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18 de abril de 2025

[¿Y si no te hubieras ido?] Capítulo XIV: «Segundo año»

 Cuando Narel despertó al otro día, estaba entre los brazos de Alexander. Medio se levantó, pero él la abrazó más y le besó la frente, ya estaba despierto, aunque no durmió casi nada. Narel se incorporó y lo miró, tenía los ojos hinchados.

—Tú cruzaste la frontera, no yo.

—¿Vamos a ver lo de los horarios? —Alexander asintió mirándola, dejándole las trenzas tras la oreja—. ¿Me invitas a tomar desayuno en algún lugar?

—Bueno… ¿vas a empezar a comer bien de nuevo? —Ella asintió, medio sonriendo—. Ve a bañarte para que vayamos.

Narel le besó la frente y se metió al baño, tenía que borrarse el rastro de lágrimas que aún se le notaban en los ojos y ver si se le quitaban lo hinchado, sino parecía que ambos se habían golpeado. Alexander se quedó acostado mirando el cielo, debía esperarla para poder usar el baño, pensando que hace tan poco simplemente se hubiera metido con ella para ahorrar agua. Se pasó la mano por la cara y se puso de pie, comenzó a buscar qué ponerse, quizás tendría que ir desocupando su parte del armario… Cuando Narel salió, él no estaba en la habitación, pero sí sus cosas. Abrió la ventana para ventilar y comenzó a ordenar todo, luego bajó corriendo por la escalera llamando a Helen, como siempre lo hacía, la encontró en la cocina con Thomas.

—Buenos días, Helen —dijo abrazándola, luego la empujó suavemente hasta dejarla sentada a la mesa, Helen rodó los ojos, Thomas miró todo divertido—. No hagas nada, tienes que descansar. Thomas preparará el desayuno para todos. —El mayor frunció el ceño por eso—. Tú solo tienes que cuidar a mi hermanito. —Narel se agachó y dejó su oído apoyado en el vientre de Helen—. Buenos días, hermanito lindo y precioso. —Thomas la tomó de un brazo para levantarla cuando le dio unos besos en el vientre.

—Te dije que no hicieras esas cosas hasta que todos sepan. —Thomas la miró con el ceño fruncido, Helen sonrió.

—Qué antipático eres, Thomas.

—Fue tu idea decirle, Thomas. —Narel miró a Helen.

—¿Cómo que fue su idea? ¿Tú no querías?

—Tú no sabes guardar secretos.

—Claro que sí… solo que me emociona tener un hermanito…

—¿De qué hablan? —Alexander entró a la cocina, los tres voltearon a mirarlo.

—De nada —contestó Thomas, Alexander frunció el ceño, sabía que algo le ocultaban.

—¿Qué hacías, preciosa? —Se acercó y la miró fijamente, la conocía y era capaz de notar cuando le mentía.

—Hablaba con Helen.

—¿De qué?

—Del desayuno. —Continuó mirándola sin perder detalle, eso no era mentira así que no notó nada diferente—. ¿Nos vamos ya?

—Sí… sí… —Alexander giró a mirar a su hermano—. Voy a ver el asunto de los horarios con Nar, la llevaré a tomar desayuno por allí y la traeré de vuelta a la hora de almuerzo. ¿Le das permiso?

—No más que la hora de almuerzo, estás castigada. —Alexander la miró, eso no lo sabía.

—Claro que sí, mi general. —Thomas rodó los ojos, Alexander sonrió, Narel abrazó a Helen—. Me avisas si necesitas cualquier cosa y yo volaré a verte. Vamos, vamos, Alex, mueve esos pies.

—¿Por qué te tienen que avisar?

—Porque sí. —Thomas solo los miró salir, Alexander la iba siguiendo.

—Y de mí ni se despide.

—Tú la tienes castigada. —Helen sonrió al mirar a su esposo, Thomas se sentó junto a ella.

—¿Notaste algo diferente?

—¿Quieres saber si siguen juntos? —Thomas asintió—. Si siguieran juntos, Alex no se hubiera bañado en la habitación de Garreth.

—Eso es verdad…

—Ambos tenían los ojos hinchados, no me imagino a qué acuerdo llegaron, pero ya no están juntos… No de ese tipo de juntos…

—Cuando regresen los interrogaré para saber cómo están.

Helen solo lo miró por un momento, sabía que estaba preocupado, al igual que ella, pero era mejor dejarlos resolver sus problemas. Se quedaron conversando por un rato y luego Thomas se levantó a preparar el desayuno, comenzaba a escucharse un poco de ruido arriba y eso solo significaba que estaban a punto de bajar por comida.

Alexander, por otro lado, caminaba con las manos atrás de la cabeza. Había dejado a Narel a su lado, pero sin que caminara por la orilla de la calle, ella lo llevaba agarrado con un dedo por la hebilla del cinturón, el año pasado cuando fueron a ver el tema de los horarios había demasiada gente y a Narel no le gustaban las conglomeraciones, por un momento se sintió perdida. Así que ese año decidió no separarse de Alexander y qué mejor que afirmarse de él por una de las hebillas para el cinturón. Él no le dijo nada, simplemente caminó.

—¿Por qué estás castigada?

—Por lo que le hice a las demonios… —Alexander sonrió, debió imaginarlo.

—¿Por cuánto tiempo?

—Dos meses, si es que no hago ninguna otra cosa.

—¿Y cuál fue el castigo?

—No puedo salir…

—Tú casi no sales.

—Quiero ir al Louvre. —Alexander la miró mientras caminaban, cuando fueron a Paris por sus hermanos, ella le había dicho varias veces que quería conocer el museo, pero él no tenía ganas y la llevó a varias otras partes, evitando siempre las cercanías del Louvre. Había sido egoísta, lo sabía, pero Paris tenía tantos lugares en donde poder caminar de la mano o simplemente comer algo como un par de enamorados, que prefirió mostrarle todo eso antes de un aburrido museo—. Y no puedo ir hasta que Thomas me levante el castigo.

—¿Quieres que te acompañe? —Narel lo miró, Alexander le sonrió, ella llevaba puesta una gorra del Manchester para evitar el sol directo a los ojos.

—No. A ti no te gustan los museos, no quiero que te aburras. —Ella le soltó la hebilla, bajó la visera de la gorra y miró al frente. Alexander sabía que eso lo hacía cuando no quería verlo a los ojos.

—Pero puedo acompañarte si quieres…

—No, Alexander. Mejor que no… quizás cuando se acabe el castigo ya no quiera ir.

—Agárrate de mí, no quiero que te pierdas. —Narel obedeció y volvió a tomarlo de la hebilla, pero no levantó la visera de la gorra y caminó mirando al suelo.

Fueron a la cafetería de la universidad a tomar desayuno. Como otras veces, pidieron pastel con fresa y leche achocolatada, no era tiempo de estar tomando chocolate caliente. Conversaron de diferentes cosas, pero no tocaron en ningún momento temas que los hicieran ver o recordar que fueron pareja, fue como si siempre hubieran sido los mejores amigos de la vida. Cuando terminaron se fueron a ver los horarios, Narel esperaba poder acomodar todo para tener el viernes libre, pero no tuvo tanta suerte, aunque sí logró que algunos días solo tuviera clases en las mañanas.

—Dice aquí que tengo que tomar dos talleres obligatorios. —Alexander la miró con el papel en las manos, le tomó la gorra y le dejó la visera hacia atrás, ella frunció el ceño al mirarlo—. ¿Por qué haces eso?

—Quiero verte la cara… Como estoy en fútbol, lo de los talleres no es obligación para mí… ¿Qué vas a elegir?

—Tenis de mesa y natación.

—¿Qué días son? —Alexander la miró, ella tenía la vista fija en los papeles que sostenía. No había podido verle el horario aún para saber qué clases tendrían juntos.

—Miércoles y viernes… Miércoles tenis de mesa por la tarde y viernes natación por la mañana… Son los espacios que tengo libres.

—Bien, así podrás seguir acompañándome a las prácticas de fútbol.

—Sí… sí… —Narel se arregló la gorra hacia el frente—. ¿Cómo te quedó el horario? —preguntó mirando los papeles que Alexander tenía en la mano, él se los pasó—. Ya casi no vamos a tener clases juntos…

—¿De verdad? —Le quitó los papeles y comparó los horarios, sabía que en algún momento dejarían de tener clases juntos, pero no esperaba que fuera tan pronto—. ¿Y si vamos a preguntar si podemos cambiar algunos?

—No podemos cambiar nada, Alex. Ya cada uno empezará a tomar las clases que corresponden por las profesiones, está bien así. Además, mira eso. —Narel le señaló, en el horario de él, un espacio libre en toda la semana—. Tienes todo ese espacio en que no harás nada, te coincide con la entrada de Josh, podrás ir a buscarlo al departamento y llevarlo al preescolar todos los días. —Ella lo miró, él también a ella—. ¿No te parece genial eso? Y de paso hasta puedes almorzar con tu familia. —Narel volvió a bajar la visera, tomó sus papeles y los dobló para meterlos al bolsillo, él solo la miró.

—Sí… tienes razón en eso… puedo venir a dejar a Josh junto con Marianne… —Él la observó cuando bajó la cabeza y comenzó a caminar mirando el suelo. Ambos sabían que había temas que no querían hablar, pero que debían normalizar.

—Vamos a que me inscriba en los talleres y después a casa. —Alexander la tomó de la mano y dejó que el dedo volviera a agarrar la hebilla, caminaron en silencio.

Alexander la acompañó a que se inscribiera y aprovecharon de mirar el resto de los talleres que había, y algunos que tenían muestras. Él pensó por un momento que ella cambiaría, ya que en algunos se quedaba demasiado tiempo mirando y pensando, pero al final continuó con los dos escogidos. Alexander sabía que ella hubiera elegido sin dudarlo ni pensar el taller de basquetball, pero por el accidente en moto no podría. En parte eso le molestaba, lo sucedido esa vez lo tendría siempre atravesado y en su memoria, pero no fue él el más afectado, sino que la boba que caminaba a su lado.

—¡Russ! —Ambos voltearon a mirar, Brandon caminaba un poco más atrás con Ashley de la mano.

—Pensé que Ash vendría más tarde, es muy temprano para que ella ande despierta. —Alexander sonrió a su lado, eso era verdad.

—¿Cómo estás, Alex? —Brandon lo abrazó—. Hola, Nar. —Después le tocó el turno a ella—. Qué lindas trencitas. ¿En qué andan?

—Nar tenía que inscribirse en talleres. —Alexander respondió, Ashley había abrazado a Narel y le daba besos en la mejilla.

—Te extrañé anoche, muñequita mía. —Narel rodó los ojos por eso.

—No exageres, Ash… Si lo único que hacías era hablar de Brandon y de todo lo que lo extrañabas.

—¿Qué pasa, bobo? —Ashley lo miró, él también a ella—. ¿Por qué no me estás separando de mi muñequita?

—Ashley, ¿vas a ir el domingo? —La mencionada la miró, estaba cambiando por completo el tema, algo había sucedido.

—Sí, claro, llegaré temprano. Te voy a desarmar las trenzas ese día.

—Alex ¿qué hora es? Tengo que llegar temprano a casa.

—Sí tranquila, aún estás a tiempo. —Ashley notó que Alexander se pasaba la mano por la cara, definitivamente algo andaba mal—. ¿En qué andaban ustedes?

—Ashley también tenía que inscribirse en los talleres. Tenemos suerte de estar en fútbol, ¿verdad? —Brandon le dio unos golpes amistosos en el hombro.

—Mira, Nar. —Ashley la volteó, para señalarle lo que veía—. Allá están jugando a dominar el balón… ¿por qué no vas con Brandon para que le ganes? —Brandon miró a su novia, esta le guiñó un ojo, Narel frunció el ceño.

—Pero yo no soy buena con eso, solo sirvo para dar patadas… Darle patadas al balón.

—Por eso, anda con Brandon, él tampoco es bueno con eso. —Alexander miró a su compañero de fútbol, eso que decía Ashley no era verdad, Brandon solo se encogió de hombros.

—Pero no quiero…

—Ven, Nar, te enseño entonces. —Brandon la tomó de un brazo y la jaló.

—Pero tengo que llegar temprano, Helen me necesita. —Fue lo último que alcanzó a escuchar Alexander, Brandon se la había llevado igual.

—Y ahora… —Ashley lo miró fijamente, él frunció el ceño—. Dime qué fue lo que pasó. Te avisé que habíamos llegado para que fueras a solucionar todo. ¿Lo hiciste?

—Sí… No quiero hablar de eso, Ashley. —Alexander intentó dar un paso adelante para ir en busca de Narel, pero se detuvo—. Gracias por avisarme…

—¿Qué fue lo que pasó?

—Terminó conmigo, Ashley. —La hermana pequeña de Helen abrió la boca por el asombro.

—Pero sí… —Ashley lo tomó del brazo, Alexander caminaba donde Brandon y Narel jugaban con un balón—. ¿Qué tienes pensado hacer para recuperarla?

—Nada. —Alexander se detuvo y la miró, Ashley notó que tenía los ojos brillosos, al parecer quería llorar.

—¿Cómo que nada? ¿Vas a rendirte así de simple?

—No haré nada, Ashley. Ella quiere que arregle todo con Marianne y eso haré. Nada más. Si eso es lo que a ella le hace feliz, será lo que tendrá. Y ya no fastidies más.

—Eso no es lo que quiere, sabes que no es así. Solo está confundida.

—No está confundida, tiene las cosas bien claras… Y si yo sigo insistiéndole, lo único que conseguiré es que se suba a un avión y se vaya a Argentina. —Alexander volvió a pasarse la mano por la cara—. Glasgow era fácil… No había problema con idear algo para sacarla de allí… —Ashley lo miró escudriñándolo, eso había sido raro—. Es decir, son solo tres horas de viaje, más o menos, se podía ir y volver sin problema… Pero Argentina… Argentina es otro continente, otro país, otra gente… Allá estará con sus familiares, que por cierto todos me odian… ¿Qué quieres que haga? ¿Qué se la entregue en bandeja? Déjame hacer las cosas a mí manera ahora, si quiere que arregle todo con Marianne para que eso le quite la idea de irse a Argentina, lo haré. Porque prefiero eso a perderla para siempre.

—Pero…

—Está enojada conmigo porque desconfié de ella… y está en todo su derecho porque es normal, yo también lo estaría… habíamos estado el día anterior hablando de muchas cosas, de un futuro para los dos, y yo lo arruiné todo con la desconfianza… —Ashley lo miró, Narel no le había dicho nada de eso, en realidad ella evitó hablar de lo sucedido con Alexander durante todo lo que quedaba de las vacaciones—. Ahora sé que no tiene muchas ganas de estar aquí, conmigo… porque a cada rato me dice que tiene que ver a Helen…

—Pero eso es por otro asunto… —Alexander la miró fijamente—. El domingo vas a saber. Pero no tiene nada que ver contigo, es con Helen y una estupidez que se le metió en la cabeza a la boba esa…

—Sea lo que sea, si yo no hago lo que ella quiere, si no le doy su espacio, ella se irá… Y no dejaré que eso pase. Arreglaré mi situación con Marianne…

—¿Y qué pasará con el asunto de la separación?

—Le diré que lo olvide y que lo intentemos de nuevo. A ella aún no le llegan los papeles.

—¿Estás seguro de eso?

—No… No es lo que quiero, pero ya no tengo más opciones. No quiero que te metas, Ashley. No quiero que a ella le sigan pasando ideas de irse… No quiero que la dejes sola, pero no le insistas en algo conmigo… Por favor…

—La amas demasiado, ¿verdad?

—Sí… y no quiero perderla por mis estupideces… Así que déjalo así…

—Hey, tenemos un problema. —Los dos miraron a Brandon que había llegado junto a ellos—. No sé dónde se fue Nar… —Ashley notó como el ceño de Alexander se convirtió solo en una ceja y apretó los puños—. Estábamos con el balón y me agarraron para competir con un chico, cuando terminé, ella ya no estaba.

—Tiene que haber ido a la salida. —Ashley comenzó a buscar su teléfono—. La llamaré.

—No lo hagas. —Alexander le mostró que él tenía el celular de Narel—. Iré a buscarla, si no está en la comida, está en la salida.

—No hay tanta gente tampoco, además anda con la gorra del Manchester, se ve de lejos. —Ashley trató de calmar a Alexander, este solo rodó los ojos.

—¿Escuchas eso? —Alexander miró a Ashley.

—¿Qué cosa?

—La música… Se escucha una guitarra y están cantando en español. Te aseguro que allá está. —Ashley siguió a Alexander que comenzó a pasar entre la gente, buscando una gorra roja hasta que la divisó. Narel estaba cerca de un chico que tocaba la guitarra y cantaba—. Nar… —le dijo al llegar junto a ella.

—Es música de mi país… —Narel lo miró y medio le sonrió.

—Tenías dos meses de nacida cuando volaste a Brighton…

—Pero sigue siendo donde nací… y se siente raro… algo aquí —dijo señalando el pecho, Alexander sintió que su cuerpo se estremecía, él no quería que se fuera a América.

—Pero si no conoces allá…

—Pero hay libros, Alexander. Música. Hay cosas en donde aprendes… Y estoy segura de que él, quien canta, viene de allá.

—Hasta que te encontramos. —Ashley la abrazó y le besó la mejilla. Narel dejó de mirar a Alexander—. ¿Qué hacías?

—Escucho la música… es del país donde nací… —Ashley la miró, Alexander tenía razón, ella estaba pensando en irse.

—¿De verdad? —Narel asintió—. ¿Me la traduces? Suena bonita… —Ashley la tomó de los hombros y comenzó a caminar, tratando de llevársela.

—Quiero escuchar otro rato…

—Podemos buscarla en casa. —Ashley continuó caminando mientras la llevaba.

—¿Vas a casa con nosotros?

—Brandon me invitó a almorzar. ¿Quieren ir con nosotros? —Ashley miró a Alexander, él no dijo nada, esperaba la respuesta de Narel. Le había dicho a Ashley que no se metiera, pero al parecer lo ignoraría.

—No tengo permiso, sabes que Thomas me tiene castigada por lo que pasó con las demonios…

—Yo lo llamo y le pido permiso…

—No, Ash. Quiero ir a ayudar a Helen. —Ashley suspiró, seguía con la tontera que no podía dejar a Helen sola con el asunto del embarazo—. Alex ¿me llevas a casa ya?

—Sí… si ya está todo listo… vamos… —Alexander le pasó un brazo por el hombro—. Nos vemos después —les dijo a ambos chicos.

—Hasta el domingo. —Narel les sonrió a los dos y se ajustó la gorra con la visera hacia abajo. Dieron la media vuelta y comenzaron a caminar a la casa. Alexander volvió a dejarla de manera que no caminara a la orilla de la calle.

—¿Qué es lo que pasa con ellos? —Brandon le tomó la mano a Ashley, mirando a los que se habían ido recién.

—Están peleados… solo se están aguantando por todos los años juntos y por las promesas que se hicieron… y porque Alexander la quiere demasiado como para dejarla sola.

—¿Estás segura de que Alexander solo la quiere?

—Claro, los conozco desde siempre. —Brandon la miró fijamente.

—No soy estúpido, Ash. Alexander está enamorado de ella. —Ashley abrió la boca del asombro—. Se nota diferente cuando están juntos, no es lo mismo que con Marianne.

—Sí, ya lo sé, Alexander siempre ha estado enamorado de ella, yo diría que desde que la conoce… Pero conoció a Marianne, pasó lo que pasó y ahora… ahora comienza a darse cuenta de lo que perdió…

—Pero… pero si está enamorado, puede intentarlo con ella…

—Nar no quiere… por eso Alexander está así… porque ella le dijo que no… —Brandon la abrazó y le besó la frente.

—¿Estás preocupada?

—Sí… me hubiera gustado verlos juntos y felices… pero creo que solo fue un sueño mío… Me hubiera gustado ver a Alexander feliz como antes, como cuando éramos niños… él era feliz con Nar, con todas las estupideces que hacían… él era muy feliz… Ahora solo lo veo así cuando está con sus hijos y es genial, pero no es algo que uno espera para toda la vida… Los hijos crecen y se van… ¿y después qué? No me gustaría ver a Alexander siendo infeliz.

Brandon suspiró y la abrazó más, entendía a Ashley, pero también sabía y tenía claro que ellos debían simplemente ser espectadores. Caminaron a la salida, también habían terminado de hacer sus trámites y se fueron a comer.

 

**********

 

El camino de vuelta a casa de Thomas había sido en casi completo silencio. Alexander tenía en su mente que ella se quería ir a Argentina con sus familiares, no podía quitarse de la cabeza de que ella se subiría a un avión y no la vería nunca más. El asunto de la música lo dejó un poco mal, ya que Narel iba tarareando y cantando de a ratos lo mismo que escuchó. Él no quería que se fuera. Abrió la puerta de la casa de Thomas.

—Thomas. —Narel entró corriendo y abrazó al mayor, que estaba en la sala—. Había un chico en la universidad con una guitarra tocando y cantando música de mi país.

—¿Cómo es eso de tu país? —Thomas miró a su hermano, estaba de pie cerca de la puerta de entrada, no tenía buena cara—. Apenas viviste dos meses allá, desde que naciste dos meses, y después toda tu vida acá.

—Bien… música del país donde nací… —Narel lo soltó y lo miró—. Fue emocionante igual… Porque solo la había escuchado así grabada, por sus autores originales, pero no había visto alguien de donde nací tocando así… ¿Verdad que fue genial, Alex? —Narel volteó a verlo, aunque se le borró la sonrisa de la cara porque él no se veía bien.

—Sí… sí… lo que digas. —Thomas se quedó mirándolo.

—¿Por qué no vienes a separarme de la mimada?

—Ya la traje sana y salva a la hora que me dijiste, Thomas…

—¿Te quedas a almorzar, Alex? —Él la miró, si ella estaba triste por lo que había pasado entre los dos, no lo demostraba. Sintió que le faltaba el aire—. Se puede quedar, ¿verdad, Thomas? —Narel volteó a mirar al mayor. La puerta de entrada se cerró de golpe. Alexander había desaparecido.

—¿Qué pasó?

—No sé, Thomas… pensé que se quería quedar con ustedes…

—¿Qué pasó entre los dos? —Thomas le tomó la cara y le quitó la gorra, para mirarla a los ojos.

—Quedamos en que solo seríamos amigos… Pero no sé qué le pasó ahora. —Thomas suspiró, él tenía razón, si ellos terminaban o algo así, su hermano sería el más perjudicado—. Iré a buscarlo.

—No, yo voy.

—Pero no sabes a donde tienes que ir. —Thomas la miró, ella estaba preocupada.

—¿Y tú sabes?

—Se fue al árbol.

—Entonces ve y ayuda a Helen, yo iré a verlo…

—Pero…

—Hazme caso, no creo que quiera verte en este momento… —Thomas se quedó mirándola, Narel comenzó a llorar—. No, quédate tranquila, no es eso… Quiero saber cuánto le afectó el término de su relación… No es tu culpa… Quédate con Helen… —Le besó la frente y salió de la casa, Narel se dejó caer en el sillón.

—¿Qué pasó? ¿Por qué tanto golpe en la puerta? —Helen entró en la sala desde la cocina, se quedó mirando a Narel en el sillón, parecía una pelota al estar abrazándose las piernas y con la cara escondida entre ellas. Suspiró y se sentó a su lado—. ¿Cómo te fue hoy? —Le pasó el brazo por los hombros y le besó la cabeza, pero no había respuesta—. ¿Quieres saludar a tu hermanito?

—Helen… —Narel levantó un poco la cabeza y la miró, la mayor le limpió un poco las lágrimas—. Thomas fue a buscar a Alexander, que salió corriendo porque no quiere verme…

—¿Por qué dices que no quiere verte?

—Porque le pedí que solo seamos amigos… —Narel la abrazó y comenzó a llorar con sollozos—. Pero está bien ¿verdad? Lo que hice… Solo nos haríamos daño si seguíamos… es decir, si él no puede confiar en mí… solo nos haríamos daño… —Helen la abrazó más fuerte.

—¿Es lo que tú quieres? ¿Estás bien con eso?

—Quiero que él sea feliz, nada más…

—¿Y tú? ¿Estás feliz con eso? —Helen sintió que Narel la abrazó más fuerte.

—No lo sé, Helen… No quiero que él esté mal con estas cosas… él estaba bien con su familia, es con ellos con quien tiene que quedarse…

—¿Quieres que se quede con Marianne?

—Sí… si eso lo hace feliz, sí…

—¿Y si él es feliz contigo?

—Si fuera así, no desconfiaría de mí… —Helen notó que se quedó en silencio, ya no sollozaba—. Sé que lo que te voy a decir está mal, pero… si él fuera feliz conmigo… no se besaría con Marianne…

—¿Por qué dices que eso está mal?

—Porque ella es su esposa, está en su derecho de hacer esas cosas con él… yo no…

—Creo que debes tranquilizarte y pensar bien las cosas… Es decir, lo amas y él te ama… ¿no quieres escucharlo bien y tratar de arreglar todo?

—Ahora solo quiero concentrarme en mis estudios… y mi nuevo hermanito… Tengo que cuidarte.

—Tú no tienes que cuidarme, para eso está Thomas, algo que haga. —Eso logró que Narel sonriera.

—Eso es verdad, que se gane el plato de comida.

—Quédate tranquila… Deja que pasen las cosas, todo va a mejorar… Estás pequeña aún y te queda mucho por vivir… tal vez ahora no es el tiempo de que estén juntos… pero sí quizás más adelante… —Narel la abrazó más—. Lo que te quiero decir es que cualquier cosa puede pasar en el futuro… Solo vive…

—Tal vez cuando estemos viejitos… —Helen sonrió y le besó la cabeza—. Helen… —La mayor prestó atención—. ¿Tengo algo malo…? Es decir… Julián en Canadá, tampoco quiere verme…

—No tienes nada malo… —Helen suspiró, otra vez estaba pensando en Canadá—. Son situaciones diferentes, Julián quiere protegerte y Alexander… Realmente no sé qué pasa por la cabeza de Alexander, solo sé que te ama y todo eso y que quizás por eso prefiere estar lejos… Como tú…

—¿Cómo cuando me quise ir a Glasgow y a Canadá para olvidarlo?

—Eso mismo… quizás por su cabeza pasa algo así ahora… Dale tiempo y date tiempo. —Helen volvió a besarle la cabeza—. Ahora cuéntame cómo te fue con los horarios… tu hermanito y yo queremos escucharte. Pero vamos a la cocina, porque estoy cocinando.

—¿Dónde están los demás?

—En el patio… No quiero ni asomarme a verlos… ya mucho tengo con todo lo que hicieron en la casa de campo. Y tú te vas a quedar conmigo, porque contigo, todo lo que ellos hacen, se forma en triple.

Narel sonrió y abrazó a Helen por la espalda mientras caminaban a la cocina, se quedaría con ella para ayudarla a cocinar, tenía metido en la cabeza que debía cuidar a su hermanito porque Thomas andaba en las nubes y no se preocupaba de las cosas realmente importantes. Se quedó cocinando con Helen mientras le contaba de los horarios y talleres a los que tuvo que inscribirse. Garreth entró un momento y la saludó con un beso en la mejilla, después se sentó junto a Helen, ya que Narel la había convencido para que se quedara quieta.

—¿Vas a ir conmigo mañana? —Garreth le preguntó mientras la veía ordenar la mesa.

—¿A dónde irá? Por lo que yo recuerdo, está castigada. —Thomas entró a la cocina, Narel volteó a mirarlo apenas entró, él le enseñó el celular, se había olvidado de que lo tenía Alexander.

—A la universidad, mañana me toca a mí ir a ver esos temas. —Thomas escuchó a su hermano, pero caminó donde Narel, le pasó el teléfono y la abrazó—. ¿Qué está pasando?

—Él está bien, quédate tranquila… Se fue al departamento… Hablamos bastante y se quedó tranquilo. —Thomas le susurró al oído, Narel asintió con la cabeza, después el mayor le besó la frente—. Si es a eso, tiene permiso de ir. —Thomas giró y miró a Garreth, que los observaba con el ceño fruncido porque no le decían qué sucedía—. Llegué justo para almorzar. ¿Por qué no vas a llamar a tus hermanos, Garreth?

—Bien…

Garreth obedeció asomándose por la puerta, les gritó a Nicholas y a Leah, que entraron corriendo rápidamente. Narel comenzó a servir y comieron tranquilamente. Ninguno preguntó por qué Alexander no estaba, ya que había salido con Narel, sino que la conversación fluyó porque Nicholas había decidido que él tenía que ir al otro día con Garreth y Narel, porque si Alexander no iba, le correspondía ir a él para cuidarla. A pesar de que ella le decía que no era necesario, él continuaba insistiendo. Thomas tuvo que poner fin a la conversación diciendo que no iría porque Garreth debía ver temas de la universidad, asuntos importantes porque comenzaría su primer año y no tenía por qué ir con tanta comitiva. Luego de eso, Nicholas continuó comiendo en silencio. Narel lo miraba de a ratos, no le gustaba cuando sonreía de esa manera, se parecía a la sonrisa de Alexander cuando se le ocurría alguna maldad. Ella llevaba varios años con ellos, a Nicholas prácticamente lo había visto crecer, pero mirándolo de reojo como en ese momento, notó que los tres se parecían bastante, tanto Thomas como Alexander y Nicholas tenían el color de ojos muy parecido, solo que Thomas y Nicholas eran de un azul más oscuro y los de Alexander se parecían más al cielo. La otra diferencia era el cabello, Thomas lo tenía cobrizo, pero más claro, mientras que Alexander y Nicholas tenían el mismo tono cobre medio oscuro. Y quizás eso mismo era el motivo por el que Thomas no tenía pecas, y nunca tuvo, pero sus hermanos sí, aunque a Alexander ya casi se le estaban borrando. Nicholas estaba comenzando a cambiar la forma de la cara, ya empezaba a perfilarse, se parecía más a Alexander. Elijah le tocó el brazo para que lo cargara, él niño era la viva imagen de Thomas, solo que el cabello lo tenía casi negro como el de Helen. Por otro lado, tanto Leah como Garreth, no se parecían en nada a los Russ, ambos tenían los ojos color azul oscuro con un matiz celeste al igual que el cabello, ellos se parecían a su padre, mientras que los Russ tenían los ojos de su padre, pero el cabello de su madre. Narel sonrió al besarle la cabeza a Elijah, había muchos colores en esa casa, ya quería conocer a su hermanito.

—Thomas… —Narel se sentó en el suelo, junto al mayor que estaba recostado en una reposera leyendo un libro de economía. Los demás jugaban en la piscina, menos Helen que se había dormido en la reposera al otro lado de Thomas.

—Dime —le dijo cerrando el libro y mirándola.

—¿Quieres que me vaya de tu casa? —Ella le preguntó directamente, Thomas la miró sorprendido y medio se sentó.

—No, ¿por qué preguntas eso?

—Porque ya se acabó lo que tenía con Alexander… y él es tu hermano… y no quiere verme… No quiero que por mi culpa él no esté aquí, yo sé lo importante que son todos ustedes para él y cuánto le gusta estar con ustedes, por eso quería la casa de al lado, para no separarse nunca de ustedes, porque son…

—Alto. —Thomas le tomó la cara para silenciarla—. Más lento porque no te entiendo nada.

—No quiero molestar, Thomas…

—No molestas a nadie… Alexander no quiso venir hoy porque necesitaba pensar, estar un rato solo. —Narel lo miró fijamente, él siempre decía que no tenía privacidad en el departamento—. Lo dejé en el departamento, pero sé que saldrá a caminar después o quizás ahora anda en eso, pero necesita pensar un rato y estar tranquilo, sin que nadie le esté dando ideas o diciendo cosas… —Narel abrió la boca para decir algo, Thomas apretó sus manos, aún tenía la cara de ella entre sus manos, con eso la silenció—. Tú también le estuviste dando ideas raras… así que no, no vas a buscarlo, ni llamarlo, ni mensajearlo ni nada, lo vas a dejar solo y que piense y se tranquilice… de paso aprovechas de pensar y tranquilizarte tú también. Vendrá el domingo, y esperó que los dos se sienten a conversar y aclaren esas ideas raras que tienen el uno del otro… —Thomas le besó la frente y le soltó la cara.

—¿Qué ideas raras, Thomas? Si solo le dije que mejor ya nada más de estar juntos porque solo nos hacemos daño…

—Él piensa que te vas a subir a un avión y te irás a Argentina. —Narel lo miró sorprendida—. ¿Le dijiste algo de eso?

—Le dije que no me iré, que no me quiero ir…

—Eso fue antes de todo lo que pasó en la casa de campo… Ahora él piensa que te irás y no volverás para poder sacarte todo de encima.

—Pero… pero si tengo que cuidar a Helen, ¿cómo me voy a ir?

—Él no sabe del embarazo. —Narel se encogió de hombros, eso era verdad—. Él pensó que hoy no querías estar con él, que por eso te querías venir a casa a ver a Helen… Eso me recuerda a que debo agregar otro mes a tu castigo, te dije que no hablaras del tema.

—Pero si yo no dije nada, solo que tenía que venir a casa…

—Cuando es nada, es nada de nada.

—Pero, Thomas…

—¿Vas a hablar con Alexander y arreglar todo este malentendido?

—Sí… —Thomas la miró y sonrió, ella estaba con la vista fija en el suelo, haciendo una mueca con los labios, típico de niña mimada en plena rabieta—. Pero después que ustedes digan lo del embarazo, para explicarle por qué debo estar pendiente de Helen y de mi hermanito. —Narel lo miró—. No quiero que esté mal, Thomas… por eso te pregunto si me tengo que ir de aquí, yo lo entenderé… —El mayor le sonrió y la abrazó fuerte.

—No te tienes que ir a ningún lado… —Thomas le besó la mejilla—. Los dos ya son grandes, pueden solucionar todo hablando y llegando a un acuerdo. ¿No crees? —Narel asintió, eso era verdad—. ¿O quieres irte de aquí?

—No. —La repuesta fue al instante, Thomas sonrió—. No quiero, Thomas… Ustedes son lo único que tengo, lo único que me queda… No me quiero ir…

—Siempre me he preguntado por qué te gusta estar con nosotros, yo solo te castigo. —Thomas la separó un poco y se quedó mirándola.

—Quizás es por eso… ustedes me ponen límites… me contienen… Mis padres no hacen nada de eso, me ignoran y solo me dan dinero… Quizás ustedes me castigan y todo eso, pero es porque se preocupan por mí, porque no quieren que nada malo me pase… Yo lo entiendo, Thomas… Por eso ustedes son lo único que tengo y no quiero perderlos…

—Eso no va a pasar. Ahora quédate tranquila y anda a jugar a la piscina, ve a ganarle a esos bobos y hazme sentir orgulloso de la mimada que adopté.

Narel le sonrió y luego lo abrazó. Después le hizo caso al mayor y se metió a la piscina, esa vez fue de clavado porque debía practicar para ganarle a Alexander y Garreth, y de paso a Thomas, porque cuando él participaba, siempre era el ganador. El día se les fue en la piscina, todos distraídos, nadie notó que Thomas tenía su mano en el vientre de Helen mientras dormía, como tampoco se preguntaron por qué estaba tan rara últimamente. Solo se dedicaron a disfrutar de los últimos días de verano, el lunes siguiente ya todos volverían a sus clases, incluso el pequeño Elijah ya comenzaba su calvario, como le decía Narel. Eso sí, cuando se probó el uniforme, se lo comió, prácticamente, a besos.

 

**********

 

Aquel domingo, Alexander llegó antes del mediodía con su familia. Tal y como le había dicho Thomas, no llevó a sus suegros, sino que solo se apareció con Marianne y los niños. Fueron directo al patio, porque adentro no había nadie. Allí estaban todos, Thomas comenzando a asar carne, Helen sentada a la mesa bajo la sombra, Nicholas con Leah metidos en la piscina —ya que al parecer solo se salían para dormir—, Elijah jugaba cerca de su madre, Ashley sentada en el suelo junto con Brandon que miraban a Narel hacerle una llave a Garreth. Alexander frunció el ceño al mirarlos, ella lo tenía inmovilizado por la espalda. Se acercó con Stephanie en los brazos y Joshua de la mano.

—¿Qué hacen? —Narel soltó a Garreth y se sentó en el suelo, le sonrió a Alexander para que se le quitara el ceño fruncido, pero no funcionó. Joshua se le lanzó encima y la abrazó, ella le besó la cabeza.

—Estábamos jugando. —Garreth también se sentó al responderle.

—Hola. —Marianne llegó junto a Alexander y le tomó del brazo, los demás le respondieron el saludo—. Voy a sentarme junto a Helen. —Él solo asintió al mirarla, después fijó su vista en Narel, que los veía con Joshua sentado entre sus piernas.

—¿No crees que son juegos muy bruscos para ti?

—Yo no estaba jugando, estaba dejándote sin un hermano. —Alexander rodó los ojos.

—¿Qué le hiciste ahora? —preguntó mirando a Garreth.

—La iba a lanzar a la piscina…

—Eso es verdad, Alex. —Brandon interrumpió, se estaba riendo—. Garreth la quiso lanzar a la piscina y Nar lo derribó…

—Como un luchador de sumo. —Brandon miró a Narel que había hablado. Él asintió y le mostró la mano para chocarla, los dos rieron—. Garreth también parece un luchador de sumo.

—¿Por qué la ibas a lanzar si anda con esos pantalones? —Alexander seguía con el ceño fruncido al mirar a su hermano. Garreth solo le sonrió—. No la molestes, por lo menos hasta el miércoles no le hagas nada o terminarás tú en el hospital. —Alexander dio la vuelta y se fue donde Thomas, con Stephanie en los brazos.

—¿Vamos a lanzar un rato al aro, Brandon?

—Bueno. —Ambos se pusieron de pie—. ¿Vamos, Nar?

—No. —La respuesta de Ashley fue cortante—. Mi muñequita se quedará conmigo. —La abrazó por el cuello, Narel aún tenía a Joshua en las piernas. Los chicos se fueron y Elijah llegó para llevarse a su primo con él—. El bobo está raro ¿verdad?

—No lo sé… —Narel miró a Alexander, al estar sentada en el suelo, le quedaba al frente. Lo vio conversar con Thomas.

—Hay algo que quiero decirte… —Narel fijó su vista en ella—. Brandon sabe de lo tuyo con Alex.

—Ya lo sabía. —Ashley la miró sorprendida, pensaba que era una primicia, abrió la boca para reclamar, pero Narel no la dejó—. Alex me dijo el otro día, cuando fuimos a ver lo de los horarios, salieron un día mientras estábamos en la casa de campo y sabes cómo es Alexander, le gusta el escocés tanto como a ti… —Ashley la miró sonriente, eso era verdad, ella y Alexander harían buena pareja para competir con eso—. Y se le subió y habló de más… Brandon dijo que no le diría a nadie… Alexander es muy estúpido a veces…

—¿Qué fue lo que le dijo?

—Que está enamorado de mí y no sé qué más.

—Pero si Brandon… —Ashley se silenció, no era que se había dado cuenta, sino que Alexander se lo confesó—. Ese… ese… voy a matarlo por mentirme.

—¿Quién te mintió?

—Brandon, me dijo que él se había dado cuenta solo. —Narel sonrió.

—Claro que no, Alex le dijo, un trago y soltó todo. No se puede dejar solo.

—Voy a matarlos a los dos.

—¿A qué hora llegan tus papás? —Ashley la miró fijamente, ese había sido un cambio por completo de tema—. Ya quiero que den la noticia de mi hermanito. —Ashley resopló, estaba ansiosa.

—Estás más impaciente tú que Helen.

—Sí… es emocionante todo esto…

—Luego de almorzar te desarmaré las trencitas, hoy no vas a meterte a la piscina…

—Es tan cruel ser mujer. —Narel se dejó caer de espalda, Ashley se le lanzó encima.

—Ahora yo te haré una llave. —El timbre sonó, Ashley se levantó—. Deben ser mis padres, iré a abrir. —Narel volvió a sentarse y miró a Ashley avisar que ella iría. Fijó su vista al frente y se topó con los ojos de Alexander, él volteó y siguió conversando con su hermano, Narel suspiró, desde el jueves que no hablaban.

—¿Podemos hablar? —Narel estaba sumida en sus pensamientos que no notó cuando Marianne se sentó en la reposera.

—Claro, dime… —Narel levantó la mirada para verla, ella seguía sentada en el suelo.

—Es sobre Alexander… —Las dos chicas miraron a la puerta, los padres de Helen habían llegado y luego de saludar a todos con la mano, se sentaron a la mesa con sus hijas. Thomas dejó a Alexander mirando la parrilla y fue a saludar a sus suegros.

—¿Qué sucede con él? —Narel volvió a mirarla y Marianne a ella.

—Lleva varios meses un poco raro… No lo sé, distante, distraído… ¿sabes si le pasa algo? Tú eres su mejor amiga, yo sé que cuando a él le pasa algo, es a ti a quien recurre… —Marianne suspiró, Narel solo la veía—. Yo sé que ustedes no rompen sus promesas, que lo que hablan solo queda entre los dos… pero me preocupa…

—¿Lo amas? —Narel le preguntó, después de hacerlo, ella misma se había sorprendido por eso.

—Es el padre de mis hijos…

—Sí, pero más que eso es la persona que elegiste para pasar el resto de tus días… ¿Lo amas, Marianne? —Narel notó que ella dudaba—. Yo no entiendo mucho de esto… creo que nunca en la vida he estado enamorada… —Marianne solo se quedó mirándola al hablar—. Pero veo a Helen con Thomas y me gustaría que cuando llegue ese momento, mi enamoramiento sea de ese tipo… Ellos no están juntos solo porque son el padre o madre de sus hijos… están juntos porque se aman, porque se escogieron para compartir sus vidas, porque llegado el momento los hijos se irán y solo quedarán ellos soportándose… ¿Has pensado en eso? ¿En qué pasará cuando los hijos se vayan y te quedes sola con Alexander? —Marianne negó con la cabeza—. ¿Qué crees que sea lo que pase?

—No lo sé, lo más probable es que apenas nos hablemos. —Fue el turno de Narel para mirarla fijamente—. Nosotros no tenemos mucho en común, por ejemplo, con los deportes, a él le encantan, pero a mí me aburren, yo prefiero ver novelas en la tele a estar mirando fútbol… incluso hasta las películas que a él le gustan a mí me aburren… Somos muy diferentes…

—Pero eso es bueno, en las diferencias está lo que realmente importa, si ustedes son capaces de aceptarse con sus diferencias y amarse de esa manera, nada ni nadie los podrá separar nunca y se amarán por el resto de sus vidas.

—Pero Alexander se aleja… últimamente solo se la pasa con los hermanos, tú lo has notado, él prefiere estar con sus hermanos que en el departamento… desde que compraron esta casa, está mucho más distante.

—Porque él no es nada sin sus hermanos… Eso debes tenerlo claro, para Alexander lo más importante es su familia…

—Pero su familia somos nosotros… —Marianne la interrumpió, Narel frunció el ceño al escucharla—. Josh, Steph, yo… Mis padres…

—Sí, tienes razón, su familia son ustedes, pero también lo son sus hermanos. Para Alexander sus hermanos lo son todo, y eso tienes que aceptarlo. Así mismo como él acepta a tus padres.

—Pero son mis padres… Los demás son solo hermanos…

—¿Sabes que Thomas es la figura paterna que tienen los muchachos, verdad? —Marianne la miró un poco asombrada—. ¿Eso lo tienes claro? —Narel suspiró—. ¿Quieres arreglar todo con él? —Marianne asintió—. Para eso primero tienes que saber si realmente lo amas, si es así, lo otro que te queda o les queda porque tiene que ser por ambas partes, es aceptarse con sus gustos. Si a él le gusta el fútbol, acompáñalo a sus juegos, no a todos si no quieres, pero trata de ir, aunque sea un domingo al mes, cuando juegue de titular… Antes lo ibas a ver…

—Solo fui dos veces…

—¿Y no te gustó cuando te dedicó los goles en esos dos partidos? —Marianne negó con la cabeza.

—Me dio vergüenza…

—Creo que tienes que sentarte a hablar con él por todo lo que sienten, y sin tu madre. —Marianne abrió la boca para reclamar por eso—. Lo siento, pero llegaste aquí para pedirme una opinión y yo no soy de las que hablan suave cuando entiendo las cosas. Tu madre se mete mucho en tu vida con Alexander, si quieres arreglar todo con él, conversa, pero cuando lo hagas, trata de que tu madre esté bien lejos de ustedes para que no los interrumpa.

—¿Qué haces, muñequita mía? —Ashley volvió a lanzarse encima, Narel perdió el contacto visual con Marianne y miró al frente, Alexander la veía con el ceño fruncido, seguía con Stephanie en los brazos—. Alex está preocupado porque estás con Marianne. —Ashley le susurró al oído suavemente.

—Voy a saludar a tus padres. —Narel se la sacó de encima y se levantó—. Quédate con Marianne, tú entiendes más de esos temas.

—No, espera… —Marianne la detuvo antes de que se fuera—. Y si no estoy enamorada… ¿crees que eso le haga daño a Alexander? —Ashley las miró boquiabierta a las dos, eso había sido raro.

—No lo sé… pero deberías hacer el intento… él hizo todo por ti cuando supo lo de Joshua, creo que deberías conversar con él… Ash, tú qué sabes de esto. —Su amiga salió del asombro y la observó—. ¿Cómo se siente cuando Brandon te dedica los goles?

—Es lo más genial de la vida. —Ashley se dejó caer de espalda—. Pensar que él me ama tanto como para dedicarme algo que es tan importante para él… es como estar en las nubes… Lo amo tanto, tanto…

—¿Sentiste eso alguna vez? —Narel miró a Marianne—. ¿O simplemente solo vergüenza?

—Solo vergüenza… —Ashley se sentó y se quedó mirando a Marianne.

—¿De verdad? Pero si es emocionante cuando tu novio hace esas cosas y grita en medio de la cancha que el gol es para ti… Yo no entiendo nada de fútbol, por eso me siento junto a Nar para que me explique todo, pero amo a Brandon y amo cuando se acuerda de mí en esos momentos.

—Alex siempre te dedicó los goles, las dos veces que fuiste a verlo, yo sé que para él fue emocionante porque me lo dijo, era entregarte parte de él… porque el fútbol es parte de él… es algo que él ama…

—Pero lo dejó. —Narel suspiró y volvió a sentarse en frente de Marianne.

—Lo dejó porque pasó todo lo de Josh, porque él quería que todo saliera bien para ti y para el bebé, que no les faltara nada y no les pasara nada… Él dejó lo que amaba para estar contigo y ser feliz, porque también te ama… —Ashley miró a Narel, eso era verdad, Alexander había dejado lo que amaba por estar con Marianne, y no solo el fútbol, sino que también a Narel—. Si de verdad lo amas, tienes que conversar con él para solucionar todo…

—Y si no lo amas… —Narel miró a Ashley que había hablado—. Si no lo amas, también tienes que hablar con él y decirle lo que sientes. De las dos maneras, lo mejor es que hablen.

—Mamá dice que debo aguantar hasta el final, sea lo que sea lo que sienta, por los niños…

—Pero tu madre tiene un pensamiento muy anticuado. —Ashley seguía siendo la que tenía las respuestas para todo—. Tienes que hacer lo que a ti te guste y lo que sientas que te haga mejor. A los niños no les va a faltar nada, Alex es un papá genial, solo vive por ellos, no los va a dejar por nada… Por eso no tienes que preocuparte… Pase lo que pase entre ustedes, a los niños no les pasará…

—¿Y tú qué opinas, Nar? —Marianne le preguntó, las dos chicas la miraron.

—Yo creo que debes definir si lo amas o no, y tratar de arreglar las cosas con él… formar su familia feliz. —Ashley frunció el ceño, a veces le daban ganas de golpear a esa boba.

—Hablaré con él…

—Está todo listo, vamos a almorzar. —Alexander, con Stephanie en los brazos, se acercó a donde las chicas conversaban. Él le extendió la mano a Narel para ayudarla a levantarse, ella dudó por Marianne, pero ya estaba de pie junto con Ashley. Narel tomó la mano de Alexander.

—¿Podemos hablar un momento después de almuerzo? —Narel le preguntó a Alexander cuando empezaron a caminar, tras las otras dos chicas. Stephanie le jaló una de las trenzas, tratando de llamar su atención.

—Sí… ¿De qué hablabas con Marianne?

—Hablamos después.

Se sentaron a la mesa, Nicholas llegó corriendo y tomó a Narel de la mano para que se sentara junto a él, Garreth aprovechó y se sentó al otro lado, no dejaron que Alexander se acomodara cerca, él solo frunció el ceño por todo eso, pero lo entendió. Thomas sirvió la carne y comenzaron a comer con tranquilidad. Elijah se fue con Narel cuando terminó de comer, ni Thomas ni Helen lo dejaron ir antes, pero darían la noticia y decidieron que se quedara con la loca.

—Hay algo que con Helen queremos decirles, por eso los juntamos a todos. —Thomas tomó la palabra, los demás lo miraron—. Vamos a tener otro hijo… o hija…

—¿De verdad? —Garreth preguntó con una sonrisa de oreja a oreja, Nicholas, al otro lado de Narel, se levantó de la silla y saltó, Leah lo imitó.

—¿No es emocionante, Garreth? —Narel lo miró y él a ella, ambos sonreían—. Con Elijah vamos a tener un hermanito.

—¿Lo sabías? —Garreth se quedó mirándola, ella le sonrió más. Narel besó a Elijah en la cabeza.

—Vas a ser el hermano mayor, Elijah. —Narel sentó a Elijah frente a ella, el niño le sonreía y la abrazó, él también estaba emocionado.

De a poco los demás se fueron poniendo de pie para saludar a Helen con Thomas, Narel se quedó sentada solo mirando y conversando con Elijah, explicándole que sería el hermano mayor. Mientras conversaban y se felicitaban, Alexander pasó por atrás de Narel y dejó su mano en el hombro de ella. Narel le pasó a Elijah a Garreth y entró a la casa con Alexander, debían conversar, subieron a la habitación de ella.

—¿Qué necesitas decirme? —Alexander entró siguiéndola y cerró tras de sí.

—Necesito aclarar unos puntos… —Narel se sentó en la orilla de la cama, Alexander en el suelo, apoyado en el respaldo, la idea era no mirarse—. ¿Por qué te sentaste tan lejos?

—Eso no importa… —Narel se levantó y se sentó frente a él, Alexander suspiró y miró hacia otro lado—. ¿Qué sucede?

—No quiero que estés pensando que me voy a Argentina… o a otro lugar… —Alexander la miró, ella le sonrió—. No me iré a ninguna parte… Te lo dije la otra vez y te lo repito, yo no me quiero ir con mis tíos ni esos familiares que no me conocen.

—Pero has estado diciendo cosas del otro hemisferio y no querías estar conmigo el jueves…

—No es así… —Narel se acercó, instalándose entre las piernas de él—. Lo de querer ir con Helen es porque yo ya sabía de mi hermanito… —Alexander sonrió por eso—. Tengo que cuidar a Helen porque Thomas no lo hace… —Alexander soltó una carcajada al mirarla—. Anda como en las nubes y yo tengo que preocuparme de Helen y de mi hermanito, no los puedo dejar solos.

—Sabes que eso no es así, Thomas hace todo por Helen y Elijah y más ahora con tu hermanito. —Alexander la vio sonreír casi de oreja a oreja—. Estás entusiasmada con eso ¿verdad? —Narel asintió moviendo la cabeza con efusividad—. ¿Era de lo que no podías hablar?

—Helen no quería decirme, no sé por qué… es tan huraña… ya le dije a Thomas que no sé qué haremos con ella, con lo huraña que es y con las hormonas del embarazo… Todo será un caos… —Alexander volvió a soltar unas carcajadas, aprovechó y le dejó una trenza tras la oreja.

—Me asustó pensar que te podías ir…

—¿No recuerdas nuestra promesa de medianoche?

—Cómo voy a olvidarlo, si es lo más importante que tengo contigo.

—No te voy a dejar, Alexander. Siempre encontraré la manera de volver a ti…

—¿No se te ha pasado en ningún momento la idea de ir a Argentina? —Narel lo miró, él la observó arrugar la nariz, después caminó con las rodillas hasta el escritorio, tomó una carpeta y volvió donde él. Se acomodó entre las piernas de él, apoyándosele en el pecho. Alexander le dejó las manos en la cintura—. ¿Qué haces?

—Lo siento, es la costumbre… me sentaré como antes…

—No, quédate…

—Mira esto. —Narel le enseñó la portada de la carpeta, Alexander se fijó que tenía una fotografía de las ruinas de Grecia como portada—. Esto es la respuesta que buscabas… —Él se fijó que iba pasando páginas, todo era fotografías, nombres y cómo llegar—. Sí se me pasó la idea de ir a Argentina, pero para esto… —Le mostró unas imágenes de paisajes—. Para conocer, de vacaciones, ir a estos paisajes… ¿Te gusta? Es lindo… —Alexander asintió—. Mira esto, de aquí en adelante es del país donde nací… —Alexander se quedó mirándola de perfil, ella le seguía enseñando las fotografías y diciéndole donde quedaban y qué eran, pero él dejó de escucharla y solo la miraba al hablar. Sonrió de medio lado, ella se veía feliz, la abrazó rodeándola por la cintura—. Solo es vacaciones, para eso veo estás cosas, no para irme lejos… No me quiero ir lejos de ti… —Narel lo miró, él estaba demasiado cerca—. No de ti, sino que de ustedes… también de ti, pero…

—Si te entiendo… —Alexander susurró, la tenía solo a unos centímetros.

—Me hubiera gustado… —Narel se perdió en los ojos de Alexander—. Me hubiera gustado recorrer todo esto contigo… recorrer el mundo…

—Aún podemos hacerlo, preciosa… —Alexander se acercó más. Narel volteó la cara, él suspiró—. ¿De qué hablabas con Marianne?

—Está preocupada por ti porque estás distante. —Alexander bufó.

—Pero si ella sabe lo que me pasa, ya le he dicho el problema…

—No lo sé, Alex… Ella me dijo eso… No quiero que estés triste… —Alexander le besó la cabeza—. Le dije que hable contigo y que trate de solucionar las cosas…

—¿Quieres que lo intente de nuevo con ella?

—Quiero que seas feliz… —Narel fijó su vista en el suelo, Alexander la abrazó más fuerte—. Thomas me dijo que no te estuviera dando ideas y no lo haré… pero quiero que seas feliz, no sé si con Marianne… la conversación de hoy fue rara…

—¿Por qué rara?

—Porque yo sé lo que te pasa, sé por qué estás así con ella… y fue raro…

—Ella también sabe por qué estoy así con ella… Tú no te preocupes por estas cosas… Esto lo tengo que solucionar yo.

—Alexander… ¿qué sentiste cuando le dedicaste tus goles? —Él la miró, eso era algo del pasado, Marianne solo fue a dos juegos.

—No lo sé… el primero fue emocionante porque quería compartir con ella algo importante para mí con ella, estábamos recién empezando a salir y era la manera de sentirme importante, quería impresionarla… Pero al parecer ella no lo vio así porque se avergonzó… por eso después del segundo juego, preferí no invitarla más… Además, Josh estaba en camino.

—¿Ya está todo bien entre los dos? —Alexander la miró, ella seguía viendo el suelo, asintió, aquello había sido un cambio completo de tema—. ¿Bajamos? Ya hemos estado mucho rato aquí…

—Está bien. —Alexander la soltó y ella se puso de pie, guardó la carpeta y avanzó a la puerta—. Baja, yo ya voy, entraré al baño.

Narel asintió y salió de la habitación, él se metió al baño, necesitaba estar un momento solo, no quería perderla. Narel volvió al patio y se sentó junto a Ashley, ella en el suelo y su amiga en la reposera, tenía que desarmarse las trenzas y relajarse un poco, tampoco quería perder a Alexander, a pesar de que ella fue quien decidió dejarlo. Alexander bajó varios minutos después y se sentó junto a Thomas, que estaba en la mesa con un computador portátil. Helen con sus padres se encontraban sentados bajo la sombra en otras sillas, Marianne también estaba con ellos. El resto jugaban a patear un balón, haciendo hora para volver a meterse en la piscina. Elijah, Joshua y Stephanie, estaban sentados en una manta armando unos juguetes de madera, cerca de Helen que los vigilaba.

—Deja de mirar al bobo. —Ashley le jaló una de las trenzas que le desarmaba. Narel frunció el ceño.

—No es eso, estoy pensando, ni siquiera lo estaba mirando.

—¿Y en qué piensas?

—En lo que me dijo Helen… yo le pedí que volviera con Marianne y arreglara todo con ella, pero si ella no lo ama… él no será feliz, y yo solo quiero que él sea feliz.

—No te metas en eso. No es tu problema lo que ellos hagan o no. La decisión que él tome, solo le corresponde a él.

—Pero…

—Pero nada, tú decidiste terminar con él, ahora solo te queda mirar lo que suceda. Si él decide seguir con Marianne, ya encontrará la manera de ser feliz, pero tú ya no tienes nada que meterte. —Ashley la miró cruzarse de brazos, sonrió por eso.

—No quiero que sufra…

—¿No has pensado que se siente mal porque no puede arreglar las cosas contigo?

—No… es que… —Ashley notó que no sabía qué hacer ni qué decir.

—Ya no importa —dijo al interrumpirla—. Ahora que estás libre, comenzaremos la búsqueda de un novio para ti.

—No molestes con eso, Ash…

—Para que salgamos los cuatro… las dos parejas… un futbolista para que te dedique los goles. —Ashley se quedó mirándola mientras continuaba con su trabajo de desarmar las trenzas—. Yo sé que quieres algo así y el bobo no te lo puede dar. —Narel miró a Alexander sentado junto a Thomas, él también la miraba. Ella bajó la vista.

—Solo quiero terminar de estudiar y recorrer el mundo en tren… luego que Thomas me quite el castigo, comenzaré a viajar.

—¿Y adónde iremos?

—A donde iré, iré sola, sin nadie que me esté molestando o vigilando. —Ashley le jaló una trenza, Narel volvió a fruncir el ceño.

—Nadie te vigila…

—Ajá… Ahora me vas a decir que ni tú ni Nick le avisaron a Alex que habíamos llegado…

—No seas boba, si tú todavía crees en Santa.

—Porque él existe y vive en el Polo Norte, pero ya no pierde el tiempo en niños bobos que no se saben divertir y solo tienen como juguete el escocés. —Ashley volvió a jalarle la trenza—. Deja de hacer eso.

—¿Vamos a ir a la feria el otro fin de semana? —Garreth se dejó caer, junto a Narel, y lanzándole gotas de agua, había salido recién de la piscina.

—No puedo salir, lo sabes. —Garreth se acostó en el suelo y apoyó sus codos para quedar medio levantado y mirando a Thomas.

—Thomas. —El mayor lo miró, frunciendo el ceño porque le estaba gritando—. ¿Podemos ir con Nar el otro fin de semana a la feria de la universidad?

—Está castigada. —Fue la única respuesta y volvió su vista al computador, Alexander se quedó mirando a Garreth que le jalaba las trenzas a Narel, ella tenía el ceño fruncido. Se levantó—. ¿Qué vas a hacer?

—Si sigue molestándola, uno de los dos va a terminar en el hospital. Está en esos días, todos aquí saben que no pueden molestarla en esos días porque, si normalmente no mide su fuerza, mucho menos cuando está así.

—Ashley le está desarmando las trenzas, no hará nada… —Los dos miraron a los chicos sentados en el suelo, Garreth seguía molestándola, Narel lo tomó del cuello—. Garreth.

—No estoy. —Fue la respuesta que Thomas tuvo, estaba forcejando con Narel para inmovilizarla por la espalda, Ashley ya no desarmaba las trenzas. Narel gritó, Garreth sonrió, Alexander avanzó rápido para separarlos. Garreth se fue de espalda—. Eso es hacer trampa. —Narel había apoyado con fuerza su codo en la entrepierna de Garreth.

—Se llama defensa personal, tú estabas molestándome y yo me defendí…

—¿Qué pasó? —Alexander los miró, Narel volvía a sentarse bien para que Ashley siguiera. Garreth estaba acurrucado a su lado—. ¿Por qué gritaste?

—Este bruto animal troglodita, se le olvida que soy delicada y me tiró fuerte del brazo. —Alexander rodó los ojos, si ella era delicada, él era de cristal.

—¿Y por eso lo dejaste sin descendencia?

—Fue en defensa personal. —Alexander se sentó en el suelo, entre su hermano y Narel.

—Te dije que no la estuvieras molestando, sabes cómo se pone en estos días. —Agarró a su hermano de un brazo y lo sentó—. Yo me encargaré de convencer a Thomas para que vayamos a la feria. ¿Te apuntas, Ashley? ¿Con Brandon?

—Yo ya tengo mis entradas compradas. —Ashley estaba desarmando las trenzas, ya le quedaba menos. Sonrió al verlos juntos de nuevo.

—Eso ni se pregunta, si donde hay escocés, está Ash… —Narel gritó, ya tenía la cabeza adolorida de tanto que Ashley le jalaba las trenzas, pero se vengaría.

A los minutos después, Brandon se les unió y se sentó en el suelo. Garreth fue por una baraja de naipes y se quedaron jugando mientras Ashley terminaba. Narel tenía los rizos demasiado largos y muchos. Alexander notó que los ojos de Narel iban brillando de a poco, estaban apagados desde la última vez que los vio en la casa de campo, asumió que por el espíritu competitivo que tenía, y al ir ganando, se sentía feliz y eso le agradó, quería verla brillar como la primera vez que la tuvo entre sus brazos, no dejaría que se apagara.



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