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24 de mayo de 2025

[¿Y si no te hubieras ido?] Capítulo XIX: «Glasgow y la nueva mascota»

 

Thomas y Helen, sentados en el despacho de él, lograban ver todo negro a través de la pantalla, pero se escuchaban las risas de Narel y Nicholas al otro lado. Llevaban un par de días en la casa de campo los dos solos, ella le había pedido a Thomas si podía ir, porque después de lo que le dijo Alexander andaba más distraída de lo normal y no paraba de llorar, así que tanto Thomas como Helen emitieron un permiso para Nicholas en el colegio de que estaría ausente por un viaje y se fue con ella. Era la condición que le pusieron para que no fuera sola, pero a ella no le molestaba para nada ir con él.

—Thomas ¿ya nos ves? —Se escuchaba la voz de Narel, pero la imagen había pasado de negro a borroso, hasta que se ajustó por completo.

—Sí, ya los vemos.

—Hola, Helen. —Tanto Nicholas como Narel agitaron las manos en señal de saludo, los dos en casa notaron que estaban sentados demasiado cerca y demasiado sonrientes, algo andaba mal—. Tenemos una sorpresa que darles. —Thomas suspiró, no podía ser todo normal siempre—. Adoptamos una mascota. —Narel con Nicholas se hicieron a un lado y dejaron ver a un chico.

—Eso no es una mascota, es un niño. —Helen casi gritó, y si no hubiera sido porque hablaban a través del computador, de seguro la hubiera ahorcado. Narel abrazaba al chico, que al parecer no estaba asustado.

—Se llama George y es nuestra mascota, mía y de Nick, vamos a cuidarlo mucho, mucho.

—No soy una mascota. —El chico le reclamó, pero Narel lo estaba llenando de besos en la mejilla.

—Lo llevaremos a casa mañana que volvamos. Los queremos, hasta mañana. —Y la comunicación se cortó.

—La mataré apenas ponga un pie en esta casa. —Helen se puso de pie—. ¿Por qué no dices nada?

—¿No le viste la sonrisa?

—Sí… hace rato que no se veía así de feliz. —Helen volvió a sentarse—. ¿Estás de acuerdo con eso? —El computador sonó, había llegado un correo.

—Veamos qué nos mandó ahora. —Thomas abrió el mensaje y vio que solo llevaba un adjunto con el nombre de George Collier, comenzó a mirarlo y sonrió—. Le hizo una investigación completa, es el hijo de Arthur, el jefe de policía que vive a unas casas de aquí, cruzando la calle… Dejaremos que vengan a casa y nos expliquen qué pasa, no te alteres antes.

—Tú la consientes demasiado.

—Por eso soy su padre, las madres castigan, los padres consienten. —Helen lo golpeó en el hombro.

—Bien, esperemos que lleguen.

—No seas tan mala con ella, primero escúchala. —Helen miró a su esposo fijamente—. Recuerda lo de las niñas y lo de la ventana…

—Alexander recuerda muy bien las ventanas. —Los dos rieron al recordarlo—. Se lo merecía.

—Vamos a arreglar las cosas, que esos van a llegar mañana antes de almuerzo.

Tal y como dijo Thomas, llegaron poco antes del mediodía del lunes. Narel estacionó el auto en el garaje para que se bajaran adentro, el mayor se lo había prestado, porque como decían era la consentida. No los dejó bajar afuera porque sabía que Arthur, el padre del niño que habían adoptado con Nicholas, vivía cerca. Y tenían mucho que explicar. Entraron por el patio, ella llevaba a George de la mano y Nicholas el equipaje, ambos notaron que Alexander estaba sentado a la mesa bajo la sombra, lo saludaron con un simple «hola» y se fueron a la cocina. Él no le quitó la vista de encima al chico, no sabía quién era y no tenía la menor idea de que Thomas había hablado con ellos al respecto.

—Él es nuestra mascota, Thomas. —Narel abrazó a George, que le llegaba más o menos a los hombros. Alexander llegó justo cuando lo abrazaba—. Tiene dos años menos que Nick y es un amor. —Le tomó la cara y le apretó las mejillas.

—Que no soy tu mascota, ya te lo dije.

—Los dos somos sus mascotas. —Nicholas le pasó el brazo por el hombro a George, Narel lo soltó—. Somos los fieles esclavos de nuestra Emperatriz. —Thomas notó que George asentía, suspiró.

—Ven acá. —Thomas la llamó y la abrazó, después le besó la frente—. Llegas con estos dos y ni te acuerdas de saludarme.

—¿Y no la vas a regañar por todo esto? —Helen reclamó a su lado.

—No seas huraña, Helen. A ti también te puedo abrazar. —Narel soltó a Thomas y se le colgó del cuello a la mayor.

—Explícanos el asunto de este niño. —Narel la soltó y la miró.

—Es un niño de Nunca jamás, viene del mundo de Peter Pan.

—Voy a matarte. —Narel le sonrió, Helen rodó los ojos, Thomas tenía razón, se veía demasiado feliz comparado con los últimos días que estuvo en casa.

—Lo encontramos cerca del lago, tenía hambre y lo adopté. ¿Verdad, niño perdido de Nunca jamás? —Narel lo abrazó y lo besó en la mejilla, muchas veces—. Estaba solo… Se llama George Collier, es hijo del vecino del otro lado… Es mi otro bebito como Nick y cuando tenga mi casa, vivirán los dos conmigo. —Thomas miró a Alexander, el ceño fruncido le marcaba solo una ceja.

—¿Sabe tu padre que estás aquí? —Thomas le preguntó a George.

—No, me escapé de casa y no pienso volver.

—Te propongo algo. —Helen miró a su esposo, ni siquiera habían discutido que harían y él ya estaba tomando decisiones—. Iremos a hablar con tu padre y le diremos que estás aquí y que te quedarás aquí.

—Pero él no va a querer y yo no quiero volver a esa casa. —Thomas notó que el chico abrazaba a Narel—. Me lo prometiste, dijiste que no me llevarían a casa.

—No te van a llevar a ningún lado. —Narel lo abrazó de vuelta—. Pero Thomas tiene razón, él siempre tiene razón porque quiere lo mejor para nosotros. —Thomas sonrió de medio lado al escucharla—. Yo creo que deberías ir a hablar con el monstruo y luego te vienes aquí a dormir conmigo.

—¿Qué? —Alexander abrió la boca por primera vez en todo el rato que estaban allí, se había estado aguantando, pero al escuchar aquello no pudo seguir—. Claro que no va a dormir contigo.

—Thomas, ¿me prometes que lo vas a traer de vuelta de casa de Arthur? —Alexander apretó los puños al sentirse ignorado.

—No te lo puedo prometer, pero haré todo lo posible para que así sea.

—Bien… —Narel giró para mirar a George—. Si algo sale mal, te arrancas para acá. —Helen le dio un coscorrón.

—No le digas esas cosas, si ya sabe que puede venir aquí, que es bienvenido, no es necesario que se haga tanto lío con su padre, puede venir y quedarse y ya.

—Vamos a hablar con Arthur. —Thomas se levantó—. Dormirás con Nicholas, adaptaremos esa habitación para que compartan. —Narel volvió a besar a George por todos lados antes de dejarlo ir con Thomas, ambos se perdieron tras el vaivén de la puerta.

—¿Cómo se te ocurre traer un desconocido a casa? —Narel se encogió de hombros al escuchar a Alexander—. Puede ser algún delincuente o algo.

—Pero no es nada de eso, lo encontramos casi en la orilla del lago, se moría de hambre. No hablaba… ¿Verdad, Nick? Pensamos que moriría… —Alexander la vio con los ojos llorosos—. No podía dejarlo tirado allí, Helen. Yo me hago cargo de todos sus gastos, pero no lo dejes en la calle… —Narel abrazó a Helen con fuerza, la mayor le correspondió y le besó la cabeza.

—Ya escuchaste a Thomas, no lo dejará solo. Elijah y Emma te están esperando, vamos arriba a verlos. —Helen caminó con ella abrazada.

—No la trates mal, Alex. —Nicholas miró a su hermano con el ceño fruncido—. No hemos olvidado lo que le hiciste, con todo lo que pasó con George, al menos olvidó un poco de todo lo que le hiciste sentir y volvió a sonreír casi como antes, no le quites eso también.

Alexander miró a su hermano salir de la cocina, llevaba los bolsos a las habitaciones. Él salió al patio y se sentó donde antes, necesitaba pensar. Estaba allí porque quería verla al llegar, pero Nicholas tenía razón, no podía seguir quitándole todo. Se pasó la mano por la cara, necesitaba pensar con urgencia.

—No es un delincuente ni nada parecido. —Alexander levantó la cabeza al ver a Nicholas sentarse junto a él—. Lo encontramos el primer día, apenas llegamos, Nar lo vio tirado en la orilla del lago. Tenía fiebre alta y estaba… —Alexander lo vio fruncir el ceño, parecía que intentaba recordar la palabra—. Famélico, esa fue la palabra que usó Nar. Llamó a John y él al médico para que lo vieran, dijeron que estaba deshidratado. Nar lo cuidó hasta que ya abrió los ojos bien, día y noche, noche y día se quedó con él.

—¿Dormía con él?

—Se quedaba a su lado, sí. Todo el rato hasta que despertó bien y pudo comer solo. Fueron como dos días que estuvo con él sin moverse de su lado.

—¿Por qué no lo llevó al hospital?

—Sabes que le dan miedo los hospitales, por eso le dijo a John que llamara al médico que la vio cuando se cayó del caballo. —Alexander frunció el ceño por eso, después se enojaba porque no la dejaba ir a galope—. Yo no estaba de acuerdo con eso al principio tampoco, pero ¿cómo le puedes decir que no si te mira de esa manera? —Alexander aflojó el entrecejo al mirar fijamente a su hermano, eso que decía era verdad, a veces era imposible decirle que no—. Me dijo: «¿Y si hubieras sido tú, Nick? ¿Te hubiera gustado que te dejaran tirado?». ¿Qué se supone tenía que responderle a eso? Solo me quedó ayudarla a llevar a George adentro y cuidarlo. Después nos hicimos buenos amigos y no la dejamos llorar ningún día. —Nicholas le sonrió a Alexander mostrándole todos los dientes—. Te va a agradar, es como yo.

—Me va a caer súper entonces… —Alexander sonrió de medio lado mirando al frente, Nicholas soltó una carcajada.

—¿Por qué no puedes amarla, Alex? —El mencionado volvió a fruncir el ceño por eso, no le explicaría a Nicholas nada de lo que pasaba, porque sabía que le diría todo a Narel, le era completamente fiel—. Un día de estos va a llegar alguien que la amará como se merece y vas a perder todo.

—Ya perdí todo, Nicholas. Déjame en paz. —Alexander se levantó, sin mirar a su hermano—. Dile a Thomas que me fui a casa. —Nicholas se quedó mirándolo caminar a la cocina, se detuvo en la puerta, Narel iba saliendo—. Le puse agua a tus colibrís. —Narel lo miró, desde que le había dicho lo de Marianne que no lo veía a los ojos. Alexander le pasó los dedos por la oreja, acariciando los aretes que le regaló y bajó al collar que llevaba, dejó sus dedos allí—. Me alegra que volvieras bien. —Sacó su mano, apretó los puños y salió, ella no volteó a mirarlo, solo suspiró y caminó donde Nicholas.

—¿Thomas aún no vuelve?

—No, pero de seguro va a convencer a Arthur.

—Eso espero, no dejaré a George en manos de ese monstruo… ¿Alexander se fue a su casa?

—Sí… así dijo.

—Iré a mirar afuera, a hacer presión fuera de la casa de Arthur…

—No es necesario. —Los dos miraron a Thomas que llegaba—. Ya estamos aquí. —Narel sonrió al ver a George con una mochila, pero fue Nicholas quien corrió a abrazarlo.

—Voy a quedarme aquí.

—Tú, ven conmigo, tenemos que hablar. —Thomas miró a Narel seriamente, a ella se le borró la sonrisa de la cara, los dos chicos se quedaron viéndolos—. Ellos van a instalarse, pero nosotros tenemos un asunto importante que tratar.

—Yo no hice nada, toda la culpa es de Garreth. —Thomas sonrió mientras caminaban a su despacho—. ¿Dónde está ese bobo?

—Tuvo que ir a París con Leah a ver un tema de su padre, vuelven en una semana. —Thomas tomó unos papeles de encima del escritorio y se los pasó—. Es la autorización del médico para que puedas competir en Brighton, siempre y cuando quieras.

—¿De verdad? —Pero fue Nicholas quien preguntó al entrar y abrazarla—. Iremos a verte. ¿Verdad, George?

—Estaremos en primera fila. —Thomas notó que el chico la abrazaba más que Nicholas, sonrió al verla feliz.

—Aún no he dicho que sí.

—Pero irás. —Narel miró a Thomas sonreír—. Y vas a ganar.

 

**********

 

—Nick. —Narel iba saliendo de la casa, corriendo como siempre, a encontrarse con el mencionado que la esperaba afuera junto con George—. Nick. —Pero se dio cuenta de que no estaban precisamente solos, ambos se encontraban casi en la entrada de la casa de junto, Alexander con Marianne y los niños iban a entrar. Narel sintió que por un momento se le detenía el corazón al verlos.

—Josh quiere saludarte. —Nicholas llegó junto a ella y el niño la abrazó, pero sin que su tío lo soltara—. Alex estaba presentándole a los niños a George, a Steph le agradó.

—¿De verdad? Eso es bue… —Ninguno de los dos notó cuando Marianne llegó y detuvo el hablar de Narel con una cachetada. Ella entendió, de esa manera, de que la esposa de Alexander estaba enterada de todo. Se quedó mirándola fijamente y apenas pestañeó cuando Marianne la golpeó por segunda vez, los golpes que había dado y recibido siempre fueron peores que simples cachetadas. Vio que Marianne comenzaba a llorar—. ¿Ya te desahogaste?

—No… —Marianne alzó la mano para dar otra cachetada, Narel apretó los puños, dispuesta a recibir lo que venía. Joshua gritó asustado.

—Ya fue suficiente. —Alexander tomó el brazo de su esposa y la detuvo, Marianne lo miró, él tenía a Stephanie en los brazos—. No le estás dando un buen ejemplo a tus hijos.

—¿Y el que tú le has dado es muy bueno?

—Ellos nunca me han visto pelear y no se han asustado por cosas de este tipo, si quieres discutir, Josh y Steph se quedan fuera de todo esto. Y si quieres vengarte de alguien, solo es conmigo, no tienes que meter a nadie más, el único culpable soy yo.

—Nick, voy a comprar. —Narel dio la media vuelta y caminó en dirección contraria, con los puños apretados. George pasó entre medio de la gente para darle alcance. Alexander recibió a Joshua de los brazos de Nicholas.

—No eres para nada un caballero, George. —Nicholas los alcanzó y le pasó un brazo a Narel por la cintura para abrazarla—. A una señorita nunca se le deja caminar a la orilla de la calle, eso es como andar ofreciéndola. ¿Verdad que tengo razón, mi Emperatriz?

—Tienes razón. —Le respondió, medio sonriendo, se limpió un poco la cara, luego de dar la vuelta había dejado caer unas lágrimas.

—Te falta mucho que aprender aún de caballerosidad, George.

—Nick tiene razón. —Narel miró a George, él la vio sonreír casi reluciente a pesar de lo que había pasado—. Pero también es verdad que él caminó hasta hace poco del mismo lado que tú, pero una vez que me pasó de estatura, ya tenía que caminar al otro lado.

—Tampoco eres tan caballero, Nick. —George le dio un golpe en el brazo, por atrás de Narel.

—¿Por qué no te defendiste de Marianne? —Nicholas la miró al caminar.

—Porque no puedo hacerle nada, es la chica a quien Alexander ama y la madre de sus hijos. Yo fui quien se equivocó, me merezco lo que pasó.

—Pero… —George interrumpió en la conversación, Nicholas lo había puesto al tanto de toda la historia—. Tampoco es para que te golpee.

—No puedo responderle a la chica a la que Alexander ama, solo sería hacerle daño a él y no le puedo hacer daño a él. Está bien así, además que ni dolió.

—Te quedó rojo. —Nicholas detuvo el paso y le levantó el mentón—. Muy rojo, no pudo no dolerte.

—No dolió, Nick. Y si no caminan, iré sola.

Ese día tenía pensado ir a comprar lo que necesitaba para ir a la competencia de natación. La entrenadora le había entregado una minuta alimenticia que debían llevar al pie de la letra para aguantar, Helen se encargó de eso, pero del equipamiento dijo que lo vería ella y como tenía aquellos dos que no la dejaban sola ni un momento, la acompañaron. Nicholas había decidido que no dejaría que Alexander volviera a hacerla sentir mal, por eso quiso ir con ella a la casa de campo, aunque no se esperaban adoptar a otro más. También aprovecharían ese día para comprarle ropa a George y algunas cosas para acondicionar la habitación para los dos.

El teléfono de Nicholas comenzó a sonar de manera insistente, lo sacó del bolsillo y vio que era Alexander, dudó en responder.

—Dime… Sí, estoy con ella… Está bien… Sí… Adiós.

—No me interesa saber. —Nicholas cerró la boca de golpe, no alcanzó a decirle nada sin que lo interrumpiera—. Solo quiero ir y comprar mis cosas y las de Georgie y ya, no quiero saber nada más.

—Dijo que quiere hablar contigo cuando vuelvas.

—No me interesa saber.

—¡Muñequita mía!

—Por todos los dioseses, ¿qué hice para merecer esto? —Narel frunció el ceño al escuchar el grito de Ashley.

—Yo puedo decirte lo que hiciste. —George le sonrió mostrándole todos los dientes.

—No era literal, no hagas que me arrepienta de haberte rescatado y adoptado.

—Es para hacerte reír un rato. —George miró a quien le echaba un brazo por el hombro.

—Hola, guapo. —Ashley le dio un sonoro beso en la mejilla—. Yo también te hubiera rescatado sin pensarlo.

—Ya, déjalo, Ash. Lo asustas. —Narel rodó los ojos—. Deja de molestarlo, le diré a Brandon que lo acosas.

—Puedes decirle y yo me quedo con este bombón. Si solo mira esos ojazos verdes. —Ashley le tomó de las mejillas.

—Es muy menor para ti, déjalo en paz. —Narel la separó de George—. No acoses a mis bebés. A ninguno.

—Bien, si vine a buscarte a ti, Helen me dijo que vas de compras para lo de la competencia, así que me apuré en alcanzarte.

—¿Vienes de casa?

—Sí. —Narel la miró fijamente, Ashley le sonrió.

—Puedes hacer lo que quieras, el mundo es libre. —Tomó a George del brazo y comenzó a caminar, Nicholas se intentó acercar, pero Ashley lo detuvo.

—Alex me mandó…

—Lo imaginaba. —Nicholas suspiró al mirarla, comenzaron a caminar un poco más atrás—. Nar no quiere saber nada de él, y si va a seguir haciéndola llorar, mejor que se quede lejos.

—Está preocupado por lo que pasó con Marianne.

—Tiene la cara roja…

—Lo noté… Ve con Georgie a comprar, yo me quedo con ella.

—¿Vas a tratar de convencerla para que hable con Alex?

—No, eso ya es problema de él. Yo quiero que ella esté bien… No quiero que se apague ni que le dé un ataque como el de las demonios o cuando rompió las ventanas.

—Bien, pero no le hables de Alex directamente porque de verdad que no quiere saber de él.

—Solo quiero hacer que llore conmigo y bote todo lo que siente en lugar de que vaya por allí a hacer alguna estupidez.

—La tienes difícil, pero te deseo suerte. —Nicholas le sonrió al mirarla—. Sabes que ella solo llora con cuatro personas y no eres ninguna de esas.

—Pero vengo en representación de una.

—Pero no lo eres.

—Eres tan fastidioso como ella.

Nicholas le sonrió más y continuaron caminando, al llegar al centro comercial, Ashley tomó del brazo a Narel y la separó de los muchachos para ir a comprar por separado, quería sacarle la mayor cantidad de información posible, pero no tuvo buen resultado, al fin y al cabo Nicholas tenía razón. Además, algo le decía a Ashley que Narel comenzaba a sospechar que le contaba cosas a Alexander, no lo hacía de mala manera, pero sabía lo que pasaba y quería ayudarlos a los dos. Al final terminaron sentadas fuera del centro comercial tomando helado mientras esperaban a los muchachos, Ashley se había dado por vencida y solo se quedaron conversando de la competencia y del último juego de fútbol que tendrían Brandon con Alexander del año, ya que sería contra la universidad de Glasgow.

—A Nar le gustan los colibrís, ¿verdad? —George le preguntó a Nicholas, él miraba una joyería, pero el mayor estaba enviando un mensaje.

—Sí, pero es mejor que no le compres nada de eso. —George lo miró con gesto de pregunta—. Alex le regala cosas de colibrís porque es la manera que tiene para que ella lo tenga siempre presente. Es su símbolo.

—Eso está lindo para ella. —Nicholas le tomó una fotografía a lo que veían—. ¿Por qué hiciste eso?

—Cuando lleguemos a casa le diremos a Alex para que se lo compre.

—Pero yo quería regalárselo.

—¿Qué sientes por Nar? —Nicholas lo miró escudriñándolo—. No te enamoraste de ella ¿verdad?

—No, claro que no. —George frunció el ceño—. Quiero darle algo en forma de agradecimiento por ayudarme, si no fuera por ella, no estaría aquí.

—Ven, vamos a comprarle algo del Manchester, eso sí que le va a gustar. —Nicholas comenzó a caminar y su amigo lo siguió.

—El colibrí está lindo.

—Sí, pero ya te dije, eso es como regalarle una parte de Alexander y la queremos mantener lejos de él ¿verdad?

—Claro que sí, lejos de quien le hace mal.

—Por eso, le vas a comprar eso. —Nicholas lo dejó frente a la nueva camiseta del Manchester—. Con eso ella será feliz, y en la talla más grande.

—¿Por qué la más grande? Le va a quedar como carpa de circo.

—Porque es la talla que le compra Alex, ella usa las camisetas como pijama, y mientras más grande, menos posibilidad tiene de andar mostrando la ropa interior para que Alex no se enoje. Si le compras una de su talla, Alex va a matarte.

—¿Y con el nombre de quién?

—Da lo mismo eso. Solo cómprale la que tenga el diez.

—¿Por qué el diez?

—Porque Alex usa ese número siempre. Solo fíjate, todas las camisetas que tiene, menos la que hicieron especial para ella, tiene el diez. Incluso la gorra que se mandó a bordar tiene el diez… hazme caso, solo le importa el número, nada más.

Luego de que compraron se fueron con las chicas, ellas ya llevaban un rato esperándolos. Narel les reclamó por todo lo que se tardaron, siendo que siempre le decían que debía apurarse y ella los terminaba esperando. Caminaron de regreso a casa, Nicholas notó que Ashley no había logrado hacer que llorara ni sacarle información, en parte era lógico que eso sucediera, no solo porque Narel siempre lloraba solo con cuatro personas, sino que estaban en un lugar público y por muy mal que se sintiera, si no andaba con la gorra, no lloraría. Ese día se quedaron en casa de Thomas disfrutando del sol, Brandon se encontraba allí cuando llegaron, al igual que Alexander, pero como llevaban haciendo desde un par de días, se ignoraron y evitaron entablar conversación. Poco antes de que Ashley con Brandon se fueran, Narel se fue a la sala con George y Nicholas, se quedarían jugando videojuegos para distraerse.

 

**********

 

Cuando Narel entró a su habitación, le pareció raro ver la ventana abierta. Se asomó al balcón, esperando cualquier broma por parte de Garreth, aunque llevaban varios días sin hacer nada contra el otro. Pero, antes de poder mirar con atención, vio que encima de la cama había un paquete, lo abrió y estaba la nueva camiseta del Manchester, se dio cuenta que esa era una de las bolsas que llevaba George. Sonrió más, tenía pijama nuevo. No perdió el tiempo y se la puso, y lo mejor era que tenía el número diez, el de Alexander. Después de mirársela puesta, recordó que la ventana estaba abierta y salió al balcón, Alexander estaba sentado a la orilla, apoyado con la espalda en la pared, tenía un vaso en la mano.

—¿Por qué te estás tomando el escocés de Thomas? —Alexander levantó la cara para mirarla—. No deberías estar aquí, dijiste que te irías a casa de hace rato…

—¿Me ayudas a levantarme? —Narel lo miró, otra vez estaba con el cabello desordenado, al igual que la ropa. Suspiró y le extendió la mano, pero en lugar de levantarse, la jaló para sentarla entre sus piernas—. Solo quería ver un rato las estrellas…

—Ya no bebas más, no me gusta cuando lo haces…

—Desocupo este vaso y ya no más. —Narel le quitó el vaso, prácticamente de los labios, y se lo tomó ella.

—Ya se desocupó. —Alexander sonrió al mirarla, ella dejó el vaso en la orilla, junto a la botella. Él la abrazó y la acomodó para que ambos miraran las estrellas—. No quiero que te vayas así a tu casa, te puede pasar algo. —Narel sintió que Alexander la abrazaba fuerte y apoyaba su cabeza en el hombro de ella.

—Quiero que vayas con Ashley y Brandon a Italia.

—No quiero ir.

—Si quieres, es tu sueño. —Alexander la abrazó más fuerte—. Ve a recorrer Italia en tren, como siempre quisiste. No detengas tu vida por mí.

—No estoy deteniendo nada, sigo adelante, voy a ir a competir y sigo estudiando…

—Entonces vas a ir a Italia y vas a seguir cumpliendo tus sueños. —Narel bajó la cabeza para mirar al suelo, Alexander la abrazó más, le gustaba tenerla así, sentada entre sus piernas mientras la abrazaba por la espalda—. Tienes que recorrer Italia en tren… Ya no llores más por mí…

—Iré, pero no porque me lo estás diciendo, sino que es porque yo ya no lloro por ti. —Alexander sonrió y le besó la oreja.

—Esa es mi preciosa…

—No hagas eso…

—¿Qué no haga qué? —Alexander le metió las manos por entre la camiseta y se las dejó en el vientre, volvió a besarle la oreja.

—Hueles a alcohol y no me gusta…

—Tienes que ponerte pantalón… ya no vives sola con mis hermanos, también está George y él te mira…

—Estaba en eso cuando escuché ruido y me asomé a mirar. —Narel giró su cabeza y lo miró a los ojos—. Georgie no me mira de ninguna manera.

—Eres preciosa… —Alexander la vio sonrojarse antes que volviera a bajar la cabeza, la abrazó con más fuerza y la besó en el cuello.

—Dices esto solo porque estás ebrio, no sabes lo que haces… voy a dormir…

—Quédate otro momento… vamos a buscar estrellas fugaces para que pidas deseos…

—Yo solo tengo un deseo… yo solo quiero que seas feliz siempre… nada más…

—En estos momentos soy más que feliz.

—Porque estás ebrio, porque bebiste más de media botella, pero mañana no recordarás nada de esto y solo te dolerá la cabeza.

—No importa mañana, solo importa el ahora… y ahora voy a besarte… —Alexander, al ser más alto, pudo moverla ayudado por su hombro para poder juntar sus labios.

—No quiero que sigas jugando conmigo… —Él abrió los ojos por el asombro y medio espabiló, Narel lloraba—. Voy a dormir.

—Solo quédate un momento más… —Alexander apoyó su mentón en el hombro de Narel—. Prometo no volver a besarte ni nada parecido.

—Ya no creo en tus promesas.

—Si hago algo que no te guste, puedes golpearme donde más me duele…

—Bien…

—Busquemos tus deseos un rato y luego te vas a dormir. —Narel se acomodó entre los brazos de Alexander, él solo la abrazó más, ella dejó el codo a la distancia suficiente para golpearlo en caso de que hiciera algo que no debía—. Lo siento por lo que pasó con Marianne hoy, no volverá a ocurrir.

—No importa, si era lo que me merecía. Me estuve acostando con su esposo, es lo mínimo que podría pasar. —Alexander la sintió suspirar y encogerse de hombros—. Me alegro de que le dijeras todo, ahora que están haciendo las cosas bien y que ya sabes que es a ella a quien amas, es mejor que no tengas secretos.

—Sí… claro… ahora que estamos bien… —Narel sintió que Alexander enterraba la nariz en sus rizos—. Sigues oliendo a vainilla y bebé.

—No quiero golpearte, Alexander. —Él subió una mano y la tomó del cuello, obligándola a mirarlo.

—No importa lo que pase entre los dos… —Alexander junto sus frentes—. Yo voy a cuidarte toda la vida, no voy a dejar que nadie te haga daño, nunca… Ni siquiera yo… Ni siquiera yo, preciosa…

—¿Qué hacen? —Los dos voltearon a mirar al frente cuando Garreth les habló, Alexander volvió a abrazarla metiendo sus manos para dejárselas en el vientre, el menor notó que Narel bajaba la mirada y le caían algunas lágrimas—. Está muy linda la noche, ¿verdad? —Garreth se sentó junto a Alexander.

—¿No podías dormir? —Narel le preguntó, Alexander dejó su mejilla apoyada en la cabeza de ella.

—Estaba viendo una película y escuché ruidos, me asomé y estaban ustedes, no iba a desaprovechar pasar un rato con mis hermanos.

—Estamos buscando deseos para Nar… Si quieres nos ayudas…

—¿Estuviste bebiendo? —Garreth los miró, vio que ella se encogió de hombros y que Alexander frunció el ceño.

—Solo un poco, Garreth. No fastidies.

—Ya le quité la botella, Garreth. Todo está bien…

—Pensé que te habías ido a casa…

—Sí, pero me quedé buscando los deseos…

—Ahora que estamos aquí los tres. —Narel miró a Garreth, tenía la vista fija en el cielo—. ¿Qué pensaste al recoger a George?

—Eso es algo que yo también me pregunto. —Alexander agregó al mirarla—. No es que me desagrade, es solo que fue raro.

—Es lo mismo que yo pienso, a mí me agrada igual, pero fue raro… viniendo de ti… —Narel frunció el ceño al escuchar a Garreth.

—¿Están diciendo de que yo no tengo corazón? —Escuchó a los dos reír, se estaban burlando de ella—. Qué antipáticos son cuando están juntos.

—Si tienes, pero uno muy, muy malvado. —Alexander comenzó a reír más por lo que decía su hermano.

—Voy a golpearte, Garreth. —Alexander la abrazó más fuerte, para que no peleara, después le besó la oreja.

—No dejes que te gane. Si sabes que solo lo hace para molestarte.

—Fue raro, ya lo sé… —Narel se quedó quieta, los dos la miraron—. Tendría que haberlo llevado al hospital como dijo Nick, pero… fue como verme a mí… —Ella miró al cielo—. Si yo no hubiera tenido a Alexander conmigo cuando nos mudamos a Londres, me hubiera arrancado de casa de la misma manera que lo hizo Georgie… y quizás hubiera terminado de la misma manera… —Los dos hermanos se quedaron mirándola fijamente—. Me hubiera ido a Canadá, quizás… y allá todo hubiera sido muy diferente… Lo entiendo ahora… ahora que ya van dos años desde que Julián me dijo que no quería saber de mí…

—Yo voy a cuidarte toda la vida… —Alexander le besó la cabeza.

—Si nosotros no hubiéramos tenido nuestra promesa de medianoche, si yo no te hubiera prometido volver a ti siempre, sea donde sea que esté… yo hubiera terminado como Georgie… —Alexander la abrazó más fuerte, Garreth solo la miraba—. Él perdió a su abuelo y su mundo se fue al suelo, yo simplemente le di una mano para levantarlo. ¿Eso estuvo mal?

—No, cualquier otra persona lo hubiera dejado tirado… —Garreth quiso besarle la frente en señal de apruebo, pero Alexander la tenía demasiado protegida entre sus brazos y, prácticamente, con todo su cuerpo—. Es por eso por lo que me pareció raro cuando Thomas me contó la historia…

—Pero también sabes que es anormal y que su anormalidad la hace especial… —Alexander le dio varios besos en la mejilla, Narel sonrió por eso—. Y es una de las mejores cosas que tiene…

—Nos vas a llenar aún más la casa…

—Voy a comprarme un edificio, un rascacielos para llenarlo de niños que necesiten un hogar. Tendré muchos esclavos. —Alexander y Garreth sonrieron por eso.

—Pero nosotros seguiremos siendo los más fieles de nuestra Emperatriz. —Los tres miraron a Nicholas, de pie junto a ellos que los miraba sonrientes, George lo acompañaba—. Porque fuimos los primeros. —Nicholas se sentó en el suelo y se metió entre las piernas de Garreth—. Abrázame, Garreth.

—Hazte a un lado, ya no eres un bebé. —Garreth lo empujó, pero Nicholas no se movió—. Ya estás grande para estas cosas.

—Solo estoy grande de estatura, ¿verdad, Nar?

—Sí, eso es verdad, has crecido mucho en estos meses. —George, de pie, se quedó mirando que Alexander tenía las manos en el vientre de ella y se le veía la ropa interior. Sintió sus mejillas arder.

—Cuidado donde miras. —Alexander logró distraerlo, sacando sus manos y bajando la camisa—. ¿Cuántos años tienes, George?

—Voy a cumplir trece ahora en agosto.

—No puedes decirle nada, tú eras peor a esa edad. —Garreth miró a Alexander, había dejado de pelear con Nicholas, quien se quedó apoyado en su hermano.

—No está acostumbrado tampoco, nosotros la vemos de hace años pasearse así por la casa. —Nicholas también volteó la cara para ver a Alexander—. No lo regañes.

—Te he dicho que te pongas pantalones.

—Bien, bien… no es mi culpa que ustedes, los hombres, sean tan babosos.

—A mí no me metas, yo nunca te vi de esa manera. —Garreth interrumpió los reclamos al mirarla, Nicholas movió la cabeza asintiendo—. A Alex era al que le sangraba la nariz. —Los dos comenzaron a reír, Alexander frunció el ceño.

—Nar… —Pero los tres se quedaron mirando al frente, George se había acercado a Narel—. ¿Me abrazas?

—Claro que sí. —George le sonrió al acomodarse, de la misma manera en que ella estaba con Alexander y Nicholas con Garreth. El mayor de todos frunció el ceño, Narel abrazó a George.

—Eso no es justo, yo debería estar allí. —Nicholas intentó golpearlo, pero Alexander le tomó el brazo antes.

—No le vas a pegar si está con Nar cerca, si le pegas a ella, te golpearé más fuerte. —Nicholas sonrió, su hermano la amaba y eso le gustaba.

—Nar, ¿sabes cuáles son esas estrellas y la constelación que está allí?

—No lo sé, explícame.

Alexander la miró, eso no era cierto, ella conocía todas esas estrellas y constelaciones, aunque a veces olvidara algunos nombres. Sonrió al abrazarla más y apoyar su mentón en el hombro de ella, sabía muy bien por qué lo hacía. George se quedó relatando, los cuatro lo escucharon con atención y le hacían preguntas de vez en cuando. Alexander notó, después de un rato en que todos estaban conversando de diferentes cosas, que Narel comenzaba a dormirse, a pesar de las risas que salían de ellos a veces, no aguantaba el sueño. La acomodó para que su cara quedara escondida en su cuello, así él apoyaba su cabeza en ella y la dejaba protegida.

—No quiero que se pierda. —Narel le susurró a Alexander, él sabía que estaba casi dormida.

—Te queda bien ser mamá.

—Ya no quiero tener hijos.

—Lo sé, duerme…

Alexander le besó la mejilla y la dejó tranquila, sabía que tenía los ojos cerrados y la respiración se volvía cada vez más calmada. A su lado, Garreth empujó a Nicholas, también se estaba durmiendo y lo mandó a acostarse. Alexander le dijo lo mismo a George. Los dos se levantaron y miraron a Narel dormida en los brazos de Alexander, los volvió a mandar a dormir diciéndoles que no se preocuparan por ella, que él se encargaba. Los dos se fueron por el balcón hasta la habitación. Garreth se puso de pie.

—¿Puedes con ella o estás muy mareado aún?

—Estoy mareado…

—Yo la cargo. —Garreth tomó a Narel en los brazos—. Si no puedes pararte, te ayudo ahora que la deje en la cama.

—Estoy bien. —Su hermano lo vio levantarse, apoyándose en la pared. Entró a Narel y la dejó en la cama—. Creo que debería dormir en tu habitación. —Garreth lo miró, estaba en la ventana, más al lado del balcón que al interior.

—Duerme con ella, aquí nadie te tomará fotos.

Garreth abrazó a su hermano y salió por la ventana. Alexander se acercó con lentitud a la cama, acomodó a Narel y la arropó, luego se quitó la ropa y se metió junto a ella. Dejaría la frontera que inventaba cada vez que discutía con él. Aun así, la acomodó para poder tenerla frente a él y mirarla, hasta que se durmió. Tenía claro que lo esperaba un gran dolor de cabeza al otro día.

 

**********

 

Alexander entró a la cocina y vio a sus hermanos allí. Nicholas sentado a la mesa junto a George, ambos vestidos listos para ir a correr, mientras que Thomas les servía desayuno. Se dio cuenta que esos dos comían como si no lo hicieran nunca. Se sentó, luego de saludar, y miró a los otros dos. Garreth entró unos minutos después, también se acomodó para que Thomas les sirviera.

—¿Tú no cocinaste esto, Thomas? —Alexander le preguntó mientras comía.

—Yo no cocino, yo solo sirvo.

—¿Acaso no reconoces esa mano? —Helen entró seguida de Leah y Elijah que se acomodaron a la mesa, ella llevaba a Emma—. Comes aquí todos los días.

—¿Dónde está? —Alexander pensó que llegaría con Emma o con Elijah, pero se equivocó.

—Salió a entrenar. —Helen se sentó, con la bebé en los brazos, mientras Thomas les servía. Alexander miró a los dos culpables.

—¿Y ustedes qué hacen aquí? —George y Nicholas dejaron de comer para mirarlo.

—Pensamos que aún no salía.

—Creímos que estaba arriba y bajaría y saldríamos.

—No les pago para que coman, sino que para que la vigilen cuando sale a entrenar sola. —Alexander frunció el ceño, los otros dos le sonrieron—. Los voy a despedir.

—¿Cómo es eso que les pagas para que la vigilen? —Thomas se paró a su lado, con la mano en el hombro, demasiado cerca de la oreja que se la podía jalar en cualquier momento.

—Para que la acompañen, Thomas. Para que no le pase nada o por si le duele la pierna mientras corre…

—Ajá…

—Además hoy es sábado, iríamos al entrenamiento porque llegan los de la universidad de Glasgow. —Thomas volvió a sentarse.

—Sí, vamos a ir a ver el entrenamiento, Thomas. —Nicholas le dijo al mayor, George, a su lado, asintió—. Estamos invitados.

—Pensamos que no iría a correr hoy… Demasiado temprano…

—Anda despierta de hace rato, dejó hasta el desayuno listo mientras ustedes, vagos, seguían durmiendo. —Thomas miró a sus tres hermanos menores, o cuatro si ya comenzaba a considerar a George, que bajaron la cabeza con vergüenza.

—Hola, hola. Buenos días. —Narel entró, Alexander la miró de pies a cabeza. El entrenamiento realmente le estaba haciendo bien, o quizás era que la extrañaba demasiado. Meneó la cabeza—. Thomas, ya volví. Voy a darme un baño.

—Por favor, que hasta aquí hueles. —Garreth se asomó por atrás de los que estaban sentados y le sonrió, vio como se le frunció el ceño, los otros tres rieron.

—Voy a matarte cuando no esté Emma presente. —Narel cerró la puerta y salió, sintieron los pasos corriendo por la escalera y el segundo piso.

—Sabes que ahora te espera alguna cosa en la habitación, ¿verdad? —Alexander miró a su hermano, a quien se le cortó la risa y se puso de pie—. Ya la conoces de hace tiempo, sabes que no tienes que molestarla después de que corre.

—¿Por qué no la tiene que molestar cuando corre? —George preguntó mirando a Alexander.

—Voy a vigilar mi habitación. —Garreth salió de la cocina rápidamente.

—Porque no le gusta correr, lo odia, y a pesar de que es un ejercicio y el ejercicio hace feliz a la gente, a ella la pone de mal humor. —Se escuchó un ruido fuerte en el segundo piso, Thomas, Nicholas y Alexander sonrieron—. Y él ya debería tenerlo más que claro.

—No puede haberle hecho algo en tan poco tiempo. —Helen, que vigilaba a Elijah, opinó por el sonido que escucharon.

—Garreth se lo merece, por molestarla y por salir con Melissa sin permiso. —Los hermanos mayores miraron a Leah cuando habló, Thomas suspiró, no podían decir que no era hermana de Alexander.

—Menos mal que la competencia ya es la otra semana y se le pasará todo esto. —Helen le pasó a Emma a Thomas para ella encargarse de Elijah.

—Prefiero que siga entrenado, está agarrando forma. ¡Auch! ¡Auch! —Thomas le jaló la oreja a Alexander—. No hagas eso.

—Guárdate esos comentarios para ti solo.

—¿Qué te pasó, Garreth? —Nicholas le preguntó a su hermano al verlo entrar y sentarse donde antes, para terminar de desayunar.

—Se tropezó, el muy bobo. —Narel entró después de él y tomó una manzana. Alexander se fijó que volvía a tener los rizos sueltos—. Ash me está esperando afuera, vuelvo después de las prácticas. —Besó a Thomas y Helen en la mejilla y tomó a Elijah en sus brazos—. Mañana te llevaré conmigo para que veas a tus tíos jugar, ahora bésame. —El niño la abrazó y la besó por toda la cara, luego lo bajó—. Nos vemos en un rato.

—Espéranos. —George y Nicholas se pusieron de pie para seguirla.

—¿Tomaste desayuno? —Alexander salió tras ellos.

—Hace rato, y ahora me como una manzana.

—¿Cómo te tropezaste?

—No te burles, Thomas. —Garreth lo vio sonreír, lo miró con el ceño fruncido—. Me estaba esperando a la entrada de la habitación y me hizo tropezar…

—¿Y el golpe? —Helen lo miró, Garreth notó que también sonreía.

—Traté de afirmarme con el escritorio y se cayeron algunas cosas…

—Para que aprendas a no molestarla.

—Garreth. —El mencionado miró a su hermana pequeña—. ¿Mañana me vas a llevar al juego junto con Melissa? —Garreth sintió que le corrió una gota de sudor al asentir, Leah lo miraba fijamente—. Bien, es hora de ya conocerla mejor. ¿La invitaste también a la competencia de Nar?

—Sí, pero prefiere no ir.

—¿Por qué no?

—Porque le tiene miedo a Nar. —Helen le contestó a la pequeña, ambas rieron.

—¿Por qué? Si Nar es un amor de persona.

—Sí, claro… —Garreth refunfuñó mientras terminaba de comer—. Un amor de persona.

Ashley estaba en la esquina besándose con Brandon, que al parecer también había llegado recién. Narel le gritó para que se separan, no era justo que ellos pudieran hacer eso mientras ella se quedaba mirando, así que prefería molestarlos. Ashley la abrazó y comenzaron a caminar, tras ellas iban Nicholas con George y más atrás Alexander con Brandon, cada uno conversando de diferentes temas. Los del final hablaban sobre el juego del domingo, ya que se enfrentarían a una de las universidades que muy, pero muy pocas veces le ganaban. Mientras que los del centro iban conversando sobre video juegos y qué poder hacer en las vacaciones, aunque George ya estaba en ellas porque no lo aceptaron de vuelta en el colegio y Thomas hizo la gestión para que ingresara el siguiente año al mismo en que iba Nicholas y los demás. Y las chicas a la cabecera iban hablando sobre los muchachos de Glasgow que habían llegado el miércoles. Ashley se molestó un poco con Narel ese día porque ella conocía a quien los llevaba, se quedó conversando y fue presentada a los jugadores y no la invitó, pero también sabía que Narel poco y nada se daba cuenta de esas cosas y se le pasó al poco tiempo. No era la primera vez que algo así pasaba, a veces, en el colegio, la invitaban a ver charlas y asuntos por el estilo, donde se relacionaba con chicos mayores, Ashley sabía que eso era por las notas, no era secreto para nadie que Narel no se llevaba bien con casi nadie del grado en el que iban, solo con Alexander y con Ashley, por eso se la pasaba estudiando. O más que estudiando, leyendo o dibujando, pero también era sabido por todos que los profesores la tenía de favorita y la invitaban a cada cosa que se presentara que fuera para su aprendizaje y ella no decía que no, porque según su pensamiento, todo le serviría a futuro. Muchas veces, Alexander y Ashley terminaban enojados con ella por eso, porque simplemente iba y no les decía, pero ambos sabían que no era su culpa y que a veces solo quería arrancar de donde estaba. Narel siempre les dijo que, si no fuera por ellos, hubiera preferido estar en otro de los grados, ya que con ellos se llevaba mejor que con sus compañeros. Pero, a pesar de que estuvo casi un trimestre en otro grado porque sus padres decidieron alejarla de Alexander cuando supieron que sería padre, los profesores la pidieron de vuelta porque Alexander y Ashley bajaron el rendimiento. Así se dieron cuenta de que, de una u otra manera, siempre estarían los tres juntos.

—¿Dónde está? —Alexander les preguntó a los dos muchachos que había contratado de guardaespaldas, estaban sentados junto a Ashley en las gradas y, tanto él como Brandon, venían saliendo de los camerinos para empezar con las prácticas.

—Fue a comprar algo de beber. —Pero fue Ashley quien respondió, Alexander los miró con el ceño fruncido.

—Vamos, Alex. A entrenar. —Brandon le pasó un brazo por el hombro y caminaron a la cancha.

—¿Crees que debemos ir a buscarla? —George sintió que Ashley lo abrazaba.

—No, ustedes se quedan conmigo, bomboncito.

—No me gusta que me acoses.

—Es que eres tan lindo. —Ashley le besó la mejilla—. Si fuera una bruja, te diría que estás para comerte.

—Nar dice que todas las mujeres son brujas y que por eso tenemos que alejarnos de ellas. —Ashley comenzó a reír por eso.

—Esa loca…

—Tú sabes dónde está, ¿verdad? —Nicholas la miró, Ashley le sonrió.

—Yo solo sé que a ella le gusta mucho Glasgow.

Alexander notó que Narel se sentó entre George y Ashley a los pocos minutos que ellos habían empezado la práctica. Estaba diferente desde el miércoles, andaba cantando cuando hacía alguna cosa, sonreía más, no se veía triste como los días anteriores, incluso la comida que cocinaba sabía mejor. Tenía a esos dos idiotas que no habían sido para nada productivos y si Thomas y Helen sabían de algo, no le dirían nada. Ashley tampoco lo haría, a pesar de que lo ayudaba en lo que más podía, sabía que había cosas en que no podría contar con ella, como con eso. Frunció el ceño al pensar, llevaba la gorra del equipo de la universidad con la visera hacia atrás cuando se sentó y luego la ajustó hacia adelante, eso solo lo hacía cuando conversaba con alguien y sonreía. Esperaba que el tiempo estuviera de su lado y no la terminara perdiendo.

—Espero que mañana me traigan alguna buena noticia, porque hoy no sirvió de nada. —Alexander estaba sentado a horcajadas en la silla de Nicholas, los otros dos se encontraban sentados en la cama, mirándolo.

—Fue difícil, sabes que ella se pierde y a veces no es posible encontrarla.

—Nick, te la pasas pegado a ella desde que la conoces. ¿De hace cuánto? ¿Desde que tienes siete u ocho años? No me salgas con eso ahora.

—Haremos todo lo posible mañana en el juego, averiguaremos algo, te lo prometemos. Aunque… —Alexander miró a George fijamente, toda información le servía—. Está lo que dijo Ashley, eso que a Nar le gusta mucho Glasgow.

—Sí, pero eso es porque se quería ir a estudiar allá y no pudo. —Nicholas le respondió a su amigo—. Eso ya no es importante. —Alexander se puso de pie, no tenía buena cara.

—Que duerman bien.

George lo miró, Alexander salió cabizbajo de la habitación, tenía que descansar porque un duro partido lo esperaba al otro día. Pero él sabía que ese comentario de Ashley no era solo por lo que decía Nicholas, había algo más allí. Se metió a la habitación de Narel, por la hora ya debía estar dormida y así fue, se acercó y la arropó, después le besó la frente y aprovechó para hacer lo mismo en los labios. Luego de eso salió de la casa y se fue a la de al lado, ya estaba, prácticamente, viviendo en su futura casa. Esperaba, de todo corazón, poder vivir algún día con ella allí y continuar con los sueños que una vez imaginaron, pero mientras seguiría solo soñando en aquel sofá cama en el que dormía.

 

**********

 

Aquel domingo, Alexander la vio pasar trotando desde la ventana, él recién iba a darse un baño para prepararse para el juego contra la universidad de Glasgow y ella ya venía de vuelta de entrenar. Sonrió por eso, al parecer sí tenía ganas de competir. Como todos los días se iría a desayunar donde sus hermanos, podría estar durmiendo en la casa en construcción, pero continuaba viviendo en la de al lado. Si no fuera porque aún no le decía nada a Narel, ya hubiera mandado a hacer la puerta que comunicaría los patios, pero eso lo había pedido para lo último. Se duchó y se fue a la casa de al lado, en donde encontró a los demás ya sentados a la mesa, Narel les estaba sirviendo con ayuda de George, notó que ella llevaba puesta la camiseta de la universidad que le habían mandado a hacer especial con su nombre bordado. Sonrió al ver a Elijah con la gorra del Manchester, de seguro Thomas se la quitaría apenas lo viera. Se sentó donde siempre, entre Nicholas y Narel, pero que en ese momento estaba Elijah, ya que ella lo cargaría para comer. Narel les sirvió a todos, que de a poco fueron llegando.

—Quítate esa cosa horrible. —Thomas pasó por atrás de su hijo y le sacó la gorra, Alexander sonrió, Narel frunció el ceño.

—No es horrible, la que tú usas sí lo es. —Thomas le besó la frente al dejarle la gorra a ella. Narel tomó a Elijah en sus brazos y comenzó a desayunar—. Dile a tu papá cuál es el mejor equipo del mundo mundial.

—El Manchester. —Elijah respondió mientras comía, Narel le besó la mejilla. Alexander y Thomas fruncieron el ceño.

—Y espera a que Emma crezca, será lo mismo. —Helen, junto a Thomas, opinó mientras comía—. Si esta boba les lava la cabeza. Mira a esos dos —dijo señalando con los ojos a George y Nicholas—. Se creen sus esclavos.

—Somos los leales súbditos de nuestra Emperatriz.

—Es distinto a ser esclavos.

—Yo no los obligué, se les ocurrió a ellos solos. —Narel comenzó a comer de lo que le había preparado Alexander—. Estoy aburrida de la dieta de entrenamiento, menos mal que ya queda solo una semana para volver a mis desayunos altos en grasas.

—Sí, por tu culpa solo hemos comido sano estos meses. —Garreth la miró—. Yo también estoy cansado.

—No te preocupes, Garreth. Desde el próximo domingo volveremos a competir por quien queda mejor en forma de bolita.

—Vas a seguir comiendo sano, compramos bastante comida y no se perderá. —Helen les dijo al mirarla.

—Se la come Garreth, no hay problema con eso, si todos sabemos que a Garreth solo hay que pisarle el pie y abre la boca, como los basureros. —Narel le sonrió, Garreth la miró con enojo.

—Vas a seguir comiendo sano porque tú estás diferente desde que estás siguiendo la dieta, si hasta los rizos te brillan más. —Narel se quedó mirando a Helen algo confusa, ella no había notado nada de eso.

—Eso no es por la dieta, es por Glasgow. —Narel le dio una patada a Garreth por debajo de la mesa para que se silenciara, él la miró con el ceño fruncido.

—¿Qué pasó con Glasgow? —Alexander preguntó, desde que decidió dejarla, se pasaba las comidas que compartían entre todos casi sin hablar, pero había ocasiones en que simplemente no podía.

—Nada —contestó rápidamente, pero él, a su lado, la vio sonrojarse—. ¿Verdad, Garreth? Dile a tu hermano que es nada.

—No es nada, Alex. —Garreth le sonrió a su hermano mostrándole todos los dientes—. Solo la molesto porque hoy juegan contra ellos y la universidad solo les ha ganado como dos veces de todas las que han jugado.

—Ashley también dijo algo de Glasgow ayer. —A pesar de que Garreth hizo el esfuerzo por cambiar el tema, George lo trajo de vuelta.

—No quiero hablar de Glasgow, así que con Elijah nos iremos a preparar para salir. —Narel se levantó cargando a Elijah—. Gracias, Helen. Todo estaba muy rico. —Caminó a la salida de la cocina.

—Gracias, mami. —Elijah le sonrió desde los brazos de Narel.

—Esa boba, si es ella la que cocina todos los días. —Helen se quedó mirando el vaivén de la puerta.

—¿Cuándo va a dejar de cargarlo? —Thomas también miraba al mismo lugar.

—A mí me cargó hasta los doce años, yo creo que ya pronto se le pasará.

Helen subió a ayudarla a los pocos minutos, y de paso Leah la acompañó, ya que ese día irían casi todos al juego, solo se quedarían Thomas, Helen y Emma. Habían decidido ir no solo porque Alexander jugaba, sino que porque era el último juego de la temporada y en la universidad habían hecho algo especial porque estaban los de Glasgow. Garreth iría por Melissa, para eso Alexander le prestó el auto, se llevaría a Leah con él. Al final se quedaron sentados a la mesa esperando George, Nicholas y Alexander.

—¿Por qué no la acompañaron a correr de nuevo? —Los dos chicos le sonrieron con culpabilidad.

—Nos quedamos dormidos.

—Pero a cambio te averiguaremos lo de Glasgow.

—Más les vale, porque no están siendo de ninguna ayuda. —Alexander se levantó, había ruidos de pasos bajando la escalera, de seguro ya estaba lista.

—Vamos, Ashley nos espera. —Narel abrió la puerta de la cocina y les sonrió a los tres. Estaba demasiado feliz, Alexander simplemente la miró, con la camiseta y la gorra de la universidad. Elijah, de su mano, llevaba la gorra del Manchester.

—Thomas hará desaparecer esa gorra. —Comenzaron a caminar a la salida, Alexander tomó su bolso del suelo donde lo había dejado.

—Elijah no quiso ponerse la del Arsenal, no es mi culpa. Thomas se quedó enseñándole a Emma del Arsenal… pobre, solo pierde el tiempo.

Alexander la miró de reojo al caminar, Ashley los esperaba en la esquina, Brandon también caminaba al encuentro. Cuando se reunieron todos, se fueron a la universidad para disfrutar del juego. Ashley le dio la mano a Elijah y entre las dos lo llevaron, las seguían George con Nicholas y terminaban la marcha Brandon con Alexander. Y, como siempre, se separaron en la entrada, los espectadores a las gradas y los jugadores a los camarines.

A Narel le llamó la atención la cantidad de gente que había, de todos los juegos a los que asistió, desde que acompañaba a Alexander de los once años, nunca se topó con tantas personas. Debía de ser por el hecho de que la publicidad por ese partido fue demasiado grande, además, como dijo Ashley, muchas chicas se habían sentido atraídas por los muchachos de Glasgow y estaban allí para verlos. Eso era lo menos importante, lo mejor era el partido porque las estadísticas siempre daban por perdedores a ellos como universidad. A pesar de toda la gente, se alcanzaron a sentar en la última fila de las gradas, Ashley, Narel con Elijah en los brazos, George y Nicholas, le guardaban lugar a Garreth, que llegó a los pocos minutos con Melissa y Leah, quienes se sentaron junto a Nicholas.

Y el partido comenzó.

Narel sentó a Elijah entre ella y Ashley, era al primero que iba y quería que lo disfrutara tanto como ella, además Helen había sido lo suficientemente clara de que debía cuidarlo por sobre su vida, Narel solo le respondió que eso era innecesario que se lo dijera, ya que nunca dejaría que algo le pasara a Elijah. Helen lo sabía, pero también tenía claro que la loca esa participaba en algunas conversaciones con los entrenadores y prefería dejarla con sobre aviso. Habían pasado apenas quince minutos cuando Glasgow anotó el primer gol, Narel frunció el ceño al escuchar a las chicas, de la universidad a la que asistían, celebrar al chico del equipo contrario. Miró a Ashley y notó que también lo observaba. Meneó la cabeza y continuó pendiente del juego. George y Nicholas, junto a ella, seguían atentamente las jugadas y las comparaban con las que hacían en los video juegos, en los cuales Alexander siempre les ganaba.

—¡Nar! —El chico en la cancha le hizo un gesto con las manos formando un corazón—. Ese fue por ti.

Narel enrojeció, sintió las miradas de las muchachas sentadas más abajo sobre ella. Eso no se lo esperaba en toda la vida y menos por parte de un jugador del equipo contrario al que apoyaba. Ashley, al lado de Elijah, sonrió y miró a la cancha, Alexander estaba que echaba humo del enojo, si no fuera porque debía mantenerse en el juego, de seguro hubiera golpeado al que se atrevía a hacer eso. George y Nicholas la miraron boquiabiertos, quizás eso era el secreto que estaba guardando de Glasgow. Garreth, por otro lado, solo sonrió. Él ya lo sabía, la había visto conversar con aquel chico desde que llegaron el miércoles, se los topó por casualidad en los pasillos de la biblioteca y Narel se lo presentó. Steven Baxter, jugaba con la camiseta número once, uno más que Alexander, y en la misma posición, por eso se estaban marcando mutuamente. Garreth la miró, seguía más roja que un tomate, de seguro eso no se lo esperaba en la vida, quizás solo se lo había imaginado por parte de Alexander.

A los cuarenta minutos la situación se repitió, Steven había marcado otro tanto.

El primer tiempo finalizó con un tres a cero a favor de los de Glasgow. Ambos equipos se retiraron a sus camarines. Ashley notó que Brandon le pasaba un brazo por los hombros a Alexander, pero este se lo había quitado de manera brusca mientras apretaba los puños, debía estar muriendo por dentro. Decidió mandarle un mensaje a su novio para que tratara de calmarlo, ella sabía que entre Narel y el chico de Glasgow no había nada, quizás de esa manera se calmaría y podría continuar jugando.

—¿Quién es? —Nicholas se quedó mirándola fijamente.

—¿Quién es quién? —Narel se hizo la desentendida mientras le ayudaba a Elijah a beber agua de una botella.

—No te hagas la que no sabes, ese que te dedica los goles, ¿quién es?

—¿Y cómo sabes que es a mí? Puede ser cualquier otra que le digan como a mí.

—Pero tú te pusiste roja. —George se unió a la conversación, Narel solo suspiró—. ¿Quién es, Nar?

—Un jugador de Glasgow.

—¿Estás saliendo con él? —Nicholas medio abrazó a su amigo para mirarla.

—¿Saliendo cómo?

—Basta de preguntas. —Ashley los miró a los dos—. No es problema de ustedes lo que mi muñequita haga con su vida. Ustedes, como sus fieles esclavos, simplemente deben adorarla.

—Pero tenemos que saber, nadie le puede hacer daño. —Narel bajó la visera de la gorra al escuchar a George decir eso, eran las mismas palabras que usaba Alexander y al final el único que la hacía llorar era él.

—¿Ya ven lo que hacen? —Ashley frunció el ceño—. Vayan con Garreth y le ayudan a traer lo que vamos a comer.

—No es necesario, ya estoy aquí. —Garreth comenzó a repartir lo que pidieron todos, ayudado por Melissa, después se sentó un momento junto a Narel y le sacó la gorra, ella frunció el ceño al mirarlo—. ¿Estás feliz? Ahora ya sabes lo que se siente que te dediquen los goles… y dos en medio tiempo. —Garreth vio como le brillaron los ojos, eso le gustó, llevaba meses que no los veía tan brillosos, más o menos desde que la suegra de Alexander le dijo todo eso en el cumpleaños de Stephanie, todos sabían que algo se había roto en ella aquel momento—. Lo único que importa es que tú estés feliz. —Garreth le besó la frente y se fue a sentar junto con Melissa y Leah.

—Quiero papitas, Nar. —Elijah le pidió atención, el resto desapareció, se quedó ignorando a George y Nicholas que continuaban con el interrogatorio, Garreth tenía razón, lo único que importaba era que ella se sintiera bien. El pitido del segundo tiempo sonó, volvió a comenzar el juego.

—¡Niña! ¡Ven un momento! —Narel dejó a Elijah a cargo de Ashley y bajó, el exentrenador de Alexander la llamaba—. ¿Cómo está eso que el equipo contrario te está dedicando los goles?

—Es un amigo mío… no sabía que haría eso…

—Le afectó a Alexander. —El entrenador actual le dijo eso—. Necesitamos que despierte y juegue, ¿se te ocurre alguna idea?

—Creo que todos los muchachos, en general, necesitan ver que hay gente que los apoya. Solo miren las gradas, las chicas solo vinieron a ver al equipo contrario y eso afecta a los de nuestro equipo. Trataré de hacer un poco de barra y que los que me acompañan apoyen. —Narel miró al exentrenador—. ¿Se acuerda cuando jugaron con el colegio de por aquí cerca? —El caballero asintió—. Habían peleado en el baile la semana anterior, todos querían matarse en el juego, usted los calmó. Tiene que hacer lo mismo ahora.

—Eso es verdad.

—Voy a tratar de hacer algo desde las gradas.

Narel subió, el entrenador pidió tiempo y llamó a todos los muchachos a una mini reunión, luego de eso volvieron a la cancha y continuaron jugando. Por otro lado, Narel les dijo a George y Nicholas que debían mostrar apoyo al equipo de ellos, así que empezaron con los vítores. El juego se mantuvo en la misma marcación durante los quince siguientes minutos, hasta que Brandon anotó el primer tanto para ellos. A los pocos minutos otro muchacho volvió a anotar, solo les faltaba uno para empatar y eso, por las estadísticas, ya era mucho. Brandon anotó a los treinta y seis minutos el gol de empate. Al parecer, los vítores de los muchachos habían contagiado a más gente y logrado que el ánimo general del equipo subiera y bajara el del contrario.

—¿Se te olvidó cuál es el arco, Russ? —Alexander abrió los ojos por eso, no le había gritado de hacía tiempo, desde que él la dejó.

—Yo juego mejor que tú.

Alexander sonrió, ese grito fue de Elijah, los miró, Narel sonreía con el niño en los brazos, al parecer eso no se lo había imaginado ni ella. Tomó el balón y jugó, pensando con la mente fija en Elijah y en Joshua, en que le hubiera gustado que su hijo estuviera allí, que lo viera jugar, así como lo hacía su sobrino en ese momento. Por Joshua, por Elijah y por esa boba que era su mundo y que no quería perder. El tiro fue limpio y entró sin que nadie pudiera detenerlo, quedaban pocos minutos, tenían que defender. El pitido sonó, por primera vez en muchos años le ganaron a Glasgow. Comenzaron los gritos, los aplausos, las felicitaciones, los abrazos. La gente en las gradas empezó a bajar. Ashley corrió a los brazos de Brandon, él había sido el máximo goleador.

—¡Alexander! —El mencionado miró a las dos chicas con las que solía hacer los trabajos en clases—. Estuviste genial.

—¿Nos dedicas el gol ganador? —La otra preguntó, luego lo abrazó—. Nos lo merecemos por los trabajos que hemos hecho.

—Sí, claro, el gol ganador para ustedes y por ustedes. —Les sonrió, las chicas lo abrazaron al mismo tiempo. Alexander miró a las gradas, Narel iba bajando de la mano de Elijah, al parecer iban hacia él porque estaban cerca, ella bajó la mirada al verlo.

—Niña, te esperamos aquí el otro año. —Los entrenadores se acercaron cuando iba bajando, distrayéndola de Alexander.

—¿De verdad? —Alexander, que aún estaba cerca, la vio sonreír, pero no fue una gran sonrisa—. Él es Elijah, es mi hermanito, ya quiere empezar a jugar. ¿Lo acepta? —Narel lo tomó en sus brazos para mostrarlo.

—Este otro año cuando empiecen las clases llévalo para que lo probemos, a ver si de verdad le gusta. —Ambos entrenadores comenzaron a caminar a los camarines, cuando terminaran las celebraciones, todos debían ir allí.

—Hola. —Narel miró al chico junto a ella, le sonreía, sintió sus mejillas arder—. Lo siento si te incomodó que te dedicara los goles.

—No… no fue eso… Es que yo soy del equipo contrario… —Narel vio esos ojos verdes oscuros brillar, se quedó perdida mirando. Le agradaba aquel chico. Ashley decía que era un partidazo con ese cabello negro y casi tan alto como Alexander.

—¿No te gustó?

—Se sintió más que bien. —Alexander, que aún seguía con las chicas, la vio brillar al sonreír. Eso no podía estar pasando, ella solo brillaba con él. Solo con él. Miró a los dos idiotas que tenía contratados, ambos perdían el tiempo jugando en las gradas, le gritó a su hermano.

—¿Aún quieres ir a tomar helado conmigo, aunque sea del equipo perdedor?

—Sí quiero, vamos el lunes.

—Te vengo a buscar después de clases.

—¿Nos vienes a buscar para qué cosa? —Nicholas le pasó un brazo a Narel por los hombros para abrazarla.

—Si la invitas a ella, nos tienes que invitar a todos. —George la abrazó por la cintura, Narel solo suspiró.

—¿Y ustedes son…?

—Sus hermanos sobreprotectores que sabemos karate. —Nicholas habló seriamente, Steven solo lo miró algo risueño.

—Bien, si los tengo que llevar a ustedes para poder dar una vuelta con ella, los llevo. Prefiero eso. —Los dos chicos lo miraron algo asombrados, no se esperaban esa respuesta—. Pero ahora me voy a dar un baño y luego tenemos una reunión de equipo, la verdad es que no habíamos perdido en mucho tiempo. —Steven le besó la mejilla, en un movimiento rápido que ninguno alcanzó a hacer algo—. Nos vemos mañana.

—Tienes mucho que explicar, señorita. —Nicholas se le paró al frente, luego que Steven se fuera, Narel estaba sonrojada.

—Yo no tengo que explicarle nada a ustedes, son mis esclavos, leales súbditos, solo pueden mirar y asentir.

—Pero…

—Pero nada, leales súbditos y ya.

—Boba, voy a dejar a Melissa. —Garreth empujó a Nicholas y quedó frente a ella.

—¿No la llevarás a casa?

—Le da un poco de vergüenza aún.

—Bien, no te tardes, Thomas hará carne asada.

—Lo sé, voy con Leah. —Garreth le besó la frente y se fue. George y Nicholas se pararon frente a ella.

—¿Y ahora qué quieren?

—Explicaciones.

—Vamos a casa, tenemos que ayudar para la comida.

—¿No vamos a esperar a los demás?

—Solo a Ash, Alexander y Brandon se tardarán un poco porque tienen que hablar con el entrenador, hoy era el último partido.

—Nar. —La mencionada miró a quienes se acercaban, el que había hablado era Brandon, que iba de la mano de Ashley y Alexander a su lado—. Nosotros también te dedicamos los goles. ¿Verdad, Alex? —Brandon abrazó a su amigo, pero Alexander dio vuelta la cabeza. Narel le sonrió a Brandon.

—Vamos, muñequita mía. Estos se van a tardar mucho. —Ashley besó a Brandon y luego abrazó a su amiga.

—Gracias, Brandon. Pero deja tus goles para tu novia, yo ya tengo quien me los dedique.

Ashley miró a Alexander, lo vio apretar los puños. Brandon le pasó un brazo por los hombros para que no se fuera, Narel tenía una enorme sonrisa en la cara. Bajó a Elijah y le tomó la mano, se dio cuenta que sus leales súbditos la miraban con sorpresa, los ignoró y comenzó a caminar, George se apuró y caminó al otro lado de Elijah, dándole la mano. Nicholas se acercó a su hermano.

—No te preocupes, no lo volverá a ver en mucho tiempo, es de Glasgow.

—Déjame en paz, Nicholas. —Alexander se soltó de Brandon y se fue a los camarines.

—Le dio un buen golpe bajo. —Brandon alzó los brazos—. Nos vemos en un rato. —Giró y se fue rápido para alcanzar a Alexander.

—En parte se lo merece, ¿verdad, Ash?

—No lo sé, Nick. —Ashley le tomó el brazo a Nicholas para comenzar a caminar—. Alexander no la está pasando bien con todo esto.

—Entonces ¿por qué no arregla la situación? ¿Por qué le dice que la ama y se va con otra?

—Esa otra es su esposa, Nick. Estás muy pequeño aún para entender.

—Pero entiendo que Nar se siente mal con todo y que está en su derecho de ser feliz.

—Lo está. —Ashley miró al frente, ya casi le habían dado alcance, Narel reía con George mientras hablaban—. Y está en todo su derecho de conocer a alguien que solo la haga brillar como siempre. Nick, ese chico de Glasgow le dijo que solo está a tres horas de viaje y que él no tiene problemas en recorrerlo. ¿Te acuerdas de lo que le dijo Alex?

—Que era lejos y que él no se subiría a un avión para ir a verla… —Nicholas comenzó a entender a lo que se refería Ashley, su hermano se había cavado su propia tumba—. Pero tú y yo sabemos que solo se lo dijo para que no se fuera, yo tampoco quería que se fuera.

—Exactamente es eso, Nick. Tú y yo lo sabemos, también Thomas, Helen, Garreth… Pero esa boba… esa boba no lo sabe, ella se toma las cosas demasiado literales. Ella simplemente pensó que aquel chico le estaba diciendo lo que siempre esperó escuchar de Alex, y eso que él no conoce la historia.

—Y ahora le dedicó los goles.

—Lo que siempre esperó de Alex.

—¿Crees que pueda pasar algo entre los dos?

—No lo sé, pero se ve mucho más feliz que en otros días.

—No quiero que se vaya.

—Es muy pronto para pensar en algo así. —Ashley notó que los otros entraban a la casa—. Ahora, como los esclavos que son, solo pueden mantenerla feliz.

—Eso es lo que estamos tratando de hacer.



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