Recuerdo a mi padre en su sillón…
Así como recuerdo a mi abuelo en su mecedora, mirando
el horizonte desde la terraza que daba al jardín de nuestra casa… La casa de
Canadá…
Pero recuerdo a mi padre en su sillón, leyendo sus
tantos libros mientras nos miraba jugar, nosotros sentados en el suelo, Franco
la mayor parte del tiempo saltando en los otros sillones, y mi padre sonriendo
por todo, dejándonos ser niños.
Lo recuerdo también cuando tomaba el atlas y se
ponía a ver distancias y países, concentrado con sus lentes sobre el puente de
la nariz, subiéndolos a cada instante que estos se caían. Lo recuerdo como si
hubiera sido el día de ayer. Recuerdo cuando leía sus libros de historia y
después los buscaba y marcaba en el atlas, diciéndole a mamá que algún día
irían los dos, solos, a recorrer todo eso. ¿Lo estarán haciendo ahora?
Lo recuerdo sentado en su sillón, mirándonos jugar,
concentrado en cada uno de nosotros, como pensando en nuestro futuro. ¿Te
hubieras imaginado alguna vez que terminaríamos tan lejos de casa? ¿Te hubieras
imaginado alguna vez que la niña loca nos sacaría de allí? ¿O el que nos
obligaras a trabajar con ella formaba parte de tu plan porque, con tus poderes
fenomenales de padre, ya sabías todo lo que ocurría?
Estoy seguro, que cuando vuelva a verte, podrás
responderme todo esto y más. Tú y el abuelo, los dos dejaron mucho en el
camino, mucho que me hizo falta saber y que tuve que aprender a golpes. Lo más
probable es que me regañen por todas las fallas, que han sido muchas. Muchas
más que aciertos, la verdad. Por eso, después de ustedes, iré a ver a mamá,
ella me entenderá y me consolará.
La loca me dijo que ella será una libélula cuando
renazca, porque es lo más parecido a un dragón. Me dijo, también, que yo seré
un calamar, porque tengo la cabeza grande como un calamar y soy inteligente
como un calamar. Sé que te hubieras reído con eso, tú y el abuelo se hubieran
reído con eso, pero tú le hubieras puesto más atención por el tema de la
reencarnación. Ella me recuerda mucho a ti y en muchos sentidos, al día de hoy
ya entiendo a la perfección por qué tenías esa fascinación por ella, habla cada
cosa, al igual que tú, sabe de muchos temas que te hubiera encantado tratarlos
con ella.
«¿Qué es lo que más te ha gustado de Londres hasta
ahora?».
Recordé esa pregunta todos los días por mucho
tiempo. Ya llevamos poco más de diez meses aquí y ya tengo respuesta a esa
pregunta, aunque en el momento en que me la hizo no supe qué contestarle. Y es
que apenas llevábamos unos meses aquí, como tres, y entre tanto movimiento por
Thais y Math, ella entre operaciones y recuperaciones y Math entre elegir qué y
a dónde estudiar, todo estaba vuelto de cabeza como para estar pensando qué era
lo que más me gustaba de Londres.
Pero ya lo sé, es aquí, en este mirador. Desde aquí
se puede tener una vista de Londres nocturno hermosa, creo que también hubiera sido
tu lugar favorito. He de confesar que de día no tiene mucho que ver, pero eso
no le quita lo hermoso. Pero de noche se ve espectacular. Ella me trajo aquí un
par de veces, en realidad mucho más que un par de veces, tenía ganas de que
dejara salir todo lo que he pasado y siento, pero no pude, no con ella.
¿Y cómo quería que hablara con ella si estaba
embarazada?
Era un desastre hormonal… Su esposo y los niños,
hijos del primer matrimonio de su esposo, estaban vueltos locos… Y, aun así,
entre todo eso, no descuidó ningún momento la recuperación de Thais, cosa que
le estaré eternamente agradecido, si no fuera por ella, Thais no estaría con
las esperanzas de caminar en tres o cuatro meses más. En realidad, si no fuera
por ella, no estaríamos aquí…
Primero tenía que hablar contigo, después, quizás,
con ella…
Tengo muchas cosas que decirte, muchas cosas que
preguntarte, muchas cosas que mostrarte…
Todo ha sido un caos desde que se fueron…
Empezando por Nick… no lo pude cuidar… Era mi deber
cuidarlos, sobre todo a ellos, los más pequeños, y lo primero que pasó fue que
lo perdimos, por tonteras, por un idiota que estaba aburrido, porque no se
puede decir de otra manera. Ese imbécil solo estaba aburrido y por eso hizo lo
que hizo y arrastró consigo no solo lo que sucedió con Nick, sino que con Thais
y Math… Y fue mi culpa, no fue culpa de Kevin, ni de Thais, ni de Math, solo
fue mi culpa porque yo no lo supe cuidar, yo no fui lo que debí haber sido,
descuidé las cosas y por mi culpa pasó todo. Si hubiera estado más atento, más
pendiente, nada de eso hubiera pasado, y ahora estaríamos todos aquí, en
Londres… Aunque claro, Kevin no sería mi cuñado. O ¿quién sabe? Capaz y sí.
Mi principal responsabilidad, mi deber para con
ustedes, era mantenerlos a ellos sanos y salvos, y no lo cumplí. Y eso será mi
carga que llevaré para toda la vida, el haberles fallado, el saber que por mi
irresponsabilidad Nick ya no está con nosotros.
También casi pierdo a Chris…
La muerte de Nick fue un golpe duro para todos.
Todos por igual. Fue algo que ninguno nunca imaginó, es decir, todos sabemos
que la vida no es comprada, que en cualquier momento se irá, se apagará y ya no
más. Pero la de Nick se apagó demasiado pronto y no debió ser así. ¿Por qué
mejor no fui yo? Yo ya había vivido lo suficiente…
«Julián…».
Recuerdo que cuando ella llegó al hospital, allá en
Mapple Creek, yo estaba sentado fuera de la habitación donde tenían a Franco.
No podía hacer mucho por Thais, estaba esposado y me habían echado fuera, pero
por Franco aún podía estar. Y el estado de Math no era grave, no si se
comparaba con los otros dos. Cuando ella llegó, prácticamente al día siguiente
que todo pasara, yo estaba sentado en esas sillas incómodas mirando el suelo.
No sabía de lo que había pasado, solo sabía de lo poco y nada que Chris le
comentó por teléfono cuando la llamó, incumpliendo nuestra promesa.
Pero allí llegó, apenas Chris la llamó, estuvo allí
sin importarle que estuviera a pocos días de casarse, sin importarle que
estuviera al otro lado del mundo, sin importarle nada y al mismo tiempo
importándole todo. Allí llegó junto a mí. Y me abrazó, tan fuerte que solo pude
echarme a llorar como nunca lo hice, y fue el peor sentimiento del mundo el no
poder responderle porque estaba esposado.
Después de varios minutos ella me tomó la cara y me
secó las lágrimas, con su sonrisa me dijo que todo estaría bien, pero ella no
sabía nada de lo que había pasado. Nada.
«¿Dónde están los demás? ¿Dónde está Chris? ¿Kevin?
¿Dónde está Nick? ¿Por qué estás solo?».
Y el mundo se me vino abajo en ese momento. ¿Cómo
explicarle todo? Ella sabía que Franco estaba inconsciente, sabía que Thais
estaba… bueno ella estaba luchando por su vida… Sabía que Math se encontraba
inconsciente, más que nada sedado, por la pelea en el gimnasio. Sabía que a mí
me tenían allí esposado a la espera de tener noticias de mis hermanos, ya
fueran buenas o malas, para encarcelarme. Y eso era solo gracias a las
gestiones de Chris, que tenía un conocido que me permitió quedar unas horas
más, pero si el asunto se alargaba, me llevarían sin importar nada.
Ella no llegó sola, sino que con su novio, pero
conocía Mapple Creek y no necesitó que ninguno de nosotros fuera por ella. Yo
no tenía idea que ella viajaría. Nunca lo imaginé. Las respuestas fueron
rápidas, Chris en casa buscando papeles, se necesitaba hacer el mayor tiempo
posible para que no me metieran a la cárcel. Kevin y Math, ellos estaban juntos
porque se decidió que no se podía dejar a Math solo ni a Kevin solo por cualquier
cosa que pudiera pasar, ambos se sentían culpables y Kevin se quedó cuidando de
Math mientras permanecía inconsciente.
Pero cuando llegué a la respuesta de Nick…
A ella le temblaron las piernas y cayó sentada al
suelo delante de mí. Lloraba mirando al suelo, no le salían las palabras. Quise
abrazarla y no soltarla, pero las esposas apenas me dejaron tomarle el rostro y
tratar de sonreírle, yo también lloraba. Y fue cuando noté que ella estaba
acompañada, porque su novio se arrodilló a su lado y la abrazó besándole la
frente. Ella se escondió en el cuerpo de él. Lo miré, ya lo conocía por fotos,
era aquel chico del que ella estaba enamorada desde que se mudó a Londres.
Sonreí por eso, me sentí feliz de que ella encontrara ese tipo de felicidad. A
pesar de todo lo malo que pasaba, fui feliz por ella.
Chris llegó corriendo en ese momento. Y después de
los saludos, una vez que nos tranquilizamos todos, tuvieron lugar las
presentaciones. Chris me pidió disculpas en un momento que ella y su novio
fueron por algo para comer, él dijo que ella no había probado comida desde que
salieron de Londres y ya era hora de obligarla a alimentarse. En parte me gustó
que tuviera a alguien que se preocupara de esa manera por ella. Chris lloró por
haber roto la promesa.
Yo lloré porque casi lo pierdo…
Él siempre ha sido mi hermano, siempre, desde que
nos conocimos cuando tú lo recogiste, desde el momento en que me quitaron el
biberón para dárselo a él, él fue mi hermano. Mi primer hermano. Y casi lo
pierdo.
Sabíamos que él tenía el problema con las drogas,
pero me enfoqué más en Kevin y lo dejé de lado. Me preocupé más de uno que del
otro y por eso casi lo pierdo.
La muerte de Nick fue un golpe duro para todos, y
Chris lo apaciguó perdiéndose en ese mundo, el mismo heredado por su madre.
Y lloré más porque no me importó que rompiera la
promesa, solo me importó que en ese momento estuviera allí, conmigo, con nosotros,
y no perdido…
Aquella tarde, en el hospital, Franco despertó. A
pesar de siempre ser el más travieso, el más inquieto, el más desordenado y el
más todo, siempre fue el que menos problemas me dio. Si no fuera porque dejó de
estudiar, hubiera sido casi una sombra para mí. Y allí estaba, en esa cama, con
ese rostro demacrado de haber recién despertado por estar inconsciente por
tantos días, mirándome y sonriendo, diciendo que todo estaría bien, que no me
preocupara tanto, que siempre lo tendría a él como apoyo incondicional.
Kevin llegó cuando Chris fue a avisarle de Franco,
Math seguía durmiendo en otro sector, donde estaban los no tan graves.
Ella abrazó a Kevin apenas lo vio, no fue un abrazo
por lo que pasaba en el momento, sino que por todo lo acumulado. Era Nick, era
su hermano…
Creo que si Kevin no hubiera salido de Canadá,
estaría junto con ustedes en estos momentos…
Si hay algo por lo que debo dar las gracias día tras
día, es eso, que Kevin saliera de Canadá. Apenas pude mantenerlo cuerdo después
de lo que sucedió con Nick, si a Thais le hubiese pasado algo más grave, no lo
tendría a él hoy a mi lado.
Kevin fue una batalla constante desde la muerte de
Nick, su obsesión por el alcohol, que ni siquiera era un vicio, solo obsesión.
Su fascinación por las peleas y la velocidad. Todo eso que lo tuvo al borde de
la muerte en incontables ocasiones. Lo hubiera perdido al primer y simple
descuido.
De todos, Kevin, sigue siendo mi más grande miedo…
Miedo porque si le quito el ojo de encima solo un
momento, sé que se irá con ustedes y no le importará nada. Eso sí, ahora que es
mi cuñado y vuelve a tener una razón de vivir, ha estado más tranquilo. Y
espero, por todos los dioses que alguna vez nos contaste, que esa razón de
vivir se mantenga siempre encendida.
No sé qué haría si algo le pasara a Kevin, como
tampoco sé que sería de mí si algo le pasara a Chris. No son mis lazos sanguíneos,
pero para mí son mis hermanos y siempre lo serán. Mis dos primeros hermanos.
Después de presentar a Kevin con su novio, ella se
fue con Franco. Necesitaba verlo, abrazarlo, besarlo como siempre y reír a su
lado, y también contarle las buenas noticias que traía desde Londres. Pidió
verlo sola. Su novio nos dijo que ella lo venía pensando así desde Londres. Si
bien él no nos conocía a nosotros, ni nosotros a él, no se comportó de manera
poco amable, sino que todo lo contrario. Él nos comentó que ella venía
planeando todo lo que nos diría desde que recibió la llamada, aunque por lo
visto no estaba cumpliendo con lo pensado. Excepto por Franco, con él sí estaba
haciendo lo pensado.
Aprovechamos aquel tiempo para conocernos mejor y
dejar de ser unos desconocidos.
Franco se durmió, a causa de todos los antibióticos,
mientras conversaba con ella.
Al salir pidió ir a ver a Math, con quien se quedó
hasta que despertó.
Math me pidió disculpas por todo, por haber traído a
la pesadilla a nuestras vidas, por ser el culpable de todo. Pero no había nada
que perdonar, porque el único culpable siempre fui yo, yo que no los cuidé, yo
que los dejé de lado, yo que no me preocupé. Pero él tenía que aprender una
lección, así que lo dejé pensando que estaba enojado con él.
Math siempre ha sido el consentido, el bebé, incluso
más que Thais.
Por eso cuando llegaron para llevarme, al rato
después que despertara, pedí que no estuviera presente.
Los contactos para que me dejaran con mis hermanos
por más tiempo no pudieron seguir haciendo mucho más una vez que la noticia que
Franco había despertado, llegó a oídos del juez. Cuando llegaron por mí, yo
estaba con Math, Chris entró y me avisó, ella con su novio esperaban afuera.
Ella se quedó, junto con Kevin, su novio me acompañó.
«Julián, me la llevaré a Londres porque allí hay de
todo para su recuperación. Aquí no hay nada».
Más que cualquier cosa, esas palabras fueron dichas
en tono de orden. No pude negarme. ¿Cómo podría hacerlo? Yo sabía que era
verdad, yo sabía que era así. Thais no tenía esperanza en Mapple Creek, pero sí
la tenía en Londres. Solo asentí y ella me abrazó.
Cuando Franco salió del hospital, tres días después
de despertar. Yo fui encarcelado y se prohibieron las visitas.
Recuerdo que, cuando Thais atentó contra su propia
vida, yo sabía muy bien, aunque en el fondo, que a ella no le pasaría nada
malo. Es valiente para muchas cosas, la admiro por muchas cosas, es nuestra
pequeña y nuestra princesa, pero tengo muy claro que es cobarde para muchas
otras, y eso le gana a toda la valentía que pueda tener. Y le gana por mucho.
Aquella vez, recuerdo, tuve más miedo por lo que
pudiera hacer Kevin que por Thais. Yo ya había notado los sentimientos de
Kevin, sabía que un golpe así no lo aguantaría. Kevin seguía siendo mi mayor
problema.
Dos días después de ser encarcelado, ella llegó a
despedirse. Tenía que volver a Londres, no solo por ella porque tenía todo
listo para su boda, sino que también por Thais. El tiempo estaba en contra. Ya
había preparado todo, solo quedaba tomar el avión y partir. Y así lo hizo. Pero
antes de irse me prometió que no pasaría más de un año lejos de mi familia, y
así fue.
Kevin tomó un avión a los dos días después que
dictaran mi sentencia. Tres años dijeron primero, pero aún estaban investigando
otras acusaciones, querían culparme de lo sucedido en el gimnasio también.
Kevin debía marcharse, no le estaba haciendo nada de bien estar lejos de Thais,
no quería dejarme, pero por su bien debía hacerlo. Un mes después que ella
partiera, Kevin llegó a Londres. Fue el primero en emigrar. Fue quien se
encargó de buscarnos y crear un nuevo hogar, aunque con ayuda.
El tiempo pasaba lento, y en la cárcel no hacía más
que pensar, como ahora. Había veces en que pasaban semanas antes de tener
noticias de mis hermanos, había días en que la cobardía de acabar con mi vida
me inundaba. Muchas veces solo quise desaparecer, me ganaba todo eso, el
encierro, el encarcelamiento, pero me lo merecía, yo era culpable de todo.
Allí, encerrado, trataba de no pensar en ustedes, en
lo decepcionado que estarían al verme así, al verme allí. En todo lo que les
había fallado, en todo lo que había hecho mal.
Pocos días después de que cumplí cinco meses
encerrado, ella llegó con una enorme sonrisa dando la orden de que abrieran. Al
guardia no le gustó para nada aquel tono, pero ella lo ignoró. Y esta vez no
solo la acompañaba su novio, ya esposo, sino que la noticia que me traía era
que sería madre. Tendría un hijo y comenzaría la producción de la gran familia
que quería tener. Ese solo sería el primero de los siete que siempre soñó.
Aunque me advirtió que no le dijera nada a su esposo, porque él seguía pensando
que ella no quería tener hijos.
Y cuando la puerta de la cárcel se cerró tras de mí.
Cuando vi a Franco y a Chris esperándome afuera, cuando sentí sus abrazos. Me
di cuenta que aún quedaba mucho por hacer por todos nosotros, que había un
camino que seguir recorriendo, que no todo acababa allí. Thais se estaba
recuperando, la esperanza seguía latente.
Y ahora, en Londres, en este mirador, en donde me
atrevo a hablarte después de tanto tiempo, te recuerdo a ti, al abuelo, a las
galletas de chocolate de mamá… Recuerdo los juegos de niño en la vieja casa,
recuerdo las peleas con mis dos hermanos, Kevin y Chris, recuerdo lo vivido
hasta el día en que nos subimos al avión para emprender este nuevo viaje.
Recuerdo mi vida pasada. Recuerdo mis errores y mis aciertos. Y ya puedo
sonreír y mirar al frente y decir que aún se puede ir por más.
Yo fui el culpable y tengo que reparar ese error.
Tengo que seguir por mis hermanos, tengo que seguir
por mí.
Ya no estoy solo…
—Sabía que te encontraría aquí. —Un auto se
estacionó a mi lado, aunque no lo escuché hasta que el piloto se bajó—. Sabía
que este sería tu lugar favorito, aunque la loca no lo sepa aún. Ha estado
buscándote.
—Le saqué la bicicleta sin permiso. —Kevin, a mi
lado, sonrió. Nos sentamos en el capó de su auto.
—Se ve hermoso ¿verdad? —preguntó, pasándome una
botella de cerveza. Las chocamos luego de abrirlas.
—Así es —contesté y le di un sorbo.
—¿Te arrepientes de venir a Londres?
—No. —Miré al frente, Kevin igual—. No me
arrepiento. Estaba pensando en todo eso antes que llegaras, y creo que la mejor
decisión hasta ahora fue salir de Canadá. No solo por Thais…
—Por todos… fue la mejor decisión por todos… Julián,
aquí ya no estás solo y no lo estarás nunca más.
Ambos no empinamos la cerveza hasta que se terminó.
—Vamos a casa, a la loca aún no se le pasan del todo
los efectos de las hormonas post-embarazo y ha de estar volviendo loco a Chris
preguntando por ti. No sé qué le pasa últimamente.
—Es la fecha.
—Oh… ya se cumple otro año…
—Por eso estaba aquí, conversando con él. Ella
piensa que me afecta mucho porque es el primero que pasamos lejos de Canadá,
donde ellos están.
—Ya veo, no solo es la bicicleta.
Kevin sonrió, yo igual. Metimos la bicicleta en el auto
y emprendimos rumbo a casa. Casa. A veces sonaba tan raro llamar casa a un
lugar que estaba tan lejano a donde habíamos nacido. Pero Math tenía razón, ya
no solo era una casa, lo que teníamos era un hogar. Y ninguno estaba solo, y no
lo estaríamos nunca más.
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