya no es necesario que te enseñe a besar… Y ahora ¿te gustaría que te
viera de otra manera?
—Pero…
pero… —Ralph juntó su frente con la de Narel—. Yo quiero a Alex… —Ralph comenzó
a reír y se separó un poco.
—Me
gustaría verte feliz con él, son iguales.
—¿Qué
crees que haces? —Alexander entró sin que ninguno lo notara y le tomó el brazo
a Ralph, mirándolo con el ceño fruncido al tener a Narel de esa manera.
—La
pongo a prueba. —Narel frunció el ceño al escucharlo, Ralph la soltó—. Tú
pasaste la prueba anoche, ahora le tocaba a ella. Ustedes son unos estúpidos.
—Voy
a reventarte esa botella en la cabeza. —Alexander le quitó la botella de las
manos, sabía que no lo haría, pero mejor se aseguraba. Ralph salió de la cocina
riendo—. A veces lo odio con todo mi corazón. Esta cosa está lista.
Narel
comenzó a servir los platos y Alexander a repartirlos. Luego se sentaron junto
al resto, él se aseguró de que no comiera más de dos panqueques, a pesar de que
ella quería cuatro, no la dejó. También le dijeron que, por la apuesta perdida,
Harper con Brandon se encargarían del almuerzo, aunque no dijeron el por qué
habían apostado. De a poco, y gracias a la sopa, los que se quedaron bebiendo
fueron tomando mejor cara. Luego del desayuno y de conversar un rato, Alexander
salió con los esclavos a cortarse el cabello, pero en ningún momento se quitó
la gorra, por mucho que intentaran, nadie pudo. Narel sabía que cuando volviera
la mataría, porque él no se había dado cuenta de que la única manera de
quitarse eso era cortándose el cabello hasta casi quedar calvo. Aun así, no le
importó, moriría feliz luego de verlo con el cabello tan corto.
—Nar,
estaba esto afuera para ti. —George entró corriendo, Narel recibió el paquete,
estaba cerca de donde guardaban las cosas de la piscina. Le pasó la mano por el
cabello y le sonrió.
—Eres
el niño perdido de Nunca Jamás más hermoso que he visto en la vida.
—Narel le besó la mejilla, George la abrazó.
—¿Y
yo? —Nicholas empujó a George y la miró, Narel le sonrió.
—Tú
eres el Russ más lindo de todos. Después de Elijah. —Nicholas la abrazó, George
se paró junto a ellos, querían ver lo que había en el paquete.
—Tú…
—Y ese era Alexander, la mataría—. Mira lo que me hicieron. —Alexander se quitó
la gorra, Narel estalló en carcajadas—. Esta vas a pagarla, no te perdonaré ni
siquiera por ser tú.
—Te
queda bien, pareces militar… Te ves bien… —Alexander frunció el ceño, solo
tenía una ceja en ese momento. Se escucharon las risas y burlas de los demás—.
Ignóralos, te ves bien, tus ojos se ven bien… —Alexander enrojeció por eso.
—¿De
verdad? ¿No lo dices solo porque no quieres mi venganza?
—Te
ves bien, Alex. Tus ojos se ven mejor que antes, esos celestes… —Narel se le
quedó mirando, era verdad lo que le decía.
—Entonces
las chicas me mirarán más ahora. —Narel bajó la mirada y comenzó a abrir el
paquete.
—Sí,
claro. —Alexander sonrió, le gustaba que se pusiera celosa, pero que no pasara
de eso.
—¿Qué
es eso?
—También
queremos saber, por eso estamos aquí. —Los tres se acercaron a mirar, Narel
sacó un libro con una tarjeta.
—Dice:
«Sé que el veintitrés de abril ya pasó y que no te gustan las rosas para que
sea una rosa y un libro, pero lo vi y me acordé de tu amor por Edgar Allan Poe
y lo compré. Espero te guste. Steven». —Narel levantó la cabeza porque Nicholas
con George comenzaron a molestarla con Steven, pero no les duró mucho porque
Alexander los mandó a callar. Ambos se fueron, él estaba enojado.
—¿Por
qué te sonrojas?
—No
lo sé… —Narel lo miró, tenía el ceño aún más fruncido—. ¿Estoy así?
—No
me gusta él.
—Me
tiene que gustar a mí, no a ti.
—¿Entonces
te gusta? —Narel sintió sus mejillas arder, los ojos de Alexander brillaron—.
Te gusta…
—Tenemos
gustos parecidos… la pasamos bien juntos… —Alexander dio un paso atrás, sentía
que en cualquier momento le caerían un par de lágrimas, la estaba perdiendo,
ella solo se sonrojaba con él, con nadie más. Y a veces con Ralph, pero ese era
otro cuento—. Puedo ir a los museos con él y esas cosas que me gustan.
—No
te quiero con él…
—No
puedes meterte en eso.
—No
te hará bien…
—¿Y
tú sí me hiciste bien?
Alexander
se quedó quieto al mirarla pasar, ella entró a la cocina. No hizo el intento de
detenerla, le daría su espacio porque él también necesitaba estar solo. Caminó
a la puerta que daba a la calle por el patio, se iría un rato a la casa de al
lado, la que era de los dos, debía pensar. Los demás se quedaron mirándolos sin
entender, luego Nicholas con George les explicaron lo que pasaba. Ninguno hizo
nada por ir a buscarlos, les darían tiempo para pensar, meditar y llorar.
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