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12 de diciembre de 2021

[Hasta el día de ayer] Anexo 4: «Algo de mí ~ Math»


Esta historia es algo difícil de contar porque se podría haber empezado del principio o del final, ambas se llegarían a una sola conclusión y esa es que soy un descerebrado como me diría mi hermana. 

Si bien he escrito muchas historias a lo largo de mi vida (que no ha sido muy larga, pero al mismo tiempo lo ha sido porque nunca se sabe cuando ya no estaremos más en este mundo), esta es difícil porque se la estoy escribiendo a una de las personas más importantes en mi vida. Es para Thais, mi hermana, a quien amo más que a todo y a quien le debo muchas explicaciones. Y no hay mejor manera de hacerlo más que escribiendo, como diría la loca de patio. 

Siempre fui el consentido y mimado de la familia, a pesar de que ese lugar se lo lleva el más pequeño, en mi caso siempre fui el bebé —y lo sigo siendo—, y no solo de mi familia, sino que del abuelo y de mis tíos los Sheldon, a pesar de que ni siquiera soy el menor, pero siempre seré el bebé, y aunque me molesten, me gusta serlo. No creo que eso cambie nunca en la vida. 

La ventaja de serlo es que siempre me dejaron solo para hacer las cosas, no precisamente el solo de soledad, sino que me dejaron actuar y comportarme como quisiera, siempre dentro de los márgenes establecidos de los principios y valores que nos enseñaron nuestros padres. Eso es una ventaja que muchos verían como poderosa, pero en mi caso no lo fue tanto. Mi libertad se pasó más al libertinaje y confundí las cosas. 

Dañé y perdí a gente que me ama. 

Dañé y perdí a gente que me ama solo por ser un idiota descerebrado. Y lo peor es que a quien perdí no lo podré recuperar nunca más. Mi mejor amigo, mi hermano, Nick… 

No lo vi en ese entonces, no lo vi hasta que mi hermana cayó. Pero sé que nunca más volverá a pasar, no solo porque yo lo estoy intentando con todo mi ser, sino que porque ahora ya no tengo esa «libertad» que tenía antes, ahora tengo un vigilante. 

Londres es muy diferente a nuestra casa… Pero aquí se puede decir que tenemos hogar. 

Después de mucho tiempo volvemos a tener hogar… 

No sé si nos iremos a quedar para toda la vida en Londres, pero por lo menos estaremos bien todos y juntos. Y mientras tengamos eso, el lugar no importa. 

Quizás todo comenzó cuando no debía empezar, recuerdo que yo veía a aquella chica siempre caminando de un lado a otro por los pasillos del Instituto, si bien parecía siempre un poco torpe y despistada, había algo que me llamaba la atención de ella y eso era que siempre andaba con un libro en las manos. A veces la veía leyendo a la sombra cerca de las graderías en la cancha donde jugaba basquetboll, o a veces simplemente por la pequeña plaza del Instituto pero leyendo. 

Siempre me han llamado la atención las chicas que leen, quizás es por influencia de papá que nos enseñaba e inculcaba por el arte de leer desde que éramos apenas unos bebés. Recuerdo que no hubo noche que no nos leyera alguna historia, cuento o algo antes de dormir. Me acuerdo de que también una vez nos leyó parte del cuento que la loca que nos trajo a Londres escribió para un concurso. Nunca se lo diré, pero malo no estaba y eso fue parte de la inspiración que me dio por escribir, porque quise ser mejor que ella. Según la misma loca esa lo logré, pero prefiero no confiar en su palabra por el simple hecho que está loca. Siempre lo diré, solo ella y nadie más que ella pudo sacarnos de Canadá, a todos, y crearnos un hogar en Londres.  

Pero bueno, mi historia es otra. 

La chica de los libros se llama Sarah, y recuerdo muy bien la primera vez que nuestros ojos chocaron, ya que aquella vez pensé erróneamente que a ella le gustaba Nick, y es que él siempre lograba llegar con tanta facilidad a las chicas y yo solo soy un tipo tímido al que le cuesta decir lo que siente. 

Y fue así que la segunda vez que nos vimos, ella iba sola de camino a la salida, y yo tenía que esperar a mi hermana para poder irnos. Sin darme cuenta, nos cruzamos y esta vez le sonreí. Mucho tiempo después me pregunté por qué lo hice, pero tampoco me arrepiento de lo que sucedió entre los dos. 

—-Me llamo Math —le dije extendiendo mi mano—. Matías en realidad, pero todos me llaman Math. 

—Tienes nombre latino, es raro verlos por estos lados. ¿Tienes familia por allá? —me preguntó de manera rápida, y volví a sonreír porque eran muy pocas personas las que conocían los orígenes de los nombres. Me gustó aún más que fuera lectora—. Soy Sarah, por cierto. 

—No tengo familia por allá, creo, no lo sé muy bien. Pero mi nombre es porque tanto a mi mamá como a mi papá les gustaban los nombres raros... Podría decirse que raros. —Ella sonrió, y noté que sus mejillas me fascinaron aún más. 

—Tengo que irme —dijo apresurada luego de que se escuchara un bocinazo—. ¿Hablamos otro día? 

—Claro, no hay problema. 

Nos sonreímos como despedida y aquel fue el inicio de algo hermoso y cruel, como suelen ser las historias de amor destinadas a nada. 

Yo sabía, al igual que ella, que todo estaba destinado al fracaso. Pero se había convertido en mi primer amor, y como todos los primeros amores, se niegan a aceptar que son un mal más que un bien todo por el orgullo de aceptar que nos equivocamos. 

Y lo intentamos, por lo menos yo lo intenté con todo mi ser, yo quise que todo funcionará bien, porque yo sí me sentía más que enamorado de ella. A pesar de la gran diferencia que había entre los dos, ella de alta, yo de baja clase social, pero ¿qué acaso mis padres no tenían la misma loca historia de amor y terminaron más que bien? Solo estaba en el esfuerzo de nosotros que todo funcionara como debía funcionar. 

Pero me olvidé de que Sarah no era como mi madre, y ella estaba acostumbrada a sus caprichos y tener de todo cuanto ella quisiera, y yo no podría darle eso ni en un millón de años. Sus ojos, su cara de ángel, sus mejillas sonrosadas cada vez que nos besábamos, fue un engaño, un cruel engaño en el que caí rendido, ella nunca hubiera sacrificado ni lo más mínimo por mí, y yo sacrifiqué todo por ella... 

Recuerdo que tanto Nick como Tony me dijeron que no confiara, que las cosas no podían ser como las pensaba, que tarde o temprano terminaría todo mal. Pero no los escuché, y me arrepiento de eso hasta el día de hoy, aunque no pueda hacer mucho ya, es tarde para eso. 

Y lo peor de todo, es que no los escuché dos veces... la primera perdí a mi hermano, mi mejor amigo, mi compañero de todo... Y la segunda a quien más amo en el mundo: a mi hermana... 

Dicen que nadie tropieza con la misma piedra dos veces... está más que claro que yo sí, y descarto esa teoría. También dicen que la primera es error y la segunda es de tontos, y como me dice la antipática... soy un tonto. 

Pero a pesar de todo lo que sucedió, a pesar de que me fallara una y otra vez, no puedo olvidar lo que sentí, porque de mi parte fue real, yo sí amé con todo mi corazón, sí entregué todo de mi parte para que funcionara. Es verdad también que me cegué esperando tener una historia de amor al estilo de nuestros padres. Pero Thais, tú sabes muy bien lo que es amar a alguien con todo tu ser y esperar que todo funcione bien, sabes también lo que significa perderlo y no poder recuperarlo nunca más, y lo que mejor conoces, al igual que yo, es el aferrarse a cualquier diminuta esperanza de que todo lo que se está viviendo es irreal y que en cualquier momento se despertará del sueño caótico en el que estamos y podremos tener lo que amamos una vez más con nosotros. Lo sabes y lo conoces tan bien como yo. 

Me equivoqué, lo sé. Dos veces, lo sé... Y te pido perdón por todo, por todo el daño que provoqué al amar a la que no correspondía. Sé que es difícil hacerlo y si tengo que estar toda la vida intentándolo, créeme que lo haré sin dudarlo ni pensar. Pero yo no lo sabía, no sabía del hermano desquiciado, no pensé que ella me traicionaría, yo quería una historia feliz como la de nuestros padres... 

Perdón por vivir en un sueño irreal... 

Solo hay una cosa por lo que nunca me arrepentiré y por la que no te pediré perdón. Y eso es el amor que sentí por Sarah. Fue real, tan real como lo que tú sientes por Nick, tan real como lo que papá sintió por mamá, porque fueron mis sentimientos, todo lo que yo hice y quise con ella fue real, no fui correspondido y ese ya es otro tema, pero no puedo pedirte disculpas por haber amado como lo hice. Y aunque te enojes y te molestes, siempre llevaré algo de Sarah en mí, así como ella siempre llevará algo de mí. La diferencia es que con estas dos caídas aprendí que eso que debo llevar no es amor, sino que es estar alerta para que no vuelva a pasar jamás. 

No me arrepiento de haberla amado, me arrepiento de no haber sido capaz de detenerme a tiempo para evitar todo el daño que te hice.  

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