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11 de abril de 2025

[¿Y si no te hubieras ido?] Capítulo XIII: «El vaquero y la casa de campo».

Al día siguiente, tal y como les había dicho Thomas a sus tíos, fueron a dejar a las mellizas al mediodía con un par de mochilas, diciéndole a Narel que las cuidara. Ella solo les dijo que sí, pero en realidad los ignoraba por completo. Thomas había arrendado un auto más grande para ir todos juntos y con las maletas necesarias. Helen llevaba equipaje como para un año, alegando que Elijah usaba mucha ropa, al parecer se le olvidaba que en la casa de campo tenían de todo. Por otro lado, Narel, apenas llevaba una mochila, y el otro problema era Ashley, quien también tenía bastante bulto. Brandon llegó a ayudar a su novia y a despedirse, Alexander, por otro lado, también fue a ayudar a sus hermanos con todo, ya que él no iría.

—Ashley parece una boba ahora que está enamorada. —Garreth le habló cuando llegó, Narel estaba a la salida de la casa mirando a Ashley con Brandon despedirse.

—¿Eh? —Garreth sonrió al mirarla—. Ashley siempre es una boba.

—¿La estabas mirando o no? ¿Mientras se despedía de Brandon? ¿Colgando de su cuello?

—Sí… más o menos… —Garreth se fijó que volvía a mirarla, Ashley se estaba subiendo al auto—. La he visto colgarse de muchos cuellos en todos estos años, pero ahora se ve feliz, se ve diferente…

—Tú también te ves algo así cuando estás con Alex. —Narel lo miró, Garreth sonrió porque tenía cara de confundida.

—Pero yo no puedo hacer esas cosas con Alex, no se puede saber si me veo así…

—¿Qué hacen? —Alexander los interrumpió al llegar, iba saliendo de la casa.

—Nada, terminamos de subir las cosas. —Garreth contestó, metiendo otra mochila al portamaletas.

—Nar… —Ella lo miró, Alexander la veía de manera rara y parecía nervioso—. ¿Me ayudas a bajar las últimas cosas, por favor?

—Pero si ya bajamos todo. —Alexander rodó los ojos.

—Faltan unas cosas… Vamos, ayúdame…

—Pero si Garreth tenía que bajar la última, ¿dónde está ese bobo? —Narel giró y lo vio acomodando a Leah en el auto—. Voy a golpearlo…

—Solo ayúdame y ya. —Alexander la tomó de un brazo para detenerla.

—Nar. —Ambos miraron a Nicholas que se asomaba por la ventana de la penúltima fila del auto—. A mí se me quedó una mochila encima de mi cama, ¿me la traes, por favor?

—Bien. —Narel dio la vuelta y avanzó rápido adentro, ya quería salir y ellos lo único que hacían era retrasar todo.

—Así se hace, bobo. —Nicholas le sonrió a Alexander, este se encogió de hombros—. Y solo es prestada.

—No molestes.

Alexander entró casi corriendo, chocando a Thomas que iba hacia el auto, este frunció el ceño al verlo, pero Nicholas lo llamó y no le dijo nada. Cuando llegó al segundo piso, Narel salía de la habitación de Nicholas con los puños apretados, se veía enojada. Alexander se le paró al frente.

—En la cama de Nicholas no hay nada.

—Sí, ya sé… —La tomó de la cintura y la besó—. Sigues sin darte cuenta de las cosas… —Continuó besándola, ella se iría por alrededor de tres semanas, tenía que despedirse bien. La abrazó más fuerte—. ¿Vas a extrañarme?

—No voy a tener tiempo, voy a estar con los caballos. —Alexander la soltó.

—Qué antipática eres. —Narel lo tomó de la cara y lo besó. Alexander sonrió al volver a abrazarla por la cintura.

—Me preguntaste ayer eso mismo como mil veces, si sabes que sí. Ahora me voy. —Lo soltó y comenzó a caminar, Alexander la detuvo.

—Tengo algo para ti, para cuando me extrañes…

—Solo serán unos pocos días y vas a ir el fin de semana, no exageres. —Alexander suspiró, por un momento se arrepintió de pasarle lo que había sacado del bolsillo.

—No te doy nada entonces.

—Bueno. —Narel dio la media vuelta y volvió a caminar. Alexander la abrazó por la espalda y la detuvo, le dejó la cajita abierta frente a sus ojos—. ¿Es un colibrí?

—Sí, afírmate los rizos un rato para ponerte la cadena. —Narel obedeció y él le amarró la cadena—. Ahora me llevarás contigo a todos lados.

—Qué bobo eres. —Alexander la soltó—. No necesito de estas cosas para llevarte a ningún lado. —Narel giró y lo miró, él tenía una mirada triste—. Yo te llevo aquí… —dijo apuntando su cabeza—. Y aquí… —Dejó su mano en el corazón—. Que es más importan… —Pero no pudo terminar de hablar porque Alexander la besó—. Tengo que irme…

—Yo te llevo. —Alexander la tomó en los brazos, Narel lo rodeó por el cuello—. Tú solo sigue besándome. —Comenzó a bajar la escalera con cuidado, afirmando a Narel con un brazo y con el otro en la baranda para no caerse.

—Y después dices que es una consentida y mimada, quizás por qué… —Thomas estaba al final de la escalera, Alexander bajó a Narel.

—Se hace tarde. —Sin que Alexander pudiera detenerla, salió corriendo al auto. Él miró a Thomas con el ceño fruncido.

—¿Qué me ves así? Yo no hice nada.

—Sí, sí… —Caminó a la salida y vio que Narel se estaba subiendo al auto.

—Te esperamos el viernes. —Thomas pasó junto a Alexander, cerrando las puertas.

—Sí, sí… —Alexander se acercó al auto y se despidió de sus hermanos. Miró a Garreth y frunció el ceño porque iba sentado junto a Narel, que estaba en el centro entre Ashley y su hermano, y ella lo tenía tomado de la mano—. Compórtate, Garreth —le dijo y luego besó en la cabeza a Leah y a Elijah, después cerró la puerta.

—Voy a extrañar a Ashley. —Brandon le dejó un brazo alrededor del cuello de Alexander mientras miraban el auto marcharse.

—El viernes te vas conmigo, te hará bien unos días de vacaciones.

—Me parece bien, le daré una sorpresa.

—¡Nar! —Las mellizas, sentadas en el asiento de adelante junto a Nicholas, voltearon a ver a su prima. Narel las miró apretando los dientes, inconscientemente entrecruzó sus dedos con Garreth, él sonrió porque ya tenía una idea por si ella llegaba a hacerle algo en algún momento—. ¿Por qué no te sentaste con nosotras?

—Porque ustedes me aburren tirándome del brazo de un lado a otro. Siéntense bien o le digo a Thomas que detenga el auto y las bote afuera. —Las mellizas fruncieron el ceño y se sentaron de manera correcta.

—Le diremos a mami y a papi… —Las niñas dijeron volteando solo la cabeza, Narel las miró seriamente.

—Pueden ir a decirle al presidente de su país porque a mí me da lo mismo.

—No seas mala, son solo unas niñas. —Ashley sonrió a su lado al ver a las niñas mirar al frente, Narel las había asustado.

—¿Te acuerdas cuando te cortamos y te teñimos el cabello? —Ashley asintió, aquello fue años atrás, pero lo recordaba perfectamente bien porque fue cerca de su cumpleaños y no pudo lucir el peinado que quería—. Eso no es nada comparado con lo que ellas hacen, así que no son solo unas niñas.

El resto del viaje fue tranquilo, Narel se quedó dormida en el hombro de Garreth y Ashley en el hombro de Narel, después de ir casi la mitad del camino cantando canciones infantiles para mantener a los niños entretenidos.  A pesar de ser casi dos horas de viaje, siempre terminaba dormida, según decía al despertar, para guardar energía para ir a montar.

Cuando llegaron a la casa de campo, Jesse junto a su padre, el encargado de cuidar todo, estaban esperando. Thomas estacionó y comenzaron a bajar de a poco, Narel se fijó que Thomas ayudaba a Helen a bajar del copiloto, había estado un poco atenta a eso, ya que últimamente Thomas pasaba pendiente de Helen, incluso prefería trabajar en casa para estar más tiempo con ella. Además, ya no cargaba tanto a Elijah en sus brazos como antes. Después le comentaría a Garreth y Ashley para sacar conclusiones y para saber si ellos conocían algo que ella no. Los asientos de adelante se fueron desocupando hasta que pudieron bajar. Narel corrió y abrazó a Jesse por el cuello, el chico la rodeó por la cintura, ya todos estaban acostumbrados a eso, pero también sabían que en dos segundos Alexander los tendría separados, la buena fortuna de que ese día no podría hacerlo.

—Hola, tortuga, ¿cómo has estado? —Jesse saludó sonriendo y besándole la mejilla.

—Jesse, quiero saber cómo te ha ido en Coventry, quiero saber cómo es allá, cómo de diferente con acá. —Jesse la soltó y la miró, ella brillaba mientras le hablaba—. Quiero saber todo.

—Me alegra que estés mejor que la última vez que viniste. —Le besó la frente, Narel le sonrió.

—Voy a saludar a tu papá. —El chico terminó de soltarla, Narel giró y dio un paso, luego se devolvió—. Me gusta tu sombrero de vaquero. —Jesse sonrió más, se lo sacó y se lo dejó a ella puesto.

—Ve a saludar, yo iré a ayudar a tus hermanos con las maletas. —Narel asintió sonriendo, él era el único, fuera de la familia, que decía que ella era hermana de los Russ-Fletcher.

Thomas estaba con el padre de Jesse y Helen, hablando de la situación familiar luego de que la madre de ellos falleciera y de cómo iba todo por allá. Aunque la conversación era bastante superficial, porque habían llegado recién, y hablarían con más calma luego de eso. Narel llegó y saludó al señor, como todos los años desde la segunda vez que fue, porque la primera solo fue para ir conociendo, pero desde los catorce que iba todos los años sin falta. A excepción del año pasado, que se fue a Canadá en el verano. Las únicas veces que no iba, era cuando Alexander viajaba con sus suegros.

El capataz la saludó como siempre, tomándole las manos y abrazándola, no podía ser menos si ella había ayudado a su hijo a entrar a la universidad de Coventry al estar día tras día dándole clases hasta dejarlo casi experto en lo que fallaba. En esas clases aprendieron tanto Jesse como Alexander, ya que no los dejaba ni un segundo solos. El señor le apretó las mejillas, Narel sonrió.

—Trajiste a los pequeños angelitos. —Narel sabía, que ese apodo, el capataz solo lo decía en forma de burla.

—Sí, pero no se preocupe, que este año se van a comportar.

—Hola, señor de los caballos. —Narel chasqueó la lengua al escucharlas hablar al unísono—. Nos vamos a portar bien, no romperemos nada. —Ambas sonrieron y corrieron al interior de la casa, donde Leah y Nicholas ya estaban.

—Le prometo que este año no matarán a nadie. —El señor le sonrió, esperando que eso fuera cierto. Dos años atrás, cuando fueron, le habían matado todas las rosas que plantó para la madre de los muchachos, esperaba no volver a verlas nunca más—. Pero, si tiene que culpar a alguien, es a Thomas que las trajo. —El mencionado frunció el ceño.

—John, bajaré las maletas y acomodaré a la gente, después hablamos de los cambios y todo eso. —Thomas le dio la mano al capataz.

—Los ayudo. —El señor caminó al auto y comenzó a ayudar a su hijo, Narel fue tras ellos, pero Thomas la detuvo.

—Tengo que hablar contigo después. —Ella lo miró extrañada—. No es nada grave, ayuda a Helen mientras nosotros bajamos las maletas. Y no hagas nada que la desespere.

—Yo soy un angelito, Thomas. —El mayor la soltó y sonrió, Narel caminó donde Helen, la abrazó por el cuello y le besó la mejilla—. ¿Verdad que yo soy un angelito?

—Claro que sí, boba. —Helen la abrazó por la cintura—. Pero de esos con cuernitos y cola.

—Pero angelito.

—Ven, vamos a ver qué habitación les dejamos a cada uno. —Caminaron al interior y se fueron al sector de las habitaciones.

—Yo quiero una con baño para mi sola.

—Si eso ya lo sé, si a ti te voy a dejar la de Thomas.

—¿Van a usar ustedes la de la madre de los muchachos?

—Sí, Thomas habló con los demás y estuvieron todos de acuerdo con que fuera así. Sabes que cada uno tiene su habitación, pero siempre son muchos los que llegamos aquí y faltan…

—Dividamos entonces.

Narel fue tomando las maletas, Ashley llegó y las ayudó. Narel le dijo a su amiga que dormirían ambas en la que era habitación de Thomas, así que Ashley llevó las maletas para allá. Jesse entró con todo lo que llevaba Helen y lo fue a dejar donde correspondía. Garreth y Nicholas compartirían otra habitación y las mellizas con Leah. La de Alexander quedaría vacía porque él iría el fin de semana con su familia y la de Nicholas la dejarían libre por si llegaba Brandon, aunque eso solo fue un acuerdo entre Helen y Narel, porque Alexander le había mandado un mensaje diciendo que iría con él, pero quería que fuera sorpresa para Ashley. De esa manera comenzaron a acomodarse. Thomas le dijo a John que conversaran de los temas pendiente al otro día, así que tanto él como Jesse se retiraron.

Luego de la cena, Helen y Thomas les pidieron a Ashley y Narel que se quedaran con ellos un momento en la cocina, que debían conversar. Ambas continuaron sentadas donde estaban, ninguna se imaginaba lo que podría pasar, Narel repasaba mentalmente las cosas que hizo en los últimos días, pero ninguno había sido tan grave como para merecer un castigo o algo, suspiró frustrada.

—Hay algo que con Helen queremos decirles a las dos porque necesitamos de su colaboración. —Thomas estaba sentado junto a su esposa, la tenía de la mano—. Esto no es algo que esperábamos, no en este momento, sino que un poco más adelante, pero ya pasó y ya está aquí y soy la persona más feliz del mundo. —Narel lo miró extrañada, Helen sonreía al mirar a su esposo. Ashley gritó.

—Helen, no me digas qué… —La mayor asintió, Ashley gritó más, Narel se tapó los oídos, a veces no entendía como podía llegar a esos decibeles. Después fue y abrazó a su hermana.

—No entiendo. —Thomas comenzó a reír a carcajadas por esa boba.

—Helen está embarazada. —Él se fijó en cada uno de los gestos que hizo Narel, al principio fue sorpresa, después fue como de asco, y luego frunció el ceño, siempre mirando a Helen. Thomas rio más, había sido la misma reacción que cuando se enteró que Helen estaba embarazada de Elijah.

—¿Y qué vamos a hacer ahora? —Helen la miró, Thomas sonrió más porque Narel se dejó las manos en la cabeza—. Helen se pondrá aún más huraña de lo normal y será insoportable… ¿Qué haremos, Thomas? —El mencionado sintió que su mano era presionada con fuerza por su esposa, Helen se levantó y caminó donde Narel—. Yo me quedaré a vivir aquí en la casa de campo, así tampoco me llevan a la Argentina. —Narel se puso de pie y abrazó a Helen, la mayor iba a jalarle los rizos por ese comentario, pero se arrepintió—. ¿Vas a echarme de tu casa ahora?

—Claro que no, boba, yo nunca te echaré de mi casa. —Helen la abrazó de vuelta.

—¿Cuánto tiempo tienes?

—Como catorce semanas…

—¿Y recién me dices? Eres malvada, Helen…

—Porque ya recién se estabilizó casi todo y es más seguro que todo salga bien…

—De todas maneras eres malvada por no decirme antes. —Helen sonrió, con Thomas habían pensado en decirle antes para que se quedara un poco quieta, pero al final decidieron esperar a que ya se estabilizara lo que comenzaba a formarse en su vientre—. ¿Voy a seguir siendo tu mimada y consentida? —Helen rodó los ojos, Thomas sonrió.

—Creo que nunca podré sacarte de mi vida.

—Y después seremos vecinas.

—Para mí desgracia.

Se quedaron ordenando todo lo sucio por la cena y luego se fueron cada uno a su habitación, pero antes les dijeron a las chicas que no dijeran nada a nadie, ya le informarían al resto cuando volvieran a Londres. Las dos respondieron que no había problema con eso y se fueron a dormir, les esperaban tres semanas de disfrutar de unas merecidas vacaciones y luego de vuelta a clases, aprovecharían cada segundo.

A pesar de que en la habitación que fue de Thomas había una cama grande, en donde podrían dormir las dos sin problemas como lo hicieron muchas veces, decidieron armar algo en el suelo para dormir tranquilas y se turnarían una noche cada una. Así no habría peleas.

—Este año no vas a poder desaparecerte con Jesse. —Narel ganó la cama primero después del duelo piedra, papel y tijeras, estaban acomodándose para dormir.

—¿No has hablado con él últimamente? —Ashley le preguntó, ya estaba acostada, Narel apagó la luz y dejó su cabeza apoyada de manera que pudiera ver a su amiga.

—Sí, pero siempre hablábamos de cosas sin sentido…

—Lo normal en ti.

—¿Por qué me preguntas?

—Él te lo tiene que decir, no yo. —Ashley se acomodó y cerró los ojos—. Yo ya tengo a Brandon, ya cambié y lo sabes y es gracias a ti, ya no le quiero hacer lo mismo que pasó con Ryan… —Narel la seguía mirando desde la cama—. Los juegos con Jesse ya se acabaron…

—Jesse era tu novio de vacaciones… siempre te perdías con él y desesperabas a Helen. —Ashley sonrió al recordarlo—. Pero este año no puedes, no solo por Brandon, hay que cuidar a Helen.

—De seguro ese bebé te va a querer más a ti que a mí que soy su tía.

—No es mi culpa ser más adorable. —Narel dejó de mirarla y se acomodó para dormir, sintió una almohada golpearla, sonrió y la mandó de vuelta—. Buenas noches, Ashley.

—Buenas noches, boba.

 

**********

 

Los días en la casa de campo comenzaron a pasar, ni monótonos ni iguales, nunca lo eran, siempre había algo diferente para hacer y divertirse. En esa ocasión no solo irían de vacaciones como los otros años, sino que también iban a supervisar la llegada de los nuevos caballos que eran del padre de Garreth y, como habían vendido todo en Francia, los caballos se los llevaron allá. Durante las tardes se quedaban a la orilla del lago, Narel se propuso que ese año Elijah saldría nadando solo, así que se la pasaba con él en el agua, y de paso vigilaba a las mellizas para que no molestaran a Helen. El único que se mantenía distante de todo era Thomas, pero porque seguía viendo los temas importantes con John y no dejaba de ver los temas de la oficina en Londres, él tenía una idea fija y no pararía hasta cumplirla.

El viernes por la mañana Jesse llegó temprano a la casa, Narel, Ashley y Garreth comían cereal en la cocina, lo invitaron a unirse. Ese día su padre se lo había dado libre y se pusieron de acuerdo el día anterior para ir a cabalgar y por la tarde ir de pesca, Ashley no tenía muchas ganas de eso último, pero haría el intento. Mientras desayunaban, los más pequeños se les fueron uniendo. Nicholas entró y se sentó en las piernas de Narel, ella lo abrazó y le besó la mejilla, pero luego lo sentó en una silla al lado porque Elijah le pidió atención, Nicholas le reclamó porque lo cambiaba por su sobrino, pero ella le apretó las mejillas y le dijo que él siempre sería su bebito, Nicholas se tranquilizó. Nicholas se la pasaba jugando con Leah y las mellizas, así que no pasaba demasiado tiempo con Narel como lo hacía en Londres, pero cuando eran las horas de las comidas siempre se sentaba junto a ella, o por las noches en que se acomodaban en el comedor a jugar juegos de mesa, también se quedaba a su lado sin despegarse hasta que se iban a dormir.

—¿A qué hora llega Alexander? —Ashley le preguntó a Narel, que estaba acomodando la silla del caballo al que ella tiempo atrás había bautizado como Trotecito.

—No lo sé —contestó y acarició al animal.

—¿No has hablado con él?

—Sí, un poco… —Ashley notó que ella dudaba—. Sabes que no soy buena con mantener el teléfono encendido.

—Me estás mintiendo con algo.

—Claro que no, no he hablado de eso que me preguntas, solo sé que viene hoy… yo creo que llegará por la tarde o después del mediodía.

—¿Sabes con quién viene? —Ashley vio que Narel se erizaba, algo sabía y no le quería decir.

—Con Marianne y los niños…

—¿Segura que no hay nada que me estás ocultando?

—Claro que no, si sabes que yo no soy buena con eso y termino diciendo todo. —Ashley suspiró, eso era verdad, no sabía mentir. Ya tendría la oportunidad de enseñarle—. ¿Por qué tanta insistencia?

—Quiero saber si viene con los suegros, no te dejaré sola con esa vieja. —Narel la miró, Ashley tenía el ceño fruncido—. ¿No habías pensado en eso? —Narel negó con la cabeza, ella tampoco quería que ellos fueran a la casa de campo—. Qué boba eres, si esa vieja no se les separa, todo porque se quiere quedar con todo lo de Alexander.

—No seas así, Ash, quizás solo quiere cuidar que su hija y sus nietos estén en buenas manos. —Ashley rodó los ojos.

—Da igual, si ese estúpido los trae, yo haré lo posible para que no la veas ni en fotos. —Narel le sonrió, Ashley se preocupaba de más.

—¿Están listas? —Jesse llegó y las interrumpió, le dejó el sombrero de vaquero a Narel, que sonrió aún más y se subió al caballo—. Con cuidado, tortuga. Si te pasa algo, como la otra vez, Alexander va a matarme.

—No te preocupes, Trotecito no dejará que nada malo me suceda. —Jesse sonrió al verla acariciar al caballo—. Vamos, Ash. Que competiremos y les ganaremos, comerán de nuestro polvo.

—Yo voy a ganar esta vez. —Garreth se paró junto a ella montando el caballo—. Te tocó a Ashley de pareja y yo tengo a Jesse, vamos a ganar.

—¿Estás mirándome en menos, Garreth? —Ashley montó y frunció el ceño—. Vamos, Nar, que muerdan nuestro polvo.

—Trote suave primero, que los caballos se acostumbren. —Jesse los interrumpió y se paró delante de todos—. Luego la carrera, la dejamos para de vuelta, y ni te esfuerces porque sabes que a mí no me ganas. —Miró a Narel con una sonrisa de medio lado, ella frunció el ceño, aquello era verdad, a Jesse no podía ganarle en ninguna cosa y se desesperaba—. Amárrate mi sombrero para que no lo pierdas. —Narel obedeció, Jesse comenzó a avanzar y los otros lo siguieron, ella apuró un poco al caballo para ir junto a su amigo—. ¿Tienes un momento libre cuando volvamos de cabalgar?

—Claro, ¿qué haremos?

—Quiero presentarte a alguien, ya te he hablado de todo como es Coventry, pero hay algo que necesito mostrarte y no solo hablarte.

—No hay problema, siempre y cuando me prometas que puedo ir a visitarte para conocer esa enorme biblioteca que tienen donde estudias. —Jesse sonrió, ella siempre sería una cerebrito.

—Claro que sí, tortuga. Una vez que empiecen las clases y cuando tengas libre, me avisas y nos ponemos de acuerdo para que vayas. ¿Alex te llevará? Él no te deja sola para ninguna cosa, fue muy raro verte llegar sin él.

—Porque él tiene que encargarse de su familia y yo estoy viviendo con Thomas, ahora solo soy responsabilidad de él. —Jesse sonrió, él sabía que no era tan así, que Alexander solo la dejó ir por Thomas—. Me llevará el tren, después de los caballos, lo único mejor son los trenes, viajaré en tren para el resto de mi vida.

—Pero si te encanta manejar.

—Sí, pero Thomas no me deja tanto porque dice que excedo los límites permitidos. —Jesse comenzó a reír.

—¿Ya no eres tan tortuga?

—Nunca he sido una tortuga.

—Siempre vas a ser una tortuga, es tu forma de ser, es lo que te hace ser tú. Que nunca te das cuenta de las cosas, tortuga.

Continuaron cabalgando mientras conversaban, tras ellos iban Garreth con Ashley también hablando y mirando el paisaje. Cuando llegaron al fin del recorrido, dieron la vuelta y se prepararon para la carrera. Comenzaron a correr, sin darse cuenta de nada más que la competencia, Jesse tomó la delantera con rapidez, pero Narel lo siguió de cerca, siempre de cerca, aunque no pudo pasarlo. Seguía siendo lo mismo, a pesar de los años. Narel se bajó de un salto y abrazó al caballo. Jesse llegó junto a ella y tomaron las riendas para llevar los caballos al establo, Garreth y Ashley llegaron un poco más atrás y los siguieron.

—¿Viste el auto de Alex cuando venías a galope? —Garreth le preguntó cuando llegó a su lado, Narel lo miró y negó con la cabeza—. Cuando pasamos junto a la calle, en el único sector que pasamos cerca, venía hacia acá.

—Era el auto de Alex ¿verdad? —Jesse les preguntó a los dos, Garreth asintió, habían guardado recién los caballos y comenzaban a caminar a la salida del establo—. ¿Va a regañarte? —consultó mirando a Narel, ella solo sonrió.

—Va a matarla. —Garreth giró y fue a ver a Ashley, los otros dos caminaron un poco más adelante.

—¿Vas a mostrarme lo que dijiste ahora? —Narel comenzó a caminar junto a Jesse, con la vista fija en el auto que llegaba y se estacionaba cerca de la puerta de la casa.

—Sí, si Alex te da permiso y no te regaña tanto. —Jesse rio, Narel frunció el ceño.

—No me va a regañar, si no hice nada malo.

—Siempre te regaña por todo, si él fuera feliz teniéndote en una caja de cristal donde nada te pase. —Jesse le pasó una mano por el hombro y le besó la frente, aprovechando el momento para volver a tener su sombrero—. Te sobreprotege demasiado y más aquí… No te puedes hacer ni un rasguño. —Jesse notó que ella comenzó a caminar más lento, seguía mirando el auto—. ¿Qué pasó? ¿Te da miedo Alex?

—No… —Narel se encogió de hombros mientras miraba a la gente bajar—. Trajo a sus suegros… —Jesse la miró sin entender.

—¿Siguen molestándote?

—Sí… prefiero no estar donde están ellos.

Uno, dos… Freddy viene por ti…

Jesse sintió como todo el cuerpo de Narel tembló y comenzó a ponerse pálida, instintivamente ella le tomó la mano, apretándola con fuerza. Garreth se paró a su lado con una enorme sonrisa.

—Voy a matarte, Garreth… —Sin darse cuenta entrecruzó los dedos con Jesse, el chico no hizo nada por soltarla.

—Es para que se te quite el miedo. —Garreth continuó riendo.

—¿Qué le hiciste ahora? —Ashley preguntó al llegar y ver la cara de Narel, entre enojo y susto.

—No puede ser que aún le tengas miedo a Freddy. —Jesse se unió a la conversación, Narel enrojeció.

—¿Por qué ibas a galope? —Jesse volvió a sentir como Narel se erizaba al escuchar a Alexander, que llegaba junto a ellos.

—Tenía que ganarle a Jesse. —Ella lo miró, Alexander tenía el ceño fruncido.

—Te dije que no estuvieras haciendo tonteras. —Narel se encogió de hombros y miró al suelo. Alexander suspiró.

—¡Ash! —Aquel grito interrumpió a todos. Ashley, que estaba con Garreth riendo por la broma de Freddy, miró hacia el auto. Brandon la esperaba, ella corrió a sus brazos y se le lanzó encima, abrazándolo por el cuello y rodeándolo con las piernas mientras lo besaba. Narel se quedó mirándolos fijamente.

—Hola, Jesse. —Narel despertó de lo que veía al escuchar a Alexander saludar, después de todo el regaño, recién se acordaba que debía saludar—. Ya, suéltala… —Narel sintió que se liberaba su mano, fue cuando se dio cuenta que tenía tomada la de Jesse, los miró saludarse de abrazo.

—¿Por qué estabas de la mano con Jesse? —Alexander le preguntó al pararse frente a ella.

—Garreth me estaba molestando con Freddy.

—¿Por qué la sigues molestando con eso? —Alexander miró a su hermano, Garreth sonrió.

—Porque es chistoso ver que hay una cosa en el mundo que le de miedo. —Narel notó que Alexander sonreía de medio lado al mirar a su hermano, ellos dos juntos eran unos antipáticos. Volvió a mirar a Ashley con Brandon saludarse, un poco más atrás de Alexander.

—¡Hola, Nar! —Alexander la miró pasar por su lado hacia Brandon, lo saludó de abrazo y se quedaron conversando los tres.

—¿Ese es el nuevo novio de Ash? —Jesse, que también los miraba, consultó a los otros dos.

—Sí, es Brandon, se te acabaron los juegos con Ashley. —Sonrió al responderle al recordar que ellos se perdían cada verano.

—Iré a saludar. —Alexander los miró, Narel tenía abrazada a Ashley por el cuello cuando Jesse llegó a presentarse, los cuatro reían.

—¿Le pasa algo a Nar? —Alexander detuvo a Garreth, que iba junto a los demás chicos.

—Estuvo bien todos los días… hasta ahora… Yo también noté que tenía ganas de llorar, no sé si fue por Freddy o por ti…

—¿Por qué por mí? Si eres tú quien la molesta con Freddy.

—La molesté con Freddy porque se le pusieron los ojos tristes al verte llegar con tus suegros. —Garreth lo miró seriamente—. Ella te extrañaba, y tú en lugar de saludarla la regañas por andar a caballo, como si no supieras que lo que más le gusta de estar aquí es el lago y los caballos.

—Si me extrañara como dices, me lo hubiera dicho cuando la llamaba o por los mensajes…

—La conoces mejor que todos nosotros, sabes bien que ella se sigue preguntando por lo que está bien o mal en la relación que tienen. Además… —Garreth suspiró pensativo mirando al estúpido de su hermano—. Nada, olvídalo, voy a saludar a Brandon. —Alexander lo detuvo de un brazo.

—¿Además qué?

—No lo sé, creo que ella quiere algo más parecido a lo que tienen Brandon con Ashley…

—¿A qué te refieres?

—Siempre ha sido una niña, con esa mentalidad tan rara que tiene, pero con Ashley la hemos estado mirando últimamente, está viendo las cosas de otra manera… Por eso mira a Ashley y a Brandon cuando están juntos, al parecer ella quiere algo más parecido a eso, no tener que estar escondida.

—Pero…

—Tú no puedes darle eso y ella lo tiene más que claro, como también sabe que la decisión de todo esto es de ella y por eso no te dirá nada. Debiste decirle «hola» aunque sea…

—Ustedes dos. —La voz de la suegra de Alexander los distrajo. Notaron que miraba a donde estaban los chicos—. Deberían estar entrando las maletas en lugar de perder el tiempo. —Alexander frunció el ceño, Garreth también, sabían que se refería a Jesse con Narel, ambos se fijaron que ella le jalaba el brazo a Ashley, al parecer para que no respondiera nada. Después vieron que le decía algo a Jesse y caminaba hacia la casa. Alexander y Garreth se acercaron a los demás, luego de que todos ignoraran a aquella mujer.

—Hola, Brandon. —Garreth lo saludó de abrazo, por Ashley él ya era otro más de la familia.

—¿A dónde fue Nar? —preguntó Alexander, tenía las manos en los bolsillos del pantalón medio corto y había apretado los puños para no responderle a su suegra.

—Fue a hablar con Thomas y Helen —respondió Ashley al mirarlo—. Vamos a instalarte, Brandon. Como Alexander trajo a sus adorables suegros, vas a dormir con Nick y Garreth.

—¡Jesse! —El mencionado miró hacia la puerta, Narel lo llamaba para que se acercara, no perdió el tiempo y fue donde ella.

—Garreth…

—No sé qué está pasando, Alex. Yo vi lo mismo que tú. —Ambos hermanos caminaron a la casa, Alexander tomó en sus brazos a Joshua, que iba saliendo en su búsqueda.

—Ese Jesse… ¿es algo de Nar? —Brandon le tomó la mano a Ashley para empezar a caminar, él se colgó el bolso que llevaba al hombro.

—¿Algo como qué? ¿Cómo que están saliendo o algo así? —Ashley lo miró, Brandon asintió—. No, no, claro que no. No te niego que cuando se conocieron, él sí lo intentó… pero…

—Ella no se dio cuenta de nada…

—Nada de nada… Por eso él le dice tortuga. Además, Alex no los dejaba solos ni un segundo, ellos son amigos desde siempre, tienen la misma edad, así que se conocen… Antes de que Alex conociera a Marianne, salían por allí cada vez que podían a conocer chicas… —Ashley miró al frente, Narel iba saliendo con Jesse y Thomas, ella llevaba una mochila—. Alex no iba a dejar que Jesse la metiera en el mismo saco que a todas. Incluso tienen gustos parecidos…

—¿A los dos les gustan rubias? —Ashley lo miró, un poco sorprendida—. Por Marianne, lo digo, ella es rubia y como dices eso…

—No, me equivoqué… No tienen gustos parecidos… A Jesse le gustan las morenas, como Nar…

—¿Cómo sabes?

—Porque… —Ashley le sonrió al mirarlo—. Yo salía con Jesse, como la boba no lo tomó en cuenta, al otro año cuando vine, nos conocimos y salimos un par de veces mientras estuve aquí ese verano.

—¿Eso ya está olvidado?

—Completamente, pero te lo tenía que decir porque los muchachos siempre me molestan con él… cada verano que pasamos aquí… recuerdan cuando salía con él y desesperaba a Helen. —Ashley rio, esperaba que Brandon lo entendiera, aunque él la comprendía y por eso ella lo adoraba.

—Si dices que ya está olvidado, no hay problema por mi parte.

—Solo tengo ojos para ti ahora.

—Ash. —Ashley apenas alcanzó a mirar antes de sentir que Narel la abrazaba—. Me iré a quedar a la casa de Jesse hasta que Alexander se vaya. —Su amiga la miró, entendía por qué, así que no le preguntaría—. Puedes usar la cama completa, pero dijo Helen que Brandon seguirá en la habitación con Nick y Garreth.

—¿No vas a estar con nosotros el fin de semana? —Brandon le preguntó cuando Narel soltó a Ashley—. Y yo que tenía pensado desafiarte a una carrera de nado.

—Pueden ir a la casa de Jesse mañana, ¿pueden? —Narel miró a Jesse que había llegado.

—Sí, claro que sí, así participo yo también a ver si ya puedes ganarme. —Narel infló las mejillas al mirarlo, Ashley notó que Jesse llevaba la mochila de Narel colgada al hombro.

—¿Alex te dio permiso de ir? —Ashley consultó al mirarla, notó que los ojos de su amiga se apagaban.

—Thomas y Helen me autorizaron, ellos son mis tutores, no Alexander. Si él no hubiera traído a sus suegros, yo no me iría.

—No te enojes…

—No es mi culpa que él no tenga los pantalones puestos, Ash. Y tú sabes lo que ha pasado este año con ellos, no tengo por qué aguantar las estupideces en mis días libres.

—Nar… —Ashley entendía que estuviera cansada, pero no le gustaba que se enojara—. Ven un momento conmigo. Jesse, explícale a Brandon como se nada aquí y que se puede hacer, luego nos sigues. —Comenzó a caminar con Narel en dirección a la casa de Jesse, que quedaba un poco más lejos del establo, como a media hora caminando, pero dentro de la misma propiedad—. ¿Qué es lo que pasa?

—No pasa nada, Ash. De verdad. Solo no tengo ganas de que Alexander me esté reclamando por todo lo que hago y que además su suegra me esté diciendo cosas. Thomas habló con John y él dijo que sí me podía quedar con ellos durante estos días, además Jesse me invitó a almorzar hoy con ellos porque tiene que enseñarme una sorpresa que trajo de Coventry y no me ha dicho nada de lo que es, y sabes que soy curiosa porque me dijo que era algo de la biblioteca…

—Estás ansiosa con eso… si hasta hablas rápido…

—Sí, es de la biblioteca de Coventry, Ash. Tenemos que ir a Coventry a ver a Jesse luego que volvamos a Londres, vamos en tren.

—Es buena idea, me han dicho que la ropa que venden allá es preciosa.

—Y que hay muchas bibliotecas… De paso podríamos ir a Birmingham, allí también hay muchas bibliotecas.

—Y mucha ropa… Bien, iremos, luego de volver a Londres nos pondremos de acuerdo con Jesse. Tenemos que ver los horarios de clases también.

—Sí, podríamos ajustarnos a un fin de semana que sea libre el viernes y volvemos el domingo por la tarde, Jesse me dijo que podría conseguir donde nos quedaremos.

—¿Iremos solas? —Ashley la miró, la había dejado hablar de todo eso, pero seguiría preguntando para saber qué la tenía triste.

—Claro… No lo sé, Thomas quiere que salga acompañada de Garreth por cualquier cosa… —Narel miró al frente, ya se veía la casa de Jesse—. Eso lo vemos después, si quieres ir con Brandon no hay problema, así tú te vas de compras con él y yo a las bibliotecas.

—¿No quieres ir con Alex? —Narel se detuvo y fijó sus ojos en los de su amiga, Ashley notó que brillaban, pero había algo, un pequeño punto, que ya no lo hacía. Era lo que se rompió con todo lo sucedido en los cumpleaños de Stephanie y Alexander.

—Él no puede salir conmigo… Él tiene a Marianne para eso. —Narel se dio cuenta que un poco más atrás iban Jesse con Brandon caminando en dirección a ellas, sonrió por su amiga, porque tenía a alguien que la acompañara y la amara.

—¿Por qué lo dices? Si se fueron a París varias veces… —Narel continuó caminando, Ashley la siguió.

—Alexander dijo que lo de París había sido algo que no se repetiría, que tuvo que ser así por la situación en la que estaban, pero que ya cosas así entre los dos no pasarían y que tenía que entenderlo. —Ashley la miró un poco sorprendida por eso.

—¿De verdad te dijo eso?

—Sí… Y está bien, Ash. Si él está casado y tiene a su familia y todo eso… Está bien…

—¿Cuándo te dijo eso?

—¿Te acuerdas del concierto de André Rieu que te dije quería ir?

—Sí, claro, si parecías una niña con juguete nuevo cuando te enteraste y lo único que querías era ir… Tu sueño de toda la vida.

—Le dije a Alexander si podíamos ir, y me dijo que ya no podemos salir como antes, que no busque esas cosas para salir los dos porque no se puede… —Ashley la miró, ya entendía más por qué estaba triste.

—¿Por qué no me dijiste? Yo te hubiera acompañado, las dos vestidas de princesa escuchando a André.

—A ti no te gusta.

—A Alex tampoco.

—Pero si es verdad que me ama, simplemente debió ignorar que no le gusta y acompañarme, así como yo lo acompaño al fútbol siendo que ni siquiera es mi deporte favorito. Solo voy por él. —Ashley se detuvo, Narel la miró, su amiga entendió que ella ya estaba comprendiendo mejor las cosas, de lo que se trataba estar en una relación—. Tú haces eso por Brandon y él lo hace por ti… Yo sé que la situación, que lo que tengo con Alexander es muy, muy diferente… También sé y tengo claro que él hace mucho, muchísimo por mí… Pero no le estaba pidiendo una salida de novios, nunca le pido eso, solo quería salir con él como antes, como antes de todo esto, como antes de Marianne, como cuando solo éramos amigos… Si esto va a ser así, que no pueda tenerlo como amigo, entonces no lo quiero… No quiero esta situación… No quiero sentir lo que siento por él… —Ashley la abrazó, los chicos más atrás se detuvieron y esperaron un poco—. Y ahora se aparece aquí, con sus suegros, arruinando todo… y solo porque no es capaz de ponerse los pantalones y decirle a Marianne que ya no aguanta esa situación… Y llega enojado, reclamando por el caballo, y ni siquiera me dice «hola». Que se joda, Ash. No tengo ganas de verlo en mil millones de años más.

—No quiero que estés triste ni enojada por eso. —Ashley la soltó para mirarla.

—No lo estoy, Ash… quizás un poquito, pero se me pasará ahora…

—¿Vengo con Brandon a la tarde mejor?

—No lo sé, no sé cuál es la sorpresa de Jesse… —Ashley giró y les hizo una seña a los chicos para que se acercaran—. Tienes que cuidar a Helen, olvidé a las demonios… —Ashley comenzó a reír por eso.

—No te preocupes por ellas, tendrán a dos víctimas con las que divertirse. —Narel la miró y sonrió, eso era verdad, Alexander les había llevado dos presas fáciles—. Vendremos a pasar la tarde con ustedes. —Ashley le dijo a Jesse cuando llegaron—. Después de almorzar vendremos con Brandon, solo los dos.

—Bien, por mí no hay problema —dijo Jesse sonriendo—. Así aprovecho y te presento a la sorpresa a ti también.

—Nos vemos en un rato entonces. —Ashley volvió a abrazar a Narel—. Y tú no seas tan boba.

—Anda a cuidar a Helen.

—Sí, sí… —Ashley le tomó la mano a Brandon y comenzaron a caminar en dirección a la casa de los Russ.

—¿Por qué tiene que cuidar a Helen? —Jesse la interrumpió, se había quedado mirando a los dos chicos.

—Porque tiene un parásito. —Él la miró sin comprender, Narel rodó los ojos—. Cuando regrese a Londres te llamaré y te contaré, ahora no puedo. —Jesse sonrió por eso, si no le podía decir, no insistiría.

—¿Cómo fue que te sacaste a Alex de encima? —preguntó al seguir caminando a la casa.

—Yo no hice nada, Marianne lo llamó porque tenían que terminar de bajar las maletas y darles comida a los niños, él le debía dar de comer a Josh y Marianne a Steph, después almorzarían ellos todos juntos como familia… —Se silenció un momento, Jesse la miró—. Y luego tiene que ver unos asuntos con Thomas, estará ocupado todo el día con Thomas.

—Thomas no lo dejará salir.

—Claro que no, no quiere que venga a molestar. —Jesse sonrió aún más y le abrió la puerta para entrar.

—Entra, voy a presentarte a alguien.

—Tan misterioso que estás.

—Te lo prometí y tú también me lo prometiste, aunque dudo mucho que ese día llegue. —Narel lo miró sin entender, Jesse solo sonrió. Ambos miraron a una chica acercarse—. Tortuga, te presento a Harper, mi novia.

—¿Tu novia? —Jesse comenzó a reír, le tomó la mano a Harper y la acercó a Narel—. Hola, hola… disculpa que no te saludara… Es que… ¿de verdad eres su novia?

—Sí… —dijo y medio sonrió, era raro pero la actitud de Narel y Jesse riendo la hicieron sonreír—. ¿Por qué? ¿Es algo malo?

—No… malo no es… Pero él siempre dijo que nunca tendría novia porque sería un chico de la vida… que siempre andaría disfrutando de la vida de flor en flor… —Jesse le tapó la boca.

—Estás hablando mucho… —habló a regañadientes.

—Déjala que termine, está interesante. —Pero fue John quien interrumpió, también sonreía—. Deja que la niña hable.

—Pero, papá… —refunfuñó y sacó la mano.

—Cuando se fue a Coventry me dijo que nunca se enamoraría, jamás, que eso era completamente impensable. —Narel continuó, John rio por todo eso, Jesse comenzó a ponerse rojo—. ¿Cuánto tiempo llevan?

—Vamos a cumplir un año ahora en septiembre. —Harper respondió, era raro todo, pero si John y Jesse no decían nada, tampoco lo diría ella.

—¿Un año? ¿De verdad?

—¿Por qué es tan raro? —consultó al mirarla fijamente.

—Porque no duró nada, después de toda la payasada de que sería un don Juan, no duró nada… Voy a molestarte para toda la vida con esto, Jesse.

—No lo harás… ¿O quieres que hablemos de Freddy? —La vio erizarse—. Lo suponía.

—Eso es hacer trampa.

—No lo es, es aprovechar las oportunidades.

—Voy a golpearte…

—¿Por qué vas a golpearlo? —Narel miró a Harper, ella estaba acostumbrada a estar con los chicos que olvidaba que las mujeres normales no entendían eso. Pero sonrió y la abrazó, Harper la miró extrañada.

—Bienvenida a la familia, si este estúpido te hace alguna cosa, solo me dices y lo golpeó. No importa si la culpa es tuya, lo culparemos a él de todas maneras y lo golpearé. —Narel la soltó, la chica comenzó a reír, John, un poco más atrás, dejó salir una carcajada.

—¿Cómo es eso de que vas a golpearme aunque no sea mi culpa? Eres como una hermana y no me defiendes…

—Porque te conozco, sé que será tu culpa.

—¿Sabes qué haremos esta noche? —Narel negó con la cabeza—. Veremos todas las películas de Freddy. —Jesse sonrió al mirarla apretar los puños y dientes.

—Voy a ordenar las cosas para que almorcemos. —John interrumpió y caminó a la cocina.

—Yo te ayudo, John. —Narel pasó por entre los chicos y siguió al mayor.

Jesse fue con Harper a una de las habitaciones para dejar la mochila, luego fueron al comedor. Narel se quedó mirando que iban tomados de la mano, se sentaron a la mesa y comenzaron a comer, hablando más de Harper, ya que ella conocía a Narel por todo lo que le contó Jesse durante el tiempo que llevaban saliendo. Así Narel se enteró que ella trabajaba en sus tiempos libres de las clases en la biblioteca. El resto de la comida fue solo interrogatorio por parte de Narel sobre la biblioteca, Harper solo reía, ella era de Londres, las bibliotecas allí eran mejores, pero se entusiasmaba más hablando de la de Coventry.

Pasado el almuerzo Ashley llegó junto con Brandon. Jesse le presentó a Harper y luego fueron a sentarse a orillas del lago. Ashley se instaló sobre una toalla junto a Harper y se quedaron hablando de cosas de chicas, Narel se aburrió y se fue con los chicos a patear un balón, después decidieron hacer una carrera de nadar, ni Harper ni Ashley quisieron participar, pero los otros tres comenzaron a establecer normas para la competencia. A pesar de todo el esfuerzo, Narel no pudo ganarle a Jesse, aunque la diferencia era cada vez menor. Pero sí le ganó a Brandon. Después de un rato cada uno se sentó junto a sus novias, Narel los miró con el ceño fruncido al sentarse cerca, sobre el pasto.

—Ya es hora de que te consigas novio. —Jesse, que tenía a Harper abrazada por la espalda, habló.

—Eso es algo que le digo siempre y la boba no quiere, si solo tiene que elegir… —añadió Ashley, mirándola.

—Eso es verdad, en la universidad llama la atención y ella no se decide por ninguno.

—No le hagas caso a Alex. —Jesse continuó hablando—. Si sabes que es antipático con todo eso, pero no lo tomes en cuenta, si te invitan a salir diles que sí y ya.

—Yo no quiero novio, estoy bien así como estoy. —Ashley le lanzó una pelota de playa a la cabeza, todos rieron.

Cuando comenzó a oscurecer, Ashley y Brandon se despidieron y dijeron que irían al otro día. Los demás entraron a la casa, Narel se fue con John a preparar la cena, los otros dos a darse un baño. Cuando terminó de ayudar, también se fue a bañar y se quedó en pijama. Habían quedado de acuerdo que después de la cena se quedarían jugando juegos de mesa, pero terminaron compitiendo entre Jesse y Narel, ya que los otros dos perdían demasiado pronto y John prefirió ir a dormir. Harper se quedó un rato más, pero después también se fue a la cama. Por otro lado, Narel y Jesse continuaron jugando cartas hasta desempatar. Solo los distrajo el golpe en la puerta, Jesse se levantó y fue a abrir. Narel estaba organizando las cartas cuando sintió que alguien se acuclilló a su lado.

—Necesito hablar contigo. —Alexander la miró, estaba casi a su altura, le dejó la mano en el vientre. Jesse volvió a sentarse donde antes.

—¿De qué cosa? —Ella también fijó su vista en él, a veces odiaba esos ojos celestes.

—Vamos a dar una vuelta.

—Es tarde…

—¿Qué está pasando entre ustedes? —Los dos miraron a Jesse, Alexander notó que se había dado cuenta de algo porque tenía esa sonrisa de medio lado dibujada en el rostro.

—¿Pasa de qué? —Alexander apoyó la frente en el hombro de Narel, sonriendo, esa boba.

—¿Vamos a dar una vuelta?

—Bien, solo un momento. —Narel miró a Jesse al levantarse—. Voy y vuelvo, no te duermas porque no voy a dejar que me ganes.

—Aquí te espero.

—¿Ya andas en pijama? —preguntó Alexander al abrir la puerta.

—No tenía pensado salir.

—Bien, iremos en el auto así que no importa. —Alexander la miró al caminar junto a él—. ¿No te quieres poner zapatos aunque sea?

—Si vamos en el auto, no es necesario… ¿Puedo manejar yo?

—No sabes a donde vamos, así que no. —Alexander le abrió la puerta del copiloto.

—Igual no quiero manejar tu auto, está feo. —Alexander rodó los ojos al cerrar.

—Si ya sé que no te gusta, nunca te ha gustado. —Echó a andar el motor y salió—. Que porque es automático, que es muy suave…

—Es tan de niña… —Alexander frunció el ceño, como si ella fuera la mejor en el tema de lo femenino—. ¿No podías elegir uno más masculino? Una camioneta, un todo terreno…

—Tengo dos hijos, ellos tienen que viajar cómodos.

—Después que me compre mi casa, me compraré una camioneta gigante, mis enanos irán en sillas, así que da lo mismo si es camioneta. —Él suspiró—. Hasta los asientos son incómodos, me quedo pegada…

—Es porque son de cuero y andas casi sin ropa. —Narel lo miró con el ceño fruncido, siempre reclamando por la ropa—. Atrás del asiento hay un cobertor, ponlo en el asiento y así no te vas a pegar.

—¿Por qué tienes esto aquí? —preguntó al sacarlo y acomodarlo para sentarse encima de eso.

—Porque Steph y Josh se duermen, así los cubro con eso.

—Pero ellos viajan con sus mantas… —Ella lo miró fijamente—. Me estás mintiendo.

—Porque a veces duermo en el auto, y ya no molestes, quédate quieta. —Narel bajó el asiento y se acostó—. No te duermas.

—No voy a dormir, no sé dónde vamos y tengo que estar atenta por si tengo que correr para volver a casa.

—No digas tonteras, vas conmigo, nada te pasará conmigo.

—Solo confío en mis habilidades al volante, tengo que estar atenta a cualquier movimiento raro de tu parte.

—Mejor duerme, te despierto cuando lleguemos. —Narel giró, dándole la espalda. Alexander sonrió y le dejó la mano en el muslo.

—No te aproveches. —Le tomó la mano y se la sacó, después se acostó mirando hacia arriba.

—Mejor así. —Alexander le dejó la mano más arriba del estómago y sonrió al apretar. Narel lo agarró del brazo y se lo quitó de encima, acomodó el asiento para sentarse y le tomó la mano a Alexander, él entrecruzó los dedos y sonrió—. ¿Por qué solo andas con camisa y nada abajo?

—Sabes que no duermo con nada abajo, que son incómodas esas cosas.

—Pero no estás en casa, sino que en la de Jesse, no puedes andar así.

—Como si tuviera algo, si soy plana como una tabla. —Alexander sonrió por eso y comenzó a estacionarse, sin soltarle la mano, ya se había acostumbrado a manejar de esa manera con ella.

—Eso es verdad. —Detuvo el motor y abrió las puertas para descender, caminó al copiloto y le tendió la mano—. Ven para mostrarte algo. Ten cuidado al pisar.

—¿Por qué? —Le tomó la mano y comenzó a bajar.

—Estamos cerca del lago, demasiado cerca, a veces está húmedo. Espérame en el capó. —Alexander tomó el cobertor y cerró, después se fue con ella. Acomodó la manta sobre el auto—. Ven acá. —Tomó a Narel en los brazos y la sentó en el capó, luego se instaló a su lado y la abrazó.

—A esta parte del lago no había venido nunca. No me acuerdo de esos árboles. ¿Cómo sabías de esto?

—Eso no importa. —Alexander le besó la mejilla al tomarla de los hombros—. No es eso lo que te quiero mostrar, acuéstate. —Ella obedeció, él se acomodó a su lado abrazándola.

—Esto es mejor que lo que instalaste en mi habitación, aquí sí que se ven todas las constelaciones.

—Sabía que te gustaría. —Alexander se quedó mirándola, ella solo tenía ojos para las estrellas—. Como no hay luna esta noche, se ve mucho mejor.

—Sí… —Alexander la abrazó más fuerte, pegándola a su cuerpo—. Vamos a buscar estrellas fugaces para pedir deseos.

—Yo ya tengo mi estrella, pero no quiero que sea fugaz. —Él comenzó a dejarle los rizos tras la oreja, ella seguía mirando el cielo.

—Si no es fugaz, no sirve para los deseos. Ayúdame a buscar deseos. —Alexander dejó su mano en el vientre de ella, bajo la camisa, y el otro brazo como almohada de Narel, le besó el cuello.

—¿Me perdonas por regañarte por el caballo?

—Ya estoy acostumbrada a que me regañes por todo. —Alexander frunció el ceño—. ¿Por qué trajiste a tus suegros?

—Parece que se quedaron a dormir en el auto, porque cuando empecé a subir las cosas, ya estaban instalados. —Él apoyó su frente en la cabeza de ella—. No pude hacer nada.

—Nunca puedes hacer nada con eso… Pero está bien, si ya no importa, si son tu familia.

—¿Por qué te enojas por eso, si es normal que anden con Marianne para todos lados?

—A mí eso no me importa, es solo que te extrañé y quería que llegara el viernes para verte… sé que no podemos hacer nada, pero al menos estaríamos haciendo estupideces juntos en la casa y en el lago. Y competiríamos contra Jesse en los caballos…

—¿De verdad me extrañaste?

—Sí… y mucho… pero como no te pones los pantalones, no podemos competir contra Jesse y me va a seguir ganando siempre…

—¿Y qué tengo que ver yo con que le ganes o no a Jesse?

—Que eres mi fuente de inspiración. —Alexander rodó los ojos.

—Solo dime lo que de verdad te pasa.

—Sabes que no le agrado a tu suegra, y ella tampoco ya me agrada mucho a mí y prefiero evitarla… También sabes que, si dice algo en mi contra, Ash salta a defenderme… no quiero problemas, si estamos de vacaciones no es la idea venir a amargarse…

—¿Te vas a quedar con Jesse hasta que me vaya?

—Sí… John me autorizó.

—Bien, pero vendré a verte mañana igual, un poco más temprano que hoy.

—Bueno… —Narel volteó para mirarlo, se topó con los ojos de Alexander demasiado cerca—. No me estás ayudando a buscar deseos… —Alexander sonrió y la besó.

—Explícame lo de las constelaciones otra vez…

Narel volvió a mirar el cielo mientras le contaba las historias de las estrellas, de sus nombres, los que recordaba, y lo que había más allá. Del porqué de las constelaciones, de lo que había detrás de ellas, de las que se veían allí y las del otro continente. Alexander simplemente se quedó mirándola al hablar, pasando sus dedos con suavidad por el ombligo de ella y dándole besos suaves en la mejilla y en el cuello, pero lo que más hacía era solo verla, con los ojos brillosos hablando de lo que le gustaba. Alexander sonrió por tenerla.

—Y por eso me gustan tus ojos, porque son de un color parecido a las estrellas y a la luna y al Universo… —Alexander había estado embobado mirándola que no la escuchaba de hace rato, hasta que dijo aquello. Dejó de pasar sus dedos por el ombligo y medio se levantó para verla a los ojos, la besó, abrazándola por la cintura.

—¿Entremos al auto? Se está poniendo un poco frío…

—¿Vas a ir a dejarme?

—No, solo quiero que entremos al auto porque se está poniendo frío…

—Bueno. —Se sentó y bajó del capó—. Me voy a llevar el cobertor para no pegarme al asiento. —Alexander se bajó y Narel tomó la manta y se cubrió con ella, caminó al copiloto donde él ya tenía la puerta abierta. Se metió y se sentó, acomodando el asiento para acostarse—. ¿Qué haces? —preguntó al ver que estaba entrando junto a ella.

—Me acuesto al lado tuyo, muévete un poco para que entremos los dos. Deja el cobertor en el asiento y nos acostamos los dos.

—Bien… —Se acomodaron los dos en el sillón, Alexander la abrazó, dejándola frente a él para besarla—. Debimos quedarnos afuera…

—No seas odiosa, yo también te extrañaba…

—Pero afuera había más espacio. —Alexander le metió las manos por entre la camisa y le acarició la espalda. La apretó con más fuerza contra él.

—Pero yo quiero tenerte así, pegada a mí, abrazarte fuerte y no soltarte. —Dejó su frente junto a la de ella—. Tocarte la espalda es como tocarte adelante, dos tablas. —Narel sonrió por eso y puso sus manos en los pectorales de Alexander.

—Tú tienes más que yo… —Ella apretó con sus dedos—. Y más duros también… Hush, hush… —dijo al ver que Alexander hablaría, él obedeció porque Narel comenzó a desabotonarle la camisa, sonrió de medio lado, sin separar sus frentes. Se quedó tranquilo sintiendo los dedos de ella recorrerlo por su piel desnuda, la tomó de las caderas y la pegó más a él. Narel lo besó. Alexander subió sus manos, junto con la camiseta del Manchester, hasta que la quitó. Continuó besándola mientras la acostaba y se le acomodaba encima—. Ahora no te molesta que no tuviera nada bajo la camisa ¿verdad? —le preguntó mientras él la besaba en el cuello y más abajo.

—Por mí te tendría todo el día sin ropa, pero no me gusta que vean a mi tabla. —Terminó de quitarse su camisa y se acomodó entre las piernas de Narel, después se acostó encima por completo, apoyando sus codos en el asiento del auto, sobre los hombros de ella. Le acarició los rizos. Narel lo abrazó—. Aquí no hay nadie, no es necesario que no hagamos ruido… No me muerdas… —La besó, ella cerró los ojos para sentirlo mientras la recorría, a la vez que terminaban de quitarse la ropa. Él se deleitó escuchándola. Se dejó caer por completo encima, abrazándola con fuerza por la cintura, apoyando su cabeza entre el cuello y el hombro de ella. Estaba en una posición incómoda, por su altura, casi quedaba arrodillado, pero valió cada segundo. Narel lo abrazó por el cuello, acariciándole el cabello y lo besó en la frente—. Te amo, preciosa mía.

—Te extrañé… —Alexander se levantó para mirarla, apoyándose en los codos nuevamente, ella le acarició el cabello al tenerlo aún abrazado por el cuello—. Te extrañé… a todo tú, completito… —Alexander sonrió y la besó.

—Nos vamos a quedar a ver el amanecer aquí, los dos, juntos…

—¿De verdad? —Alexander se acomodó para abrazarla por la espalda, mientras dejaba el cobertor cubriéndolos a los dos, pero sin dejar que Narel se pegara al asiento para que no reclamara. Ella tomó el brazo de él para usarlo de almohada, Alexander dejó su mano en el vientre de ella.

—Siempre he querido ver el amanecer contigo… —Le quitó los rizos del cuello y la cara, así le quedaba el camino libre para besarla. Narel tomó sus manos y entrecruzó sus dedos.

—¿No vas a dormirte?

—Claro que no, la única que se puede dormir eres tú.

—No es cierto… pero no importa. —Alexander la miró, era raro que no quisiera discutir—. Yo también te amo. —Alexander sonrió y le besó el cuello.

—¿Qué has hecho estos días?

—Lo de siempre, caballos… lagos… y esas cosas…

—¿Ninguna locura?

—Helen dice que soy un angelito. —Él sonrió más por eso—. Alex… ¿qué haremos? —Narel sintió como la apretó más fuerte.

—Lo que dijimos, compraremos la casa que quieres, después tu camioneta como dijiste y entre medio de eso comenzaremos con nuestros siete.

—No quiero tener bebés antes de terminar de estudiar…

—Será cuando tú estés lista…

—Al primero le pondremos Julián… —Alexander sonrió mucho más, ella nunca se refería a los siete como si fuera a tenerlos con él, la abrazó más fuerte por eso porque se sintió feliz—. Al segundo Franco.

—¿Serán todos los nombres de Canadá?

—No, solo esos dos… lo único que no he pensado es si nos sale una niña… yo quiero puros niños.

—Yo pensaré en los nombres de las niñas, tú te quedas con los niños, ¿bueno?

—Trato hecho. ¿Sabes? Me gustaría que los padrinos del primero sean Ash y Garreth.

—Pensé que querías a Thomas y Helen.

—No, tiene que ser un responsable y un irresponsable. Por eso tiene que ser Ash y Garreth, Helen y Nick y Thomas con Leah.

—Estoy de acuerdo, pero apenas van tres.

—Se repiten después… A no ser que Jesse se consiga novia… —Narel no sabía si Alexander estaba enterado, por eso no quiso decir nada de Harper.

Se quedaron hablando del futuro abrazados y entre risas, no se dieron cuenta de que el tiempo pasaba, hasta que vieron el sol salir. Alexander la ayudó a volver a ponerse el traje del Manchester, se vistió y se acomodó en el piloto para ir a dejarla. No estaban lejos, pero era mejor llevarla temprano, así ninguno tendría problemas. Al llegar a la casa, Jesse estaba sentado afuera, sin camisa y con pantalones y sombrero de vaqueros. Narel bajó rápido y corrió a la entrada.

—Menos mal que no te esperé.

—Lo siento, Jesse… ¿Tu papá?

—Aún es temprano, yo estoy haciendo las tareas de la madrugada. Tienes tiempo para darte una ducha.

—Gracias. —Narel le besó la cabeza—. Te haré wafles. —Ella entró corriendo y se perdió de la vista de ambos chicos.

—¿Me vas a decir qué está pasando? —Jesse le preguntó a Alexander al llegar junto a él, apoyado en el capó del auto.

—Nada, solo teníamos que hablar.

—¿Tú crees que yo nací ayer? Los conozco a los dos, ella está rara… Ni siquiera me dijo que me pusiera camisa, ni se fijó en mis músculos. —Alexander frunció el ceño por eso, pero era verdad, Narel siempre los molestaba con los músculos a los dos—. Le dijiste ¿verdad?

—Sí… se lo dije…

—¿Y? —Jesse lo miró expectante.

—Y estamos saliendo, solo eso, intentando algo dentro de todo…

—Pero… ¿qué harás?

—Separarme… si estoy enamorado de esa boba que está allá adentro…

—Ya era hora que le dijeras… Supongo que con mucho detalle para que esa tortuga entendiera…

—Si supieras…

—Alex… —Narel se asomó por la puerta—. ¿Vas a quedarte a desayunar? —Él se acercó.

—No, preciosa. Thomas va a matarme. —Le besó la frente—. Te veo a la tarde.

—Bien —dijo y giró, se fue a preparar el desayuno.

—¿Luego me vas a contar la historia?

—Pero sin detalles. —Jesse abrazó a Alexander a modo de despedida.

—Hablamos después, también tengo algo que contarte.

Alexander se metió al auto y se fue, Jesse esperó que desapareciera de la vista y entró, iría a molestar un rato a esa boba que preparaba el desayuno, que al parecer tenía demasiada energía ese día.

 

**********

 

Ashley llegó con Brandon, al igual que el día anterior después de almorzar, pero con más comitiva. Los acompañaban Garreth, que llevaba a Elijah de la mano, Nicholas, Leah y las mellizas, con la excusa que extrañaban a Narel. Jesse tuvo que presentarle a su novia a todos. Se acomodaron afuera, disfrutando del verano y de lo que les daba el lago. Narel no le reclamó nada a Ashley por llegar con todos, no podía, si igual los extrañaba, y dejaban descansar a Helen. Narel se acostó sobre una manta, de espalda al cielo, y cerró los ojos, estar toda la noche despierta con Alexander la tenía un poco cansada. Nicholas se dejó caer a su lado.

—Vamos a jugar.

—No quiero —dijo y volteó la cara, para no mirarlo—. Tengo sueño.

—Anda, ayer no nos vimos en todo el día. —Nicholas le tomó el brazo y se lo jaló—. Vamos a jugar.

—Pero tienes a todos los otros para jugar… —Narel se sentó, Nicholas la abrazó.

—Vamos a nadar.

—Voy a ahogarme si me meto al agua, Nick… Tengo mucho sueño… —Se dejó caer de espalda, Nicholas se acostó, apoyando su cabeza en el estómago de Narel, mirando al cielo.

—¿Por qué estás tan cansada?

—Dormí mal…

—Pero yo te extraño.

—Te veo todo el año, Nick. Solo déjame dormir un rato…

—Alex también estaba medio dormido hoy… —Narel se sentó, Nicholas igual y la miró—. ¿Vino a verte?

—No… no es tu problema, Nicholas Russ. —Narel lo tomó y comenzó a hacerle cosquillas, él empezó a reír—. ¿Por qué creciste tanto?

—Para que podamos casarnos pronto. —Nicholas le besó la mejilla—. Voy a ver a Elijah con Garreth. —Narel lo miró correr a donde dijo, Garreth estaba jugando con una pelota con su sobrino.

—¿A dónde te llevó Alex anoche? —Jesse se sentó a su lado, estaba mojado, venía saliendo del lago.

—A una parte del lago, no la conocía.

—¿De verdad te llevó allá? —Jesse la miró incrédulo.

—¿Allá dónde? —Ashley se sentó junto a ellos y abrazó a Narel—. ¿Por qué no te has metido al lago?

—Ya me mojaste toda, no necesito meterme. —Ashley sonrió, esa era la idea.

—¿De qué hablaban?

—De donde la llevó Alex anoche.

—¿Vino a verte? —Ashley se sentó al lado y la miró.

—Sí… quería mostrarme las estrellas.

—¿De verdad te llevó allí? —Ashley le preguntó con la misma incredulidad que Jesse.

—Sí, ¿qué tiene de malo?

—Que él dijo que nunca te llevaría allá. —Jesse fue quien respondió, medio acostándose y apoyando sus codos en el suelo—. Y me prohibió a mí llevarte.

—¿Por qué? Si está bonito ver el cielo allí, se ve espectacular.

—Porque es el lugar a donde Jesse y Alex llevaban a sus conquistas. —Narel miró a Ashley con atención.

—Tú ya lo conocías entonces, es donde te escondías con Jesse…

—Sí… algo así… —Ashley dudó al responder, Jesse sonrió de medio lado al recordar.

—¿Ya llevaste a Harper allá? —Jesse se atoró al escucharla.

—Sí, tortuga. Ya la llevé hace unos meses, cuando la traje para presentársela a papá. No se ha usado ese lugar desde entonces.

—¿Cómo es eso de las conquistas? Acaso Alex… —Ashley y Jesse la miraron, los dos comenzaron a reír.

—Sigues siendo la misma tortuga de siempre.

—Le preguntaré cuando lo vea…

—Quítate la camisa para que tomes un poco de color… —Ashley la agarró de un brazo y comenzó a molestarla para que le hiciera caso.

—Ya, ya. —Narel le obedeció para que la dejara tranquila, Ashley sonrió—. Ahora déjame dormir que hace sueño. —Se acostó encima de la manta, con la espalda al cielo.

Ashley esperó un momento y luego le enterró los dedos en la espalda, asegurándose que estuviera dormida. Una vez que Narel no reclamó, se acercó más y comenzó a jugar con los rizos, le haría una trenza que vio en una revista, y como ella tenía el cabello muy largo, le quedaría a la perfección. Sabía que cuando no dormía en la noche, después era casi un tronco y no se daba cuenta de nada y la trenza que vio era realmente hermosa. Jesse estaba sentado cerca de Ashley, abrazando a Harper entre sus piernas, ella había dejado de jugar en el lago con Leah y las mellizas y se acomodó con su novio, ambos miraban a Ashley. Brandon y Garreth seguían en el lago con los más pequeños, jugando de la misma manera que lo hacían en la piscina.

—Alex va a regañarte por hacerle cosas en los rizos, sabes que los rizos de Nar son sagrados para él. —Garreth se le paró enfrente, Ashley estaba por terminar, él meneó la cabeza dejando gotas de agua caer por todos lados.

—No molestes, ya llevo más de una hora haciendo esta obra de arte. —Garreth miró lo que hacía, era una trenza que empezaba cerca de la oreja de Narel y recorría toda la cabeza en forma de zigzag y ensanchándose a medida que iba bajando, terminaba en una trenza normal de cola. Él sonrió, Narel estaba completamente dormida.

—No se despierta con nada, ¿verdad? —Ashley miró su obra de arte y sonrió, se sentó un poco alejada.

—No, con nada… está como tronco… —Garreth tomó a Narel y se la colgó al hombro—. ¿Qué haces?

—La lanzaré al lago en venganza por lo que me hizo el otro día en la piscina.

Ninguno pudo hacer nada por detenerlo, ya que rápidamente caminó al agua, pero en el trayecto Narel despertó y comenzó a gritarle para que la bajara. Garreth no obedeció, continuó hasta llegar al lago y cuando el agua casi le llegó a la cintura, la dejó caer. El resto simplemente los miraron y rieron, no iban a meterse ya que ella podía defenderse lo más bien sola, y lo demostró al empujar a Garreth al fondo, sin dejarlo salir. Los que estaban en el lago se acercaron lo que más pudieron, Brandon tomó a Elijah en sus brazos, todos terminaron jugando a ahogar a Garreth. Cuando se tranquilizaron, Elijah se fue con Narel para nadar, hasta que el sol empezó a bajar y todos salieron, ya pronto anochecería y los pequeños no caminarían con agua a la casa o enfermarían. Se fueron luego de secar a los niños y antes que el sol desapareciera en el horizonte, el único que se quedó fue Garreth.

—¿Y qué es lo que tienes pensado hacer?

—Nos robamos ese bote…

—¡¿Robar un bote?! ¡Estás loca…! —Narel le tapó la boca a Garreth para que no gritara.

—No es robar, es tomar prestado… Me equivoqué… No grites…

—Bien —dijo cuando ella le sacó la mano—. ¿Cómo vamos a tomar prestado el bote?

—Es simple, esperamos a que el sol se oculte por completo y caminamos por el lago hacia el muelle, soltamos el bote, nos subimos y nos vamos… Te pones la gorra para que no nos reconozcan.

—¿Y Jesse y su padre?

—No te preocupes por eso, John tiene que hacer unas cosas para presentarle a Thomas y Jesse está entretenido con Harper, no notarán mi ausencia.

—Tu ausencia siempre se nota, te van a salir a buscar.

—Entonces apurémonos.

Narel se puso la gorra, con la trenza que la había hecho Ashley, no se le notaban los rizos y parecía más del género masculino que del femenino, Garreth la imitó y caminaron al lago, siguiendo el plan trazado. Tomaron el bote, los remos y se adentraron al lago, la idea era ir a pescar, sin caña porque si los veían pescando los regañarían aún más que por sacar el bote, así que llevaron todo en pequeños palos que encontraron y se acomodaron en el bote, uno a babor y otro estribor, apoyando cada uno la espalda en el otro.

—Hay que aprovechar que no hay luna y los peces no estarán llenos de luna.

—¿Crees que saquemos algo? Siempre pescamos solo con caña.

—No exageres, Garreth. Si es lo mismo. En Brighton, con mis primos, siempre hacíamos esto y funcionaba bien. Deja de reclamar y no seas tan estirado.

—No soy estirado.

—Claro que sí, te estás juntando mucho con Thomas y Helen, estirado y huraño. —Garreth frunció el ceño.

—Voy a llamar a Freddy. —Narel lo golpeó con el codo—. ¡Auch!

—¿Ya estamos a la altura de la casa Russ-Fletcher? —Garreth sonrió, ella la nombraba así para diferenciarla de la casa de Jesse.

—Sí… Ya veo las ventanas y las luces encendidas.

—¿Ves el auto de Alex?

—Sí… ¿por qué? ¿Tienes una cita con mi hermano?

—Dijo que iría hoy por la tarde, pero debe estar dándole de cenar a los niños, luego los duerme y recién saldrá… Me avisas si lo ves salir, porque…

—Porque si no estás donde Jesse, va a matarte.

—A mí no, a ti por arrastrarme a hacer estas tonteras y blah, blah. —Garreth volvió a fruncir el ceño.

—¿Vas a echarme la culpa?

—Claro, ya sabes cómo es el dicho, el más tonto al arco. —Esa vez Garreth la golpeó con el codo.

—No te muevas tanto o nos volcaremos y perderemos las carnadas. —Ambos se quedaron quietos, jugando con los palitos y con el hilo de pescar—. Garreth, ¿me ayudas con una cosa?

—¿Qué cosa?

—¿Sabes qué es eso de las conquistas de Alex y Jesse?

—No… no sé a qué te refieres… solo sé que Ash salía con Jesse… —Narel notó que su voz sonaba a nerviosismo.

—Mira, qué lindo se ve el cielo. —Garreth miró, era verdad lo que ella decía, se veía hermoso—. No hay lugar como este para ver algo tan precioso.

—Está el lugar de Jesse y Alex… —Narel sonrió, Garreth dio un respingo.

—¿Qué lugar?

—No lo sé… —Garreth miró al frente, Alexander había salido de la casa y caminaba por el muelle, pero iba con Marianne tomado de la mano, no dejaría que Narel lo viera—. Solo sé que existe.

—¿Me estás mintiendo?

—No… —Garreth suspiró, miraba a su hermano con Marianne a la orilla del muelle, estaban conversando, ambos se veían a la cara—. Bien, sé que hay un lugar en donde ellos iban con chicas… de los alrededores, que se juntaban aquí en el verano…

—¿De verdad Alex hacía esas cosas? —Garreth sintió que Narel estaba un poco frustrada por eso.

—Sí… hasta que pasó lo que pasó con Marianne… con eso se detuvo… —Garreth continuaba mirando a Alexander, le había tomado la cara a Marianne con sus manos—. ¿Por qué te molesta si ustedes no eran nada en esa época?

—No es eso… si yo estaba acostumbrada a verlo rodeado de chicas, para los 14 de febrero siempre comíamos muchos chocolates gratis… es solo que no me di cuenta y yo vine casi todos los veranos con ustedes…

—Tú nunca te das cuenta de nada porque eres una boba, una tortuga boba. —Narel dejó caer el palo con el hilo de pescar, que ya había recogido todo, y giró, rodeando el cuello de Garreth en una especie de llave. Él no pudo hacer nada para detenerla, cuando aflojó el agarre se dio cuenta que ella veía lo mismo que él, Alexander besaba a Marianne.

—¿Es…? —Lo soltó y se sentó como antes—. Ya no quiero seguir pescando… ¿Rememos para guardar el bote?

—Nare…

—No importa, Garreth… si yo sabía que esto sería así… —Garreth no necesitó mirarla para saber que lloraba, en parte fue mejor que lo hiciera en lugar de que se guardara todo como cuando pasó lo del cumpleaños.

—¡Narel! —Garreth miró a la orilla del lago, el que había gritado era Jesse. Él sabía que Narel no se movería—. ¡Trae ese bote a la orilla ahora!

—Jesse está enojado. —Garreth lo saludó con la mano, no lo alcanzaba a ver bien, por la oscuridad de la noche, pero se imaginaba que tenía el ceño fruncido al tener las manos en la cintura.

—No importa, nosotros rememos de vuelta. —Narel se sentó en la popa y Garreth se acomodó a babor, comenzaron a remar para devolver el bote. Él notó que Alexander los miraba.

—¡Jesse, llevaremos el bote de vuelta! —Garreth le gritó, pero ella no dijo nada, solo remaba al compás de Garreth—. No llores…

—Lo estoy intentando… No alcanzamos a pescar nada…

—Vendremos mañana de nuevo, aún nos quedan algunos días aquí…

—Lo importante es que no coman de la luna.

—Mandaremos a la luna a volar. —Narel sonrió por eso y se limpió un poco la cara, ya casi llegaban al muelle de la casa de Jesse, él ya estaba allí—. ¿Cómo llegó tan rápido?

—Tienen de esos autos como los que hay en los campos de golf, Jesse lo compró hace un par de meses, cuando John se cayó del caballo.

—¿Eso fue lo que compró con Thomas?

—Sí, no quisieron que Thomas lo pagara todo, pero al menos dejaron que aportara con la mitad. —Llegaron a la orilla del muelle y Garreth amarró el bote, Jesse le extendió la mano a Narel para ayudarla a bajar. Ella se la tomó y él la jaló afuera, la abrazó fuerte.

—Yo también vi lo que pasó con Alexander. —Narel se escondió entre los brazos de su amigo—. No llores, no vale la pena.

—¿Por eso gritaste? —Garreth se acercó, luego de asegurarse que el bote estuviera bien.

—Sí, para que se diera cuenta de lo estúpido que fue… Vete a casa, Garreth, no dejes que se aparezca por aquí, quiero romperle la cara. Yo me encargo de la tortuga…

—Bien… —Garreth le tocó el hombro a Narel, ella soltó a Jesse y lo miró—. Quédate tranquila… Mañana se irá y pondremos el cartel que se prohíbe la entrada a Alextianes, aquí y en casa. —Garreth la abrazó y le besó la cabeza—. Ve a dormir y no llores más. —Narel asintió mientras Garreth le limpiaba la cara—. La cuidas —le dijo a Jesse, que la tomó de los hombros y caminaron a la casa, Garreth fue hacia el lado contrario.

—Ven, vamos a jugar cartas para que nos ganes a todos nosotros los perdedores. —Narel sonrió, algo poco, pero lo hizo.

—A ti nunca te gano.

—Quizás hoy sí…

—Si me dejas ganar por lástima, te odiaré toda la vida.

Jesse la abrazó más fuerte y se metieron a la casa. Allí John y Harper los esperaban listos para cenar, Narel se fue al baño a lavarse las manos y a limpiar el rastro de lágrimas, y luego se sentó junto a los demás. Jesse la miró, con esa sonrisa parecía que no hubiera llorado nunca. Suspiró, ojalá fuera una sonrisa de verdad.

Garreth caminó a la casa, esperaba encontrarse con Alexander en cualquier momento, pero no fue así. Garreth suspiró, al parecer su hermano no tenía ganas de arreglar las cosas. El auto estaba estacionado donde siempre, no lo entendía para nada. Vio a Alexander sentado a la entrada de la casa, tenía los brazos cruzados y movía el pie derecho incesantemente. Se acercó para entrar.

—¿Qué hacías con Nar en el bote? —preguntó, deteniendo el movimiento del pie, pero sin mirarlo.

—No voy a hablar contigo aquí.

—Bien. —Se levantó y caminó en dirección al lago, Garreth lo siguió, mientras más lejos de la casa mejor—. ¿Aquí está bien?

—Estábamos pescando… del otro día que me está diciendo que vamos a pescar en bote porque desde la orilla no hemos sacado nada… Así que fuimos.

—¿Desde qué hora que estaban en el bote? —Alexander lo miraba con el ceño fruncido.

—No lo sé, estábamos viendo el bote poco antes del atardecer y cuando desapareció el sol, lo sacamos. —Garreth lo miró un poco asombrado—. ¿Por qué preguntas tanto por eso?

—Porque la vi… —Garreth vio como su hermano fruncía los labios y apretaba los puños—. La vi besándose con el estúpido de Jesse…

—¿Qué…? —Garreth le preguntó con incredulidad.

—La vi casi aquí afuera… No le importó nada… Nada de lo que estuvimos hablando…

—Ya sé que la fuiste a ver anoche.

—¿Cómo sabes eso? —Garreth lo notó un poco más calmado.

—Ella me dijo… y me dijo que también irías a buscarla hoy, que por eso nos teníamos que ir temprano de pescar para poder juntarse contigo.

—Sí, claro, como si le importara…

—¿De verdad crees que se pudo besar con Jesse?

—La vi, Garreth… Marianne también la vio… si no fuera por eso, está claro que no lo creería… Pero la vi… la vi… —Alexander tomó una piedra y la lanzó con fuerza al lago.

—¿Por eso besaste a Marianne?

—No sé qué fue lo que pasó… solo quería matar a Jesse y Marianne estaba allí… le estaba por decir lo de la separación, tratar de hablar de esos temas, pero solo veía a Narel besando a Jesse… Y la besé… Quería sacarme esa imagen de la cabeza…

—Eres más estúpido de lo que pensaba. —Garreth dio la media vuelta para caminar a la casa, Alexander lo tomó de un brazo—. No quiero seguir escuchando tus estupideces.

—No son estupideces… —Garreth giró y lo miró.

—Si lo son, ¿sabes por qué? —Alexander retrocedió un paso, su hermano estaba enojado—. Porque ella estuvo toda la tarde conmigo, desde que llegué a la casa de Jesse hasta que salí ahora… Así que es imposible lo que me estás diciendo porque no se separó ni un segundo de mi lado.

—Yo la vi, Garreth. La vi…

—Yo no sé qué fue lo que viste, pero no fue a Nar…

—Eran sus rizos, Garreth… Jesse tenía sus manos en los rizos de ella…

—Qué estúpido eres, Alexander. Te pasas… —Garreth volteó y comenzó a caminar—. Ni siquiera la viste bien…

—Espera, espera…

—No, espera tú… voy a hablar con Ashley y tú vas a venir conmigo.

—¿Por qué con ella?

—Porque sí. —Garreth abrió la puerta y entró, caminó a la sala en donde los encontró jugando a la mesa, los únicos que no estaban eran la familia política de Alexander—. Ash, ¿puedes venir un momento, por favor?

—Sí, claro… ¿qué pasa? —Ella se paró al lado de los dos recién llegados.

—Estuviste grabando hoy en la tarde, ¿verdad?

—Sí…

—¿Me muestras el video, por favor?

—Claro. —Los tres caminaron siguiéndola a la habitación—. ¿Qué pasó? —preguntó tomando la cámara y encendiéndola—. ¿Qué quieres ver?

—Cuando lancé a Nar al lago, desde que la tomé hasta que la dejé caer al lago, cuando le hiciste la trenza igual. Muéstrale al estúpido este. —Alexander frunció el ceño, Ashley buscó la parte hasta encontrarla y se la pasó—. ¿Viste lo que pasó con los rizos de Nar hoy?

—¿Qué…? Pero…

—Pero nada, eres el más estúpido de los estúpidos… Gracias, Ash. Cuando puedas llama a Nar, no estaba bien. —Alexander lo miró—. No, tú ni te atrevas a buscarla para nada. —Garreth lo empujó y salió de la habitación, quería darse un baño.

—¿Qué hiciste ahora? —Ashley le preguntó, Alexander la miró, de pronto se sintió la peor de las basuras.

—Besé a Marianne y Nar me vio…

—Tú no entiendes nunca ¿verdad?

—Arreglaré las cosas.

—Ojalá no te perdone.

Ashley salió de la habitación, Alexander se quedó allí, mirando sin saber qué hacer. Después salió y se fue a la sala, su familia política no estaba, se sentó junto a Thomas en el sillón, eran los únicos que no participan del juego de mesa. Garreth llegó al rato después, pero se fue a la cocina a servirse algo de cenar, luego de eso fue a jugar. Thomas miró a sus hermanos, algo pasaba, aunque no les preguntaría. Alexander, a su lado, con los brazos cruzados, parecía a punto de llorar. Garreth lo miraba de a ratos con el ceño fruncido… Ashley se levantó de pronto, despidiéndose y deseando buenas noches a todos, eso también fue raro, ella siempre era la última en irse a dormir para aprovechar de pasar tiempo con Brandon. Thomas notó que tanto Alexander como Garreth no dejaron de mirarla hasta que desapareció. Al parecer, algo grave pasaba.

 

**********

 

Narel llegó temprano ese domingo a la casa de los Russ-Fletcher, iba acompañada de Jesse y Harper. Entró y encontró a Thomas sentado a la mesa en la cocina desayunando, fue corriendo y lo abrazó, Helen estaba a su lado, luego fue el turno de ella de ser abrazada. Jesse iba tras ella, llevaba a Harper de la mano a quien presentó. Helen se quedó jugando con la trenza de Narel, que se había sentado en el suelo junto a ella para ser mimada. La mayor le decía que debió desarmarla para quitarse el agua del lago, a lo que la menor le respondió que se lo dejaría así para poder hacerse el peinado de Bob Marley. Helen le jaló la trenza. Harper sonrió al verla, Helen le comentó que Narel era el bebé grande que ella tenía.

—¿Quieres ir con Garreth? —Thomas la miró cuando se levantaron—. Para que no vayas sola.

—No, debe estar dormido, no lo molestes. Si no es tanto tampoco.

—Bueno… —Thomas la tomó de los hombros y la miró fijamente a los ojos, Narel le sonrió, él la abrazó y le habló al oído—. Estuviste llorando…

—No importa, Thomas… Dame las llaves. —Thomas le besó la frente y le pasó lo que quería.

—Después hablaremos.

—Bueno. —Narel giró y abrazó a Helen, luego a Thomas—. Nos vemos en un rato… ¿Vamos?

Salió por la puerta de la cocina y se fue al auto de Thomas, se escuchaba que iban despertando y caminando a la cocina, así que se apresuró en salir. Se subió al piloto y movió el carro a la entrada, allí se subirían Jesse y Harper, los iría a dejar al terminal de buses porque irían por unos días a Coventry a hablar con los padres de Harper y a ver otros temas de la universidad. Se bajó del auto y caminó a la entrada, Jesse aún no salía. Se paró cerca de la puerta, se escuchaba la voz de Alexander y no quería verlo.

—¿Estás lista? —Jesse salió de la mano de Harper, Narel asintió y caminó al auto—. Estaba Alex.

—No me interesa.

—Le presenté a Harper…

—No me interesa.

—No seas así. —Jesse le abrió la puerta, tras el copiloto, a su novia. Él se acomodó adelante, Narel ya estaba en el piloto.

—A Alexander le llamaron la atención mis rizos. —Harper se asomó entre los dos asientos delanteros para hablar, Narel ya estaba manejando.

—Sí, le gustan… no sé por qué… —Jesse contestó mirando a Narel—. Por eso no le gusta cuando Nar se los amarra o algo así.

—Es agradable.

—No te confundas, que esos ojos celestes despampanantes no te engañen. —Jesse notó que Narel apretaba el manubrio al manejar a la vez que fruncía el ceño.

—No hablaremos más de Alex para que no te enojes, cargamos el auto y nos llevas. —Narel se estacionó fuera de la casa para guardar los bolsos.

En el terminal de buses quedaron de acuerdo en que Narel iría por ellos el miércoles, que se encargaría de hablar con Thomas para que les prestara el auto, así no tendrían problemas porque la finca quedaba alejada de casi todo y si ella estaba allí, podía ir a buscarlos. Luego de asegurarse que estuvieran en el bus, volvió a la casa de los Russ-Fletcher, sabía que Alexander con su familia seguirían allá, por eso alargó lo más que pudo el viaje, pero no podía ser eterno, así que estacionó el auto donde antes y entró por la cocina, esperando no ver a nadie, y se fue a la habitación que compartía con Ashley, por la hora los demás deberían estar almorzando, tenía pensado salir una vez que Alexander se fuera.

—¿Podemos hablar? —Pero las cosas nunca le resultaban como quería, Alexander la detuvo de un brazo en el momento justo en que abría la puerta.

—Por todos los dioses, Kronos. ¿No podías darme solo unos segundos más? —Alexander la escuchó refunfuñar cuando entró a la habitación, él la siguió y cerró tras de sí.

—Ya tengo que irme…

—Ya lo sé. —Narel caminó hasta sentarse en una silla junto a la ventana, se quedó mirando a través de las cortinas.

—Conocí a la novia de Jesse…

—No me interesa. —Alexander se acercaba a pasos lentos e indecisos.

—Es increíble que tenga novia ¿verdad? Siempre dijo que no se enamoraría ni nada parecido…

—Como quisiera, poder vivir sin aire… —Alexander la escuchó cantar en español mientras miraba por la ventana, no lo estaba tomando en cuenta para nada. Se arrodilló frente a ella.

—No me quiero ir a Londres sabiendo que estás enojada conmigo… —Narel lo miró, Alexander sonrió, eso era algo bueno—. Tienes los ojos hinchados.

—No estoy enojada, puedes irte tranquilo.

—¿De verdad no estás enojada? —Alexander le tomó la cara entre sus manos, no solo tenía los ojos hinchados, sino que también estaban rojos.

—No lo estoy… ¿Por qué lo estaría?

—No me gusta cuando te amarras los rizos, pero esto que te hizo Ashley te queda bien… —Alexander le pasó los dedos por la cara, dejándole uno que otro mechón suelto tras la oreja—. ¿Estamos bien, entonces? —Narel asintió moviendo la cabeza, él la miró a los ojos, no los tenía brillosos—. ¿Seguimos como siempre?

—Como siempre… —Él se acercó para besarla, ella solo lo miraba.

—Alexander, ¿estás por ahí? —Narel se levantó, alejándose de él.

—Sí, ya voy, Marianne… —Él la miró, le daba la espalda.

—Que tengas buen viaje de vuelta a Londres. —Esa vez Alexander no alcanzó a detenerla de un brazo antes que se encerrara en el baño. Se paró junto a la puerta.

—Te avisaré cuando llegue…

—Bueno.

Alexander pasó los dedos por la puerta, luego dejó su frente apoyada. Narel, al otro lado, se sentó en el suelo, con la puerta como respaldo, las piernas flexionadas contra su pecho y abrazándolas. Volvió a llorar, se prometió, mientras manejaba de vuelta a casa, que no lloraría de nuevo, que dejaría las lágrimas en el auto, pero no pudo cumplir con eso. No saldría del baño hasta nuevo aviso. Alexander se quedó unos minutos apoyado en la puerta y luego salió, no quería llegar tarde a Londres. Acomodó las cosas en el auto, luego subió a sus hijos y se despidió de sus hermanos, esperaba que saliera en cualquier momento, pero Narel no se asomó. Brandon se separó de Ashley y se subieron al auto, desapareciendo a los pocos minutos. Ashley encontró a Narel sentada en la cama, en la misma posición que estaba en el baño, levantó la cabeza para ver quién entraba.

—¿Ya se fue?

—Sí… —Ashley se acercó y la abrazó fuerte, sabía que se sentía mal—. ¿Hablaste con él?

—Sí, le dije que tuviera buen viaje…

—¿Solo eso?

—Sí… si no le decía eso, no manejaría tranquilo… —Ashley se separó de ella y la miró.

—¿No hablaste de lo que pasó?

—No, no me importa… Si es como tiene que ser…

—¿Cómo es eso?

—Es su esposa, Ash… yo no tengo por qué meterme en medio…

—¿Te dijo lo que pasó? ¿Lo que supuestamente vio? —Narel la miró, Ashley notó que tenía los ojos hinchados y rojos. Negó con la cabeza—. Te confundió con Harper… Vio a Jesse con Harper besándose aquí afuera y pensó que eras tú…

—No nos parecemos…

—Los rizos… ella tiene los rizos tan largos como los tuyos, y en un color muy parecido, y en la noche, sin luna, es fácil confundir…

—¿Y qué tiene que ver eso con que me diga que ya no tiene nada con Marianne, que ya ni siquiera la besa, y después lo vea haciendo eso que supuestamente no hace?

—La besó porque estaba enojado contigo… por pensar que estabas con Jesse…

—Entonces supongo que está bien que yo vaya y me bese con cualquiera cada vez que él se enoje… ¿verdad?

—Nar…

—Ya no importa, Ash. Si yo fui quien le dijo que sí sabiendo todo… La culpa fue mía y solo mía… Ya no importa…

—¿Qué vas a hacer?

—Terminar con toda esta estupidez, ya no dejaré que siga jugando conmigo… —El golpeteo en la puerta las interrumpió.

—¿Ash?

—Pasa, Garreth. —El mencionado abrió y entró, vio a Narel sentada en la cama, se acercó y la abrazó fuerte. Ella comenzó a llorar soltando grandes sollozos, él simplemente la apretó con más fuerza.

—No llores para que los demás no lo noten. —Garreth le tomó la cara, luego de un rato, y le limpió las mejillas—. Thomas quiere saber cómo estás, así que quédate tranquila para que todo se normalice.

—No quiero ver a tu hermano…

—Vamos a estar dos semanas más aquí, quédate tranquila, no lo verás en muchos días. Y solo es medio hermano… —Narel lo empujó, Garreth quedó acostado en la cama, pero sonreía.

—No digas esas cosas, sabes que no me gustan esos comentarios, ustedes son todos hermanos. Hermanos completos.

—Y tú eres una hermana para nosotros. —Ashley la abrazó y se dejó caer, quedaron los tres acostados en la cama.

—Ustedes tienen razón en que soy una boba…

—Sí, ya lo sabemos. —Garreth le contestó, Ashley y Narel lo miraron fijamente—. Eres la reina de los bobos.

Ashley y Narel comenzaron a hacerle cosquillas hasta que lograron que se pusiera de pie. Ellas lo miraron sonrientes por haber ganado, luego se levantaron, Ashley le pasó un brazo por el cuello para llevarla a la cocina y que comiera algo, ya que no había almorzado. Garreth se fue unos pasos más atrás diciendo que cuando fueran al lago, se vengaría.

Después de que ella almorzó, se fueron a sentar a orillas del lago, los niños se quedaron jugando con Garreth y Ashley en el agua, mientras que Thomas con Helen, sentados sobre una manta a la sombra de un árbol, comenzaron a interrogar a Narel para saber cómo estaba todo y qué tenía pensado hacer. Ambos conocían la versión de lo que sucedió por boca de Alexander y Garreth, pero también querían conocer la de ella.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó Thomas después de escuchar toda la historia, Helen la tenía abrazada y Narel estaba apoyada su hombro.

—Quiero ir a conocer el Louvre. —Los dos la miraron, eso no era el tema en cuestión.

—¿Y eso qué tiene que ver? —Helen la observó cuando acomodó la cabeza en su vientre.

—Voy a tener un hermanito. —Los dos rodaron los ojos, Thomas le tomó el brazo y la sentó—. Qué pesado eres, Thomas…

—No hagas eso, si sabes que no le hemos dicho nadie aún. —Thomas la regañó con el ceño fruncido—. Después todo lo que quieras, pero ahora no. Y ahora dinos lo del museo.

—Me preguntaste qué quiero hacer, y quiero ir a conocer el Louvre.

—Puedes ir al museo cuando quieras, un fin de semana mejor…

—Voy a ir en tren.

—Eso era lo más seguro. —Helen la volvió a abrazar—. Pero queremos saber sobre Alexander.

—Dijo que avisaría cuando llegara a Londres, pero mi teléfono se quedó perdido por allí… Así que no sé nada de él. —Helen le jaló de la trenza, Narel frunció el ceño, pero no le reclamó—. No haré nada, no puedo hacer nada… Alexander es una persona con compromiso y yo fui la tonta que se metió al medio, pero ya no seguiré con eso…

—¿Vas a terminar eso que tienes con Alexander? —Thomas le preguntó mirándola, Narel estaba apoyada en Helen que cada vez la abrazaba más.

—Sí… si es algo que no debió pasar, fue mi error y ahora lo empezaré a solucionar.

—Suenas demasiado segura. —Thomas seguía mirándola, quería ver si había algún síntoma de tristeza, pero se veía bien.

—Porque ya hablamos de esto, Thomas. Cuando todo empezó, ya lo hablamos y te lo dije, y me lo dijiste, si sería capaz de aguantar todo… Todo esto de Alexander… Y te lo dije, te dije que lo intentaría, pero siento que Alexander juega conmigo y ya no quiero sentirme un juguete… Yo tengo que jugar, no que jueguen conmigo. —Helen volvió a jalarle la trenza por eso.

—Ni tú tienes que jugar ni tienes que dejar que jueguen contigo.

—Está bien, Helen. No lo haré…

—¿Cómo te sientes? —Thomas consultó, Narel parecía realmente una hija de Helen, así como estaba.

—No lo sé, Thomas. Tengo que ver cómo suceden las cosas, estoy triste, pero no puedo estar así para toda la vida porque tengo cosas que hacer y muchas, como recorrer los museos y andar en muchos trenes. —Thomas le dejó la mano en la cabeza y le desordenó el cabello.

—¿Tengo que matar a Alexander?

—No… no todavía… aún podemos usarlo para algunas cosas… —Helen y Thomas sonrieron, alegrándose que no estuviera tan mal como pensaban, aunque sabían que ocultaba mucho para no preocuparlos—. ¿Cómo se llamará mi hermanito?

—Voy a ir a ver a Elijah, de hace rato que me está llamando. —Thomas se puso de pie y caminó al lago.

—Aún no sabemos. —Helen le respondió a la pregunta—. No era algo que esperábamos.

—Pero… ¿nunca pensaste anticipadamente esto?

—No, solo se dio y después se pensó en los detalles. ¿Te vas a meter en el lago hoy?

—En un rato más… Yo sí tengo pensado los nombres de mis siete. —Helen la miró, no era secreto para ninguno de ellos que quería siete hijos, pero siempre la sorprendía con alguna cosa diferente—. Se van a llamar Zeus, Kronos, Hades, Ares, Asgard, Fenrir y Siegfried.

—Tan odiosa como siempre. —Narel comenzó a reír, Helen la abrazó más al verla feliz.

—Si de verdad los tengo pensados, de hace tiempo, son nombres que me gustan de los diferentes libros que he leído. —Helen volvió a escucharla con atención—. Al primero siempre dije que le pondría Julián, por Julián de Canadá, obviamente. —Helen sonrió—. Después Franco, también por Franco, porque de todos ellos son los nombres que más me gustan. Luego está Dante, por Dante Alighieri. Erik, porque me gusta su significado, al igual que Darío y Bruno. Y el último que me gusta es Elián.

—¿Todos hombres?

—Sí, quiero tener siete niños… nunca imaginé niñas… no lo sé, creo que me llevaré mejor con ellos, es decir, sabes que mi feminidad como que no está desarrollada. —Helen sonrió, eso era verdad—. Entonces me da la impresión de que no me llevaré bien con ellas, pero con los niños es diferente.

—No seas boba, si eso no tiene nada que ver… Están lindos los nombres que elegiste.

—Cuando vivía en Brighton, mucho antes de venir acá, me gustaba el nombre de Alexander para ponerle a mi hijo.

—Es un nombre lindo…

—Pero no lo usaré porque ya no me gusta.

—¿De verdad estás bien con lo de Alexander?

—No… pero ya te dije que tengo cosas más importantes que hacer. Apenas tengo dieciocho años y toda la vida por delante, no voy a estar sufriendo por alguien que no es capaz de ponerse los pantalones. —Helen sonrió por eso, era verdad, Alexander no se ponía serio en su lugar—. Tengo que terminar de estudiar, comprarme mi casa, mi camioneta y mis siete… ¿Ya ves? Muchas cosas por hacer como para quedarme en un solo lugar.

—Entonces me voy a quedar tranquila.

—No tienes nada de qué preocuparte, Helen. Solo tienes que estar pendiente de mi hermanito.

—¿Qué vas a hacer cuando venga Alexander el fin de semana?

—Me iré el jueves a la casa de Jesse y volveré el lunes en la mañana o el domingo tarde.

—Veo que tienes todo solucionado.

—Sí, estuve hablando con Thomas y él dijo que estaba de acuerdo, que si así me sentía bien, podía hacerlo. Incluso ya habló con John. ¿Nos iremos el miércoles de vuelta a Londres?

—Sí, todo sigue planeado para ese día.

—Mejor, porque desde el jueves empiezan las cosas en la universidad y quiero ver los horarios y todo eso para organizarme. —Helen la miró fijamente.

—¿Organizarte en qué?

—En mis tiempos libres, voy a ayudarte en todo lo que pueda, Helen. No te dejaré sola, tengo que cuidar a mi hermanito. —Helen sonrió por eso y la abrazó más—. Además, quiero ir a conocer los museos y andar en trenes… Quiero ajustar todo para tener tiempo libre… Voy a ir a ver a Jesse y a Harper a Coventry…

—¿De verdad?

—Sí, ¿sabes que ella está estudiando literatura antigua? Es genial, me agradó, quiero escuchar muchas cosas de ella. El otro día en la cena me estuvo hablando de muchos libros. Espero que Jesse la cuide para que se quede en la familia para siempre.

—Así que al final se buscó una cerebrito…

—Es raro ¿verdad? —Narel se sentó de manera correcta y miró a Helen—. Siempre dijo que no tendría tiempo para eso y es lo primero que hace, pero se ve enamorado de verdad, así como Ashley con Brandon.

—Sí, pero lo que te digo es que se buscó una cerebrito como tú. —Helen le apretó las mejillas, Narel frunció el ceño—. Eso es porque siempre le dijiste que no…

—¿No a qué?

—Boba.

—Es porque las cerebritos somos más interesantes.

—Eso es verdad… Jesse y Alex siguen teniendo gustos parecidos.

—Los dos son unos antipáticos… Y ya no quiero hablar de Alexander… Helen, cuando nazca mi hermanito… —Helen puso atención a ello, ya que le habló un poco raro—. ¿Puedo vestirlo de jugador del Manchester?

—Eso va a matar a Thomas, sabes que le gusta el Arsenal como a Alex.

—Por eso, hay que vestirlo del Manchester.

—No seas malvada. Pero te dejo cuando se ponga pesado y tengamos que castigarlo de alguna manera.

—Lo vestimos y lo paseamos frente a sus ojos, para que se enoje con ganas.

—Claro que sí.

El resto de la tarde lo pasaron conversando, los demás no la molestaron para que fuera a meterse al lago, Thomas se los prohibió y a él siempre le obedecían, en casi todo. Sabía que ellas dos necesitaban conversar, que Helen lograría que hablara más que con Ashley y se tranquilizaría. Thomas de vez en cuando las miraba, las dos sonreían y eso era lo que quería. También tenía claro que una vez que entraran a la casa los teléfonos de casi todos tendrían muchas llamadas perdidas de un tal Alexander Russ que necesitaba ser perdonado.

 

**********

 

El resto de los días continuaron pasando normalmente. El miércoles por la mañana, tal y como habían quedado de acuerdo, Narel fue a buscar a Jesse y Harper al terminal de buses, luego de eso se quedaron en casa de los Russ-Fletcher todo el día, ya que el padre de Jesse también andaba por allí terminando unos temas con Thomas. Aquel había sido el único momento en que Narel encendió el teléfono, que al parecer dio un aviso a Londres que estaba funcional porque comenzaron a llegar llamadas y mensajes de inmediato, a pesar de que todos fueron ignorados. Alexander no había hablado con ella desde aquel domingo que se fue de la casa de campo, llamó a todos los demás esperando que ella le contestara, pero no tuvo éxito. Solo le estaba quedando poder verla el fin de semana y las horas se le hacían eternas para eso.

—¡Nar! —Como cada vez que las mellizas le hablaban, todo el cuerpo se le erizaba—. Queremos ir a jugar a los caballos.

—Ya les dije que no, no pueden porque son muy enanas y los caballos muy grandes para ustedes.

—Pero tú nos llevas.

—Les dije que no también a eso. —Narel dio la vuelta para seguir caminando, iba a buscar unas cosas a la bodega, para que Helen no anduviera transportando cajas con comida.

—Pero queremos jugar con los caballos. —Las mellizas se le pusieron por delante.

—No.

—¿Y por qué tú si puedes? —Ambas niñas le detuvieron el paso al cruzarse de brazos y mirarla.

—Porque yo soy grande y ustedes son enanas, ya les dije.

—Pero tú nos llevas.

—No puedo llevar a las dos en el mismo caballo junto conmigo, es mucho peso para él, no sean abusivas.

—¡Queremos jugar con los caballos!

—¡Dejen de hablar al mismo tiempo! —Narel les levantó un poco la voz, cansada de que hablaran al unísono—. Son mellizas, no siamesas.

—Nosotras hablamos como queremos.

—Menos caballos hay para ustedes y, si siguen así, las mandaré solas en el bus a su Argentina.

—No lo harías.

—Pruébenme. —Tanto Narel como las mellizas se miraron con los ojos entre cerrados, como escudriñándose con atención.

—Le diremos a mami y a papi que te obliguen a ir a la Argentina con nosotros.

—¿Ah sí? —Narel frunció el ceño al mirarlas, las mellizas dieron un paso atrás—. Ya veremos qué le dicen a su mami y a su papi… —Alcanzó a tomarlas a cada una de las coletas, las mellizas gritaron porque se los jaló—. Si tanto les gusta creerse siamesas, se van a quedar pegadas para toda la vida. —Comenzó a amarrarle mechones de cabellos de ambas coletas, dejándolas unidas.

—¡No, Nar! ¡No! —La primera en chillar fue Sophia.

—¡Me duele, Nar! —Después Daphne.

—Ustedes empezaron, les he estado diciendo que no hablen las dos juntas desde hace rato, y dale y dale con la tontera. —Narel continuó amarrándole los mechones, a pesar de que las mellizas ya estaban hablando por separado.

—No lo haremos nunca más, Nar. —Sophia continuó chillando.

—Lo prometemos, Nar. Nunca más. —Daphne pidió perdón.

—¿Qué está pasando? —Helen, que estaba en la cocina, escuchó los gritos y salió.

—Nada, solo estoy jugando con las niñas.

—No es verdad, Helen. —Sophia dio un paso, acercándose a Helen, Daphne la siguió porque estaban unidad por el cabello.

—Mira lo que nos hizo. —Daphne abrazó a Helen, la mayor las miró, no supo si reír o regañar a Narel.

—¿Por qué hiciste esto? —preguntó al mirarla.

—Porque es mala. —Pero fue Sophia quien respondió.

—Porque les he dicho que no me gusta cuando hablan las dos al mismo tiempo, son solo mellizas, no siamesas separadas al nacer, y como les gusta tanto estar tan pegadas, les cumplí sus deseos.

—Vamos a acusarte a mami y a papi —chilló Sophia soltando un par de lágrimas que, según Narel, eran de cocodrilo.

—¿Te traigo el teléfono para que los llames? Así aprovechas y les dicen que vengan por ustedes. ¿Les parece? —Narel las miró sonriente, Daphne solo lloraba con sollozos, Sophia era quien hacía escándalo.

—Te acusaremos y te obligarán ir a la Argentina. —Sophia continuó con las amenazas.

Puedes decirles a tus papis lo que quieras, que yo iré de inmediato a hablar con la Reina y le recordaré sobre las Malvinas. ¿Quieres que vaya a hablar con la Reina por eso? —Helen se quedó mirándola hablar en español, las mellizas pararon de llorar al instante, se quedaron viéndola fijamente.

—No… no le digas nada a la Reina… —Daphne sollozó, Narel sonrió triunfal, Helen suspiró. Había entendido todo, pero no le parecía bien lo que hizo.

—Ahora vayan a jugar, así pegaditas, para que vean lo molesto que es cuando hablan al mismo tiempo. —Las mellizas solo la miraron sin moverse—. Voy a llamar a la Reina. —Ambas se fueron casi corriendo, tratando de avanzar lo mejor posible al estar unidas. —Narel rio al verlas.

—Te pasas, ahora sí que te pasaste. —Helen se quedó mirándola—. ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¿Y si ahora no se pueden separar?

—Mejor, menos fastidio, y ojalá que sus papás las vengan a buscar.

—Nar… ¿No estás enojada por otra cosa y te vengaste con ellas?

—No, claro que no. Sabes que me desesperan cuando hablan al mismo tiempo y me aburrieron, no me dejaban tranquila…

—Pero… —El grito de Sophia las obligó a mirarlas. Ambas estaban tratando de soltarse—. Te lo dije, no se pueden soltar.

—Helen, vete a la cocina que yo iré por las cajas, no te esfuerces.

—No me salgas con eso…

—Vete a la cocina e intenta soltarlas, sino ya veré que hago, iré por las cajas.

Narel volteó y fue a la bodega por las cosas que necesitaba Helen. La mayor, en cambio, caminó donde las mellizas y las tomó de las manos, las llevó adentró y se sentó en la sala, los demás se acercaron a mirar qué sucedía, Helen solo suspiró al explicarle. Ashley fue a buscar un desenredante de cabello y un cepillo para tratar de hacer algo. Por otro lado, Thomas salió a ver a Narel para ayudarle con las cajas y decirle algo, pero al verla con cara de frustración, no le dijo nada. Sabía que no se sentía bien, como también tenía claro que lo que hizo no era algo para felicitarla y quedarse callados, pero las mellizas acababan con su paciencia y ella no estaba bien, para nada de bien. Solo la ayudó con las cajas para que entrara a ver a sus primas.

Cuando Narel llegó junto a ellas, Helen le comentó que era imposible desarmar los nudos. Ella frunció el ceño y se sentó en el suelo al lado de las mellizas para ver qué pasaba, comenzó a mirar mechón por mechón, pero luego de más de una hora de intentarlo, no pudo hacer mucho más. Decidieron que la única solución era cortar. Helen la regañó mientras Thomas con Ashley subían a las niñas al auto, Narel no dijo nada mientras la mayor le decía las cosas, solo bajó la mirada y escuchó, tenía razón y no haría nada por molestarla, no con su hermanito en camino. En cambio, Thomas la castigó de por vida, restringiéndole la compra de libros, ya no se compraría los que quisiera en el mes, ahora solo serían máximo dos. No escuchó ninguno de los reclamos mientras iban en el auto, ya que él las llevó a un lugar en donde pudieran arreglar el desastre que había hecho.

—Ahora tienes que solucionar el problema con tus tíos. —Thomas le apretó la mejilla cuando se bajaron del auto, las mellizas habían corrido hacía adentro, ya estaban libres.

—Thomas…

—No te ayudaré esta vez, tú hiciste la estupidez, ahora tú lo solucionas.

—Pero, Thomas…

—Pero nada. Te pasaste esta vez. Y ahora entra, de seguro ya almorzaron todos y no nos esperaron. Y vas a estar castigada.

—Si ya me dijiste de los libros. —Thomas la dejó pasar, luego cerró la puerta de la cocina.

—No solo será lo de los libros, sino que también estarás castigada mínimo un mes sin salir por allí.

—Como si saliera tanto… —Caminó en dirección a la sala, rodando los ojos por la amenaza de Thomas.

—¿No quieres ir a pasear en tren? —Narel volteó a mirarlo—. Eso sí te interesó ¿verdad?

—Lo siento, Thomas. No volveré a portarme mal. —Lo abrazó, Thomas no se movió—. Te lo prometo, Thomas. Seré un angelito.

—Será un mes, no hay vuelta atrás. Y soluciona el problema con tus tíos. —Narel lo soltó y lo miró fijamente.

—Van a querer llevarme a Argentina.

—Te lo buscaste. —Thomas volvió a apretarle la mejilla y pasó por su lado a la sala. Narel lo siguió cabizbaja, cuando Helen los vio, se acercó a saludar a su esposo y después miró a la menor, Thomas le hizo un gesto con la cabeza para que no la estuviera mimando.

Mientras Helen les sirvió almuerzo, Narel se sentó con las mellizas a conversar, una a cada lado, tratando de llegar a un acuerdo para hablar con los padres de ellas. Ya las había amenazado con el asunto de la Reina, sabía que eso era un punto débil para las niñas porque era algo que le enseñaban en el colegio y ellas se asustaron cuando les contaron la historia, porque viajaban a Londres seguidamente, así que aprovechó la situación. Y volvió a usar el asunto para que cuando hablaran con sus padres, repitieran exactamente la misma historia. La idea era que dijeran se habían pegado un chicle. Y eso fue lo que las niñas hicieron, bajo la atenta mirada de Narel. Luego que colgaron, las abrazó a ambas y se levantaron para ir a almorzar, ella se topó con el ceño fruncido de Thomas. Bajó la mirada.

—Serán dos meses.

—Pero, Thomas…

—Dos meses y ya… ¿Cómo se te ocurre hacer que les mientan a sus padres?

—Si siempre lo hacen…

—No hagas que aumenten a tres meses.

—Pero, Thomas…

—Pero nada. Ahora a almorzar.

El resto de ese miércoles se lo pasaron en el lago, jugando con el resto de los integrantes de la familia. Cuando Narel se sentó un momento bajo la sombra, las mellizas llegaron corriendo a su lado, era raro verlas sin las coletas y con el cabello corto, pero se lo habían buscado. Era el firme pensamiento de Narel.

—¿Por qué no nos quieres? —Daphne le preguntó, ambas se sentaron frente a ella.

—Sí las quiero, ¿por qué dicen eso? —Las miró algo asombradas.

—Porque no te quieres ir con nosotras a la Argentina y siempre prefieres irte a otro lado en lugar de quedarte con nosotras. —Esa vez fue Sophia quien le habló.

—Que no me quiera ir a Argentina no significa que no las quiera —suspiró al mirarlas, tenía que ver cómo decirle las cosas—. Mi vida está aquí, no aquí, pero en Londres o quizás en otro lado. Pero mi vida es aquí, no en Argentina. ¿Me entienden eso?

—Sí, pero igual es como si no nos quisieras… —Daphne continuó, podían entender a su prima con eso de que no se quisiera ir con ellos, pero no lo otro.

—Sí las quiero, con todo mi corazón, pero también tienen que entender que hay cosas que son molestas, saben que no me gusta cuando hablan juntas al mismo tiempo y algunas de sus travesuras son muy pesadas.

—Pero tú también haces travesuras…

—Pero no de ese tipo, la última vez que vinieron aquí mataron las plantas. Ese tipo de travesuras no son buenas.

—Nosotras solo queremos pasar tiempo contigo.

—Lo siento por lo que les hice en el cabello. —Las niñas se le lanzaron encima y la abrazaron, Narel las apretó con fuerza—. Pero miren el lado bueno, a lo mejor ahora les crecen rizos como los míos. —Narel les besó la cabeza a ambas—. Ya dejen de pensar que no las quiero, porque no es verdad.

—Entonces…

—¿Podemos dormir contigo esta noche?

—Bien, pero solo esta noche.

—¿Y nos cuentas un cuento?

—¿Uno inventado por ti?

—Bueno, bueno…

—¡Te amamos!

—Si vuelven a hablar al mismo tiempo, se van a Argentina ahora mismo.

—¿Y podemos ver Erreway?

—No.

Las mellizas aguaron los ojos, pero Narel las ignoró. Sabía que no se quedarían de brazos cruzados por lo sucedido, las conocía y era mejor mantenerlas vigiladas si no quería sufrir de aquella venganza. Sus primas eran malvadas, sobre todo Sophia, que se hacía llamar Súper Sophia… Narel tenía más que claro que la de las ideas era ella y Daphne las ejecutaba o la ayudaba a realizarlas, pero todas las ideas siempre venían de Sophia. Y a ella había que tenerla entre ceja y ceja. Al llegar la noche, y luego de haber estado perdiendo frente a Narel en las cartas, se fueron a dormir. Narel había hablado con Ashley por sus dudas de que las mellizas hicieran algo, para que las dos estuvieran atentas, pero las niñas se acostaron al lado de su prima, cada una usando un brazo de ella como almohada y durmieron toda la noche tranquilas, para el alivio de Narel, no pasó nada hasta el momento en que ella se fue a casa de Jesse el jueves por la noche, por si acaso a Alexander se le ocurría llegar temprano el viernes.

 

**********

 

Alexander llegó temprano ese día con su familia completa, eso incluía a sus suegros, además de Brandon que ya había quedado de acuerdo con Ashley para ir a verla. Se apuró en bajar todo, necesitaba ir a conversar con Narel, aunque cuando salieron a recibirlo los vio a todos menos a ella. Cuando estuvo libre de eso, se acercó a Helen para preguntarle, pero Marianne lo llamó para que acomodaran las cosas en la habitación y vieran a los niños. Comenzó a desesperarse al ver los minutos pasar y no saber nada de quien esperaba. Cuando terminó todo, salió de la casa, sus hermanos menores estaban jugando cerca del lago.

—Hola, Alex. —Las mellizas le dijeron al pasar corriendo por su lado, él las miró sorprendido.

—¿Qué les pasó a las niñas? —le preguntó a Helen, que estaba junto a él.

—Narel les pasó. —Alexander miró fijamente a su cuñada—. Las unió para que sintieran ser siamesas, pero logró que dejaran de hablarle al mismo tiempo.

—¿Qué le dijeron sus tíos?

—Les dijo que las mellizas se habían pegado un chicle mutuamente mientras peleaban… que no le quedó de otra más que cortarlo.

—Me prometió que se comportaría para que sus tíos no insistieran con llevársela a Argentina.

—No estás en condiciones de hablar de promesas. —Alexander frunció el ceño.

—¿Dónde está?

—No la vas a ver. —Thomas le dejó una mano en el hombro al llegar.

—Solo quiero saber dónde está. —Miró a su hermano, tenía la impresión, durante el viaje, que no dejarían que la viera.

—Con Jesse, pero no irás a verla ni nada.

—Tengo que hablar con ella, Thomas. Tengo que explicarle las cosas. —Thomas le apretó el hombro y lo obligó a caminar, en dirección contraria a donde jugaban los demás cerca del lago. Helen entró.

—No tienes nada que explicarle, ella tiene todo claro. Más que claro. —Alexander miró a su hermano, se habían detenido cerca del establo.

—No tiene las cosas claras, si sabes que todo lo piensa de manera diferente. Tengo que hablarle y solucionar todo.

—¿Qué pensó mal según tú? ¿Qué está mal besar a tu esposa? —Alexander abrió los ojos, eso era verdad—. ¿Qué tienes que solucionar? ¿Qué desconfiaste de ella y mejor decidiste arreglar tu situación familiar?

—No… Thomas… —Alexander comenzó a quedarse sin saber qué decir, lo que le había dicho su hermano logró que se le formara un nudo en la garganta—. Tengo que decirle que no le mentí, que no estoy jugando…

—No quiere verte, Alexander.

—Thomas, tengo que explicarle…

—Pero no quiere verte… Y si no quiere, no la vamos a obligar. —Thomas lo miró fijamente a los ojos, Alexander era unos centímetros más alto.

—Pero yo la amo, Thomas. —El mayor notó que se le quebraba la voz al hablar y que los ojos reflejaban tristeza y, si no lo hubiera conocido tan bien, diría que estaba a punto de llorar.

—Eso lo debiste tener presente antes de tomar esas decisiones apresuradas como siempre haces. Le hiciste lo mismo para tu cumpleaños y viste lo que pasó, ahora déjala pensar tranquila. No se lo tomó de la misma manera…

—¿Cómo…? ¿Qué pasó?

—¿Viste a las niñas? —Alexander asintió, Thomas suspiró—. Pensamos que dejó salir lo que sentía por lo que pasó de esa manera, que no sabe qué hacer y por eso simplemente se dejó llevar soltando toda la frustración que sentía. Por eso te pido que no le digas nada, no la busques, no hagas nada… Espera a que vuelva a Londres.

—¿Y si no me quiere ver allá?

—Allá tienes muchas más probabilidades de verla, porque aquí, aunque hagas guardia día y noche fuera de la casa de Jesse, no la vas a ver.

—¿Por qué?

—Porque así lo quiso ella. No la vas a encontrar, Alexander. —Thomas comenzó a caminar, Elijah lo estaba llamando.

—Thomas, espera. —Su hermano se detuvo y volteó para mirarlo—. Dime cómo está, solo eso y me quedo tranquilo.

—No lo sé, Alexander. —Thomas suspiró, eso no era mentira—. No sé cómo está, ninguno de nosotros lo sabe realmente. Ella se muestra feliz, siempre sonriente, pero hay momentos en que simplemente no está… Me refiero a que se pierde en sus pensamientos y se apaga por completo… Ashley y Helen han tratado de que hable, pero no quiere decir nada, solo dice que está bien y que no se preocupen… Ha pasado mucho tiempo con las mellizas, después de lo que pasó con el corte de cabello…

—¿Crees que esté…?

—Creo que es una posibilidad muy alta de que esté pensando en irse a Argentina.

—No… no voy a dejar que eso pase…

—No vas a meterte, Alexander. —Thomas le dejó una mano en el pecho—. La decisión será de ella y tú la respetarás. No vas a meterte.

—No puedo dejar que haga esa estupidez, allá no tiene futuro.

—¿Cómo sabes? Sus padres tienen negocios en varias partes del mundo, quizás Argentina solo sea un paso y termine en otro país… con otra gente… con otro novio…

—Solo yo puedo ser su novio.

—Tú estás casado y tienes tu familia. Ya se te fue esa oportunidad y es mejor que lo aceptes.

Alexander se quedó viendo a su hermano marcharse, se pasó un dedo por la cara, ya que unas lágrimas brotaron de sus ojos al pensar en la idea de que ella decidiera irse tan lejos. Glasgow era una cosa, quedaba solo a tres horas, podían visitarse seguido. Canadá solo era vacaciones. Pero Argentina… con sus familiares que lo odiaban… La perdería para siempre si eso pasaba… Sería su punto de no regreso… Escuchó a Joshua llamarlo, miró en dirección a él y caminó al encuentro del niño que corría a verlo. Lo tomó en sus brazos, el niño le preguntó por Narel. Alexander solo le besó la frente y caminó a donde sus hermanos jugaban, necesitaba tranquilizarse.

Ese fin de semana ninguno de ellos fue a donde Jesse, habían quedado de acuerdo para mantener a Alexander alejado, así que se aguantaron las ganas de ir y hasta evitaron mencionarla. Aunque eso último también fue para que Alexander no se sintiera mal. Helen y Thomas sabían que no estaba bien, pero se hacía el fuerte por todas las personas que lo acompañaban.

Ashley le avisó por mensaje apenas Alexander se fue para que volviera y todo comenzara a regresar a la normalidad, además les quedaban unos pocos días allí y ya debían organizar todo para retornar. Thomas les había dicho que se irían el miércoles por la tarde, después de almorzar, y una vez en Londres ya informarían del embarazo de Helen. Thomas quería hacer carne asada el fin de semana siguiente de llegar. Narel preguntó qué harían con las mellizas al volver, ellas querían quedarse a dormir con Narel, pero la mayor prefirió decirle a Thomas que mejor las fuera a dejar con sus padres, porque lo más seguro es que las extrañaran luego de tantos días lejos. Y a pesar de las miradas de enojo de las niñas, Thomas estuvo de acuerdo con Narel y las pasaron a dejar. A Ashley también la dejaron en su casa, de paso Helen les avisó a sus padres que fueran el domingo para almorzar con ellos, así les darían la noticia a todos. Cuando llegaron aquel miércoles, casi por la noche, se sentían algo cansados, así que comenzaron a descargar y ordenar todo rápidamente.

—Helen, Helen, Helen. —Narel iba bajando por la escalera corriendo, la puerta de entrada se abrió. Se detuvo de pronto.

—Hola… —Alexander se quedó mirándola boquiabierto—. ¿Qué pasó con tus rizos?

—Ashley, Leah y las mellizas estuvieron muchas horas haciéndome todas estas trencitas…

—Parece que tienes el cabello liso. —Alexander subió unos escalones, para quedar a la misma altura. Le tomó una de las trencitas—. Te quedan bien, pero me gustan más tus rizos…

—Bueno… Tengo que ir por Helen… —Intentó pasar, pero Alexander le detuvo el paso, Narel lo miró.

—Necesito conversar contigo…

—¿Sobre qué?

—Por lo que pasó en la casa de campo…

—Eso no importa, Alexander… Está todo bien. —Volvió a intentar pasar, pero él se interpuso de nuevo. Lo estaba llamando por su nombre entero.

—No está todo bien… No me has hablado en todos estos días.

—Porque no había nada que decir.

—¿Vamos mañana a ver lo de los horarios?

—Bueno.

—¿A qué hora vengo por ti? —Alexander subió otro escalón, quedando un poco más alto que ella y bastante cerca.

—A la hora que quieras.

—Te extrañé… —Le pasó los dedos por la cara, dejándole unas trenzas tras la oreja—. Muchísimo…

—Alexander, tengo que ir por Helen. —Él continuó cortándole el paso cada vez que intentaba pasar.

—Te amo, preciosa. —Alexander se acercó y la besó, pero ella no le respondió. La miró fijamente.

—Yo ya no siento lo mismo por ti. —Él se quedó estático, Narel pudo pasar al fin, y quizás le hubiera creído, pero cuando pasó por su lado, notó que unas lágrimas rodaban por sus mejillas. Giró para seguirla.

—Alexander ¿qué haces aquí? —Thomas estaba arriba en la escalera y comenzó a bajar, el menor volvió a dar la vuelta para mirarlo.

—Vine a ver cómo llegaron.

—Todo bien…

—También quería saber si Nar irá mañana a ver los horarios.

—¿Cómo te fue con eso?

—Dijo que irá conmigo…

—¿Qué pasa? —Thomas lo miró apoyarse en la baranda con la vista hacia el suelo.

—Dijo que ya no me ama…

—Te lo buscaste.

—Pero, Thomas… ayúdame.

—No haré nada por ti esta vez. —Thomas continuó bajando, Alexander lo siguió.

—Solo algo pequeño…

—No.

—Por favor…

—El domingo haré carne asada, estás invitado. —Thomas se detuvo y lo miró fijamente—. Tus suegros no, y pobre de ti que los traigas porque soy capaz de cerrarte la puerta en la cara.

—Vendré sin ellos.

Narel entró a la cocina casi corriendo, Helen la miró, estaba buscando algo para hacer de cena. No tenían muchas cosas, ya que estuvieron tres semanas fuera y quedaron de acuerdo para que, al volver, comprarían lo faltante. Narel la abrazó.

—¿Qué pasó?

—Alexander llegó… —Helen suspiró al abrazarla de vuelta, ninguno sabía que llegaría… Quizás Nicholas o Ashley le avisaron que habían llegado—. Y me besó… y yo ya no quiero sentir esas cosas por él…

—No vas a dejar de amarlo de un día para otro, así no funciona.

—Pero…

—No llores. Lo más probable es que venga acá a buscarte, no dejes que te vea llorar, ni él ni nadie más.

—Bien… —Narel la soltó y se limpió la cara—. Yo hago la cena y tú las ensaladas, te sientas allí quieta, sin moverte.

—Estoy embarazada, no enferma en situación terminal. —Helen le jaló una de las trenzas. Narel se pasó la mano por la cabeza—. Hay pocas cosas…

—Yo veo que hago… —Helen la observó mientras buscaba cosas en el refrigerador—. Hoy comeremos vegetales. —La mayor rodó los ojos.

—No puedes hacer solo vegetales, sabes que a Nick no le gustan, Elijah come poco y Leah los mira con cara rara… Si Alex se queda a cenar tampoco come…

—Van a comer, Helen. Ya verás que sí. —La mayor la vio sacar algunos vegetales y dejarlos en la mesa—. Tú solo prepara ensaladas. —La puerta de la cocina se abrió, Thomas entró seguido de Alexander.

—Helen, Alex se quedará a cenar.

—Nar cocinará. —Helen los miró, Alexander se fue donde Narel lavaba los vegetales, Thomas suspiró al acercarse a su esposa.

—¿Qué harás? —Alexander se paró junto a ella, se quedó mirándola, a pesar de que solo la veía de perfil, la había visto llorar y quería asegurarse de que no fue su imaginación.

—Vegetales.

—¿Solo vegetales? ¿No comida de verdad?

—Es comida de verdad.

—Pero a Nick no le gustan mucho los vegetales, a Leah tampoco y Elijah apenas come…

—Y tú también reclamas y blah, blah, blah… Pero ya se acabaron las vacaciones y Garreth vuelte a estar a dieta. —Alexander sonrió, los otros dos también lo hicieron al escucharla. Thomas se sentó junto a Helen para ayudarla a preparar las ensaladas.

—¿Te ayudo en algo? —Alexander se quedó viendo cómo cortaba una zanahoria en hileras finas.

—Amárrame las trenzas. —Le pasó una gomita, Alexander obedeció, decidió hacerle una trenza de todas las trencitas que tenía, así no le molestarían al cocinar. Narel comenzó a hacer una especie de tortilla muy delgada con las verduras que luego hizo un rollito.

—¿Crees que eso le va a gustar a alguien? —Se fijó cuando dejó el rollito en un plato y comenzó a hacer otro.

—Tráeme la salsa esa que te gusta a ti, la barbecue. —Alexander giró al refrigerador, notó que Thomas le besaba la cabeza a Helen y le dejaba la mano en el vientre mientras sonreía. No le dio importancia, tomó lo que le pidió Narel y volvió con ella, él tenía un asunto mucho más importante que solucionar. Narel estaba sacando un rollito y haciendo otro. Le pasó la botella. Ella cortó un trocito del rollo y le echó de la salsa—. Abre. —Le dijo, Alexander obedeció y medio sonrió cuando Narel le dejó lo que había preparado en la boca.

—Está bueno.

—Lo sé… —Alexander le besó la mejilla—. Ayúdame con los platos.

Cenaron sin mayores complicaciones, Narel le preparó lo que hizo con la misma salsa a Alexander, Nicholas y Garreth, mientras que Leah y Elijah con kétchup. Aunque el niño comía del mismo plato que Narel, ella cortó el rollito en un trozo más grande que el otro, al más pequeño se lo dejó a él y el otro a ella. Alexander la miraba mientras hacía todo eso, pero no le dijo nada. Al terminar, Elijah le pidió si lo podía llevar a dormir, ella lo hizo sin problemas, le tocaba lavar a Thomas. Alexander se quedó con su hermano mayor.

—¿Está comiendo menos?

—Sí… por eso te dije el otro día que no sabemos cómo realmente está.

—¿Puedo quedarme? Quiero tratar de que me escuche.

—Puedes quedarte en esta casa cuando quieras y cuanto quieras, pero si no quiere hablarte, no la obligues porque le harás mal.

—No te preocupes, si eso lo tengo más que claro. Gracias, Thomas. —Alexander subió casi corriendo, al llegar arriba, Narel iba saliendo de la habitación de Elijah junto con Nicholas, su hermano le besaba la mejilla mientras la abrazaba por la cintura, ambos iban en pijama. Frunció el ceño al verlos.

—Ya no crezcas más, Nick. —Narel le dijo, Nicholas no la soltaba—. En unos días más, serás más alto que yo.

—Ya te lo dije, tengo que crecer rápido para que nos casemos. Buenas noches. —El menor la soltó y se metió a su habitación, Narel continuó caminando, Alexander solo la miraba.

—¿Puedo dormir en tu habitación? —Ella lo miró al entrar, tenía el presentimiento que algo así pasaría.

—En tu mitad de la cama y no puedes cruzar la frontera. —Alexander sonrió al verla, cerró tras de sí y fue al armario por uno de sus pijamas, tenía de toda ropa allí. Luego se metió en el baño. Al salir, Narel había encendido la luz del Universo y estaba acostada de espalda mirando el cielo—. Me gustaría ver las constelaciones del otro hemisferio. —Alexander se metió en su mitad de la cama, aquello lo descolocó, no quería que se fuera a Argentina—. Buenas noches. —Narel le dio la espalda y se tapó hasta la cabeza.

—¿No quieres ver tele? Están dando Freddy… —Narel tomó una almohada y lo golpeó, volvió a acostarse, pero sin darle la espalda. Alexander sonrió, no estaba todo perdido—. ¿Eso significa que no lo quieres ver?

—No me molestes o te boto de la cama.

—No puedes, porque no puedes cruzar la frontera. —Alexander se fijó que abrazó la almohada con que lo había golpeado y se tapó hasta la cabeza—. La almohada está cruzando la frontera.

—No es cierto. —Narel salió, Alexander estaba acostado frente a ella, pero dejando espacio—. ¿Qué quieres decirme?

—Explicarte lo que pasó en la casa de campo…

—No tienes nada que explicar, ya habíamos hablado de esto después de tu cumpleaños… Solo besaste a tu esposa, Alexander, y eso está bien.

—No está bien… —Narel abrazó más la almohada y suspiró—. Es decir… Yo te amo a ti, no puedo estar besando a otra persona si te amo a ti… Eso no está bien…

—Pero no es solo otra persona, es tu esposa…

—Pero no la amo… No la amo, Nar… —Alexander se acercó, pero seguía respetando la frontera—. Yo quiero que funcione lo que tengo contigo… Lo otro no importa, solo lo que tengo contigo…

—Me dijiste muchas cosas en el auto… —Él la observó, Narel se había acurrucado más en la almohada, lo miró—. Pero se te olvidó rápido… Y pensaste que estaba haciendo cosas con Jesse… —Alexander notó que se le volvían los ojos llorosos—. ¿Por qué pensaste eso? Yo sé que lo que hago contigo no está bien, pero no soy así… no soy de ese tipo…

—Yo… yo… —Alexander no tenía como debatir aquello, pero al menos ya comenzaba a entender por qué se sentía tan mal—. No sé qué pasó… solo vi esos rizos y quise golpear todo… No podía quitarme esa imagen de la cabeza…

—En el auto hablamos de nuestro futuro juntos… ¿cómo pudiste pensar que te podría hacer algo así? —Alexander cruzó la frontera para limpiarle la cara, las lágrimas habían empezado a caerles—. Nunca habíamos hablado de un futuro de los dos… porque a mí me daba miedo, pero ese día en el auto todo fue diferente… y yo también quise hablarte como tú lo haces conmigo, pensando en un para siempre… Y a la primera desconfiaste de mí, sin siquiera antes preguntarme o tratar de hablar de lo que viste…

—Perdón…

—¿Solo quieres que te perdone? —Alexander asintió, ella volvió a mirarlo mientras él continuaba limpiándole las lágrimas que no paraban de salir—. Te perdono, Alexander.

—Preciosa… —Él se acercó para abrazarla, Narel lo empujó con la almohada.

—No cruces la frontera. —Alexander la miró, ella volvió a abrazar la almohada.

—Pero… dijiste…

—No te confundas, te perdono, pero eso no quiere decir que vuelva a tener algo contigo…

—¿Qué quieres decir…? —Narel notó que a él le cayeron unas lágrimas, quiso limpiarlas, pero no lo hizo.

—Que es mejor que arregles las cosas con Marianne y armes tu familia con ella como me dijiste cuando aceptaste que serías papá… cuando ya te diste cuenta que Josh era real.

—¿Me amas? —Alexander se limpió un poco la cara. Narel lo miró fijamente, ella también lloraba, pero no le gustaba que él lo hiciera.

—Te voy a amar toda la vida, Alexander. —Él le tomó la cara entre sus manos, las lágrimas de ella eran cada vez más gruesas—. Aunque no estemos juntos, yo te voy a amar toda la vida… —sollozó y apretó los ojos, Alexander la vio abrazar con más fuerza la almohada.

—Yo también te voy a amar toda la vida y más allá de la vida, preciosa…

—¿Vamos a ser amigos como siempre? —Narel lo miró de nuevo y le pasó los dedos por la cara para limpiarle las lágrimas, Alexander asintió—. No llores más…

—Duerme, así mañana vamos temprano a ver lo de los horarios para que puedas jugar en la piscina después. —Narel sacó la almohada, Alexander se acercó y le besó la frente—. Solo cruce la frontera para eso…

—¿Vas a intentar arreglar las cosas con Marianne?

—Si eso te hace feliz… —Narel sonrió, entre lágrimas—. Bien… —Alexander sintió un nudo en la garganta—. Voy al baño…

Se levantó y se encerró en el baño, se sentó en el suelo, con las piernas flexionadas y las manos en la cabeza, no supo cuánto rato estuvo allí, pero no paró de llorar en ningún momento. Cuando se tranquilizó, se limpió la cara y se fue a la habitación, Narel estaba dormida en su mitad de la cama, había vuelto a abrazar la almohada. Se metió bajo la cobija y le quitó la almohada, la conocía y sabía que ella terminaría cruzando la frontera en su búsqueda. Se acostó mirando el cielo, las luces de las estrellas iluminaban todo. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Dejó sus manos en la cabeza mientras recordaba su tiempo con Narel, desde que la conoció, pero lo que llegaba a su mente eran los recuerdos de aquella vez en que ella le dijo que lo amaba… cuando él había cumplido quince años. Alexander sonrió, a pesar de que las lágrimas seguían rodando por sus mejillas, pero recordar eso lo hacía sentir feliz. Estaban en aquel campamento en que se inscribieron los tres: Ashley, Narel y él, en donde un lugar era para las mujeres y otro para los hombres, Narel había enfermado por quedarse todo el día con la ropa mojada, ya que se había aburrido del campamento femenino y se disfrazó de hombre para ir a jugar con ellos. En esa época era aún más tabla y le salió fácil. Pero le subió la fiebre y no podía volver a donde las chicas, porque se habían burlado de ella por ser cerebrito y decidió gastarles una broma, llenándoles los frascos de crema con pegamento y cambiando los polvos de cara con harina de color. Ni Ashley se había salvado, a pesar de que ella no participó en las burlas. Durmieron en una cabaña que no tenía uso, Narel despertó un momento, Alexander la estaba cuidando mientras dormía, ella le dijo que lo amaba, a él le latió con fuerza el corazón… Pero sabía que deliraba por la fiebre, y más al otro día que no recordó nada de lo que dijo…

Todo había cambiado luego de ese campamento, él conoció a Marianne…

Volvió a limpiarse la cara, sintió a Narel moverse, de a poco se fue acercando hasta dejar la cabeza entre el hombro y el cuello de Alexander y luego lo abrazó. Él la rodeó con el brazo y le besó la frente. Lo único que quería era tenerla así para siempre, a pesar de que estaba en una situación difícil. La apretó con más fuerza, no la soltaría nunca… nunca… Se quedó recordando cosas del pasado hasta que se durmió.


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